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Parte 2
Última edición por ndk el Jue Abr 18, 2013 5:48 pm, editado 1 vez
Juan Manuel Olarieta escribió:
En abril de 2003, mediante un auto, Garzón decretó la ilegalización del PCE(r), ordenando al mismo tiempo el cierre de sus locales, clausura de sus cuentas corrientes, incautación de sus periódicos y demás cosas imposibles e impensables que jamás han existido. No se puede cerrar una sede que no existe, pero tampoco se puede ilegalizar lo que jamás ha sido legal. Pero la teología tiene esas cosas y hasta la fecha los jueces de la Audiencia Nacional han dado muestras de todo menos de esa finura que forma parte de la esencia de las decisiones judiciales. A un régimen fascista le basta con el trazo grueso y el ojo del buen cubero.
Poco antes Garzón había impartido una conferencia de esas a las que es tan aficionado. "Consejos vendo pero para mí no tengo". Era un momento de esos que los enterados calificarían de "transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos". Las negociaciones entre el PCE(r) y el gobierno se habían agotado hace tiempo, el gobierno tenía que hacer algo y se empezó a rumorear la aprobación de una ley contra determinadas organizaciones antifascistas. Fue entonces cuando Garzón soltó aquello de "¿para qué hace una falta una ley de partidos si eso lo hago yo mismo en un momento?"
Dicho y hecho. Padecemos un Estado tan pintoresco que un único juez es capaz de cometer el mismo atropello que todo un parlamento, dejando en la cuneta a colectivos, organizaciones y movimientos enteros. A saco.
A los fascistas se les llena la boca con el cuento de la independencia judicial pero el hecho es que la decisión de Garzón coincidió al milímetro con la ley de partidos del gobierno de Aznar, y no fue por casualidad. Las negociaciones políticas nunca fueron tales, por lo que no se puede decir que fracasaran. En España los fascistas confunden la negociación con la claudicación. Están tan acostumbrados a que los antifascistas agachen las orejas que no entienden que ellos también deben poner algo de su parte. En eso consiste negociar.
En Inglaterra el gobierno se sentó a negociar públicamente con el movimiento independentista irlandés y reconoció que para llegar a un acuerdo había tenido que realizar algunas concesiones. Eso es impensable en España, donde todo se desenvuelve en el secreto más absoluto porque, de lo contrario, la caverna pone el grito en el cielo. Aquí se negocia todos los días, pero sin que nadie se entere y lo que piden es "la entrega de las armas", ni más ni menos. Lo quieren todo a cambio de nada.
Cuando una organización no claudica el Estado recurre a la brutalidad. En el lenguaje político habitual de este país los "métodos democráticos" se contraponen a los "violentos", una distinción que debería aplicarse a todos, es decir, también al Estado. Pues bien, en los problemas que conciernen a la lucha de clases este Estado siembre ha recurrido a los "métodos violentos". Aún no ha aprendido a emplear los otros; nadie le ha enseñado los rudimentos de la democracia.
Pero eso es sólo una parte, porque cuando un Estado como éste ha recurrido sistemáticamente a la violencia, ¿qué otro tipo de violencia puede ejercitar que no haya empleado con anterioridad? Eso es lo que explica la ilegalización del PCE(r) en 2003. Hasta entonces el PCE(r) era simplemente una organización proscrita, alegal ("fuera de la ley"); a partir de entonces fue contraria a la ley y perseguida como tal. Hasta 2003 a los acusados de pertenecer al PCE(r) se les acusaba de asociación ilícita; a partir de entonces se les acusa de terrorismo.
Lo que cambió en 2003 no fue, pues, el PCE(r) sino el enfoque político con el que el fascismo encaró la represión. Para sostener sus acusaciones la fiscalía, que es un organismo dirigido por el gobierno, elaboró la teoría del entorno, cuyo fundamento son las corrientes jurídicas del III Reich y que se pueden resumir en dos montajes.
El primero es la creación por encima de la guerrilla antifascista, los GRAPO, de una superestructura política, el PCE(r), ambos muy estrechamente relacionados porque unos son meros ejecutores pasivos de las órdenes de otros. Los fascistas no entienden otra cosa que no sea la disciplina cuartelera, la jerarquía y la obediencia. Así lo interpretaron antes, con la III Internacional, Moscú y el KGB, y así lo siguen interpretando ahora.
Para el montaje político-judicial no importa que no aparezca rastro alguno de ninguna orden sino que es suficiente con la invención de la superestructura fantástica, que es el elemento clave del entorno, el verdadero objeto de la represión: lo que persigue el Estado no son las acciones armadas en sí mismas sino el conjunto del movimiento político y, en especial, su dirección.
