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    Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

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    Mensaje por el_republicano2 Mar Mar 29, 2011 8:53 pm

    Leninismo/Antileninismo (o Trotskismo)

    Escrito por “Obrero” (Tomado de Kaos en la Red)

    1) Acerca del Partido (vanguardia/ “masas”)
    El Planteamiento leninista acerca de esta importante cuestión, la podemos contrastar en toda la abundante y nutrida obra de Lenin, concretamente en el “¿Qué hacer?”, en “Un paso adelante, y dos atrás” o en “¿Por dónde empezar?”, por poner sólo tres pequeños ejemplos.

    La concepción leninista del Partido se fundamenta en la necesidad histórica, por parte de la clase obrera, de crear y estructurar una organización de VANGUARDIA, un “Estado Mayor de la clase obrera” que sea capaz de conducir a ésta a la toma del poder político y económico. Una organización de cuadros, de revolucionarios profesionales. Edificar el órgano vital de la clase obrera, a fin de organizar y concienciar a la clase obrera, destinado prioritariamente a la TOMA DEL PODER.

    A esta concepción, respaldada por la historia, se opusieron y oponen; economicistas, mencheviques, liquidadores, bloque de Agosto, oztovistas…Ya fuera porque despreciaran/desprecian la “lucha política” (economicistas/ sindicalismo amarillo), ya fuera porque querían transformar al Partido en un órgano interclasista y reformista (mencheviques/socialdemocracia), ya fuera porque directamente querían liquidar al Partido (liquidacionistas/anarquismo). Debemos recordar que Trotsky, antes de 1917, fue econimicista, menchevique y liquidador. No es casual, pues, que todas ellas SE OPUSIERAN ferozmente a la concepción del Partido DE VANGUARDIA leninista.

    Y es que la concepción trotskista, heredada del menchevismo, se basa en la tesis del “Partido de masas”, “movimientista”, “amplio”, “espontaneísta”, en el que “cualquier huelguista” (Trotsky dixit) pueda ser miembro del mismo. El antagonismo es absoluto.

    Pero…

    ¿PARTIDO DE VANGUARDIA leninista o PARTIDO DE MASAS antileninista?

    Lenin decía al respecto;

    “Pero no se puede ejercer la dictadura del proletariado a través de una organización que abarque la totalidad de esta clase, porque en todos los países capitalistas y no sólo en el nuestro, uno de los más atrasados, el proletariado está aún dividido, tan degradado y tan corrompido en algunas partes -por el imperialismo, en algunos países-, que una organización que englobe a la totalidad del proletariado no puede ejercer directamente la Dictadura del Proletariado. Sólo puede ejercerla la vanguardia que concentra la energía revolucionaria de la clase. El conjunto es algo así como un sistema de engranajes. Tal es el mecanismo básico de la Dictadura del Proletariado y la esencia de la transición del capítalismo al comunismo".

    Y añadía;

    “Aquél que reconoce la lucha de clases, pero sigue sin aceptar la Dictadura del proletariado, no puede llamarse marxista”.

    Por tanto, lo que tenemos no son dos meras “opiniones divergentes”, sino dos antagonismos claros y evidentes; por un lado la concepción bolchevique de un partido que, abarcando la vanguardia de clase, tenga mil vínculos con las masas. Por el otro lado la concepción menchevique de una organización dónde "todo huelguista" pueda ser miembro del Partido.

    Si el partido bolchevique hubiera seguido la concepción trotskista del Partido, es seguro que no hubiera habido revolución socialista en Rusia, pues el Partido hubiera sido destruido mucho antes de 1917.

    2) Acerca de la construcción del socialismo (en un solo país/ Revolución Permanente)
    Si volvemos al legado escrito que nos dejó Lenin, concretamente en "El programa militar de la revolución proletaria", de nuevo el líder bolchevique no deja lugar a dudas acerca de sus planteamientos;

    “(…) En tercer lugar, el socialismo triunfante en un país no excluye, de modo alguno, de golpe todas las guerras en general. Al contrario, las presupone. El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente desigual en los diversos países. No puede ser de otro modo bajo el régimen de producción de mercancías. De aquí la conclusión indiscutible de que el socialismo no puede triunfar simultáneamente en todos los países. Triunfará primero en uno o varios países, mientras los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, países burgueses o preburgueses. Esto no sólo habrá de provocar razonamientos, sino incluso el intento directo de la burguesía de los demás países a aplastar el proletariado triunfante del Estado Socialista"

    Desarrollo desigual en los ritmos de crecimiento económico, en la expansión política, en la lucha por los espacios y los mercados…Esta es la famosa “Ley de desarrollo desigual”, enunciada por Lenin y verificada empíricamente por la historia, que caracteriza al capitalismo monopolista, al imperialismo. Para los comunistas, para Lenin, esta era y es una ley principal, esencial para entender el actual momento del sistema capitalista.

    En función de ella se explica el desarrollo a saltos, tanto de los procesos imperialistas como revolucionarios, que la historia se ha empeñado en demostrar. Desde el Imperio Británico como punta de lanza del imperialismo, pasando por Alemania, hasta llegar a EEUU. Es obvio que ha existido una alteración permanente en el "ranking" de los países imperialistas, y eso es lo que ha conducido a las guerras y también a las revoluciones.

    Esta es, en esencia, la concepción leninista acerca de la “construcción del socialismo en un solo país”, que como venimos repitiendo, ha ratificado el propio acontecer histórico.

    La tesis trotskista, en cambio, intenta eliminar la concepción y el análisis leninista, bebiendo directamente de las fuentes de Rosa Luxemburgo (curiosamente, esta colosal revolucionaria comunista acabó suscribiendo, punto por punto, el análisis de Lenin), Hilferding y Kautsky, que preferían hablar de "ultra imperialismo".

    El leninismo afirma rotundamente que en el imperialismo existe una doble tendencia contradictoria, dialéctica: por un lado a la competencia y a la lucha, por otro lado a la monopolización. Y esta monopolización genera ciertos niveles en que los países imperialistas se van emparejando entre sí. Pero justamente esta monopolización y esta tendencia a la nivelación entre los países imperialistas (una tendencia cierta), lejos de suponer la desaparición de las contiendas, agudizaba el fenómeno de la lucha interimperialista, que a menudo acababa en Guerra Mundial. (“ley de desarrollo desigual de los países”).

    El trotskismo, en cambio, basándose en los panfletos del “renegado” Kautsky, plantea que “la ley del desarrollo desigual de los países” era más vieja que el imperialismo y que el capitalismo en los distintos países se desarrollaba de manera desigual en extremo. Afirmaba que en el siglo XIX esta desigualdad era más considerable que en el siglo XX. Y que debido precisamente al capital financiero, que era una forma más vieja del capitalismo, el imperialismo desarrollaba más las tendencias "niveladoras" que en el capitalismo pre-monopolista.

    De ahí fundamentaba Trotsky su exótica teoría de la "Revolución Permanente". Ella debía abarcar al conjunto de países industrializados o, al menos, en forma simultánea (de ahí la consigna de los "Estados Unidos Socialistas de Europa"), a la Europa avanzada, occidental y capitalista.

    Trotsky decía textualmente que;

    "el triunfo de la revolución socialista es inconcebible dentro de las fronteras nacionales".

    Y al fundamentar una visión que en definitiva era derrotista – aislamiento de la URSS, en los años 19 y 20, luego del reflujo y de la derrota de la Revolución en Hungría y en Alemania-, insistía en esta visión, no había alternativa; o revolución en el conjunto de Europa o destrucción de la Revolución en un país aislado.

    Afirmaba que "la división mundial del trabajo, la subordinación de la industria soviética a la técnica extranjera, la dependencia de las fuerzas productivas de los países avanzados de Europa respecto de las materias primas asiáticas, hacen imposible la edificación de una sociedad socialista independiente en ningún país del mundo".

    Lenin apostaba firmemente por la Revolución Socialista Proletaria Mundial, con un criterio netamente internacionalista, pero basándose en realidades materiales, no en utopías esquizofrénicas. Lenin, los bolcheviques, pronto entendieron que este avance de la revolución tenía que ser a saltos, rompiendo las cadenas por los ESLABONES MÁS DÉBILES, primero en algunos puntos antes que en otros. Y mantuvo firmemente una posición no derrotista, de ofensiva, aún en los años en que la URSS quedó completamente aislada.

    Frente a estas concepciones, el trotskismo elucubró las suyas, mamadas del ultraimperialismo kautskyano, sobre los Estados Unidos Socialistas de Europa. Y claro, cuando estas alocadas ideas no se hicieron realidad (como casi siempre les pasa a los seguidores de Trosky), ellos mismos, con el maestro a la cabeza, se tornaron profundamente derrotistas, giraron sin sutilezas a la derecha, apostaron por posiciones liquidacionistas, y aseguraron y perjuraron que las posibilidades y perspectivas de que el nuevo régimen soviético se pudiera consolidar eran nulas. Y la historia volvió a dar la razón a Lenin, y la historia volvió a refutar con contundencia a Trotsky.

    La paz de Brest-Litovsk es un ejemplo claro de este asunto, dónde vuelven a chocar frontalmente los principios leninistas (de Lenin) y los antileninistas (o trotskistas) en este asunto. Incluso Trotsky llegó a llamar “traidor” a Lenin (y Stalin) por firmar un armisticio con la belicosa Prusia, mientras el Petrogrado obrero resistía a duras penas…el infantilismo es incurable para algunos.

    El problema surge cuando el “bienintencionado” infantilismo da lugar a la “malintencionada” PÉRDIDA DE TERRITORIO SOVIÉTICO Y A LA MUERTE DE SOLDADOS Y CIUDADANOS SOVIÉTICOS. Quizá ahí, el infantilismo deja de ser tal para convertirse en CONTRAREVOLUCIÓN abierta.

    3) Acerca del campesinado (Alianza Obrero-campesina/ Estado Obrero)
    La consigna que sintetizó esta tesis leninista fue la de; "gobierno democrático-revolucionario de los obreros y campesinos", consigna extraída del certero análisis leninista acerca del imperialismo y los “eslabones débiles”, Más si cabe en un país como la Rusia de 1917, dónde 160 millones de ciudadanos soviéticos eran campesinos y sólo 2 millones obreros.

    Pero de nuevo Trotsky prefería otras consignas antagónicas a las de Lenin, guiándose por sus limitadas asimilaciones del “ultraimperialismo” kautskyano. Así rezaba Trotsky; “Sin zar, por un gobierno obrero”.

    Y es que el trotskismo considera “errónea y reaccionaria” la consigna leninista, contrastada una vez más por la historia, de la necesidad de una Alianza obrero-campesina. De hecho, el propio Trotsky llega a afirmar lo siguiente; "La tendencia de la Internacional Comunista de imponer actualmente a los pueblos orientales la consigna de la dictadura democrática (obrero-campesina), superada hace años por la historia, no puede tener más que un carácter reaccionario".

    Su concepción antileninista, no distinguía ETAPAS dentro de la Revolución, lo que le llevaba a afirmar que “el campesinado es una clase reaccionaria”. Su oposición frontal a dicha Alianza, propuesta por Lenin y los bolcheviques, llevará al trotskismo a afirmar que todo aquél que abogue por su formación (importando poco el contexto económico, político o demográfico del país en cuestión-antimarxismo), “renuncia al socialismo”. Hay que destacar en este punto, que los “renunciadores al socialismo”, según el trotskismo, serían Lenin, Fidel, el Che, Mao, Ho Chi Minh, Daniel Ortega, etc,etc,etc… en definitiva, todos los procesos revolucionarios que incluyeron programáticamente la “Alianza obrero-campesina” propuesta por Lenin.

    El mismo Lenin, vuelve a responder de forma contundente;

    “Trotsky mantiene su ´original´ teoría de 1905, negándose a reflexionar sobre las causas por las cuales durante 10 años la vida ha pasado de largo ante esta magnífica teoría. La ´original´ teoría de Trotsky copia de los bolcheviques el llamamiento al proletariado a una lucha revolucionaria resuelta y a la conquista del poder político, y de los mencheviques, la negación del papel del campesinado" (…)"Se trata de que (el poder soviético) no es un Estado completamente obrero. Aquí es donde el camarada Trotsky comete uno de sus errores fundamentales. En primer lugar el nuestro no es, en realidad un estado obrero sino un estado obrero y campesino".

    Insistimos, en un país como la Rusia de los años 20, donde existía una abrumadora mayoría de campesinos, la tesis trotskista era un simple suicidio para la revolución obrera y bolchevique. Afortunadamente las tesis leninistas se impusieron con amplias mayorías, lo que permitió la supervivencia de la Revolución.

    Por todo ello, el jefe de la revolución soviética hizo concesiones a los campesinos y al partido de los campesinos (Socialistas Revolucionarios). Y no sólo lo hizo en el contexto prerrevolucionario, sino que cuando la Revolución Obrera tomó el poder, una de las primeras acciones que realizó fue la aprobación del Decreto sobre la Tierra (tal y como ocurrió en Cuba, China…). Ese fue el primer Decreto del nuevo poder soviético. Posteriormente vendría el Decreto de la Paz, que firmaron Lenin y el Consejo de Comisarios del nuevo Gobierno del Pueblo. Todo ello obedece a la consigna bolchevique; “Pan, paz y tierra”, netamente influenciada por la Alianza obrero-campesina, que atrajo a millones de campesinos pobres (mujik) al lado de la Revolución. (unos porque veían que el nuevo Gobierno realmente les otorgaba tierras, otros porque por fin volvían de la masacre de la I GM).

    La alianza obrero-campesina que Lenin aplicó con acierto, sostuvo e hizo avanzar a la propia Revolución. Tuvo una línea para los campesinos, sobre todo después de tomar el poder, gracias a lo cual se pudo mantener el poder soviético en momentos en que se desarrollaban extremas dificultades ocasionadas por la intervención extranjera, la Guerra Civil, el bloqueo y la injerencia militar contra el naciente poder soviético.

    Una vez más, ésta no es una mera cuestión “teórica”, sino de principios, práctica y trascendente. La historia se encargó, nuevamente, de cargar razones a los leninistas y refutar al trotskismo. He aquí la coherencia programática de Lenin y los bolcheviques respecto a este punto (y el resto). Ya fuera en el “¿Qué hacer?”, ya fuera en las “Tesis de Abril”, Lenin y los bolcheviques dejan clara la postura de los comunistas; La necesidad vital de una Revolución Democrática y de un Gobierno Obrero y Campesino.

    La dualidad de poderes creada en Rusia, en Febrero de 1917, dónde por un lado estaba el Gobierno provisional de Kerensky (burguesía) y por el otro los soviets (de obreros, campesinos y soldados), que culminó con la consigna bolchevique “todo el poder para los soviets” y “alianza obrero-campesina”, demostró la validez irrefutable de los planteos de Lenin.

    Mientras, el totskismo prefirió jugar al aislamiento, al sectarismo, al debilitamiento de la clase obrera, en lo que se convirtió en la típica y tópica postura pequeñoburguesa “izquierdista”. Y es que en el fondo de lo que se trata es de una confrontación frontal entre la Revolución por ETAPAS leninista y la Revolución “DEL TODO O NADA” trotskista. No se conoce caso alguno de revoluciones que no hayan atravesado en su lucha esa etapa preparatoria de la revolución socialista en base a aquella Alianza obrero-campesina que tanto repugnaba a Trotsky. Absolutamente todas las revoluciones que hubo hasta ahora, incluso en algunos casos como el de Rusia, que no era un país típico del Tercermundo, colonial o semi-colonial, SIEMPRE hubo ETAPAS.

    ACERCA DEL FRENTEPOPULISMO
    Si Trotsky y sus escasos seguidores, se oponían a la unión con el campesinado, ¿imaginan cuál era la reacción de estos señores respecto a la estructuración de Frentes Populares antifascistas, en plena expansión nazi, que incluían a obreros, campesinos y a la pequeña burguesía antifascista?

    En oposición a los planteos de la III Internacional, Trotsky dijo, en pleno año de 1938; "La primera condición necesaria para la lucha revolucionaria contra el fascismo es el desenmascaramiento de la teoría y práctica del Frente Popular". "Los frentes populares por una parte y el fascismo por otra, son los últimos recursos políticos del imperialismo en la lucha contra la revolución proletaria".

    De nuevo la historia demostró que los Frentes Populares, lanzados por la KOMINTERN LENINISTA, sirvieron eficazmente para luchar contra el fascismo. Así se probó en España, China, Vietnam, Europa Oriental. Estos Frentes no sólo eran antagónicos con el fascismo, también eran antagónicos, una vez más, a los postulados suicidas de Trotsky. Y para muestra un botón:

    Nos situamos en plena Guerra Civil española (1936), en una República burguesa y progresista amenazada militarmente por el fascismo. Fijémonos en los que decían los leninistas (comunistas), lo que decían los trotskistas y lo que decían los fascistas;

    -Leninistas; El PCE opta por el Frente Popular y la unión inquebrantable de todos los antifascistas para enfrentar la barbarie fascista. Lanza la consigna;
    “¡Contra el fascismo, defendamos la República!”
    CONSECUENCIA; El PCE multiplica su militancia, nutriéndose de numerosos cuadros pequeño burgueses que se ponen al servicio del Partido de la clase obrera, aumentando las posibilidades de hacer frente al fascismo..

    -Trotskistas; El POUM (un Partido fantasmal con una militancia ridícula), sigue las premisas de su maestro Trotsky. Lanza la consigna;
    “¡Abajo la República burguesa”!
    CONSECUENCIA; El POUM queda completamente aislado, llegando a echarse en brazos de la inteligencia franquista.

    -Fascistas; La gran burguesía y sus aparatos militares, con Franco a la cabeza, lanzan la consigna;
    “¡Abajo la república!”
    CONSECUENCIA; El objetivo FASCISTA que pretende derrocar militarmente a la República, es el mismo que grita el trotskismo.

    La historia no dejará nunca de sorprendernos…

    De la caída de la URSS
    El socialismo, y por tanto la URSS, inició su debacle interna con la celebración del XX Congreso del PCUS, en 1956. A partir de aquí, con Stalin muerto por cierto, la URSS degenera hasta desaparecer. Basta hacer una cronología histórica para percatarnos que jamás la URSS y el movimiento obrero y comunista internacional tuvieron mayor influencia que en el período 1917-1956;

    -Primera revolución socialista de la historia (1917-1921)

    -Inicio de la construcción socialista (1929-1936)

    -Derrota del fascismo internacional (1936-1945)

    -Aparición de multitud de Repúblicas socialistas y movimientos de liberación nacional (1945-1956)

    -Poderoso crecimiento de los PC occidentales (1939-1956)

    Esta es una verdad histórica, objetiva, basada en hechos contrastables.

    Después de todo ello, sólo nos queda AFIRMAR con rotundidad que el trotskismo no sólo es ajeno al socialismo, al comunismo, al movimiento obrero y revolucionario… ¡sino que se opone a todos ellos!

    El trotskismo es una “teoría” (jamás practicada en ningún país), que se opone frontalmente no sólo al leninismo, también al marxismo, y que por tanto es esencialmente ANTICOMUNISTA.

    Importa poco que Trotsky y sus escasos seguidores sigan utilizando burdamente la figura de Stalin para negar al propio Lenin.

    Cuando se contradice y niega en términos absolutos los fundamentos esenciales del marxismo-leninismo, como hemos visto, la vacuna del comunista ya está inoculada. Cuando el trotskismo se opone visceralmente a cualquier proceso revolucionario, repitiendo la misma propaganda anticomunista heredada de la burguesía (“burocracia”, “falta de bienestar material y desarrollo económico”, “totalitarismo”, “crímenes de cientos de millones”…), ya estamos vacunados.

