Saludos. Os dejo aquí un extracto de un discurso del Camarada José Díaz (secretario general del PCE en la guerra civil) que habla acerca del carácter de la guerra y de su relación con la lucha de clases.
José Díaz Ramos, secretario general del PCE entre 1932 y 1942.
Extraído de Unidad y democracia. Por qué planteamos el problema de una consulta al pueblo. Artículo publicado en la revista “Nuestra Bandera”, en febrero de 1938. Recopilado en Tres años de lucha.
Carácter de nuestra guerra
Pero de la misma manera se engañaban y se engañan profundamente los que piensan o dicen que, hoy, no se puede hablar de la revolución porque estamos en guerra y hay que pensar en vencer. Los que adoptan esta posición no han comprendido todavía cuál es el carácter de nuestra guerra.
El punto de partida de la guerra que hoy se libra en España es la sublevación de las castas reaccionarias, dirigidas por los generales traidores contra la enorme mayoría del pueblo que, basándose en la Constitución y en la ley republicanas, quería resolver de una vez para siempre los problemas de la revolución democrática que la burguesía española no ha sido capaz de resolver en el curso del siglo pasado. Se trata de una guerra por la libertad, por la justicia, por el progreso social, por la tierra y por el pan, contra el fascismo, que, al vencer, haría de nuestro pueblo un pueblo de esclavos. Se trata, al mismo tiempo, de una guerra de independencia nacional, porque las castas reaccionarias, en busca de un apoyo en su lucha desesperada contra el progreso y la civilización, por la defensa de sus privilegios, han abierto las puertas del país al invasor extranjero que quiere esclavizar a nuestro pueblo, y es el pueblo quien ha tomado en sus manos los destinos de nuestra patria, que coinciden hoy completamente con sus propios destinos, con los destinos de la revolución. Nuestra guerra es, por consiguiente, una guerra nacional y revolucionaria. El pueblo, que hace la guerra, hace al mismo tiempo una revolución. Los objetivos que las armas de nuestros soldados persiguen en su lucha heroica no son, solamente, los mercenarios de los ejércitos de invasión, sino que son los enemigos tradicionales de nuestro pueblo, sus opresores de siempre, desde el gran terrateniente al gran capitalista, el cacique, el hombre político corrompido y desleal. El fascismo es la defensa de todo esto, y es aún más, porque si el fascismo triunfase no se podría hablar ya de ninguna forma de libertad en nuestro país, y se instauraría un régimen de esclavitud completa, asesinando a centenares de millares de obreros, de campesinos, de intelectuales, y la vida misma de nuestro pueblo se vería amenazada en su raíz. Todo esto quiere decir que nuestra lucha contra el fascismo, que la guerra misma, en su desarrollo, es una etapa de nuestra revolución democrática, que no hay problema de la guerra que pueda ser considerado separadamente de los problemas de la revolución y cuanto más rápida y seguramente vayamos adelante, desarrollando nuestra revolución, tanto más seguros estaremos de triunfar rápidamente en la guerra misma. Y, ¿qué significa ir desarrollando nuestra revolución si no aumentar la participación de las masas en la vida política del país?
Revolución democrática popular
Insistimos en este punto, que es el principal. Nuestra revolución conserva hoy, en su etapa actual, el carácter de revolución democrática y popular. Esto quiere decir que sus tareas fundamentales son la destrucción, en toda la vida del país, de los residuos malditos de un pasado de opresión y de miseria del pueblo, la liquidación de toda intención de instaurar en nuestro país un régimen fascista, y la creación de condiciones que abran al pueblo el camino del progreso social más avanzado. Se trata, concretamente, de aniquilar los residuos del feudalismo en la economía, en la organización política y en las costumbres; de hacer desaparecer todos los privilegios de casta; de solucionar el problema de la tierra, entregándosela a los campesinos trabajadores; de mejorar radicalmente el nivel de existencia de todos los trabajadores, de poner al fascismo fuera de la ley, y de apoyar a las masas populares con una ayuda que les permita dar los primeros pasos en el camino de la conquista de una educación, de una cultura, de un mundo nuevo, de una vida libre y feliz.
Así lo comprenden nuestros obreros, nuestros campesinos, nuestros soldados, nuestras mujeres, nuestra juventud. Se trata de destruir y, al mismo tiempo, de preparar y empezar una reconstrucción. Destruir la España feudal, caciquil y miserable, en la cual el pueblo no tenía participación en la vida política; preparar y empezar la construcción de la España en la que el pueblo será el dueño de sus propios destinos.
José Díaz Ramos, secretario general del PCE entre 1932 y 1942.
Extraído de Unidad y democracia. Por qué planteamos el problema de una consulta al pueblo. Artículo publicado en la revista “Nuestra Bandera”, en febrero de 1938. Recopilado en Tres años de lucha.