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    V Congreso de la Internacional Comunista (cuestión sindical)

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    V Congreso de la Internacional Comunista (cuestión sindical) Empty V Congreso de la Internacional Comunista (cuestión sindical)

    Mensaje por Invitado Miér Dic 15, 2010 11:49 am

    http://www.unionproletaria.net/spip.php?article375

    Nuestra táctica dentro del movimiento sindical

    V CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA (17 de junio - 8 de julio de 1924)


    SOBRE EL PROBLEMA SINDICAL [Resolución]

    I

    El V Congreso de la Internacional Comunista confirma las directivas presentadas por Lozovski sobre el problema sindical. Se confía su redacción definitiva a una comisión compuesta por Lozovski, Radetsky, Sémard, Dunne, Khon y un camarada inglés, otro polaco, otro italiano y otro balcánico, a designar por sus respectivas delegaciones. El Congreso remite el título IV de las directivas al Ejecutivo, quien tratará en detalle los problemas relacionados con el Congreso de Viena de la Federación Sindical Internacional y determinará la línea de conducta a adoptar.

    II

    El V Congreso de la Internacional Comunista declara que las concepciones de Wilhelm Schumacher y sus partidarios sobre el problema sindical, así como la conducta dentro del movimiento sindical, contradicen las decisiones de la Internacional Comunista. El Congreso condena por dañina a la revolución toda doctrina o práctica que favorezcan el movimiento en pro del abandono de los sindicatos, o la escisión sindical en Alemania. Invita a todos los obreros que han abandonado los sindicatos a reingresar en ellos y, en general, a todos los obreros a organizarse sindicalmente. Destaca que los sindicatos son el lugar de encuentro de todos los explotados y que los comunistas deben ejercer en ellos una acción de educación y propaganda. Abandonar los sindicatos es desertar de la revolución y trabajar en beneficio de los enemigos del proletariado.

    NUESTRA TÁCTICA DENTRO DEL MOVIMIENTO SINDICAL (DIRECTIVAS DE LOZOVSKI).

    I. Un giro en el movimiento obrero.

    El año 1924 se caracteriza por los siguientes rasgos:

    a) Ha cesado la retirada general de los obreros

    b) En algunos países y ciertas industrias se producen ofensivas obreras; en otros se refuerza la defensa contra el empeoramiento de las condiciones de trabajo

    c) El reformismo internacional ha consolidado su alianza con las clases dirigentes; a la traición política añade la traición económica, saboteando tanto como puede los asaltos obreros

    d) La Internacional de Ámsterdam ha mostrado su carácter imperialista y pro-Entente (ocupación del Ruhr, plan de los expertos, etc.). En su seno se ha manifestado una minoría todavía informe, políticamente indeterminada, pero descontenta de su política tradicional

    e) El descontento de las masas obreras y pequeñoburguesas ha provocado en algunos países (Inglaterra, Francia, Dinamarca) la sustitución de los gobiernos resueltamente reaccionarios por gobiernos semisocialistas o pacifistas destinados a continuar, bajo su nuevo rótulo, la antigua política de la burguesía

    f) Al mismo tiempo que la influencia de los sindicatos reformistas decrecía, que éstos se debilitaban moral, política, financiera y numéricamente, se ha comprobado el aumento de los sindicatos revolucionarios y de las minorías, cuyo papel ha crecido no sólo en las batallas políticas del proletariado, sino asimismo en la lucha económica

    g) El peso de la Internacional Comunista y de los partidos comunistas en el movimiento sindical ha aumentado de manera considerable, y la ISR, que en otro tiempo no era más que un Comité Internacional de Propaganda, se ha transformado en una verdadera organización universal de sindicatos revolucionarios y combativos

    h) Todas estas causas han desatado, por una parte, una ofensiva desenfrenada de los reformistas contra los sindicatos revolucionarios (exclusión de los comunistas, organización de secciones antibolcheviques, intensificación de la campaña de calumnias, etc.) y, por la otra, tentativas de la Internacional de Ámsterdam misma por dominar el movimiento sindical revolucionario

    i) Los dirigentes de los sindicatos reformistas se han convertido en instrumentos de la reacción fascista, y en ciertos países (Alemania) se ha hecho presente un estado de ánimo favorable a una modificación de la táctica de la Internacional Comunista, al abandono de los sindicatos y a la creación de organizaciones nuevas. Tales son los rasgos esenciales que hay que tener en cuenta para definir nuestra política sindical.

