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    "Antonio Machado (1875-1939)" – breve resumen del excelente texto publicado en la web Antorcha sobre la vida y el posicionamiemte ideológico de este poeta del pueblo

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Sep 10, 2011 5:37 pm

    Antonio Machado (1875-1939) – breve resumen del texto publicado en la web Antorcha sobre la vida y el posicionamiento ideológico de este poeta del pueblo.

    tomado del blog Fracción Proletaria en 2012

    El franquismo y el actual régimen borbónico han intentado que la figura del poeta Antonio Machado no estuviera especialmente identificada con la defensa de la Segunda República y las clases populares, de manera que en libros de texto y antologías poéticas se reconoce su gran valor como autor, pero siempre se da la versión de que fue un hombre que se dejó llevar por los acontecimientos y que su muerte en el exilio francés fue consecuencia de su avanzada enfermedad, una simple casualidad. Nada más lejos de la realidad.

    Machado es uno de los máximos representantes de la cultura española de todos los tiempos. Su memoria histórica no está gastada por el paso de los años, hasta el punto de que es el poeta de su época que más se lee todavía. Su obra y pensamiento recorren una trayectoria de progresiva concreción, desde unas inciales posiciones escépticas, neutrales o humanistas, hacia otras mucho más avanzadas, militantes, socialistas, pasando por el núcleo esencial de su concepción de lo popular, tanto en la lírica, como en la política.
    Esa evolución recorre el abismo que va desde el individualismo hasta la identificación, rotunda y contundente, con las masas. En una entrevista de 1934 reconocerá claramente que la clase proletaria reclama sus derechos a dirigir el mundo.
    Machado se enfrenta decididamente a la extendida opinión que considera como inexrorable la pérdida de calidad de la cultura al divulgarla para acercarla a las masas, porque lo espiritual es lo reversible, lo que al propagarse ni se degrada ni se disipa, sino que se acrecienta. Esta es una reflexión que demuestra toda la grandeza de nuestro poeta, que no se limitó sólo a exponerla, sino que -puede decirse- demostró cumplidamente con su obra literaria en verso y en prosa.
    Desde el punto de vista poético, Machado reconoce que el pueblo no sólo debe ser el destinatario de la cultura, sino que es sobre todo la fuente creadora de esa misma cultura. Y dispone de un argumento muy importante: quien tiene que dirigir el mundo es la inteligencia y la cultura -afirma-, y ninguno de los dos pueden ser patrimonio de una casta.

    Si hubiera que resumir su pensamiento en pocas palabras, resultaría obligado reconocer que, por encima de todo, Antonio Machado es un poeta del pueblo. Su obsesión fue aprender de su pueblo y escribir para él, para la liberación y el desarrollo intelectual de ese pueblo.


    (...) El 24 de marzo de 1927 Antonio Machado ha sido elegido miembro de la Real Academia de la Lengua. Fue la Universidad Popular segoviana quien el 14 de diciembre de 1926 solicitó la designación de Machado como académico, al tiempo que le nombraba Director honorario de dicha institución. Ocuparía la vacante de Echegaray, y nunca leería, incluso ni terminaría de escribir, el discurso de ingreso a la misma. Recibe un homenaje de la Institución Libre de Enseñanza, en compañía de su hermano Manuel y es Presidente provincial de la organización Al servicio de la República.
    Los acontecimientos políticos se precipitan. El gobierno Berenguer aplasta la sublevación de Jaca y Cuatro Vientos, remedio a la vez cruel y fugaz, porque se ve débil, cercado, impotente para contener la marea republicana, que acaba imponiéndose:

    La primavera ha venido
    del brazo de un capitán.
    Cantad niñas, en corro:
    ¡Viva Fermín Galán!

    El rey huye y el pueblo sale alborozado a celebrar el anhelado nacimiento de un nuevo régimen del que esperan que cambie sus sacrificadas vidas. El poeta canta delicadamente la alegría del momento:
    La primavera ha venido
    y don Alfonso se va.
    Muchos duques le acompañan
    hasta cerca de la mar.
    Las cigüeñas de las torres
    quisieran verlo embarcar.

    El 14 de abril de 1931 Machado está en Segovia. Las noticias llegan precipitadas. Suenan músicas y se cambian banderas en los Ayuntamientos de pueblos y ciudades. Las gentes se lanzan a la calle creando un día de fiesta. Machado se dirige a la Casa del Pueblo y de allí, en manifestación que engrosa con ciudadanos llegados de todas las esquinas de la ciudad, hacia el Ayuntamiento. Machado preside el cortejo. Salen al balcón del Ayuntamiento, izan la bandera tricolor, dicen algunas palabras rituales, y en el kiosco situado en el centro de la misma, estalla la banda de música una improvisada Marsellesa.

