Crítica del “Nuevo Curso” de Jruschov
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Por Gavroche
1- Política internacional del PCUS: tergiversación del principio leninista de la coexistencia pacífica.
a) La paz, tarea principal de nuestra época.
b) Las guerras imperialistas pueden evitarse y el cerca capitalista hostil alrededor del campo socialista ha desaparecido.
c) Colaboración con el imperialismo y desarme como una nueva concepción para la paz firme.
2- Justificación del reformismo y del socialpacifismo en el Movimiento Comunista Internacional (MCI).
a) Renuncia a la estrategia del proletariado revolucionario en los países imperialistas.
b) Generalización de la posibilidad de la vía pacífica y parlamentaria al socialismo.
c) Defensa de un frente con la socialdemocracia inclusive para la revolución socialista.
3- Liquidación de la dictadura del proletariado y del carácter de clase del partido comunista en la Unión Soviética a cambio de un falso plan de construcción del comunismo.
a) A finales de la década de 1950, se consideran superadas las contradicciones antagónicas dentro de la URSS.
b) Sobre la liquidación de la dictadura del proletariado en la URSS y del carácter de clase del PCUS.
c) Plan metafísico de construcción del comunismo.
4- Algunas reflexiones sobre el “culto a la personalidad” de Stalin y sobre la degeneración revisionista de la URSS después del cese de Jruschov.
5- Conclusión.
1.- Tergiversando la tesis de Lenin sobre la necesidad de que los países socialistas basen sus relaciones con los Estados capitalistas en la coexistencia pacífica, el “Nuevo Curso” subordina el internacionalismo proletario al la paz con los imperialistas.
a) Desde el nacimiento del imperialismo, los comunistas hemos considerado que nuestra posición, ante la inminencia de una guerra imperialista, debe ser: oponernos a ella y, si estalla, luchar por su transformación en guerra civil revolucionaria (en guerra de liberación nacional en los países oprimidos). El “Nuevo Curso” sustituye la revolución proletaria mundial como la tarea principal de nuestra época por la de impedir el estallido de una guerra mundial.
"El PCUS considera que el objetivo de su actividad en el campo de la política exterior es asegurar unas condiciones pacíficas para la construcción de la sociedad comunista en la URSS y para el desarrollo del sistema socialista mundial, así como, junto con todos los pueblos pacíficos, librar a la humanidad de una guerra mundial de exterminio... El problema principal de nuestra época es el de guerra o paz... Lo principal es conjurar la guerra termonuclear, no dejar que estalle... La coexistencia pacífica de los Estados socialistas y capitalistas es una necesidad objetiva del desarrollo de la sociedad humana. La guerra no puede ni debe ser medio de solución de los litigios internacionales . Se niega pues la concepción defendida por Lenin y corroborada por la historia según la cual la guerra es la continuación de la política por otros medios. Coexistencia pacífica o una guerra catastrófica: así ha planteado la historia la cuestión... La defensa del principio de la coexistencia pacífica responde también a los intereses de la parte de la burguesía que comprende que una guerra termonuclear no se comparecería tampoco de las clases dominantes en la sociedad capitalista (Programa del PCUS – págs. 540 a 544). Aquí se abandona el enfoque de clase en el análisis: la burguesía imperialista no persigue la destrucción de toda la humanidad ni siquiera a la de la clase social de los obreros que producen la plusvalía para aquélla; lo que persigue es su dominación sobre el resto de clases y de naciones.
b) Para dar sentido a esta idea, se hace necesario revisar el principio leninista sobre la inevitabilidad de las guerras bajo el capitalismo.
"El XX Congreso del PCUS llegó a la conclusión de que en las condiciones internacionales contemporáneas se han creado posibilidades reales para impedir las guerras. La tesis que proclama la inevitabilidad de las guerras en la época del imperialismo la formuló V. I. Lenin en un tiempo en que, en primer lugar, el capitalismo era un sistema mundial único y omnímodo y, en segundo lugar, las fuerzas sociales y políticas no interesadas en la guerra y que actuaban contra ella eran débiles, estaban suficientemente organizadas y, a causa de ello, no podían obligar a los imperialistas a renunciar a la guerra.
Claro está que, por cuanto existe el imperialismo, sigue manteniéndose la base económica del surgimiento de las guerras y por eso es preciso que todas las fuerzas de la paz permanezcan vigilantes. Sin embargo, en las nuevas condiciones, cuando se ha formado el todopoderoso campo del socialismo, cuando crece en todos los países el movimiento de todo el pueblo por la paz y cuando además de los países socialistas hay otros Estados adictos a la paz, existen posibilidades reales para impedir que los imperialistas desencadenen una nueva guerra mundial". (Historia del PCUS - págs. 800 y 801).
Contundente respuesta a esta tesis revisionista dio J. V. Stalin, 5 años antes, en su artículo "Problemas económicos del socialismo en la URSS ":
"Se dice que la tesis de Lenin relativa a que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras debe considerarse caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas fuerzas populares que actúan en defensa de la paz, contra una nueva guerra mundial. Eso no es cierto.
El presente movimiento pro-paz persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por mantener la paz por conjurar una nueva guerra mundial. Consiguientemente, ese movimiento no persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo, y se limita a los fines democráticos de la lucha por mantener la paz. En este sentido, el actual movimiento por mantener la paz se distingue del movimiento desarrollado en el período de la Primera Guerra Mundial por la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, pues este último movimiento iba más lejos y perseguía fines socialistas.
Es posible que, de concurrir determinadas circunstancias, la lucha por la paz se desarrolle hasta transformarse, en algunos lugares, en lucha por el socialismo, pero eso no sería ya el actual movimiento pro-paz, sino un movimiento por derrocar el capitalismo.
Lo más probable es que el actual movimiento pro-paz como movimiento para mantener la paz, conduzca en caso de éxito, a conjurar una guerra concreta, a aplazarla temporalmente, a mantener temporalmente una paz concreta, a que dimitan los gobiernos belicistas y sean sustituidos por otros gobiernos, dispuestos a mantener temporalmente la paz. Eso, claro es, está bien. Eso incluso está muy bien. Pero todo ello no basta para suprimir la inevitabilidad de las guerras en general entre los países capitalistas. No basta, porque, aún con todos los éxitos del movimiento en defensa de la paz, el imperialismo se mantiene, continúa existiendo, y, por consiguiente, continúa existiendo también la inevitabilidad de las guerras.
Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay que destruir el imperialismo".
Y, como la práctica es el criterio último de la verdad, nos remitiremos a los hechos reales que confirman la posición marxista-leninista de Stalin: Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días han muerto más de 30 millones de personas, entre civiles y militares, en los campos de batalla.
De todos modos, veamos los otros argumentos:
La formación de un poderoso campo socialista: ciertamente podrá intimidar a los imperialistas a la hora de agredir a un país socialista (aunque puedan agredirlo no abiertamente pero sí militarmente con actividades de inteligencia, sabotaje, subversión en espera de la intervención abierta... léase las "guerras" de Berlín, Hungría, Checoslovaquia, Bahía de Cochinos en Cuba); pero menos aún podrá impedir una guerra dentro del campo capitalista, sobre todo guerras de agresión contra el tercer mundo (aquí la lista es interminable: Corea, Vietnam, El Congo Belga, República Dominicana, Nicaragua, Panamá, etc.) que pueden derivar en guerras mundiales.
La presencia de otros Estados adictos a la paz: claro que es positiva la existencia de países no alineados, su coordinación y porque les crean importantes quebraderos de cabeza a los imperialistas. Ahora bien, no hay tampoco que sacar las cosas de quicio. Los únicos Estados realmente adictos a la paz, en el sentido leninista y no oportunista de la expresión, son los países socialistas. Luego están los países capitalistas que se dividen en potencias y superpotencias imperialistas, profundamente adictos a la guerra reaccionaria, y las naciones oprimidas cuyo régimen político son dictaduras de la gran burguesía ligada al imperialismo y de los terratenientes feudales. En ciertos momentos, algunos de estos países pueden tener serias contradicciones con algunos Estados imperialistas y así pueden crearse condiciones temporales que aplazan una guerra imperialista. Eso no se puede despreciar, hay que saber aprovecharlo, apoyar a esas naciones oprimidas frente al imperialismo. Pero en otro momento, las clases reaccionarias que dirigen dichas naciones pueden, en función de sus intereses, aliarse con algunos países imperialistas para agredir a otra nación oprimida. Aquí exceptúo naciones en las que se desarrolla una revolución democrático-nacional bajo la dictadura conjunta de la clase obrera, representada por su partido comunista, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional porque su triunfo implica su continuación inmediata, revolución socialista, según la tesis de Lenin "una revolución - dos etapas" para la revolución democrático-burguesa en la época imperialista.
En definitiva, para Jruschov y compañía, la guerra resulta ahora evitable porque el campo de la paz y el socialismo se ha fortalecido, mientras que el capitalismo se ha debilitado. El cerco capitalista hostil alrededor de la URSS y de los países socialistas habría desaparecido.
"Se han producido cambios radicales en la situación internacional de la URSS. Han pasado los tiempos en que la Unión Soviética era el único Estado socialista, en medio de un cerco capitalista hostil. Hoy existen dos sistemas sociales mundiales: el capitalismo y el socialismo. El capitalismo se halla en periodo de caducidad. El socialismo, llena de vitalidad, crece y prospera. El socialismo cuenta con las simpatías de los trabajadores de todos los países. Hoy no hay en el mundo fuerzas capaces de restaurar el capitalismo en la URSS , de vencer al campo socialista. La correlación de fuerzas es tal hoy en el mundo que cualquier agresión de los imperialistas a los países del campo socialista está condenada al fracaso. El peligro de restauración del capitalismo en la URSS queda excluido" (Historia del PCUS - pág. 883).
