La cuestión de Stalin - Posición marxista-leninista
Fragmento del artículo de Enver Hoxha, “Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases” (De una conversación con Chou En-Lai) - 24 de junio de 1966
Obras Escogidas - tomo IV - páginas 36-51 - Tirana, 1983
se publica en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
El agua duerme, el enemigo no, sentencia nuestro pueblo. Pobres de los que se duermen. Esto no sucederá con los partidos marxista-leninistas y con ninguno de los revolucionarios, si mantienen afilada la espada de la dictadura del proletariado, la lucha de clases, la vigilancia revolucionaria, si continúan sin cesar la lucha contra el imperialismo, contra el revisionismo moderno, contra los reaccionarios internos y externos.
El enemigo de clase es astuto, brutal, por eso debemos ser severos en extremo, implacables y luchar a vida o muerte con él. El enemigo no perdona, por ello nosotros no sólo no debemos darle cuartel, sino liquidarlo desde sus propias raíces. No debemos alimentar ilusiones respecto al enemigo ni hacerle concesiones. Este ha sido y es el principio que ha guiado y guía a nuestro Partido.
La catástrofe que sobrevino en la Unión Soviética, en los países europeos de democracia popular y en numerosos partidos comunistas y obreros del mundo, no se debe consentir en nuestros países y partidos. Y no sólo no se debe consentir jamás, sino que para nosotros es una tarea vital, una gran tarea internacionalista, junto con los demás partidos marxista-leninistas del mundo, con los grupos revolucionarios marxista-leninistas y todos los marxista-leninistas , en unidad de pensamiento marxista-leninista, en unidad de acción revolucionaria, a la cabeza de los pueblos, ascender la corriente luchando, invertir la situación en el movimiento comunista internacional, desenmascarar, para después vencer y desbaratar a los revisionistas y a sus patrones imperialistas.
Desde luego, lo sucedido en la Unión Soviética, independientemente de los métodos putchistas y fascistas utilizados por los revisionistas jruschovistas para usurpar el poder, no fue un fenómeno espontáneo, sino preparado por ellos con tiempo. Esto lo demuestra el hecho de que Jruschov y sus principales colaboradores en el putch, han figurado antes de la muerte de Stalin entre los principales dirigentes que actuaban bajo cuerda, preparaban y esperaban el momento apropiado para una acción a escala amplia y abierta. Es un hecho que estos traidores eran conspiradores curtidos con la experiencia de los diversos contrarrevolucionarios rusos, con la experiencia de los anarquistas, los trotskistas, los bujarinistas y conocían además la experiencia de la revolución y del Partido Bolchevique. No hacían nada por la revolución, contrariamente hacían todo lo posible por minar la revolución y el socialismo, escapando a los golpes de la revolución y de la dictadura del proletariado.
En una palabra, eran contrarrevolucionarios y actuaban como gente con dos caras. Por un lado cantaban loas al socialismo, a la revolución, al Partido Comunista Bolchevique, a Lenin y a Stalin y, por otro, preparaban la contrarrevolución.
Ante todos nosotros se plantea la pregunta: ¿Por qué no fueron descubiertos y golpeados a tiempo? Descubrir y golpear en el momento preciso es de decisiva importancia para no permitir que el microbio se multiplique y se fortalezca en un cuerpo afectado por la enfermedad. Es imprescindible hacer un diagnóstico exacto para combatir y eliminar la enfermedad y para impedir que reaparezca y constituya nuevamente un peligro.
Nuestro Partido desarrolla desde hace más de 20 años una lucha dura, incesante e indoblegable, contra el revisionismo moderno titista y tiene absolutamente claros el origen, la línea, la estrategia, la táctica y los métodos de lucha de esta agencia de la burguesía y del imperialismo. Nuestro Partido está luchando de manera activa y con todas sus fuerzas contra el revisionismo jruschovista desde que asomó las orejas. En esta lucha ha obtenido una gran experiencia que ha venido a sumarse a la lograda en la lucha contra los titistas.
La línea seguida por Stalin, durante toda su vida y hasta el momento de su muerte, en opinión de nuestro Partido, ha sido una línea correcta marxista-leninista, revolucionaria.