    Antileninistas en TODOS sus postulados programáticos, antimarxistas en todas sus acepciones, contrarrevolucionarios en todos los procesos revolucionarios que han existido y existen (desde la URSS a la RPDC, pasando por Cuba, Vietnam, China, Nicaragua…), sectarios y subjetivistas en sus planteos “táctico-estratégicos”.

    Lenin dedicó 400 páginas a criticar a Trotsky (“Contra el trotskismo” -Lenin).

    Importa poco, ellos insistirán en vapulear a Stalin como “enemigo de Lenin y Trotsky”, precisamente porque no pueden soportar que Stalin ¡fuera implacable en la defensa de los fundamentos del marxismo-leninismo!

    "Trotsky representa únicamente sus vacilaciones personales, y nada más. En 1903 fue menchevique, abandonó el menchevismo en 1904, volvió al menchevismo en 1905, haciendo gala de una fraseología ultrarrevolucionaria; en 1906 se apartó de nuevo; a fines de 1906 defendió los acuerdos electorales con los Kadetes (es decir, de hecho estuvo de nuevo con los mencheviques). Y en la primavera de 1907, dijo en el Congreso de Londres que divergía de Rosa Luxemburgo más sobre ´matices individuales de las ideas que sobre tendencias políticas´. Trotsky plagia hoy los bagajes ideológicos de una fracción, mañana de otra y como consecuencia, se proclama ubicado por encima de ambas fracciones. En teoría Trotsky no está de acuerdo en ningún punto con los liquidadores y otzovistas, pero en la práctica está en un todo de acuerdo con ellos".

    V.I.Ulianov, Lenin.

    ¿Podrá algún trotskista rebatir esto?


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    Mensaje por gazte Mar Mar 29, 2011 9:44 pm

    Lenin dedicó 400 páginas a criticar a Trotsky (“Contra el trotskismo” -Lenin).

    es estupido tener que aguantar otro texto de estos, pero podemos empezar por aqui, una mentira evidente para cualquiera con minimo conocimiento de la situacion. lenin no dedico nada a nadie, ese libro no lo escribio el, fue una recopilacion de citas hecha por los epigonos stalinistas tras su muerte, reviviendo viejas polemicas y magnificandolas, y sobre todo ocultando frases similares dichas a otros dirigentes bolcheviques u omitiendo las valoraciones positivas hacia el "trotskysmo".

    para ejemplo: Lenin, 1912, sobre el conciliacionismo en pravda
    “Recibimos una estúpida e insolente carta del Comité de Redacción [de Pravda, al que pertenecía Stalin]. No responderemos. Hay que echarlos (...). Estamos sumamente preocupados por la ausencia de noticias sobre el plan de reorganización del Comité de Redacción (...). La reorganización, mejor aún, la total expulsión de todos los veteranos es extremadamente necesaria


    pues eso, una mentira tan evidente que carece de seriedad y rigor, y como tal debe ser arrojado al cubo de basura de la historia.
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    Mensaje por el_republicano2 Mar Mar 29, 2011 10:16 pm

    Por curiosidad, ¿cuándo escribió Lenin eso? Porque me suena que en 1912 Stalin estaba en el exilio. ¿Podrías colgar el texto entero? Gracias.

    EDITO: Cuando digo "cuándo", me refiero en qué mes (para que no haya malentendidos).
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    Mensaje por gazte Mar Mar 29, 2011 10:47 pm

    ni idea, compruebalo tu mismo, pero vamos, no cambia el contenido argumentativo, hay muchas mas citas de lenin criticando a stalin. y en el caso de que me hubiera equivocado, que puede ser, no deja de ser lenin pidiendo la expulsion de sus propios compañeros de partido en unos terminos muy duros, esas citas se omitieron.

    el texto en general es bastante malo, pretende criticar cosas que no explica lo que son y que nos lo creamos por su buena voluntad, por ejemplo, critica la revolucion permanente sin explicar que es lo que es.
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    Mensaje por Estadulho Miér Mar 30, 2011 12:38 am

    gazte escribió:ni idea, compruebalo tu mismo, pero vamos, no cambia el
    contenido argumentativo, hay muchas mas citas de lenin criticando a
    stalin. y en el caso de que me hubiera equivocado, que puede ser, no
    deja de ser lenin pidiendo la expulsion de sus propios compañeros de
    partido en unos terminos muy duros, esas citas se omitieron.

    el
    texto en general es bastante malo, pretende criticar cosas que no
    explica lo que son y que nos lo creamos por su buena voluntad, por
    ejemplo, critica la revolucion permanente sin explicar que es lo que
    es.

    Te pregunto lo mismo Gazte. Yo por más que copio todo el texto completo o en extractos y lo meto el Google SOLO me lleva al libro escrito por Ted Grant y Alan Woods, ¿casualidad?
    No querido eso no vale. Si no eres capaz de corroborar tamaña infamia deja ya de repetirla una y otra vez.
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    Mensaje por gazte Miér Mar 30, 2011 12:40 am

    me vas a hacer buscarte otras citas porque esa no te vale?
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    Mensaje por gazte Miér Mar 30, 2011 2:47 pm

    La indignación con Pravda se pone de relieve en las cartas de Lenin que siguen inmediatamente a la marcha de Stalin para Cracovia, a fin de tomar parte en la Conferencia preparada en el cuartel general del Partido. Se impone la irresistible impresión de que Lenin estaba esperando justamente que Stalin partiera para desbaratar el nido de conciliadores de San Petersburgo, reservándose al mismo tiempo la posibilidad de una inteligencia pacífica con Stalin. En el momento de quedar al margen el adversario más influyente, Lenin desató un ataque devastador contra el cuadro de redacción de San Petersburgo. En su carta de 12 de enero, dirigida a una persona de su confianza en dicha capital, se refiere a la "imperdonable estupidez" cometida por Pravda con relación al periódico de los trabajadores de la industria textil, insistiendo en que se corrija "su estupidez" y en otros extremos por el estilo. La carta está escrita enteramente en la letra de Krupskaia. Además, de su puño y letra, añade Lenin lo siguiente: "Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción... Reorganización, pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con retraso, eso es lo que hace muchísima falta. Se está llevando de un modo absurdo. Elogian al Bund y al Zeit (una Publicación oportunista judía), que es sencillamente infame. No saben cómo proceder contra Lootch', y su actitud en cuanto a los artículos (se refiere a los suyos) es monstruosa. Sencillamente, he perdido la paciencia..." El tono de la carta muestra que la indignación de Lenin (y sabía muy bien contenerse cuando era necesario) había llegado a su limite. La crítica despiadada del periódico se refería a todo el período en que la responsabilidad de su inspección directa correspondía a Stalin. La identidad de la, persona que escribió la "carta estúpida y descarada" del "Consejo de redacción" no se ha descubierto aún, y seguramente no, es por casualidad. Es difícil que Stalin la escribiera: es demasiado cauto y, además, probablemente había salido ya de San Petersburgo en aquella fecha. Más verosímil es que su autor fuese Molotov, secretario del Consejo de redacción, tan inclinado a la rudeza como Stalin, y carente además de la flexibilidad de éste.

    extracto de una carta fechada el 19 de enero, los "leninistas" no la publicaron.

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    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 12:37 am

    gazte escribió:
    La indignación con Pravda se pone de relieve en las cartas de Lenin que siguen inmediatamente a la marcha de Stalin para Cracovia, a fin de tomar parte en la Conferencia preparada en el cuartel general del Partido. Se impone la irresistible impresión de que Lenin estaba esperando justamente que Stalin partiera para desbaratar el nido de conciliadores de San Petersburgo, reservándose al mismo tiempo la posibilidad de una inteligencia pacífica con Stalin. En el momento de quedar al margen el adversario más influyente, Lenin desató un ataque devastador contra el cuadro de redacción de San Petersburgo. En su carta de 12 de enero, dirigida a una persona de su confianza en dicha capital, se refiere a la "imperdonable estupidez" cometida por Pravda con relación al periódico de los trabajadores de la industria textil, insistiendo en que se corrija "su estupidez" y en otros extremos por el estilo. La carta está escrita enteramente en la letra de Krupskaia. Además, de su puño y letra, añade Lenin lo siguiente: "Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción... Reorganización, pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con retraso, eso es lo que hace muchísima falta. Se está llevando de un modo absurdo. Elogian al Bund y al Zeit (una Publicación oportunista judía), que es sencillamente infame. No saben cómo proceder contra Lootch', y su actitud en cuanto a los artículos (se refiere a los suyos) es monstruosa. Sencillamente, he perdido la paciencia..." El tono de la carta muestra que la indignación de Lenin (y sabía muy bien contenerse cuando era necesario) había llegado a su limite. La crítica despiadada del periódico se refería a todo el período en que la responsabilidad de su inspección directa correspondía a Stalin. La identidad de la, persona que escribió la "carta estúpida y descarada" del "Consejo de redacción" no se ha descubierto aún, y seguramente no, es por casualidad. Es difícil que Stalin la escribiera: es demasiado cauto y, además, probablemente había salido ya de San Petersburgo en aquella fecha. Más verosímil es que su autor fuese Molotov, secretario del Consejo de redacción, tan inclinado a la rudeza como Stalin, y carente además de la flexibilidad de éste.

    extracto de una carta fechada el 19 de enero, los "leninistas" no la publicaron.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Es que casualmente este enlace que me das es más falso que un billete de tres euros. Esta cita NO aparece en ella. En cualquier caso me sigues remitiendo a farsantes trotskistas, Ted Grant y Alan Woods. Y ahora a una web "trotskista" también, con el agravante de que además es mentira que exista el texto que has copi-pegado en ese enlace.
    Como sigas así te va a crecer la nariz (en vez del rabo como a los comunistas auténticos).
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 12:41 am

    Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción..

    esto, dice exactamente que la cita que yo he puesto, que pasa? que es una traduccion, se juega con sinonimos y demas, depende del traductor que lo haya hecho,p pero dice lo mismo.
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    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 12:56 am

    gazte escribió:
    Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción..

    esto, dice exactamente que la cita que yo he puesto, que pasa? que es una traduccion, se juega con sinonimos y demas, depende del traductor que lo haya hecho,p pero dice lo mismo.

    Vamos a ver, yo cojo el texto le doy al buscador "en caché" y nada de nada. ¿Me puedes indicar donde está la frasecita?
    En cualquier caso te repito demuestra que lo que dicen esos reputados farsantes tiene una fuente original y real, que no se lo han inventado ellos -como casi todo- por otra parte. affraid

    Leon Trotsky - STALIN

    CAPITULO V


    EL NUEVO DESPERTAR




    <blockquote>

    Durante unos cinco años (1906-1911), Stolypin tuvo el país
    bajo sus plantas, y agotó todos los recursos de la reacción.
    El régimen del 3 de junio supo hacer exhibición de su incapacidad
    en todas las esferas, pero sobre todo en el dominio del problema agrario.
    Stolypin tuvo que descender de las combinaciones políticas al club
    policíaco. Y como para poner más de relieve la absoluta quiebra
    de su sistema, el asesino de Stolypin procedía de las filas de su
    misma escolta secreta.

    En 1910 la renovación de la industria pasó a ser un hecho
    indiscutible. Los partidos revolucionarios se encontraban ante esta cuestión:
    ¿Qué efecto tendrá este cambio de situación
    en las condiciones políticas del país? La mayoría
    de los socialdemócratas mantenían su actitud esquemática:
    la crisis revoluciona a las masas, y el resurgimiento de la industria las
    pacifica. Ambos bandos, bolcheviques como mencheviques, tenían,
    pues, a menospreciar o a negar rotundamente este resurgimiento que había
    comenzado realmente. La excepción era el periódico de Viena
    Pravda, que, a pesar de sus ilusiones conciliatorias, defendía la
    idea muy justa de que las consecuencias políticas de la renovación,
    como de la crisis, lejos de ser automáticas, cada vez se determinan
    de nuevo, según el curso de la lucha precedente y la situación
    global del país. Así, a la zaga del renacimiento industrial,
    en el curso del cual se había podido desarrollar una lucha huelguística
    muy amplia, un súbito decaimiento de la situación podría
    requerir un despertar revolucionario inmediato, siempre que concurriesen
    las demás condiciones necesarias. Por otra parte, después
    de un largo período de lucha revolucionaria terminada en derrota,
    una crisis industrial, dividiendo y debilitando al proletariado, podría
    destruir por completo su espíritu de combate. O bien, un resurgimiento
    industrial consecutivo a un largo período de reacción es
    capaz de reanimar el movimiento obrero, en gran parte a modo de lucha económica,
    después de lo cual la nueva crisis puede desviar la energía
    de las masas hacia carriles políticos.

    La guerra ruso-japonesa y las sacudidas de la revolución impidieron
    al capitalismo ruso participar en el resurgimiento industrial del mundo
    entero durante el período 1903-1907. Entretanto, las constantes
    batallas revolucionarias, derrotas y represiones habían agotado
    la resistencia de las masas. La crisis industrial mundial, que se inició
    en 1907, prolongó por otros tres años la ya larga depresión,
    y lejos de mover a los obreros a emprender una nueva lucha, los dispersó
    y debilitó más que nunca. Bajo los golpes de los cierres
    patronales, del paro y de la miseria, las fatigadas masas se desanimaron
    definitivamente. Tal fue la base material de las "proezas" de la reacción
    de Stolypin. El proletariado necesitaba la fuente renovadora de otro resurgimiento
    industrial para recuperar su fuerza, llenar sus filas y sentirse otra vez
    el indispensable factor en la producción, lanzándose a una
    nueva lucha.

    A fines de 1910 hubo manifestaciones callejeras (cosa no vista hacía
    mucho tiempo), en relación con las muertes del liberal Morumtsev,
    que había sido presidente de la primera Duma, y de León Tolstoy.
    El movimiento estudiantil entró en una fase nueva. Superficialmente
    (tal es la habitual aberración del idealismo histórico),
    podría haberse creído que la delgada capa de los intelectuales
    era el lugar de incubación de la insurrección política,
    y que por la fuerza de su ejemplo estaba comenzando a atraer a la capa
    superior de los trabajadores. En realidad, la ola del resurgimiento no
    iba de la cúspide a la base, sino al contrario. Gracias al revivir
    de la industria, la clase trabajadora iba gradualmente saliendo de su estupor.
    Pero antes de que los cambios, químicos que habían transformado
    a las masas se hicieran perceptibles, pasaron a los estudiantes por medio
    de los grupos sociales intercalados. Como la juventud estudiantil era más
    fácil de impulsar, la renovación se manifestó ante
    todo en forma de alborotos estudiantiles. Pero el observador debidamente
    preparado podía ver de antemano que las manifestaciones de los intelectuales
    no eran más que un síntoma de procesos mucho más profundos
    e importantes dentro del mismo proletariado.

    Efectivamente, la gráfica del movimiento huelguístico
    comenzó a ascender. Verdad es que el número de huelguistas
    en 1911 no excedió de un centenar de millares (el año anterior
    no había llegado a la mitad de esa cifra siquiera), pero la lentitud
    del resurgimiento mostraba qué intenso era el estupor que se imponía
    vencer. De todos modos, a fines del año los distritos obreros presentaban
    un aspecto muy distinto que a su comienzo. Después de las fructíferas
    cosechas de 1909 y 1910, que dieron ímpetu al renacimiento industrial,
    vino una desastrosa recolección en 1911, que, sin detener el resurgimiento,
    condenó a veinte millones de campesinos a morir de hambre. La inquietud,
    iniciada en las aldeas, volvió a poner el problema campesino en
    primer término. La Conferencia bolchevique de enero de 1912 tenía
    justo motivo para referirse a "la iniciación del renacimiento político".
    Pero la ruptura súbita no se produjo hasta la primavera de 1912,
    después de la famosa matanza de obreros en el río Lena. En
    la profunda taiga, a más de cinco mil millas de San Petersburgo
    y a más de cuatrocientas del ferrocarril más próximo,
    los parias de las minas de oro, que cada año proporcionaban millones
    de rublos a los bolsillos de accionistas ingleses y rusos, reclamaban la
    jornada de ocho horas, aumento de salarios y abolición de multas.
    Los soldados, conducidos desde Irkutsk, hicieron fuego contra la multitud
    desarmada: 150 muertos, 250 heridos; sin la menor asistencia médica,
    veinte de éstos murieron.

    Durante el debate de los sucesos del Lena, en la Duma, el ministro
    del Interior, Makarov, estúpido funcionario, no peor ni mejor que
    otros contemporáneos suyos, declaró, con el aplauso de los
    diputados de la derecha: "¡Esto es lo que ocurrió y lo que
    volverá a ocurrir de nuevo!" Estas palabras de asombroso descaro
    produjeron una descarga eléctrica. Primero de las fábricas
    de San Petersburgo y luego de todo el país empezaron a llegar noticias
    de declaraciones y manifestaciones de protesta, por teléfono y por
    telégrafo. La repercusión de los sucesos del Lena sólo
    podía compararse con la oleada de indignación que había
    agitado a las masas trabajadoras siete años antes, después
    del domingo sangriento. "Tal vez desde los días de 1905 -escribía
    un periódico liberal- no habían vuelto a estar tan animadas
    las calles de la capital."

    En aquellos días estaba Stalin en San Petersburgo, libre, entre
    dos temporadas de destierro. "Los disparos del Lena rompieron el hielo
    del silencio -escribía en el periódico Zvezda (La Estrella),
    al que habremos de referirnos más adelante-, y el río del
    resentimiento popular ha comenzado a moverse... Todo cuanto hay de malo
    y destructivo en el régimen contemporáneo, todo cuanto ha
    atormentado a la desdichada Rusia, se ha fundido en el solo hecho de los
    sucesos del Lena. Por eso los disparos del Lena han servido de señal
    a huelgas y manifestaciones."

    Las huelgas afectaron a unos 300.000 trabajadores. La huelga del 1.º
    de mayo llevó a la formación a 400.000. Según datos
    oficiales, el número de huelguistas ascendió en 1912 a 725.000.
    El número total de obreros subió no menos del veinte por
    ciento durante los años del renacimiento industrial, y en virtud
    de la febril concentración de la producción, su papel en
    la economía asumía una importancia aún mayor. El revivir
    de la clase trabajadora repercutió en todas las demás capas
    de la población. La aldea hambrienta se agitó portentosamente.
    Llamaradas de descontento se observaron en el Ejército y en la Armada.
    "En Rusia, el resurgimiento revolucionario -escribía Lenin a Gorki
    en agosto de 1912-, no es sino resueltamente revolucionario."

    El nuevo movimiento no era una repetición del pasado, sino su
    continuación. En 1905, la potente huelga de enero había ido
    acompañada de una ingenua petición al zar. En 1912, los trabajadores
    presentaron desde un principio la consigna de una república democrática.
    Las ideas, las tradiciones y la experiencia organizadora del año
    1905, enriquecida por las duras lecciones aprendidas durante los años
    de la reacción, fertilizaron el nuevo período revolucionario.
    Desde el primer instante, la misión directora correspondió
    a los trabajadores. Dentro de la vanguardia proletaria, la dirección
    correspondió a los bolcheviques. Esto, en esencia, determinó
    el carácter de la futura revolución, aunque los bolcheviques
    mismos no tenían aún clara conciencia de ello. Al reforzar
    al proletariado y asegurar para él un papel de enorme importancia
    en la vida económica y política del país, el resurgimiento
    industrial consolidó los cimientos para la perspectiva de la revolución
    permanente. La limpieza de los establos del viejo régimen no podía
    realizarse de otro modo que con la escoba de la dictadura proletaria. La
    revolución democrática sólo podía vencer transformándose
    en la revolución socialista, esto es, sobreponiéndose a sí
    misma.

