El marxismo-leninismo y las elecciones generales del 20-N
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“En la época actual, aproximadamente desde comienzos del siglo XX, el capitalismo ha entrado en la etapa imperialista. (…)
El excepcional grado de desarrollo que el capitalismo mundial ha alcanzado en general; la sustitución de la libre competencia por el capitalismo monopolista; el hecho de que los bancos y los consorcios capitalistas hayan preparado el aparato para la regulación social del proceso de producción y distribución de los productos; el alza del costo de la vida y el aumento de la opresión de la clase obrera por los consorcios; con motivo del crecimiento de los monopolios capitalistas, los tremendos obstáculos que se interponen en las luchas económicas y políticas del proletariado; los horrores, las calamidades, la ruina y la barbarie provocados por la guerra imperialista; todos estos factores transforman la etapa actual del desarrollo capitalista en la era de la revolución socialista proletaria.
Esta era ha comenzado ya.
Sólo una revolución socialista proletaria puede sacar a la humanidad del atolladero al que ha sido conducida por el imperialismo y las guerras imperialistas. Por grandes que sean las dificultades que encuentre la revolución, cualesquiera que sean los posibles fracasos pasajeros o los vaivenes contrarrevolucionarios que tenga que enfrentar, el triunfo definitivo del proletariado es inevitable.
Las condiciones objetivas plantean como tarea urgente del día, de la época que atravesamos, la preparación directa, en todas las formas, del proletariado para la conquista del poder político, a fin de realizar las medidas económicas y políticas que son la esencia de la revolución socialista.” (Materiales para la revisión del programa del Partido, Lenin, Obras Completas, tomo 32, Ed. Progreso)
La verdadera naturaleza del Estado capitalista y del parlamentarismo burgués
“En realidad, el Estado no es más que un aparato de opresión de una clase por otra,…” (Prefacio a la obra de C. Marx “La guerra civil en Francia”, Engels)
“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes a toda la clase burguesa.” (El Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels)
“Los Estados burgueses tiene las formas más variadas, pero su esencia es la misma: todos esos Estados, cualquiera que sea su forma, en última instancia, son inevitablemente la dictadura de la burguesía.” (El Estado y la revolución, Lenin, t. 33)
“Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: ésta es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, tanto en las monarquías constitucionales como en las repúblicas más democráticas.” (ídem)
“Mil obstáculos impiden a las masas trabajadoras llegar al parlamento burgués (que nunca resuelve las cuestiones más importantes dentro de la democracia burguesa: las resuelven la Bolsa y los bancos), y los obreros saben y sienten, ven y perciben perfectamente que el parlamento burgués es una institución ajena, un instrumento de opresión, de los proletarios por la burguesía, la institución de una clase hostil, de la minoría de los explotadores.”(La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin, t. 37)
Limitaciones de la democracia bajo el Estado burgués
“En el más democrático Estado burgués, las masas oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante entre la igualdad formal, proclamada por la ‘democracia’ de los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta contradicción es la que abre a las masas los ojos ante la podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo. ¡Esta contradicción es la que los agitadores y los propagandistas del socialismo denuncian siempre ante las masas a fin de prepararlas para la revolución! (…)
No puede haber igualdad entre los explotadores, a los que durante largas generaciones han distinguido la instrucción, la riqueza y los hábitos adquiridos, y los explotados que, incluso en las repúblicas burguesas más avanzadas y democráticas, constituyen, en su mayoría, una masa embrutecida, inculta, ignorante, atemorizada y falta de cohesión.” (ídem)
“Democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: esa es la democracia de la sociedad capitalista. Si observamos más de cerca el aparato de la democracia capitalista, vemos en todas partes, en los detalles ‘pequeños’ –supuestamente pequeños- del sufragio (...), en la técnica de las instituciones representativas, en los obstáculos reales al derecho de reunión (¡los edificios públicos no son para ‘indigentes’!), en la organización puramente capitalista de los diarios, etc., etc., vemos restricciones y más restricciones de la democracia. Estas restricciones, excepciones, exclusiones y trabas a los pobres parecen insignificantes, sobre todo a quien jamás ha pasado necesidad, ni ha estado jamás en estrecho contacto con las masas oprimidas en su vida de masas (que es lo que ocurre con las nueve décimas partes, si no con el noventa y nueve por ciento de los publicistas y políticos burgueses) pero, en conjunto, estas restricciones excluyen, eliminan a los pobres de la política, de la participación activa en la democracia.” (El Estado y la revolución, Lenin)
“Los juristas de los países capitalistas, burgueses hasta la médula y en su mayoría reaccionarios, han dedicado siglos o decenios a redactar las más minuciosas reglas, a escribir decenas y centenares de volúmenes de leyes y comentarios para oprimir al obrero, para atar de pies y manos al pobre, para oponer mil argucias y trabas al simple trabajador del pueblo... Allí todo está meditado y prescrito para ‘estrujar’ todo lo posible al pobre. Allí hay millares de abogados y funcionarios burgueses... que saben interpretar las leyes de manera que el obrero y el campesino medio no consiga atravesar nunca las alambradas que sus preceptos levantan.” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin)
“En la sociedad capitalista, siempre que se desarrolle en las condiciones más favorables, tenemos una democracia más o menos completa en la república democrática. Pero esta democracia se halla siempre encerrada dentro de los estrechos límites de la explotación capitalista y por consiguiente es siempre, en realidad, una democracia para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos. La libertad de la sociedad capitalista es siempre, poco más o menos, lo que era en las antiguas repúblicas griegas: libertad para los propietarios de esclavos. En virtud de las condiciones de la explotación capitalista, los esclavos asalariados modernos están tan agobiados por las necesidades y la miseria, que ‘no puede preocuparles la democracia’,’no puede preocuparles la política’; en el curso corriente y pacífico de los acontecimientos, a la mayoría de la población se la excluye de la participación en la vida política y social”. (El Estado y la revolución, Lenin)
La actitud de los comunistas hacia las elecciones burguesas
“Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletario debe primero conquistar las mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder...