Veamos la cuestión de la lucha de clases. No se puede criticar a Stalin ni en lo más mínimo por una actitud oportunista hacia las potencias capitalistas e imperialistas. Al contrario, desarrolló contra ellas una lucha dura, implacable y diente por diente. Sus obras teóricas y políticas así como la actuación de la Unión Soviética en la arena internacional lo prueban. En caso de que puedan encontrarse en la política de la Unión Soviética durante todo el período de Stalin puntos débiles en la táctica, impuestos por las diversas circunstancias, por los retrocesos tácticos, o por no haber sopesado bien, por falta de datos o de análisis completos, las diversas circunstancias, éstos no constituyen lo principal. Lo principal ha sido correcto. Esta fue una victoria colosal para la Unión Soviética, para el movimiento comunista internacional y para los pueblos que lucharon y luchan contra las potencias imperialistas y el fascismo. A la luz de los acontecimientos actuales aparece aún más claramente que la justeza de esta posición de clase ha sido mérito de Stalin, ya que, después de su muerte, sus colaboradores más cercanos, con los jruschovistas entre ellos, arrastraron por el fango esta bandera.
Veamos en líneas generales la lucha de clases en el interior de la Unión Soviética, después de la Revolución y durante toda la vida de Stalin. En opinión de nuestro Partido, no se observan errores de principio en la línea del Partido Bolchevique en el tiempo de Stalin, aunque en las tácticas, en las formas y en los métodos podemos encontrar errores, que a su vez deben ser juzgados por nosotros en las circunstancias y coyunturas del momento y no con la visión de hoy y la gran experiencia acumulada por nuestros partidos.
Durante toda la vida de Stalin no se puede decir que se melló o ablandó la dictadura del proletariado. Muy al contrario, ésta golpeó política, económica y militarmente de modo implacable al enemigo de clase y lo liquidó sin piedad. Tras el triunfo de la Revolución, tras la toma del poder, después de la intervención y la NEP, las clases explotadoras capitalistas de la ciudad y del campo en la Unión Soviética sufrieron, por decirlo de algún modo, un golpe colosal y radical. Económicamente quedaron, como dice la expresión, en cueros.
Pero no podemos decir que, mientras Stalin vivió, la dictadura del proletariado en la Unión Soviética actuara de manera unilateral únicamente en la liquidación de la fuerza económica de las clases explotadoras y descuidara o relajara la lucha política e ideológica contra ellas. Por el contrario, también la lucha política e ideológica era colosal. Esto lo prueba cabalmente la lucha concreta y diaria de Stalin, del Partido Bolchevique, de todo el pueblo soviético, lo confirman los escritos políticos e ideológicos de Stalin, los documentos y las decisiones del Partido Comunista de la Unión Soviética, lo confirman la prensa y la propaganda masiva de aquel tiempo contra los trotskistas, los bujarinistas, los zinovievistas, los tukachevski y miles de traidores más. A esto no se le puede dar otro nombre que dura lucha de clases política e ideológica, en defensa del socialismo, de la dictadura del proletariado, del partido y de los principios del marxismo-leninismo.
En esto Stalin posee grandes méritos, se comportó como un gran marxista-leninista de principios claros, de gran audacia y serenidad, de madurez y clarividencia propias del revolucionario marxista. Sólo si pensamos en la fuerza que tenía en aquel momento el enemigo exterior e interior de la Unión Soviética, el único país socialista en el mundo, las astucias, la desenfrenada propaganda, las diabólicas tácticas del enemigo, podemos valorar debidamente la correcta actuación de Stalin a la cabeza del Partido Comunista de la Unión Soviética.
¿Ha habido errores, excesos, definiciones a veces no rigurosamente exactas? Seguramente que sí. Ahora podemos analizarlos y valorarlos más correctamente en su contexto, en las circunstancias creadas y las consecuencias que hubiese tenido en aquel momento actuar de forma diferente. Pero lo principal permanece y es correcto. Es difícil criticar a Stalin por violar o no defender los principios leninistas, es difícil o imposible acusarle de manifestaciones oportunistas en la línea, de miopía en la política y la ideología proletarias. La vigilancia revolucionaria de Stalin se aprecia también en los últimos años de su vida. Descubrió y desenmascaró la actividad traidora y revisionista de Tito y del titismo . Esto representa un gran mérito de Stalin.