    La tercera deportación de Koba duró del 23 de setiembre
    de 1910 al 6 de julio de 1911, en que fue puesto en libertad después
    de cumplir el resto de su condena de dos años. Un par de meses empleó
    en la ruta de Bakú a Solvychegodsk, con paradas en varias cárceles
    del trayecto. Por lo tanto, esta vez Koba pasó más de ocho
    meses residiendo como desterrado. Virtualmente nada se sabe respecto a
    su vida en Solvychegodsk, los libros que leyera, los problemas que le interesaban.
    De dos de sus cartas de entonces resulta que recibía publicaciones
    del extranjero y pudo seguir la vida del partido, o más bien había
    alcanzado una fase aguda. Plejanov, con un grupo inconsecuente de adictos,
    rompió de nuevo con sus mejores amigos y acudió en defensa
    del Partido ilegal contra los liquidadores. Aquélla fue la última
    llamarada de radicalismo en la vida de este hombre insigne, que iba ya
    acercándose rápidamente a su declinación. Así
    surgió el sorprendente, paradójico y fugaz bloque de Lenin
    con Plejanov. En cambio, hubo aproximación entre los liquidadores
    (Martov y otros), los progresistas (Bogdanov, Lunacharsky) y los conciliadores
    (Trotsky). Este segundo bloque, enteramente horro de fundamento en principios,
    se encontró formado en cierto modo con sorpresa de los mismos participantes
    en él. Los conciliadores seguían aspirando a "conciliar"
    a los bolcheviques con los mencheviques; y como el bolchevismo, en la persona
    de Lenin, rechazaba rotundamente la idea de toda clase de acuerdo con los
    liquidadores, se desviaron naturalmente los conciliadores hacia la posición
    de unirse o asociarse con los mencheviques y los progresistas. El cemento
    de aquel bloque episódico, como Lenin escribió a Gorki, era
    "el aborrecimiento al Centro bolchevique por su lucha sin cuartel en defensa
    de sus ideas". La cuestión de los dos bloques era objeto de viva
    discusión en las mermadas filas del Partido por aquellos días.
    El 31 de diciembre de 1910, Stalin escribió a París: "Camarada
    Simeón: Ayer recibí tu carta por mediación de unos
    camaradas. Ante todo, saludos fervorosos para Lenin, Kamenev y otros."
    Este saludo no se ha vuelto a imprimir a causa del nombre de Kamenev. Luego
    sigue su opinión acerca de la situación del Partido. "A mi
    juicio, la línea del bloque (Lenin-Plejanov) es la única
    normal posible... En el plan del bloque se ve claramente la mano de Lenin
    (es un hombre listo, y sabe dónde le aprieta el zapato). Pero esto
    no quiere decir que sea bueno cualquier bloque viejo. El bloque trotskista
    (hubiera debido decir "síntesis") no es más que pútrida
    desaprensión... El bloque Lenin-Plejanov es vital por basarse en
    principios profundos, por fundarse en la unidad de criterios sobre el modo
    de reanimar al Partido. Pero precisamente por ser un bloque, y no una fusión,
    justamente por eso los bolcheviques necesitan su propia facción."
    Todo esto coincidía con el modo de pensar de Lenin, y era en esencia
    una simple paráfrasis de sus artículos, algo así como
    una autorrecomendación en cuanto a principios. Habiendo proclamado
    además, como de pasada, que "lo principal" era, ante todo, no la
    emigración, sino el trabajo práctico en Rusia, Stalin se
    apresuraba seguidamente a explicar que el trabajo práctico significa
    "la aplicación de principios". Reforzada así su posición
    por insistencia sobre la palabra mágica "Principios", Koba iba concretando
    más: "...En mi opinión -escribe-, nuestra tarea primordial,
    que no admite dilaciones, es organizar un grupo central (ruso), que coordine
    el trabajo ilegal. Ese grupo es necesario como el aire, como el pan." No
    había nada nuevo en el plan mismo. Lenin había hecho tentativas
    más de una vez, desde el Congreso de Londres, para restablecer el
    núcleo ruso del Comité Central, pero hasta entonces la dispersión
    del Partido había condenado todo al fracaso. Koba proponía
    que se convocase una Conferencia de activistas del Partido. "Es muy posible
    que esta misma Conferencia haga destacar los elementos apropiados para
    el grupo Central propuesto." Habiendo manifestado su propósito de
    desviar el centro de gravedad del Partido del extranjero a Rusia, Koba
    se esforzaba seguidamente por mitigar toda posible aprensión por
    parte de Lenin: "Habrá que proceder firmemente y sin contemplaciones,
    desafiando los reproches de los liquidadores, los trotskistas y los progresistas..."
    Con calculada modestia escribía a Propósito del grupo central
    de su proyecto: "Llámelo como quiera ("Sección rusa del Comité
    Central" o "Grupo auxiliar del Comité Central"), el nombre no importa."
    La pretendida indiferencia tenía por objeto disimular la ambición
    personal de Koba. "En cuanto a mí, tengo seis meses por delante.
    Cuando termine, puede disponer de mí. Si hacen mucha falta organizadores,
    trataré de largarme en seguida." La finalidad de la carta era evidente:
    Koba, sugería su propia candidatura. Deseaba llegar, por lo menos,
    a miembro del Comité Central.

    La ambición de Koba, nada censurable, se vio inesperadamente
    revelada por otra carta suya dirigida a los bolcheviques de Moscú."
    Soso el caucásico os escribe -así comenzaba la carta-. Me
    recordaréis de 04 (1904), en Tiflis y Bakú. En primer lugar,
    mis afectuosos saludos a Olga, a ti, a Germanov. I. M. Golubev, con quien
    estoy pasando mis días en el destierro, me ha hablado de vosotros
    mucho. Germanov me conoce por K... b... a (él lo entenderá)."
    Es curioso que ya en 1911, Koba se viese obligado a hacerse recordar de
    los viejos miembros del Partido recurriendo a indicaciones indirectas y
    puramente accidentales, todavía era desconocido y se veía
    en riesgo de que lo olvidaran fácilmente. "Estoy terminando (el
    destierro); para julio de este año -continuaba-. Ilich y Co. me
    llaman a uno de dos centros, sin aguardar a que cumpla aquí. Sin
    embargo, me gustaría terminar (una persona legal tiene más
    oportunidades)... Pero si la necesidad apremia (estoy esperando su respuesta),
    entonces, naturalmente, saldré como pueda... Nos consumimos de inacción,
    yo estoy literalmente ahogándome."

    Desde el punto de vista de la circunspección elemental, esta
    parte de la carta parece asombrosa. Un desterrado, cuyas cartas corren
    siempre peligro de caer en manos de la policía, sin razón
    alguna aparente envía por correo, a miembros del Partido con quienes
    apenas tiene confianza, información acerca de su correspondencia
    conspiratoria con Lenin, relativa al hecho de que urge escapar del destierro,
    y que, en caso de necesidad, "recurriría, naturalmente, a la fuga".
    Como veremos luego, la carta cayó efectivamente en manos de los
    gendarmes, quienes sin gran trabajo identificaron al remitente y a todas
    las personas a quienes mencionaba. No puede menos de ocurrirse una explicación
    de tal imprudencia: el afán de alardear. "Soso el caucásico",
    que acaso no hubiera sido bastante advertido en 1904; no puede resistir
    la tentación de informar a los bolcheviques de Moscú que
    Lenin mismo le ha incluido entre los activistas centrales del Partido.
    Sin embargo, el motivo de la jactancia es sólo secundario. La clave
    de esta misteriosa carta está en su final:
    "Acerca de la "tempestad en un vaso de agua, del extranjero ya hemos
    oído algo, claro está: los bloques de Lenin-Plejanov, por
    un lado, y de Trotsky-Martov-Bordanov, por otro. La actitud de los trabajadores
    hacia el primero, por lo que sé, es favorable. Pero, en general,
    los trabajadores comienzan a mirar desdeñosamente a la emigración:
    "dejadles subir por la pared lo que se les antoje; en cuanto a nosotros,
    todos apreciamos el interés del momento..., trabajar; lo demás
    vendrá por sí mismo. Esto creo que es lo mejor"."
    ¡Sorprendentes líneas! La lucha de Lenin contra los liquidadores
    y los conciliadores no es para Stalin, más que una "tempestad en
    un vaso de agua". "Los trabajadores (y con ellos Stalin) comienzan a mirar
    con desdén a la emigración, incluyendo a la plana mayor de
    los bolcheviques. Cada cual aprecia el interés del momento..., trabajar;
    lo demás vendrá por sí mismo." El interés del
    momento, por lo visto, ninguna relación guardaba con la lucha teórica
    que estaba trazando el programa del movimiento.

    Año y medio después, cuando, bajo la influencia del comienzo
    del empuje, la lucha entre los emigrados se hizo más aguda que nunca,
    el sentimental semibolchevique Gorki se lamentaba en una carta a Lenin
    de las "querellas" en el extranjero, la tempestad en un vaso de agua. "En
    cuanto a las querellas entre socialdemócratas -le contestó
    Lenin en tono de reprobación-, eso es una queja favorita de los
    burgueses, los liberales, los essars, cuya actitud frente a cuestiones
    de fondo dista mucho de ser seria, y gustan de ir a remolque de otros,
    de jugar a la diplomacia, de sostenerse con eclecticismo..." "La misión
    de los que comprenden el arraigo que en las ideas encierran tales querellas...
    -insistía en una carta posterior-, es ayudar a la masa a buscar
    esas raíces, y no justificar a la masa en su tendencia a contemplar
    esos debates como "asunto personal de los generales"." "En Rusia ahora
    -persistía Gorki por su parte-, entre los trabajadores hay mucho
    de bueno..., la juventud, pero está muy hostil frente a la emigración..."
    Lenin replicó: "Esto es verdad, sin duda. Pero la culpa no es de
    los "dirigentes"... Lo que está roto debe ligarse; pero es de poco
    mérito, aunque inútil, increpar a los líderes..."
    Parece como si en sus reprimidas refutaciones a Gorki estuviese Lenin refutando
    con indignación a Stalin.

    Una cuidadosa confrontación de las dos cartas de Stalin, que
    su autor nunca imaginó expuestas a cotejo, es sumamente valiosa
    para ahondar en su carácter y en sus métodos. Su actitud
    real en cuanto a "principios" se expresa con mucha más veracidad
    en la segunda carta: "trabajar; el resto vendrá por sí mismo".
    Esencialmente, tal era la actitud de más de un Conciliador no superdotado.
    Stalin recurría a las expresiones crudamente desdeñosas al
    referirse a la "emigración", no sólo porque la rudeza es
    una parte integrante de su naturaleza, sino ante todo por que contaba con
    la simpatía de los prácticos, especialmente de Germanov.
    Conocía bien cómo era éste por Golubev, que acababa
    de ser deportado desde Moscú. Las actividades en Rusia iban bastante
    mal, la organización ilegal había declinado hasta lo ínfimo,
    y los prácticos estaban muy propicios a cargarlo todo sobre los
    emigrados por armar tanto ruido sin motivos serios.

    Para comprender el objetivo práctico disimulado tras la doble
    maniobra de Stalin, recordaremos que Germanov, que había propuesto
    varios meses antes la candidatura de Koba para el Comité Central,
    estaba por su parte en relación estrecha con otros conciliadores
    de influencia asimismo entre los próceres del Partido. Koba estimó
    provechoso demostrar a aquel grupo su solidaridad con él. Pero le
    constaba bien la solidez de la Influencia de Lenin, y por eso comenzaba
    con una declaración de su lealtad a los "principios". En su carta
    a París se acomodaba a la posición irreconciliable de Lenin,
    porque Stalin tenía miedo de Lenin; en su carta a los moscovitas,
    los ponía frente a Lenin, quien "subía por la pared" sin
    un motivo justo. La primera carta era una absurda reproducción de
    los artículos de Lenin contra los conciliadores; la segunda repetía
    los argumentos de éstos contra Lenin. Y todo ello en un lapso de
    veinticuatro horas.

    Es cierto que la carta al "camarada Simeón" contiene la cautelosa
    frase de que el centro en el extranjero "no lo es todo, ni siquiera lo
    principal". "Lo principal es organizar actividades en Rusia." En cambio,
    en la carta a los moscovitas se contiene lo que al parecer no es más
    que una insinuación casual: la actitud de los trabajadores respecto
    al bloque Lenin-Plejanov, "por lo que yo sé, es, favorable". Pero
    lo que en una carta es rectificación subsidiaria, sirve en la otra
    como punto de partida para desarrollar el razonamiento contrario. La finalidad
    de los vagos apartes, que casi son reservas mentales, es suavizar la contradicción
    entre ambas cartas. Aunque, en realidad, lo que hacen es traicionar la
    culpable conciencia de su autor.

    La técnica de cualquier intriga, aunque sea primitiva, es suficiente
    dentro de su objetivo. De propósito no escribió directamente
    Koba a Lenin, prefiriendo hacerlo a "Simeón". Esto le permitía
    referirse a Lenin en tono de intimidad admirativa, sin hacer ineludible
    para él calar en lo esencial de la cuestión. Sin duda, los
    móviles efectivos de Koba no eran un misterio para Lenin. Pero su
    método era el propio de un político. Un revolucionario profesional
    que en el pasado había dado pruebas de fuerza de voluntad y resolución
    sentía ahora anhelos de adelantar dentro de la máquina del
    Partido. Lenin tomó nota de aquello. Por otra parte, también
    Germanov recordó que en la persona de Koba los conciliadores tendrían
    un, aliado. Así consiguió sus fines; en todo caso, de momento.
    Koba tenía muchas condiciones para convertirse en un miembro destacado
    del Comité Central. Su ambición estaba bien fundada. Pero
    eran sorprendentes los métodos de que se valía el joven agitador
    para acercarse a su meta..., los de duplicidad, falacia y deliberado cinismo.

    En la vida de conspiración, las cartas comprometedoras se destruían;
    el contacto personal con gente del extranjero era raro, de modo que Koba
    no podía temer que sus dos cartas llegasen a ser cotejadas. El mérito
    de haber conservados estos inapreciables documentos humanos para el futuro
    pertenece a los censores del servicio de Correos del zar. El 23 de diciembre
    de 1925, cuando el régimen totalitario estaba aún lejos de
    haber alcanzado su actual automatismo, el periódico de Tiflis Zarya
    Vostova, tuvo la insensatez de publicar una reproducción de la carta
    de Koba a los moscovitas, tomada de los archivos policíacos. ¡No
    es difícil imaginarse el rapapolvo que le valió al malhadado
    Consejo de redacción semejante traspiés! Después no
    se volvió a reimprimir la carta, y ni uno solo de los biógrafos
    oficiales vuelve a mencionarla.

    A pesar de la terrible necesidad de organizadores, Koba no "se dio
    a la fuga en seguida", esto es, no se escapó, sino que esta vez
    cumplió su condena hasta el final. Los periódicos contenían
    información sobre mítines estudiantiles y manifestaciones
    callejeras. No menos de diez mil personas se apiñaron en la Perspectiva
    Nevsky. Los trabajadores comenzaron a juntarse con los estudiantes. "¿No
    es éste el comienzo del cambio?", preguntaba Lenin en un artículo,
    unas semanas antes de recibir la carta que le envió Koba desde el
    destierro. Durante los primeros meses de 1911, el resurgimiento se hizo
    indiscutible, pero Koba, que ya tenía en su haber tres fugas, se
    estuvo tranquilo esta vez aguardando el término de su destierro.
    El despertar de la nueva primavera parecía haberle dejado frío.
    Recordando sus peripecias de 1905, ¿tendría acaso temor de
    una nueva resurrección?

    Todos los biógrafos, sin excepción, hacen referencia
    a la nueva fuga de Koba. En realidad, no había necesidad de tal
    fuga; su destierro caducaba en julio de 1911. El periódico Ojrana,
    de Moscú, al mencionar de pasada a José Djugashvili aludía
    a él esta vez como uno que "cumplía su condena de destierro
    administrativo en la; ciudad de Solvychegodsk". La Conferencia de los miembros
    bolcheviques del Comité Central, que entretanto se celebraba en
    el extranjero, designó una comisión especial para preparar
    una Conferencia del Partido, y parece ser que Koba entró a formar
    parte de ella con otros cuatro camaradas. Después del destierro,
    fue a Bakú y a Tiflis, para agitar a los bolcheviques locales e
    inducirlos a participar en la Conferencia. No había entonces organizadores
    formales en el Cáucaso, por lo que hubo de empezar desde casi la
    nada absoluta. Los bolcheviques de Tiflis aprobaron el llamamiento que
    escribió Koba sobre la necesidad de un partido revolucionario:

    "Por desgracia, además de los aventureros políticos,
    los provocadores y otra gentualla, los trabajadores avanzados en nuestra
    propia causa de reformar nuestro partido socialdemócrata, se ven
    obligados a tropezar con un nuevo obstáculo en nuestras filas, a
    saber, con gentes de mentalidad burguesa."
    Esto se refería a los liquidadores. La proclama terminaba con
    una metáfora característica de nuestro autor:
    "Las sombrías nubes sangrientas de la negra reacción que
    se cierne sobre el país comienzan a dispersarse, comienzan a ser
    reemplazadas por las tormentosas nubes del furor y la indignación
    del pueblo. El fondo negro de nuestra vida es sacudido por los relámpagos,
    mientras allá a lo lejos flamea la aurora, y la tempestad se acerca..."
    El objeto de aquella proclama era dejar sentada la urgencia de organizar
    el grupo de Tiflis y asegurar así para los poco bolcheviques locales
    la participación en la inmediata Conferencia.

    Koba abandonó legalmente la provincia de Vologda. Es dudoso
    que fuera en condiciones legales del Cáucaso a San Petersburgo:
    era costumbre prohibir durante una temporada a los desterrados que viviesen
    en ciudades importantes. Pero, con permiso o sin él, el provinciano
    salió por último hacia el territorio de la capital. El Partido
    comenzaba justamente a despertar de su letargo. Sus mejores elementos estaban
    en la prisión, en el destierro, o habían emigrado. Por esto
    precisamente se necesitaba a Koba en San Petersburgo. Pero su primera estancia
    en la capital fue breve. Sólo dos meses pasaron entre el fin de
    su destierro y su nueva detención, y, de este lapso, tres a cuatro
    semanas debió de invertir en su viaje al Cáucaso. Nada sabemos
    acerca de la adaptación de Koba a su nuevo ambiente ni de cómo
    empezó a trabajar en el nuevo marco de actividad.

    La única reminiscencia de aquel período es la brevísima
    información que Koba envió al extranjero relativa a la reunión
    secreta de los cuarenta y seis socialdemócratas del distrito de
    Viborg. El pensamiento principal de un discurso pronunciado por un prominente
    liquidador fue el siguiente: que "en un sentido de partido no se necesitan
    organizaciones", pues para la actividad abierta bastaba sólo con
    tener "grupos de iniciación" que se ocuparan de organizar charlas
    públicas y reuniones legales sobre materias de seguros del Estado,
    política municipal, etc. Según la nota de Koba, este plan
    de los liquidadores para adaptarse a la monarquía seudoconstitucional
    encontró una cordial resistencia en todos los trabajadores, incluyendo
    a los mismos mencheviques. Al final de la reunión, todos, con la
    excepción del orador principal, votaron en favor de un partido revolucionario
    ilegal.

    Lenin o Zinoviev pusieron a este mensaje de San Petersburgo la siguiente
    nota editorial:

    "La correspondencia del camarada K merece la máxima atención
    de todos aquellos que aprecien al Partido... No podría esperarse
    una repulsa mejor a las opiniones y esperanzas de nuestros pacificadores
    y conciliadores. ¿Es excepcional el incidente descrito por el camarada
    K? No, es típico..."

    Sin embargo, raramente "recibe el Partido una información tan
    definida, y por ello damos las gracias al camarada K". Con relación
    a este episodio periodístico, la Enciclopedia Soviética escribe:

    "Las cartas y los artículos de Stalin atestiguan la inconmovible
    unidad de esfuerzo combativo y línea política que ligaba
    a Lenin y al genio que fue su compañero de armas."