La vida real, la historia de las revoluciones efectivas muestran que las ‘simpatías de la mayoría de los trabajadores’ no pueden ser demostradas muchas veces por ninguna votación –sin hablar ya de las votaciones organizadas por los explotadores (¡a base de la ‘igualdad’ del explotador con el explotado!). Muy a menudo, las ‘simpatías de la mayoría de los trabajadores’ se demuestran no en votaciones, sino por el crecimiento de uno de los partidos, o por el aumento del número de sus miembros en los soviets, o por el éxito de una huelga que, debido a una u otra razón, adquiere enorme importancia, o por el éxito en la guerra civil, etc.” (Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes, Lenin, t. 39)
La clase capitalista “impera de un modo directo por medio del sufragio universal. Mientras la clase oprimida –en nuestro caso el proletariado- no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la clase capitalista, su extrema izquierda. Pero a medida que va madurando para emanciparse ella misma, se constituye como un partido independiente, elige sus propios representantes y no los de los capitalistas. El sufragio universal es, de esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, qué deben hacer.” (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels)
“El partido del proletariado revolucionario debe participar en los parlamentos burgueses a fin de esclarecer a las masas; esto se logra durante las elecciones y con la lucha entre los partidos en el parlamento. Pero limitar la lucha de clases a la lucha parlamentaria, o considerar esta última como la forma superior y decisiva de lucha, a la que están subordinadas todas las demás formas de lucha, es una verdadera deserción al campo de la burguesía contra el proletariado.” (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, Lenin, t. 40)
“El parlamentarismo ‘ha caducado históricamente’ desde un punto de vista histórico universal, es decir, la época del parlamentarismo burgués ha terminado, la época de la dictadura del proletariado ha empezado. Esto es indiscutible, pero… remitirse en una cuestión de política práctica a la escala de la historia universal, es la aberración teórica más escandalosa.
¿Ha ‘caducado políticamente’ el parlamentarismo? Esto es ya otra cuestión.
… ¡¿cómo se puede decir que el ‘parlamentarismo ha caducado políticamente’, si ‘millones’ y ‘legiones’ de proletarios son todavía, no sólo partidarios del parlamentarismo en general, sino hasta francamente ‘contrarrevolucionarios’?! Es evidente que el parlamentarismo en Alemania no ha caducado aún políticamente. Es evidente que los ‘izquierdistas’ de Alemania han tomado su deseo, su ideal político por una realidad objetiva. Este es el más peligroso de los errores para los revolucionarios. (...) Naturalmente, para los comunistas de Alemania el parlamentarismo ‘ha caducado políticamente’, pero se trata precisamente de no creer que lo que ha caducado para nosotros haya caducado para la clase, para la masa. Una vez más, vemos aquí que los ‘izquierdistas’ no saben razonar, no saben conducirse como partido de clase, como partido de masas. Vuestro deber consiste en no descender hasta el nivel de las masas, hasta el nivel de los sectores atrasados de la clase. Esto es indiscutible. Tenéis el deber de decirles la amarga verdad, de decirles que sus prejuicios democrático-burgueses y parlamentarios son eso, prejuicios, pero al mismo tiempo, debéis observar serenamente el estado real de conciencia y de preparación de la clase entera (y no sólo de su vanguardia comunista), de toda la masa trabajadora entera (y no sólo de sus individuos avanzados).