Antes de morir –y esto ha sido confirmado por el mismo Jruschov– Stalin dijo a los dirigentes soviéticos que tenía miedo de que fueran a arrodillarse ante el imperialismo. Y así sucedió. ¿Fue esto falta de vigilancia por parte de Stalin? ¿Se trata de una expresión casual o de una conclusión, una reflexión profunda de un gran revolucionario que veía lejos y ponía al corriente al partido y al pueblo para que tuviesen los ojos abiertos, para que fuesen vigilantes e hicieran frente a los peligros que podían amenazarles en el futuro? Esta última conclusión es la verdad para nuestro Partido.
Entonces si las cosas son así, se plantea la pregunta, ¿por qué el Partido Comunista Bolchevique y el pueblo soviético permitieron a los revisionistas tomar el poder?
La toma del poder desde dentro por parte de los revisionistas modernos soviéticos, sin armas ni violencia, por así decirlo, es un fenómeno nuevo. De hecho Stalin, pensamos nosotros, no había previsto esto, particularmente para la Unión Soviética. El jamás menospreció la agresividad de los elementos de las clases explotadoras que cuanto más se aproximan a su tumba, más brutalmente combaten al socialismo y a la dictadura del proletariado, pero, en la situación en la que se encontraban estos restos, opinamos que Stalin, juzgando sólida la situación interna, valoraba, y no sin razón, que era el imperialismo exterior el aliado que podía resucitarlos.
Stalin puso el acento en el peligro exterior, y podemos decir que no previó en toda su amplitud la peligrosidad de los elementos revisionistas, que, por diversas circunstancias subjetivas y objetivas, podían surgir en el interior del partido y del Estado socialista, y de manera gradual, intencionadamente o no, de manera consciente o no, con un plan organizado o sin él, se transformaran en una corriente antimarxista particularmente en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética y en la misma Unión Soviética. Tenía la convicción de que si surgía una actividad hostil al partido, en el interior de éste, podía desarrollarse, organizarse en sus formas ordinarias, pero tenía asimismo gran confianza en que sería golpeada y liquidada en las formas normales y con los métodos con que fueron desenmascaradas y liquidadas todas las demás. El hecho es que esta vez, con los revisionistas modernos, no sucedió como habitualmente con la actividad antipartido.
Sin embargo la actuación del Partido Comunista Yugoslavo y del grupo titista, Stalin la vio con más perspicacia y llegó a conclusiones correctas. Esto lo testimonian las cartas dirigidas a Tito y los documentos del Kominform, documentos que revisten una gran importancia y que cuando los leemos, particularmente hoy, podemos juzgar aún mejor cuán justos han sido los puntos de vista de clase de Stalin.
Los cabecillas revisionistas jruschovistas escondían muy bien los pies, actuando encubiertos con la bandera roja de Stalin.
Nosotros pensamos que han existido contradicciones, han existido fricciones en la dirección de la Unión Soviética y no podemos aceptar la absurda tesis de los jruschovistas de que ningún dirigente podía abrir la boca para manifestar su opinión porque temía a Stalin. Por lo que hemos llegado a saber, Stalin incluso calificó a Jruschov de populista, criticó a Voroshillov, e hizo lo mismo con Molotov y otros. Así pues, por un lado debemos concluir que Stalin no era un miope político, y por otro, que no siempre utilizaba la bala y el terror, como pretenden los enemigos, sino por el contrario la persuasión y la confrontación de opiniones.
Independientemente de que no conocemos los documentos internos que determinan muchas cosas, es un hecho que Stalin no detectó la peligrosidad de los traidores Jruschov, Mikoyán y otros, y la Gran Guerra Patria desempeñó un gran papel en esta cuestión. Si podemos culpar a Stalin de algo es de que en los años de la postguerra, y particularmente en los últimos de su vida, no percibió que el pulso de su partido no latía como antes, que el partido había perdido y perdía su ímpetu revolucionario, se había esclerotizado y, a pesar de los heroísmos de la Gran Guerra Patria, no se restableció debidamente, de lo que se aprovecharon los traidores jruschovistas. Aquí, pienso yo, y creo no equivocarme, debemos buscar el origen del drama ocurrido en la Unión Soviética.