En otro lugar del mismo texto, se dice que "las posiciones del capitalismo mundial se debilitan sin cesar" (pág. 800). Esto es cierto en toda la época del imperialismo que es la del capitalismo agonizante, en palabras de Lenin. Más se debe añadir que el debilitamiento y caducidad del capitalismo en la época imperialista es una noción teórica cuya ejecución práctica corresponde exclusivamente a la revolución proletaria mundial; la era del imperialismo de principio a fin, es también la de las revoluciones socialistas. La Unión Soviética ha dejado de ser el único país socialista pero ¿ha desaparecido el cerco capitalista hostil? Veamos cómo enfoca el problema la revista El Bolchevique del 15 de agosto de 1951 y cuán grande es por tanto, la ingenuidad (en el mejor de los casos) de Jruschov: "El cerco capitalista es un término político. El camarada Stalin explica que el cerco capitalista no puede ser concebido como un dato geográfico" (cita tomada de "Ideology and Power in Soviet Politics" - Bzrezinski, pág. 119). Además, incluso desde un punto de vista geográfico, no se podía dudar de la existencia del cerco capitalista hostil cuando la URSS y los países socialistas estaban absolutamente rodeados de bases militares norteamericanas (misiles, radares, emisoras de intoxicación informativa, etc.).
En aquellos años, era cierto que el socialismo lleno de vitalidad, crecía y prosperaba, pero lo hacía en medio de contradicciones y a través de un correcto tratamiento de las mismas. Sin embargo, esto último, dejó de ser cierto al ir tomando el PCUS un rumbo revisionista en los años 50. ¿Había en el mundo fuerzas capaces de restaurar el capitalismo en la URSS ? Mediante una agresión militar abierta era seguramente difícil pero, en ningún momento, renunciaron y los imperialistas a prepararse para ello. Lo fundamental que ha ocurrido es que las contradicciones externas han actuado a través de las internas, favoreciendo la tendencia ya adoptada por el PCUS de solucionar dichas contradicciones internas "a lo capitalista".
Este proceso ya es descrito en 1962, en el libro mencionado más arriba, por el ideólogo imperialista y experto en la URSS , Bzrezinski, más conocido por haber sido, años más tarde, consejero del Presidente de EE.UU. Jimmy Carter:
"Durante un largo período, los soviéticos pensaban profundamente que las guerras eran inevitables, puesto que el capitalismo y especialmente el imperialismo constituían la base económica de las guerras. Stalin había reforzado una vez más este principio en 1952. Pretendía también que si una guerra estallare y que la Unión Soviética se viere ligada a ella, esto significaría el final del capitalismo. Paralelamente a la creciente posibilidad de una mutua destrucción, los dirigentes soviéticos llegaron a pensar que la guerra, así como Jruschov lo adelantaba en el XX Congreso, ya no era una fatalidad inevitable. Llevando más lejos este razonamiento, era cada vez más posible admitir que una guerra destruiría a ambos bandos sin que ninguno de ellos obtuviera ventaja alguna... De todos modos, era importante que... la ideología se adaptara de nuevo progresivamente, abandonando un principio ideológico importante hasta entonces. La coexistencia pacífica, como alternativa a una destrucción mutua, no puede concordar fácilmente con ciertas características ineluctables inherentes a esta ideología... al menos, eso implicaba que el armamento nuclear debía ser considerado como fuerza que podía influir en el curso de la historia... el miedo general a la guerra haría reflexionar dos veces a los dirigentes soviéticos antes de volver al principio de la inevitabilidad de la guerra. Una condición necesaria para sostener la nueva tesis era el mantenimiento de la capacidad occidental de destrucción". La concepción comunista del mundo "podría ser amenazada por el impacto combinado de cambios internos, del advenimiento de una relatividad ideológica y de una fuerte amenaza de destrucción nuclear".
"De todo ello, resultarían probablemente, en los Estados comunistas, concepciones alternativas y más tolerantes que, siempre formuladas en el marco de la ideología común, podrían introducirse en la élite dirigente para atacar después a la sociedad en su conjunto... Cuando se debilita verdaderamente la fuerza del régimen comunista, una gran paciencia esta ciertamente justificada en espera de su erosión" (págs. 93, 132, 133 y 134). ¡Y tan justificada! El peligro de restauración del capitalismo en la URSS no sólo no quedaba excluido sino que empezaba a hacerse real y fueron precisos 30 años de espera para ver concluido el proceso.
c) Estas nuevas concepciones en materia de política exterior, lógicamente, empujaban a la URSS a cumplir principalmente el papel de “apaga-fuegos” en el mundo, en colaboración obligada con el imperialismo de los Estados Unidos. Como ya no era la lucha de clases sino la bomba atómica lo que determinaba el curso de la historia, la paz firme sería el fruto de un acuerdo de desarme general con el imperialismo.
El Estado Soviético, fiel al principio leninista de la coexistencia pacífica emprendió, bajo la dirección del PCUS una enérgica y consecuente lucha por el alivio de la tirantez internacional … El Partido consideraba que una paz sólida y duradera se podía asegurar mediante la creación de un sistema de seguridad colectiva ...
La Unión Soviética se afama tesonera por sanear la atmósfera internacional y solucionar por vía pacífica los problemas internacionales de la presente época... El XXI Congreso encomendó al Comité Central y al Gobierno soviético que siguiera guiándose por los principios leninistas de la coexistencia, que lucharan sin desmayo por atenuar la tirantez internacional y por establecer la confianza recíproca y la colaboración de los Estados, independientemente de su régimen social... Podría contribuir a sanear la situación internacional una mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética , grandes potencias a las que incumbe una responsabilidad particular por los destinos de la paz universal (Historia del PCUS – págs. 775, 776, 888 y 889).
Una pequeña "guerra local" cualquiera corre el riesgo de ser la chispa que encendería la guerra mundial (Jruschov - Discurso televisado, 15 de junio de 1961).
Trabajemos con tesón... para sofocar las chispas que pudieran hacer surgir las llamas de la guerra (Jruschov - Entrevista en el US National Press Club, 16 de septiembre de 1959). Nosotros ( La URSS y los EE.UU.) somos los países más poderosos del mundo. Si nos unimos en aras de la paz, no habrá guerra. Y si a un loco se le ocurriera entonces desencadenar la guerra bastaría con que le amenazáramos con el dedo para que se calmara (Jruschov - Declaración 5 de septiembre de 1961). El medio radical para asegurar una paz firme es el desarme general y completo bajo un riguroso control internacional (Programa del PCUS – pág. 543).
Vale la pena que se compare esto con la correcta posición expuesta por Lenin en el siguiente fragmento de "El programa militar de la revolución proletaria":
"El armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos más considerables, fundamentales e importantes de la actual sociedad capitalista. ¡Y ante semejante hecho se propone a los socialdemócratas revolucionarios que planteen la "reivindicación" del "desarme"! Esto equivale a renunciar por completo al punto de vista de la lucha de clases, a renegar de toda idea de revolución. Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para vencer, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible para la clase revolucionaria, táctica que se desprende de todo el desarrollo objetivo del militarismo capitalista y que es prescrita por este desarrollo. Sólo después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin traicionar su misión histórica universal, convertir en chatarra toda la clase de armas en general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo entonces, de ningún modo antes". (3)
Como para los jruschovistas, hay que evitar la guerra a cualquier precio, y eso exige la colaboración con los imperialistas, resulta que la única forma aceptable de lucha del socialismo contra el capitalismo es (además de la ideológica) "La emulación económica pacífica entre los dos sistemas sociales" (Historia del PCUS - pág. 781) que, a veces se formula incluso como emulación económica pacífica entre un país socialista y otro capitalista (Historia del PCUS - págs. 803 y 869), sin advertir que el poderío económico de una nación imperialista dimana, en gran medida, de expoliar a sus colonias y semicolonias.
2.- Basándose en la misma batería de argumentos sobre las “nuevas realidades”, la línea de Jruschov justifica las posiciones reformistas y socialpacifistas en el movimiento comunista de los países capitalistas.
a) Tergiversa la estrategia revolucionaria del proletariado.
"Uniendo a las fuerzas democráticas y amantes de la paz, la clase obrera puede obligar a los círculos gobernantes a poner fin a los preparativos de una nueva guerra mundial, guerras locales, a utilizar la economía con fines pacíficos". O sea que, sin aún haber derrocado al Estado burgués, es posible que los capitalistas dejen de recurrir a las guerras, que el imperialismo deje de serlo y que, como veremos más adelante la revolución socialista resulte un coste innecesario.
"El principal enemigo de la clase obrera son los monopolios capitalistas. Lo son también de los campesinos, los artesanos y otros pequeños propietarios de la ciudad, así como de la mayoría de los empleados intelectuales e incluso de una parte de los capitalistas medios.
La clase obrera dirige el golpe principal contra los monopolios capitalistas. Todas las capas fundamentales de la nación están vitalmente interesadas en que se suprima la omnipotencia de los monopolios. Esto permite unir en poderoso torrente antimonopolista todos los movimientos democráticos que se pronuncian contra el yugo de la oligarquía financiera".
"Al lanzar su programa de lucha contra la prepotencia de los monopolios, el proletariado no sólo toma en consideración los intereses presentes de sus aliados, sino también los futuros".
La lucha democrática antimonopolista es justa y necesaria para preparar la revolución socialista ; en este sentido, también lo es la alianza circunstancial o táctica del proletariado con amplios sectores de la burguesía contra la oligarquía financiera. Pero los jruschovistas no sólo no orientan esta táctica hacia la revolución socialista, sino que incluso pretenden que los comunistas representemos los intereses futuros de nuestros aliados burgueses ¿Y cuál es el interés futuro, la tendencia de la burguesía no monopolista sino convertirse en monopolista (del mismo modo que el capitalismo de libre competencia se transformó, a partir de cierto nivel de su desarrollo, en imperialismo, allá en la confluencia de los siglos XIX y XX)?
"Apoya las reivindicaciones del campesinado, que pide reformas agrarias radicales, y batalla por la realización de la consigna ¡La tierra para el que la trabaja!". Esta es efectivamente la consigna válida para la reforma agraria ¡en las condiciones de una revolución democrático-burguesa, anti-feudal! Pero, en los países de capitalismo monopolista, esta revolución se realizó ya en el siglo pasado y subvirtió prácticamente todo vestigio de feudalismo. Esta aplicación de una consigna válida en una época a otra época diferente es un claro exponente del dogmatismo de los oportunistas que se niegan a afrontar las tareas de la revolución pendiente: la revolución socialista. Ya no se trata de abolir los privilegios feudales de los Señores terratenientes para, con el reparto de las tierras entre los campesinos, abrir cancha al desarrollo del capitalismo en la agricultura. El agro en nuestros países es capitalista y la suerte que ha de correr la propiedad agraria capitalista es idéntica a la que le espera a la propiedad industrial capitalista: Su socialización con, en primer lugar, su paso a manos del Estado de la dictadura del proletariado . Lo demás es sueño reaccionario de la pequeña burguesía, rescate proudhoniano, y no tiene nada que ver con la concepción científica, marxista, de la misión histórica del proletariado. Otra cosa es defender el camino al socialismo de los pequeños y medianos campesinos a través de la cooperación voluntaria en la línea de forjar y consolidar la alianza obrero-campesina frente al capitalismo; eso sí es correcto.
