ANOTACIONES DEL EDITOR:
[1] Nota del editor, NG: El VIIIº Congreso Partido Comunista de China se celebró del 15 al 27 de Septiembre de 1956, y efectivamente tuvo un marcado carácter revisionista, Enver Hoxha en su obra «Los Jruschovistas» denomina a esta época la «primera del revisionismo» debido a la propagación de las ideas jruschovistas en los Partidos comunistas de todo el mundo ya sea por iniciativa de estos o por métodos coercitivos del exterior, veamos un extracto de la experiencia de Enver Hoxha que por esos días se encontraba presente en dicho congreso:
«Lo que nos sorprendió e inquietó todavía más fue el propio desarrollo de los trabajos de su VIII Congreso. Toda la plataforma de este congreso estaba basada en las tesis del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, e incluso en algunas direcciones, Mao Zedong, Liu Shao-chi y los otros altos dirigentes chinos habían llevado más lejos las tesis de Jruschov. Sentimos que la epidemia del revisionismo moderno había afectado también a China. Además, en los sucesivos informes, que Liu Shao-chi, Teng Xiao-ping y Chou En-lai presentaron al VIII Congreso, defendieron y profundizaron aún más la línea permanente del Partido Comunista de China por una vasta colaboración con la burguesía y los kulaks, «argumentaron» las grandes ventajas que aporta al socialismo tratar bien y designar a elevados cargos de dirección a capitalistas, comerciantes e intelectuales burgueses, preconizaron con gran ruido la necesidad de una colaboración de la clase obrera con la burguesía local y del Partido Comunista con los demás partidos democráticos, nacionales, en las condiciones del socialismo, etc., etc. Las «100 flores» y las «100 escuelas» de Mao Zedong, que se abrieron y compitieron en el curso de las sesiones del Congreso, se abrían y competían de hecho en todo el partido y el Estado chinos. Esta teoría de las 100 banderas, formulada por Mao Zedong y proclamada ampliamente en mayo de 1958 por Lu Ting-yi, miembro suplente del Buró Político del CC del PC de China, constituía la variante china de la teoría y la práctica burgués-revisionista de la libre circulación de las ideas y de los hombres, de la coexistencia de toda suerte de ideologías, de corrientes, de escuelas, y de subescuelas en el seno del socialismo».
[2] Nota del editor, NG: Si el lector no conoce a ciencia cierta las tesis del VIIIº Congreso del PCCh les dejaremos algunas citas del informe presentado por Liu Shao-chi que demuestran el revisionismo de dicho congreso:
Cita I: «Hemos logrado una victoria decisiva en la transformación socialista de la agricultura, la artesanía y la industria y comercio capitalistas en nuestro país. […] La mayor parte de la industria y comercio capitalistas en el país ha sido objeto de la operación estatal-privada conjunta de operaciones».
Cita II: «Por lo tanto, se ha hecho posible que la revolución democrático-burguesa en nuestro país se transforme directamente, por medios pacíficos, en una revolución socialista proletaria. El establecimiento de la República Popular de China significa la realización virtual de la etapa de la revolución democrático-burguesa en nuestro país y el inicio de la etapa de la revolución socialista proletaria: el comienzo del período de transición del capitalismo al socialismo.
¿Cuáles son las características básicas de la etapa de transición en nuestro país? [...]
En segundo lugar, en nuestro país, los aliados de la clase obrera no sólo consisten en el campesinado y la pequeña burguesía urbana, sino también en la burguesía nacional. Por esta razón, con el fin de transformar nuestra vieja economía, debemos utilizar los medios pacíficos de transformación no sólo en el caso de la agricultura y la artesanía, sino también en el caso de la industria y comercio capitalistas. Esto tiene que ser hecho paso a paso, por lo que también necesita tiempo».
Cita III: «Sobre la base de las condiciones actuales de nuestro país, el Comité Central ha definido la línea general del Partido en el período de transición: llevar a cabo, paso a paso, la industrialización socialista y lograr, paso a paso, la transformación socialista de la agricultura , la artesanía y la industria y comercio capitalistas durante un período bastante largo […] La tendencia de desviarse de la línea general del Partido de "izquierda" se ha manifestado principalmente en la exigencia que el socialismo sera alcanzado de la noche a la mañana, en la exigencia que algún método de expropiación sea usado en nuestro país para eliminar la burguesía nacional como clase, o en que algún método sea usado para con dificultad nos lleve a la bancarrota la industria capitalista y el comercio, en la no admisión de esto, nosotros creemos en adoptar medidas para el avance paso a paso hacia el socialismo, creyendo que con esto nosotros podemos lograr el objetivo de revolución socialista por medios pacíficos».
Cita IV: «Para alcanzar el socialismo por el capitalismo estatal, que es un medio pacífico de transición, nosotros hemos adoptado una política de rescate por pasos en la nacionalización de los medios de producción privados de la burguesía. Antes del rescate de empresas privadas en la dirección conjunta estatal privada, el rescate tomó la forma de distribución de ganancias en porciones hacia la parte de capitalistas (beneficios en un cuarto por ciento) según los ingresos netos de las empresas. Después de la conversión de las empresas privadas en la gestión estatal y privada conjunta de las operaciones enteras, la redención ha tomado la forma de pago de una tasa fija de interés, es decir, durante un cierto período, el Estado paga, a través de las empresas especiales de operaciones integrales, una tasa fija para las inversiones de los capitalistas».