    Para llegar a esta conclusión fue necesario publicar una tras
    otra varias ediciones de la Enciclopedia, liquidando entretanto a no escaso
    número de editores.

    Alliluyev, nos refiere que un día de primeros de setiembre,
    al regresar a su casa, observó que había espías en
    la puerta, y al subir la escalera hacia su piso, encontró allí
    a Stalin y a otro bolchevique georgiano. Cuando Alliluyev les habló
    de la "cola" que dejaba abajo, Stalin contestó, no muy cortésmente:
    "Y eso, ¿qué te importa...? ¡Algunos camaradas se están
    volviendo unos zamacucos, unos burgueses asustadizos! " Pero los espías
    resultaron serlo efectivamente. El 9 de setiembre detuvieron otra vez a
    Koba, y el 22 de diciembre ya estaba en su lugar de destierro; esta vez
    la capital de la provincia de Vologda, es decir, en mejores condiciones
    que antes. Es probable que este destierro fuese sólo como castigo
    por estancia ilegal en San Petersburgo.

    El Centro bolchevique del extranjero continuaba enviando emisarios
    a Rusia para preparar la Conferencia. El contacto entre los grupos socialdemócratas
    locales se fue estableciendo lentamente, y se interrumpía con frecuencia.
    Sin embargo, la simpatía con que la idea de celebrar una Conferencia
    era acogida por los trabajadores progresivos mostró, desde luego,
    según dice Olminsky, que "los trabajadores toleraban simplemente
    el liquidacionismo, pero por dentro estaban muy lejos de desearlo". A pesar
    de las circunstancias extraordinariamente difíciles, los emisarios
    consiguieron ponerse en contacto con un gran número de grupos locales
    clandestinos. "Era como una ráfaga de aire fresco", escribía
    el mismo Olminsky.

    A la Conferencia convocada en Praga el 5 de enero de 1912 asistieron
    quince delegados de una veintena de organizaciones ilegales, en su mayor
    parte poco numerosas. Los informes de los delegados ofrecían un
    cuadro bastante claro de la situación del Partido; las pocas organizaciones
    locales se componían casi exclusivamente de bolcheviques, con una
    gran proporción de provocadores que traicionaban la organización
    tan pronto como empezaba a sostenerse en pie. Particularmente sombría
    era la situación en el Cáucaso. "No hay organización
    de ningún género en Chiatury -informaba Ordzhonikidze acerca
    del único punto industrial de Georgia-. Ni tampoco la hay en Batum."
    En Tiflis "sucede lo mismo. Durante estos últimos años no
    hubo una simple octavilla ni trabajo ilegal en absoluto...". A pesar de
    la evidente flaqueza de los grupos locales, la Conferencia reflejó
    el nuevo espíritu de optimismo. Las masas iban poniéndose
    en movimiento, y el Partido sentía el viento propicio en su velamen.

    Las decisiones adoptadas en Praga señalaron la ruta al Partido
    por una larga temporada. En primer lugar, la Conferencia reconoció
    como necesario crear núcleos socialdemócratas rodeados por
    una red tan extensa como fuese posible de toda índole de asociaciones
    obreras legales. La mala cosecha, que hizo padecer hambre a veinte millones
    de campesinos, confirmó una vez más, según la Conferencia,
    "la imposibilidad de conseguir ninguna clase de desenvolvimiento burgués
    en Rusia mientras su política estuviese dirigida... por la clase
    de terratenientes de mentalidad feudal". "La tarea de la conquista del
    Poder por el proletariado, dirigiendo a los campesinos, es, como siempre,
    la tarea de la revolución democrática en Rusia." La Conferencia
    declaró fuera del Partido a la facción de los liquidadores,
    y apelaba a todos los socialdemócratas, "sin distinción de
    tendencias ni matices", para declarar la guerra a los liquidadores en nombre
    de la reconstitución del Partido ilegal. Habiéndose desarrollado
    por completo sin intervención de los mencheviques, la Conferencia
    de Praga inició la era de la existencia independiente del partido
    bolchevique, con su propio Comité Central.

    La Historia novísima del Partido, publicada en 1938 bajo la
    dirección editorial de Stalin, afirma:

    "Los miembros de aquel Comité Central eran Lenin, Stalin, Ordzhonikidze,
    Sverdlov, Goloschekin y otros. Stalin y Sverdlov fueron elegidos en ausencia,
    pues por entonces estaban deportados."

    Pero en la colección oficial de documentos del Partido (1926)
    leemos:

    "La Conferencia eligió un nuevo Comité Central, compuesto
    de Lenin, Zinoviev, Ordzhonikidze, Spandaryan, Víctor (Ordinsky),
    Malinovsky y Goloschekin."

    La Historia no incluye en el Comité Central a Zinoviev ni al
    provocador Malinovsky, pero sí a Stalin, que no estaba en la antigua
    lista. La explicación de este enigma puede proyectar alguna claridad
    sobre la posición de Stalin en el Partido por aquellos días,
    así como sobre los actuales métodos de historiografía
    moscovita. En realidad, Stalin no fue elegido en la Conferencia, sino que
    le hicieron miembro del Comité Central poco después de ella,
    por medio de lo que se llamaba cooptación. La mencionada fuente
    oficial lo dice bien claramente:
    "Más tarde, los camaradas Koba (Djugashvili-Stalin) y Vladimir
    (Belostotsky, antiguo obrero de los talleres Putilov) entraron por cooptación
    en el Comité Central."

    Asimismo, de acuerdo con los materiales de la Ojrana, de Moscú,
    Djugashvili fue elegido miembro del Comité Central después
    de la Conferencia, a base del derecho de cooptación reservado para
    los miembros del mismo. La misma información se halla en todos los
    libros de consulta del Soviet, sin excepción, hasta el año
    1929, en que se publicó fa instrucción de Stalin, que revolucionó
    toda la ciencia histórica. En la publicación conmemorativa
    de 1937 dedicada a la Conferencia, leemos:

    "Stalin no pudo participar en los trabajos de la Conferencia de Praga
    porque a la sazón estaba confinado en Solvychegodsk. Por entonces,
    Lenin y el Partido conocían ya a Stalin como dirigente de importancia...
    Por eso, de acuerdo con la proposición de Lenin, los delegados a
    la Conferencia eligieron a Stalin para el Comité Central, en ausencia."

    La cuestión de si Stalin fue elegido en la Conferencia o designado
    más tarde por cooptación del Comité Central, puede
    parecer de escasa importancia. Pero no es así en realidad. Stalin
    deseaba ser nombrado miembro del Comité Central. Lenin creía
    necesario que se le nombrara. La selección de candidatos disponibles
    era tan limitada que hasta segundas figuras entraron a formar parte del
    Comité Central. Y, sin embargo, Koba no fue elegido. ¿Por
    qué? Lenin estaba lejos de ser un dictador en su Partido. Además,
    un Partido revolucionario no hubiera tolerado dictaduras. Después
    de algunas negociaciones preliminares con los delegados, Lenin, por lo
    visto, juzgó más conveniente no plantear la candidatura de
    Koba. "Cuando en 1912, Lenin llevó a Stalin al Comité Central
    del Partido -escribe Dmitrievsky-, produjo indignación. Nadie se
    opuso abiertamente. Pero entre ellos se manifestaron disgustados." La información
    del antiguo diplomático, que por lo general no merece crédito,
    tiene interés no obstante por reflejar recuerdos y chismes burocráticos.
    Indudablemente Lenin tropezó con una oposición seria. Sólo
    podía hacer una cosa: esperar a que la Conferencia terminase y acudir
    luego al pequeño círculo dirigente, que, o bien confiaba
    en la recomendación de Lenin o compartía su apreciación
    respecto al candidato. Así entró por primera vez Stalin en
    el Comité Central, por la puerta trasera.

    La historia relativa a la organización interna del Comité
    Central ha sufrido metamorfosis análogas.

    "El Comité Central..., a propuesta de Lenin, creó un
    buró del Comité Central, presidido por el camarada
    Stalin, para guiar la actividad del Partido en Rusia. Además de
    Stalin, formaban parte del buró ruso del Comité Central,
    Sverdlov, Spandaryan, Ordzhonikidze y Kalinin."

    Así lo dice Beria, a quien, mientras estaba yo redactando este
    capítulo, nombraba Stalin jefe de su policía secreta; sus
    esfuerzos eruditos no quedaron así sin recompensa. En vano buscaríamos,
    en cambio, una confirmación documental de tal aserto, que se repite
    en la última Historia. En primer lugar, nadie era designado "presidente"
    de instituciones del Partido: no existía en absoluto tal método
    de elección. Según los viejos libros oficiales de referencia,
    el Comité Central un "Buró o Comisión compuesta de
    Ordzhonikidze, Spandaryan, Stalin y Goloschekin". La misma lista figura
    también en las notas a las obras de Lenin. Entre los papeles de
    la Ojrana, de Moscú, los primeros tres ("Timogei, Sergo y Koba")
    se mencionan como miembros, del Buró ruso del Comité Central
    por sus alias. No carece de interés que en todas las listas antiguas
    figure siempre Stalin en último o penúltimo lugar, lo que
    no hubiera sucedido, desde luego, de haber sido colocado "a la cabeza"
    o nombrado "presidente". Goloschekin, expulsado de la máquina del
    Partido en una de últimas purgas, fue asimismo borrado del Buró
    en 1912, ocupando su puesto el afortunado Kalinin. La Historia se vuelve
    arcilla, en manos del alfarero.

    El 24 de febrero, Ordzhonikidze informó a Lenin que en Vologda
    había visitado a Ivanovich (Stalin): "Legamos a un acuerdo completo.
    Está satisfecho del giro que tomaron las cosas." Esto se refiere
    a la decisión de la Conferencia de Praga. Koba se enteró
    de que, por fin, había sido elegido por cooptación miembro
    del "centro" recién creado. El 28 de febrero se escapó del
    destierro, en su nueva calidad de miembro del Comité Central. Después
    de una breve estancia en Bakú, siguió hasta San Petersburgo.
    Dos meses antes había cumplido treinta y dos años.

    La promoción de Koba del palenque provincial al nacional, coincidió
    con el resurgir del movimiento obrero y el desarrollo relativamente extenso
    de la Prensa obrera. Por presión de las fuerzas clandestinas, las
    autoridades zaristas perdieron su aplomo al principio. La mano del censor
    flaqueaba. Las posibilidades legales se hicieron más amplias. El
    bolchevismo se lanzó a la plaza pública, al principio con
    un semanario, y luego con un diario. Al punto aumentaron las ocasiones
    y los modos de influir sobre los trabajadores. El Partido continuaba en
    la sombra, pero los cuadros de redacción de sus periódicos
    se convirtieron por el momento en los mandos legales de la revolución.
    El nombre de la Pravda en San Petersburgo, dio color a todo un período
    del movimiento obrero, en que comenzó a llamarse a los bolcheviques
    pravdistas. Durante los dos años y medio de existencia del periódico,
    el Gobierno lo suspendió ocho veces, pero cada vez reaparecía
    bajo un nombre similar. En algunas de las cuestiones más decisivas,
    Pravda se veía a menudo obligada a contenerse con rebajas e insinuaciones.
    Pero sus agitaciones y proclamas clandestiná4 decían con
    toda claridad lo que abiertamente era forzoso falsear o callar. Además,
    entretanto, los obreros avanzados habían aprendido a leer entre
    líneas. Una circulación de cuarenta mil ejemplares puede
    parecer demasiado modesta comparada con las cifras usuales en Europa occidental
    o en Norteamérica; pero en la hipersensibilidad acústica
    política de la Rusia zarista, el periódico bolchevique, por
    medio de sus suscriptores directos y de sus lectores, hallaba un eco propicio
    entre cientos de miles de trabajadores. Así la joven generación
    revolucionaria se agrupó en torno a Pravda bajo la dirección
    de aquellos veteranos que habían resistido los años de redacción.
    "La Pravda de 1912 estaba sentando los cimientos de la victoria del bolchevismo
    en 1017", escribió más tarde Stalin, aludiendo a su propia
    participación en aquella actividad.

    Lenin, a quien todavía no había llegado la noticia de
    la fuga de Stalin, se quejaba el 15 de marzo: "Nada de Ivanovich..., ¿qué
    le ocurre? ¿Dónde está? ¿Cómo se encuentra...?"
    Había escasez de hombres. No se disponía de personas apropiadas,
    ni siquiera en la capital. En la misma carta, Lenin escribía que
    era "endiabladamente" necesaria una persona ilegal en San Petersburgo,
    "porque las cosas no marchan bien allí. Hay una guerra dura y terrible.
    No tenemos información ni dirección, ni inspección
    del periódico". "Lenin estaba sosteniendo "una guerra dura y terrible"
    en el Consejo de redacción de Zvezda (La Estrella), que titubeaba
    en librar batalla a los liquidadores. "Apresuraos a luchar con Zhivoye
    Dyelo (La Causa Vital), periódico de los liquidadores, y el triunfo
    está asegurado. De otro modo, pasaremos grandes apuros. No os asustéis
    de las polémicas..." Lenin insistía de nuevo en marzo de
    1912. Aquél era el motivo cardinal de todas sus cartas por aquellos
    días.

    "¿Qué ocurre? ¿Dónde está? ¿Cómo
    se encuentra?", podemos repetir muy bien con Lenin. La misión real
    de Stalin (como de costumbre, tras la cortina) no es fácil de determinar:
    hay que examinar a fondo hechos y documentos. Sus deberes como miembro
    del Comité Central en San Petersburgo (esto es, como uno de los
    dirigentes oficiales del Partido) abarcaban, naturalmente, la Prensa ilegal
    también. Pero antes de las instrucciones a los "historiadores",
    tal circunstancia quedó relegada a un olvido absoluto. La memoria
    colectiva tiene sus propias leyes, que no siempre coinciden con los reglamentos
    del Partido. Zvezda se fundó en diciembre de 1910, cuando se hicieron
    notar los primeros indicios del resurgimiento. "Lenin, Zinoviev y Kamenev
    -consigna la noticia oficial- estaban muy estrechamente asociados, disponiendo
    lo necesario para publicarlo y editarlo desde el extranjero." El cuadro
    de redacción de las obras de Lenin menciona a once personas entre
    sus colaboradores principales en Rusia, olvidándose de incluir a
    Stalin entre ellos. Pero no hay duda de que pertenecía a la redacción
    del periódico en virtud de su posición influyente.

    El mismo olvido (hoy podría denominarse sabotaje de memoria)
    es característico de todas las antiguas Memorias y obras de referencia.
    Incluso en una edición especial que en 1927 dedicó Pravda
    a su propio XV aniversario, ni un solo artículo, ni el editorial
    siquiera, cita el nombre de Stalin. Estudiando las viejas publicaciones,
    llega uno hasta dudar de sus propios ojos.

    La única excepción se encuentra en las valiosas Memorias
    de Olminsky, uno de los más íntimamente asociados con Zvezda
    y Pravda, quien describe la misión de Stalin con las siguientes
    palabras:

    "Stalin y Sverdlov aparecieron en San Petersburgo varias veces después
    de haber escapado del destierro... La presencia de ambos en San Petersburgo
    (hasta su nueva detención) fue breve, pero cada vez consiguió
    producir considerable efecto en el trabajo del periódico, la facción,
    etc."

    Esta sencilla afirmación, incorporada además no al texto
    principal, sino en una nota al pie, probablemente caracteriza la situación
    con gran exactitud. Stalin solía presentarse de vez en cuando en
    San Petersburgo por temporadas cortas, apremiando a la organización,
    a la facción de la Duma, al periódico, para desaparecer luego.
    Sus apariciones eran excesivamente transitorias, y su influencia muy del
    estilo de la maquinaria del Partido, y sus ideas y artículos demasiado
    vulgares para haber dejado una impresión perdurable en la memoria
    de nadie. Cuando la gente escribe Memorias sin que nadie le coaccione,
    no recuerda las funciones oficiales de los burócratas, sino la actividad
    vital del pueblo que alienta, hechos reales, fórmulas tajantes,
    proposiciones originales. Stalin no se distinguió por nada de esto.
    No es extraño que la copia gris no se recordase al lado del vívido
    original. Ciertamente, Stalin no se limitaba a parafrasear a Lenin. Ligado
    por su apoyo a los conciliadores, continuó ateniéndose simultáneamente
    a las dos líneas que nos son familiares por sus cartas de Solvychegodsky:
    con Lenin contra los liquidadores; con los conciliadores, contra Lenin.
    La primera política era descarada, y subterránea la otra.
    Tampoco la lucha de Stalin contra el Centro de los emigrados inspiró
    a los autores de Memorias, aunque por una razón diferente: todos
    ellos, activa o pasivamente, tomaron parte en la "conspiración"
    de los conciliadores contra Lenin, y por eso prefieren dar vuelta rápida
    a esa página de la historia del Partido. Sólo después
    de 1929, la posición oficial de Stalin como presentante del Comité
    Central se convirtió en base de la nueva interpretación del
    período histórico anterior a la guerra.

    Stalin no podía haber dejado la impronta de su personalidad
    en el periódico por la sencilla razón de que no es periodista
    por naturaleza. Desde abril de 1912 a febrero de 1913, según los
    cálculos de uno de sus íntimos asociados, publicó
    en la Prensa bolchevique "no menos de una veintena de artículos",
    que vienen a ser dos artículos mensuales por término medio.
    Y eso en la pleamar de los acontecimientos, cuando la vida planteaba nuevos
    problemas cada día de excitación. Verdad es que en el curso
    de aquel año pasó Stalin casi seis meses desterrado. Pero
    era más fácil colaborar en Pravda desde Solvychegodsk o Vologda
    que desde Cracovia, de donde Lenin y Zinoviev enviaban artículos
    y cartas a diario. La pereza, una desordenada cautela, la falta absoluta
    de recursos literarios, y, finalmente, una indolencia oriental extrema
    se combinaban para mantener la pluma de Stalin poco menos que improductiva.
    Sus artículos, algo más firmes de tono que durante los años
    de la primera Revolución, continuaban ostentando el sello indeleble
    de la mediocridad.

    "A continuación de las manifestaciones económicas de
    los trabajadores -escribía Zvezda el 15 de abril-, vinieron sus
    manifestaciones políticas. Tras las huelgas por subida de salarios,
    vinieron protestas, mítines, huelgas políticas fundadas en
    los atropellos del Lena... No hay duda de que las fuerzas subterráneas
    del movimiento liberador han comenzado a actuar. ¡Os saludamos, primeras
    golondrinas!"

    La imagen de las "golondrinas" como símbolo de "las fuerzas
    subterráneas" es típica del estilo de nuestro autor. Pero,
    después de todo, está claro lo que quiere decir. Sacando
    "conclusiones" de los llamados "sucesos del Lena", Stalin analiza (como
    siempre, esquemáticamente, sin mirar la realidad viviente) la conducta
    del Gobierno y de los partidos políticos, acusa a la burguesía
    de derramar "lágrimas de cocodrilo" por el fusilamiento de los indefensos
    trabajadores, y concluye con esta adminición: "Ahora que ya ha pasado
    la primera oleada de la crecida, las fuerzas tenebrosas que han tratado
    de ocultarse tras una cortina de lágrimas de cocodrilo, comienzan
    de nuevo a dejarse ver." A pesar del llamativo efecto de esta metáfora,
    "la cortina de lágrimas de cocodrilo", que parece particularmente
    singular en contraste con el fondo más bien llano del texto, el
    artículo hace constar en líneas generales lo que aproximadamente
    había que decir y que veintenas de otros hubieran dicho también.
    Pero es justamente la "tosquedad" de su exposición (no sólo
    de su estilo, sino del mismo análisis) lo que hace la lectura de
    los escritos de Stalin tan insoportable como la música discordante
    a un oído delicado. En una proclama ilegal escribía:

    "Es hoy, el día 1.º de mayo, cuando la Naturaleza despierta
    del sopor invernal, los bosques y las montañas están cubiertos
    de césped, los campos y las praderas tapizados de flores, y el sol
    comienza a calentar con más intensidad, y el gozo de la renovación
    se siente en el aire, mientras la Naturaleza se entrega a la danza y a
    la alegría; es precisamente hoy cuando los trabajadores decidieron
    proclamar ante el mundo que ellos traen a la Humanidad primavera y liberación
    de los grillos del capitalismo... El océano del movimiento obrero
    se extiende cada vez más... El mar de la cólera proletaria
    se agita en encrespadas olas... Seguros de su victoria, fuertes y serenos,
    marchan arrogantes por la ruta hacia la tierra prometida, por la ruta hacia
    el socialismo esplendoroso." Aquí tenemos la revolución de
    San Petersburgo hablando en el lenguaje de las homilécticas de Tiflis.