"Junto con otras capas del pueblo, el proletariado lucha resueltamente por una amplia democracia. Moviliza a las masas para desplegar enérgicas acciones contra la política de la oligarquía financiera, que trata de suprimir las libertades democráticas, limitar el poder del parlamento, modificar la Constitución , con el fin de establecer el poder personal de testaferros de los monopolios, y pasar del parlamentarismo a una u otra variedad del fascismo".
"La lucha democrática general contra los monopolios no aleja la revolución socialista, sino que la aproxima... Cuanto más profundo es el movimiento democrático, más se eleva la conciencia política de las masas y tanto más evidente se hace para ellas que sólo el socialismo les abre el camino a la libertad verdadera y al bienestar. En el proceso de esta lucha se disipan las ilusiones reformistas, socialistas de derecha, y se crea el ejército político de la revolución socialista".
He aquí un buen ejemplo de cómo los revisionistas proceden: con verdades a medias y fraseología marxista-leninista van colocando sus tesis incorrectas, van inoculando cuerpos extraños burgueses en el organismo de la concepción proletaria del mundo para enfermarlo, paralizarlo, desmedularlo y, así al final del proceso, poder deshacerse de él como de algo que ya se ha vuelto inservible. Lo correcto: el imperialismo tiende a suprimir toda libertad, toda democracia para los trabajadores y éstos, lógicamente, combaten y resisten frente a estos negros propósitos. La educación del proletariado y del pueblo en esta lucha, a través de la práctica, no sólo no aleja la revolución socialista sino que es condición necesaria para su realización. Lo incorrecto: ahora bien, no es condición suficiente , no basta. Es falso que, de por sí, la lucha contra la restricción imperialista de la democracia para los trabajadores eleve la conciencia de éstos, disipe sus ilusiones reformistas y conduzca a la creación del ejército político de la revolución socialista. Hace falta además la dirección del movimiento democrático de masas por un verdadero partido comunista, con una línea, una estrategia y un programa justos. Como ya avisara Lenin, la espontaneidad en los movimientos de masas es burguesa, aleja al pueblo de la revolución socialista.
Lo de la "lucha democrática general contra los monopolios", el "poderoso torrente antimonopolista" y la alianza con la burguesía no monopolista, si al mismo tiempo se deja de luchar por la independencia política del proletariado mediante su educación socialista, no hace más que confundirlo en el cumplimiento de su misión histórica. Da fuerza al mito oportunista, revisionista en el contenido y dogmático en la forma, que, copiando la estrategia revolucionaria correcta de los países semifeudales en la época del imperialismo, pretende inventar la necesidad, para los países imperialistas y previa a la revolución proletaria, de una revolución democrática, antimonopolista y/o antifascista: 1) el proletariado lucha por la democracia en general , es decir, por la democracia burguesa, para barrer las relaciones feudales que estorban el desarrollo de su lucha contra la burguesía pero, una vez asentado el capitalismo, debe luchar por la democracia proletaria , por la dictadura del proletariado, para derrocar a la burguesía y su democracia en general . Si, bajo el imperialismo, la democracia burguesa se hunde es porque el imperialismo es el capitalismo agonizante que se ve obligado a recurrir a todo lo reaccionario para aplazar la revolución proletaria (represión creciente del pueblo, militarización de la sociedad, fomento del oportunismo, los sobornos y las traiciones en las filas del proletariado). El Partido Comunista, al tiempo que envía a sus militantes a los movimientos democráticos de masas, debe explicarles, que ya no se trata de volver a la situación anterior, que eso es una concepción utópica y reaccionaria, que la misión del proletariado no es salvar la democracia en general sino tomar el poder e instaurar su dictadura. 2) El capitalismo de nuestros días es el capitalismo monopolista y no cabe ninguna vuelta atrás hacia un capitalismo de libre competencia habida cuenta del alcance de la socialización de las fuerzas productivas. Por tanto, no puede haber revolución antimonopolista que no sea la revolución socialista. Otra cosa es reconocer la necesidad de tener en cuenta las disensiones en el seno de la burguesía, entre la oligarquía financiera y el resto de los monopolistas entre sí, de la burguesía nacional con otras potencias imperialistas, etc. para saber aprovechar los momentos en que estén más fraccionadas y débiles. Otra cosa también es reconocer la necesidad de tácticas que, unidas a la propaganda del socialismo, permitan a las masas obreras realizar su experiencia práctica de transición política desde su actual conciencia dominada por la ideología burguesa hasta la conciencia revolucionaria. Pero la estrategia debe ser meridianamente clara para evitar la degeneración jruschovista, socialdemócrata o reformista en general: "... el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más completa para el socialismo, su antesala , un peldaño de la escalera histórica entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio " (La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla - Lenin - O. E. 12 tomos, T.VIII, pág. 213, Ed. Progreso). 3) El fascismo es una forma del Estado y de otros aspectos de la superestructura en el imperialismo. Aunque reedite formas y ritos propios del feudalismo, no es ningún vestigio feudal que haya que barrer con una revolución democrático-burguesa sino que el fascismo es hijo legítimo de la burguesía. Sirve pues a los intereses del capital monopolista que es su base. El peligro del fascismo no se puede conjurar sin acabar con el imperialismo que es el capitalismo de hoy. La verdadera revolución antifascista es la revolución socialista.
Sólo un partido comunista que tenga claro lo anterior puede dirigir a los movimientos democráticos de masas a la consecución de sus propios objetivos por el único camino posible: el de su conversión en movimientos por la revolución socialista.
b) El “Nuevo Curso” da un espaldarazo al reformismo y al pacifismo en el seno del movimiento comunista de los países capitalistas: inventa una “condiciones actuales” cualitativamente nuevas que permitirían generalizar la posibilidad de pasar del capitalismo al socialismo por la vía pacífica y parlamentaria.
"Los comunistas jamás han considerado ni consideran que el camino de la revolución pase obligatoriamente por las guerras entre los Estados". Eso es cierto, obligatoriamente. Mas conviene matizar dos cuestiones: la primera es que la revolución proletaria mundial transcurre durante la época imperialista y en esta época, las guerras de la más diversa índole son inevitables; y la segunda es que la experiencia ha generalizado hasta hoy lo contrario, esto es, revoluciones surgidas de las dos guerras mundiales imperialistas y revoluciones surgidas de guerras de agresión imperialistas (Corea, Vietnam,...). Estos matices no son tenidos en cuenta. "La revolución socialista no está ligada obligatoriamente con la guerra". Otra vez con la palabreja "obligatoriamente", pero en esta ocasión, la cosa es más gorda porque se habla de guerra así, en general. ¿Será que se refiere a la revolución sin guerra civil, sin guerra entre clases? Sin embargo, más adelante, se nos tranquiliza un poco: "Los grandes objetivos de la clase obrera pueden ser alcanzados sin guerra mundial. Hoy existen para ello condiciones más favorables que nunca". Y, acto seguido, nos ataca por sorpresa:
"La clase obrera y su vanguardia, los partidos marxistas-leninistas, tratan de hacer la revolución por la vía pacífica ... En una serie de países capitalistas, la clase obrera, con su destacamento de vanguardia al frente, tiene en las condiciones actuales la posibilidad -sobre la base del frente obrero popular y de otras posibles formas de acuerdos y colaboración política de distintos partidos y organizaciones sociales- de unir a la mayoría del pueblo, conquistar el Poder del Estado sin guerra civil...". Y así se llega a donde se quería: de la revolución no obligatoriamente con guerra mundial, a la revolución pacífica. Esta es otra forma de proceder del revisionismo: partir de premisas justas para llegar a conclusiones falsas embrollándolo todo. Sin embargo, pese a dejar abierta la puerta para alguna excepción, Marx y Engels son claros al respecto: "Los comunistas consideran indigno ocultar sus conceptos y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos no pueden ser alcanzados sino por el derrumbamiento violento de todo el orden social existente. Que las clases dirigentes tiemblen ante la revolución comunista". (El Manifiesto del Partido Comunista). Mientras que los oportunistas tiemblan de miedo y tratan de adormecer a las masas con eso de la vía pacífica, los auténticos revolucionarios hablan sin tapujos y declaran la guerra a los explotadores. Lenin considera que la posibilidad de excepciones a la regla de la revolución violenta se restringe sustancialmente en la época del imperialismo: "... el imperialismo, es decir, el capitalismo monopolista que sólo llegó a su plena madurez en el siglo XX, se distingue, en virtud de sus rasgos económicos esenciales por un apogeo mínimo a la paz y la libertad, por un desarrollo máximo del militarismo en todas partes. No advertir esto cuando se habla de hasta qué punto es típica o probable una revolución pacífica o violenta es rebajarse al nivel del más vulgar lacayo de la burguesía" (La revolución proletaria y el renegado Kautsky - O. C., T. XXX, págs. 89 y 90). (4)
"... La clase obrera puede derrotar a las fuerzas antipopulares, reaccionarias, conquistar una mayoría estable en el parlamento y convertir éste, de instrumento al servicio de los intereses de clase de la burguesía, en instrumento al servicio del pueblo trabajador, desplegar una amplia lucha de masas extraparlamentaria, romper la resistencia de las fuerzas reaccionarias y crear las condiciones precisas para hacer por vía pacífica la revolución socialista". Así hablan Jruschov y compañía; comparemos con el reformista Kautsky: "El objetivo de nuestra lucha política sigue siendo, como antes, conquistar el poder ganando la mayoría en el Parlamento y elevando el Parlamento a la posición de amo del Gobierno", a lo que Lenin responde: "Esto no es otra cosa que el más puro y vulgar oportunismo: renunciar a la revolución en los hechos y aceptarla de palabra" (El Estado y la revolución - O. C., T. XXVII, pág. 125). Lenin basa su juicio en la comprensión de la esencia del parlamento burgués –“Decidir una vez cada tantos años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo” ( El Estado y la revolución , Lenin)- y en la experiencia del movimiento obrero revolucionario que enseña, de modo concluyente, que "... la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines" sino que debe "demolerla" (Carta de Marx a Ludwig Kugelmann del 12 de abril de 1871 – O. E., T. II, pág. 444). La sociedad capitalista está atravesada por el antagonismo de la competencia entre burgueses: los intereses de unos y otros capitalistas se enfrentan diariamente en el mercado. Sólo les une la necesidad de preservarse como clase frente a su enemigo común que es la clase obrera (además de la rivalidad con otras naciones). Necesitan, pues, de un Estado cuya forma ideal es la parlamentaria, reflejo en la superestructura política de su existencia económica competitiva. Así consensúan la creación y desarrollo de su máquina de guerra contra los trabajadores. Pero el proletariado es otra cosa: es producto del desarrollo de las fuerzas productivas cuando han alcanzado ya un alto grado de socialización; su misión histórica es precisamente culminar este proceso y tiende naturalmente al colectivismo. Necesita órganos representativos y formas democráticas de organización, pero confundir eso con el parlamentarismo es no comprender nada. La revolución proletaria debe liquidar el parlamentarismo.