Aunque no fuesen ‘millones’ y ‘legiones’, sino una simple minoría bastante importante de obreros industriales, la que siguiese a los curas católicos, y de obreros agrícolas, la que siguiera a los terratenientes y campesinos ricos (Grossbauern), podría asegurarse ya sin dudar que el parlamentarismo en Alemania no había caducado todavía políticamente, que la participación en las elecciones parlamentarias y la lucha en la tribuna parlamentaria es obligatoria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente para educar a los elementos atrasados de su clase, precisamente para despertar e ilustrar a la masa aldeana analfabeta, ignorante y embrutecida. Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquiera otra institución reaccionaria, estáis obligados a trabajar en el interior de dichas instituciones, precisamente porque hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero y por la vida en los rincones más perdidos del campo. De lo contrario, corréis el riesgo de convertiros en simples charlatanes. (…)
Los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente después de la primera revolución burguesa en Rusia (1905) para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socialista (octubre de 1917). (…)
La crítica –la más violenta, más implacable, más intransigente- debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben –y aún más contra los que no quieren- utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista.” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin, t. 41)
“El boicot es la negativa a reconocer el viejo poder, una negativa que, como es natural, no sólo se expresa con palabras, sino con hechos, es decir, no únicamente con exclamaciones o con consignas de las organizaciones, sino mediante un determinado movimiento de las masas populares, que infringen sistemáticamente las leyes del viejo poder, crean sistemáticamente nuevas instituciones, contrarias a las leyes, pero existentes de hecho, etc. Resulta, pues, evidente la relación entre el boicot y un amplio ascenso revolucionario. El boicot es un medio de lucha de lo más decidido, un medio de lucha que no niega las formas orgánicas de una institución determinada, sino la existencia misma de tal institución. El boicot es una franca declaración de guerra al viejo poder, un ataque directo contra él. No cabe ni hablar siquiera de éxito del boicot fuera de un amplio ascenso revolucionario, fuera de una agitación de masas que en todas partes desborde la vieja legalidad”. (Contra el boicot, Lenin, t. 13)
“… hoy te ponen en la mano la papeleta electoral: tómala, aprende a organizarte para golpear con ella a tus enemigos y no para enviar al parlamento a unos prebendados que se aferran al escaño por temor a la cárcel. Mañana te quitan la papeleta electoral y te ponen en la mano un fusil y un excelente cañón de tiro rápido, última palabra de la técnica: toma estos instrumentos de muerte y destrucción,…, y si en las masas crecen la ira y la desesperación, si hay una situación revolucionaria, prepárate para crear nuevas organizaciones y para utilizar esos instrumentos tan útiles de muerte y destrucción contra tu gobierno y tu burguesía.” (La bancarrota de la II Internacional, Lenin, t. 26)
La actitud de los comunistas hacia los reformistas pequeñoburgueses
“… cuanto más se ‘redistribuye’ el aparato burocrático entre los distintos partidos burgueses y pequeñoburgueses (...), tanto más profundamente perciben las clases oprimidas, y el proletariado a la cabeza, su inconciliable hostilidad hacia toda la sociedad burguesa. De ahí que todos los partidos burgueses, incluyendo a los más democráticos y ‘revolucionario-democráticos’ de ellos, tengan necesidad de intensificar las medidas represivas contra el proletariado revolucionario, de fortalecer el aparato coercitivo, o sea, el mismo aparato del Estado. Esta marcha de los acontecimientos obliga a la revolución ‘a concentrar todas las fuerzas de destrucción’ contra el poder, y a plantearse el objetivo, no de perfeccionar el aparato del Estado sino de destrozarlo y destruirlo.” (El Estado y la revolución, Lenin)
“El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose la masa de elementos semiproletarios de la población, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía.” (Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, t. 11)
“En los momentos presentes, cuando la pequeña burguesía democrática es oprimida en todas partes, ésta exhorta en general al proletariado a la unión y a la reconciliación, le tiende la mano y trata de crear un gran partido democrático, es decir, trata de arrastrar al proletariado a una organización de partido donde han de predominar las frases socialdemócratas de tipo general, tras las que se ocultarán los intereses particulares de la democracia pequeñoburguesa, y en la que las reivindicaciones especiales del proletariado han de mantenerse reservadas en aras de la tan deseada paz. Semejante unión sería hecha en exclusivo beneficio de la pequeña burguesía democrática y en indudable perjuicio del proletariado. Éste habría perdido la posición independiente que conquistó a costa de tantos esfuerzos y habría caído una vez más en la situación de simple apéndice de la democracia burguesa oficial. Tal unión debe ser, por tanto, resueltamente rechazada. En vez de descender una vez más al papel de coro destinado a jalear a los demócratas burgueses, los obreros, y ante todo la Liga, deben procurar establecer junto a los demócratas oficiales una organización independiente del partido obrero, a la vez legal y secreta, y hacer de cada comunidad el centro y núcleo de sociedades obreras, en las que la actitud y los intereses del proletariado puedan discutirse independientemente de las influencias burguesas. (…) Para luchar contra un enemigo común no se precisa ninguna unión especial. Por cuanto es necesario luchar directamente contra el enemigo, los intereses de ambos partidos coinciden por el momento y dicha unión, lo mismo que ha venido ocurriendo hasta ahora, surgirá en el futuro por sí misma y únicamente para el momento dado.” (Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas, Marx y Engels)
“La experiencia de las alianzas, de los acuerdos, de los bloques con el liberalismo socialreformista en la Europa occidental… muestra de manera convincente que estos acuerdos no hacen más que embotar la conciencia de las masas, no reforzando, sino debilitando la significación real de su lucha, uniendo a los luchadores con los elementos menos capaces de luchar, con los elementos más vacilantes y traidores.” (Marxismo y revisionismo, Lenin, t. 17)
“La fuerza del proletariado en cualquier país capitalista es muchísimo mayor que la proporción de la población local que representa. Ello se debe a que el proletariado domina económicamente en el centro y nervio de todo el sistema económico del capitalismo y, además, a que el proletariado expresa económica y políticamente los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores en el capitalismo.” (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, Lenin)
“La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolución en una lucha despiadada contra él…” (El imperialismo y la escisión del socialismo, Lenin, t. 30).
