artículo sacado de Los Cántabros Nº8:
El albor del mito.
Joselón, el maquis de Peñacabarga aun reuniendo todos los méritos para encumbrarse en el Olimpo de los más célebres, tiene sin embargo una bibliografía descompensadamente magra. Posiblemente su tendencia a actuar en solitario, sin liderar ni integrarse de manera estable en ningún grupo, no le ayudó a ``publicitarse´´ tras su muerte. Joselón militó en el PCE, estuvo sindicado a UGT y fue combatiente en las filas republicanas. Se ocultó de la Benemérita y de los fascistas logrando sobrevivir emboscado durante diez años, pero también fue un hombre marcado que huía de su pasado, de un entorno, pero que nunca pudo huir del todo de sí mismo. Esta es su rutilante historia:
El Valle de Villaescusa era por entonces una zona muy ideologizada. Las minas de hierro de la segunda mitad del siglo XIX, pertenecientes a sociedades de cápital británico y vizcaíno, hicieron de esta comarca una de las de mayor actividad minera de España. La masiva inmigración castellana en los primeros años del siglo XX conformó dos realidades: una izquierda obrera ligada a la inmigración minera y una derecha vernácula, compuesta por propietarios de pequeñas explotaciones ganaderas y agrícolas muy conservadores que miraban con recelo a los recién llegados. En este escenarió nació (26 de abril de 1912 en Socabarga) y creció José, un chaval descendiente de vallucos (naturales de Valderredible) por parte de su padre Baltasar y de pasiegos por parte de su madre Rosa, herederos de una tradición familiar militante en la izquierda. De pequeño pastoreó el ganado familiar en Peñacabarga, y de mozo comenzo a trabajar junto a su hermano Evaristo en la mina de la Orconera, como tantos otros jovenes de la comarca.
Pasaron los años y Jose se hizo un hombre. Su persoanlidad durante esos años, apenas rebasada la veintena, estaba ya formada y se caracterizaria en adelante por dos aspectos fundamentales: su debilidad por las mozas y un violento caracter, rebelde y pendenciero, dos rasgos que a la postre resultarian su perdicion.
Se casó con Justa Moreno Alejos, una burgalesade de Tortoles de Esgueva, residente en San Salvador el 22 de mayo de 1935. Justa trabajaba como sirvienta en la casa del capitán Alejandro Martín Aguirre, en Santander. en el año 36, la esposa de Joselon denunció al capitan ante las autoridades republicanas como derechista, ya que este le habia aconsejado a su marido que ``se pasase a los nacionales, que iban a ganar la guerra´´. Esta delación, puede hallar su luz en un testimonio que señala a Justa como autora de un hurto de alhajas en la casa del capitán. De ser cierto, y al haber sido descubierta, la esposa de Joselon emplearia -presuntamente- la tactica de defenderse atacando. El capitan fue fusilado el 27 de diciembre de 1936.
El 30 de julio de 1937, Joselón daría muestras de su caracter violento.Ese día se encontraba d epermiso del ``frente de la cordillera´´ cuando se enteró de que un mozo de Socabarga había pegado a su hermana (posiblemente un novio). Rapidamente fue a su encuentro y le halló segando con el dalle. Tras un inicial intercambio inicial de improperios, el mozo le agradió con la afilada herramienta, a lo que Joselón respondió sin dudar descerrejandole tres tiros a bocajarro, que solo consiguieron herirle. La Guardia Nacional Republicana le detuvo en su casa sin oponer resistencia. En el momento de la entrada de los nacionales en agosto del 37, el matrimonio se había granjeado enemigos en el entorno y la factura a pagar sería elevada.
Justa ingresó en prisión el 30 de agosto, tan solo cuatro días despues de la entrada en Santander de la IV brigada de Navarra y la división ``Vittorio´´. Con los nacionales ocupando la capital ya no habría piedad, fueron a por ella. Su hora tardó alrededor de cuatro angustiosos meses en llegar , lo que tardó en dar a luz una niña, tras comprobar sus carceleros que estaba embarazada. Tras el nacimiento de la criatura fue entregada a la familia y ella fusilada el 11 de enero de 1938 a la edad de 26 años, el infortunado bebé moriría a los pocos meses de nacer.
Joselón que en agosto de 1936 se había enrolado en el escuadrón de caballería ``Libertad´´ del ejercito republicano, tampoco logró escapar del imparable avance fascista. La agrasión al vecino de Socabarga dió con sus huesos en la improvisada cárcel de la plaza de toros y despues en la prisión provincial. Se slavó de chiripa tras conseguir su madre y su hermana avales para conmutar la pena de muerte. Joselón puntualmente informado de los luctuosos acontecimientos y del fatal desenlace de su esposa tuvo que vivir un infierno durante su confinamiento. Con la certeza de que volverían con un delito aún mayor y que correría la misma suerte que Justa, decidió palnificar su fuga para echarse al monte.
sucedió durante un trayecto en camión desde la prisión en Santander hasta Pontejos, a la altura de la recta de Heras. El destino de los presos era un campo de trabajo habilitado en unaerodromo que utilizaba el ejercito alemán. Al enfilar le recta se tiró en marcha del camión y huyó corriendo hacia Peñacabarga, una huída hacia delante, sin retorno. Una huída hacia la montaña a la que ligaría indisolublemente su destino y sobre la que forjaría su leyenda.