En cuanto a eso de "romper la resistencia de las fuerzas reaccionarias": ¿Con qué? ¿Con masas armadas de papeletas de voto, de leyes parlamentarias y decretos? (otra cuestión es la participación de los comunistas en las elecciones y en el parlamento burgués que debe decidirse en función de si hay o no un movimiento revolucionario de masas a la ofensiva)
"Cuando las clases explotadoras recurren a la violencia contra los pueblos, es preciso tener presente la posibilidad del paso no pacífico al socialismo . El leninismo enseña, y la experiencia histórica no confirma, que las clases dominantes no ceden el Poder voluntariamente". Bueno es el sastre que reconoce el paño, pues la experiencia histórica no puede ser más explícita: en primer lugar no se conoce de ninguna revolución que haya triunfado sin violencia, sin guerra y, en segundo lugar, los intentos de hacer cierto cambio social pacíficamente han acabado en un baño de sangre contrarrevolucionario, desde España en 1936-39 hasta Chile en 1973. Ahora bien, si eso se reconoce, ¿por qué engañarse sobre las "nuevas posibilidades" de la vía pacífica o a quién se quiere contentar con ese discurso? Los comunistas debemos hacer exactamente lo contrario: llamar a las masas a estar vigilantes, a prepararse para la lucha más violenta, despiadada y cruenta, aunque tratemos de progresar en cada momento por el camino más fácil y menos doloroso pero sin traicionar a la revolución ; porque no hacerla es prolongar y profundizar los sufrimientos del pueblo. No basta con reconocer para el proletariado el derecho a la legítima defensa frente a la violencia reaccionaria, sino que hay que proclamar alto y claro que, así como condenamos las guerras imperialistas y reaccionarias, consideramos muy justas y absolutamente necesarias la violencia y las guerras revolucionarias de la clase obrera para derrocar el poder de los capitalistas y de las naciones oprimidas para liberarse del yugo imperialista. Y debemos añadir que siendo coherentes con ello en nuestra práctica, los comunistas nos preparamos para dirigir la lucha de masas hacia su forma superior: la lucha por el poder político para el proletariado a través de la violencia revolucionaria. Por último, cabe preguntar: ¿cuándo las clases explotadoras nos recurren a la violencia contra los pueblos? ¿Qué es entonces el Estado, a quién sirve y para qué sirve? Esta incomprensión del papel del Estado como instrumento de la violencia organizada de una clase se extiende en el programa del PCUS al papel histórico del Estado socialista: "La dictadura del proletariado no expresa únicamente los intereses de la clase obrera, sino también los de todo el pueblo trabajador, y su contenido principal no es la violencia, sino la creación, la construcción de una sociedad nueva, la sociedad socialista, la defensa de las conquistas de esta sociedad contra los enemigos del socialismo".
En primer lugar, la dictadura del proletariado expresa la totalidad de los intereses objetivos de la clase obrera como única clase auténticamente revolucionaria, objetivamente interesada en alcanzar el comunismo, y se enfrentará a cualesquiera intereses de otras clases y sectores que entren en contradicción con los del proletariado. Así, no expresa los intereses de los burgueses aunque pueda darse que no los expropie a todos de una vez y mantenga cierta burguesía durante algún periodo por conveniencia de la revolución (por ejemplo, para garantizar el funcionamiento de algunas áreas de la economía hasta que el proletariado alcance la capacidad de tomarlas en sus manos). Tampoco expresa los intereses básicos de la pequeña burguesía aunque la respete como tal durante algún periodo y no la expropie directamente sino que lo haga siguiendo otro camino, por etapas, como son la cooperativización y la posterior transformación de la propiedad colectiva en propiedad de todo el pueblo; también esto (la alianza obrero-campesina) se hace por conveniencia de la revolución para no engordar las filas del ejército contrarrevolucionario y porque además, como ha demostrado la experiencia histórica (la restauración del capitalismo no ha provenido, en ningún país socialista, de una contrarrevolución campesina), es posible gracias a que, con la dictadura del proletariado, cesa la explotación del campesinado y mejoran sustancialmente sus condiciones de vida. Y tampoco expresa los intereses de los intelectuales, funcionarios y empleados cuya condición privilegiada tiene su raíz en la subsistencia, durante el período de transición, de la división social entre trabajo manual y trabajo intelectual, división a la que la dictadura del proletariado deberá poner término en cuanto sea posible.
En segundo lugar, no es correcto decir el sentido absoluto, que el contenido principal de la dictadura del proletariado no es la violencia sino la construcción de una sociedad nueva, porque estamos tratando de la solución de un antagonismo social, y la puesta en correspondencia de las relaciones de producción con el carácter de las fuerzas productivas no puede hacerse sin la destrucción, en algún momento, de las viejas relaciones de producción. Construcción y destrucción (y, por ende, violencia) son dos características esenciales e inseparables de la dictadura del proletariado y el predominio de una u otra varía según las tareas propias de cada momento. "La dictadura del proletariado no es un poder conquistado y conservado mediante la violencia ejercida por el proletariado contra la burguesía, poder que no está limitado a ninguna ley" (Lenin - La revolución proletaria y el renegado Kautsky - O. C., T. XXX, pág. 87).
Y en tercer lugar, la dictadura del proletariado no sólo es para la defensa de las conquistas alcanzadas sino también para la consecución de otros avances superiores. El que no entiende esto es porque, o bien considera que ya basta de revolución, que aquí debemos quedarnos, o bien no entiende que hasta el comunismo hay que avanzar con la dictadura del proletariado y a través de la lucha de clases. En cualquier caso, eso es servir a la burguesía y al capitalismo.
c) Pese a reconocer la necesidad de luchar contra el oportunismo, el reformismo y el revisionismo, el Programa del PCUS defiende la necesidad de un frente con la socialdemocracia, inclusive para la revolución socialista.
"Una importante condición para que la clase obrera pueda cumplir su misión histórica universal es acabar con la división de sus filas ". Esto es correcto. "Los partidos comunistas propugnan la cooperación con los partidos socialdemócratas no sólo en la lucha por la paz, por el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, por la defensa de ampliación de sus derechos y libertades democráticas, sino también en la lucha por la conquista del Poder y la construcción de la sociedad socialista". Acabar con la división en las filas de la clase obrera, sí, pero ¿cuál es la causa de esta división sino el oportunismo que, como quinta columna de la burguesía en nuestro movimiento, siembra concepciones que confunden a los trabajadores? Reiteradas veces, sacando lecciones de su propia experiencia de lucha y de la experiencia de Marx y Engels, Lenin afirmó que no se podía acabar con el capitalismo sin derrotar antes al oportunismo "que en 1914 se transformó definitivamente en socialchovinismo y se pasó para siempre a la burguesía contra del proletariado. Este era, naturalmente, el principal enemigo del bolchevismo en el seno del movimiento obrero y sigue siéndolo en escala mundial" (La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo). Históricamente, la mayoría de los dirigentes socialdemócratas han rechazado el frente único de los obreros e incluso el frente popular antifascista con tal de perjudicar a los comunistas, prefiriendo brindar su apoyo a los reaccionarios en los momentos decisivos. Luego, al término de la Segunda Guerra Mundial y durante toda la Guerra Fría , se constituyeron en abanderados del anticomunismo dentro del movimiento obrero, dividiéndolo y procurando expulsar de él a los comunistas. Claro que los partidos socialdemócratas no son homogéneos sino que, en ellos, conviven dirigentes imperialistas con masas obreras que tienen cierta conciencia de clase; en este sentido, es admisible e incluso imprescindible propugnar la unidad con su ala izquierda, también para la revolución socialista, y ahí está la consecución en el pasado del Partit Socialista Unificat de Catalunya, la Juventud Socialista Unificada y los partidos obreros unificados en Europa Centro-Oriental desde los años 40. Pero, para ello, no se puede pasar por alto el negro papel del ala derecha de la socialdemocracia, no se puede olvidar la necesidad de la lucha contra ella, como hace el jruschovismo. Veamos por qué ha olvidado la lucha contra el oportunismo.
Sostiene que el capital financiero "no puede ya, ni con las anteriores consignas, ni con el soborno de la burocracia obrera, sofocar el espíritu revolucionario de las masas..." Algunos factores "y la bancarrota ideológica del reformismo han modificado de modo esencial, en favor de los trabajadores, las condiciones de la lucha de clases". Esto no es cierto y sólo conduce a que el proletariado baje la guardia en la irreconciliable lucha que debe desplegar contra el oportunismo. Es falso que ya no cumpla un negro papel el soborno de la aristocracia y la burocracia obreras, como lo vemos diariamente. El reformismo entró en bancarrota ideológica desde que surgió el marxismo pero prácticamente, entre las masas, sigue siendo muy influyente; aunque se desenmascaró como política burguesa en la socialdemocracia, ha ido penetrando en los partidos comunistas siendo el eurocomunismo su expresión extrema. El punto de vista de los jruschovistas no tiene nada que ver con el optimismo histórico de los revolucionarios y sí, como dijera Lenin, con el optimismo del oportunismo. Era la forma de abrir camino a su proyecto de socialdemocratización del movimiento comunista internacional.