“Las gentes ingenuas y totalmente faltas de experiencia se figuran que basta admitir los compromisos en general, para que desaparezca todo límite entre el oportunismo, contra el que sostenemos y debemos sostener una lucha intransigente, y el marxismo revolucionario o comunismo. Pero esas gentes, si todavía no saben que todos los límites, en la naturaleza y en la sociedad, son variables y hasta cierto punto convencionales, no tienen cura posible, como no sea mediante un estudio prolongado, la educación, la ilustración y la experiencia política y práctica.
… toda la historia del bolchevismo, antes y después de la Revolución de Octubre, está llena de casos de maniobra, de acuerdos, de compromisos con otros partidos, ¡sin exceptuar los partidos burgueses! Hacer la guerra para derrumbar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los enemigos, a los acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es esto acaso algo infinitamente ridículo? ¿No se parece esto al caso del que en una ascensión difícil a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta todavía, renunciase de antemano a hacer zigzags, a volver a veces sobre sus pasos, a prescindir de la dirección elegida al principio y a probar diferentes direcciones?
El capitalismo dejaría de ser capitalismo, si el proletariado ‘puro’ no estuviese rodeado de una masa abigarradísima de tipos que señalan la transición del proletario al semiproletario (el que obtiene en gran parte sus medios de existencia vendiendo su fuerza de trabajo), del semiproletario al pequeño campesino (y al pequeño productor, al artesano, al pequeño patrono en general), del pequeño campesino al campesino medio, etc., y si en el interior mismo del proletariado no hubiera sectores de un desarrollo mayor o menor, divisiones según el origen territorial, la profesión, la religión a veces, etc. De todo esto se desprende imperiosamente la necesidad –una necesidad absoluta- para la vanguardia del proletariado, para su parte consciente, para el Partido Comunista, de recurrir a la maniobra, a los acuerdos, a los compromisos con los diversos grupos de proletarios, con los diversos partidos de los obreros y pequeños patronos. Toda la cuestión consiste en saber aplicar esta táctica para elevar y no para rebajar el nivel general de conciencia, de espíritu revolucionario, de capacidad de lucha y de victoria del proletariado. Es preciso anotar, entre otras cosas, que la victoria de los bolcheviques sobre los mencheviques exigió, no sólo antes de la Revolución de Octubre de 1917, sino aun después de ella, la aplicación de una táctica de maniobras, de acuerdos, de compromisos, aunque de tal naturaleza, claro es, que facilitaban y apresuraban la victoria de los bolcheviques, los consolidaba y fortalecía a costa de los mencheviques. Los demócratas pequeñoburgueses (los mencheviques inclusive) oscilan inevitablemente entre la burguesía y el proletariado, entre la democracia burguesa y el régimen soviético, entre el reformismo y el revolucionarismo, entre el amor a los obreros y el miedo a la dictadura del proletariado, etc. La táctica acertada de los comunistas debe consistir en utilizar estas vacilaciones y no, en modo alguno, en ignorarlas; esta utilización exige concesiones a los elementos que se inclinan hacia el proletariado –en el caso y en la medida exacta en que lo hacen- y al mismo tiempo la lucha contra los elementos que se inclinan hacia la burguesía. Gracias a la aplicación por nuestra parte de una táctica acertada, el menchevismo se ha ido descomponiendo cada vez más y sigue descomponiéndose en nuestro país; dicha táctica ha ido aislando a los jefes obstinados en el oportunismo y trayendo a nuestro campo a los mejores obreros, a los mejores elementos de la democracia pequeñoburguesa. Es esto un proceso lento, y las ‘soluciones’ fulminantes tales como ‘ningún compromiso, ninguna maniobra’ no hacen más que perjudicar la causa del acrecimiento de la influencia y el aumento de las fuerzas del proletariado revolucionario.