Cita IV: «Algunas personas pueden preguntar: ¿Desde que nuestra dictadura democrática popular sea en el presente en esencia, la etapa de la dictadura del proletariado, cómo se entiende que otras clases, otros partidos y personalidades democráticas sin partido participen en el poder estatal? ¿Por qué es necesario que el frente unido democrático popular en nuestro país siga existiendo? […] La burguesía nacional ocupa un lugar especial en la dictadura democrática de nuestro pueblo y en nuestro frente único democrático de nuestro pueblo. Durante la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, ciertos individuos representativos de la burguesía nacional ya se habían puesto en los órganos de gobierno de las bases revolucionarias.
Dado que esto se hizo durante el período de la revolución democrático-burguesa, era fácil de entender. Desde la fundación de la República Popular, aún más representantes de la burguesía nacional y sus partidos han participado en los órganos de nuestro estado, que es la dictadura del proletariado en su carácter. Además, han seguido manteniendo la alianza política con la clase obrera y el Partido Comunista en la construcción del socialismo. ¿Cómo ha sucedido esto? ¿Cuál puede ser el significado de esa alianza hoy en día, cuando la transformación socialista ya se ha logrado en lo principal? ¿No es algo así como una carga? [...]
En el curso de la transformación socialista, la alianza de la clase obrera con la burguesía nacional ha jugado un papel positivo en la educación y transformación de los elementos burgueses. En el futuro podemos continuar con nuestro trabajo de unir, educación y transformación a través de esta alianza, para que puedan poner sus conocimientos al servicio de la construcción socialista. Por lo tanto, se puede ver fácilmente que es un error considerar a esta alianza como un estorbo inútil».
Cita IV: «Los partidos democráticos en nuestro país se organizaron principalmente durante la Guerra de Resistencia a la Agresión Japonesa, y su relación con nuestro partido ha sido una de cooperación. Cuando la República Popular de China fue fundada, participaron en el gobierno del pueblo. A partir de entonces, gradualmente llegaron para apoyar la causa del socialismo. Es nuestra opinión de que, de ahora en adelante, una política de coexistencia a largo plazo del Partido Comunista y los partidos democráticos así como de supervisión mutua entre todos debe ser adoptada».
Así mismo Mao Zedong en su informe de apertura dijo:
«Sin dejar de fortalecer la unidad del Partido, también debemos seguir fortaleciendo la unidad entre todas nuestras nacionalidades, clases democráticas, partidos democráticos y organizaciones populares, y consolidar y ampliar frente unido democrático popular. [...] En su XXº Congreso celebrado no hace mucho tiempo, el Partido Comunista de la Unión Soviética formulado muchas políticas correctas y ha criticado muchas deficiencias que se encontraron en el Partido. Se puede afirmar con confianza que muy grandes desarrollos seguirán al respecto en su trabajo».
Creemos que están citan bastan para demostrar el contenido revisionista de dicho congreso, al que Mao Zedong como no podía ser de otra forma, proporcionó su apoyo a dicha línea:
«Estas dos revoluciones corroboran el hecho de que ha sido correcta la línea seguida por el Comité Central desde el VII Congreso hasta hoy». (Mao, Fortalecer la unidad del partido, continuar sus tradiciones, 1956)
Este apoyo no podía ser de otra forma pues si nos fijamos detenidamente con su informe «Sobre diez grandes relaciones» de Abril de 1956, se había adelantado a las tesis revisionistas del VIII Congreso del PCCh de Septiembre de ese mismo año.
[3] Nota del editor, NG: Efectivamente Mao Zedong dio soporte público a Jruschov en oposición a Molotov:
«Apoyo la solución del Comité Central del PCUS en relación con la cuestión de Molotov. Esa fue una lucha de contrarios. Los hechos prueban que no se pudo alcanzar la unidad y que los lados se excluían mutuamente. La camarilla de Molotov aprovecho la oportunidad para atacar cuando el camarada Jruschov se encontraba en el extranjero. [...] Esto demuestra que la línea representada por el camarada Jruschov es la más correcta y que la oposición a esta línea es incorrecta». (Mao, Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957)
[4] Nota del editor, NG: Como afirma Enver Hoxha, Mao Zedong dio durante mucho tiempo su visto bueno al XXº Congreso del PCUS, luego con el tiempo cambió en parte, no todas, pero si ciertas opiniones de antaño, aunque su antistalinismo siempre estaría presente en sus obras, esta aceptación de las tesis de Jruschov por parte de Mao Zedong son fácilmente comprobables, de hecho al inicio del «decálogo» hablaba así de las «rectificaciones» de Jruschov:
«Algo que merece especial atención son ciertos defectos y errores existentes en el proceso de la edificación socialista de la Unión Soviética, que últimamente han salido a la luz. ¿Desea uno repetir los recodos que ellos transitaron?».