    II. La campaña por la unidad.

    Toda la actividad de la Internacional Comunista se rige por el hilo conductor de la unidad sindical. No es que haga un fetiche de la organización, sino que cree que los comunistas, al militar por la unidad sindical, extienden la zona de influencia de los partidos comunistas y de la Internacional Comunista sin separarse un instante de las masas. Combatir por la unidad del movimiento sindical es la mejor manera de conquistarse las masas. He ahí por qué nada puede ni debe obligar a la Internacional y los partidos a modificar su línea fundamental. Las antiguas consignas –Conquista y no destrucción de los sindicatos; Lucha contra la deserción de los sindicatos; Reingreso a los sindicatos; Lucha por la unidad- siguen siendo ciertas y se las debe aplicar con resolución y energía. La campaña por la unidad se impone no sólo en los países donde la gran mayoría de los sindicalistas se encuentra en los sindicatos reformistas, sino en aquellos donde existen paralelamente centrales reformistas y centrales revolucionarias (Francia, Checoslovaquia). En ningún caso los partidos comunistas deben dejar el monopolio de la unidad en manos de los reformistas, que con la consigna de unidad de la boca para afuera dividen, corrompen y desmoralizan el movimiento obrero. Es deber de los comunistas no permitir la diseminación de los obreros excluidos o no organizados; deben reunirlos y organizarlos para combatir el capitalismo y el reformismo. Pero también en este caso la lucha por el restablecimiento de la unidad es la tarea más esencial de los excluidos y de sus organizaciones.

    III. La Internacional de Ámsterdam y su ala izquierda.

    Nuestra actitud para con la Internacional de Ámsterdam, fijada por los congresos precedentes, sigue en vigor. Esa Internacional, al menos en la persona de sus dirigentes, es la muralla del imperialismo; imposible reflejar mejor que ella el conservadurismo, el nacionalismo estrecho, la mentalidad imperialista, burguesa y retrógrada de las categorías obreras más corrompidas por la burguesía. La lucha contra la Internacional de Ámsterdam, contra su teoría y su práctica, sigue siendo una tarea esencial de la Internacional Comunista y sus secciones. Desenmascarar sin piedad a los lacayos del capital y llevar una guerra a muerte contra esa muralla de la reacción capitalista, burguesa y fascista: he ahí la divisa actual. Pero al luchar contra la Internacional de Ámsterdam no debemos perder de vista dos cosas: a) La presencia en los sindicatos reformistas de millones de proletarios, y b) La aparición de un ala izquierda muy informe y políticamente vacilante, pero ala izquierda pese a todo. La presencia de millones de obreros en la Internacional de Ámsterdam debe obligar a los partidos comunistas a centuplicar los esfuerzos por liberar a aquellos de las ilusiones reformistas. Pero no basta con intensificar la agitación y la propaganda. Los obreros se liberarán de las ilusiones reformistas en la medida en que los comunistas sepan desempeñar el papel protagonista en los combates económicos de la clase obrera. Los conflictos económicos ofrecen ocasiones particularmente favorables a la aplicación de la táctica del frente único y al desenmascaramiento del papel fascista y traidor de los jefes. El ala izquierda de la Internacional de Ámsterdam no tiene programa claro ni táctica. Es un ala izquierda que abarca varias tendencias y que no ha intentado hacerse de su propia plataforma. Se forma cierto grupo sobre el problema de las relaciones con los sindicatos rusos, pero la ‘izquierda’ no se distingue en nada esencial de la ‘derecha’ en los problemas políticos fundamentales (reparaciones, conclusiones de los expertos, política colonial, etc.). Su defecto primero y principal consiste en querer reconciliar el reformismo con el comunismo y en creer que se puede encontrar una línea media entre estos enemigos a muerte. Su indeterminación, su inconsistencia, su carácter bastardo han quedado ilustrados por el Congreso de Viena, en el que el ala izquierda votó la resolución de la derecha sin intentar presentar una plataforma propia. No por ello refleja menos una seria fermentación de las masas, particularmente en Inglaterra, donde las masas están descontentas con la antigua política y buscan una salida para el atolladero reformista. De allí deriva nuestra actitud. La Internacional Comunista y los partidos comunistas sostiene el ala izquierda en la medida en que ésta lucha realmente contra el programa y la táctica de Ámsterdam. Sería un error sobreestimar el ala izquierda, su amorfismo, su carácter híbrido y su inconsistencia. Los comunistas y las organizaciones sindicales que están bajo su influencia deben proponerle al ala izquierda de Ámsterdam crear en común órganos de acción contra la reacción burguesa y capitalista. El factor decisivo en las proposiciones de este tipo es la acción. Los comunistas deben exigir que los elementos de izquierda de la Internacional de Ámsterdam, que hablan de inteligencia con los sindicatos revolucionarios, lleven su ofrecimiento a la práctica de la lucha diaria de cada país. La leal disposición de estos elementos para entrar de consuno con nosotros medirá el apoyo que habremos de darles. Los comunistas no deben olvidar que el ala izquierda de la Internacional de Ámsterdam desea salvar a esa Internacional, no mediante un abandono radical de su antigua táctica, sino por ligeros cambios de esa táctica. Los partidos comunistas deben ejercer, por medio de los sindicatos influidos por ellos, la necesaria presión sobre ciertas fracciones de la Internacional de Ámsterdam.