… la primera tarea histórica (ganar para el Poder soviético y para la dictadura de la clase obrera a la vanguardia consciente del proletariado) no podía ser resuelta sin una victoria ideológica y política completa sobre el oportunismo…
Mientras se trate (y en la medida en que se trata aún ahora) de ganar para el comunismo a la vanguardia del proletariado, la propaganda debe ocupar el primer término” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin)
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“En la época actual, aproximadamente desde comienzos del siglo XX, el capitalismo ha entrado en la etapa imperialista. (…)
El excepcional grado de desarrollo que el capitalismo mundial ha alcanzado en general; la sustitución de la libre competencia por el capitalismo monopolista; el hecho de que los bancos y los consorcios capitalistas hayan preparado el aparato para la regulación social del proceso de producción y distribución de los productos; el alza del costo de la vida y el aumento de la opresión de la clase obrera por los consorcios; con motivo del crecimiento de los monopolios capitalistas, los tremendos obstáculos que se interponen en las luchas económicas y políticas del proletariado; los horrores, las calamidades, la ruina y la barbarie provocados por la guerra imperialista; todos estos factores transforman la etapa actual del desarrollo capitalista en la era de la revolución socialista proletaria.
Esta era ha comenzado ya.
Sólo una revolución socialista proletaria puede sacar a la humanidad del atolladero al que ha sido conducida por el imperialismo y las guerras imperialistas. Por grandes que sean las dificultades que encuentre la revolución, cualesquiera que sean los posibles fracasos pasajeros o los vaivenes contrarrevolucionarios que tenga que enfrentar, el triunfo definitivo del proletariado es inevitable.
Las condiciones objetivas plantean como tarea urgente del día, de la época que atravesamos, la preparación directa, en todas las formas, del proletariado para la conquista del poder político, a fin de realizar las medidas económicas y políticas que son la esencia de la revolución socialista.” (Materiales para la revisión del programa del Partido, Lenin, Obras Completas, tomo 32, Ed. Progreso)
La verdadera naturaleza del Estado capitalista y del parlamentarismo burgués
“En realidad, el Estado no es más que un aparato de opresión de una clase por otra,…” (Prefacio a la obra de C. Marx “La guerra civil en Francia”, Engels)
“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes a toda la clase burguesa.” (El Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels)
“Los Estados burgueses tiene las formas más variadas, pero su esencia es la misma: todos esos Estados, cualquiera que sea su forma, en última instancia, son inevitablemente la dictadura de la burguesía.” (El Estado y la revolución, Lenin, t. 33)
“Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: ésta es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, tanto en las monarquías constitucionales como en las repúblicas más democráticas.” (ídem)
“Mil obstáculos impiden a las masas trabajadoras llegar al parlamento burgués (que nunca resuelve las cuestiones más importantes dentro de la democracia burguesa: las resuelven la Bolsa y los bancos), y los obreros saben y sienten, ven y perciben perfectamente que el parlamento burgués es una institución ajena, un instrumento de opresión, de los proletarios por la burguesía, la institución de una clase hostil, de la minoría de los explotadores.”(La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin, t. 37)
Limitaciones de la democracia bajo el Estado burgués
“En el más democrático Estado burgués, las masas oprimidas tropiezan a cada paso con una contradicción flagrante entre la igualdad formal, proclamada por la ‘democracia’ de los capitalistas, y las mil limitaciones y tretas reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados. Esta contradicción es la que abre a las masas los ojos ante la podredumbre, la falsedad y la hipocresía del capitalismo. ¡Esta contradicción es la que los agitadores y los propagandistas del socialismo denuncian siempre ante las masas a fin de prepararlas para la revolución! (…)
No puede haber igualdad entre los explotadores, a los que durante largas generaciones han distinguido la instrucción, la riqueza y los hábitos adquiridos, y los explotados que, incluso en las repúblicas burguesas más avanzadas y democráticas, constituyen, en su mayoría, una masa embrutecida, inculta, ignorante, atemorizada y falta de cohesión.” (ídem)
“Democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: esa es la democracia de la sociedad capitalista. Si observamos más de cerca el aparato de la democracia capitalista, vemos en todas partes, en los detalles ‘pequeños’ –supuestamente pequeños- del sufragio (...), en la técnica de las instituciones representativas, en los obstáculos reales al derecho de reunión (¡los edificios públicos no son para ‘indigentes’!), en la organización puramente capitalista de los diarios, etc., etc., vemos restricciones y más restricciones de la democracia. Estas restricciones, excepciones, exclusiones y trabas a los pobres parecen insignificantes, sobre todo a quien jamás ha pasado necesidad, ni ha estado jamás en estrecho contacto con las masas oprimidas en su vida de masas (que es lo que ocurre con las nueve décimas partes, si no con el noventa y nueve por ciento de los publicistas y políticos burgueses) pero, en conjunto, estas restricciones excluyen, eliminan a los pobres de la política, de la participación activa en la democracia.” (El Estado y la revolución, Lenin)
“Los juristas de los países capitalistas, burgueses hasta la médula y en su mayoría reaccionarios, han dedicado siglos o decenios a redactar las más minuciosas reglas, a escribir decenas y centenares de volúmenes de leyes y comentarios para oprimir al obrero, para atar de pies y manos al pobre, para oponer mil argucias y trabas al simple trabajador del pueblo... Allí todo está meditado y prescrito para ‘estrujar’ todo lo posible al pobre. Allí hay millares de abogados y funcionarios burgueses... que saben interpretar las leyes de manera que el obrero y el campesino medio no consiga atravesar nunca las alambradas que sus preceptos levantan.” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin)
“En la sociedad capitalista, siempre que se desarrolle en las condiciones más favorables, tenemos una democracia más o menos completa en la república democrática. Pero esta democracia se halla siempre encerrada dentro de los estrechos límites de la explotación capitalista y por consiguiente es siempre, en realidad, una democracia para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos. La libertad de la sociedad capitalista es siempre, poco más o menos, lo que era en las antiguas repúblicas griegas: libertad para los propietarios de esclavos. En virtud de las condiciones de la explotación capitalista, los esclavos asalariados modernos están tan agobiados por las necesidades y la miseria, que ‘no puede preocuparles la democracia’,’no puede preocuparles la política’; en el curso corriente y pacífico de los acontecimientos, a la mayoría de la población se la excluye de la participación en la vida política y social”. (El Estado y la revolución, Lenin)
La actitud de los comunistas hacia las elecciones burguesas
“Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletario debe primero conquistar las mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder...