Ese montaje no sería suficiente sin asumir un concepto de responsabilidad que choca con el sentido común y conduce de cabeza al III Reich. Espontáneamente cualquier persona tiene una concepción democrática de los actos de los que se responsabiliza. Cada cual responde de sus actos, pero difícilmente podemos responsabilizarnos de los que cometen otras personas que no somos nosotros mismos, por cercanas que estén. Sin embargo, la teoría del entorno es como las capas de una cebolla: están tan juntas que a los jueces no les interesa separar a una de otra. Los juristas nazis lo entendían de esa manera. Si dos personas están próximas, es posible condenar a una por los actos de la otra. Si además ambas están "fuera de la ley" todo resulta mucho más fácil porque en un país fascista estar "fuera de la ley" supone estar enfrentado al Estado que ha impuesto dicha ley. La doctrina nazi del entorno permite, pues, matar dos pájaros de un tiro.
En un sistema punitivo democrático el criterio es el contrario. Por represivo que se muestre, se esfuerza por deslindar las
responsabilidades de cada cual; un sistema nazi, por el contrario, se apoya en el entorno, en relacionar las churras con las merinas.
Entonces aparece toda esa singular panoplia que se ha incorporado hoy al lenguaje jurídico como la caspa al cabello porque la represión fascista nunca tiene suficiente y además de terroristas inventa a "filoterroristas".
El concepto moderno de "terrorismo" procede de un decreto-ley franquista de 1960 del que siempre se dijo que carecía de límites. Es obvio porque, en contra de una opinión muy extendida, aquel decreto-ley demostró que no hay normas antiterroristas porque haya terroristas, sino al revés: hay terroristas porque el Estado impone normas antiterroristas. A finales del siglo XVIII el Estado impuso leyes contra los bandidos e inventó bandidos por todas partes para imponerles aquellas normas previamente aprobadas. Lo mismo hizo en 1890 con los anarquistas y en 1940 con los comunistas. Los bandidos, los anarquistas y los comunistas son las mismas etiquetas que el Estado sigue poniendo hoy a los terroristas porque quien tiene el poder es quien impone el significado de cada palabra, en los diccionarios lo mismo que en los repertorios de jurisprudencia.
El tiempo lo sigue demostrando a cada paso. En los consejos de guerra de 1940 miles de antifascistas fueron condenados por el mismo delito: rebelión militar. Los verdugos no se andan con sutilezas y lo meten todo en el mismo saco. Es una concepción militar de la represión, como los daños colaterales de la OTAN. Cuando los imperialistas bombardean una vivienda en Serbia, Irak o Afganistán, matando a una docena de niños, hay quien cree en la palabra de los agresores y confirma que se ha cometido un error fatal. No, no se han equivocado: lo que querían era matar a los niños, a la población, cuantos más mejor.
Del mismo modo hoy se califica como "terrorismo" a cualquier forma de oposición y protesta, como el escrache. ¿En qué se diferencia el escrache del coche bomba? En nada. ¿Y el PCE(r) de los GRAPO? En nada tampoco. Todo forma parte de lo mismo. ¿Qué más da?
La represión fascista no conoce límite alguno y, como consecuencia, generaliza una experiencia que considera exitosa y que les permite alardear de que, por fin, han acabado con el terrorismo en España. Si un procedimiento represivo tiene éxito se reproduce exactamente igual y para acabar con los escraches recurrirán a lo que durante décadas han padecido sólo un puñado de militantes de las organizaciones antifascistas.
El terrorismo no ha hecho más que empezar.
PequeñoBurgués escribió:Tras el debate y haber leído detenidamente todo, creo que ha cambiado mi manera de ver las cosas:
Considero que el concepto de Estado-Híbrido de Shenin es el más acertado, entre 2 extremos siempre hay una gama de grises siendo perfectamente plausible una democracia burguesa con rasgos fascistas, es decir, lo que hay ahora.
Siempre me pareció de un tremendo sentimentalismo, una especie de espíritu revanchista histérico ante su total derrota por parte del Estado, la caracterización del Estado español actual como fascista por parte del PCEr.
Por otra parte y como en su día comentó JoseKRK, que se lo llame fascista, o no, no cambia nada el asunto.