    IV. La campaña por la unidad sindical.

    Los cuatro años de existencia de la Internacional Sindical Roja arrojaron el resultado de agrupar y unir a todos los elementos revolucionarios del movimiento sindical universal. El monopolio de la Internacional de Ámsterdam se destruyó hace ya mucho. La Internacional Comunista y los partidos comunistas tienen que llevar una enérgica campaña por la unión de los sindicatos revolucionarios, por su agrupamiento compacto en torno a la Internacional Sindical Roja, por el reforzamiento de la influencia comunista y de la dirección comunista en los sindicatos rojos de todos los países. Este resultado sólo se puede obtener si llevan al mismo tiempo una acción sistemática por la unidad sindical. La crisis doctrinal y política que se agrava en la Internacional de Ámsterdam, la aparición de un ala izquierda que tiende a establecer un frente único con los sindicatos revolucionarios y los progresos del estado de ánimo revolucionario en el movimiento sindical inglés permiten a la Internacional Comunista y a los partidos comunistas desencadenar exitosamente una lucha decisiva por el restablecimiento de la unidad internacional. Esta unidad podría restablecerse mediante la convocatoria de un Congreso Mundial, en el que estarían representados sobre una base proporcional todos los sindicatos afiliados a la Internacional de Ámsterdam y a la Internacional Sindical Roja. El Congreso Mundial de unión, en el que deben estar representados los sindicatos de todo el mundo, podría echar los fundamentos de una nueva Internacional unificada de los sindicatos, que se convertiría efectivamente en la organización mundial del proletariado. Sería un congreso que marcaría un progreso gigantesco en el camino de la concentración de todas las fuerzas por la lucha contra la burguesía. La creación de una internacional unificada, sobre la base de la libertad de agitación y la más rigurosa disciplina en todas las naciones contra la burguesía, debería naturalmente implicar la disolución de las internacionales que existen ahora paralelamente (la Internacional Sindical Roja y la Internacional de Ámsterdam). Hasta que logremos restablecer la unidad del movimiento sindical internacional, la Internacional Comunista y los partidos comunistas deben continuar aportando su ayuda, su concurso y su apoyo a la Internacional Sindical Roja y a todas las organizaciones relacionadas con ésta.

    V. Nuestros lados débiles.

    Pese al gran trabajo llevado a cabo por todos los partidos comunistas en el campo sindical, estos dos últimos años se han puesto de manifiesto en ese trabajo una serie de rasgos que deben ser combativos de la manera más categórica. Tienen relación con lo siguiente:

    1. La ausencia en muchos países de fracciones comunistas, o su creación por arriba donde existen.

    2. La negativa a crear fracciones en las organizaciones que poseen una dirección comunista o aproximada.

    3. La negativa a crear fracciones en los sindicatos reformistas, allí donde existe una organización revolucionaria paralela (Francia).

    4. La falta de disciplina de los miembros del Partido, que siguen su línea impresionista; de ahí, abandono en masa de los sindicatos y política sindical propia, al margen de las decisiones del Partido y de la Internacional Comunista (Alemania).

    5. La negligencia de los partidos con respecto a los sindicatos revolucionarios, que se forman paralelamente a los sindicatos reformistas (Estados Unidos, Bélgica, Holanda), cuando habría que dirigirlos de una manera sistemática desde el punto de vista moral y político y educarlos dentro del espíritu de nuestra táctica.