La vida real, la historia de las revoluciones efectivas muestran que las ‘simpatías de la mayoría de los trabajadores’ no pueden ser demostradas muchas veces por ninguna votación –sin hablar ya de las votaciones organizadas por los explotadores (¡a base de la ‘igualdad’ del explotador con el explotado!). Muy a menudo, las ‘simpatías de la mayoría de los trabajadores’ se demuestran no en votaciones, sino por el crecimiento de uno de los partidos, o por el aumento del número de sus miembros en los soviets, o por el éxito de una huelga que, debido a una u otra razón, adquiere enorme importancia, o por el éxito en la guerra civil, etc.” (Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes, Lenin, t. 39)
La clase capitalista “impera de un modo directo por medio del sufragio universal. Mientras la clase oprimida –en nuestro caso el proletariado- no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la clase capitalista, su extrema izquierda. Pero a medida que va madurando para emanciparse ella misma, se constituye como un partido independiente, elige sus propios representantes y no los de los capitalistas. El sufragio universal es, de esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, qué deben hacer.” (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels)
“El partido del proletariado revolucionario debe participar en los parlamentos burgueses a fin de esclarecer a las masas; esto se logra durante las elecciones y con la lucha entre los partidos en el parlamento. Pero limitar la lucha de clases a la lucha parlamentaria, o considerar esta última como la forma superior y decisiva de lucha, a la que están subordinadas todas las demás formas de lucha, es una verdadera deserción al campo de la burguesía contra el proletariado.” (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, Lenin, t. 40)
“El parlamentarismo ‘ha caducado históricamente’ desde un punto de vista histórico universal, es decir, la época del parlamentarismo burgués ha terminado, la época de la dictadura del proletariado ha empezado. Esto es indiscutible, pero… remitirse en una cuestión de política práctica a la escala de la historia universal, es la aberración teórica más escandalosa.
¿Ha ‘caducado políticamente’ el parlamentarismo? Esto es ya otra cuestión.
… ¡¿cómo se puede decir que el ‘parlamentarismo ha caducado políticamente’, si ‘millones’ y ‘legiones’ de proletarios son todavía, no sólo partidarios del parlamentarismo en general, sino hasta francamente ‘contrarrevolucionarios’?! Es evidente que el parlamentarismo en Alemania no ha caducado aún políticamente. Es evidente que los ‘izquierdistas’ de Alemania han tomado su deseo, su ideal político por una realidad objetiva. Este es el más peligroso de los errores para los revolucionarios. (...) Naturalmente, para los comunistas de Alemania el parlamentarismo ‘ha caducado políticamente’, pero se trata precisamente de no creer que lo que ha caducado para nosotros haya caducado para la clase, para la masa. Una vez más, vemos aquí que los ‘izquierdistas’ no saben razonar, no saben conducirse como partido de clase, como partido de masas. Vuestro deber consiste en no descender hasta el nivel de las masas, hasta el nivel de los sectores atrasados de la clase. Esto es indiscutible. Tenéis el deber de decirles la amarga verdad, de decirles que sus prejuicios democrático-burgueses y parlamentarios son eso, prejuicios, pero al mismo tiempo, debéis observar serenamente el estado real de conciencia y de preparación de la clase entera (y no sólo de su vanguardia comunista), de toda la masa trabajadora entera (y no sólo de sus individuos avanzados).