[5] Nota del editor, NG: Se puede comprobar dicha posición vacilante mediante varios documentos de ambos lados, pero en esta ocasión volveremos a poner el extracto que relata resumidamente dicha petición del cese de la polémica entre jruschovistas y los marxista-leninistas albaneses de la carta del CC del PTA al CC del PCCh del 1978:
«En la etapa inicial de las polémicas feroces entre el Partido del Trabajo de Albania y los revisionistas jruschovista, China estaba de acuerdo con Albania, pero esto sólo en la superficie, ya que, en realidad, como se comprobó más tarde, fue en la búsqueda de una reconciliación con los soviéticos queriendo la extinción de las polémicas con ellos. Esto fue evidente en el discurso de Chou En-lai en el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, donde, de hecho, él no defendió nuestro partido, sino que exigió que la polémica debiera cesar en su lugar. El liderazgo chino llamó a esta postura «ayuda» para la propia Albania, pero la demanda de cesar la polémica no fue ni a los intereses de la Albania socialista, ni a los intereses de la propia China. Sino que con esto el único que se beneficiaba era Jruschov en su lucha contra el socialismo y el marxismo-leninismo». (Carta de la CC del Partido del Trabajo de Albania y el Gobierno de Albania en el CC del Partido Comunista y el gobierno chino, 29 de julio de 1978, edición digital, p. 11.)
[6] Nota del editor, NG: Una de las causas de que la «Revolución Cultural» fuera un fracaso debe recaer en el método maoísta de ocultar el papel de vanguardia del proletariado y sostener a las «masas», en este caso incluso contra el Partido comunista, en vez de utilizar al instrumento de la clase obrera: el partido, y sus cuadros sanos para rectificar dicha situación:
«No nos parecía una conducta revolucionaria el que esta Revolución Cultural no estuviese dirigida por el partido, sino que fuese una explosión caótica tras un llamamiento que hizo Mao Zedong. La autoridad de Mao en China hizo que se levantasen millones de jóvenes no organizados, estudiantes y escolares, que marchaban hacia Pekín, hacia los comités del partido y del poder, disolviéndolos.
Se decía que estos jóvenes representaban en aquel entonces en China la «ideología proletaria» y que ¡enseñarían al partido y a los proletarios el «verdadero» camino! Una revolución de este tipo, de acentuado carácter político, fue llamada cultural. Para nuestro Partido esta denominación era inexacta, porque en realidad en China se había desatado un movimiento político y no cultural. Pero lo principal era que esta «gran revolución proletaria» no estaba dirigida ni por el partido, ni por el proletariado. Esta grave situación tenía su origen en los viejos conceptos anti-marxistas de Mao Zedong que subestiman el papel dirigente del proletariado y sobreestiman a la juventud en la revolución. Mao había escrito:
«¿Qué papel ha desempeñado la juventud china a partir del «movimiento del 4 de mayo»? En cierta medida, un papel de vanguardia que, salvo los ultrareaccionarios, todo nuestro país lo reconoce. ¿En qué consiste este papel de vanguardia? En jugar el papel dirigente». (Mao Zedong, Obras Escogidas, ed. albanesa, t. 3, pág. 19) (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1979)
[7] Nota del editor, NG: Pese a las pocas lecciones positivas que pueden extraer los marxistas-leninistas de la famosa «Revolución Cultural», tanto por sus métodos antimarxistas como por sus resultados, los chinos de todos modos la presentaban entonces como un acontecimiento que superaba incluso a la Revolución de Octubre:
«El florecimiento de la Gran Revolución Cultural de China, es uno de los acontecimientos más grandes de nuestra época, de más largo alcance en sus efectos que la Revolución de Octubre». (Pekín Informa Nº 25 1968.)
[8] Nota del editor, NG: Aquí sin embargo, podemos encontrar el culto fanático a Mao declarando directamente que fue el personaje más importante del marxismo-leninismo, y que sus ideas, el «Pensamiento Mao Zedong» era la superación de toda ideología precedente:
«Ninguno de los marxistas leninistas precedentes dirigió personalmente, en primera línea tantas importantes campañas política y militares como el Presidente Mao, ni experimentó una lucha tan prolongada, tan complicada, violenta y multifacética como el Presiente Mao. El Pensamiento del Presidente Mao es la más alta síntesis y el más nuevo resumen de las experiencias de la revolución y del movimiento comunista internacional. ¿Dónde se puede encontrar en la Antigüedad o en nuestro tiempo, en China o en el extranjero una teoría de tan alto nivel o un pensamiento tan maduro como el pensamiento del Presidente Mao?». (Pekín Informa Nº 46 1967)
[9] Nota del editor, NG: Del mismo modo que se atrevía a juzgar con una cifra exacta la obra de Stalin, argumentaba que existían varios tipos de marxistas a los cuales también cifraba en porcentajes, siendo para él normal la existencia de «pseudomarxistas» dentro del partido:
«Algunos parecen considerar que, una vez ingresados en el Partido Comunista, todos se convierten en santos, quedan libres de divergencias, de malentendidos, y se encuentran más allá de todo análisis, es decir, que conforman un todo monolítico cual una lámina de acero, que son uniformes y parejos y, en consecuencia, no necesitan de negociaciones. A ellos les parece que, una vez dentro del Partido Comunista, todos han de ser marxistas en el 100 por ciento. En realidad, hay diversos tipos de marxistas: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un 90 por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un 60 por ciento, marxistas en un 50 por ciento, y algunos son marxistas sólo en un 10 ó 20 por ciento. ¿No podemos conversar entre dos o varias personas en un pequeño cuarto? ¿No podemos celebrar negociaciones partiendo del deseo de unidad y con un espíritu de ayuda? Claro que no se trata de negociaciones con el imperialismo (con éste también necesitamos celebrar negociaciones), sino de negociaciones internas entre comunistas». (Mao, Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957)
[10] Nota del editor, NG: Dicho pensamiento antimarxista sobre la economía, común en los pequeñoburgueses, llego a su cenit con la teoría de que el centro de la economía debía ser el campo. En este «decálogo» se inician las desviaciones económicas que tienen como fin «equilibrar» las inversiones en detrimento de la industria pesada, pero como decimos el colmo de dicho concepto económico llegaría un poco más tarde, así describían en 1972 en el diario Pekín Informa este «gran aporte»:
«En su discurso Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo hechas en 1957, el Presidente Mao afirmó:
«La industria pesada es el núcleo de la construcción económica de China. Al mismo tiempo, se debe prestar plena atención al desarrollo de la agricultura y la industria ligera».