    6. Una propaganda abstracta dentro de los sindicatos, en lugar de intensificar la lucha contra los reformistas sobre la base de las necesidades diarias de la clase obrera.

    7. Una atención insuficiente, con rarísimas excepciones (Alemania), a la creación y funcionamiento de los comités de fábrica y la ineptitud para utilizar la lucha económica de las masas para formar estos comités.

    8. La debilidad para combatir las tendencias y prejuicios corporativos profundamente arraigados, hasta entre los obreros revolucionarios.

    9. La pésima preparación política y comunista de los congresos y las conferencias intersindicales y sindicales y el carácter fortuito de las intervenciones comunistas en esos congresos.

    10. Un excesivo nerviosismo para con las maniobras escisionistas de los reformistas, y una utilización política insuficiente de las exclusiones individuales y sobre todo de las exclusiones en masa.

    11. La subestimación del hecho de que las empresas, los comités de fábrica y los sindicatos son el campo natural de organización del frente único de los obreros.

    12. La subestimación de la importancia y el papel del trabajo sindical; de ahí, una atención insuficiente de la prensa del Partido.

    13. Los órganos centrales de muchos partidos conceden lugar insignificante a los problemas sindicales. Ausencia de literatura sindical de agitación y propaganda.

    Todos los aspectos débiles enumerados se encuentran, en proporciones variables, en casi todos los países. El defecto fundamental –punto de partida de todos esos aspectos débiles- de nuestro trabajo en los sindicatos es la falta o el estado embrionario de las células del Partido en las fábricas y las empresas. La creación de células comunistas de fábrica es la condición previa del establecimiento de fracciones por abajo, del fortalecimiento de la actividad de todos los miembros del Partido en el campo sindical y de la aplicación de una directiva única en todos los grados de la organización sindical.

    VI. Nuestros objetivos inmediatos.

    1. La tarea fundamental de todos los partidos comunistas es la organización de fracciones militantes, comenzando por la fábrica y remontándonos a la escala sindical e intersindical, y el reforzamiento del control del Partido sobre la actividad y el trabajo de los miembros y sobre todo de las fracciones sindicales.

    2. El centro de gravedad del trabajo debe trasladarse a las masas, a las empresas. De ahí la necesidad de crear comités de fábrica allí donde no los hay, y de trabajar y penetrar de espíritu revolucionario a los que ya existen. Hay que proceder de manera que los comités de fábrica tomen parte activa y enérgica en la lucha económica y obstaculicen, donde sea necesario, a los sindicatos reformistas cuando éstos se pongan del lado de los patronos.

    3. Hay que plantear y resolver efectivamente en cada Partido el problema de los órganos militantes para la dirección de la lucha económica. Esto es esencialmente necesario donde los obreros revolucionarios se encuentran en los sindicatos reformistas y donde el punto de partida de las acciones económicas depende de negociaciones secretas y del espíritu de conciliación de los dirigentes sindicales.

    4. Es necesario agrupar en cada país a todos los sindicatos revolucionarios autónomos, así como a los sindicatos de excluidos, y relacionarlos, por medio de comités de acción, con la oposición dentro de las organizaciones reformistas.

    5. Hay que intensificar la lucha contra la traición de los jefes sindicales; todos los hechos de traición deben ser objeto de un examen en las empresas y las fábrica. Es preciso popularizar la consigna de “¡Fuera de las organizaciones proletarias los burócratas traidores!”.

    6. Donde el movimiento sindical se encuentra dividido es preciso realizar un trabajo sistemático en las masas para restablecer la unidad sindical mediante la convocatoria de un congreso general de unión sobre la base de la representación proporcional y de la libertad de opinión. El restablecimiento de la unidad de acción de los obreros de toda tendencia contra el capital debe ser el santo y seña fundamental del próximo período.

    7. Allí donde el abandono de los sindicatos, bajo la influencia de los traidores políticos y económicos de la burocracia sindical, ha alcanzado suma agudeza los partidos deben llevar una enérgica lucha contra ese síntoma de pasividad y desesperación. Hay que declarar una guerra sin piedad al abandono de los sindicatos por los comunistas. En esos países la campaña debe llevarse bajo la consigna “¡Regreso a los sindicatos!”.

