Los matices, es decir, las características o aspectos que no se perciben fácilmente, pero que dan un significado o valor determinado a una cosa o hecho, juegan un papel determinante en el estudio y la comprensión del Marxismo como herramienta teórica para la transformación revolucionaria de la sociedad. En los matices se encuentra el destino de la Revolución en juego. Todas y todos conocemos el resabido dicho de que todo depende de como lo mires, el vaso está medio lleno o medio vacío y eso no es del todo correcto. El vaso sólo puede estar o medio lleno o medio vacío. Una misma cosa no puede ser dos diferentes y antagónicas a la vez. Nuestra tesis inicial para este artículo es que las contradicciones están determinadas por el grado de necesidad de cada individuo ante la situación de decidir una u otra opción, en el caso del vaso decidir si está medio lleno o medio vacío, esta es la base material. También defendemos que la posición ante la situación es lo que lo sobredetermina todo, es decir, la lucha de clases como motor de la historia.
El hecho de definir el vaso como medio lleno viene a significar que no hay necesidad y por lo tanto no se percibe fácilmente la ausencia de volumen. En caso contrario, el hecho de definir el vaso como medio vacío viene a significar que si hay necesidad. Es decir sólo desde una determinada posición se puede comprender una determinada realidad y esa realidad se adapta a los condicionantes desde los que se observa.
Medio lleno o medio vacío, ¿cómo está España? Medio llena o medio vacía de personas en contra de la violencia como herramienta política, en concreto medio llena o medio vacía de personas en contra de ETA. Medio llena o medio vacía de personas trabajadoras, honradas y sinceras. Medio llena o medio vacía de personas ruines, codiciosas y mezquinas... Desde que posición analizamos cada contradicción en los diferentes terrenos de la lucha de clases, es decir, contradicciones con el enemigo, contradicciones en el seno del pueblo, contradicciones del enemigo con el enemigo, contradicciones del enemigo con el pueblo... y que posición tomar ante cada una de estas contradicciones hace que el juego intelectual del vaso medio lleno o medio vacío cobre cierto sentido.
Por ejemplo, España está medio vacía de gente que rechace la violencia como herramienta política además está medio vacía de gente en contra de ETA de manera explícita y que haga demostración de ello entre las masas, es decir que diga bien alto que está en contra del terrorismo. Por el contrario también podemos decir que está medio llena de gente que rechaza la violencia como herramienta política, todavía faltan muchos pero está medio llena, y también está medio llena de gente que rechaza la violencia de ETA, que rechaza el terrorismo como forma de hacer política ya que sabemos que los votos a estos nazis disfrazados de revolucionarios han sido 178.211 en las últimas elecciones europeas. Todo depende de la posición desde donde se digan las cosas.
Este matiz es de carácter fundamental ya que como dijo Marx: “la humanidad sólo se propone tareas que pueda culminar”. Nosotros defendemos que está medio lleno, es decir no necesitamos que la gente lo esté haciendo (decirlo de forma explícita) para saber que es la única posición justa y revolucionaria. Nosotras y nosotros, los que ligamos la teoría de vanguardia del proletariado en España al conjunto de las masas populares, sabemos que es una aspiración justa y revolucionaria, la de vivir en un mundo sin violencia, sin terrorismo, sin miedo al que dirán o al que harán. Sabemos que para conseguirlo, además, hemos de acabar con el sistema de relaciones capitalistas. Hay que luchar por otro sistema de relaciones en donde el abismo entre dueños y esclavos deje de existir, donde las relaciones de propiedad sean radicalmente distintas. Sabemos que el Comunismo no ha empezado todavía y que este se define por ser un modo de relaciones en donde se espera “de cada uno según sus capacidades” y se entrega “a cada cual según sus necesidades”, en donde la necesidad existe y su satisfacción individual es una tarea colectiva.
