El año pasado la Fundación Faessa publicó un estudio encargado por Cáritas bajo la dirección del profesor de la Universidad Pública de Navarra Miguel Laparra. El informe analiza el período 2007-2009, concluyendo que se ha producido un empeoramiento de la situación material de los trabajadores, en cuyo seno los índices de pobreza son ya muy severos.
En España la pobreza entre los obreros aumentó en esos dos años un 3,4 por ciento, lo que implica que hay un millón de pobres oficiales más. Antes de la crisis los pobres rondaban el 19,3 por ciento de la población, por lo que en 2009 ya estaban en un 22,7.
Con la pobreza vienen otras consecuencias de la mano. La exclusión social registró una subida del 15,3 con el que estaba en 2007, hasta 18,6 en 2009. La exclusión social afectaba en 2009 al 18,6 por ciento de los hogares españoles, en tanto que en 2007, la cifra era menor, 15,3.
Otro dato es que dentro de los pobres, aumentó el número de pobres severos en aproximadamente dos millones. Miles de familias obreras se encuentren con la soga al cuello. Un 15 por ciento más de familias obreras se están viendo obligadas a mendigar para subsistir, según el responsable de Cáritas en Madrid. El número de obreros atendidos en el primer semestre de 2009 por la beneficencia superó ya la cifra de todo el año 2007.
Los obreros que están en el escalafón más bajo acuden a la red albergues y comedores sociales que reciben más visitantes cada día. Allí duermen bajo techo y les dan un plato caliente. Abundan los bien vestidos y aseados, que contrastan con quienes llevan todas sus pertenencias en bolsas y mochilas. Cada vez hay más obreros en paro, entre ellos españoles, gente no habitual a acudir a estos centros. La tendencia es significativa.
Los trabajadores han pasado de tener un empleo y una vida explotada a no poder subsistir, a no poder hacer frente a los tiburones bancarios, a las facturas mensuales y a estar agobiados por las deudas acumuladas. Cáritas ha tenido que implementar un nuevo programa para atender a menores de 0 a 16 años en alimentación infantil, higiene, equipamiento escolar, gafas o audífonos que atiende a unas 20.000 familias. El 80 por ciento de las familias obreras beneficiarias de la nueva iniciativa están terriblemente asfixiadas: no tienen ningún ingreso o éstos son tan exiguos, que, como mucho, alcanzan el salario mínimo interprofesional, unos 600 euros.
En España la pobreza entre los obreros aumentó en esos dos años un 3,4 por ciento, lo que implica que hay un millón de pobres oficiales más. Antes de la crisis los pobres rondaban el 19,3 por ciento de la población, por lo que en 2009 ya estaban en un 22,7.
Con la pobreza vienen otras consecuencias de la mano. La exclusión social registró una subida del 15,3 con el que estaba en 2007, hasta 18,6 en 2009. La exclusión social afectaba en 2009 al 18,6 por ciento de los hogares españoles, en tanto que en 2007, la cifra era menor, 15,3.
Otro dato es que dentro de los pobres, aumentó el número de pobres severos en aproximadamente dos millones. Miles de familias obreras se encuentren con la soga al cuello. Un 15 por ciento más de familias obreras se están viendo obligadas a mendigar para subsistir, según el responsable de Cáritas en Madrid. El número de obreros atendidos en el primer semestre de 2009 por la beneficencia superó ya la cifra de todo el año 2007.
Los obreros que están en el escalafón más bajo acuden a la red albergues y comedores sociales que reciben más visitantes cada día. Allí duermen bajo techo y les dan un plato caliente. Abundan los bien vestidos y aseados, que contrastan con quienes llevan todas sus pertenencias en bolsas y mochilas. Cada vez hay más obreros en paro, entre ellos españoles, gente no habitual a acudir a estos centros. La tendencia es significativa.
Los trabajadores han pasado de tener un empleo y una vida explotada a no poder subsistir, a no poder hacer frente a los tiburones bancarios, a las facturas mensuales y a estar agobiados por las deudas acumuladas. Cáritas ha tenido que implementar un nuevo programa para atender a menores de 0 a 16 años en alimentación infantil, higiene, equipamiento escolar, gafas o audífonos que atiende a unas 20.000 familias. El 80 por ciento de las familias obreras beneficiarias de la nueva iniciativa están terriblemente asfixiadas: no tienen ningún ingreso o éstos son tan exiguos, que, como mucho, alcanzan el salario mínimo interprofesional, unos 600 euros.