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Por Gavroche
1- Política internacional del PCUS: tergiversación del principio leninista de la coexistencia pacífica.
a) La paz, tarea principal de nuestra época.
b) Las guerras imperialistas pueden evitarse y el cerca capitalista hostil alrededor del campo socialista ha desaparecido.
c) Colaboración con el imperialismo y desarme como una nueva concepción para la paz firme.
2- Justificación del reformismo y del socialpacifismo en el Movimiento Comunista Internacional (MCI).
a) Renuncia a la estrategia del proletariado revolucionario en los países imperialistas.
b) Generalización de la posibilidad de la vía pacífica y parlamentaria al socialismo.
c) Defensa de un frente con la socialdemocracia inclusive para la revolución socialista.
3- Liquidación de la dictadura del proletariado y del carácter de clase del partido comunista en la Unión Soviética a cambio de un falso plan de construcción del comunismo.
a) A finales de la década de 1950, se consideran superadas las contradicciones antagónicas dentro de la URSS.
b) Sobre la liquidación de la dictadura del proletariado en la URSS y del carácter de clase del PCUS.
c) Plan metafísico de construcción del comunismo.
4- Algunas reflexiones sobre el “culto a la personalidad” de Stalin y sobre la degeneración revisionista de la URSS después del cese de Jruschov.
5- Conclusión.
1.- Tergiversando la tesis de Lenin sobre la necesidad de que los países socialistas basen sus relaciones con los Estados capitalistas en la coexistencia pacífica, el “Nuevo Curso” subordina el internacionalismo proletario al la paz con los imperialistas.
a) Desde el nacimiento del imperialismo, los comunistas hemos considerado que nuestra posición, ante la inminencia de una guerra imperialista, debe ser: oponernos a ella y, si estalla, luchar por su transformación en guerra civil revolucionaria (en guerra de liberación nacional en los países oprimidos). El “Nuevo Curso” sustituye la revolución proletaria mundial como la tarea principal de nuestra época por la de impedir el estallido de una guerra mundial.
"El PCUS considera que el objetivo de su actividad en el campo de la política exterior es asegurar unas condiciones pacíficas para la construcción de la sociedad comunista en la URSS y para el desarrollo del sistema socialista mundial, así como, junto con todos los pueblos pacíficos, librar a la humanidad de una guerra mundial de exterminio... El problema principal de nuestra época es el de guerra o paz... Lo principal es conjurar la guerra termonuclear, no dejar que estalle... La coexistencia pacífica de los Estados socialistas y capitalistas es una necesidad objetiva del desarrollo de la sociedad humana. La guerra no puede ni debe ser medio de solución de los litigios internacionales . Se niega pues la concepción defendida por Lenin y corroborada por la historia según la cual la guerra es la continuación de la política por otros medios. Coexistencia pacífica o una guerra catastrófica: así ha planteado la historia la cuestión... La defensa del principio de la coexistencia pacífica responde también a los intereses de la parte de la burguesía que comprende que una guerra termonuclear no se comparecería tampoco de las clases dominantes en la sociedad capitalista (Programa del PCUS – págs. 540 a 544). Aquí se abandona el enfoque de clase en el análisis: la burguesía imperialista no persigue la destrucción de toda la humanidad ni siquiera a la de la clase social de los obreros que producen la plusvalía para aquélla; lo que persigue es su dominación sobre el resto de clases y de naciones.
b) Para dar sentido a esta idea, se hace necesario revisar el principio leninista sobre la inevitabilidad de las guerras bajo el capitalismo.
"El XX Congreso del PCUS llegó a la conclusión de que en las condiciones internacionales contemporáneas se han creado posibilidades reales para impedir las guerras. La tesis que proclama la inevitabilidad de las guerras en la época del imperialismo la formuló V. I. Lenin en un tiempo en que, en primer lugar, el capitalismo era un sistema mundial único y omnímodo y, en segundo lugar, las fuerzas sociales y políticas no interesadas en la guerra y que actuaban contra ella eran débiles, estaban suficientemente organizadas y, a causa de ello, no podían obligar a los imperialistas a renunciar a la guerra.
Claro está que, por cuanto existe el imperialismo, sigue manteniéndose la base económica del surgimiento de las guerras y por eso es preciso que todas las fuerzas de la paz permanezcan vigilantes. Sin embargo, en las nuevas condiciones, cuando se ha formado el todopoderoso campo del socialismo, cuando crece en todos los países el movimiento de todo el pueblo por la paz y cuando además de los países socialistas hay otros Estados adictos a la paz, existen posibilidades reales para impedir que los imperialistas desencadenen una nueva guerra mundial". (Historia del PCUS - págs. 800 y 801).
Contundente respuesta a esta tesis revisionista dio J. V. Stalin, 5 años antes, en su artículo "Problemas económicos del socialismo en la URSS ":
"Se dice que la tesis de Lenin relativa a que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras debe considerarse caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas fuerzas populares que actúan en defensa de la paz, contra una nueva guerra mundial. Eso no es cierto.
El presente movimiento pro-paz persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por mantener la paz por conjurar una nueva guerra mundial. Consiguientemente, ese movimiento no persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo, y se limita a los fines democráticos de la lucha por mantener la paz. En este sentido, el actual movimiento por mantener la paz se distingue del movimiento desarrollado en el período de la Primera Guerra Mundial por la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, pues este último movimiento iba más lejos y perseguía fines socialistas.
Es posible que, de concurrir determinadas circunstancias, la lucha por la paz se desarrolle hasta transformarse, en algunos lugares, en lucha por el socialismo, pero eso no sería ya el actual movimiento pro-paz, sino un movimiento por derrocar el capitalismo.
Lo más probable es que el actual movimiento pro-paz como movimiento para mantener la paz, conduzca en caso de éxito, a conjurar una guerra concreta, a aplazarla temporalmente, a mantener temporalmente una paz concreta, a que dimitan los gobiernos belicistas y sean sustituidos por otros gobiernos, dispuestos a mantener temporalmente la paz. Eso, claro es, está bien. Eso incluso está muy bien. Pero todo ello no basta para suprimir la inevitabilidad de las guerras en general entre los países capitalistas. No basta, porque, aún con todos los éxitos del movimiento en defensa de la paz, el imperialismo se mantiene, continúa existiendo, y, por consiguiente, continúa existiendo también la inevitabilidad de las guerras.
Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay que destruir el imperialismo".
Y, como la práctica es el criterio último de la verdad, nos remitiremos a los hechos reales que confirman la posición marxista-leninista de Stalin: Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días han muerto más de 30 millones de personas, entre civiles y militares, en los campos de batalla.
De todos modos, veamos los otros argumentos:
La formación de un poderoso campo socialista: ciertamente podrá intimidar a los imperialistas a la hora de agredir a un país socialista (aunque puedan agredirlo no abiertamente pero sí militarmente con actividades de inteligencia, sabotaje, subversión en espera de la intervención abierta... léase las "guerras" de Berlín, Hungría, Checoslovaquia, Bahía de Cochinos en Cuba); pero menos aún podrá impedir una guerra dentro del campo capitalista, sobre todo guerras de agresión contra el tercer mundo (aquí la lista es interminable: Corea, Vietnam, El Congo Belga, República Dominicana, Nicaragua, Panamá, etc.) que pueden derivar en guerras mundiales.
La presencia de otros Estados adictos a la paz: claro que es positiva la existencia de países no alineados, su coordinación y porque les crean importantes quebraderos de cabeza a los imperialistas. Ahora bien, no hay tampoco que sacar las cosas de quicio. Los únicos Estados realmente adictos a la paz, en el sentido leninista y no oportunista de la expresión, son los países socialistas. Luego están los países capitalistas que se dividen en potencias y superpotencias imperialistas, profundamente adictos a la guerra reaccionaria, y las naciones oprimidas cuyo régimen político son dictaduras de la gran burguesía ligada al imperialismo y de los terratenientes feudales. En ciertos momentos, algunos de estos países pueden tener serias contradicciones con algunos Estados imperialistas y así pueden crearse condiciones temporales que aplazan una guerra imperialista. Eso no se puede despreciar, hay que saber aprovecharlo, apoyar a esas naciones oprimidas frente al imperialismo. Pero en otro momento, las clases reaccionarias que dirigen dichas naciones pueden, en función de sus intereses, aliarse con algunos países imperialistas para agredir a otra nación oprimida. Aquí exceptúo naciones en las que se desarrolla una revolución democrático-nacional bajo la dictadura conjunta de la clase obrera, representada por su partido comunista, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía nacional porque su triunfo implica su continuación inmediata, revolución socialista, según la tesis de Lenin "una revolución - dos etapas" para la revolución democrático-burguesa en la época imperialista.
En definitiva, para Jruschov y compañía, la guerra resulta ahora evitable porque el campo de la paz y el socialismo se ha fortalecido, mientras que el capitalismo se ha debilitado. El cerco capitalista hostil alrededor de la URSS y de los países socialistas habría desaparecido.
"Se han producido cambios radicales en la situación internacional de la URSS. Han pasado los tiempos en que la Unión Soviética era el único Estado socialista, en medio de un cerco capitalista hostil. Hoy existen dos sistemas sociales mundiales: el capitalismo y el socialismo. El capitalismo se halla en periodo de caducidad. El socialismo, llena de vitalidad, crece y prospera. El socialismo cuenta con las simpatías de los trabajadores de todos los países. Hoy no hay en el mundo fuerzas capaces de restaurar el capitalismo en la URSS , de vencer al campo socialista. La correlación de fuerzas es tal hoy en el mundo que cualquier agresión de los imperialistas a los países del campo socialista está condenada al fracaso. El peligro de restauración del capitalismo en la URSS queda excluido" (Historia del PCUS - pág. 883).
En otro lugar del mismo texto, se dice que "las posiciones del capitalismo mundial se debilitan sin cesar" (pág. 800). Esto es cierto en toda la época del imperialismo que es la del capitalismo agonizante, en palabras de Lenin. Más se debe añadir que el debilitamiento y caducidad del capitalismo en la época imperialista es una noción teórica cuya ejecución práctica corresponde exclusivamente a la revolución proletaria mundial; la era del imperialismo de principio a fin, es también la de las revoluciones socialistas. La Unión Soviética ha dejado de ser el único país socialista pero ¿ha desaparecido el cerco capitalista hostil? Veamos cómo enfoca el problema la revista El Bolchevique del 15 de agosto de 1951 y cuán grande es por tanto, la ingenuidad (en el mejor de los casos) de Jruschov: "El cerco capitalista es un término político. El camarada Stalin explica que el cerco capitalista no puede ser concebido como un dato geográfico" (cita tomada de "Ideology and Power in Soviet Politics" - Bzrezinski, pág. 119). Además, incluso desde un punto de vista geográfico, no se podía dudar de la existencia del cerco capitalista hostil cuando la URSS y los países socialistas estaban absolutamente rodeados de bases militares norteamericanas (misiles, radares, emisoras de intoxicación informativa, etc.).