    La oleada de huelgas se dilató, y se multiplicaron los contactos
    con los trabajadores. El semanario ya no pudo hacer frente a las necesidades
    del movimiento. Zvezda comenzó a recoger dinero para un periódico
    diario. "A fines del invierno de 1912 -escribe el antiguo diputado Poletayev-,
    Stalin, que había huido del destierro, llegó a San Petersburgo.
    La labor de organizar un periódico obrero se hizo más intensa."
    En su artículo de 1922 sobre el X aniversario de Pravda, Stalin
    mismo escribía:

    "Era a mediados de abril de 1912, por la noche, en la morada de Poletayev,
    donde dos diputados de la Duma (Pokrovsky y Poletayev), dos literatos (Olminsky
    y Baturin) y yo, miembro del Comité Central..., nos pusimos de acuerdo,
    sobre el programa de Pravda y dispusimos la primera edición del
    periódico."

    La responsabilidad de Stalin en cuanto al programa de Pravda resulta
    así reconocida por él mismo. La esencia de aquel programa
    puede concretarse en las palabras: "trabajo; el resto vendrá por
    sí mismo". Cierto es que Stalin fue detenido el 22 de abril, fecha
    de salida del primer número de Pravda. Pero durante casi tres meses,
    Pravda se mantuvo fiel al programa elaborado de acuerdo con Stalin. La
    palabra "liquidador" se suprimió en el léxico del periódico.

    "Una guerra inconciliable con el liquidacionismo era indispensable
    -escribe Krupskaia-. Por eso estaba Vladimiro Ilich tan inquieto cuando,
    desde el primer momento, Pravda suprimió persistentemente en sus
    columnas toda polémica con los liquidadores. Escribió cartas
    airadas a Pravda." Una parte de ellas (evidentemente, sólo una pequeña
    parte) ha logrado ver la luz. "En ocasiones, aunque esto era raro -se lamenta
    en otro lugar-, los artículos de Ilich se perdían sin dejar
    rastro. Otras veces, sus artículos eran retenidos, no se publicaban
    en el acto. Y entonces era cuando Ilich se ponía nervioso y escribía
    a Pravda cartas inflamadas, por cierto sin gran fruto."

    La lucha con el cuadro de redacción de Pravda fue una continuación
    directa de la sostenida con el de Zvezda. "Es nocivo, desastroso y ridículo
    ocultar las diferencias de opinión a los trabajadores", escribía
    Lenin el 11 de julio de 1912. Unos días después pedía
    que el secretario del Consejo de redacción, Molotov, el actual vicepresidente
    del Consejo de Comisarios del Pueblo y Comisario popular de Negocios Extranjeros,
    explicara por qué el periódico "suprime persistente y sistemáticamente
    de mis artículos y de los de otros colegas toda mención de
    los liquidadores". Entretanto, se aproximaban las elecciones para la cuarta
    Duma. Lenin advertía: "Las elecciones en las asambleas de trabajadores
    de San Petersburgo irán sin duda acompañadas por una lucha
    en toda la línea contra los liquidadores. ésta habrá
    de ser la decisión más vital para los trabajadores avanzados.
    ¡Y, sin embargo, su periódico continuará mudo, soslayando
    la palabra "liquidador"...! Esquivar estas cuestiones es tanto como suicidarse."

    Desde su retiro de Cracovia, Lenin se daba perfecta cuenta de la tácita,
    pero persistente conspiración de los prebostes conciliadores del
    Partido. Pero estaba firmemente convencido de que tenía razón.
    La rápida reavivación del movimiento obrero estaba obligada
    a plantear francamente los problemas fundamentales de la revolución,
    dejando sin puntos de apoyo no sólo a los liquidadores, sino también
    a los conciliadores. La fortaleza de Lenin no estaba tanto en su habilidad
    para construir una máquina (aunque sabía hacerlo también),
    como en su aptitud para utilizar en el crítico momento la energía
    viviente de las masas a fin de vencer las limitaciones y la característica
    conservadora, de toda máquina política. Así ocurrió
    también en este caso. Ante la creciente presión de los trabajadores
    y el látigo de Cracovia, Pravda, a regañadientes y entre
    continuos remoloneos, comenzó a abandonar su posición de
    neutralidad dilatoria.

    Stalin pasó poco más de dos meses en la cárcel
    de San Petersburgo. El 2 de julio, salió de allí para su
    nuevo destierro de cuatro años, esta vez al otro lado de los Urales,
    en la parte septentrional de la provincia de Tomsk, región de Narym,
    famosa por sus bosques, lagos y pantanos. Vereshchak, a quien ya conocemos,
    volvió a coincidir con Koba en la aldea de Kolpashevo, donde el
    último pasó varios días en ruta para su destierro.
    Allí estaban Sverdlov, I. Smirnov, Lashevich, todos ellos bolcheviques
    clásicos. No era fácil predecir entonces que Lashevich fuese
    a morir deportado por Stalin, y Smirnov fusilado por orden suya, y que
    sólo una muerte prematura salvaría a Sverdlov de un sino
    análogo. "La llegada de Stalin a la región de Narym -escribía
    Vereshchak- avivó la actividad de los bolcheviques y se señaló
    por un pequeñísimo número de fugas." Después
    de otros, el mismo Stalin se escapó también. "Se fue casi
    de descaradamente en el primer vapor de primavera..." En realidad, la fuga
    de Stalin tuvo lugar a fines de verano. Era la cuarta vez que se escapaba.

    Después de volver a San Petersburgo, el 12 de setiembre, encontró
    allí las cosas considerablemente alteradas. Había en curso
    huelgas tumultuosas. Los trabajadores afluían a las calles con consignas
    revolucionarias. La política de los mencheviques estaba totalmente
    desacreditada. La influencia de Pravda aumentaba por momentos. Además,
    las elecciones a la Duma se acercaban. Ya se había marcado desde
    Cracovia en tono para la campaña electoral, y escogido las bases
    de argumentación. Los bolcheviques consagrados a las elecciones
    luchaban separados de los liquidadores y en contra de éstos. Los
    trabajadores habían de confundirse en un solo grupo bajo la bandera
    de las tres consignas principales de la revolución democrática:
    república, jornada de ocho horas y confiscación de las fincas
    rústicas. Liberar a los pequeñoburgueses demócratas
    de la influencia de los liberales, atraer a los campesinos al lado de los
    obreros..., tales eran las ideas capitales del programa electoral de Lenin.
    Combinando una minuciosa atención a los detalles con un vuelo audaz
    de pensamiento, Lenin era prácticamente el único marxista
    que había estudiado a fondo todas las posibilidades y trampas de
    la ley electoral de Stolypin. Después de inspirar políticamente
    la campaña para las elecciones, la dirigía técnicamente
    un día tras otro. Para ayudar a San Petersburgo, enviaba desde el
    extranjero artículos e instrucciones, preparaba concienzudamente
    a emisarios.

    Safarov, hoy uno de los ausentes, en su viaje de Suiza a San Petersburgo,
    durante la primavera de 1912, se detuvo en Cracovia, donde se enteró
    de que Inessa, un conspicuo activista del Partido muy adicto a Lenin, iba
    también a la capital para tomar parte, en la campaña de las
    elecciones. "Durante un par de días, por lo menos, Lenin nos llenó
    bien la cabeza de instrucciones." La elección de los representantes
    de las asambleas de trabajadores en San Petersburgo se había fijado
    para el 16 de setiembre. Inessa y Safarov fueron detenidos el 14. "Pero
    la policía no sabía aún -escribía Krupskaia-
    que Stalin, huido del destierro, acababa de llegar el 12. Las elecciones
    a compromisarios de los trabajadores fueron un gran éxito." Krupskaia
    no dijo "gracias a Stalin". Se limitó a poner dos frases juntas,
    como medida de autodefensa pasiva. "En mítines extemporáneos
    celebrados en diversas fábricas -leemos en una nueva edición
    de las Memorias del diputado de la primera Duma, Badayev (pues no consta
    en la primera edición)-, Stalin, que acababa de escaparse del destierro
    en Narym, habló." Según Alliluyev, que escribió sus
    Memorias ya en 1937, "Stalin tuvo a su cargo directo toda la enorme campaña
    electoral para la cuarta Duma... Como vivía ilegalmente en San Petersburgo,
    sin un cobijo permanente definido, y no queriendo molestar a ninguno de
    sus íntimos camaradas durante las altas horas de la noche, después
    de un mitin de trabajadores que se había demorado y también
    a causa de consideraciones de orden conspiratorio, Stalin solía
    pasar el resto de la noche en alguna taberna, tomando un vaso de té".
    También allí se las arreglaba a veces "para dar unas cabezadas,
    sentado en la taberna que olía a humo de majorka (tabaco malo)".

    Stalin no pudo ejercer gran influencia en el resultado de las elecciones
    durante las primeras fases de la campaña, cuando era necesario ponerse
    en contacto directo con los votantes, no sólo porque era un orador
    mediocre, sino porque no tuvo más que cuatro días disponibles.
    Lo compensó desempeñando un papel importante en las siguientes
    fases del complicado sistema electoral, siempre que era necesario desplegar
    a los representantes de los trabajadores y manejarlos tirando de los hilos
    desde detrás de la cortina, contando con el aparato ilegal. En aquella
    actividad, Stalin se mostró indudablemente más apto que nadie.

    Un documento importante de la campaña electoral era "la instrucción
    de los trabajadores de San Petersburgo a su diputado". En la primera edición
    de sus Memorias, Badayev manifiesta que dicha instrucción fue fruto
    colectivo, aunque la última mano fuese de Stalin, como representante
    del Comité Central... "Creemos -se dice en la instrucción-
    que Rusia vive en vísperas de inminentes movimientos de masas, probablemente
    mucho más fundamentales que los de 1905... Como en 1905, el iniciador
    de estos movimientos será la clase más progresiva de la sociedad
    rusa, el proletariado ruso. Su aliado sólo puede ser el sufrido
    trabajador del campo, profundamente interesado por la liberación
    de Rusia." Lenin escribió a Pravda, al Consejo de redacción:
    "Publicad sin falta... esta instrucción... en caracteres grandes
    y en sitio preferente." La asamblea de representantes provinciales adoptó
    la instrucción bolchevique por una enorme mayoría de votos.
    En aquellos agitados días, Stalin figuró también más
    activamente como publicista; conté cuatro artículos suyos
    en Pravda en una sola semana. Continua en el siguiente mensaje.
    </blockquote>
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 12:56 am

    2ª parte:
    Los resultados de las elecciones en San Petersburgo, como en todos
    los distritos industriales, en general, fueron muy favorables. Los candidatos
    bolcheviques fueron elegidos en seis de las provincias más importantes,
    que comprendían en conjunto unas cuatro quintas partes de la clase
    trabajadora. Los siete liquidadores sólo tuvieron los votos de la
    pequeña burguesía de las ciudades. "En contraste con las
    elecciones de 1907 -escribía Stalin en su correspondencia al órgano
    central publicado en el extranjero-, las elecciones de 1912 coincidieron
    con el resurgir revolucionario entre los trabajadores." Precisamente por
    esta razón, los obreros, que estaban muy lejos de la tendencia boicotista,
    lucharon activamente por sus derechos de sufragio. La Comisión gubernamental
    hizo un intento de invalidar las elecciones en algunas de las más
    importantes fábricas de San Petersburgo. Los obreros contrarrestaron
    la tentativa con una huelga unánime, de protesta, que consiguió
    su propósito. "No es superfluo añadir -continúa diciendo
    el autor de esta correspondencia- que la iniciativa en esta campaña
    electoral fue la del representante del Comité Central." Aquí
    la referencia es del mismo Stalin. Sus conclusiones políticas respecto
    a dicha campaña eran: "La Socialdemocracia revolucionaria vive y
    es potente; ésta es la primera conclusión. Los liquidadores
    están en plena quiebra política; ésta es la segunda
    conclusión." Y era verdad.

    Los siete mencheviques, más bien intelectuales, trataron de
    situar a los seis bolcheviques, trabajadores con poca experiencia política,
    bajo su control. A fines de noviembre, Lenin escribió personalmente
    a Wassilyev (Stalin): "Si los seis nuestros proceden de las asambleas de
    trabajadores, no deben someterse en silencio a una partida de siberianos.
    Los seis deben manifestarse con una protesta categórica, si tratan
    de dominarlos..." La respuesta de Stalin a aquella carta, como a otras,
    sigue guardada bajo siete llaves. Pero la llamada de Lenin no encontró
    simpatía; los mismos seis estaban por la unidad con los liquidadores,
    que habían sido declarados "fuera del Partido" por encima de su
    propia independencia política. En una resolución especial
    publicada en Pravda, la facción unida reconocía que "la unidad
    de la Socialdemocracia es una urgente necesidad", se pronunciaba en favor
    de fusionar Pravda con el periódico de los liquidadores, Lootch'
    (El Rayo), y a modo de paso en tal dirección recomendaba a todos
    sus miembros que colaborasen en ambos periódicos. El 18 de diciembre,
    el menchevique Lootch' publicaba triunfalmente los nombres de los cuatro
    diputados bolcheviques (por haber rehusado los otros dos) en su lista de
    colaboradores; los nombres de los miembros de la facción menchevique
    se publicaron a la vez en lo más alto de Pravda. De nuevo había
    ganado el conciliatorismo, lo que en esencia significaba una derrota para
    el espíritu y la letra de la Conferencia de Praga.

    Pronto apareció en la lista de colaboradores de Lootch' otro
    nombre más: el de Gorki. Aquello hacía pensar en una conjura.
    "¿Y cómo ocurrió que usted se uniera con Lootch'???
    -escribía Lenin a Gorki, con tres signos de interrogación-.
    ¿Es posible que vaya siguiendo las huellas de los diputados? ¡Pero
    es que ellos han caído sencillamente en una trampa!" Stalin estaba
    en San Petersburgo durante este efímero triunfo de los conciliadores,
    ejerciendo el control del Comité Central sobre la facción
    y sobre Pravda. Nadie ha dicho una palabra relativa a su protesta contra
    decisiones que asestaban un cruel golpe a la política de Lenin,
    señal cierta de que tras las escenas de las maniobras conciliatorias
    se ocultaba el mismo Stalin. Justificando después su culpable conducta,
    el diputado Badayev escribía: "Como en todas las demás ocasiones,
    nuestra decisión... se tomó de acuerdo con la actitud de
    los círculos del Partido en que tuvimos entonces ocasión
    de tratar de nuestras actividades..." Esta excusa indirecta alude al Buró
    del Comité Central en San Petersburgo, y en primer término
    a Stalin. Badayev solicita en tono circunspecto que el desdoro no se desvíe
    de los dirigentes a los dirigidos.

    Hace varios años se observó en la Prensa soviética
    que no se había aclarado bastante la historia de la lucha interna
    de Lenin con la fracción de la Duma y con el cuadro de redacción
    de Pravda. En estos últimos arios se ha hecho lo posible por hacer
    más difícil tal esclarecimiento. Todavía no se ha
    publicado por completo la correspondencia de Lenin relativa a aquel período
    crítico. A disposición de los historiadores sólo estaban
    los documentos que por una u otra razón han salido de los archivos
    antes de instituirse el control totalitario. Sin embargo, aun de estos
    fragmentos diseminados se destaca un cuadro intachable. La hurañía
    de Lenin sólo era el reverso de su perspicacia realista. Insistía
    en la división por la línea que en última instancia
    había de convertirse en la línea de batalla de la guerra
    civil. El empirista Stalin era incapaz, por constitución, de asumir
    un punto de vista de gran amplitud. Enérgicamente combatió
    a los liquidadores durante la campaña electoral para conseguir sus
    propios diputados; se trataba de asegurar un importante punto de apoyo.
    Pero una vez realizada aquella tarea de organización, no conceptuaba
    necesario levantar otra "tempestad en un vaso de agua", especialmente en
    vista de que incluso los mencheviques, bajo la influencia de la marejada
    revolucionaria, parecían dispuestos a hablar un lenguaje diferente.
    ¡En verdad, no valía la pena de "trepar por la pared"! En
    cuanto a Lenin, toda su política se encaminaba a la educación
    revolucionaria de las masas. La lucha de la campaña electora nada
    significaba para él mientras después de la elección
    permanecieran unidos los diputados socialdemócratas en la Duma.
    Creía necesario dar a los trabajadores todas las oportunidades posibles
    (a cada paso, en cada acto) para convencerse de que en todas las cuestiones
    fundamentales los bolcheviques se diferenciaban claramente de los demás
    grupos políticos, sin excepción. éste era el principal
    punto de litigio entre Cracovia y San Petersburgo.

    Los titubeos de la facción de la Duma estaban íntimamente
    relacionados con la política de Pravda. "Durante aquel período
    -escribía Badayev en 1930-, Stalin, que se hallaba en la ilegalidad,
    dirigía Pravda." El documentado Savelyev escribía asimismo:
    "Como estaba en la ilegalidad, Stalin llevaba personalmente el periódico
    durante el otoño de 1912 y el invierno de 1912-1913. Sólo
    durante un breve intervalo dejó de hacerlo por ir al extranjero,
    a Moscú y a otros sitios." Estos informes de testigos directos,
    concordantes con todas las circunstancias de hecho, no pueden reputarse.
    Pero no era cierto que Stalin llevase el periódico en el sentido
    real de la palabra. Quien lo llevaba era Lenin. A diario enviaba artículos,
    de otros, proposiciones, instrucciones, rectificaciones. Stalin, lento
    de ideas, no podía de ningún modo seguir el paso de aquella
    corriente activa de sugerencias e iniciativas, de las cuales nueve décimas
    partes se le antojaban superfluas o exageradas. En lo esencial, el Consejo
    de redacción mantenía una posición defensiva. No tenía
    ideas políticas propias, y trataba simplemente de mellar el cortante
    filo de la política de Cracovia. Y Lenin, no sólo sabía
    cómo preservar el corte bien afilado, sino cómo afilarlo
    de nuevo. En tales condiciones, Stalin vino a ser naturalmente el inspirador
    secreto de la oposición de los conciliadores a la presión
    de Lenin.

    "Nuevos conflictos -afirma el cuadro de redacción de las obras
    de Lenin (Bujarin, Molotov, Savelyev)- surgieron a consecuencia de la debilidad
    de la posición adoptada contra los liquidadores al final de la campaña
    electoral y también respecto a la invitación hecha a los
    progresistas para colaborar en Pravda. Estas relaciones empeoraron aún
    en enero de 1913, después de salir J. Stalin de San Petersburgo..."
    La expresión, por demás considerada, "empeoraron aún",
    atestigua que aún antes de salir Stalin, las relaciones de Lenin
    con el cuadro de redacción no se caracterizaban por lo amistosas
    pero Stalin evitaba de todos modos convertirse en "blanco de tiro".

