La crisis no cesa. La oligarquía financiera, que controla a su antojo los resortes del poder
político, continúa su ataque sistemático e implacable contra el proletariado y la mayoría trabajadora.
Hoy, de nuevo, son Irlanda y Portugal los países amenazados directamente; mañana probablemente
Italia y España. Una a una, el acoso de los “mercados” (eufemismo tras el que se
esconde una minoría de especuladores antisociales y parásitos, con nombres y apellidos) amenaza
a las economías.
Ninguno de los brutales ajustes puestos en marcha en estos países ha sido suficiente para
poner freno a la vorágine especuladora del capital imperialista. Se han recortado derechos y
eliminado conquistas fruto de decenios de durísimas luchas. Pero no les basta. Lo quieren todo:
en España, los Presupuestos Generales del Estado y los de las autonomías prevén nuevos
recortes en el gasto social y en las inversiones públicas; se congelan las pensiones; la reforma
Laboral se aplica con toda intensidad, multiplicando el desempleo sobre el paro ya existente; el
sistema público de pensiones se cuestiona, lo mismo que la negociación colectiva, etc. En apenas
un año se ha desplegado un demoledor ataque contra la mayoría trabajadora y ni una sola
medida ha ido dirigida a sujetar a ese puñado de familias (apenas 1.400) que viven a costa de
la explotación del esfuerzo ajeno y de la riqueza nacional, especulando con el dinero público,
aprovechando la vesania de los corruptos politicastros del Parlamento, utilizando la red de caciques
vividores.
Es esta escoria miserable la que dicta las órdenes que los gobiernos proclaman: primero se
identifica el objetivo del ataque; luego, un aparato judicial derechizado, los medios de manipulación
de masas en manos de un puñado de empresas y un ejército a sueldo de tertulianos y
“especialistas en todo”, repiten machaconamente el mismo lema: nada contra los mercados;
para satisfacer al capital, el becerro de oro, los trabajadores deben renunciar a sus derechos; y,
finalmente, unos políticos vendidos deciden, de común acuerdo, por encima de sus zafios rifirrafes
de cara a la galería. Siempre en contra de la mayoría trabajadora.
Que nadie espere descanso: seguirán si no les paramos. Solo entienden una razón: la lucha
organizada de la clase obrera, que en el primer encontronazo, el pasado 29 de septiembre,
ha demostrado que conserva gran parte de su fuerza. Va a ser dura, larga y difícil, pero no hay
más salida que la lucha: unidos como clase, con claridad en los objetivos y firmeza en la movilización.
La convocatoria por CCOO y UGT de manifestaciones el próximo 18 de diciembre va en la
buena dirección, porque reafirma que la lucha continúa. Sin duda, falta contundencia; hay miedo
en las direcciones que se resisten contra toda evidencia a enterrar la paz, el diálogo y el
consenso social de otros tiempos; existen lagunas e indefinición en alguna de las propuestas
contenidas en su Alternativa Sindical. Hay que seguir presionando en los sindicatos, peleando
contra los miedos de sus direcciones oportunistas, reforzando los sectores de sindicalistas de
clase, implicando a nuevos sectores: estudiantes, movimiento ciudadano, etc. Pero la movilización
anunciada es un paso más que demuestra que, por encima de todo, la pelea sigue, que
continúa desarrollándose la confrontación de clase. Y eso la convierte en la máxima expresión
de unidad frente al enemigo común: la oligarquía empresarial y financiera y sus mercenarios
políticos.
La clase obrera necesita ir profundizando en la batalla, pero no puede hacerlo sin sentirse
capaz de encarar la lucha, segura, confiada en sus propias fuerzas. Por eso, nadie, ninguna
fuerza del campo popular, puede justificar en objetivos pretendidamente más radicales la falta
de apoyo a las movilizaciones convocadas.
El primer enfrentamiento se saldó con una victoria de nuestra clase. La Huelga General del
29 de septiembre demostró que existe fuerza, que el deseo de unidad y la combatividad siguen
animando a una parte sustancial del movimiento obrero que reconoce el valor de la organización;
pero el enemigo es poderoso y no debemos confiarnos, porque cualquier retroceso, en
las condiciones actuales de debilidad y dispersión políticas, podría interpretarse como una derrota
y llevar la frustración, una más, una nueva, al corazón de nuestra clase.