En aquellos años, era cierto que el socialismo lleno de vitalidad, crecía y prosperaba, pero lo hacía en medio de contradicciones y a través de un correcto tratamiento de las mismas. Sin embargo, esto último, dejó de ser cierto al ir tomando el PCUS un rumbo revisionista en los años 50. ¿Había en el mundo fuerzas capaces de restaurar el capitalismo en la URSS ? Mediante una agresión militar abierta era seguramente difícil pero, en ningún momento, renunciaron y los imperialistas a prepararse para ello. Lo fundamental que ha ocurrido es que las contradicciones externas han actuado a través de las internas, favoreciendo la tendencia ya adoptada por el PCUS de solucionar dichas contradicciones internas "a lo capitalista".
Este proceso ya es descrito en 1962, en el libro mencionado más arriba, por el ideólogo imperialista y experto en la URSS , Bzrezinski, más conocido por haber sido, años más tarde, consejero del Presidente de EE.UU. Jimmy Carter:
"Durante un largo período, los soviéticos pensaban profundamente que las guerras eran inevitables, puesto que el capitalismo y especialmente el imperialismo constituían la base económica de las guerras. Stalin había reforzado una vez más este principio en 1952. Pretendía también que si una guerra estallare y que la Unión Soviética se viere ligada a ella, esto significaría el final del capitalismo. Paralelamente a la creciente posibilidad de una mutua destrucción, los dirigentes soviéticos llegaron a pensar que la guerra, así como Jruschov lo adelantaba en el XX Congreso, ya no era una fatalidad inevitable. Llevando más lejos este razonamiento, era cada vez más posible admitir que una guerra destruiría a ambos bandos sin que ninguno de ellos obtuviera ventaja alguna... De todos modos, era importante que... la ideología se adaptara de nuevo progresivamente, abandonando un principio ideológico importante hasta entonces. La coexistencia pacífica, como alternativa a una destrucción mutua, no puede concordar fácilmente con ciertas características ineluctables inherentes a esta ideología... al menos, eso implicaba que el armamento nuclear debía ser considerado como fuerza que podía influir en el curso de la historia... el miedo general a la guerra haría reflexionar dos veces a los dirigentes soviéticos antes de volver al principio de la inevitabilidad de la guerra. Una condición necesaria para sostener la nueva tesis era el mantenimiento de la capacidad occidental de destrucción". La concepción comunista del mundo "podría ser amenazada por el impacto combinado de cambios internos, del advenimiento de una relatividad ideológica y de una fuerte amenaza de destrucción nuclear".
"De todo ello, resultarían probablemente, en los Estados comunistas, concepciones alternativas y más tolerantes que, siempre formuladas en el marco de la ideología común, podrían introducirse en la élite dirigente para atacar después a la sociedad en su conjunto... Cuando se debilita verdaderamente la fuerza del régimen comunista, una gran paciencia esta ciertamente justificada en espera de su erosión" (págs. 93, 132, 133 y 134). ¡Y tan justificada! El peligro de restauración del capitalismo en la URSS no sólo no quedaba excluido sino que empezaba a hacerse real y fueron precisos 30 años de espera para ver concluido el proceso.
c) Estas nuevas concepciones en materia de política exterior, lógicamente, empujaban a la URSS a cumplir principalmente el papel de “apaga-fuegos” en el mundo, en colaboración obligada con el imperialismo de los Estados Unidos. Como ya no era la lucha de clases sino la bomba atómica lo que determinaba el curso de la historia, la paz firme sería el fruto de un acuerdo de desarme general con el imperialismo.
El Estado Soviético, fiel al principio leninista de la coexistencia pacífica emprendió, bajo la dirección del PCUS una enérgica y consecuente lucha por el alivio de la tirantez internacional … El Partido consideraba que una paz sólida y duradera se podía asegurar mediante la creación de un sistema de seguridad colectiva ...
La Unión Soviética se afama tesonera por sanear la atmósfera internacional y solucionar por vía pacífica los problemas internacionales de la presente época... El XXI Congreso encomendó al Comité Central y al Gobierno soviético que siguiera guiándose por los principios leninistas de la coexistencia, que lucharan sin desmayo por atenuar la tirantez internacional y por establecer la confianza recíproca y la colaboración de los Estados, independientemente de su régimen social... Podría contribuir a sanear la situación internacional una mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética , grandes potencias a las que incumbe una responsabilidad particular por los destinos de la paz universal (Historia del PCUS – págs. 775, 776, 888 y 889).
Una pequeña "guerra local" cualquiera corre el riesgo de ser la chispa que encendería la guerra mundial (Jruschov - Discurso televisado, 15 de junio de 1961).
Trabajemos con tesón... para sofocar las chispas que pudieran hacer surgir las llamas de la guerra (Jruschov - Entrevista en el US National Press Club, 16 de septiembre de 1959). Nosotros ( La URSS y los EE.UU.) somos los países más poderosos del mundo. Si nos unimos en aras de la paz, no habrá guerra. Y si a un loco se le ocurriera entonces desencadenar la guerra bastaría con que le amenazáramos con el dedo para que se calmara (Jruschov - Declaración 5 de septiembre de 1961). El medio radical para asegurar una paz firme es el desarme general y completo bajo un riguroso control internacional (Programa del PCUS – pág. 543).
Vale la pena que se compare esto con la correcta posición expuesta por Lenin en el siguiente fragmento de "El programa militar de la revolución proletaria":
"El armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos más considerables, fundamentales e importantes de la actual sociedad capitalista. ¡Y ante semejante hecho se propone a los socialdemócratas revolucionarios que planteen la "reivindicación" del "desarme"! Esto equivale a renunciar por completo al punto de vista de la lucha de clases, a renegar de toda idea de revolución. Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para vencer, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible para la clase revolucionaria, táctica que se desprende de todo el desarrollo objetivo del militarismo capitalista y que es prescrita por este desarrollo. Sólo después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin traicionar su misión histórica universal, convertir en chatarra toda la clase de armas en general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo entonces, de ningún modo antes". (3)
Como para los jruschovistas, hay que evitar la guerra a cualquier precio, y eso exige la colaboración con los imperialistas, resulta que la única forma aceptable de lucha del socialismo contra el capitalismo es (además de la ideológica) "La emulación económica pacífica entre los dos sistemas sociales" (Historia del PCUS - pág. 781) que, a veces se formula incluso como emulación económica pacífica entre un país socialista y otro capitalista (Historia del PCUS - págs. 803 y 869), sin advertir que el poderío económico de una nación imperialista dimana, en gran medida, de expoliar a sus colonias y semicolonias.
2.- Basándose en la misma batería de argumentos sobre las “nuevas realidades”, la línea de Jruschov justifica las posiciones reformistas y socialpacifistas en el movimiento comunista de los países capitalistas.
a) Tergiversa la estrategia revolucionaria del proletariado.
"Uniendo a las fuerzas democráticas y amantes de la paz, la clase obrera puede obligar a los círculos gobernantes a poner fin a los preparativos de una nueva guerra mundial, guerras locales, a utilizar la economía con fines pacíficos". O sea que, sin aún haber derrocado al Estado burgués, es posible que los capitalistas dejen de recurrir a las guerras, que el imperialismo deje de serlo y que, como veremos más adelante la revolución socialista resulte un coste innecesario.
"El principal enemigo de la clase obrera son los monopolios capitalistas. Lo son también de los campesinos, los artesanos y otros pequeños propietarios de la ciudad, así como de la mayoría de los empleados intelectuales e incluso de una parte de los capitalistas medios.
La clase obrera dirige el golpe principal contra los monopolios capitalistas. Todas las capas fundamentales de la nación están vitalmente interesadas en que se suprima la omnipotencia de los monopolios. Esto permite unir en poderoso torrente antimonopolista todos los movimientos democráticos que se pronuncian contra el yugo de la oligarquía financiera".
"Al lanzar su programa de lucha contra la prepotencia de los monopolios, el proletariado no sólo toma en consideración los intereses presentes de sus aliados, sino también los futuros".
La lucha democrática antimonopolista es justa y necesaria para preparar la revolución socialista ; en este sentido, también lo es la alianza circunstancial o táctica del proletariado con amplios sectores de la burguesía contra la oligarquía financiera. Pero los jruschovistas no sólo no orientan esta táctica hacia la revolución socialista, sino que incluso pretenden que los comunistas representemos los intereses futuros de nuestros aliados burgueses ¿Y cuál es el interés futuro, la tendencia de la burguesía no monopolista sino convertirse en monopolista (del mismo modo que el capitalismo de libre competencia se transformó, a partir de cierto nivel de su desarrollo, en imperialismo, allá en la confluencia de los siglos XIX y XX)?
"Apoya las reivindicaciones del campesinado, que pide reformas agrarias radicales, y batalla por la realización de la consigna ¡La tierra para el que la trabaja!". Esta es efectivamente la consigna válida para la reforma agraria ¡en las condiciones de una revolución democrático-burguesa, anti-feudal! Pero, en los países de capitalismo monopolista, esta revolución se realizó ya en el siglo pasado y subvirtió prácticamente todo vestigio de feudalismo. Esta aplicación de una consigna válida en una época a otra época diferente es un claro exponente del dogmatismo de los oportunistas que se niegan a afrontar las tareas de la revolución pendiente: la revolución socialista. Ya no se trata de abolir los privilegios feudales de los Señores terratenientes para, con el reparto de las tierras entre los campesinos, abrir cancha al desarrollo del capitalismo en la agricultura. El agro en nuestros países es capitalista y la suerte que ha de correr la propiedad agraria capitalista es idéntica a la que le espera a la propiedad industrial capitalista: Su socialización con, en primer lugar, su paso a manos del Estado de la dictadura del proletariado . Lo demás es sueño reaccionario de la pequeña burguesía, rescate proudhoniano, y no tiene nada que ver con la concepción científica, marxista, de la misión histórica del proletariado. Otra cosa es defender el camino al socialismo de los pequeños y medianos campesinos a través de la cooperación voluntaria en la línea de forjar y consolidar la alianza obrero-campesina frente al capitalismo; eso sí es correcto.