    Los miembros del cuadro de redacción eran figuras de escasa
    influencia en el sentido de Partido, y algunos de ellos figuras ocasionales.
    No hubiera sido difícil para Lenin conseguir su sustitución.
    Pero tenían su apoyo en la actitud de los primates del Partido y
    en la persona del representante del Comité Central. Un conflicto
    violento con Stalin, estrechamente relacionado con el Consejo de redacción
    y la facción de la Duma, hubiera constituido una sacudida dentro
    de la plana mayor del Partido. Por eso, a pesar de toda su persistencia,
    la política de Lenin fue circunspecta. El 13 de noviembre estaba
    "seriamente molesto" para reprochar al cuadro de redacción que hubiese
    dejado de publicar un artículo sobre el Congreso Socialista Internacional
    de Basilea. "No hubiera sido muy difícil escribir este artículo,
    y el cuadro de redacción de Pravda sabía que el Congreso
    iba a abrirse el domingo. " Stalin, sin duda, se quedó sorprendido
    de veras. ¿Un Congreso internacional? ¿En Basilea? Aquello
    estaba muy lejos de sus preocupaciones. Pero el foco principal no eran
    los errores incidentales, a despecho de su insistencia, sino más
    bien la divergencia fundamental de criterios en cuanto al curso del desarrollo
    del Partido. La política de Lenin tenía sentido sólo
    para quien estuviese dotado de una perspectiva revolucionaria audaz; desde
    el punto de vista de la circulación del periódico o de la
    construcción de una máquina, no podía parecer sino
    el colmo de la extravagancia. En lo profundo de su corazón, Stalin
    continuaba considerando al "emigrado" Lenin como a un sectario.

    No podemos dejar de anotar un delicado episodio que ocurrió
    por entonces. Durante aquellos años, Lenin estaba muy necesitado.
    Cuando Pravda se levantó, el cuadro de redacción fijó
    para su inspirador y colaborador principal una retribución, que,
    a pesar de su modestia, era su principal sostén. Pero cuando, el
    conflicto llegó al punto más agudo, los fondos dejaron de
    enviársele. Aunque era sumamente escrupuloso en cuestiones de tal
    índole, Lenin se vio obligado a recordarles con alguna insistencia
    su propia situación. "¿Por qué no se me envían
    mis honorarios? El retraso me pone en un verdadero aprieto, y agradeceré
    que no se prolongue más." La retención del dinero no puede
    interpretarse fácilmente como una especie de represalia financiera
    (aunque más tarde, ya en el Poder, Stalin no vaciló en recurrir
    a tales métodos una y otra vez). Pero aun tratándose de un
    caso de simple descuido, da una idea clara de las relaciones entre San
    Petersburgo y Cracovia. En realidad, distaban mucho de ser cordiales.

    La indignación con Pravda se pone de relieve en las cartas de
    Lenin que siguen inmediatamente a la marcha de Stalin para Cracovia, a
    fin de tomar parte en la Conferencia preparada en el cuartel general del
    Partido. Se impone la irresistible impresión de que Lenin estaba
    esperando justamente que Stalin partiera para desbaratar el nido de conciliadores
    de San Petersburgo, reservándose al mismo tiempo la posibilidad
    de una inteligencia pacífica con Stalin. En el momento de quedar
    al margen el adversario más influyente, Lenin desató un ataque
    devastador contra el cuadro de redacción de San Petersburgo. En
    su carta de 12 de enero, dirigida a una persona de su confianza en dicha
    capital, se refiere a la "imperdonable estupidez" cometida por Pravda con
    relación al periódico de los trabajadores de la industria
    textil, insistiendo en que se corrija "su estupidez" y en otros extremos
    por el estilo. La carta está escrita enteramente en la letra de
    Krupskaia. Además, de su puño y letra, añade Lenin
    lo siguiente: "Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo
    de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos
    sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de
    reorganización del cuadro de redacción... Reorganización,
    pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con
    retraso, eso es lo que hace muchísima falta. Se está llevando
    de un modo absurdo. Elogian al Bund y al Zeit (una Publicación
    oportunista judía), que es sencillamente infame. No saben cómo
    proceder contra Lootch', y su actitud en cuanto a los artículos
    (se refiere a los suyos) es monstruosa. Sencillamente, he perdido la paciencia..."
    El tono de la carta muestra que la indignación de Lenin (y sabía
    muy bien contenerse cuando era necesario) había llegado a su limite.
    La crítica despiadada del periódico se refería a todo
    el período en que la responsabilidad de su inspección directa
    correspondía a Stalin. La identidad de la, persona que escribió
    la "carta estúpida y descarada" del "Consejo de redacción"
    no se ha descubierto aún, y seguramente no, es por casualidad. Es
    difícil que Stalin la escribiera: es demasiado cauto y, además,
    probablemente había salido ya de San Petersburgo en aquella fecha.
    Más verosímil es que su autor fuese Molotov, secretario del
    Consejo de redacción, tan inclinado a la rudeza como Stalin, y carente
    además de la flexibilidad de éste.

    La resolución con que Lenin puso entonces mano en el conflicto
    crónico resulta evidente de otras líneas de su carta: "¿Qué
    se ha hecho respecto a la fiscalización del dinero? ¿Quién
    recibió los fondos de suscripción? ¿En poder de quién
    están? ¿A cuánto ascienden?" Al parecer, Lenin no
    excluía la posibilidad de una ruptura, y se interesaba por guardar
    por sí mismo los recursos financieros. Pero no se llegó a
    la ruptura; los desconcertados conciliadores difícilmente se hubieran
    atrevido a pensar en ello. La resistencia pasiva era su única arma.
    Ahora, incluso ésta se les iba a arrancar de las manos.

    Replicando a la pesimista carta que le escribió Shklovsky desde
    Berna, y arguyendo que los asuntos de los bolcheviques no iban tan mal
    como parecía, Krupskaia comenzaba reconociendo que, "desde luego,
    Pravda se lleva mal". Esa frase suena como cosa evidente, como algo indiscutible.
    "Todo el mundo está en aquella redacción, y la mayoría
    no saben escribir... Las protestas de los trabajadores contra Lootch' no
    se han publicado, para evitar polémicas." Sin embargo, Krupskaia
    promete "reformas portantes" para pronto. Esta carta lleva fecha de 19
    de enero. Al día siguiente, Lenin escribió a San Petersburgo,
    por medio de Krupskaia: "... tenemos que planear nuestro propio cuadro
    de redacción de Pravda y echar al actual. Las cosas están
    muy mal. La falta de una campaña por la unidad desde abajo es estúpida
    y ruin... ¿Puede llamarse redactores a esa gente? No son hombres,
    sino lamentables guiñapos, y están echando a perder la causa".
    éste es el estilo a que acudía Lenin cuando quería
    dar a entender que estaba dispuesto a luchar hasta el límite.

    Abrió un fuego de paralelas desde baterías cuidadosamente
    situadas contra el conciliatorismo de la facción de la Duma. Ya
    el 3 de enero escribía a San Petersburgo: "Es imprescindible que
    se publique la carta de los trabajadores de Bakú que os remitimos..."
    La carta pide que los diputados bolcheviques rompan con Lootch'. Refiriéndose,
    a que en el curso de cinco años 105 liquidadores "han estado reiterando
    en todas las formas que, el partido ha muerto", los trabajadores de Bakú
    preguntaban: "¿Por qué tienen ahora tanta prisa por unirse
    con un cadáver?" La pregunta da justamente en mitad del blanco.
    "¿Cuándo se separarán los cuatro diputados de Lootch'?"
    Lenin insistía por su parte "¿Hemos de esperar mucho tiempo...?
    Hasta del lejano Bakú protestan veinte trabajadores." No estará
    de más presumir que, no habiendo podido conseguir por correspondencia
    que los diputados rompieron con Lootch', Lenin comenzó a movilizar
    discretamente las filas rusas mientras Stalin continuaba en San Petersburgo.
    Sin duda, por iniciativa suya protestaban los trabajadores de Bakú
    (no por casualidad escogió Lenin esta ciudad), y, además,
    enviaban su protesta, no a la redacción de Pravda, a cuyo frente
    estaba Koba, dirigente de allí, sino a Lenin, en Cracovia. La compleja
    maraña del conflicto queda flagrante. Lenin avanza. Stalin maniobra.
    Con los conciliadores renqueando, aunque no sin la inconsciente ayuda de
    los liquidadores, que cada vez exponían su oportunismo, Lenin consiguió
    al poco tiempo inducir a los diputados bolcheviques a que renunciasen mediante
    protesta como colaboradores de Lootch'. Pero siguieron sometidos a la mayoría
    liquidacionista de la facción de la Duma.

    Preparándose para lo peor, incluso para una escisión,
    Lenin, como siempre, hizo cuanto pudo por conseguir su objetivo político
    con el menor trastorno y las menos víctimas posible. Por eso, precisamente,
    pidió primero que Stalin saliese de Rusia, y le hizo luego comprender
    que lo mejor para él sería permanecer alejado de Pravda durante
    las futuras "reformas". Entretanto, se envió a San Petersburgo a
    otro miembro del Comité Central, Sverdlov, el futuro, primer presidente
    de la República de los Soviets. Aquel hecho significativo ha sido
    atestiguado oficialmente. "Con el fin de reorganizar el Consejo de redacción
    -afirma una nota al pie en el volumen XVI de las obras de Lenin-, el Comité
    Central envió a Sverdlov a San Petersburgo." Lenin le escribió:
    "Hoy nos enteramos del comienzo de las reformas en Pravda. Mil gracias,
    felicitaciones y auspicios de éxito... No puedes imaginarte lo cansados
    que estamos de trabajar con un cuadro de redacción enteramente hostil."

    Con estas palabras, en las que acumulaba acrimonia con un suspiro de
    alivio, Lenin ajustaba cuentas con el Consejo de redacción por todo
    el período de las dificultades, durante el cual, como se nos ha
    informado, "Stalin llevaba efectivamente el periódico".

    "El autor de estas líneas recuerda muy bien -escribía
    Zinoviev en 1934, cuando la espada de Damocles pendía ya sobre su
    cabeza- qué acontecimiento fue la llegada de Stalin a Cracovia..."
    Lenin estaba doblemente satisfecho, porque, durante la ausencia de Stalin
    de San Petersburgo, podría realizar su delicada operación
    allí y porque probablemente le sería posible hacerlo sin
    originar una convulsión dentro del Comité Central. En su
    concisa y cauta reseña de la estancia de Stalin en Cracovia, Krupskaia,
    como insinuándolo, observaba: "Ilich estaba entonces muy nervioso
    a causa de Pravda; también lo estaba Stalin. Estuvieron hablando
    sobre el modo de arreglar las cosas." Estas líneas tan significativas,
    a pesar de su deliberada vaguedad, es todo lo que al parecer queda de un
    texto más elocuente retirado a instancias del censor. En relación
    con circunstancias que ya conocemos, apenas cabe duda de que Lenin y Stalin
    "estaban nerviosos" por diferentes motivos, cada uno tratando de defender
    su política. Sin embargo, la lucha era demasiado desigual: Stalin
    tuvo que ceder terreno.
    La conferencia a que fue llamado duró desde el 28 de diciembre
    hasta el 1 de enero de 1913, y a ella asistieron trece personas, miembros
    del Comité Central, de la fracción de la Duma y dirigentes
    locales destacados. Además de los problemas de política general
    derivados del resurgimiento revolucionario, la conferencia se ocupó
    de las agudas cuestiones de la vida interna del Partido: la fracción
    de la Duma, la Prensa del Partido, la actitud hacia los liquidadores y
    hacia la consigna de "unidad". Los informes principales fueron los de Lenin.
    Debe suponerse que los diputados de la Duma y Stalin se vieron obligados
    a, escuchar no pocas verdades amargas, aunque se expresaran en tono cordial.
    Parece ser que Stalin se mantuvo pacífico en la conferencia; sólo
    eso puede explicar el hecho de que en la primera edición de sur
    Memorias (1929), el deferente Badayev dejara incluso de mencionarle entre
    los participantes. Guardar silencio en momentos de apuro es, además,
    el método favorito de Stalin. Los registros y otros documentos de
    la conferencia "no se han encontrado aún". Es muy probable que se
    adoptaran medidas especiales para asegurarse de que no se encontraran.
    En una de las cartas de Krupskaia, de aquel período, se dice lo
    siguiente: "En esta conferencia, los informes de procedencia local fueron
    muy interesantes. Todo el mundo decía que las masas aumentaban...
    Durante las elecciones se ha puesto en evidencia que había organizaciones
    obreras espontáneas en todas partes... En su mayoría, no
    están en contacto con el Partido, pero son del Partido en espíritu."
    En cuanto a Lenin, indicaba en una carta a Gorki que la conferencia "había
    sido un gran éxito" y "daría sus frutos". Por encima de todo,
    su preocupación era afirmar la política del Partido.

    No sin un deje de ironía, el Departamento de Policía
    informaba a su agencia del extranjero que, a pesar de su último
    informe, el diputado Poletayev no estuvo presente en la conferencia, y
    que sí asistieron a ella las siguientes personas, Lenin, Zinoviev,
    Krupskaia; diputados Malinovsky, Petrovsky, Dadayev; Lobov, el trabajador
    Medvedev, el teniente de artillería Troyanovsky y su mujer, y
    Koba. No carece de interés el orden en que se citan los nombres:
    en la lista del Departamento, el de Koba figura en último lugar.
    En las notas a las obras de Lenin (1929), se le menciona en quinto lugar,
    después de Lenin, Zinoviev, Kamenev y Krupskaia, aunque Zinoviev,
    Kamenev y Krupskaia llevaban entonces bastante tiempo en desgracia. En
    las listas de la nueva era, Stalin ocupa siempre el segundo lugar, inmediatamente
    detrás de Lenin. Estas barajaduras reflejan bastante bien la índole
    de su carrera política.

    Con esta carta, el Departamento de Policía de San Petersburgo
    trataba de demostrar que allí estaban mejor enterados de lo que
    pasaba en Cracovia que su agente en el extranjero. No es extraño
    que uno de los papeles de importancia en la reunión estuviese confiado
    a Malinovsky, cuya personalidad real como provocador sólo era conocida
    de los conspicuos del Olimpo policíaco. Verdad es que ciertos socialdemócratas
    que le conocieron tuvieron sospechas de él ya en los años
    de la redacción, pero no les fue posible apoyar sus aprensiones
    con pruebas, y aquéllas fueron extinguiéndose. En enero de
    1912, los bolcheviques de Moscú delegaron en Malinovsky para que
    asistiese a la Conferencia de Praga. Lenin acogió con ansia a este
    trabajador enérgico y capaz, y contribuyó a presentar su
    candidatura a las elecciones de la Duma. Por su parte, la Policía
    apoyó también a su agente deteniendo a todos sus posibles
    rivales. Este representante de los trabajadores moscovitas impuso al punto
    su autoridad en la fracción de la Duma. En cuanto recibía
    de Lenin los textos preparados de sus intervenciones parlamentarias, Malinovsky
    transmitía los manuscritos para su revisión al director del
    Departamento de Policía. éste trató al principio de
    introducir enmiendas, pero el régimen de la fracción bolchevique
    confinaba la autonomía de cada diputado dentro de límites
    muy estrechos. En consecuencia, aunque Malinovsky era el mejor informador
    de la Ojrana, el agente de la Ojrana llegó a ser el orador más
    militante de la fracción socialdemócrata.

    Las sospechas sobre Malinovsky volvieron a despertarse en el verano
    de 1913 entre varios prominentes bolcheviques; pero, por falta de pruebas,
    se dejó nuevamente de lado el asunto. Luego, el mismo Gobierno se
    inquietó por la posible exposición y el consiguiente escándalo
    público a que daría lugar el caso. Por orden de sus superiores,
    en mayo de 1914, Malinovsky presentó al presidente de la Duma una
    declaración de su deseo de renuncia a su mandato de diputado. Se
    difundieron de nuevo los rumores sobre su papel, y más insistentes,
    negando esta vez a las columnas de la Prensa. Malinovsky marchó
    al extranjero, visitó a Lenin y solicitó que se hiciera una
    investigación. Al parecer, había trazado cuidadosamente su
    línea de conducta en colaboración con sus superiores de la
    Policía. Dos días después, el periódico del
    Partido de San Petersburgo publicaba un telegrama que, indirectamente,
    declaraba que el Comité Central, después de haber investigado
    el caso Malinovsky, estaba convencido de su integridad personal. Al cabo
    de unos días más, se publicó un acuerdo en el sentido
    de que por su renuncia voluntaria al mandato de diputado, Malinovsky "se
    colocaba fuera de las filas de los marxistas organizados".

    En el lenguaje del periódico legal, aquello significaba la expulsión
    del Partido.

    Los adversarios de Lenin le sometieron a un prolongado y cruel tiroteo
    por "cubrir" a Malinovsky. La participación de un agente de la Policía
    en la fracción de la Duma, y especialmente en el Comité Central
    era, como es natural, una calamidad para el Partido. En realidad, Stalin
    había sido desterrado la última vez a causa de la traición
    de Malinovsky. Pero en aquellos días, las sospechas, complicadas
    en ocasiones con la hostilidad de facción, envenenaban la atmósfera
    de la clandestinidad. Nadie presentó pruebas concretas contra Malinovsky.
    Después de todo, era imposible condenar a un miembro del Partido
    a la muerte política (y acaso a la muerte física) a base
    de una vaga sospecha. Y como Malinovsky ocupaba una posición de
    responsabilidad y la reputación del Partido dependía en cierto
    modo de su reputación, Lenin creyó deber suyo defender a
    Malinovsky con la energía que era siempre su característica.
    Después del derrumbamiento de la monarquía, el hecho de haber
    servido Malinovsky en el Departamento de Policía se probó
    de manera concluyente. Después de la Revolución dé
    octubre, el provocador, que volvió a Moscú desde un campo
    alemán de prisioneros de guerra, fue fusilado por orden del tribunal.


    A pesar de la falta de hombres, Lenin no tenía prisa por que
    Stalin regresara a Rusia. Era necesario completar "las importantes reformas"
    en San Petersburgo antes de su vuelta. En cambio, Stalin estaba más
    bien deseoso de reintegrarse al lugar de sus anteriores trabajos después
    de la Conferencia de Cracovia, que, siquiera en forma indirecta, había
    condenado resueltamente su política. Como de costumbre, Lenin hizo
    cuanto pudo por proporcionar al vencido una retirada honrosa. La, venganza
    era totalmente, ajena a su carácter. Para mantener a Stalin en el
    extranjero durante el período crítico, Lenin le interesó
    en el estudio y solución del problema de las nacionalidades menores;
    un arreglo muy propio del espíritu de Lenin.

    Un natural del Cáucaso, con sus docenas de nacionalidades semicultas
    y primitivas, pero en rápida marcha hacia el progreso, no necesitaba
    que le demostraran la importancia del problema de las nacionalidades. La
    tradición de independencia nacional continuaba floreciente en Georgia;
    de ahí había recibido el mismo Koba su primer impulso revolucionario.
    Su propio seudónimo evocaba la lucha de su país por la independencia
    nacional. Verdad es que, según Iremashvili, durante los años
    de su primera Revolución, se había enfriado algo respecto
    al problema georgiano, "La liberación nacional... ya no significaba
    nada para él. No le apetecía señalar límite
    alguno a sus ansias de poder. Rusia y el mundo entero habían de
    ser en adelante su aspiración." Evidentemente, Iremashvili se anticipa
    a los hechos y actitudes de una época muy posterior. Pero no cabe
    duda de que, convertido en bolchevique, Koba abandonó el romanticismo
    nacionalista, que continuaba viviendo en paz y armonía con el socialismo
    sin bríos de los mencheviques georgianos. Ahora bien, tras repudiar
    la idea de la independencia de Georgia, Koba no podía, como muchos
    gran-rusos, permanecer indiferente por completo al problema de las nacionalidades,
    porque las relaciones entre georgianos, armenios, tártaros, rusos
    y otros, complicaban constantemente las actividades revolucionarias en
    el Cáucaso.