Más tarde, explicando la teoría que la agricultura es la fundación de la economía nacional, el Presidente Mao lo resumió en estas palabras:
«Tomar la agricultura como la base de la economía y la industria como el factor principal».
Esto pues, constituye el principio general para el desarrollo de la economía nacional. Él indicó que se debe dar el primer lugar al desarrollo de agricultura. Estas instrucciones del Presidente Mao son en profundidad dialécticas; ellas revelan las leyes objetivas que gobiernan el crecimiento de economía socialista en China y son un desarrollo de la economía política del marxismo […] Aunque la industria pesada más tarde se desarrolló en cierta medida, la velocidad de su crecimiento todavía se queda atrás de las de algunas otras provincias, y sus productos se redujeron en base a las necesidades de las del desarrollo de la agricultura y la industria ligera de la provincia [...] La práctica en las localidades ha permitido a los cuadros que toman parte en la discusión para llegar a un entendimiento profundo de que deben en primer lugar firmemente tener en cuenta el principio de tomar la agricultura como base de la economía nacional».
[11] Nota del editor, NG: Una de las varias críticas de Mao a la economía de la Unión Soviética, y a los países de democracia popular fueron obviamente el «excesivo» papel de la industria pesada, de nuevo intenta convencer al lector que su camino, que su «vía al socialismo», era la correcta a diferencia de las experiencias pasadas que había cometido errores que como él decía Jruschov empezaba a subsanar:
«En el tratamiento de esta relación, no hemos cometido errores de principio; hemos trabajado mejor que la Unión Soviética y algunos países de Europa Oriental. En nuestro país no existen problemas como el que se presentó en la Unión Soviética, donde la producción cerealera no pudo alcanzar, durante largo tiempo, el nivel más alto de antes de la Revolución de Octubre, o como aquellos serios problemas surgidos en algunos países de Europa Oriental a causa del grave desequilibrio entre el desarrollo de la industria ligera y el de la pesada. Ellos ponen unilateralmente el acento en la industria pesada y descuidan la agricultura y la industria ligera, lo que ha provocado la escasez de productos en el mercado y la inestabilidad de la moneda. Nosotros, en cambio, prestamos una mayor atención a la agricultura y a la industria ligera».
[12] Nota del editor, NG: Mao creía que en 1956 China tenía más potencial militar que la URSS en la década de los años 30, o eso cree él en este «decálogo»:
«A través de la Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea, así como del proceso de entrenamiento y consolidación de los últimos años, nuestro ejército se ha fortalecido y es ahora algo más poderoso que el Ejército Rojo soviético de antes de la Segunda Guerra Mundial y, además, ha mejorado su armamento».
Y así se aceptaba la calumnia de Jruschov sobre Stalin y la preparación de la Segunda guerra mundial:
«[Stalin] cometió algunos errores graves como los siguientes: amplió el alcance de la supresión de la contrarrevolución, careció de la vigilancia necesaria en la víspera de la guerra antifascista, falló en prestar la atención adecuada al desarrollo de la agricultura y el bienestar material del campesinado, dio ciertos consejos equivocados en el movimiento comunista internacional, y en particular, tomó decisiones erróneas sobre la cuestión de Yugoslavia». (PCCh, La experiencia histórica de la dictadura del proletariado)
[13] Nota del editor, NG: Objetivamente es innegable el carácter dominante del ejército en las ideas maoístas, así como su carácter putchistas para resolver las disputas fraccionarias, esto influyo en el PCCh y en el propio ejército en la lucha de varias líneas que se fraguaba en el PCCh:
«Para liquidar a sus adversarios ideológicos, Mao Zedong siempre ha movilizado al ejército. Levantó al ejército con Lin Piao a la cabeza para actuar contra el grupo de Liu Shao-chi y Teng Xiaoping. Más tarde, junto con Chou En-lai, organizó y lanzó al ejército contra Lin Piao. También después de la muerte de Mao, el ejército, inspirado en el «pensamiento Mao Zedong», ha desempeñado el mismo papel. Al igual que todos los que han llegado al poder en China, Hua Kuo-feng se apoyó en el ejército y actuó por medio de él. Éste, nada más morir Mao, levantó al ejército, y organizó, junto con los militares Ye Chien-ying, Wang Tung-sing y otros, el putch, deteniendo a sus adversarios. En China el poder sigue estando en manos del ejército, mientras que el partido va a su zaga. Esto es una característica general de los países dominados por el revisionismo. Los países verdaderamente socialistas refuerzan el ejército, como poderosa arma de la dictadura del proletariado, para aplastar a los enemigos del socialismo, en caso de que se sublevaran, así como para defender el país frente a un posible ataque por parte de los imperialistas y la reacción externa. Pero para que el ejército desempeñe en todo momento este papel, debe estar siempre, como nos enseña el marxismo-leninismo, bajo la dirección del partido y no ser el partido quien esté bajo la dirección del ejército». (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1979)
[14] Nota del editor, NG: Ya explicamos en el anterior documento «Reflexiones sobre el maoísmo» los conceptos bujarinistas de Mao sobre los leves impuestos que se deben aplicar al campesino limitando el crecimiento de la industria al buen estado de la cosecha, por eso no debemos extendernos más, así hablaba Mao en este «decálogo» de la experiencia agrícola en la Unión Soviética:
«Los procedimientos que se adoptan en la Unión Soviética representan un estrujamiento muy duro para los campesinos. Mediante prácticas tales como el llamado sistema de entregas obligatorias, se les quita demasiados productos, y a precios bajísimos […] En vista de los graves errores de la Unión Soviética en este problema, debemos prestar aún mayor atención al tratamiento correcto de la relación entre el Estado y los campesinos».