    Es el fin de la estancia en Segovia. El cierre de una época. A fines de ese año, Machado marcha a Madrid, dando clases primeramente en el Instituto Calderón. Reside con su madre, con José y la familia de éste. Se han enriquecido las tertulias madrileñas y abundan en ellas escritores y poetas. Los cafés tienen rojos divanes, y profundizan la visión de las gentes, permiten el control de quienes de ellos entran y salen, a través de sus grandes espejos. Los cafés hablan de los nuevos tiempos, las dificultades impuestas por la derecha tradicional y la burguesía reacia a las tímidas reformas sociales decretadas por la República. También se discute acaloradamente en ellos de partidos políticos, personajes, violencias, odios de clase, nuevas culturas.
    Machado escucha, observa, lee, apenas habla: ha envejecido, fuma constantemente. A veces la ceniza se escurre por los pligues de su chaleco. Su compromiso es ya total, no sólo con la República, no sólo con un régimen, sino con el pueblo, que va asumiendo las riendas en medio de la furiosa embestida de la reacción.
    En 1933 es trasladado al Instituto Lope de Vega de Madrid y él agudiza su compromiso ante una situación que se torna cada vez más amenazante y conflictiva. La lucha se avecina y será encarnizada. Ya en 1912 había escrito: Trabajemos pacientemente nuestras armas. Pero al fin es preciso ir a la guerra.
    Los fascistas desatan una guerra para barrer a la República y, con ella, al pueblo que la ha había encumbrado con tanta alegría. Cuando estalló la guerra Machado estaba en Madrid. La guerra le impulsó a escribir poemas para la resistencia antifascista, como ocurre en La guerra y obras en prosa sobre el mismo tema, como Madrid, baluarte de nuestra guerra de independencia, de 1937. Son múltiples los periódicos antifascistas que reclaman sus escritos. Sabe ahora que su opinión es imprescindible para la resistencia popular. Por eso escribe con rabia y pide la muerte de los fascistas, su ejecución por ahorcamiento, que es la única pena aplicable a todos los infidentes:
    Que trepe a un pino en la alta cima,
    y en él ahorcado, que su crimen vea,
    y el horror de su crimen le redima.

    Pero son los golpistas los que siembran el terror, y los poetas tampoco se libran de su furia asesina: en agosto de 1936 asesinan a Lorca. El 17 de octubre, en el periódico Ayuda, Antonio Machado publica El crimen fue en Granada en homenaje el gran poeta granadino:
    Se le vio caminar...
    Labrad, amigos,
    de piedra y sueño en el Alhambra,
    un túmulo al poeta,
    sobre una fuente donde llore el agua,
    y eternamente diga:
    el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

    Cuenta Machado sesenta y un años y, sin embargo, escribe más que nunca para contribuir con su pluma a la causa antifascista: Hora de España, La Vanguardia, Madrid, Cuadernos de la Casa de la Cultura... Ante la guerra, la posición adoptada por Machado no suscita dudas ni ambigüedades de ninguna especie:
    Es el pueblo quien defiende el espíritu de la cultura... Ante esta contienda, el intelectual no puede inhibirse. Su mundo está en peligro. Ha de combatir, ser miliciano. Una muestra espléndida de la militarización de los trabajadores del espíritu es ese Romancero de la guerra, nutrido por la emoción poética de una juventud que necesita vivir plenamente, y que ha levantado con coraje la bandera de la libertad vinculada al pueblo. Junto al pueblo ha de estar el intelectual. Una obligación inmediata e imperativa tiene todo intelectual: la de ser un miliciano más con destino cultural.
    Es más, se lamenta que sólo pueda limitarse a escribir y no a empuñar un arma. Por eso le canta a Líster, el comandante comunista del V Regimiento:
    Si mi pluma valiera tu pistola
    de capitán, contento moriría.

    Tras el asesinato de Lorca, los antifascistas están preocupados por la suerte de Machado. En noviembre de 1936 le visitan en su casa León Felipe y Alberti. Igual que cualquier otra de aquellos días, estaba helada. Machado les escuchó concentrado y triste. No creía que había llegado el momento de abandonar la capital. ¿Escasez, crudeza del invierno que se avecinaba? Tan malos los había sufrido toda su vida en Soria y otras ciudades y pueblos de Castilla. Se resistía a marchar.
    Hubo que hacerle una segunda visita. Y ésta con apremio. Se luchaba ya en en los arrabales de Madrid, en Cuatro Caminos, en la Ciudad Universitaria, en las calles. Después de insistirle, aceptó. Pero insinuando, rozado de pudor, con aquella dignidad y gravedad tan suya, que deseaba salir con sus hermanos Joaquín y José.