Saludos.
fusiles contra el patrón escribió:Vamos a ver, creo que el problema principal aquí es un error de comprensión. Una desviación del materialismo histórico que han introducido artificalmente en nuestra percepción marxista.PequeñoBurgués escribió:Perdón por lo de democracia burguesa con rasgos fascistas, fue un error mío, esta es mi opinión, es decir, la de Shenin:
Soy un ni-ni en este asunto.Mi posición, de hecho, no es que el Estado español sea una democracia burguesa con tintes fascistas. Es que no es ni fascismo ni democracia burguesa, sino un híbrido de ambas. De hecho en otro hilo de este foro creo que en su día lo califiqué de "demofascismo" o algo así. Porque es evidente que una democracia burguesa no es, ya que varios de los principios de la misma, como la sacrosanta separación de poderes, no se cumplen ni siquiera a nivel formal.
Por una parte, no vemos que la estructura política del Estado se corresponda con la de los tiempos de la democracia burguesa parlamentarista del periodo ascensional del capitalismo.
Por otra parte, tampoco vemos que su estructura guarde similitud suficiente con los viejos fascismos, con las formas más primitivas y rudas que este adquirió en la década de los 30 del siglo pasado, y que es precisamente lo que la clase monopolista nos ha forzado a considerar casi exclusivamente como fascismo. Por lo tanto, nos resulta inapropiado o, como mínimo, excesivo calificarlo como facismo.
La confusión ante este panorama es tal que algunos recurren a salirse por la tangente mediante la teoría del Estado híbrido. Gracias a la cual se evita profundizar en la cuestión y así no mojarse demasiado, pues bueno, ahora viene lo importante.
De lo que aquí se trata es de interpretar y de no caer en la desviación del materialismo dialéctico a la que he hecho referencia al principio. Analizar el fenómeno fascista desde la óptica de la dialéctica, y comprender que el viejo fascismo fracasado ha podido adoptar nuevas formas y facetas más sutiles, más perfeccionadas y más eficientes.
Esto lo vemos a la perfección si nos centramos en la historia de nuestro Estado y la mal llamada transición. Es imposible que la misma clase que ostenta el poder dinamite su propio Estado. Lo que si que es posible, y de hecho considero a esta como la verdad, es que esa misma clase modifique su Estado, integrando a una serie de fuerzas domesticadas y antes excluídas, y dotándolo de apariencias democrático-burguesas.
Personalmente, considero que la dominación política de la burguesía monopolista en nuestro Estado se corresponde fundamentalmente con la del fascismo, disfrazada de formas democrático burguesas. Pero atención, esto no es lo mismo que un Estado híbrido, pues las incorporaciones de aparicencia democrático burguesas, que no son más que falsificaciones del antiguo parlamentarismo de las que el fascismo solo se sirve a modo de adorno, no implican una vuelta atrás en la historia, sino un avance, en el sentido de que esos adornos son los que han permitido institucionalizar y normalizar al Nuevo Fascismo. Esos adornos sirven al fascismo, no son elementos democrático burgueses de por si, sino elementos democrático-burgueses instrumentales al servicio del fascismo. Por lo tanto, no se trata de un Estado híbrido o mezcla, sino de un fascismo que se sirve de apariencias democrático-burguesas para persistir como fascismo, y todo gira entorno a él.
Los comunistas deberemos organizarnos para luchar, pues, en base a esta realidad.
Ruptura Total con el Régimen, compañero Amnistía Total, o es dicen.amnistia total escribió:Tienes razón "antifascista", se trata de un estilo provocador.
Hay una pregunta muy concreta ¿Es compatible luchar por la ruptura con pedir el voto al PSOE?
Esta párrafo da muestras del estilo que utilizan algunos para atacar a otras siglas. Uno de los argumentos que se nos da para "demostrarlo" es que Líster en 1987 escribió en una revista soviética y que laudaba la perestroika. Lo que sí es una lástima para estos manipuladores, es que Líster dejara de ser militante del PCOE para volver al PCE en... 1986Los que si que eran claramente prosoviéticos eran el PCPE y el PCOE. Aunque es cierto que el PCOE al menos, nunca renegó de Stalin, no es menos cierto que Líster era un habitual de las páginas del libelo revisionista "Comunista Internacional", impulsado desde Moscú, donde llegará a defender sin tapujos a la URSS de la perestroika en un número publicado en 1987. El prosovietismo del PCOE se puede corroborar también en entrevistas y documentos. Y es que en los propios libros de Líster contra Carrillo, se señalan como una de las causas de su rechazo al PCE, el enfriamento de la relaciones entre este y el PCUS así como "otros partidos hermanos como el PCF".