"Junto con otras capas del pueblo, el proletariado lucha resueltamente por una amplia democracia. Moviliza a las masas para desplegar enérgicas acciones contra la política de la oligarquía financiera, que trata de suprimir las libertades democráticas, limitar el poder del parlamento, modificar la Constitución , con el fin de establecer el poder personal de testaferros de los monopolios, y pasar del parlamentarismo a una u otra variedad del fascismo".
"La lucha democrática general contra los monopolios no aleja la revolución socialista, sino que la aproxima... Cuanto más profundo es el movimiento democrático, más se eleva la conciencia política de las masas y tanto más evidente se hace para ellas que sólo el socialismo les abre el camino a la libertad verdadera y al bienestar. En el proceso de esta lucha se disipan las ilusiones reformistas, socialistas de derecha, y se crea el ejército político de la revolución socialista".
He aquí un buen ejemplo de cómo los revisionistas proceden: con verdades a medias y fraseología marxista-leninista van colocando sus tesis incorrectas, van inoculando cuerpos extraños burgueses en el organismo de la concepción proletaria del mundo para enfermarlo, paralizarlo, desmedularlo y, así al final del proceso, poder deshacerse de él como de algo que ya se ha vuelto inservible. Lo correcto: el imperialismo tiende a suprimir toda libertad, toda democracia para los trabajadores y éstos, lógicamente, combaten y resisten frente a estos negros propósitos. La educación del proletariado y del pueblo en esta lucha, a través de la práctica, no sólo no aleja la revolución socialista sino que es condición necesaria para su realización. Lo incorrecto: ahora bien, no es condición suficiente , no basta. Es falso que, de por sí, la lucha contra la restricción imperialista de la democracia para los trabajadores eleve la conciencia de éstos, disipe sus ilusiones reformistas y conduzca a la creación del ejército político de la revolución socialista. Hace falta además la dirección del movimiento democrático de masas por un verdadero partido comunista, con una línea, una estrategia y un programa justos. Como ya avisara Lenin, la espontaneidad en los movimientos de masas es burguesa, aleja al pueblo de la revolución socialista.
Lo de la "lucha democrática general contra los monopolios", el "poderoso torrente antimonopolista" y la alianza con la burguesía no monopolista, si al mismo tiempo se deja de luchar por la independencia política del proletariado mediante su educación socialista, no hace más que confundirlo en el cumplimiento de su misión histórica. Da fuerza al mito oportunista, revisionista en el contenido y dogmático en la forma, que, copiando la estrategia revolucionaria correcta de los países semifeudales en la época del imperialismo, pretende inventar la necesidad, para los países imperialistas y previa a la revolución proletaria, de una revolución democrática, antimonopolista y/o antifascista: 1) el proletariado lucha por la democracia en general , es decir, por la democracia burguesa, para barrer las relaciones feudales que estorban el desarrollo de su lucha contra la burguesía pero, una vez asentado el capitalismo, debe luchar por la democracia proletaria , por la dictadura del proletariado, para derrocar a la burguesía y su democracia en general . Si, bajo el imperialismo, la democracia burguesa se hunde es porque el imperialismo es el capitalismo agonizante que se ve obligado a recurrir a todo lo reaccionario para aplazar la revolución proletaria (represión creciente del pueblo, militarización de la sociedad, fomento del oportunismo, los sobornos y las traiciones en las filas del proletariado). El Partido Comunista, al tiempo que envía a sus militantes a los movimientos democráticos de masas, debe explicarles, que ya no se trata de volver a la situación anterior, que eso es una concepción utópica y reaccionaria, que la misión del proletariado no es salvar la democracia en general sino tomar el poder e instaurar su dictadura. 2) El capitalismo de nuestros días es el capitalismo monopolista y no cabe ninguna vuelta atrás hacia un capitalismo de libre competencia habida cuenta del alcance de la socialización de las fuerzas productivas. Por tanto, no puede haber revolución antimonopolista que no sea la revolución socialista. Otra cosa es reconocer la necesidad de tener en cuenta las disensiones en el seno de la burguesía, entre la oligarquía financiera y el resto de los monopolistas entre sí, de la burguesía nacional con otras potencias imperialistas, etc. para saber aprovechar los momentos en que estén más fraccionadas y débiles. Otra cosa también es reconocer la necesidad de tácticas que, unidas a la propaganda del socialismo, permitan a las masas obreras realizar su experiencia práctica de transición política desde su actual conciencia dominada por la ideología burguesa hasta la conciencia revolucionaria. Pero la estrategia debe ser meridianamente clara para evitar la degeneración jruschovista, socialdemócrata o reformista en general: "... el capitalismo monopolista de Estado es la preparación material más completa para el socialismo, su antesala , un peldaño de la escalera histórica entre el cual y el peldaño llamado socialismo no hay ningún peldaño intermedio " (La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla - Lenin - O. E. 12 tomos, T.VIII, pág. 213, Ed. Progreso). 3) El fascismo es una forma del Estado y de otros aspectos de la superestructura en el imperialismo. Aunque reedite formas y ritos propios del feudalismo, no es ningún vestigio feudal que haya que barrer con una revolución democrático-burguesa sino que el fascismo es hijo legítimo de la burguesía. Sirve pues a los intereses del capital monopolista que es su base. El peligro del fascismo no se puede conjurar sin acabar con el imperialismo que es el capitalismo de hoy. La verdadera revolución antifascista es la revolución socialista.
Sólo un partido comunista que tenga claro lo anterior puede dirigir a los movimientos democráticos de masas a la consecución de sus propios objetivos por el único camino posible: el de su conversión en movimientos por la revolución socialista.
b) El “Nuevo Curso” da un espaldarazo al reformismo y al pacifismo en el seno del movimiento comunista de los países capitalistas: inventa una “condiciones actuales” cualitativamente nuevas que permitirían generalizar la posibilidad de pasar del capitalismo al socialismo por la vía pacífica y parlamentaria.
"Los comunistas jamás han considerado ni consideran que el camino de la revolución pase obligatoriamente por las guerras entre los Estados". Eso es cierto, obligatoriamente. Mas conviene matizar dos cuestiones: la primera es que la revolución proletaria mundial transcurre durante la época imperialista y en esta época, las guerras de la más diversa índole son inevitables; y la segunda es que la experiencia ha generalizado hasta hoy lo contrario, esto es, revoluciones surgidas de las dos guerras mundiales imperialistas y revoluciones surgidas de guerras de agresión imperialistas (Corea, Vietnam,...). Estos matices no son tenidos en cuenta. "La revolución socialista no está ligada obligatoriamente con la guerra". Otra vez con la palabreja "obligatoriamente", pero en esta ocasión, la cosa es más gorda porque se habla de guerra así, en general. ¿Será que se refiere a la revolución sin guerra civil, sin guerra entre clases? Sin embargo, más adelante, se nos tranquiliza un poco: "Los grandes objetivos de la clase obrera pueden ser alcanzados sin guerra mundial. Hoy existen para ello condiciones más favorables que nunca". Y, acto seguido, nos ataca por sorpresa:
"La clase obrera y su vanguardia, los partidos marxistas-leninistas, tratan de hacer la revolución por la vía pacífica ... En una serie de países capitalistas, la clase obrera, con su destacamento de vanguardia al frente, tiene en las condiciones actuales la posibilidad -sobre la base del frente obrero popular y de otras posibles formas de acuerdos y colaboración política de distintos partidos y organizaciones sociales- de unir a la mayoría del pueblo, conquistar el Poder del Estado sin guerra civil...". Y así se llega a donde se quería: de la revolución no obligatoriamente con guerra mundial, a la revolución pacífica. Esta es otra forma de proceder del revisionismo: partir de premisas justas para llegar a conclusiones falsas embrollándolo todo. Sin embargo, pese a dejar abierta la puerta para alguna excepción, Marx y Engels son claros al respecto: "Los comunistas consideran indigno ocultar sus conceptos y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos no pueden ser alcanzados sino por el derrumbamiento violento de todo el orden social existente. Que las clases dirigentes tiemblen ante la revolución comunista". (El Manifiesto del Partido Comunista). Mientras que los oportunistas tiemblan de miedo y tratan de adormecer a las masas con eso de la vía pacífica, los auténticos revolucionarios hablan sin tapujos y declaran la guerra a los explotadores. Lenin considera que la posibilidad de excepciones a la regla de la revolución violenta se restringe sustancialmente en la época del imperialismo: "... el imperialismo, es decir, el capitalismo monopolista que sólo llegó a su plena madurez en el siglo XX, se distingue, en virtud de sus rasgos económicos esenciales por un apogeo mínimo a la paz y la libertad, por un desarrollo máximo del militarismo en todas partes. No advertir esto cuando se habla de hasta qué punto es típica o probable una revolución pacífica o violenta es rebajarse al nivel del más vulgar lacayo de la burguesía" (La revolución proletaria y el renegado Kautsky - O. C., T. XXX, págs. 89 y 90). (4)
"... La clase obrera puede derrotar a las fuerzas antipopulares, reaccionarias, conquistar una mayoría estable en el parlamento y convertir éste, de instrumento al servicio de los intereses de clase de la burguesía, en instrumento al servicio del pueblo trabajador, desplegar una amplia lucha de masas extraparlamentaria, romper la resistencia de las fuerzas reaccionarias y crear las condiciones precisas para hacer por vía pacífica la revolución socialista". Así hablan Jruschov y compañía; comparemos con el reformista Kautsky: "El objetivo de nuestra lucha política sigue siendo, como antes, conquistar el poder ganando la mayoría en el Parlamento y elevando el Parlamento a la posición de amo del Gobierno", a lo que Lenin responde: "Esto no es otra cosa que el más puro y vulgar oportunismo: renunciar a la revolución en los hechos y aceptarla de palabra" (El Estado y la revolución - O. C., T. XXVII, pág. 125). Lenin basa su juicio en la comprensión de la esencia del parlamento burgués –“Decidir una vez cada tantos años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo” ( El Estado y la revolución , Lenin)- y en la experiencia del movimiento obrero revolucionario que enseña, de modo concluyente, que "... la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines" sino que debe "demolerla" (Carta de Marx a Ludwig Kugelmann del 12 de abril de 1871 – O. E., T. II, pág. 444). La sociedad capitalista está atravesada por el antagonismo de la competencia entre burgueses: los intereses de unos y otros capitalistas se enfrentan diariamente en el mercado. Sólo les une la necesidad de preservarse como clase frente a su enemigo común que es la clase obrera (además de la rivalidad con otras naciones). Necesitan, pues, de un Estado cuya forma ideal es la parlamentaria, reflejo en la superestructura política de su existencia económica competitiva. Así consensúan la creación y desarrollo de su máquina de guerra contra los trabajadores. Pero el proletariado es otra cosa: es producto del desarrollo de las fuerzas productivas cuando han alcanzado ya un alto grado de socialización; su misión histórica es precisamente culminar este proceso y tiende naturalmente al colectivismo. Necesita órganos representativos y formas democráticas de organización, pero confundir eso con el parlamentarismo es no comprender nada. La revolución proletaria debe liquidar el parlamentarismo.
