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    La pena de muerte, un debate necesario

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    La pena de muerte, un debate necesario Empty La pena de muerte, un debate necesario

    Mensaje por stefano Mar Abr 19, 2011 11:56 pm

    EL autor del video, Biondini, no es ningun santo... ... pero en algunos puntos él tiene razón... (el crimen... los crimenes barbaros, el narco...)



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    La pena de muerte, un debate necesario Empty Re: La pena de muerte, un debate necesario

    Mensaje por IonaYakir Miér Abr 20, 2011 2:04 am

    Que es esto? En que puede un comunista coincidir con un nacionalsocialista declarado como Biondini?

    Escuche los primeros dos minutos del primer video, después lo saque por higiene auditivo.
    Stefano, compañero, estamos en el siglo XXI, como podes defender tan aberrante pena?

    Los comunistas nos oponemos firmemente a la pena capital, empezando por Carlos Marx:


    ARTICULO DE KARL MARX SOBRE LA PENA DE MUERTE

    Aparecido en el New York Daily Tribune (18 de febrero de 1853. The Times del 25 de enero, bajo el título "Aficionado de la horca", publica las observaciones siguientes:

    "Siempre se ha señalado que en nuestro país siguen a una ejecución pública casos de ahorcamiento —suicidio o accidente—, como consecuencia del poderoso impacto producido por la ejecución de un criminal conocido sobre los espíritus mórbidos e inmaduros."En los diversos casos citados por The Times para ilustrar este señalamiento, entre otros encontramos el de un alienado de Sheffield quien, luego de haber hablado con otros alienados sobre la ejecución de Barbour, terminó con sus días ahorcándose. Otro caso es el de un muchacho de catorce años que también se ahorcó.A un hombre sensato le costaría mucho adivinar en favor de qué teoría son enumerados estos hechos: nada menos que una apología sin ambages del verdugo, al mismo tiempo que un panegírico de la pena de muerte como la ultima ratio [último recurso] de la sociedad.

    Es esto lo que figura en un artículo faro de un "diario faro".The Morning Advertiser, en una muy acerba aunque justa crítica de esta predilección por la horca y de esta lógica sanguinaria del Times, entrega los siguientes datos muy interesantes, referidos a 43 días del año de 1849:

    El mismo Times reconoce que este cuadro muestra que no solamente suicidios, sino que también crímenes de los más horrendos se cometen después de la ejecución de los criminales. Cosa sorprendente, el artículo en cuestión no produce ni un solo argumento que favorezca la teoría bárbara que propone. Sería muy difícil, si no imposible, establecer un principio por el cual se pudiera fundar la legitimidad o la pertinencia de la pena de muerte en una sociedad que alardea de ser civilizada. De manera general la pena de muerte ha sido defendida en tanto que medio de enmienda o de intimidación. ¿Pero con qué derecho me infligís una pena para enmendar o intimidar a otra persona?

    Sin tomar en cuenta que existe la historia —y también cosas como las estadísticas— para establecer como total evidencia que desde Caín el mundo no ha sido ni enmendado, ni intimidado por la aplicación de penas. Al contrario. Desde el punto de vista del derecho abstracto, existe una sola teoría del castigo que reconoce abstractamente la dignidad humana, es la teoría de Kant, especialmente en su versión más intransigente tal cual la ha formulado Hegel. Hegel dice "La pena es el derecho del criminal. Ella es un acto de su voluntad propia. El criminal proclama que la violación del derecho es su derecho. Su crimen es la negación del derecho. La pena es la negación de esta negación y por consecuencia una confirmación del derecho, que el criminal solicita y se inflige a sí mismo."Sin ninguna duda esta posición de principio es algo seductora, en la medida en que Hegel, en lugar de ver en el criminal un simple objeto, esclavo de la justicia, lo eleva al rango de un ser libre, que dispone de sí mismo.