    8. Hay que trabajar enérgicamente para organizar y conducir a la lucha a los obreros no organizados. Sería una falta crear nuevas organizaciones de obreros no organizados; el punto inicial y natural de agrupamiento de todos los obreros no organizados y, dentro de este número, de todos cuantos por diversos motivos han abandonado los sindicatos son los comités de fábrica, los comités de acción, etc. Todo el trabajo por la unión de los no organizados debe tener la finalidad de hacerlos entrar en los sindicatos y de trocar a los descontentos en militantes activos contra la burocracia sindical.

    9. Hay que dedicar una atención particularísima a la organización de los obreros de las ramas que pueden desempeñar un papel decisivo en la lucha de la clase obrera por el poder (transportes, metalurgia, industria química, electricidad, gas, etc.). El éxito de los partidos comunistas en los sindicatos se medirá por sus éxitos en la organización de los obreros de esas ramas.

    10. Hay que crear comités mixtos (franco-alemanes, germano-polacos, ruso-polacos, etc.) formados por obreros de las principales ramas (transportes, minas, etc.) con miras a preparar ofensivas paralelas por ambos lados de las fronteras. Estos comités mixtos pueden desempeñar un papel considerable si los partidos saben elegir cuidadosamente a sus miembros.

    11. Los partidos comunistas de los países cuya burguesía explota pueblos coloniales o semicoloniales deben conceder una atención especial al movimiento profesional que se desarrolla en las colonias: 1) para liberar a esas jóvenes organizaciones sindicales de la ideología sindicalista, y 2) para liberarlas de toda sujeción a la política imperialista de la burocracia sindical de la metrópoli.

    12. En los países en los que bajo el pabellón de la independencia y la autonomía sindical se lleva una política hostil para con los partidos comunistas y para con el comunismo hay que intensificar el trabajo en las masas, poniendo al descubierto el carácter antiproletario de este santo y seña y reforzando la colaboración con los elementos que aceptan las decisiones de los congresos de la Internacional Sindical Roja. La lucha contra la demagogia y la confusión anarcosindicalista es la tarea más importante de los partidos en esos países.

    13. El conocimiento del adversario es la condición preliminar del éxito, y por eso los partidos comunistas deben, de acuerdo con los sindicatos, aplicarse al estudio minucioso de las organizaciones patronales, de su estructura, de sus órganos y sus métodos habituales para corromper y disolver las organizaciones obreras. Los patronos tienen un alto número de agentes entre los obreros. Los partidos comunistas y los sindicatos revolucionarios deben constituir un servicio de contraespionaje económico a fin de conocer la fuerza y la facultad de resistencia de nuestros enemigos de clase.

    14. Todos los partidos comunistas deben establecer un estrecho contacto entre los sindicatos y los miembros sindicalizados que se encuentran en el ejército. La creación de órganos y cajas especiales que vinculen a los soldados con sus respectivos sindicatos puede prestar grandes servicios en el trabajo antimilitarista de los partidos comunistas. En particular, hay que esforzarse por establecer un estrecho vínculo entre las organizaciones sindicales de marinos y los marineros de la flota militar.

    VII. Conclusión.

    El V Congreso de la Internacional Comunista, al confirmar todas las decisiones de los congresos precedentes acerca de las tareas de los comunistas en el movimiento sindical, atrae la atención de los partidos sobre la importancia excepcional del trabajo sindical. Ninguna vacilación es tolerable en estos asuntos. Los sindicatos desempeñan un papel considerable en la preparación revolucionaria, y excepcional ha de ser el que desempeñarán en el momento de la revolución social; a ellos incumbirá, sobre todo, la construcción socialista cuando, tras la victoria del proletariado, se conviertan en los órganos de la dictadura del proletariado. La revolución social es imposible sin la conquista previa de los sindicatos. Por eso es conveniente proseguir con encarnecimiento el camino indicado por todos los congresos. La conquista de los sindicatos es la conquista de las masas. Todos los partidos comunistas han efectuado un inmenso progreso en este camino. Hay que ir más lejos aún, pese a las traiciones de la burocracia sindical, pese a los descalabros y los titubeos paralelos de la masa. Para la revolución social se trata de un problema de vida o muerte. Por eso el V Congreso insta a todas las secciones a no apartarse ni un paso de las decisiones adoptadas y a llevar a buen fin la obra de la conquista de los sindicatos, es decir de la conquista de las masas. El V Congreso encarga a todos los comunistas defender los principios expuestos más arriba en el próximo III Congreso de la Internacional Sindical Roja.


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