Las personas queremos vivir en un mundo sin violencia. Luchemos por ese mundo, combatamos cada idea errónea para establecer cual es el camino justo y revolucionario, cual es el único camino que es revolucionario porque como en el caso del vaso, la Revolución no puede estar medio hecha o medio sin hacer, sólo se puede partir de una posición. En concreto en este caso para nosotras y nosotros la Revolución está medio sin hacer, hay una necesidad radical de organizar y aumentar el Partido de la Revolución en España, como paso necesario para proponer una alternativa revolucionaria al Capitalismo. Hay una necesidad radical de luchar por unir a todo lo unible, desde lo más adelantado, en cada terreno de lucha, en cada acción: al mejor obrero de la industria o de la construcción, al mejor estudiante de medicina de la promoción de este año, a la mejor bioquímica del sector farmacéutico, a la mejor aparejadora, a la mejor corredora de fondo, al mejor nadador, al mejor actor o actriz... A todo lo bueno y, sobre todo, a la mayoría del pueblo que siempre nos demuestra que es el mejor en todo lo que hace: campañas, ayudas, movilizaciones..., es decir, todo lo que el pueblo hace además de trabajar para que Botín y su camarilla sigan vampirizando el trabajo de la clase proletaria y las demás clase populares de España.
Esto es todo lo que los Comunistas debemos saber canalizar para que esa energía, inmensa energía revolucionaria, se abra paso en la historia. ¡Sí se puede transformar el mundo desde la raíz!
MARXISMO ¿SI O NO?, ¿POR QUÉ?
El marxismo suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en él algo así como una “secta perniciosa”. Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social “imparcial”. De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal, defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital.
Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
El marxismo es omnipotente porque es verdadera. Es completa y armónica, y brinda a los hombres una concepción integral del mundo, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en le siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, dónde se desarrolló la batalla decisiva contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de “refutar”, minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas de idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o el apoyo de la religión.
Marx enriqueció la filosofía con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, al que a su vez, había conducido el materialismo de Feuerbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales (el radio, los electrones, la transformación de los elementos) son una adimirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx, quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses, y sus “nuevos” retornos al viejo y decadente idealismo.
La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber.
Después de haber comprendido que el régimen económico es la base sobre la cual se erige la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al estudio atento de ese sistema económico. La obra principal de Marx, El Capital, está consagrada al estudio del régimen económico de la sociedad moderna. La economía clásica anterior a Marx surgió en Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David Ricardo, en sus investigaciones del régimen económico, sentaron las bases de la teoría del valor por el trabajo. Marx prosiguió su obra. Demostró estrictamente esa teoría y la desarrolló consecuentemente; mostró que el valor de toda mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción.
El hecho de definir el vaso como medio lleno viene a significar que no hay necesidad y por lo tanto no se percibe fácilmente la ausencia de volumen. En caso contrario, el hecho de definir el vaso como medio vacío viene a significar que si hay necesidad. Es decir sólo desde una determinada posición se puede comprender una determinada realidad y esa realidad se adapta a los condicionantes desde los que se observa.
Medio lleno o medio vacío, ¿cómo está España? Medio llena o medio vacía de personas en contra de la violencia como herramienta política, en concreto medio llena o medio vacía de personas en contra de ETA. Medio llena o medio vacía de personas trabajadoras, honradas y sinceras. Medio llena o medio vacía de personas ruines, codiciosas y mezquinas... Desde que posición analizamos cada contradicción en los diferentes terrenos de la lucha de clases, es decir, contradicciones con el enemigo, contradicciones en el seno del pueblo, contradicciones del enemigo con el enemigo, contradicciones del enemigo con el pueblo... y que posición tomar ante cada una de estas contradicciones hace que el juego intelectual del vaso medio lleno o medio vacío cobre cierto sentido.
Por ejemplo, España está medio vacía de gente que rechace la violencia como herramienta política además está medio vacía de gente en contra de ETA de manera explícita y que haga demostración de ello entre las masas, es decir que diga bien alto que está en contra del terrorismo. Por el contrario también podemos decir que está medio llena de gente que rechaza la violencia como herramienta política, todavía faltan muchos pero está medio llena, y también está medio llena de gente que rechaza la violencia de ETA, que rechaza el terrorismo como forma de hacer política ya que sabemos que los votos a estos nazis disfrazados de revolucionarios han sido 178.211 en las últimas elecciones europeas. Todo depende de la posición desde donde se digan las cosas.