CONTINUARÁ...
El albor del mito.
Joselón, el maquis de Peñacabarga aun reuniendo todos los méritos para encumbrarse en el Olimpo de los más célebres, tiene sin embargo una bibliografía descompensadamente magra. Posiblemente su tendencia a actuar en solitario, sin liderar ni integrarse de manera estable en ningún grupo, no le ayudó a ``publicitarse´´ tras su muerte. Joselón militó en el PCE, estuvo sindicado a UGT y fue combatiente en las filas republicanas. Se ocultó de la Benemérita y de los fascistas logrando sobrevivir emboscado durante diez años, pero también fue un hombre marcado que huía de su pasado, de un entorno, pero que nunca pudo huir del todo de sí mismo. Esta es su rutilante historia:
El Valle de Villaescusa era por entonces una zona muy ideologizada. Las minas de hierro de la segunda mitad del siglo XIX, pertenecientes a sociedades de cápital británico y vizcaíno, hicieron de esta comarca una de las de mayor actividad minera de España. La masiva inmigración castellana en los primeros años del siglo XX conformó dos realidades: una izquierda obrera ligada a la inmigración minera y una derecha vernácula, compuesta por propietarios de pequeñas explotaciones ganaderas y agrícolas muy conservadores que miraban con recelo a los recién llegados. En este escenarió nació (26 de abril de 1912 en Socabarga) y creció José, un chaval descendiente de vallucos (naturales de Valderredible) por parte de su padre Baltasar y de pasiegos por parte de su madre Rosa, herederos de una tradición familiar militante en la izquierda. De pequeño pastoreó el ganado familiar en Peñacabarga, y de mozo comenzo a trabajar junto a su hermano Evaristo en la mina de la Orconera, como tantos otros jovenes de la comarca.
Pasaron los años y Jose se hizo un hombre. Su persoanlidad durante esos años, apenas rebasada la veintena, estaba ya formada y se caracterizaria en adelante por dos aspectos fundamentales: su debilidad por las mozas y un violento caracter, rebelde y pendenciero, dos rasgos que a la postre resultarian su perdicion.
Se casó con Justa Moreno Alejos, una burgalesade de Tortoles de Esgueva, residente en San Salvador el 22 de mayo de 1935. Justa trabajaba como sirvienta en la casa del capitán Alejandro Martín Aguirre, en Santander. en el año 36, la esposa de Joselon denunció al capitan ante las autoridades republicanas como derechista, ya que este le habia aconsejado a su marido que ``se pasase a los nacionales, que iban a ganar la guerra´´. Esta delación, puede hallar su luz en un testimonio que señala a Justa como autora de un hurto de alhajas en la casa del capitán. De ser cierto, y al haber sido descubierta, la esposa de Joselon emplearia -presuntamente- la tactica de defenderse atacando. El capitan fue fusilado el 27 de diciembre de 1936.
El 30 de julio de 1937, Joselón daría muestras de su caracter violento.Ese día se encontraba d epermiso del ``frente de la cordillera´´ cuando se enteró de que un mozo de Socabarga había pegado a su hermana (posiblemente un novio). Rapidamente fue a su encuentro y le halló segando con el dalle. Tras un inicial intercambio inicial de improperios, el mozo le agradió con la afilada herramienta, a lo que Joselón respondió sin dudar descerrejandole tres tiros a bocajarro, que solo consiguieron herirle. La Guardia Nacional Republicana le detuvo en su casa sin oponer resistencia. En el momento de la entrada de los nacionales en agosto del 37, el matrimonio se había granjeado enemigos en el entorno y la factura a pagar sería elevada.
Justa ingresó en prisión el 30 de agosto, tan solo cuatro días despues de la entrada en Santander de la IV brigada de Navarra y la división ``Vittorio´´. Con los nacionales ocupando la capital ya no habría piedad, fueron a por ella. Su hora tardó alrededor de cuatro angustiosos meses en llegar , lo que tardó en dar a luz una niña, tras comprobar sus carceleros que estaba embarazada. Tras el nacimiento de la criatura fue entregada a la familia y ella fusilada el 11 de enero de 1938 a la edad de 26 años, el infortunado bebé moriría a los pocos meses de nacer.
Joselón que en agosto de 1936 se había enrolado en el escuadrón de caballería ``Libertad´´ del ejercito republicano, tampoco logró escapar del imparable avance fascista. La agrasión al vecino de Socabarga dió con sus huesos en la improvisada cárcel de la plaza de toros y despues en la prisión provincial. Se slavó de chiripa tras conseguir su madre y su hermana avales para conmutar la pena de muerte. Joselón puntualmente informado de los luctuosos acontecimientos y del fatal desenlace de su esposa tuvo que vivir un infierno durante su confinamiento. Con la certeza de que volverían con un delito aún mayor y que correría la misma suerte que Justa, decidió palnificar su fuga para echarse al monte.
sucedió durante un trayecto en camión desde la prisión en Santander hasta Pontejos, a la altura de la recta de Heras. El destino de los presos era un campo de trabajo habilitado en unaerodromo que utilizaba el ejercito alemán. Al enfilar le recta se tiró en marcha del camión y huyó corriendo hacia Peñacabarga, una huída hacia delante, sin retorno. Una huída hacia la montaña a la que ligaría indisolublemente su destino y sobre la que forjaría su leyenda.
CONTINUARÁ...