    - No tiene usted ni que indicarlo. El V Regimiento lo lleva con toda su familia, le responden
    - Pero es que mis hermanos tienen hijos...
    - Muy bien, don Antonio...
    - Nueve, entre los dos matrimonios- insistió Machado.

    Aunque en Madrid operaba otro organismo, la Junta de Evacuación, que se ocupaba de los niños, fue el V Regimiento quien salvó a toda la familia Machado, llevándola a Valencia.

    La última noche de Machado en Madrid transcurrió en el cuartel del V Regimiento, entre los milicianos. Se encontraba allí lo más alto de las ciencias, las letras y las artes españolas: investigadores, profesores, arquitectos, pintores, médicos... En aquel saloncillo del V Regimiento, en medio del silencio que dejaba de cuando en cuando el feroz duelo de la artillería, un hombre extraordinario, aún más viejo de lo que era y erguido hasta donde su vencimiento físico se lo permitía, con sencillas palabras de temblor, agradecía, en nombre de todos, a aquellos nobles soldados, que así apreciaban la vida de sus intelectuales, repitiendo razones de fe, de confianza en el pueblo de España.


    Machado se despide de Madrid con un grandioso poema a su ejemplar batalla contra los fascistas:

    ¡Madrid! ¡Madrid! qué bien tu nombre suena,
    rompeolas de todas las Españas!
    La tierra se desgarra, el cielo truena,
    tú sonríes con plomo en las entrañas.

    Aurora de Albornoz publicó en San Juan de Puerto Rico un libro conteniendo las poesías de guerra de Antonio Machado, censuradas en España hasta hace bien poco.
    Es evacuado a Valencia, donde habita con toda su familia durante unos días en la Casa de la Cultura hasta trasladarse a Rocafort, a un chalet. Ha contraído una fuerte bronquitis, está enfermo pero reanuda inmediatamente su trabajo. Cuenta su hermano que se quedaba todas las noches ante su mesa de trabajo, rodeado de libros. Metido en su gabán desafiaba el frío escribiendo hasta primeras horas del amanecer en que abría el gran ventanal para ver la salida del sol o, en otras ocasiones, y a pesar de estar cada día menos ágil, subir a lo alto de la torre para verlo despertar, allí lejos, sobre el horizonte del mar. En estas largas noches invernales trabajaba, trabajaba sin cesar para atender el sin fin de peticiones que de todas partes le hacían. Trabajaba sin descanso en la Torre de Rocafort durante los quince meses aproximadamente que allí duró su estancia.

    Muchos de sus escritos se perdieron por la guerra. El 12 de septiembre de 1937 firma en Valencia uno titulado Voces de calidad dedicado a su amigo Juan Ramón Jiménez, también comprometido con la República: siempre pensé que Juan Ramón Jiménez, en España o fuera de España, allí donde se encontrase, estaría con nosotros, con los amantes del pueblo español, del lado de nuestra gloriosa República.
    Destaca entre los escritos de este tiempo, el discurso pronunciado el 1 de mayo de 1937 a las Juventudes Socialistas Unificadas. Toda una declaración programática, sincera, apasionada del Machado auténtico, destacando su defensa del socialismo:
    Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la recta que desciende de Hégel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por influjo, acaso, de una dedicación demasiado idealista, me falta simpatía por la idea central del marxismo; me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, es el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es esa la gran experiencia humana de nuestros días, a que todos de algún modo debemos contribuir.
    En julio se celebra en Valencia el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, en cuya sesión de clausura Machado pronuncia el discurso El poeta y el pueblo. Colaboran en el mismo escritores del alcance de Romain Rolland, Heinrich Mann, André Malraux, Rafael Alberti, Alejo Carpentier, Julián Benda, Tristán Tzara, Anna Seghers, Ilya Ehrenburg, Stephen Spender, John Dos Passos ...
    Nuevos poemas, múltiples artículos, comentarios, cartas, datan igualmente de aquellos años. Algunos se perdieron, otros quedarían inéditos, muchos verían su publicación, primero fuera de España, al fin en nuestro país muchos años después.