Raúl Valdés Vivó escribió:Esta párrafo da muestras del estilo que utilizan algunos para atacar a otras siglas. Uno de los argumentos que se nos da para "demostrarlo" es que Líster en 1987 escribió en una revista soviética y que laudaba la perestroika. Lo que sí es una lástima para estos manipuladores, es que Líster dejara de ser militante del PCOE para volver al PCE en... 1986Los que si que eran claramente prosoviéticos eran el PCPE y el PCOE. Aunque es cierto que el PCOE al menos, nunca renegó de Stalin, no es menos cierto que Líster era un habitual de las páginas del libelo revisionista "Comunista Internacional", impulsado desde Moscú, donde llegará a defender sin tapujos a la URSS de la perestroika en un número publicado en 1987. El prosovietismo del PCOE se puede corroborar también en entrevistas y documentos. Y es que en los propios libros de Líster contra Carrillo, se señalan como una de las causas de su rechazo al PCE, el enfriamento de la relaciones entre este y el PCUS así como "otros partidos hermanos como el PCF".
Pero como dice el tópico, no dejes que la realidad estropee un buen titular( o un burdo intento de manipulación en este caso). Lo que sí es risible es que se acuse al PCOE de connivencia con el "partido hermano" PCF. Cualquiera que haya leído el libro "Leninismo y oportunismo" de Enrique Líster López, del año 1978 y editado por la editorial del PCOE, habrá podido comprobar que las críticas ideológicas más severas y rotundas se hacen contra precisamente el PCF, los Marchais, los "manifiestos de Champigny", etc.
Pero, ¿alguien se esperaba de ciertos elementos otra manera de realizar una crítica que la basada en la mentira?
amnistia total escribió:No obstante porque el PCOE, si no era prosoviético, tuvo siempre sus relaciones más estrechas con prosoviéticos: la OPI, el PCEU....
Raúl Valdés Vivó escribió:Yo creo que esta gente ha debido tomar a los lectores por imbéciles, o algo parecido. Ante la refutación de los argumentos utilizados para demostrar el prosovietismo del PCOE, nos dicen ahora que no, que eso no iba por el PCOE sino que es cosa de Líster. Es decir, el típico "si cuela cuela y si no me la pela" de toda la vida.
Lea el forero objetivo y saque sus propias conclusiones de la cita:
"Los que si que eran claramente prosoviéticos eran el PCPE y el PCOE. Aunque es cierto que el PCOE al menos, nunca renegó de Stalin, no es menos cierto que Líster era un habitual de las páginas del libelo revisionista "Comunista Internacional", impulsado desde Moscú, donde llegará a defender sin tapujos a la URSS de la perestroika en un número publicado en 1987. El prosovietismo del PCOE se puede corroborar también en entrevistas y documentos. Y es que en los propios libros de Líster contra Carrillo, se señalan como una de las causas de su rechazo al PCE, el enfriamento de la relaciones entre este y el PCUS así como "otros partidos hermanos como el PCF".
De hecho la manipulación sesgada llega hasta a decirnos que el PCOE criticó al PCF desde que abrazó el eurocomunismo. En el citado libro "Leninismo y oportunismo" de Enrique Líster López, no solamente se critica a los eurocoms sino al mismísimo Thorez y su concepto de revolución pacífica. O incluso al mismísimo Politzer. Por tanto es otra mentira que queda desmontada.
Por cierto, muy interesante ese libro, que como digo es un documento oficial del PCOE. En él, para mayor ridículo de quienes acusan al PCOE de tragar con todo lo soviético se realiza una feroz crítica al libro "El movimiento comunista internacional" de la editora del partido brezhnevista.
Y ardo en deseos de que me señalen la página de "Así destruyó Carrillo..." esas palabras. Les cuelgo la versión íntegra, para que nos señalen el punto que debemos leer
http://pcoesevilla.blogspot.com.es/2013/04/libro-de-enrique-lister-asi-destruyo.html
Esperando la muestra de dicha cita quedo. No me cabe duda de que usuarios que muestran tanta actividad en las redes sociales la encontarán presto y nos la expondrán. Sin embargo, he de reflexionar sobre una cosa que denota esta serie de réplicas. No se si es porque en otros lares se practica la adoración a las secretarías generales y su palabra se toma como la verdad revelada y omnisciente, pero así no funciona un PC. Un PC se expresa mediante sus documentos oficiales, y por ahora no he leído ninguna cita de "Unidad y Lucha" o "Análisis" sino extractos de la vida y obra de Enrique Líster. Con lo cual, se cae en la costumbre de "adorar al líder" y poner a este por encima de la organización. Me desconcierta, no sé, quizá sea la costumbre en otros lugares...
Y si no quieren debate, pues fácil, no cuelguen documentos que aluden a otras siglas si no quieren que se hable de ellas.