En cuanto a eso de "romper la resistencia de las fuerzas reaccionarias": ¿Con qué? ¿Con masas armadas de papeletas de voto, de leyes parlamentarias y decretos? (otra cuestión es la participación de los comunistas en las elecciones y en el parlamento burgués que debe decidirse en función de si hay o no un movimiento revolucionario de masas a la ofensiva)
"Cuando las clases explotadoras recurren a la violencia contra los pueblos, es preciso tener presente la posibilidad del paso no pacífico al socialismo . El leninismo enseña, y la experiencia histórica no confirma, que las clases dominantes no ceden el Poder voluntariamente". Bueno es el sastre que reconoce el paño, pues la experiencia histórica no puede ser más explícita: en primer lugar no se conoce de ninguna revolución que haya triunfado sin violencia, sin guerra y, en segundo lugar, los intentos de hacer cierto cambio social pacíficamente han acabado en un baño de sangre contrarrevolucionario, desde España en 1936-39 hasta Chile en 1973. Ahora bien, si eso se reconoce, ¿por qué engañarse sobre las "nuevas posibilidades" de la vía pacífica o a quién se quiere contentar con ese discurso? Los comunistas debemos hacer exactamente lo contrario: llamar a las masas a estar vigilantes, a prepararse para la lucha más violenta, despiadada y cruenta, aunque tratemos de progresar en cada momento por el camino más fácil y menos doloroso pero sin traicionar a la revolución ; porque no hacerla es prolongar y profundizar los sufrimientos del pueblo. No basta con reconocer para el proletariado el derecho a la legítima defensa frente a la violencia reaccionaria, sino que hay que proclamar alto y claro que, así como condenamos las guerras imperialistas y reaccionarias, consideramos muy justas y absolutamente necesarias la violencia y las guerras revolucionarias de la clase obrera para derrocar el poder de los capitalistas y de las naciones oprimidas para liberarse del yugo imperialista. Y debemos añadir que siendo coherentes con ello en nuestra práctica, los comunistas nos preparamos para dirigir la lucha de masas hacia su forma superior: la lucha por el poder político para el proletariado a través de la violencia revolucionaria. Por último, cabe preguntar: ¿cuándo las clases explotadoras nos recurren a la violencia contra los pueblos? ¿Qué es entonces el Estado, a quién sirve y para qué sirve? Esta incomprensión del papel del Estado como instrumento de la violencia organizada de una clase se extiende en el programa del PCUS al papel histórico del Estado socialista: "La dictadura del proletariado no expresa únicamente los intereses de la clase obrera, sino también los de todo el pueblo trabajador, y su contenido principal no es la violencia, sino la creación, la construcción de una sociedad nueva, la sociedad socialista, la defensa de las conquistas de esta sociedad contra los enemigos del socialismo".
En primer lugar, la dictadura del proletariado expresa la totalidad de los intereses objetivos de la clase obrera como única clase auténticamente revolucionaria, objetivamente interesada en alcanzar el comunismo, y se enfrentará a cualesquiera intereses de otras clases y sectores que entren en contradicción con los del proletariado. Así, no expresa los intereses de los burgueses aunque pueda darse que no los expropie a todos de una vez y mantenga cierta burguesía durante algún periodo por conveniencia de la revolución (por ejemplo, para garantizar el funcionamiento de algunas áreas de la economía hasta que el proletariado alcance la capacidad de tomarlas en sus manos). Tampoco expresa los intereses básicos de la pequeña burguesía aunque la respete como tal durante algún periodo y no la expropie directamente sino que lo haga siguiendo otro camino, por etapas, como son la cooperativización y la posterior transformación de la propiedad colectiva en propiedad de todo el pueblo; también esto (la alianza obrero-campesina) se hace por conveniencia de la revolución para no engordar las filas del ejército contrarrevolucionario y porque además, como ha demostrado la experiencia histórica (la restauración del capitalismo no ha provenido, en ningún país socialista, de una contrarrevolución campesina), es posible gracias a que, con la dictadura del proletariado, cesa la explotación del campesinado y mejoran sustancialmente sus condiciones de vida. Y tampoco expresa los intereses de los intelectuales, funcionarios y empleados cuya condición privilegiada tiene su raíz en la subsistencia, durante el período de transición, de la división social entre trabajo manual y trabajo intelectual, división a la que la dictadura del proletariado deberá poner término en cuanto sea posible.
En segundo lugar, no es correcto decir el sentido absoluto, que el contenido principal de la dictadura del proletariado no es la violencia sino la construcción de una sociedad nueva, porque estamos tratando de la solución de un antagonismo social, y la puesta en correspondencia de las relaciones de producción con el carácter de las fuerzas productivas no puede hacerse sin la destrucción, en algún momento, de las viejas relaciones de producción. Construcción y destrucción (y, por ende, violencia) son dos características esenciales e inseparables de la dictadura del proletariado y el predominio de una u otra varía según las tareas propias de cada momento. "La dictadura del proletariado no es un poder conquistado y conservado mediante la violencia ejercida por el proletariado contra la burguesía, poder que no está limitado a ninguna ley" (Lenin - La revolución proletaria y el renegado Kautsky - O. C., T. XXX, pág. 87).
Y en tercer lugar, la dictadura del proletariado no sólo es para la defensa de las conquistas alcanzadas sino también para la consecución de otros avances superiores. El que no entiende esto es porque, o bien considera que ya basta de revolución, que aquí debemos quedarnos, o bien no entiende que hasta el comunismo hay que avanzar con la dictadura del proletariado y a través de la lucha de clases. En cualquier caso, eso es servir a la burguesía y al capitalismo.
c) Pese a reconocer la necesidad de luchar contra el oportunismo, el reformismo y el revisionismo, el Programa del PCUS defiende la necesidad de un frente con la socialdemocracia, inclusive para la revolución socialista.
"Una importante condición para que la clase obrera pueda cumplir su misión histórica universal es acabar con la división de sus filas ". Esto es correcto. "Los partidos comunistas propugnan la cooperación con los partidos socialdemócratas no sólo en la lucha por la paz, por el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, por la defensa de ampliación de sus derechos y libertades democráticas, sino también en la lucha por la conquista del Poder y la construcción de la sociedad socialista". Acabar con la división en las filas de la clase obrera, sí, pero ¿cuál es la causa de esta división sino el oportunismo que, como quinta columna de la burguesía en nuestro movimiento, siembra concepciones que confunden a los trabajadores? Reiteradas veces, sacando lecciones de su propia experiencia de lucha y de la experiencia de Marx y Engels, Lenin afirmó que no se podía acabar con el capitalismo sin derrotar antes al oportunismo "que en 1914 se transformó definitivamente en socialchovinismo y se pasó para siempre a la burguesía contra del proletariado. Este era, naturalmente, el principal enemigo del bolchevismo en el seno del movimiento obrero y sigue siéndolo en escala mundial" (La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo). Históricamente, la mayoría de los dirigentes socialdemócratas han rechazado el frente único de los obreros e incluso el frente popular antifascista con tal de perjudicar a los comunistas, prefiriendo brindar su apoyo a los reaccionarios en los momentos decisivos. Luego, al término de la Segunda Guerra Mundial y durante toda la Guerra Fría , se constituyeron en abanderados del anticomunismo dentro del movimiento obrero, dividiéndolo y procurando expulsar de él a los comunistas. Claro que los partidos socialdemócratas no son homogéneos sino que, en ellos, conviven dirigentes imperialistas con masas obreras que tienen cierta conciencia de clase; en este sentido, es admisible e incluso imprescindible propugnar la unidad con su ala izquierda, también para la revolución socialista, y ahí está la consecución en el pasado del Partit Socialista Unificat de Catalunya, la Juventud Socialista Unificada y los partidos obreros unificados en Europa Centro-Oriental desde los años 40. Pero, para ello, no se puede pasar por alto el negro papel del ala derecha de la socialdemocracia, no se puede olvidar la necesidad de la lucha contra ella, como hace el jruschovismo. Veamos por qué ha olvidado la lucha contra el oportunismo.
Sostiene que el capital financiero "no puede ya, ni con las anteriores consignas, ni con el soborno de la burocracia obrera, sofocar el espíritu revolucionario de las masas..." Algunos factores "y la bancarrota ideológica del reformismo han modificado de modo esencial, en favor de los trabajadores, las condiciones de la lucha de clases". Esto no es cierto y sólo conduce a que el proletariado baje la guardia en la irreconciliable lucha que debe desplegar contra el oportunismo. Es falso que ya no cumpla un negro papel el soborno de la aristocracia y la burocracia obreras, como lo vemos diariamente. El reformismo entró en bancarrota ideológica desde que surgió el marxismo pero prácticamente, entre las masas, sigue siendo muy influyente; aunque se desenmascaró como política burguesa en la socialdemocracia, ha ido penetrando en los partidos comunistas siendo el eurocomunismo su expresión extrema. El punto de vista de los jruschovistas no tiene nada que ver con el optimismo histórico de los revolucionarios y sí, como dijera Lenin, con el optimismo del oportunismo. Era la forma de abrir camino a su proyecto de socialdemocratización del movimiento comunista internacional.
Última edición por UniónProletaria el Dom Oct 31, 2010 3:02 pm, editado 2 veces