    En sus opiniones, Koba se hizo internacionalista. ¿Pero le pasó
    lo mismo en sus sentimientos? El gran-ruso Lenin no podía tolerar
    ninguna chanza o anécdota que pudiese herir la sensibilidad de una
    nacionalidad oprimida. Stalin conservaba aún mucho del campesino
    de la aldea de Didi-Lilo. Durante los años prerrevolucionarios no
    se atrevió, naturalmente, a jugar con los prejuicios nacionales,
    como hizo más tarde, cuando ya estaba en el Poder. Pero esa disposición
    se traslucía ya entonces en pequeñeces. Refiriéndose
    a la preponderancia de judíos en la facción menchevique del
    Congreso de Londres en 1907, Koba escribía:
    "A propósito de eso, uno de los bolcheviques observó bromeando
    (creo que fue el camarada Alexinsky) que los mencheviques eran una facción
    judía, mientras que los bolcheviques eran rusos auténticos,
    y que, por lo tanto, no estaría de más que los bolcheviques
    instigásemos un pogrom en el Partido."
    Es imposible no asombrarse aún ahora de que en un artículo
    destinado a los trabajadores del Cáucaso, donde la atmósfera
    estaba cargada de animosidades nacionalistas, Stalin se aventurase a reproducir
    una chanza de tan sospechoso gusto. Además, no se trataba de una
    cuestión de accidental falta de tacto, sino de cálculo consciente.
    En el mismo artículo, el autor se solaza airosamente a propósito
    del acuerdo del Congreso relativo a expropiaciones, con, el fin de disipar
    las dudas de los luchadores del Cáucaso. Hay que suponer confiadamente
    que la facción menchevique en Bakú estaba por entonces dirigida
    por judíos, y que con la chuscada alusiva al pogrom, el autor trataba
    de desacreditar a sus adversarios políticos a los ojos de los trabajadores
    atrasados. Aquello era más fácil que ganárselos mediante
    la persuasión y la educación, y que Stalin siempre y en todo
    buscaba la línea de menor resistencia. Puede agregarse que tampoco
    fue accidental la "broma" de Alexinsky; aquel ultrabolchevique se hizo
    más tarde un declarado reaccionario y antisemita.

    Naturalmente, en sus actividades políticas, Koba mantenía
    la posición oficial del Partido. Pero, antes de su viaje al extranjero,
    sus artículos políticos nunca habían sobrepasado el
    nivel de la propaganda cotidiana. Sólo ahora, por iniciativa de
    Lenin, se enfrentó con el problema de las nacionalidades desde un
    punto de vista teórico y político más amplio. El conocimiento
    directo de las intrincadas relaciones nacionales en el Cáucaso le
    hacía sin duda más fácil orientarse en aquel complicado
    terreno, en el que las teorías abstractas eran particularmente peligrosas.

    En dos países de la Europa de anteguerra, la cuestión
    nacional era de importancia política excepcional: en la Rusia zarista
    y en la Austria-Hungría de los Habsburgo. En cada uno de ellos,
    el partido de los trabajadores creó su propia escuela. En la esfera
    de las teorías, la socialdemocracia austríaca, en las personas
    de Otto Bauer y Karl Renner, consideraba la nacionalidad independiente
    del territorio, la economía y la clase, transformándola en
    una especie de abstracción limitada por lo que llamaban "carácter
    nacional". En el campo de la política nacional, como, por lo demás,
    en los restantes, no se aventuraba más allá de una rectificación
    del statu quo. Temiendo hasta la idea de desmembrar la monarquía,
    la socialdemocracia austríaca se esforzaba por adaptar su programa
    nacional a los límites del Estado mosaico. El programa de la llamada
    "economía cultura nacional" requería que los ciudadanos de
    una misma nacionalidad, aunque estuvieran dispersos por todo el territorio
    austrohúngaro y, a pesar de las divisiones administrativas del Estado,
    se unieran, sobre la base de atributos puramente personales, en una sola
    comunidad, para resolver sus tareas "culturales" (el teatro, la Iglesia,
    la escuela, etc.). Aquel programa era artificial y utópico, puesto
    que trataba de separar la cultura del territorio y la economía en
    una sociedad desgarrada por contradicciones sociales; era al mismo tiempo
    reaccionario, puesto que conducía a una desunión forzada
    en varias nacionalidades de los obreros de un único Estado, minando
    así su pujanza de clase.

    El problema nacional era particularmente agudo en Polonia, agravado
    por el destino histórico de ese país. El llamado P. S. P.
    (Partido Socialista Polaco), Encabezado por José Pilsudski, propugnaba
    con ardor la independencia de Polonia; el "socialismo" del P. S. P. no
    era, más que un vago, apéndice de su nacionalismo militante.
    En cambio, la socialdemocracia polaca, que acaudillaba, Rosa Luxemburgo,
    contraponía a la consigna de la independencia polaca la petición
    de autonomía para la región, polaca como parte integrante
    de la Rusia democrática. Luxemburgo partía de la consideración
    de que en la época del imperialismo era imposible económicamente
    separar Polonia de Rusia..., e innecesario en la época del socialismo.
    El "derecho de autodeterminación" era para ella una huera abstracción.
    La polémica sobre el particular se prolongó durante años.
    Lenin insistía en que el imperialismo no reinaba de modo análogo
    o uniforme en todos los países, regiones o esferas de la vida; en
    que la herencia del pasado representaba una acumulación y una compenetración
    de varias épocas históricas; en que si bien el capitalismo
    de los monopolios se destaca sobre todas las cosas, no sustituye a todo;
    en que, a pesar del dominio del imperialismo, los numerosos problemas nacionales
    conservaban todo su vigor, y en que, contando con las coyunturas interna
    y mundial, Polonia podía hacerse independiente aun en la época
    del imperialismo.

    El problema de las nacionalidades estaba considerablemente agudizado
    en Rusia durante la época de reacción. "La oleada de nacionalismo
    militante -escribía Stalin- llamaba la atención desde arriba
    por numerosos actos de represión cometidos por las autoridades,
    que descargaban su venganza sobre Estados Unidos a causa de su amor a la
    libertad, levantando en respuesta una marea de nacionalismo desde abajo,
    que a veces se transformaba en franco patrioterismo." Esta fue la época
    del juicio ritual del asesinato contra el judío Bayliss, de Kiev.
    Retrospectivamente, a la luz de las últimas hazañas de la
    civilización, sobre todo en Alemania y en la Unión Soviética,
    aquel juicio parece hoy casi un experimento humanitario. Pero en 1913 desazonó
    a todo el mundo. El veneno del nacionalismo comenzaba a afectar a muchas
    secciones de la clase trabajadora también. Alarmado, Gorki escribió
    a Lenin sobre la necesidad de contrarrestar este fanatismo patriotero.
    "Respecto al nacionalismo, estamos enteramente de acuerdo -replica Lenin-
    en que hemos de hacerle frente más seriamente que nunca. Tenemos
    aquí un espléndido georgiano que está escribiendo
    un largo artículo para Proveshcheniye, (Ilustración), después
    de acumular todo el material austríaco y de otros sitios. Nos atendremos
    a él." Se refería a Stalin. Gorki, relacionado desde antiguo
    con el Partido, conocía bien a todos sus cuadros de dirección.
    Pero Stalin le era, sin duda, totalmente desconocido, puesto que Lenin
    hubo de recurrir a una expresión tan impersonal, aunque halagadora,
    como la de "un espléndido georgiano". Por cierto que ésta
    es la única ocasión en que Lenin caracteriza a un prominente
    revolucionario ruso por la marca de su nacionalidad. Naturalmente, no pensaba
    en Georgia, sino en el Cáucaso: el factor de primitivismo atraía
    sin duda a Lenin; no es, pues, de extrañar que tratase a Kamo con
    tanta ternura.
    Durante su estancia de dos meses en el extranjero, Stalin escribió
    un ensayo breve, pero tajante, titulado El marxismo y el problema nacional.
    Como estaba destinado a una revista legal, el artículo hacía
    gala de un vocabulario comedido, a pesar de lo cual se advertían
    perfectamente sus tendencias revolucionarias. El autor comenzaba por oponer
    la definición historicomaterialista de nación a la psicología
    abstracta que animaba a la escuela austríaca. "La nación
    -escribía- es una comunidad permanente, formada a lo largo de la
    historia, de lengua, territorio, vida económica y composición
    psicológica, que se sustenta en la comunidad de cultura." Esta definición
    combinada, que asocia los atributos psicológicos de una nación
    a las condiciones geográficas y económicas de su desarrollo,
    no sólo es teóricamente correcta, sino prácticamente
    fecunda, pues, según ella, la solución del problema del destino
    de cada nación hay que buscarlo por la fuerza en el sentido de cambiar
    las condiciones materiales de su existencia, comenzando por el territorio.
    El bolchevismo nunca se abscribió a la adoración fetichista
    de unas fronteras estatales. Políticamente, lo que importaba era
    reconstruir el imperio zarista, esa prisión de naciones, en el orden
    territorial político y administrativo, de acuerdo con las necesidades
    y los deseos de las mismas naciones.

    El Partido del proletariado no recomienda a las diversas nacionalidades
    que permanezcan dentro de los límites de cierto Estado ni que se
    separen de él; esto es asunto de cada una de ellas. Pero se obliga
    a ayudarlas a realizar su auténtica voluntad nacional. En cuanto
    a la posibilidad de separarse de un Estado, esto depende de circunstancias
    históricas nacionales y de la correlación de fuerzas. "Nadie
    puede decir -escribía Stalin- que la guerra de los Balcanes sea
    el final y no el comienzo de complicaciones. Es tan posible semejante combinación
    de circunstancias internas y externas, que una u otra nacionalidad dentro
    de Rusia juzgue necesario postular y resolver el problema de su propia
    independencia. Y, naturalmente, no es misión de los marxistas poner
    barreras en tales casos. Pero, por esta misma razón, los marxistas
    rusos no pueden prescindir del derecho de las naciones a la autodeterminación."

    Los intereses de las naciones que voluntariamente se queden dentro
    de los límites de la Rusia democrática serán preservados
    por medio de "las autonomías de unidades autodeterminadas, tales
    como Polonia, Lituania, Ucrania, el Cáucaso, etc. La autonomía
    regional conduce a una utilización más ventajosa de las riquezas
    naturales de la región; no divide a los ciudadanos conforme a pautas
    nacionales, y les permite agruparse en partidos de clase". La autoadministración
    territorial de regiones en todas las esferas de la vida social se opone
    a la extraterritorial (esto es, platónica) de nacionalidades en
    cuestiones de "cultura" solamente.

    Sin embargo, de importancia sumamente inmediata y aguda, desde el punto
    de vista de la lucha del proletariado, era el problema de las relaciones
    entre los trabajadores de diversas nacionalidades dentro del mismo Estado.
    El bolchevismo se pronuncia por una completa e indivisible unificación
    de los trabajadores en todas las nacionalidades en el Partido y en el Sindicato,
    a base de centralismo democrático. "El tipo de organización
    no ejerce su influencia sobre la labor práctica solamente, sino
    que imprime un sello indeleble sobre toda la vida espiritual del trabajador.
    El trabajador vive la vida de su organización, dentro de la cual
    se desarrolla espiritualmente y es educado... El tipo internacional de
    organización es una escuela de sentimientos de camaradería,
    de la máxima agitación en pro del internacionalismo."

    El sitio de honor en este estudio se dedicaba a una polémica
    contra su antiguo adversario Noé Jordania, quien durante los años
    de la reacción comenzó a inclinarse hacia el programa austríaco.
    Ejemplo tras ejemplo, Stalin demostraba que la economía cultural
    nacional, "por lo común... se hace aún más insensata
    y ridícula desde el punto de vista de las condiciones reinantes
    en el Cáucaso". No menos resuelta era su crítica de la política
    de la Liga judía, organizada a base del principio nacional, y no
    sobre el territorial, y que tendía a imponer tal sistema a todo
    el Partido. "Una de dos: o el federalismo de la Liga, y entonces hay que
    reconstruir la Socialdemocracia rusa sobre la base de "dividir" a los trabajadores
    por nacionalidades, o un tipo internacional de organización, y entonces
    hay que reconstruir la Liga según el principio de la economía
    territorial... No hay término medio: los principios vencen, nunca
    pueden conciliarse."

    El marxismo y el problema nacional es, indudablemente, la obra teórica
    de más importancia (más bien la única) de Stalin.
    A base de aquel solo artículo, que ocupaba cuarenta páginas
    impresas, su autor merece ser reconocido como un destacado teorizante.
    Lo que desconcierta un poco es que no haya escrito nada ni remotamente
    comparable en calidad, antes ni después. La clave del misterio está
    en que aquel trabajo de Stalin fue enteramente inspiración de Lenin,
    y se escribió bajo su incesante inspección, dirigiéndolo
    él línea por línea.

    Dos veces en su vida rompió Lenin con colaboradores íntimos
    que eran teóricos de primera fila. La primera vez en 1903-l904,
    en que se apartó de todas las viejas autoridades de la socialdemocracia
    rusa (Plejanov, Axelrod, Zasulich) y de los destacados marxistas jóvenes,
    Martov y Potressov; la segunda, durante los años de la reacción,
    cuando le abandonaron Bogdanov, Lunacharsky, Pokrovsky, Rozhkov, todos
    ellos escritores calificados. Zinoviev y Kamenev, sus colaboradores íntimos,
    no eran teóricos. En tal sentido, el nuevo resurgimiento revolucionario
    encontró a Lenin embarrancado. No es extraño que se aferrase
    con afán a cualquier camarada joven que pudiera ser útil
    para trazar un problema cualquiera del programa del Partido.

    "Esta vez -recuerda Krupskaia-, Ilich habló mucho con Stalin
    sobre el problema nacional, y estaba contento de encontrar a alguien seriamente
    interesado en la cuestión y que conocía el terreno que pisaba.
    Ya anteriormente, Stalin vivió en Viena alrededor de dos meses,
    estudiando allí el problema de las nacionalidades, y se relacionó
    mucho con nuestro público vienés, con Bujarin, con Troyanovsky."
    Algo quedó por decir. "Ilich habló mucho con Stalin", lo
    que significa que le dio ideas matrices, le aclaró todos los aspectos
    de la cuestión, explicó los conceptos dudosos, sugirió
    la literatura, repasó los primeros borradores e hizo correcciones...
    "Recuerdo, -refiere la misma Krupskaia- la actitud de Ilich para con autores
    inexpertos. Pensaba en la sustancia, en lo fundamental, ideando el mejor
    modo de ayudar, de encaminarlos bien. Pero lo hacía con una especial
    delicadeza de modo que el autor, en cada caso, no se diera cuenta de que
    le corregían. Verdaderamente, Ilich sabía cómo ayudar
    a la gente en sus tareas. Si, por ejemplo, quería encomendar la
    redacción de un artículo a alguien, y no tenía la
    seguridad de que el designado supiera escribirlo bien, lo primero que hacía
    era entablar con él una detallada conversación sobre el tema,
    desarrollando sus propios argumentos, despertando el interés de
    su interlocutor, sonsacándole a conciencia y luego sugería:
    "¿No te gustaría escribir un artículo sobre este tema?"
    Y el autor ni siquiera advertía cuánto le había ayudado
    la conversación preliminar con Ilich, ni se daba cuenta de que en
    su artículo incorporaba incluso las palabras y expresiones favoritas
    de Ilich." Krupskaia, como es natural, no nombra a Stalin. Pero esta caracterización
    de Lenin como inspirador y guía de jóvenes autores figura
    precisamente en el capítulo de sus Memorias en que hace mención
    del trabajo de Stalin sobre el problema de las nacionalidades: Krupskaia
    se vio no pocas veces forzada a recurrir a arbitrios indirectos para proteger
    de la usurpación a lo menos una parte de los derechos intelectuales
    de Lenin.

    El proceso del artículo de Stalin se nos representa con suficiente
    claridad. Primero, conversaciones preliminares con Lenin en Cracovia, esbozo
    de las ideas dominantes y del material de consulta. Luego, la estancia
    en Viena, en el corazón mismo de la "escuela austríaca".
    Como no sabía alemán, Stalin no podía sacar partido
    de sus fuentes de consulta. Pero allí estaba Bujarin, que indiscutiblemente
    dominaba la teoría, conocía idiomas, así como la literatura
    relativa a la materia, y también era ducho en revolver papeles.
    Bujarin, como Troyanovsky, tenía instrucciones de Lenin de ayudar
    al "espléndido" pero poco educado georgiano. Evidentemente, la selección
    de los extractos más importantes fue tarea suya. La construcción
    lógica del artículo, no exenta de pedantería, se debe
    muy probablemente a la influencia de Bujarin, inclinado a métodos
    de profesor, a diferencia de Lenin, para quien el interés político
    o polémico determinaban la estructura de una composición.
    La influencia de Bujarin no fue más allá, pues en el problema
    de las nacionalidades se hallaba más cerca de Rosa Luxemburgo que
    de Lenin. En cuanto a la aportación de Troyanovsky, nada sabemos
    de cierto; pero de entonces data el comienzo de su contacto con Stalin,
    que algunos años más tarde, cuando cambiaron las circunstancias,
    valió al insignificante e inestable Troyanovsky uno de los puestos
    diplomáticos de más responsabilidad.

    De Viena, Stalin volvió con su material a Cracovia. Allí
    se reanudó la intervención de Lenin, director atento e incansable.
    La huella de su pensamiento y de su pluma se descubre fácilmente
    a cada página. Ciertas frases, mecánicamente incorporadas
    por el autor, o ciertas líneas, evidentemente escritas por el revisor,
    parecen inesperadas o incomprensibles sin referirse a las obras correspondientes
    de Lenin. "No es el problema nacional, sino el agrario el que decide la
    suerte del progreso en Rusia -escribe Stalin sin más explicaciones-.
    El problema nacional le está subordinado." Este juicio exacto y
    profundo sobre los efectos relativos de los problemas agrario y nacional
    en el curso de la Revolución rusa es enteramente de Lenin, quien
    lo dilucidó innumerables veces durante los años de la reacción.
    En Italia y en Alemania, la lucha por la liberación nacional y la
    unificación era en otro tiempo el meollo de la revolución
    burguesa. No sucedía lo mismo en Rusia, donde la nacionalidad dominante,
    los gran-rusos, no sufrían opresión nacional, sino que oprimían
    a los demás; pero nadie, sino la vasta masa campesina de la misma
    Gran Rusia había experimentado la profunda opresión de la
    servidumbre. Ideas tan complejas y tan seriamente consideradas nunca hubieran
    sido expuestas por su verdadero autor como de pasada, como una generalidad
    sin demostraciones ni comentarios.