La edificación del socialismo en la Unión Soviética y la lucha contra el enemigo exterior, al igual que contra el interior, se desarrolló con un elevado espíritu revolucionario por parte del Partido Comunista de la Unión Soviética y de Stalin que lo dirigía. Los golpes implacables y justos contra los trotskistas, los bujarinistas y otros, eran la conclusión lógica de esta gran lucha de clases.
Toda esta lucha compleja y multilateral elevó la justa autoridad de Stalin y del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique de la Unión Soviética. Esto fue positivo, pero con los métodos y las formas de trabajo que se utilizaron en la orientación del partido, se llegó a un resultado contrario.
Si se hace un análisis detallado de las directrices políticas, ideológicas y organizativas de Stalin para la dirección y la organización del partido, para la lucha y el trabajo, en general no se encontrarán errores de principio, pero veremos que el partido se burocratizó paulatinamente, quedó envuelto en el trabajo rutinario y el peligroso formalismo que constriñen al partido, que sofocan su espíritu e ímpetu revolucionarios. El partido se cubría de una pesada herrumbre, de una apatía política, pensando erróneamente que sólo la cabeza, sólo la dirección actúa y lo soluciona todo. Fue una concepción semejante en el trabajo la que condujo a la situación en que por todos los lados y para todo se dijera: «esto lo sabe la dirección», «el Comité Central lo sabe todo», «el Comité Central no se equivoca», «esto lo ha dicho Stalin y se acabó». Muchas cosas podía no haberlas dicho Stalin, pero se decían en su nombre. Los aparatos y los funcionarios se convirtieron en «omnipotentes», en «infalibles» y actuaban de modo burocrático bajo las fórmulas del centralismo democrático, de la crítica y la autocrítica bolcheviques, que ya no eran bolcheviques. No hay duda de que fue así como el Partido Bolchevique perdió su vitalidad anterior, vivía con fórmulas correctas, pero que no eran más que fórmulas; obedecía pero no actuaba por sí mismo.
Fragmento del artículo de Enver Hoxha, “Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases” (De una conversación con Chou En-Lai) - 24 de junio de 1966
Obras Escogidas - tomo IV - páginas 36-51 - Tirana, 1983
se publica en el Foro en dos mensajes
---mensaje nº 1---
El agua duerme, el enemigo no, sentencia nuestro pueblo. Pobres de los que se duermen. Esto no sucederá con los partidos marxista-leninistas y con ninguno de los revolucionarios, si mantienen afilada la espada de la dictadura del proletariado, la lucha de clases, la vigilancia revolucionaria, si continúan sin cesar la lucha contra el imperialismo, contra el revisionismo moderno, contra los reaccionarios internos y externos.
El enemigo de clase es astuto, brutal, por eso debemos ser severos en extremo, implacables y luchar a vida o muerte con él. El enemigo no perdona, por ello nosotros no sólo no debemos darle cuartel, sino liquidarlo desde sus propias raíces. No debemos alimentar ilusiones respecto al enemigo ni hacerle concesiones. Este ha sido y es el principio que ha guiado y guía a nuestro Partido.
La catástrofe que sobrevino en la Unión Soviética, en los países europeos de democracia popular y en numerosos partidos comunistas y obreros del mundo, no se debe consentir en nuestros países y partidos. Y no sólo no se debe consentir jamás, sino que para nosotros es una tarea vital, una gran tarea internacionalista, junto con los demás partidos marxista-leninistas del mundo, con los grupos revolucionarios marxista-leninistas y todos los marxista-leninistas , en unidad de pensamiento marxista-leninista, en unidad de acción revolucionaria, a la cabeza de los pueblos, ascender la corriente luchando, invertir la situación en el movimiento comunista internacional, desenmascarar, para después vencer y desbaratar a los revisionistas y a sus patrones imperialistas.