    No obstante, al mirar la cosa de más cerca, nosotros descubrimos que el idealismo alemán, en este caso como en la mayoría de los otros casos, no hace otra cosa que aportar a las leyes de la sociedad existente una consagración trascendental. ¿Acaso no es una trampa sustituir la abstracción de la "libre voluntad" por un individuo con sus motivos reales, con todas las relaciones sociales que lo encierran, una sola de las múltiples cualidades humanas toma el lugar del propio hombre? Esta teoría que considera la pena como el resultado de la propia voluntad del criminal, no es otra cosa que la expresión metafísica de la antigua ius talionis [ley de Talión]: ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre. Para hablar claro, y dejando de lado cualquier circunlocución, la pena no es otra cosa que un medio para la sociedad de defenderse contra la violación de sus condiciones de existencia, cualquiera que pudiera ser su carácter. ¿Pero qué clase de sociedad es esta, que no conoce mejor instrumento para defenderse que el verdugo y cuyo "diario faro" proclama al mundo entero que su propia brutalidad es una ley eterna?En su excelente y sabia obra, "El Hombre y sus Facultades", Quételet escribe:"Existe un presupuesto al que se abona con una espantosa regularidad, se trata del de las cárceles y de los cadalsos (...) Podemos predecir cuantos individuos mancharán sus manos con la sangre de sus semejantes, cuantos van a ser falseadores, cuantos envenenadores, más o menos como se puede pronosticar la cifra anual de nacimientos y de defunciones."En un cálculo de probabilidades criminales que publicó en 1829, Quételet predijo con una sorprendente seguridad no solamente el número, sino que toda la variedad de crímenes que iban a ser cometidos en Francia en 1930. No son tanto las instituciones políticas propias de un país, sino más bien las condiciones de base de la sociedad burguesa moderna en su conjunto las que producen un número medio de crímenes en una parte nacional dada de la sociedad —he aquí lo que muestra el cuadro siguiente comunicado por Quételet para los años 1822 al año 1824—. De cien criminales condenados encontramos los datos siguientes en América y en Francia: Si los crímenes, al ser considerados en gran número, manifiestan en su frecuencia y su naturaleza la regularidad de los fenómenos naturales; si, como lo afirma Quételet, "sería difícil decidir en el cuál de los dos dominios (el mundo físico y el sistema social) las causas actuantes producen sus efectos con mayor regularidad", entonces —en lugar de magnificar al verdugo que ejecuta una parte de los criminales con el único fin de dejarle el lugar a los siguientes—, ¿acaso no es necesario reflexionar seriamente en cambiar el sistema que engendratales crímenes?”

    Karl Marx.
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    Mensaje por stefano Miér Abr 20, 2011 4:12 am

    IonaYakir escribió:Que es esto? En que puede un comunista coincidir con un nacionalsocialista declarado como Biondini?

    Escuche los primeros dos minutos del primer video, después lo saque por higiene auditivo.
    Stefano, compañero, estamos en el siglo XXI, como podes defender tan aberrante pena?

    Los comunistas nos oponemos firmemente a la pena capital, empezando por Carlos Marx:


    ARTICULO DE KARL MARX SOBRE LA PENA DE MUERTE

    Aparecido en el New York Daily Tribune (18 de febrero de 1853. The Times del 25 de enero, bajo el título "Aficionado de la horca", publica las observaciones siguientes:

    "Siempre se ha señalado que en nuestro país siguen a una ejecución pública casos de ahorcamiento —suicidio o accidente—, como consecuencia del poderoso impacto producido por la ejecución de un criminal conocido sobre los espíritus mórbidos e inmaduros."En los diversos casos citados por The Times para ilustrar este señalamiento, entre otros encontramos el de un alienado de Sheffield quien, luego de haber hablado con otros alienados sobre la ejecución de Barbour, terminó con sus días ahorcándose. Otro caso es el de un muchacho de catorce años que también se ahorcó.A un hombre sensato le costaría mucho adivinar en favor de qué teoría son enumerados estos hechos: nada menos que una apología sin ambages del verdugo, al mismo tiempo que un panegírico de la pena de muerte como la ultima ratio [último recurso] de la sociedad.

    Es esto lo que figura en un artículo faro de un "diario faro".The Morning Advertiser, en una muy acerba aunque justa crítica de esta predilección por la horca y de esta lógica sanguinaria del Times, entrega los siguientes datos muy interesantes, referidos a 43 días del año de 1849:

    El mismo Times reconoce que este cuadro muestra que no solamente suicidios, sino que también crímenes de los más horrendos se cometen después de la ejecución de los criminales. Cosa sorprendente, el artículo en cuestión no produce ni un solo argumento que favorezca la teoría bárbara que propone. Sería muy difícil, si no imposible, establecer un principio por el cual se pudiera fundar la legitimidad o la pertinencia de la pena de muerte en una sociedad que alardea de ser civilizada. De manera general la pena de muerte ha sido defendida en tanto que medio de enmienda o de intimidación. ¿Pero con qué derecho me infligís una pena para enmendar o intimidar a otra persona?

    Sin tomar en cuenta que existe la historia —y también cosas como las estadísticas— para establecer como total evidencia que desde Caín el mundo no ha sido ni enmendado, ni intimidado por la aplicación de penas. Al contrario. Desde el punto de vista del derecho abstracto, existe una sola teoría del castigo que reconoce abstractamente la dignidad humana, es la teoría de Kant, especialmente en su versión más intransigente tal cual la ha formulado Hegel. Hegel dice "La pena es el derecho del criminal. Ella es un acto de su voluntad propia. El criminal proclama que la violación del derecho es su derecho. Su crimen es la negación del derecho. La pena es la negación de esta negación y por consecuencia una confirmación del derecho, que el criminal solicita y se inflige a sí mismo."Sin ninguna duda esta posición de principio es algo seductora, en la medida en que Hegel, en lugar de ver en el criminal un simple objeto, esclavo de la justicia, lo eleva al rango de un ser libre, que dispone de sí mismo.