[15] Nota del editor, NG: Efectivamente los movimientos en China en el ámbito económico a partir de 1956 presuponen una copia total del modelo económico jruschovista y titista, ya que se lleva a cabo la tarea de descentralizar la economía, abolir la planificación central de precios, fomentar la autoridad local a causa de los «errores de las experiencias pasadas» en los demás países socialistas etc. Observemos un ejemplo en los escritos del «decálogo»:
«Debemos preocuparnos, actualmente, de ampliar un tanto las atribuciones de las autoridades locales, concederles una mayor independencia y permitirles más actividades, con sujeción a la premisa de consolidar la dirección unificada de las autoridades centrales».
Y estas tesis promulgadas en el «decálogo» se tradujeron un año después en las siguientes acciones:
«El Consejo Estatal actuaba sobre la decisión de las últimas reformas aprobadas por el Pleno del CC (en Septiembre de 1957), promulgadas para el sistema de administración industrial, comercial y financiera. En el campo de industria el poder de autoridades provinciales aumentó trasladándose su control a muchas empresas antes manejadas por los ministerios del gobierno central. Por el decreto de noviembre de 1957 las empresas de las industrias de bienes de consumo (la mayoría de las cuales eran controladas por el Ministerio de la Industria Ligera), la industria pesada no estratégicas, y todas las demás fábricas adecuadas para la descentralización debían ser trasladadas a cargo de las autoridades locales (principalmente a las de provincia). Las autoridades provinciales ahora asumirían responsabilidades operativas para una amplia gama de industrias […] A las autoridades provinciales se les dieron el derecho a fijar los precios en los ámbitos de sus competencias […] Por lo tanto, el 80% de las empresas e instituciones controladas en 1957 por el gobierno central habían sido entregadas a las autoridades de nivel provincial a finales de junio de 1958, siendo pues aumentada la proporción de las empresas controladas localmente de un 54% en 1957 al 73% en 1958». (Parris H. Chang: Poder y Política en China). (Bill Bland, La lucha de clases en China, 1997)
Estas mismas tesis eran las que años atrás pusieron en activo en el ámbito teórico y práctico los yugoslavos:
«Hay muchas buenas intenciones socialistas fuera de nuestro país que piensan que la descentralización se debilitará nuestro estado en el ámbito de la política exterior. Esto no es exacto. Esa descentralización se limita a aplicar el marxismo. Les estamos dando a las fábricas a los trabajadores, y esto fortalece nuestro estado y hace que los trabajadores se sientan, más que nunca, que es su estado, que son los propietarios de los medios de producción y que son ellos los que están creando la prosperidad del país». (Tito, Entrevista de Kamalesh Banerji con el mariscal Tito, 1 de octubre de 1950)
[16] Nota del editor, NG: Como se ha subrayado, no se puede entender estos movimientos de descentralización y demás sin conocer también las alabanzas de Mao Zedong a Tito y a sus métodos de «autogestión»:
«Stalin tomó una decisión errónea sobre la cuestión de Yugoslavia. A propósito de todas estas cuestiones, Stalin se mostró subjetivo […] Que los camaradas yugoslavos experimentes una aversión particular con respecto a los errores del Stalin, esto puede comprenderse. Situados en unas condiciones difíciles, han desplegado en el pasado esfuerzos meritorios para mantenerse en la vía del socialismo. En las empresas y otras organizaciones sociales, han realizado experiencias de gestión democrática que han igualmente atraído la atención. El pueblo chino aplaudió la reconciliación intervenida entre la URSS y los otros países socialistas, de un lado, y Yugoslavia, de otro». (PCCh, La experiencia histórica de la dictadura del proletariado)
Tampoco sería casual pensar que la apertura de capitales de la dirigencia china, aparte de ser producto de la incapacidad de elaborar una industria pesada independiente y robusta, sea producto también de la influencia ideológica titista que empezó a fluir a China otra vez cuando se volvieron a reconciliar con Yugoslavia y Tito en los años 70, llegando a su máximo apogeo durante finales de esta década, esto debe ser tomado en cuenta pues la «vía al socialismo yugoslava» tenía muy en cuenta la afluencia de capitales extranjeros desde hace muchos años, veamos la colaboración sino-yugoslava de los años 70 con un artículo de Pekín Informa de 1975:
«El presidente Mao dio la mano al presidente Bzemal Bijedic, su mujer y otros distinguidos invitados yugoslavos se conocieron en una cálida bienvenida por su visita a China. El presidente Mao luego tuvo una amigable conversación en un ambiente cordial. Remmin Ribao les recibió con una bienvenida similar: «Existe una profunda amistad entre los pueblos de China y Yugoslavia. Los dos países de apoyaron en la guerra anti-fascista y se comprometieron después en la lucha contra el imperialismo y hegemonismo presente. La corriente visita del presidente Dzemal Bijedic servirá de ayuda para reforzar la amistad y unidad entre China y Yugoslavia, así como sus pueblos. Las amistosas relaciones y la cooperación entre los dos países será desarrollada aún más [...] Después de la liberación, Yugoslavia y su pueblo hicieron un esfuerzo significativo en construir su economía y su defensa nacional. La industria y la agricultura se han desarrollado regularmente y ha hecho que este país sea autosuficiente en cuanto a grano. En cuanto a las relaciones exteriores, los yugoslavos persiguen una política de no alineamiento, reforzando la unidad y cooperación con los países del tercer mundo y dando energías y apoyo en la lucha de diversos pueblos en sus movimientos de liberación nacional: esto firmemente ha sostenido todos los países grande o pequeños sean iguales internacionalmente en sus relaciones exteriores, que deben estar basadas en los principios de igualdad, independencia, respeto, y soberanía territorial íntegra: y en oposición al imperialismo y sus ansias de poderes hegemónicos. Esta política exterior de los yugoslavos juega un rol positivo en la causa de la unidad contra el hegemonismo, en la causa mantenida por los pueblos del mundo».