Desde luego, lo sucedido en la Unión Soviética, independientemente de los métodos putchistas y fascistas utilizados por los revisionistas jruschovistas para usurpar el poder, no fue un fenómeno espontáneo, sino preparado por ellos con tiempo. Esto lo demuestra el hecho de que Jruschov y sus principales colaboradores en el putch, han figurado antes de la muerte de Stalin entre los principales dirigentes que actuaban bajo cuerda, preparaban y esperaban el momento apropiado para una acción a escala amplia y abierta. Es un hecho que estos traidores eran conspiradores curtidos con la experiencia de los diversos contrarrevolucionarios rusos, con la experiencia de los anarquistas, los trotskistas, los bujarinistas y conocían además la experiencia de la revolución y del Partido Bolchevique. No hacían nada por la revolución, contrariamente hacían todo lo posible por minar la revolución y el socialismo, escapando a los golpes de la revolución y de la dictadura del proletariado.
En una palabra, eran contrarrevolucionarios y actuaban como gente con dos caras. Por un lado cantaban loas al socialismo, a la revolución, al Partido Comunista Bolchevique, a Lenin y a Stalin y, por otro, preparaban la contrarrevolución.
Ante todos nosotros se plantea la pregunta: ¿Por qué no fueron descubiertos y golpeados a tiempo? Descubrir y golpear en el momento preciso es de decisiva importancia para no permitir que el microbio se multiplique y se fortalezca en un cuerpo afectado por la enfermedad. Es imprescindible hacer un diagnóstico exacto para combatir y eliminar la enfermedad y para impedir que reaparezca y constituya nuevamente un peligro.
Nuestro Partido desarrolla desde hace más de 20 años una lucha dura, incesante e indoblegable, contra el revisionismo moderno titista y tiene absolutamente claros el origen, la línea, la estrategia, la táctica y los métodos de lucha de esta agencia de la burguesía y del imperialismo. Nuestro Partido está luchando de manera activa y con todas sus fuerzas contra el revisionismo jruschovista desde que asomó las orejas. En esta lucha ha obtenido una gran experiencia que ha venido a sumarse a la lograda en la lucha contra los titistas.
La línea seguida por Stalin, durante toda su vida y hasta el momento de su muerte, en opinión de nuestro Partido, ha sido una línea correcta marxista-leninista, revolucionaria.
Veamos la cuestión de la lucha de clases. No se puede criticar a Stalin ni en lo más mínimo por una actitud oportunista hacia las potencias capitalistas e imperialistas. Al contrario, desarrolló contra ellas una lucha dura, implacable y diente por diente. Sus obras teóricas y políticas así como la actuación de la Unión Soviética en la arena internacional lo prueban. En caso de que puedan encontrarse en la política de la Unión Soviética durante todo el período de Stalin puntos débiles en la táctica, impuestos por las diversas circunstancias, por los retrocesos tácticos, o por no haber sopesado bien, por falta de datos o de análisis completos, las diversas circunstancias, éstos no constituyen lo principal. Lo principal ha sido correcto. Esta fue una victoria colosal para la Unión Soviética, para el movimiento comunista internacional y para los pueblos que lucharon y luchan contra las potencias imperialistas y el fascismo. A la luz de los acontecimientos actuales aparece aún más claramente que la justeza de esta posición de clase ha sido mérito de Stalin, ya que, después de su muerte, sus colaboradores más cercanos, con los jruschovistas entre ellos, arrastraron por el fango esta bandera.
Veamos en líneas generales la lucha de clases en el interior de la Unión Soviética, después de la Revolución y durante toda la vida de Stalin. En opinión de nuestro Partido, no se observan errores de principio en la línea del Partido Bolchevique en el tiempo de Stalin, aunque en las tácticas, en las formas y en los métodos podemos encontrar errores, que a su vez deben ser juzgados por nosotros en las circunstancias y coyunturas del momento y no con la visión de hoy y la gran experiencia acumulada por nuestros partidos.
Durante toda la vida de Stalin no se puede decir que se melló o ablandó la dictadura del proletariado. Muy al contrario, ésta golpeó política, económica y militarmente de modo implacable al enemigo de clase y lo liquidó sin piedad. Tras el triunfo de la Revolución, tras la toma del poder, después de la intervención y la NEP, las clases explotadoras capitalistas de la ciudad y del campo en la Unión Soviética sufrieron, por decirlo de algún modo, un golpe colosal y radical. Económicamente quedaron, como dice la expresión, en cueros.