Conforme se desarrolle el combate, vamos a necesitar tramar la unidad de clase: con razones,
sí, que nos sobran, porque la política que aplican las fuerzas burguesas, no solo ataca
nuestros derechos, sino que agrava la crisis que dicen querer combatir; pero también, y con
particular urgencia, con unidad política, porque frente a la rabia y el hastío de la mayoría social,
quienes dicen representar sus intereses donde se deciden las cuestiones que nos afectan a todos,
han sacrificado la democracia y la soberanía popular al becerro de oro: legislan y deciden
a espaldas de los ciudadanos.
El capitalismo ha demostrado que no sólo es incapaz de satisfacer la necesidad de la mayoría
trabajadora, sino que constituye una máquina de producir crisis económicas cada vez
más catastróficas, que derivan en guerras y destrucción. Su superación es, por tanto, una necesidad
urgente para la Humanidad, pero sabemos que, para ello, va a ser necesaria la acción
decidida de la clase obrera. En España, el capital se apoya en un régimen monárquico, oligárquico
y corrupto, que se ampara en la Constitución de 1978 para aparecer como democracia
formal. Por eso, en nuestro país, la tarea central que debe servir a la unificación de las luchas
populares, a elevar la conciencia política de las masas y a redoblar la confianza del proletariado
en sus propias fuerzas, es la lucha por la superación de la monarquía, en la perspectiva de una
democracia republicana, popular y federativa, de modo que podamos seguir acumulando fuerzas
en torno a la clase obrera para la construcción del Socialismo.
En mayo próximo hay elecciones municipales y autonómicas; es tiempo de empezar a trabajar
por la articulación de un bloque popular frente a la oligarquía y sus lacayos.
Es hora de unidad, de lucha social y de política.
¡TODOS A LAS MANIFESTACIONES DEL 18 DE DICIEMBRE!
¡CONTRA LA OLIGARQUÍA: UNIDAD POPULAR Y DE CLASE!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Noviembre de 2010
político, continúa su ataque sistemático e implacable contra el proletariado y la mayoría trabajadora.
Hoy, de nuevo, son Irlanda y Portugal los países amenazados directamente; mañana probablemente
Italia y España. Una a una, el acoso de los “mercados” (eufemismo tras el que se
esconde una minoría de especuladores antisociales y parásitos, con nombres y apellidos) amenaza
a las economías.
Ninguno de los brutales ajustes puestos en marcha en estos países ha sido suficiente para
poner freno a la vorágine especuladora del capital imperialista. Se han recortado derechos y
eliminado conquistas fruto de decenios de durísimas luchas. Pero no les basta. Lo quieren todo:
en España, los Presupuestos Generales del Estado y los de las autonomías prevén nuevos
recortes en el gasto social y en las inversiones públicas; se congelan las pensiones; la reforma
Laboral se aplica con toda intensidad, multiplicando el desempleo sobre el paro ya existente; el
sistema público de pensiones se cuestiona, lo mismo que la negociación colectiva, etc. En apenas
un año se ha desplegado un demoledor ataque contra la mayoría trabajadora y ni una sola
medida ha ido dirigida a sujetar a ese puñado de familias (apenas 1.400) que viven a costa de
la explotación del esfuerzo ajeno y de la riqueza nacional, especulando con el dinero público,
aprovechando la vesania de los corruptos politicastros del Parlamento, utilizando la red de caciques
vividores.
Es esta escoria miserable la que dicta las órdenes que los gobiernos proclaman: primero se
identifica el objetivo del ataque; luego, un aparato judicial derechizado, los medios de manipulación
de masas en manos de un puñado de empresas y un ejército a sueldo de tertulianos y
“especialistas en todo”, repiten machaconamente el mismo lema: nada contra los mercados;
para satisfacer al capital, el becerro de oro, los trabajadores deben renunciar a sus derechos; y,
finalmente, unos políticos vendidos deciden, de común acuerdo, por encima de sus zafios rifirrafes
de cara a la galería. Siempre en contra de la mayoría trabajadora.