Este matiz es de carácter fundamental ya que como dijo Marx: “la humanidad sólo se propone tareas que pueda culminar”. Nosotros defendemos que está medio lleno, es decir no necesitamos que la gente lo esté haciendo (decirlo de forma explícita) para saber que es la única posición justa y revolucionaria. Nosotras y nosotros, los que ligamos la teoría de vanguardia del proletariado en España al conjunto de las masas populares, sabemos que es una aspiración justa y revolucionaria, la de vivir en un mundo sin violencia, sin terrorismo, sin miedo al que dirán o al que harán. Sabemos que para conseguirlo, además, hemos de acabar con el sistema de relaciones capitalistas. Hay que luchar por otro sistema de relaciones en donde el abismo entre dueños y esclavos deje de existir, donde las relaciones de propiedad sean radicalmente distintas. Sabemos que el Comunismo no ha empezado todavía y que este se define por ser un modo de relaciones en donde se espera “de cada uno según sus capacidades” y se entrega “a cada cual según sus necesidades”, en donde la necesidad existe y su satisfacción individual es una tarea colectiva.
Las personas queremos vivir en un mundo sin violencia. Luchemos por ese mundo, combatamos cada idea errónea para establecer cual es el camino justo y revolucionario, cual es el único camino que es revolucionario porque como en el caso del vaso, la Revolución no puede estar medio hecha o medio sin hacer, sólo se puede partir de una posición. En concreto en este caso para nosotras y nosotros la Revolución está medio sin hacer, hay una necesidad radical de organizar y aumentar el Partido de la Revolución en España, como paso necesario para proponer una alternativa revolucionaria al Capitalismo. Hay una necesidad radical de luchar por unir a todo lo unible, desde lo más adelantado, en cada terreno de lucha, en cada acción: al mejor obrero de la industria o de la construcción, al mejor estudiante de medicina de la promoción de este año, a la mejor bioquímica del sector farmacéutico, a la mejor aparejadora, a la mejor corredora de fondo, al mejor nadador, al mejor actor o actriz... A todo lo bueno y, sobre todo, a la mayoría del pueblo que siempre nos demuestra que es el mejor en todo lo que hace: campañas, ayudas, movilizaciones..., es decir, todo lo que el pueblo hace además de trabajar para que Botín y su camarilla sigan vampirizando el trabajo de la clase proletaria y las demás clase populares de España.
Esto es todo lo que los Comunistas debemos saber canalizar para que esa energía, inmensa energía revolucionaria, se abra paso en la historia. ¡Sí se puede transformar el mundo desde la raíz!
MARXISMO ¿SI O NO?, ¿POR QUÉ?
El marxismo suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en él algo así como una “secta perniciosa”. Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social “imparcial”. De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal, defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital.
Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
El marxismo es omnipotente porque es verdadera. Es completa y armónica, y brinda a los hombres una concepción integral del mundo, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en le siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.
La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, dónde se desarrolló la batalla decisiva contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de “refutar”, minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas de idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o el apoyo de la religión.
Marx enriqueció la filosofía con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, al que a su vez, había conducido el materialismo de Feuerbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales (el radio, los electrones, la transformación de los elementos) son una adimirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx, quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses, y sus “nuevos” retornos al viejo y decadente idealismo.
La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber.
Después de haber comprendido que el régimen económico es la base sobre la cual se erige la superestructura política, Marx se entregó sobre todo al estudio atento de ese sistema económico. La obra principal de Marx, El Capital, está consagrada al estudio del régimen económico de la sociedad moderna. La economía clásica anterior a Marx surgió en Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David Ricardo, en sus investigaciones del régimen económico, sentaron las bases de la teoría del valor por el trabajo. Marx prosiguió su obra. Demostró estrictamente esa teoría y la desarrolló consecuentemente; mostró que el valor de toda mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción.