Pero, Thiago, aca tu puedes hacer tus pavadas, muchacho.
La frase aquella simplificando gobierno con Estado, ni te inmutateste verdad?.
Tu si q eres un charlatán, de lo mismo que acusas a Trotsky, imaginese!.
Pero si quieres debatir no lo hagas timando a los demás.
Por ejemplo no digas:
Que Trotsky decia que en la URSS había socialismo.
Que Trotsky era un "fetichista del Estado", de eso se lo puede acusar a cualquier seguidor de la linea de Stalin, pero a ... ¿Trotsky?.
Que ser enemigo de un gobierno, no necesariamente es serlo del Estado, desde el punto de vista marxista, yo se que los burgueses lo equiparan pero yo creo estar discutiendo con un "comunista cientifico", aunque pensandolo la verdad no, ¿has oído decir? "la verdad es revolucionaria", aplicate el cuento.
Algo para que los confusos y los que quieran debatir tomen en cuenta, y tambien para los timadores, claro, para los "fetichistas del estado".
EL DOBLE CARÁCTER DEL ESTADO SOVIÉTICO
La dictadura del proletariado es un puente entre la sociedad burguesa y la socialista. Su esencia misma le confiere un carácter temporal. El Estado que realiza la dictadura tiene como tarea derivada, pero absolutamente primordial, la de preparar su propia abolición. El grado de ejecución de esta tarea "derivada" verifica en cierto sentí 'do el éxito con que se ha llevado a cabo la idea básica: la construcción de una sociedad sin clases y sin contradicciones materiales. El burocratismo y la armonía social están en proporción inversa el uno de la otra.
Engels escribía en su célebre polémica contra Dühring: cuando desaparezcan, al mismo tiempo que el dominio de clases y la lucha por la existencia individual engendrada por la anarquía actual de la producción, los choques y los excesos que nacen de esta lucha, ya no habrá nada que reprimir, y la necesidad de una fuerza especial de represión no se hará sentir en el Estado". El filisteo cree en la eternidad del gendarme. En realidad, el gendarme dominará al hombre en tanto que éste no haya dominado suficientemente a la Naturaleza. Para que el Estado desaparezca, es necesario que desaparezcan "el dominio de clase y la lucha por la existencia individual". Engels reúne estas dos condiciones en una sola: en la perspectiva de la sucesión de los regímenes sociales, unas decenas de años no cuentan mucho. Las generaciones que soportan la revolución sobre sus propias espaldas, lo ven de otra manera. Es exacto que la lucha de todos contra todos nace de la anarquía capitalista. Pero la socialización de los medios de producción no suprime automáticamente "la lucha por la existencia individual". Este es el eje del asunto.
El Estado socialista, aun en América sobre las bases del capitalismo más avanzado, no podría dar a cada uno lo necesario, y se vería obligado, por tanto, a incitar a todo el mundo a que produjera lo más posible. La función del excitador le corresponde naturalmente en estas condiciones y no puede dejar de recurrir, modificándolos y suavizándolos, a los métodos de retribución del trabajo elaborados por el capitalismo. En este sentido, Marx escribía en 1875 que el "derecho burgués (...) es inevitable en la primera fase de la sociedad comunista, bajo la forma que reviste al nacer de la sociedad capitalista después de prolongados dolores de parto. El derecho jamás puede elevarse por encima del régimen económico y del desarrollo cultural condicionado por este régimen".
Lenin, comentando estas líneas notables, añade: "El derecho burgués en materia de reparto de artículos de consumo corresponde naturalmente al Estado burgués, pues el derecho no es nada sin un aparato de coerción que imponga sus normas. Resulta, pues, que el derecho burgués subsiste durante cierto tiempo en el seno del comunismo, y aún, que subsiste el Estado burgués sin burguesía".
Esta conclusión significativa, completamente ignorada por los actuales teóricos oficiales, tiene una importancia decisiva para la comprensión de la naturaleza del Estado soviético de hoy o, más exactamente, para una primera aproximación en este sentido. El Estado que se impone como tarea la transformación socialista de la sociedad, como se ve obligado a defender la desigualdad, es decir los privilegios de la minoría, sigue siendo, en cierta medida, un Estado "burgués", aunque sin burguesía. Estas palabras no implican alabanza ni censura; simplemente llaman a las cosas por su nombre.
Las normas burguesas de reparto, al precipitar el crecimiento del poder material, deben servir a fines socialistas. Pero el Estado adquiere inmediatamente un doble carácter: socialista en la medida en que defiende la propiedad colectiva de los medios de producción; burgués en la medida en que el reparto de los bienes se lleva a cabo por medio de medidas capitalistas de valor, con todas las consecuencias que se derivan de este hecho. Una definición tan contradictoria asustará, probablemente, a los escolásticos y a los dogmáticos; no podemos hacer otra cosa que lamentarlo.
La fisonomía definitiva del Estado obrero debe definirse por la relación cambiante entre sus tendencias burguesas y socialistas. La victoria de las últimas debe significar la supresión irrevocable del gendarme o, en otras palabras, la reabsorción del Estado en una sociedad que se administre a sí misma. Esto basta para hacer resaltar la inmensa importancia del problema de la burocracia soviética, hecho y síntoma.
Justamente porque, debido a toda su formación intelectual, dio a la concepción de Marx su forma más acentuada, Lenin revela la fuente de las dificultades venideras, comprendiendo las suyas, aunque no haya tenido tiempo para llevar su análisis hasta el fondo. "El Estado burgués sin burguesía" se reveló incompatible con una democracia soviética auténtica. La dualidad de las funciones del Estado no podía dejar de manifestarse en su estructura. La experiencia ha demostrado que la teoría no había sabido prever con claridad suficiente: si "el Estado de los obreros armados" responde plenamente a sus fines cuando se trata de defender la propiedad socializada en contra de la contrarrevolución, no sucede lo mismo cuando se trata de reglamentar la desigualdad en la esfera del consumo. Los que carecen de privilegios no se sienten inclinados a crearlos ni a defenderlos. La mayoría no puede respetar los privilegios de la minoría. Para defender el "derecho burgués", el Estado obrero se ve obligado a formar un órgano del tipo "burgués", o, dicho brevemente, se ve obligado a volver al gendarme, aunque dándole un nuevo uniforme.
Hemos dado, así, el primer paso hacia la comprensión de la contradicción fundamental entre el programa bolchevique y la realidad soviética. Si el Estado, en lugar de agonizar, se hace cada vez más despótico; si los mandatarios de la clase obrera se burocratizan, si la burocracia se erige por encima de la sociedad renovada, no se debe a razones secundarias como las supervivencias psicológicas del pasado, etc.; se debe a la inflexible necesidad de formar y de sostener a una minoría privilegiada mientras no sea posible asegurar la igualdad real.
Las tendencias burocráticas que sofocan al movimiento obrero también deberán manifestarse por doquier después de la revolución proletaria. Pero es evidente que, mientras más pobre sea la sociedad nacida de la revolución, esta "ley" deberá manifestarse más severamente, sin rodeos; y mientras más brutales sean las formas que debe revestir, el burocratismo será más peligroso para el desarrollo del socialismo. No son los "restos", impotentes por sí mismos, de las antiguas clases dirigentes los que impiden, como lo declara la doctrina puramente policíaca de Stalin, que el Estado soviético perezca, pues aunque se liberara de la burocracia parasitaria, permanecerían factores infinitamente más potentes, como la indigencia material, la falta de cultura general y el dominio consiguiente del "derecho burgués" en el terreno que interesa más directa y vivamente a todo hombre: el de su conservación personal.