    Zinoviev y Kamenev, que vivieron largo tiempo junto a Lenin, adquirieron
    no sólo sus ideas, sino hasta sus modos de hablar, e incluso el
    carácter de letra. No puede decirse otro tanto de Stalin. Naturalmente,
    también él vivía de las ideas de Lenin, pero a distancia,
    lejos de él, y no se servía de ellas sino cuando las necesitaba
    pata sus propios fines independientes. Era demasiado tenaz, demasiado obstinado,
    demasiado torpe y demasiado orgánico para adquirir los métodos
    literarios de su maestro. Por eso, las correcciones que Lenin introdujo
    en su texto, para citar al poeta, parecen "remiendos flamantes en destrozados
    andrajos". La exposición de la escuela austríaca como "una
    forma refinada de nacionalismo" es, sin duda, de Lenin, como muchas otras
    fórmulas sencillas y pertinentes. Stalin no escribía de ese
    modo. Con referencia a la definición de Otto Bauer, según
    la cual la nación es "una comunidad relativa de carácter",
    leemos en el artículo: "Entonces, ¿en qué difiere
    la nación de Bauer del "espíritu nacional" místico
    y vano de los espiritualistas?" Esta frase es de Lenin, Nunca, ni antes
    ni después, ha sabido Stalin expresarse así. Y en otro lugar,
    cuando, refiriéndose a las rectificaciones eclécticas de
    Bauer respecto a su propia definición de nación, el artículo
    comenta: "Así, la teoría cosida con hilos idealistas se refuta
    a sí misma", no puede uno menos de reconocer la pluma de Lenin.
    Lo mismo cabe decir de la caracterización del tipo internacional
    de organización obrera como "una escuela de sentimientos de camaradería".
    Stalin no escribía de esa manera. En cambio, en todo el artículo,
    a pesar de sus numerosos recovecos, es inútil buscar camaleones
    que adopten el aspecto de conejos, golondrinas subterráneas, ni
    cortinas de lágrimas: Lenin ha extirpado todas estas filigranas
    seminaristas. El manuscrito original con sus correcciones puede estar oculto,
    ciertamente. Pero es imposible de todo punto ocultar la mano de Lenin,
    como es imposible ocultar el hecho de que en todos los años de su
    prisión y destierro, nunca hizo Stalin nada que ni remotamente semeje
    a lo que escribió en el curso de pocas semanas en Viena y en Cracovia.


    El 8 de febrero, estando aún Stalin en el extranjero, Lenin felicitó
    al Consejo de redacción de Pravda "por la enorme mejora que el periódico
    había experimentado en todos sus aspectos, según se ha podido
    apreciar en los últimos días". La mejora se refería
    a la cuestión de principios, y se manifestaba principalmente por
    la intensificación de la lucha contra los liquidadores. Según
    Samoilov, quien ejercía entonces funciones de verdadero redactor
    era Sverdlov; viviendo en estado ilegal, y sin salir nunca de la morada
    de un diputado "inmune", se ocupaba todo el día con los manuscritos
    del periódico. "Además, era un excelente camarada en los
    asuntos personales también." Así es la verdad, Samoilov no
    dice nada parecido de Stalin, con quien estuvo en estrecho contacto y a
    quien guarda gran respeto. El 10 de febrero, la policía entró
    en el piso "inmune", detuvo a Sverdlov y no tardó en desterrarle
    a Siberia, sin duda a causa de la denuncia de Malinovsky. Hacia fines de
    febrero, Stalin, que había regresado de San Petersburgo, se instaló
    en el domicilio de los mismos diputados: "él llevaba la batuta en
    la vida de nuestra fracción (de la Duma) y del periódico
    Pravda -relata Samoilov-, y asistía, no sólo a todas las
    conferencias que preparábamos en nuestro piso, sino muchas veces,
    arriesgándose mucho, también a las sesiones de la fracción
    socialdemócrata, donde sostenía nuestra línea de argumentación
    contra los mencheviques e intervenía en varias otras cuestiones,
    prestándonos gran ayuda."

    Stalin encontró en San Petersburgo muy cambiada la situación.
    Los trabajadores avanzados apoyaban firmemente las reformas de Sverdlov,
    inspiradas por Lenin. Pravda contaba con una nueva redacción. Los
    conciliadores habían sido pospuestos. Stalin no pensó siquiera
    en defender las posiciones de las que había sido separado dos meses
    antes. No entraba en sus cálculos. Ahora le interesaba sólo
    salir airoso del trance. El 26 de febrero publicó en Pravda un artículo
    en el que convocaba a los trabajadores para "levantar su voz contra los
    esfuerzos separatistas dentro de la fracción, viniesen de donde
    vinieran". En esencia, el artículo formaba parte de la campaña
    para preparar el cisma de la fracción de la Duma, cargando a la
    vez la culpa sobre los adversarios. Desligado ya de su propio historial,
    Stalin trataba de expresar su nuevo propósito con la fraseología
    vieja. De ahí su ambigua expresión sobre tentativas para
    escindir la fracción, "viniesen de donde vinieran".

    En todo caso, es evidente para quien lea el artículo que, después
    de asistir a la escuela de Cracovia, el autor se esforzaba en cambiar de
    línea y deslizarse en la nueva política con la máxima
    discreción posible. Pero no tuvo prácticamente oportunidad
    de hacerlo, pues en seguida le detuvieron.

    En marzo, la organización bolchevique, bajo el patrocinio legal
    de Pravda, organizó un concierto y una velada recreativa. Stalin
    "deseaba ir allí", relata Samoilov, con idea de ver a muchos camaradas.
    Pidió consejo a Malinovsky. ¿Era prudente ir?, ¿no
    sería arriesgado? El pérfido consejero replicó que,
    a su parecer, no había peligro. Sin embargo, el mismo Malinovsky
    se encargó de que lo hubiera. Tan pronto como llegó Stalin,
    el vestíbulo se llenó de espías. Los camaradas trataron
    de conducirle por la entrada al escenario, después de vestirle con
    una capa de mujer. Pero fue detenido. Esta vez para desaparecer de la circulación
    durante cuatro arios exactamente.

    Dos meses después de aquella detención, Lenin escribió
    a Pravda: "Os felicito cordialmente por vuestro éxito..., la mejora
    es enorme y considerable. Esperemos que sea permanente, definitiva y última...,
    ¡si un maleficio no la desbarata!" Con propósito de completar,
    no podemos menos de citar asimismo la carta que Lenin envió a San
    Petersburgo en octubre de 1913, cuando ya Stalin estaba en el lejano destierro
    y Kamenev al frente del Consejo de redacción: "Aquí todos
    están satisfechos del periódico y del director. En todo este
    tiempo no he oído una sola palabra de censura..., todo el mundo
    está contento, y yo especialmente, pues he resultado profeta. ¿Te
    acuerdas? -Y al final de la carta-: Querido amigo, toda la atención
    se dedica ahora a la lucha de los seis por sus derechos. Te ruego que ayudes
    con todas tus fuerzas para que ni el periódico ni la opinión
    pública marxista no vacilen ni un solo momento."

    Todas las pruebas mencionadas conducen a una conclusión ineludible:
    en opinión de Lenin, el periódico marchaba muy mal cuando
    Stalin estaba encargado de él. Durante aquel período, la
    fracción de la Duma se inclinaba hacia el conciliatorismo. El periódico
    comenzó a enderezarse políticamente sólo cuando Sverdlov,
    en ausencia de Stalin, introdujo "importantes reformas". El periódico
    mejoró cuando Kamenev se hizo cargo de él. Asimismo bajo
    su dirección, los diputados de la Duma consiguieron su independencia
    política.

    Malinovsky intervino activamente, incluso por partida doble, en la
    tarea de escindir la fracción. El general Spiridovich, de la Gendarmería,
    escribió a este propósito: "Malinovsky, siguiendo las directivas
    de Lenin y del Departamento de Policía, libró en octubre
    de 1913... la contienda final entre los "siete" y los "seis"." Después,
    los mencheviques, por su parte, se complacían una y otra vez en
    recalcar la "coincidencia" de la política de Lenin con la del Departamento
    de Policía. Ahora que el curso de los acontecimientos ha pronunciado
    su propio veredicto, el viejo argumento ha perdido su significación.
    El Departamento de Policía esperaba que la escisión de la
    Socialdemocracia debilitaría el movimiento obrero. En cambio, Lenin
    contaba con que sólo una escisión aseguraría a los
    trabajadores la dirección revolucionaria. Los maquiavelos de la
    Policía se equivocaron. Los mencheviques estaban condenados a la
    insignificancia. Los bolcheviques vencieron en toda la línea.

    Stalin se dedicó a un trabajo intensivo en San Petersburgo y
    en el extranjero antes de su último arresto. Ayudó a llevar
    la campaña electoral para la Duma, dirigió Pravda, participó
    en una importante conferencia de la plana mayor del Partido fuera del país,
    y escribió su ensayo sobre el problema de las nacionalidades. Aquel
    semestre fue sin duda de gran importancia para su desenvolvimiento personal.
    Por primera vez asumía responsabilidad por actividades dentro de
    la capital, por primera vez se puso en contacto con políticos de
    relieve, por primera vez tuvo trato íntimo con Lenin. Aquella sensación
    de supuesta superioridad, que era parte tan esencial de él como
    "práctico" realista, no pudo menos de sufrir una conmoción
    al hallarse junto al gran "emigrado". Su propia estimación habría
    de hacerse más crítica y sobria, su ambición más
    precavida y circunspecta. Su vanidad herida debió de colorearse
    a impulsos de la envidia, mitigada sólo por la cautela.
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    Mensaje por Rodimtsev Jue Mar 31, 2011 1:03 am

    Patético. Allan Woods ("Socialismo S. XXI) y Ted Grant ("padre marxista" del P¿S?¿O?¡E!)... dos trotskystas reconocidos (el segundo ya muerto). Agüita con los intelectuales.

    Saludos.
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por 1521 Jue Mar 31, 2011 1:09 am

    Rodimtsev escribió:Patético. Allan Woods ("Socialismo S. XXI) y Ted Grant ("padre marxista" del P¿S?¿O?¡E!)... dos trotskystas reconocidos (el segundo ya muerto). Agüita con los intelectuales.

    Falta Ernest Mandel y tenemos el circo completo Twisted Evil
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 11:57 am


    Vamos a ver, yo cojo el texto le doy al buscador "en caché" y nada de nada. ¿Me puedes indicar donde está la frasecita?
    En cualquier caso te repito demuestra que lo que dicen esos reputados farsantes tiene una fuente original y real, que no se lo han inventado ellos -como casi todo- por otra parte.


    estadulho, no entiendo lo que queires decir con esto.

    por otro lado tachar a alan woods de socialismo del s.XXI es una de las mayores estupideces que he oido nunca. y no nos desviemos, este hilo es para criticar un texto paetico de principio a fin, aunque bueno, siguiendo uno de los principios de goebbels, a cuanta mas gente se quiera llegar ocn la propaganda menor debe ser el esfuerzo intelectual a realizar, de ahi que este todo simplificado y no explique nada, sea todo una sucesion de conslusiones y citas descontextualizadas.
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 1:30 pm

    gazte escribió:

    Vamos a ver, yo cojo el texto le doy al buscador "en caché" y nada de nada. ¿Me puedes indicar donde está la frasecita?
    En cualquier caso te repito demuestra que lo que dicen esos reputados farsantes tiene una fuente original y real, que no se lo han inventado ellos -como casi todo- por otra parte.


    estadulho, no entiendo lo que queires decir con esto.

    por otro lado tachar a alan woods de socialismo del s.XXI es una de las mayores estupideces que he oido nunca. y no nos desviemos, este hilo es para criticar un texto paetico de principio a fin, aunque bueno, siguiendo uno de los principios de goebbels, a cuanta mas gente se quiera llegar ocn la propaganda menor debe ser el esfuerzo intelectual a realizar, de ahi que este todo simplificado y no explique nada, sea todo una sucesion de conslusiones y citas descontextualizadas.


    Joder Gazte, que te he pegado el texto completo del enlace que tu me das y donde dices que aparecen esos textos y no están. ¿Me pudes decir tú donde están? Porque yo no los encuentro.
    Este hilo es para criticar el articulo como tú has hecho. Pero es que resulta que tu crítica parece ser que es falsa, así que deberías aclararlo o reconocer que has metido la gamba.
    El único lugar donde aparecen es...¡el libraco de marras! pero ¿cual es la fuente original de donde bebieron estos dos pájaros? ¿O solo por que lo digan dos trotskistas ya es suficiente? eso no prueba nada querido.
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    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 2:14 pm

    esta frase esta en el libro Stalin, de trotsky,

    Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción..

    y dice exactamente lo mismo que la de mi firma, es la misma, lo que pasa es que hay sinonimos, palabras con diferentes significados, pero dice lo mismo que la que he puesto primera, es la misma, pero de 2 traducciones diferentes al parecer, osea que si existe, no es una invencion.
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    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 3:49 pm

    gazte escribió:esta frase esta en el libro Stalin, de trotsky,

    Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción..

    y dice exactamente lo mismo que la de mi firma, es la misma, lo que pasa es que hay sinonimos, palabras con diferentes significados, pero dice lo mismo que la que he puesto primera, es la misma, pero de 2 traducciones diferentes al parecer, osea que si existe, no es una invencion.

    Y yo te repito que no veo esa frase por ningún lado y la de tu firma tampoco, ¿me puedes subrayar cogiendo el texto que yo te he pegado e indicarme en que parte de está?

    En cualquier caso te vuelvo a repetir que la fuente original es la única que le daría autenticidad, no lo que digan medios trotskistas.
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 4:09 pm

    gazte escribió:
    La indignación con Pravda se pone de relieve en las cartas de Lenin que siguen inmediatamente a la marcha de Stalin para Cracovia, a fin de tomar parte en la Conferencia preparada en el cuartel general del Partido. Se impone la irresistible impresión de que Lenin estaba esperando justamente que Stalin partiera para desbaratar el nido de conciliadores de San Petersburgo, reservándose al mismo tiempo la posibilidad de una inteligencia pacífica con Stalin. En el momento de quedar al margen el adversario más influyente, Lenin desató un ataque devastador contra el cuadro de redacción de San Petersburgo. En su carta de 12 de enero, dirigida a una persona de su confianza en dicha capital, se refiere a la "imperdonable estupidez" cometida por Pravda con relación al periódico de los trabajadores de la industria textil, insistiendo en que se corrija "su estupidez" y en otros extremos por el estilo. La carta está escrita enteramente en la letra de Krupskaia. Además, de su puño y letra, añade Lenin lo siguiente: "Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción... Reorganización, pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con retraso, eso es lo que hace muchísima falta. Se está llevando de un modo absurdo. Elogian al Bund y al Zeit (una Publicación oportunista judía), que es sencillamente infame. No saben cómo proceder contra Lootch', y su actitud en cuanto a los artículos (se refiere a los suyos) es monstruosa. Sencillamente, he perdido la paciencia..." El tono de la carta muestra que la indignación de Lenin (y sabía muy bien contenerse cuando era necesario) había llegado a su limite. La crítica despiadada del periódico se refería a todo el período en que la responsabilidad de su inspección directa correspondía a Stalin. La identidad de la, persona que escribió la "carta estúpida y descarada" del "Consejo de redacción" no se ha descubierto aún, y seguramente no, es por casualidad. Es difícil que Stalin la escribiera: es demasiado cauto y, además, probablemente había salido ya de San Petersburgo en aquella fecha. Más verosímil es que su autor fuese Molotov, secretario del Consejo de redacción, tan inclinado a la rudeza como Stalin, y carente además de la flexibilidad de éste.


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    esta en el link que yo te he puesto, aun asi, si le das al crtl+f te sale una ventanita para buscar palabras o frases.
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por Jesús R Rojo Jue Mar 31, 2011 4:10 pm

    Solo tengo unas preguntas (no soy trotskista):
    -Si Trotski era tan antileninista... por que enaltecía a Lenin en sus obras y discursos??
    -Si era tan reaccionario ante Stalin... Por que era la facción mas izquierdista del PCUS, mientras stalin era más conserbador?
    -Por que Lenin descartó a Stalin como su sucesor??
    -Por que Stalin se asoció con los mas conservadores del partido para no irse del poder y posteriormente les mato?
    Un saludo
    PD: lo pregunto por que no lo se... quizas sean mentiras todo...
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    trotskismo - Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo) Empty Re: Leninismo vs Antileninismo (o Trotskismo)

    Mensaje por Estadulho Jue Mar 31, 2011 4:19 pm

    gazte escribió:
    gazte escribió:
    La indignación con Pravda se pone de relieve en las cartas de Lenin que siguen inmediatamente a la marcha de Stalin para Cracovia, a fin de tomar parte en la Conferencia preparada en el cuartel general del Partido. Se impone la irresistible impresión de que Lenin estaba esperando justamente que Stalin partiera para desbaratar el nido de conciliadores de San Petersburgo, reservándose al mismo tiempo la posibilidad de una inteligencia pacífica con Stalin. En el momento de quedar al margen el adversario más influyente, Lenin desató un ataque devastador contra el cuadro de redacción de San Petersburgo. En su carta de 12 de enero, dirigida a una persona de su confianza en dicha capital, se refiere a la "imperdonable estupidez" cometida por Pravda con relación al periódico de los trabajadores de la industria textil, insistiendo en que se corrija "su estupidez" y en otros extremos por el estilo. La carta está escrita enteramente en la letra de Krupskaia. Además, de su puño y letra, añade Lenin lo siguiente: "Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción... Reorganización, pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con retraso, eso es lo que hace muchísima falta. Se está llevando de un modo absurdo. Elogian al Bund y al Zeit (una Publicación oportunista judía), que es sencillamente infame. No saben cómo proceder contra Lootch', y su actitud en cuanto a los artículos (se refiere a los suyos) es monstruosa. Sencillamente, he perdido la paciencia..." El tono de la carta muestra que la indignación de Lenin (y sabía muy bien contenerse cuando era necesario) había llegado a su limite. La crítica despiadada del periódico se refería a todo el período en que la responsabilidad de su inspección directa correspondía a Stalin. La identidad de la, persona que escribió la "carta estúpida y descarada" del "Consejo de redacción" no se ha descubierto aún, y seguramente no, es por casualidad. Es difícil que Stalin la escribiera: es demasiado cauto y, además, probablemente había salido ya de San Petersburgo en aquella fecha. Más verosímil es que su autor fuese Molotov, secretario del Consejo de redacción, tan inclinado a la rudeza como Stalin, y carente además de la flexibilidad de éste.


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    esta en el link que yo te he puesto, aun asi, si le das al crtl+f te sale una ventanita para buscar palabras o frases.

    El enlace que pones es del capitulo V, y te digo que NO está esa frase en ese capitulo.
    Que ha salido de la calenturienta pluma de esos dos personajes ya lo sé. Pero ¿puedes demostrar de donde sacan semejante infamia? ¿Algún documento que hable de ello que no sea una fuente trotskista?
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    Mensaje por leooonidas Jue Mar 31, 2011 4:29 pm

    A mi también me gustaría saber la fuente original de lo que dice Troski en ese bodrio de biografía.
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    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 4:31 pm

    claro que esa frase esta en ese capitulo, esto,

    Recibimos una carta estúpida y descarada del Consejo de Redacción. No la contestaremos. Tienen que marcharse... Estamos sumamente fastidiados por la ausencia de noticias referentes al plan de reorganización del cuadro de redacción... Reorganización, pero mejor aún expulsión completa de todos los que van con retraso, eso es lo que hace muchísima falta.

    es lo mismo que esto:


    “Recibimos una estúpida e insolente carta del Comité de Redacción. No responderemos. Hay que echarlos (...). Estamos sumamente preocupados por la ausencia de noticias sobre el plan de reorganización del Comité de Redacción (...). La reorganización, mejor aún, la total expulsión de todos los veteranos es extremadamente necesaria"


    y si esta en el capitulo 5, son dos traducciones diferentes, pero lo que dice es exactamente lo mismo. y si lo que quieres es una fuente stalinista que acepte eso, cuando he empezado el hilo diciendo que las citas de lenin atacando a otros bolcheviques se ocultaron, eres un tanto ingenuo o juegas a enrevesar a posta.
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    Mensaje por leooonidas Jue Mar 31, 2011 5:01 pm

    Quiero el texto donde Lenin lo dice, el contexto en que lo dice... porque así como esta le cambias de nombres y es un argumento válido para cualquier tiempo.
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    Mensaje por gazte Jue Mar 31, 2011 5:54 pm

    en el texto de trotsky viene explicado el contexto y demas, el texto... buscalo entre las obras de lenin.
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    Mensaje por Red Hammer Jue Mar 31, 2011 7:46 pm

    La verdad es que se nota que ese texto está poco comprendido por el que lo ha escrito...

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