Que nadie espere descanso: seguirán si no les paramos. Solo entienden una razón: la lucha
organizada de la clase obrera, que en el primer encontronazo, el pasado 29 de septiembre,
ha demostrado que conserva gran parte de su fuerza. Va a ser dura, larga y difícil, pero no hay
más salida que la lucha: unidos como clase, con claridad en los objetivos y firmeza en la movilización.
La convocatoria por CCOO y UGT de manifestaciones el próximo 18 de diciembre va en la
buena dirección, porque reafirma que la lucha continúa. Sin duda, falta contundencia; hay miedo
en las direcciones que se resisten contra toda evidencia a enterrar la paz, el diálogo y el
consenso social de otros tiempos; existen lagunas e indefinición en alguna de las propuestas
contenidas en su Alternativa Sindical. Hay que seguir presionando en los sindicatos, peleando
contra los miedos de sus direcciones oportunistas, reforzando los sectores de sindicalistas de
clase, implicando a nuevos sectores: estudiantes, movimiento ciudadano, etc. Pero la movilización
anunciada es un paso más que demuestra que, por encima de todo, la pelea sigue, que
continúa desarrollándose la confrontación de clase. Y eso la convierte en la máxima expresión
de unidad frente al enemigo común: la oligarquía empresarial y financiera y sus mercenarios
políticos.
La clase obrera necesita ir profundizando en la batalla, pero no puede hacerlo sin sentirse
capaz de encarar la lucha, segura, confiada en sus propias fuerzas. Por eso, nadie, ninguna
fuerza del campo popular, puede justificar en objetivos pretendidamente más radicales la falta
de apoyo a las movilizaciones convocadas.
El primer enfrentamiento se saldó con una victoria de nuestra clase. La Huelga General del
29 de septiembre demostró que existe fuerza, que el deseo de unidad y la combatividad siguen
animando a una parte sustancial del movimiento obrero que reconoce el valor de la organización;
pero el enemigo es poderoso y no debemos confiarnos, porque cualquier retroceso, en
las condiciones actuales de debilidad y dispersión políticas, podría interpretarse como una derrota
y llevar la frustración, una más, una nueva, al corazón de nuestra clase.
Conforme se desarrolle el combate, vamos a necesitar tramar la unidad de clase: con razones,
sí, que nos sobran, porque la política que aplican las fuerzas burguesas, no solo ataca
nuestros derechos, sino que agrava la crisis que dicen querer combatir; pero también, y con
particular urgencia, con unidad política, porque frente a la rabia y el hastío de la mayoría social,
quienes dicen representar sus intereses donde se deciden las cuestiones que nos afectan a todos,
han sacrificado la democracia y la soberanía popular al becerro de oro: legislan y deciden
a espaldas de los ciudadanos.
El capitalismo ha demostrado que no sólo es incapaz de satisfacer la necesidad de la mayoría
trabajadora, sino que constituye una máquina de producir crisis económicas cada vez
más catastróficas, que derivan en guerras y destrucción. Su superación es, por tanto, una necesidad
urgente para la Humanidad, pero sabemos que, para ello, va a ser necesaria la acción
decidida de la clase obrera. En España, el capital se apoya en un régimen monárquico, oligárquico
y corrupto, que se ampara en la Constitución de 1978 para aparecer como democracia
formal. Por eso, en nuestro país, la tarea central que debe servir a la unificación de las luchas
populares, a elevar la conciencia política de las masas y a redoblar la confianza del proletariado
en sus propias fuerzas, es la lucha por la superación de la monarquía, en la perspectiva de una
democracia republicana, popular y federativa, de modo que podamos seguir acumulando fuerzas
en torno a la clase obrera para la construcción del Socialismo.
En mayo próximo hay elecciones municipales y autonómicas; es tiempo de empezar a trabajar
por la articulación de un bloque popular frente a la oligarquía y sus lacayos.
Es hora de unidad, de lucha social y de política.
¡TODOS A LAS MANIFESTACIONES DEL 18 DE DICIEMBRE!
¡CONTRA LA OLIGARQUÍA: UNIDAD POPULAR Y DE CLASE!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Noviembre de 2010