Y así se lo agradecía Hua Kuo-feng este acercamiento:
«Así, en 1975 ya Mao tuvo la visita del primer ministro yugoslavo, Djemal Biyedic, y se acercó a la base de crear la «superpotencia anti-soviética». Hua Kuo-feng declara en 1977 en Yugoslavia: «El presidente Mao cuidó mucho de las relaciones sino-yugoslavas. En octubre de 1975, tuvo un encuentro amistoso con el presidente Bijedic, donde declaró con palabras muy favorables para el presidente Tito en alusión de que no tenía ni presión ni miedo, que él era tan firme como el hierro». (Pekín Informa, 05 de septiembre 1977, p.9)
[17] Nota del editor, NG: Esto era lo que opinaba Mao en su «decálogo» sobre la Unión Soviética y como se había gestionado el tema de las relaciones entre las diferentes naciones:
«En la Unión Soviética, son sumamente anormales las relaciones entre la nacionalidad rusa y las minorías nacionales; es preciso que de allí saquemos las debidas lecciones».
[18] Nota del editor, NG: Consultar nuevamente el punto número trece de estas anotaciones.
[19] Nota del editor, NG: El concepto del multipartidismo ya lo hemos visto expresado en Mao Zedong en su nueva democracia, pero al igual que Liu Shao-chi, Mao pretende que se iría hacía el socialismo mediante el multipartidismo:
«¿Qué es mejor: que haya un solo partido o varios partidos? Por lo que hoy parece, es preferible que haya varios. Esto no sólo es válido para el pasado, sino que puede serlo también para el futuro; significa coexistencia duradera y supervisión mutua [...] Tanto el Partido Comunista como los partidos democráticos surgieron en el proceso histórico. Todo lo que surge en el proceso histórico desaparece en el mismo proceso. Así, tarde o temprano desaparecerá el Partido Comunista y, de igual modo, los partidos democráticos. ¿Es esta desaparición algo tan desagradable? A mi modo de ver, será muy agradable. Me parece realmente estupendo el día en que el Partido Comunista y la dictadura del proletariado pierdan su razón de ser. Nuestra tarea es justamente impulsar el proceso, de modo que su desaparición advenga más pronto. De esto ya hemos hablado muchas veces».
Ante esta tesis que desprende liberalismo por doquier, nos gustaría añadir por un lado el pensamiento marxista-leninista PTA sobre las obligaciones de un partido comunista en las relaciones y colaboraciones con los partidos democráticos en las etapas democrático-nacionales y en la socialista, y por otro el pensamiento del camarada Stalin sobre la existencia o no de partidos, añadimos esto, para que el lector no se quede con el sabor amargo de las tesis maoístas:
«En nuestro país no ha existido más partido político que el Partido Comunista (del Trabajo) de Albania y esto, tal como expresó el camarada Enver Hoxha, ha sido «un gran bien, de una importancia incalculable, mientras que para la burguesía, para la reacción nacional e internacional, ha constituido una gran desgracia, una pérdida fatal». Ello no quiere decir que el PTA haya estado por principio contra la colaboración con partidos antifascistas y progresistas, en el caso de que tales partidos se formaran, constituyendo con ellos un frente contra el enemigo común, el fascismo invasor y los traidores del país, pero ello sin renunciar a su propia individualidad e independencia política, ideológica, organizativa y a su objetivo de lograr y mantener el papel dirigente en la revolución, mediante la persuasión de las masas de la justeza de su línea. Pero, ¿cuánto tiempo puede prolongarse la existencia de los partidos no proletarios, la colaboración y la unión del partido de la clase obrera con ellos en un frente común? El camarada Enver Hoxha dio respuesta a este problema de principio basándose en la teoría marxista-leninista y en la experiencia de las revoluciones socialistas que habían tenido lugar hasta aquel momento. «Una vez instaurada y consolidada la dictadura del proletariado —dijo—, la existencia durante un largo tiempo de otros partidos, incluidos los «progresistas», en el frente o fuera de él, en nombre de unas supuestas y antiguas tradiciones, no tiene ningún sentido, ninguna razón de ser, ni siquiera formal. La revolución, si es capaz de derrumbar todo un mundo, fácilmente puede romper una tradición. La presencia de otros partidos no marxista-leninistas, especialmente después a edificación de la base económica del socialismo, es absurda y oportunista. Y esto, lejos de perjudicar a la democracia, no hace más que consolidar la verdadera democracia proletaria. El carácter democrático de un régimen no lo determina el número de partidos, sino su base económica, la clase que está en el Poder, toda la política y la actividad del Estado, el hecho de que esta política vaya o no en interés de las amplias masas populares, de que les sirva o no». Permitir después de ello la existencia de otros partidos políticos; significa mantener a la burguesía como clase. Esta conclusión estaba dirigida también contra las teorías de Mao Zedong sobre la presencia y la convivencia de numerosos partidos, sobre la existencia de diversas líneas en el partido comunista, sobre las cien flores que se abren y las cien escuelas que compiten en la revolución y en el socialismo». (Historia del PTA, tomo II)
