El revisionismo, expresado hoy en Chile por diversos
grupos y dirigentes políticos, tiene en la
camarilla de los Teillier-Carmona a uno de sus
máximos exponentes. El revisionismo es un peligro
en el interior mismo del movimiento obrero
y popular. Son falsos marxistas, que distorsionan
los principios fundamentales planteados
por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Son una
avanzada de la burguesía en el seno del movimiento
obrero y constituyen por ello una verdadera
amenaza para el desarrollo de la lucha
revolucionaria de nuestro pueblo.
Estos individuos, que representan una fracción
de la burguesía burocrática chilena, aspiran a
utilizar al Estado burgués-terrateniente chileno
como palanca económica para promoverse
como clase. Para lograr imponer sus objetivos,
los revisionistas, utilizan la organización, la
movilización y la lucha de las masas. Alentando,
conteniendo o desviando la justa protesta
popular según sea el caso, hoy están empeñados
en negociar y maniobrar políticamente en
busca de un cupo electoral. Estos objetivos no
tienen nada que ver con los intereses de la clase
y el pueblo. El sistema electoral constituye uno
de los principales mecanismos de dominación
y legitimación del orden actual, las elecciones
representan, en este sentido, un objetivo contra
el cual se debe dirigir la lucha de las masas
revolucionarias, no hacerlo implicaría hipotecar
el futuro de la revolución de nueva democracia
El nefasto papel del revisionismo
en Chile
El XX Congreso del Partido Comunista
de la Unión Soviética (PCUS)
en 1956 significó un paso importante
para avanzar hacia la usurpación
definitiva del poder del
Estado soviético por la burguesía,
encabezada en ese momento por
la camarilla jrushovista. Esta última,
la componían una serie de
elementos desclasados, cuya base
social –conformada por una capa
diferenciada del proletariado–,
le permitió a este sector derechista-
oportunista dar un golpe
para arrebatar el poder político
al proletariado y pueblo soviético
e imponer una serie de reformas
políticas y económicas destinadas
a restaurar el capitalismo en la
URSS.
Hacia fines de la década de los
50 y principios de los ’60, los
revisionistas jruchovistas (o revisionistas
contemporáneos como
les decían los revolucionarios),
triunfantes, establecían un régimen
fascista para defenderse de
y oprimir a las masas.
En Chile, se hicieron eco de este
Congreso una parte importante
de la dirección del viejo Partido
Comunista de Chile (tal como se
le conocía y se le conoce hoy en
día). Esto se vio facilitado por la
acción inveterada de una línea
oportunista de derecha que predominó
en el viejo Partido. Además
de esto, habría que añadir
dos cuestiones:
Primero, Luis Emilio Recabarren,
obrero tipógrafo, fundador
del Partido Obrero Socialista en
1912, nunca logró desembarazarse
de una serie de lastres ideológicos
heredados de su antigua
militancia en el extinto Partido
Democrático. A pesar de su actividad
como organizador de la clase
obrera chilena, su pensamiento
permanecía y permaneció hasta
su muerte preñado de influencias
ajenas a la ideología científica de
la clase; ideología que no llegó a
conocer en profundidad y, por lo
mismo, no podía aplicar del todo
en la práctica. Sus concepciones
se aproximaban más al socialismo
utópico que al socialismo científico.
Cuestiones éstas que no logró
corregir aun habiendo visitado la
república de los soviets. Su ilusión
en el camino electoral, sus
planteamientos acerca del agotamiento
de la necesidad de utilizar
la violencia como medio de transformación
revolucionaria de la
sociedad empañan sus esfuerzos
por propagandizar entre la clase
obrera y trabajadora las virtudes
del socialismo y la necesidad de
la conquista del poder por esta
clase.
Segundo, tras la muerte de Recabarren
las cosas no cambiaron.
Incluso un representante del Komintern
les señalaba en 1929, la
“completa incomprensión de los
principios bolcheviques de organización”
y les advertía que por
ese camino se dirigían derecho
hacia la liquidación del partido
como organización proletaria comunista.
El nuevo ascenso de las luchas de
masas desplegadas a comienzos
de la década de los treinta mostró
la disposición combativa de las
masas populares y de los militantes
comunistas de base. Algunas
manifestaciones radicalizadas de
lucha de las masas se expresaron
grupos y dirigentes políticos, tiene en la
camarilla de los Teillier-Carmona a uno de sus
máximos exponentes. El revisionismo es un peligro
en el interior mismo del movimiento obrero
y popular. Son falsos marxistas, que distorsionan
los principios fundamentales planteados
por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Son una
avanzada de la burguesía en el seno del movimiento
obrero y constituyen por ello una verdadera
amenaza para el desarrollo de la lucha
revolucionaria de nuestro pueblo.
Estos individuos, que representan una fracción
de la burguesía burocrática chilena, aspiran a
utilizar al Estado burgués-terrateniente chileno
como palanca económica para promoverse
como clase. Para lograr imponer sus objetivos,
los revisionistas, utilizan la organización, la
movilización y la lucha de las masas. Alentando,
conteniendo o desviando la justa protesta
popular según sea el caso, hoy están empeñados
en negociar y maniobrar políticamente en
busca de un cupo electoral. Estos objetivos no
tienen nada que ver con los intereses de la clase
y el pueblo. El sistema electoral constituye uno
de los principales mecanismos de dominación
y legitimación del orden actual, las elecciones
representan, en este sentido, un objetivo contra
el cual se debe dirigir la lucha de las masas
revolucionarias, no hacerlo implicaría hipotecar
el futuro de la revolución de nueva democracia
El nefasto papel del revisionismo
en Chile
El XX Congreso del Partido Comunista
de la Unión Soviética (PCUS)
en 1956 significó un paso importante
para avanzar hacia la usurpación
definitiva del poder del
Estado soviético por la burguesía,
encabezada en ese momento por
la camarilla jrushovista. Esta última,
la componían una serie de
elementos desclasados, cuya base
social –conformada por una capa
diferenciada del proletariado–,
le permitió a este sector derechista-
oportunista dar un golpe
para arrebatar el poder político
al proletariado y pueblo soviético
e imponer una serie de reformas
políticas y económicas destinadas
a restaurar el capitalismo en la
URSS.
Hacia fines de la década de los
50 y principios de los ’60, los
revisionistas jruchovistas (o revisionistas
contemporáneos como
les decían los revolucionarios),
triunfantes, establecían un régimen
fascista para defenderse de
y oprimir a las masas.
En Chile, se hicieron eco de este
Congreso una parte importante
de la dirección del viejo Partido
Comunista de Chile (tal como se
le conocía y se le conoce hoy en
día). Esto se vio facilitado por la
acción inveterada de una línea
oportunista de derecha que predominó
en el viejo Partido. Además
de esto, habría que añadir
dos cuestiones:
Primero, Luis Emilio Recabarren,
obrero tipógrafo, fundador
del Partido Obrero Socialista en
1912, nunca logró desembarazarse
de una serie de lastres ideológicos
heredados de su antigua
militancia en el extinto Partido
Democrático. A pesar de su actividad
como organizador de la clase
obrera chilena, su pensamiento
permanecía y permaneció hasta
su muerte preñado de influencias
ajenas a la ideología científica de
la clase; ideología que no llegó a
conocer en profundidad y, por lo
mismo, no podía aplicar del todo
en la práctica. Sus concepciones
se aproximaban más al socialismo
utópico que al socialismo científico.
Cuestiones éstas que no logró
corregir aun habiendo visitado la
república de los soviets. Su ilusión
en el camino electoral, sus
planteamientos acerca del agotamiento
de la necesidad de utilizar
la violencia como medio de transformación
revolucionaria de la
sociedad empañan sus esfuerzos
por propagandizar entre la clase
obrera y trabajadora las virtudes
del socialismo y la necesidad de
la conquista del poder por esta
clase.
Segundo, tras la muerte de Recabarren
las cosas no cambiaron.
Incluso un representante del Komintern
les señalaba en 1929, la
“completa incomprensión de los
principios bolcheviques de organización”
y les advertía que por
ese camino se dirigían derecho
hacia la liquidación del partido
como organización proletaria comunista.
El nuevo ascenso de las luchas de
masas desplegadas a comienzos
de la década de los treinta mostró
la disposición combativa de las
masas populares y de los militantes
comunistas de base. Algunas
manifestaciones radicalizadas de
lucha de las masas se expresaron