Aunque no fuesen ‘millones’ y ‘legiones’, sino una simple minoría bastante importante de obreros industriales, la que siguiese a los curas católicos, y de obreros agrícolas, la que siguiera a los terratenientes y campesinos ricos (Grossbauern), podría asegurarse ya sin dudar que el parlamentarismo en Alemania no había caducado todavía políticamente, que la participación en las elecciones parlamentarias y la lucha en la tribuna parlamentaria es obligatoria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente para educar a los elementos atrasados de su clase, precisamente para despertar e ilustrar a la masa aldeana analfabeta, ignorante y embrutecida. Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquiera otra institución reaccionaria, estáis obligados a trabajar en el interior de dichas instituciones, precisamente porque hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero y por la vida en los rincones más perdidos del campo. De lo contrario, corréis el riesgo de convertiros en simples charlatanes. (…)
Los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria para el partido del proletariado revolucionario, precisamente después de la primera revolución burguesa en Rusia (1905) para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución socialista (octubre de 1917). (…)
La crítica –la más violenta, más implacable, más intransigente- debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben –y aún más contra los que no quieren- utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista.” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin, t. 41)
“El boicot es la negativa a reconocer el viejo poder, una negativa que, como es natural, no sólo se expresa con palabras, sino con hechos, es decir, no únicamente con exclamaciones o con consignas de las organizaciones, sino mediante un determinado movimiento de las masas populares, que infringen sistemáticamente las leyes del viejo poder, crean sistemáticamente nuevas instituciones, contrarias a las leyes, pero existentes de hecho, etc. Resulta, pues, evidente la relación entre el boicot y un amplio ascenso revolucionario. El boicot es un medio de lucha de lo más decidido, un medio de lucha que no niega las formas orgánicas de una institución determinada, sino la existencia misma de tal institución. El boicot es una franca declaración de guerra al viejo poder, un ataque directo contra él. No cabe ni hablar siquiera de éxito del boicot fuera de un amplio ascenso revolucionario, fuera de una agitación de masas que en todas partes desborde la vieja legalidad”. (Contra el boicot, Lenin, t. 13)
“… hoy te ponen en la mano la papeleta electoral: tómala, aprende a organizarte para golpear con ella a tus enemigos y no para enviar al parlamento a unos prebendados que se aferran al escaño por temor a la cárcel. Mañana te quitan la papeleta electoral y te ponen en la mano un fusil y un excelente cañón de tiro rápido, última palabra de la técnica: toma estos instrumentos de muerte y destrucción,…, y si en las masas crecen la ira y la desesperación, si hay una situación revolucionaria, prepárate para crear nuevas organizaciones y para utilizar esos instrumentos tan útiles de muerte y destrucción contra tu gobierno y tu burguesía.” (La bancarrota de la II Internacional, Lenin, t. 26)
La actitud de los comunistas hacia los reformistas pequeñoburgueses
“… cuanto más se ‘redistribuye’ el aparato burocrático entre los distintos partidos burgueses y pequeñoburgueses (...), tanto más profundamente perciben las clases oprimidas, y el proletariado a la cabeza, su inconciliable hostilidad hacia toda la sociedad burguesa. De ahí que todos los partidos burgueses, incluyendo a los más democráticos y ‘revolucionario-democráticos’ de ellos, tengan necesidad de intensificar las medidas represivas contra el proletariado revolucionario, de fortalecer el aparato coercitivo, o sea, el mismo aparato del Estado. Esta marcha de los acontecimientos obliga a la revolución ‘a concentrar todas las fuerzas de destrucción’ contra el poder, y a plantearse el objetivo, no de perfeccionar el aparato del Estado sino de destrozarlo y destruirlo.” (El Estado y la revolución, Lenin)
“El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose la masa de elementos semiproletarios de la población, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía.” (Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin, t. 11)
“En los momentos presentes, cuando la pequeña burguesía democrática es oprimida en todas partes, ésta exhorta en general al proletariado a la unión y a la reconciliación, le tiende la mano y trata de crear un gran partido democrático, es decir, trata de arrastrar al proletariado a una organización de partido donde han de predominar las frases socialdemócratas de tipo general, tras las que se ocultarán los intereses particulares de la democracia pequeñoburguesa, y en la que las reivindicaciones especiales del proletariado han de mantenerse reservadas en aras de la tan deseada paz. Semejante unión sería hecha en exclusivo beneficio de la pequeña burguesía democrática y en indudable perjuicio del proletariado. Éste habría perdido la posición independiente que conquistó a costa de tantos esfuerzos y habría caído una vez más en la situación de simple apéndice de la democracia burguesa oficial. Tal unión debe ser, por tanto, resueltamente rechazada. En vez de descender una vez más al papel de coro destinado a jalear a los demócratas burgueses, los obreros, y ante todo la Liga, deben procurar establecer junto a los demócratas oficiales una organización independiente del partido obrero, a la vez legal y secreta, y hacer de cada comunidad el centro y núcleo de sociedades obreras, en las que la actitud y los intereses del proletariado puedan discutirse independientemente de las influencias burguesas. (…) Para luchar contra un enemigo común no se precisa ninguna unión especial. Por cuanto es necesario luchar directamente contra el enemigo, los intereses de ambos partidos coinciden por el momento y dicha unión, lo mismo que ha venido ocurriendo hasta ahora, surgirá en el futuro por sí misma y únicamente para el momento dado.” (Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas, Marx y Engels)
“La experiencia de las alianzas, de los acuerdos, de los bloques con el liberalismo socialreformista en la Europa occidental… muestra de manera convincente que estos acuerdos no hacen más que embotar la conciencia de las masas, no reforzando, sino debilitando la significación real de su lucha, uniendo a los luchadores con los elementos menos capaces de luchar, con los elementos más vacilantes y traidores.” (Marxismo y revisionismo, Lenin, t. 17)
“La fuerza del proletariado en cualquier país capitalista es muchísimo mayor que la proporción de la población local que representa. Ello se debe a que el proletariado domina económicamente en el centro y nervio de todo el sistema económico del capitalismo y, además, a que el proletariado expresa económica y políticamente los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores en el capitalismo.” (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, Lenin)
“La única línea marxista en el movimiento obrero mundial consiste en explicar a las masas que la escisión con el oportunismo es inevitable e imprescindible, en educarlas para la revolución en una lucha despiadada contra él…” (El imperialismo y la escisión del socialismo, Lenin, t. 30).