«En lo que se refiere a la libertad para los diferentes partidos políticos, nosotros diferimos un poco de su opinión. Un partido es una parte de una clase, su parte de vanguardia. Varios partidos y, por consecuencia, la libertad de los partidos, sólo pueden existir en una sociedad en la que existen clases antagónicas, cuyos intereses son hostiles e irreconciliables, donde, por ejemplo, hay capitalistas y obreros, terratenientes y campesinos, kulaks y campesinos pobres, etc. Pero en la URSS ya no hay tales clases como capitalistas, terratenientes kulaks, etc. En la Unión Soviética no hay más que dos clases: obreros y campesinos, cuyos intereses, lejos de ser hostiles, son, por el contrario, amistosos. Por lo tanto, en la URSS no existe terreno para varios partidos y, por consiguiente, para libertades de esos partidos. En la URSS sólo existe terreno para un solo partido: el Partido Comunista. En la URSS sólo puede existir un partido, el Partido Comunista, que defiende valientemente y hasta el fin los intereses de los obreros y campesinos. Y que no defiende mal los intereses de estas clases es un hecho del que no puede dudarse». (Stalin, Sobre el proyecto de constitución, 1936)
[20] Nota del editor, NG: Consultar de nuevo el punto número uno de estas anotaciones.
[21] Nota del editor, NG: Mediante todas estas concesiones a la burguesía nacional, los maoístas para cubrir su vergüenza, que era la de no llevar la lucha de clases frente a su burguesía: implantaron la idea de que la burguesía como tal no desaparece en el socialismo, sino en el comunismo, como hemos demostrado en documentos pasados que hemos digitalizado, el PCCh y Mao decían una y otra vez que Stalin se equivocaron en este aspecto, e intentaron legitimar este ataque llevando estas ideas a Albania pero sin éxito, ya que el PTA defendió la visión de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la desaparición de la burguesía como clase al expropiarla, acto que obviamente los chinos no podían reconocer como suyo, ya que habían aplicado la máxima bujarinista de integración pacífica de la burguesía en el socialismo, aplicando además todo ello mediante concesiones económicas como rentas y demás, veamos el fracaso de Chou En-Lai en llevar las teorías revisionistas a Albania:
«Mientras tanto, también la dirección china difundía puntos de vista opuestos a la teoría marxista-leninista sobre la lucha de clases. Junto con la teoría de «que se abran cien flores y compitan cien escuelas», que constituye una descarada negación de la lucha de clases, defendía la tesis de que la burguesía, como clase, no desaparece con la construcción de la base económica del socialismo, sino que continúa existiendo, junto con la clase obrera, durante todo el período de la transición del capitalismo al comunismo. Mediante esta tesis los dirigentes chinos pretendían legitimar la conservación intacta de la clase capitalista en la «sociedad socialista» china, la cual, como posteriormente se hizo evidente, no era en absoluto socialista. Esta tesis antimarxista pretendió imponérsela al Partido del Trabajo de Albania, en mayo de 1966, en el curso de las conversaciones celebradas en Pekín entre una delegación del PTA, presidida por el camarada Mehmet Shehu y otra china, encabezada por Chou En-lai. Este planteó insistentemente que en la declaración conjunta albano-china se incluyese el concepto de la presencia de la clase capitalista en Albania, de la misma forma que en China, y llegó hasta el punto de condicionar la firma de la declaración a la aceptación de esta demanda. Pero los representantes del PTA no se plegaron a las presiones, sino que defendieron con terminación los conceptos marxista-leninistas sobre clases y la lucha de clases. Un mes más tarde el propio Chou En-lai vino a Tirana donde de nuevo planteó a la dirección del PTA la tesis de Mao Zedong sobre la existencia de la burguesía, en tanto que clase, durante todo el período de la construcción del socialismo, esforzándose por probar la «justeza» de la tesis china y los «errores» de Stalin acerca de la lucha de clases. El camarada Enver Hoxha, con argumentos científicos, echó abajo todos sus razonamientos sofísticos, defendiendo los justos puntos de vista marxista-leninistas del PTA sobre esta cuestión, expresados en su IV Congreso, en el que se proclamó que había sido construida la base económica del socialismo tanto en la ciudad como en el campo. Con el logro de esta histórica victoria en el desarrollo de la revolución socialista, las clases explotadoras habían desaparecido como tales». (Historia del PTA, tomo II)
[22] Nota del editor, NG: Podríamos extendernos mucho en dicha teoría revisionista de «la lucha de dos líneas» que hemos criticado en otros documentos, pero dejaremos tan solo tres frases para ilustrar al lector en el tema:
