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    "El Conocimiento Científico" - texto de Jorge Gómez-Aracena - publicado en 2011 en Tribuna Popular del PC de Venezuela

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    pedrocasca
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    Mensaje por pedrocasca Vie Mar 23, 2012 12:39 pm

    El Conocimiento Científico

    texto de Jorge Gómez-Aracena (profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Málaga, España)

    Publicado en Tribuna Popular del Partido Comunista de Venezuela en noviembre de 2011

    Es necesario efectuar unas consideraciones breves sobre lo que es una ciencia y las peculiaridades del conocimiento científico con respecto a otros aspectos culturales de nuestra época. Estimo válida la definición de Bunge (1972) según la cual la "ciencia es una disciplina que utiliza el método científico con la finalidad de hallar estructuras generales o leyes".

    El conocimiento científico se diferencia de otros tipos de conocimiento humano por estar basado en la observación y experimentación.

    Este método sirve a la vez de criterio de demarcación -ya que delimita lo que se debe considerar ciencia- y de justificación de la actividad científica, ya que el conocimiento científico busca la confirmación de su veracidad en la validez lógica de sus inferencias.

    La actividad científica ha intentado que las interpretaciones del mundo material resultantes, además de útiles, sean certeras; o dicho de otro modo, la actividad científica busca reducir al máximo el número de errores.

    El conocimiento científico conlleva una actividad empírica, de análisis y observación de un campo cualquiera del mundo material, y una actividad intelectual, de formulación de definiciones, clasificaciones e interpretaciones sobre dicho campo, más o menos amplio, de la realidad.

    El estudio de la metodología de la ciencia se centra, esencialmente, en analizar la lógica de la relación entre la actividad empírica y la actividad intelectual. En definitiva, estudia la relación entre la experiencia y la teoría.

    Existe acuerdo generalizado en considerar que el método científico se puede explicar a través de un procedimiento, denominado comúnmente método hipotético-deductivo, que consta de los siguientes pasos (Bunge, 1972):

    1. Observación del campo de la realidad elegido.
    Esta observación puede limitarse a constatar una serie de hechos tal como se presentan en la naturaleza; o bien intentar manipular de un modo controlado algún aspecto de la realidad para observar artificialmente lo que se pretende.
    En ambos casos se requiere una serie de instrumentos y sistemas de medición propios de cada campo científico.

    2. Formulación de hipótesis explicativas.
    Con ellas se trata de establecer regularidades a partir de los datos obtenidos en la observación y explicar por qué se presenta la realidad del modo observado. Se realiza así, una interpretación conceptual de los hechos, que pasa a determinar observaciones nuevas que -a su vez- pueden modificar la interpretación previa.
    En estas primeras etapas es necesario revisar lo previamente conocido y estimar su valor para ayudar a plantear hipótesis. Estos conocimientos previos pueden ser hipótesis existentes, datos empíricos o técnicas instrumentales o de tratamiento de datos.

    3. Extracción de consecuencias.
    A partir de las hipótesis explicativas se extraen deductivamente consecuencias que determinan, en este continuo proceso retroactivo, nuevas observaciones del mismo o diferentes aspectos.

    4. Verificación de las consecuencias deducidas de las hipótesis explicativas y, por tanto, verificación de las propias hipótesis.
    Con ello se trata de comprobar si las hipótesis son aceptables para explicar el aspecto de la realidad estudiado, o si deben ser formuladas con modificaciones o ser simplemente rechazadas.

    A lo largo del proceso seguido en el método hipotético-deductivo las conexiones entre la realidad, (los hechos observados), y la teoría, (las construcciones conceptuales), son múltiples e interactivas.

    Por ejemplo, la formulación de hipótesis puede conducir a la necesidad de nuevas observaciones y al desarrollo de nuevos instrumentos de experimentación tanto como un experimento puede conducir a una nueva hipótesis.

    La justificación lógica de estas conexiones ha sido el problema epistemológico fundamental a lo largo de la historia de las metateorías sobre la Ciencia.
    Dos posturas extremas han marcado la controversia sobre este problema, surgido con el propio nacimiento de la Ciencia contemporánea.

    Por un lado el positivismo considera que la justificación lógica del método científico se basa en que los enunciados de observación, mediante un proceso inductivo, conducen justificadamente a las hipótesis, que son -en rigor- generalizaciones empíricas.

    Dada la falta de soporte lógico de un proceso inductivo, la "inducción" debe ser aceptada como "principio a priori"; o bien, que el método es funcional, útil, aunque no estrictamente válido desde un punto de vista lógico.

    En el extremo opuesto se encuentra el teoricismo, que considera las hipótesis como construcciones autónomas, originadas en un contexto psicológico o cultural, que dan una interpretación a la realidad.

    En su formulación más simple, a partir de una hipótesis se deducen otras hipótesis, enunciados consecuencia de la primera hasta llegar a enunciados contrastables con la realidad.

    Si los hechos no están de acuerdo con estos enunciados la hipótesis original es rechazada. Una hipótesis se considera vigente mientras no se rechace.
    Precisamente esta capacidad de ser rechazada por contraste con la realidad es lo que distingue a las hipótesis científicas de las que no lo son.