    Sus últimos diálogos estuvieron marcados por la brutalidad fascista, por su amor a una causa que estaba siendo vencida. Alberti le ve en Valencia, y comenta:
    Su poesía y su persona ya habían sido tocadas de aquella ancha herida sin fin que habría de llevarle poco después hasta la muerte. La fe en su pueblo, aunque ya antes la hubo dicho, la escribía entonces a diario, volviendo nuevamente a adquirir su voz aquel latido tan profundo, de su época castellana, ahora más fuerte y dolorosa, pues el agua de su garganta borboteaba con una santa cólera envuelta en sangre. Mas, como siempre, a él, en apariencia, nada se le transparentaba. Estaba más contento, más tranquilo, al lado de su madre, de sus hermanos y aquellos sobrinillos de todas las edades, que lo querían y bajaban del brazo al jardín dándole así al poeta una tierna apariencia de abuelo.

    No ignora ya que el fin se precipita, y que él no sobrevivirá para sufrirlo. La huida continua interminable, con el aliento de la muerte en la nuca. Va camino de Barcelona, a donde llega en enero de 1939, siempre en compañía de su madre. Papeles, campos, recuerdos, van quedando perdidos atrás. Los hombres, a miles, siguen muriendo. Se le apremia para que salga del país. Del brazo de su madre, sigue arrastrando sus huesos camino de la frontera, ligero de equipaje, casi desnudo.

    El 27 de enero de 1939 se refugia en una masía cerca de Figueres. Barcelona ha caído. Con 40 fugitivos, se apretuja en el frío de una mísera y abandonada cocina. Entre los refugiados, el rector de la Universidad de Barcelona, el director del Observatorio Astronómico de Madrid, el de la Biblioteca Nacional, el Presidente del Instituto Catalán de Literatura, ... Llueve. Desgarros de bombas. Se alumbran con velas. A la noche siguiente, siempre bajo la lluvia, continúan su caminar. Tras ellos, muy cerca, la amenaza de los fascistas, la amenaza de la muerte. El poeta, casi inválido, triste, siempre sostenido por la mano de su madre, huye al exilio. En su última carta a José Bergamín el 9 de febrero de 1939, describía así Machado el cruce de la frontera:
    Después de un éxodo lamentable, pasé la frontera con mi madre, mi hermano José y su esposa, en condiciones empeorables (ni un solo céntimo francés). Y hoy me encuentro en Collioure, hotel Buognol-Quintana, y gracias a un pequeño auxilio oficial, con recursos suficientes para acabar el mes corriente. Mi problema más inmediato es el de poder resistir en Francia hasta encontrar recursos para vivir en ella de mi trabajo literario o trasladarme a la URSS, donde me encontrarán amplia y valorable acogida.
    En la cima de su evolución política, el poeta que confiesa no haber alcanzado al marxismo, quiere viajar a la Unión Soviética, en donde se sabe querido y admirado. Su última poesía estará dedicada a los intelectuales de la Rusia soviética, país al que considera hermanado con España.
    Cae la tarde del 22 de febrero, miércoles de ceniza. Allí siguen sus huesos, o lo que de ellos reste. En trozo de papel encontrado en uno de sus bolsillos por el fiel hermano, sus últimas palabras, tan poéticas y más en medio de aquella desolación masiva:

    Estos días azules y este sol de la infancia ...

    La muerte llega en medio de la muerte el 23 de febrero. Precediendo solamente en tres días a su madre, consumida, extinguida al fin, una voz que se apaga definitivamente, que se corta absolutamente, una vela, un hilo languidecido tras el exclusivo servicio al hijo amado, alimentado desde que naciera a su cuidado y ternura.
    En el entierro de nuestro poeta, seis milicianos evadidos de un campo de concentración portan el féretro sobre sus hombros.
    Se acaba la historia de su vida y se inicia la de su obra, esta sí, inmortal, aunque inicialmente silenciada y manipulada dentro de España para arrancarnos de la memoria el legado de un hombre genial. Para destruirnos también a nosotros. Llega un tiempo falso y equívoco, roto por nuevas generaciones largo tiempo después. Nosotros, sus herederos, reclamamos el legado íntegro de su vida, de sus meditaciones y de sus cantos para convertirlos en armas de un combate que no ha cesado aún. Machado fue un hombre de su tiempo y se convirtió, por su lucha y por su obra, en un hombre de todos los tiempos. Esto fue, es, será siempre Machado, poeta grande y hombre bueno del pueblo.



    Última edición por pedrocasca el Sáb Jun 30, 2012 8:39 pm, editado 5 veces
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Sep 10, 2011 5:42 pm

    Hay en el Foro un tema llamado "Sobre la Rusia actual", de Antonio Machado – texto de 1937 perteneciente al libro “La Guerra. Escritos: 1936-39”. En uno de los mensajes de comentarios se da el link para la lectura y descarga de varios de los escritos de guerra de Antonio Machado.
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