    No obstante, al mirar la cosa de más cerca, nosotros descubrimos que el idealismo alemán, en este caso como en la mayoría de los otros casos, no hace otra cosa que aportar a las leyes de la sociedad existente una consagración trascendental. ¿Acaso no es una trampa sustituir la abstracción de la "libre voluntad" por un individuo con sus motivos reales, con todas las relaciones sociales que lo encierran, una sola de las múltiples cualidades humanas toma el lugar del propio hombre? Esta teoría que considera la pena como el resultado de la propia voluntad del criminal, no es otra cosa que la expresión metafísica de la antigua ius talionis [ley de Talión]: ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre. Para hablar claro, y dejando de lado cualquier circunlocución, la pena no es otra cosa que un medio para la sociedad de defenderse contra la violación de sus condiciones de existencia, cualquiera que pudiera ser su carácter. ¿Pero qué clase de sociedad es esta, que no conoce mejor instrumento para defenderse que el verdugo y cuyo "diario faro" proclama al mundo entero que su propia brutalidad es una ley eterna?En su excelente y sabia obra, "El Hombre y sus Facultades", Quételet escribe:"Existe un presupuesto al que se abona con una espantosa regularidad, se trata del de las cárceles y de los cadalsos (...) Podemos predecir cuantos individuos mancharán sus manos con la sangre de sus semejantes, cuantos van a ser falseadores, cuantos envenenadores, más o menos como se puede pronosticar la cifra anual de nacimientos y de defunciones."En un cálculo de probabilidades criminales que publicó en 1829, Quételet predijo con una sorprendente seguridad no solamente el número, sino que toda la variedad de crímenes que iban a ser cometidos en Francia en 1930. No son tanto las instituciones políticas propias de un país, sino más bien las condiciones de base de la sociedad burguesa moderna en su conjunto las que producen un número medio de crímenes en una parte nacional dada de la sociedad —he aquí lo que muestra el cuadro siguiente comunicado por Quételet para los años 1822 al año 1824—. De cien criminales condenados encontramos los datos siguientes en América y en Francia: Si los crímenes, al ser considerados en gran número, manifiestan en su frecuencia y su naturaleza la regularidad de los fenómenos naturales; si, como lo afirma Quételet, "sería difícil decidir en el cuál de los dos dominios (el mundo físico y el sistema social) las causas actuantes producen sus efectos con mayor regularidad", entonces —en lugar de magnificar al verdugo que ejecuta una parte de los criminales con el único fin de dejarle el lugar a los siguientes—, ¿acaso no es necesario reflexionar seriamente en cambiar el sistema que engendratales crímenes?”

    Karl Marx.

    yo defiendo la ejecución de gusanos criminales y agentes de EEUU.... en Cuba... entonces soy facha....
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    Mensaje por valadares Miér Abr 20, 2011 7:34 pm

    No Stefano, te fuiste a la bosta. Ejecutar el enemigo político en el marco de una revolución no es "pena de muerte", es fusilamiento.

    Los demás delincuentes y criminales lo son a raíz del sustrato capitalista existente. En socialismo va a haber muy pocos (porque al no haber propiedad privada un 80% de los delitos dejan de existir de un plumazo, ya que están relacionados con la propriedad). Los demás serán enfermos mentales a los que habrá que tratar con cariño y solidaridad, y porque no decirlo, ya que estamos, con amor también, por su condición humana.

    Nota posterior: camarada, tenés que estudiar un poco de moral socialista. Es muy distinta a la moral burguesa que todos conocemos, creeme. En este marco, ya las expresiones "delicuente" y "criminal" quedan vacías de sentido. Lo que hoy es, lo es hoy nada más. Todas las cosas las tenemos que ver dentro del tiempo y del espacio, salvo los aeropuertos y shopping centers, como decía Galeano. Very Happy
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    Mensaje por Andres.alcala Vie Abr 22, 2011 11:06 am

    Me dá igual lo que diga Marx, Lénin sobre la pena de muerte, yo personalmente estoy en contra de la pena de muerte, si es que a parte es un retrotópico revenido de la inquisición y de otras dotrinas tan antiguas como en la edad de la piedra, y lo siguen tontamente los fascistas.

    Ningún ser humano nace sabiendo y entre otras cosas está confundido.

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