    Entre estas dos posiciones está el denominado adecuacionismo, originado con Aristóteles, que considera a ambos procesos -inductivo y deductivo- componentes esenciales del método científico.

    El proceso inductivo sirve para extraer, a partir de la realidad, las teorías, las hipótesis, con una adecuada maestría para observar lo que es relevante en el aspecto tratado.

    A partir de las hipótesis obtenidas se procede, de un modo deductivo, a extraer conclusiones, que comprobarán si la hipótesis es válida por adecuarse a la realidad. Se establece así un perfecto isomorfismo entre teoría y realidad, y entre ambos existen aplicaciones mutuas.

    Como una extensión del teoricismo se desarrolló a finales de los años cincuenta el interés por investigar el contexto del descubrimiento científico; es decir, por analizar los contextos culturales, sociológicos y económicos en los que surgen y se desenvuelven las teorías científicas.

    El trabajo pionero en este sentido fue el de Kuhn (1970) que posteriormente ha sido matizado por toda una corriente epistemológica conocida como postpoperiana.
    Según su versión de la actividad científica, en cada época y para cada campo científico existe un marco teórico, lo que él denomina paradigma, que rige la investigación.

    Este marco determina la percepción del mundo real, señalando qué observaciones son relevantes al acercarse a analizarlo. Al mismo tiempo establece el instrumental requerido y su elaboración.

    Las hipótesis se mueven dentro de este marco teórico como entidades autónomas que, en muchas ocasiones, por la complejidad de su estructura, están tan alejadas de la realidad que no hay observación ni experimentación posibles para contrastarlas, o, al menos, esta experimentación está tan filtrada por tantas hipótesis sucesivas del paradigma que nada tiene que ver con la "contundencia de los hechos" que caracteriza una visión simplista de la ciencia.
    Un paradigma se mantiene hasta ser sustituido por otro.

    El reemplazamiento se produce por otro nuevo, o por el triunfo de uno coexistente con mayor capacidad para explicar los hechos de observación acumulados contrarios al paradigma previo.

    Puede también ser superado por otro que simplemente tenga mayor fertilidad al abrir posibilidades a nuevas investigaciones (Chalmers, 1976); es decir, que genere líneas o fines de investigación, problemas a resolver, nuevos y atractivos.

    Es lo que Kuhn (1970) califica como "revolución científica". Para Lakatos (1974) la sustitución se produce de un modo más gradual cuando los datos aportados de forma continua no encajan ni con la "teoría núcleo" ni con las "teorías auxiliares" del antiguo paradigma (o programa de investigación en la terminología de este autor).

    La aparición de una nueva "teoría núcleo" genera una aceleración del desarrollo científico al abrir nuevas vías para el planteamiento de nuevas hipótesis.
    Esta aceleración se ve incentivada por la adecuación que hallan en el nuevo modelo gran cantidad de datos que, inadecuados al anterior paradigma, no encajaban dentro del cuerpo del pensamiento científico.

    La dependencia respecto al contexto histórico en que se producen los hallazgos científicos no sólo afecta a la relevancia de las hipótesis en relación con las teorías generales de su propio campo, sino también a su relación con teorías de otras ciencias.

    El hecho de que los problemas de validez afecten a la propia observación, no ya a las hipótesis, descarta cualquier simplificación empirista y plantea la tradicional cuestión de la objetividad.

    Las corrientes historicistas han tenido la virtud de alertarnos contra la pretendida pureza de la ciencia, y sus advertencias -en la medida que promueven un cierto escepticismo- tienen la utilidad de hacer extremar el rigor en la investigación.

    Por ello, en los últimos años se está produciendo un retorno al realismo, como rechazo al relativismo que, en casos extremos, equiparaba el conocimiento científico a cualquier mitología.

    El realismo, como señala Putnam (1990), no puede ser hoy tan optimista como para creer ingenuamente que se ha llegado a verdades definitivas en cualquier campo de las ciencias experimentales, precisamente porque está dispuesto a asumir la experiencia histórica.

    A diferencia de otros modos de pensamiento, no obstante, la ciencia es un conocimiento esencialmente abierto, es decir, disponible, sometido a la crítica.
    Esta característica avala su pretensión de objetividad, porque cualquiera -en principio- puede acceder a los procedimientos y técnicas de experimentación y someter a contrastación una hipótesis científica.

    A pesar de que la lógica interna de la investigación esté lejos de haber sido desvelada y nadie sepa explicar cómo alcanzar la objetividad, parece que históricamente se ha manifestado como sumamente fructífero el recurso a la observación y a la experimentación como criba de hipótesis correctas e incorrectas, aunque en la formulación inicial de estas hipótesis la imaginación es un buen aliado.

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    Mensaje por JoseKRK Vie Mar 23, 2012 1:29 pm

    Oportuno (por los debates actuales en el subforo de Ciencia) e interesante texto, camarada Pedrocasa. Gracias por traerlo.

    Salud.

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