Pero no podemos decir que, mientras Stalin vivió, la dictadura del proletariado en la Unión Soviética actuara de manera unilateral únicamente en la liquidación de la fuerza económica de las clases explotadoras y descuidara o relajara la lucha política e ideológica contra ellas. Por el contrario, también la lucha política e ideológica era colosal. Esto lo prueba cabalmente la lucha concreta y diaria de Stalin, del Partido Bolchevique, de todo el pueblo soviético, lo confirman los escritos políticos e ideológicos de Stalin, los documentos y las decisiones del Partido Comunista de la Unión Soviética, lo confirman la prensa y la propaganda masiva de aquel tiempo contra los trotskistas, los bujarinistas, los zinovievistas, los tukachevski y miles de traidores más. A esto no se le puede dar otro nombre que dura lucha de clases política e ideológica, en defensa del socialismo, de la dictadura del proletariado, del partido y de los principios del marxismo-leninismo.
En esto Stalin posee grandes méritos, se comportó como un gran marxista-leninista de principios claros, de gran audacia y serenidad, de madurez y clarividencia propias del revolucionario marxista. Sólo si pensamos en la fuerza que tenía en aquel momento el enemigo exterior e interior de la Unión Soviética, el único país socialista en el mundo, las astucias, la desenfrenada propaganda, las diabólicas tácticas del enemigo, podemos valorar debidamente la correcta actuación de Stalin a la cabeza del Partido Comunista de la Unión Soviética.
¿Ha habido errores, excesos, definiciones a veces no rigurosamente exactas? Seguramente que sí. Ahora podemos analizarlos y valorarlos más correctamente en su contexto, en las circunstancias creadas y las consecuencias que hubiese tenido en aquel momento actuar de forma diferente. Pero lo principal permanece y es correcto. Es difícil criticar a Stalin por violar o no defender los principios leninistas, es difícil o imposible acusarle de manifestaciones oportunistas en la línea, de miopía en la política y la ideología proletarias. La vigilancia revolucionaria de Stalin se aprecia también en los últimos años de su vida. Descubrió y desenmascaró la actividad traidora y revisionista de Tito y del titismo . Esto representa un gran mérito de Stalin.
Antes de morir –y esto ha sido confirmado por el mismo Jruschov– Stalin dijo a los dirigentes soviéticos que tenía miedo de que fueran a arrodillarse ante el imperialismo. Y así sucedió. ¿Fue esto falta de vigilancia por parte de Stalin? ¿Se trata de una expresión casual o de una conclusión, una reflexión profunda de un gran revolucionario que veía lejos y ponía al corriente al partido y al pueblo para que tuviesen los ojos abiertos, para que fuesen vigilantes e hicieran frente a los peligros que podían amenazarles en el futuro? Esta última conclusión es la verdad para nuestro Partido.
Entonces si las cosas son así, se plantea la pregunta, ¿por qué el Partido Comunista Bolchevique y el pueblo soviético permitieron a los revisionistas tomar el poder?
La toma del poder desde dentro por parte de los revisionistas modernos soviéticos, sin armas ni violencia, por así decirlo, es un fenómeno nuevo. De hecho Stalin, pensamos nosotros, no había previsto esto, particularmente para la Unión Soviética. El jamás menospreció la agresividad de los elementos de las clases explotadoras que cuanto más se aproximan a su tumba, más brutalmente combaten al socialismo y a la dictadura del proletariado, pero, en la situación en la que se encontraban estos restos, opinamos que Stalin, juzgando sólida la situación interna, valoraba, y no sin razón, que era el imperialismo exterior el aliado que podía resucitarlos.
Stalin puso el acento en el peligro exterior, y podemos decir que no previó en toda su amplitud la peligrosidad de los elementos revisionistas, que, por diversas circunstancias subjetivas y objetivas, podían surgir en el interior del partido y del Estado socialista, y de manera gradual, intencionadamente o no, de manera consciente o no, con un plan organizado o sin él, se transformaran en una corriente antimarxista particularmente en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética y en la misma Unión Soviética. Tenía la convicción de que si surgía una actividad hostil al partido, en el interior de éste, podía desarrollarse, organizarse en sus formas ordinarias, pero tenía asimismo gran confianza en que sería golpeada y liquidada en las formas normales y con los métodos con que fueron desenmascaradas y liquidadas todas las demás. El hecho es que esta vez, con los revisionistas modernos, no sucedió como habitualmente con la actividad antipartido.
Sin embargo la actuación del Partido Comunista Yugoslavo y del grupo titista, Stalin la vio con más perspicacia y llegó a conclusiones correctas. Esto lo testimonian las cartas dirigidas a Tito y los documentos del Kominform, documentos que revisten una gran importancia y que cuando los leemos, particularmente hoy, podemos juzgar aún mejor cuán justos han sido los puntos de vista de clase de Stalin.
Los cabecillas revisionistas jruschovistas escondían muy bien los pies, actuando encubiertos con la bandera roja de Stalin.
Nosotros pensamos que han existido contradicciones, han existido fricciones en la dirección de la Unión Soviética y no podemos aceptar la absurda tesis de los jruschovistas de que ningún dirigente podía abrir la boca para manifestar su opinión porque temía a Stalin. Por lo que hemos llegado a saber, Stalin incluso calificó a Jruschov de populista, criticó a Voroshillov, e hizo lo mismo con Molotov y otros. Así pues, por un lado debemos concluir que Stalin no era un miope político, y por otro, que no siempre utilizaba la bala y el terror, como pretenden los enemigos, sino por el contrario la persuasión y la confrontación de opiniones.
Independientemente de que no conocemos los documentos internos que determinan muchas cosas, es un hecho que Stalin no detectó la peligrosidad de los traidores Jruschov, Mikoyán y otros, y la Gran Guerra Patria desempeñó un gran papel en esta cuestión. Si podemos culpar a Stalin de algo es de que en los años de la postguerra, y particularmente en los últimos de su vida, no percibió que el pulso de su partido no latía como antes, que el partido había perdido y perdía su ímpetu revolucionario, se había esclerotizado y, a pesar de los heroísmos de la Gran Guerra Patria, no se restableció debidamente, de lo que se aprovecharon los traidores jruschovistas. Aquí, pienso yo, y creo no equivocarme, debemos buscar el origen del drama ocurrido en la Unión Soviética.
La edificación del socialismo en la Unión Soviética y la lucha contra el enemigo exterior, al igual que contra el interior, se desarrolló con un elevado espíritu revolucionario por parte del Partido Comunista de la Unión Soviética y de Stalin que lo dirigía. Los golpes implacables y justos contra los trotskistas, los bujarinistas y otros, eran la conclusión lógica de esta gran lucha de clases.
Toda esta lucha compleja y multilateral elevó la justa autoridad de Stalin y del Comité Central del Partido Comunista Bolchevique de la Unión Soviética. Esto fue positivo, pero con los métodos y las formas de trabajo que se utilizaron en la orientación del partido, se llegó a un resultado contrario.
Si se hace un análisis detallado de las directrices políticas, ideológicas y organizativas de Stalin para la dirección y la organización del partido, para la lucha y el trabajo, en general no se encontrarán errores de principio, pero veremos que el partido se burocratizó paulatinamente, quedó envuelto en el trabajo rutinario y el peligroso formalismo que constriñen al partido, que sofocan su espíritu e ímpetu revolucionarios. El partido se cubría de una pesada herrumbre, de una apatía política, pensando erróneamente que sólo la cabeza, sólo la dirección actúa y lo soluciona todo. Fue una concepción semejante en el trabajo la que condujo a la situación en que por todos los lados y para todo se dijera: «esto lo sabe la dirección», «el Comité Central lo sabe todo», «el Comité Central no se equivoca», «esto lo ha dicho Stalin y se acabó». Muchas cosas podía no haberlas dicho Stalin, pero se decían en su nombre. Los aparatos y los funcionarios se convirtieron en «omnipotentes», en «infalibles» y actuaban de modo burocrático bajo las fórmulas del centralismo democrático, de la crítica y la autocrítica bolcheviques, que ya no eran bolcheviques. No hay duda de que fue así como el Partido Bolchevique perdió su vitalidad anterior, vivía con fórmulas correctas, pero que no eran más que fórmulas; obedecía pero no actuaba por sí mismo.
---fin del mensaje nº 1---
Última edición por pedrocasca el Lun Ago 27, 2012 5:17 pm, editado 1 vez