«El hecho es que el Partido Comunista de China ha vivido durante decenas de años tolerando dos líneas en su seno. Si se parte del principio de que se precisan dos líneas activas en el partido, entonces éste no puede ser marxista-leninista. En el seno del partido debe desarrollarse también una lucha de clases, incluso encarnizada, para liquidar cuanto antes y definitivamente la fracción antipartido, la fracción antimarxista. No hemos visto una lucha de este tipo en el Partido Comunista de China, incluso cuando algunos dirigentes (que no han estado solos) han sido condenados como fraccionalistas. Por el contrario, no sólo han permanecido en el partido, sino también en la dirección central». (Enver Hoxha, La anarquía no se combate con anarquía, 1967)
«En tanto que Mao Zedong concibe el partido como una unión de clases con intereses opuestos, como una organización en que están enfrentadas y luchan dos fuerzas, el proletariado y la burguesía, el «cuartel general proletario» y el «cuartel general burgués», los cuales deben tener sus representantes en todo el partido, desde la base hasta los órganos dirigentes más altos, Así, en 1956 exigía que fueran elegidos al Comité Central los dirigentes de las fracciones de izquierda y de derecha, presentando a este efecto argumentos tan ingenuos como ridículos: «Todo el país, el mundo entero, dice él, saben bien que ellos han cometido errores de línea. La razón por la que los elegimos estriba precisamente en que ellos son famosos. ¡Qué otro remedio hay si gozan de fama y la fama de los que no han cometido errores o sólo han cometido pequeños errores no puede compararse con la suya! En nuestro país, que tiene una gran masa de pequeño-burgueses; ellos son dos banderas». (Mao Zedong, Obras Escogidas, tomo V) (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1979)
«Además, Mao Zedong, que desde hacía tiempo había erigido en teoría la existencia de las fracciones y las líneas opuestas y la pugna entre distintas líneas en el seno del partido, como un fenómeno objetivo, por mediación de Chou En-lai que se encontraba de visita a Albania, en junio de 1966, se esforzó por imponer dicha «teoría» antimarxista al Partido del Trabajo de Albania. El PTA, en aplicación del gran principio de la unidad del partido marxista-leninista, jamás había permitido que cristalizasen en su seno corrientes fraccionalistas ni líneas revisionistas opuestas, había descubierto y destruido a tiempo, mediante la lucha revolucionaria de principios, a los elementos y los puntos de vista hostiles, a los grupos fraccionalistas antipartido, sin darles la posibilidad de transformarse en corrientes y líneas opuestas. Al generalizar esta experiencia, y respondiendo indirectamente a la dirección china, el camarada Enver Hoxha declaraba: «Un partido marxista-leninista que es respetado como tal no puede permitir la existencia de dos líneas en su seno, no puede por tanto consentir la existencia de una o varias fracciones». Incluso en el caso de que éstas aparezcan, el partido no puede ni debe tolerar su existencia aunque sea por poco tiempo. Las fracciones en el partido están en contradicción con la unidad de pensamiento y de acción marxista-leninista y tienden a convertir a éste en un partido socialdemócrata y al país socialista en un país capitalista. La práctica ha confirmado que la manifestación de ideologías y líneas opuestas en un partido indica que éste o bien no es verdaderamente marxista-leninista o bien, siéndolo, no ha desarrollado correctamente, de manera consecuente y decidida la lucha de clases en su seno». (Historia del PTA, tomo II)
[23] Nota del editor, NG: Podemos encontrar varias críticas a la infame teoría de los tres mundos pero recomendamos en especial la siguiente frase, ya que es la mejor forma de resumir de modo claro y conciso el carácter reaccionario de las diferentes teorías antimarxistas como la «teoría de los tres mundos», el «mundo no alineado» y demás teorizaciones que pretenden aminorar la lucha de clases y ocultar el concreto carácter clasista de los diferentes sistemas:
«En la época actual se habla mucho sobre la división del mundo en «primer», «segundo» y «tercer» mundo sobre el «mundo no alineado», sobre el mundo de los «países en vías de desarrollo», «de la contradicción Norte-Sur», etc. Cada sostenedor de estas divisiones presenta su propia teoría como la estrategia más justa, que supuestamente responde a las condiciones de la actual situación internacional. Pero, como recalcara el camarada Enver Hoxha en el VII Congreso del Partido: «Todas estas denominaciones, que se refieren a las diversas fuerzas políticas que hoy actúan en el mundo, lejos de poner en evidencia; encubren el carácter de clase de estas fuerzas, las contradicciones fundamentales de nuestra época, el problema clave, que actualmente predomina a escala nacional e internacional, la implacable lucha que se desarrolla entre el mundo burgués-imperialista por una parte, y el socialismo, el proletariado mundial y sus aliados naturales, por la otra», (Enver Hoxha, Informe ante el VII Congreso del PTA, Pág. 203, ed. albanesa) (Teoría y práctica de la revolución, publicado en «Zeri i Popullit» el 7 de julio de 1977)