“Las gentes ingenuas y totalmente faltas de experiencia se figuran que basta admitir los compromisos en general, para que desaparezca todo límite entre el oportunismo, contra el que sostenemos y debemos sostener una lucha intransigente, y el marxismo revolucionario o comunismo. Pero esas gentes, si todavía no saben que todos los límites, en la naturaleza y en la sociedad, son variables y hasta cierto punto convencionales, no tienen cura posible, como no sea mediante un estudio prolongado, la educación, la ilustración y la experiencia política y práctica.
… toda la historia del bolchevismo, antes y después de la Revolución de Octubre, está llena de casos de maniobra, de acuerdos, de compromisos con otros partidos, ¡sin exceptuar los partidos burgueses! Hacer la guerra para derrumbar a la burguesía internacional, una guerra cien veces más difícil, prolongada y compleja que la más encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los enemigos, a los acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), ¿no es esto acaso algo infinitamente ridículo? ¿No se parece esto al caso del que en una ascensión difícil a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta todavía, renunciase de antemano a hacer zigzags, a volver a veces sobre sus pasos, a prescindir de la dirección elegida al principio y a probar diferentes direcciones?
El capitalismo dejaría de ser capitalismo, si el proletariado ‘puro’ no estuviese rodeado de una masa abigarradísima de tipos que señalan la transición del proletario al semiproletario (el que obtiene en gran parte sus medios de existencia vendiendo su fuerza de trabajo), del semiproletario al pequeño campesino (y al pequeño productor, al artesano, al pequeño patrono en general), del pequeño campesino al campesino medio, etc., y si en el interior mismo del proletariado no hubiera sectores de un desarrollo mayor o menor, divisiones según el origen territorial, la profesión, la religión a veces, etc. De todo esto se desprende imperiosamente la necesidad –una necesidad absoluta- para la vanguardia del proletariado, para su parte consciente, para el Partido Comunista, de recurrir a la maniobra, a los acuerdos, a los compromisos con los diversos grupos de proletarios, con los diversos partidos de los obreros y pequeños patronos. Toda la cuestión consiste en saber aplicar esta táctica para elevar y no para rebajar el nivel general de conciencia, de espíritu revolucionario, de capacidad de lucha y de victoria del proletariado. Es preciso anotar, entre otras cosas, que la victoria de los bolcheviques sobre los mencheviques exigió, no sólo antes de la Revolución de Octubre de 1917, sino aun después de ella, la aplicación de una táctica de maniobras, de acuerdos, de compromisos, aunque de tal naturaleza, claro es, que facilitaban y apresuraban la victoria de los bolcheviques, los consolidaba y fortalecía a costa de los mencheviques. Los demócratas pequeñoburgueses (los mencheviques inclusive) oscilan inevitablemente entre la burguesía y el proletariado, entre la democracia burguesa y el régimen soviético, entre el reformismo y el revolucionarismo, entre el amor a los obreros y el miedo a la dictadura del proletariado, etc. La táctica acertada de los comunistas debe consistir en utilizar estas vacilaciones y no, en modo alguno, en ignorarlas; esta utilización exige concesiones a los elementos que se inclinan hacia el proletariado –en el caso y en la medida exacta en que lo hacen- y al mismo tiempo la lucha contra los elementos que se inclinan hacia la burguesía. Gracias a la aplicación por nuestra parte de una táctica acertada, el menchevismo se ha ido descomponiendo cada vez más y sigue descomponiéndose en nuestro país; dicha táctica ha ido aislando a los jefes obstinados en el oportunismo y trayendo a nuestro campo a los mejores obreros, a los mejores elementos de la democracia pequeñoburguesa. Es esto un proceso lento, y las ‘soluciones’ fulminantes tales como ‘ningún compromiso, ninguna maniobra’ no hacen más que perjudicar la causa del acrecimiento de la influencia y el aumento de las fuerzas del proletariado revolucionario.
… la primera tarea histórica (ganar para el Poder soviético y para la dictadura de la clase obrera a la vanguardia consciente del proletariado) no podía ser resuelta sin una victoria ideológica y política completa sobre el oportunismo…
Mientras se trate (y en la medida en que se trata aún ahora) de ganar para el comunismo a la vanguardia del proletariado, la propaganda debe ocupar el primer término” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin)