Leí este artículo tiempo atrás. Creo que merece la pena compartirlo, pues es para quitarse el sombrero.
Salud, espero que os guste tanto como a mí.
P.d. Este artículo fue publicado en la Revista Comunista Internacional.
Salud, espero que os guste tanto como a mí.
P.d. Este artículo fue publicado en la Revista Comunista Internacional.
MIKHAIL V. POPOV
Catedrático de economía y derecho,
Presidente de la Fundación de la Academia Obrera, representante de la revista del Partido Comunista Obrero Ruso “Sovietsky Soyuz”
CAMBIO DE CARÁCTER DE LA PRODUCCIÓN DURANTE EL PROCESO DE FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL SOCIALISMO
Como es sabido, la producción es un proceso de apropiación de los objetos de naturaleza dentro del marco de una forma determinada de la sociedad y mediante ella. La teoría e historia reconocen los siguientes modos de producción sucesivos: comunismo primitivo, esclavitud, producción feudal, capitalista y comunista. La producción mercantil surge ya con la descomposición del comunismo primitivo, pero sólo el capitalismo puede ser caracterizado como economía general mercantil, como economía mercantil en la etapa de su desarrollo cuando la misma mano de obra se convierte en una mercancía. Capitalismo es una economía que por su propio carácter es mercantil.
Cualquier producción tiene como su condición las necesidades y de su resultado final – el consumo. Pero el objetivo directo de la producción mercantil no es el precio al consumo, sino el valor ya que cualquier mercancía es un producto fabricado para ser cambiado. El objetivo directo de la producción capitalista mercantil es la plusvalía. El hecho de que la producción capitalista tenga un carácter público desarrollado genera una contradicción entre el carácter público de producción y la apropiación privada capitalista. Las relaciones de intercambio contradicen al carácter público de producción y como resultado de una revolución socialista en el transrumbo de un período de transición del capitalismo al comunismo se mueren y se sustituyen directamente con las relaciones públicas. La labor en la producción comunista no interviene mediante intercambio sino directamente como labor pública, y la misma producción comunista se caracteriza como directamente pública y lo es tanto en su fase superior como en la inferior – durante el socialismo.
Una visión dialéctica de la experiencia histórica de la Revolución socialista en Rusia, construcción y desarrollo del socialismo en la URSS permite observar como se cambia el carácter de producción durante la transición al comunismo y se reproduce en el proceso de desarrollo del socialismo como la primera fase del comunismo.
La toma del poder por la clase obrera y constitución de la dictadura del proletariado por sí misma no cambian aún el carácter de producción. Sólo después de una nacionalización se crea el régimen económico socialista, dentro de cuyo marco la producción lleva un carácter directamente público, y este régimen en el transrumbo del período de transición coexiste con otros regímenes. En Rusia tales regímenes económicos eran el capitalista estatal, capitalista privado, de pequeña producción mercantil y patriarcal.
La producción patriarcal es una producción para consumo propio y tiene carácter natural.
La pequeña producción mercantil es una producción para intercambio y tiene carácter mercantil.
La producción capitalista privada siendo, por supuesto, producción de valor (plusvalía) también tiene que ser caracterizada como mercantil por su carácter.
Merece una mención especial el capitalismo estatal que se utilizó durante el período de la nueva política económica en Rusia. Es que durante un determinado período después de la nacionalización se logra dirigir de una manera planificada a la satisfacción directa de necesidades de la sociedad sólo una parte de empresas nacionalizadas. Y precisamente esta parte, y solamente ésta, forma el régimen económico socialista. Todas las demás empresas nacionalizadas, aunque forman propiedad del Estado, siguen siendo dirigidas no por una planificación, sino por la principal ley de cualquier economía de mercado, y por lo tanto de economía capitalista, - ley de valor . Es por eso la producción dentro del marco del régimen capitalista estatal tiene carácter de mercado.
En el transrumbo del período de transición el régimen económico socialista, desarrollándose, sustituye paulatinamente los otros regímenes. La producción socialista, directamente pública y planificada, de un régimen se convierte en una forma dominante y, luego, en la única forma de producción. En la URSS sucedió lo que había previsto Vladímir Lenin en su intervención en el Pleno del Soviet (Consejo) de Moscú del 20 de noviembre de 1922, diciendo que “de la Rusia de la nueva política económica saldrá la Rusia socialista” Vladímir Lenin. Obra completa, vol.45, p.309).
El proceso de suplantación de regímenes económicos no socialistas que tiene lugar durante el período de transición puede ser descrito con una sola frase: “¡Más socialismo!”. No obstante esta frase no puede ser empleada hablando del socialismo como primera fase del comunismo, ya que convertida la producción socialista no solamente en dominante sino en la única producción, no puede haber más socialismo, sino el propio socialismo puede ser más o menos desarrollado. El desarrollo no es sólo un aumento o una disminución, sino pasa por una lucha de contrarios. Lo mismo se refiere al desarrollo de la producción socialista a través de la lucha de su carácter directamente público contra las relaciones mercantiles como su rasgo negativo por haber aparecido dentro del capitalismo. Esta lucha dentro de una economía planificada depende directamente de las posiciones teóricas e ideas políticas del Estado y del partido gobernante.
El análisis de las lecciones de formación, desarrollo y derrota provisional del socialismo demuestra que las principales causas de debilitamiento del socialismo y de una pérdida provisional de sus logros han sido las siguientes.
La mayoría dentro del partido gobernante, al igual que la mayoría dentro de la clase obrera no estaban conscientes del principio soviético de organización del poder obrero como poder formado dentro de los colectivos laborales, no fue entendido que los Soviets son una forma organizativa de la dictadura del proletariado.
El carácter soviético del poder fue establecido de modo jurídico, pero era solamente una fórmula sin naturaleza. La palabra “Sóviets” figuraba en la Constitución de la República Federal Socialista Soviética de Rusia de 1918, al igual que en la Constitución de la URSS de 1924, sin embargo, la elección de los diputados a través de los colectivos laborales, lo que realmente convierte los organismos elegidos en unos Sóviets, no fue establecida en estos documentos principales.
La organización del poder no estaba relacionada con la organización de la vida económica de la sociedad de tal modo que desarrollándose la economía de socialismo se fortaleciera una base material para poder participar los productores directos en la formación y realización de su poder.
Cuando fue aprobada la Constitución de la URSS de 1936 el principio de elección y revocación de diputados por los colectivos laborales que funcionaba antes fue sustituido con un principio territorial que no era propio de los Soviets. Sólo se mantuvo la proposición de candidatos a diputados por colectivos laborales.
Después de los XX y XXII Congresos del Partido Comunista de la URSS, que fueron puntos de retorno asegurando el dominio de una línea oportunista y revisionista en la política y economía de la URSS, con la reforma económica de 1965 el principio de trabajo para la sociedad y para la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la sociedad fue sustituido por el principio de maximizar los beneficios de determinadas unidades productivas. Por lo tanto empezó a debilitarse y destruirse la base económica del socialismo. Esto explica en gran medida una falta de despliegue de resistencia activa a la liquidación del poder obrero.
El socialismo ha sido destruido finalmente debido a que fue tomado y seguido continuamente el llamado rumbo hacia el mercado y privatización. Este rumbo, antisoviético y antipartidista por su naturaleza, fue aprobado por el Pleno del comité Central del PCUS de abril de 1991 y llevó a la liquidación del Partido Comunista de la URSS y de la propia URSS.
Para el honor de la ciencia economista soviética hay que mencionar que este rumbo perjudicial para el país no fue aprobado por ninguna conferencia científica de economistas. Además, se escuchaban bien alto y claro las voces de aquellos economistas que defendían el carácter directamente público de la producción socialista y prevenían que todos los intentos de construir el socialismo sobre una base de mercado eran equivalentes a su destrucción. Esto se ve claramente en los trabajos de N.V.Hessin, A.M.Yeremin, N.A.Tsagolov, N.A.Moiseyenko, A.K.Pokrytan, A.A.Sergueyev, V.Y.Elmeyev, V.G.Dolgov, R.I.Kosolapov y otros. Por eso los dirigentes traidores del partido de Gorbachev-Yakovlev podían buscar apoyo solamente en algunos aventureros de ciencia economista para poder obligar al partido y al país aceptar este rumbo destructivo además de conseguir, por lo menos por fuera, su justificación científica.
El hecho de haber aceptado el XXVIII Congreso del PCUS el rumbo hacia el mercado hizo surgir una tremenda contradicción con su naturaleza comunista y significó de hecho su suicidio. Por eso la suspensión ilegal de las actividades del Partido Comunista de la URSS por un decreto presidencial fue una especie de final de transformación del partido. Sobre todo, teniendo en cuenta que el decreto fue firmado por un funcionario del partido crecido en las entrañas del aparato burocrático comunista, ex primer secretario primeramente del Comité regional de Sverdlovsk, y luego del comite urbano de Moscú, candidato suplente del Buró Político del Comité Central del PCUS.
La amarga experiencia de destrucción del país y de empobrecimiento de su pueblo ahora hace bastante comprensible lo erróneo de aquellas consideraciones ampliamente divulgadas, según las cuales se pudiera construir una sociedad socialista sobre una base de producción de mercado y de ley de valor s.
Y el propio Carl Marx explicó reiteradamente la idea de que a base de valor s y dinero era imposible controlar por parte de individuos unidos su propia producción, que se debía tratar de una producción completamente contraria a la de mercado.
Friedrich Engels ridiculizó los intentos de During de construir un socialismo sobre una base de intercambio “justo” de mercancías y de valor constituido.
Vladimir I. Lenin en sus comentarios sobre el libro de Bukharin “Economía del período de transición” (XI Recopilación de obras de Lenin) no en vano subrayaba que el producto durante el socialismo llega al consumo no a través del mercado. En sus “Instrucciones del STO (Consejo de Trabajo y Defensa) para las instituciones soviéticas locales” explicaba que el producto estatal, producto de fábricas socialistas, al ser cambiado por el producto campesino, ya no es una mercancía en su sentido político-económico, de todos modos no es solamente una mercancía, ya no lo es, deja de ser una mercancía.
Una vez llevada a cabo la colectivización no obtuvimos dos propiedades, sino dos formas de la misma propiedad, propiedad pública, dos formas de subordinación de la producción a los itereses públicos únicos, y el movimiento del producto público entre la ciudad y el campo ya no correspondía, estrictamente hablando, a la categoría de intercambio de mercancías que es una enajenación mutua de producto de trabajo u otros objetos de propiedad a base de un contrato o acuerdo libre. La naturaleza de la propucción se convirtió en la contraria a la mercantil. Se hizo directamente pública, e independientemente de las formas en las que intervenía y que fueron heredadas en gran parte del pasado de mercado y por lo tanto tenían ciertos rasgos y momentos de naturaleza de mercado, la producción en general ya no podía ser caracterizada de otra manera sino una producción directamente pública, cuyos trabajo y producto no através del intercambio sino directamente, desde el principio intervienen como públicos y lo son.
Iosif Stalin en general apoyaba estas posiciones marxistas-leninistas. Las desarrolló en su obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS”. No obstante en este libro fue algo inconsecuente. Así, subrayando que los medios de producción no son mercancía, declaraba mercancía los artículos de consumo. Pero entonces resultaba que la naturaleza de la producción socialista es dual, no mercantil y mercantil. Si suponemos que que los artículos de consumo son mercancías, esto significa que no se producen para satisfacer las necesidades sino para intercambio. El trabajador a cambio de mercancías destinadas para su consumo puede ofrecer solo su mano de obra. Entonces su mano de obra también resulta ser una mercancía, y la producción que acepta a la mano de obra como mercancía se llama capitalismo. Por eso el concepto de que los artículos de consumo durante el socialismo son mercancía nos lleva lógicamente al capitalismo. También es errónea la afirmación de que durante el socialismo funciona de ley de valores. La ley y la naturaleza son categorías del mismo orden. Por eso la afirmación de que durante el socialismo funciona la ley de valores es equivalente a la afirmación de la naturaleza mercantil de la producción socialista. No es casual que tales promotores de la producción de mercado como Kronrod, Liberman, Rakitski, Petrakov, Abalkin y otros se agarraran a estas digresiones de la estricta teoría marxista cometidas por Stalin, las elevaran a un principio básico y mediante los debates económicos de orientación mercantil estuvieran preparando la liquidación del socialismo.
Los acontecimientos contrarrevolucionarios en la URSS han confirmado que ora tenemos el socialismo como una producción directamente pública – producción de valores al consumo, regulada con la ley de valor de uso, ora tenemos una producción de valores, es decir, producción mercantil, cuyo desarrollo lógico es una producción mercantil capitalista. Claro que podemos decir que durante el socialismo existe también una producción mercantil en forma de una producción individual para el mercado koljosiano. Es así. Pero los precios del mercado koljosiano no son regulados por la famosa ley de valores sino por los precios de productos de empresas estatales. Los precios de productos de empresas estatales a su vez son definidos de una manera planificada sobre la base de valor s de trabajo de producción considerando valor de uso de los productos directamente públicos.
La producción socialista es una producción directamente pública, producción de valor de uso y no de valor . El carácter mercantil que contiene es solamente su punto negativo. Es una verdad científica. Los intentos de construir una economía socialista de mercado, es decir volver a la producción de valores, conlleva inevitablemente una destrucción del socialismo. Actualmente es un hecho que no tiene solamente una justificación científica, sino que ha sido comprobado, desgraciadamente, con una experiencia histórica.
Por consiguiente, el socialismo es una economía directamente pública. No es una producción de mercancías, valores, sino una producción de productos dirctamente públicos, valores de uso. Por lo tanto el mecanismo regulador de la producción socialista no es la ley de valores sino la ley de valor de uso.
¿Qué significa esto hablando del socialismo como primera fase de la formación comunista? Esto significa que, siendo el objetivo de la producción socialista una completa satisfacción del bienestar y desarrollo multifacético de todos los miembros de la sociedad, el desarrollo de los trabajadores como miembros de la sociedad es supeditado al objetivo de producción. Si la producción mercantil capitalista como producción de plusvalías exige quitar a los trabajadores su tiempo libre y otras condiciones de su desarrollo libre, la producción directamente pública socialista exige convertir el ahorro de horas de trabajo conseguido gracias al progreso técnico no solamente en bienes materiales adicionales para los trabajadores, sino también en tiempo libre adicional para su desarrollo multifacético, incluido su desarrollo como participantes en la vida estatal y en la gestión del Estado. Desafortunadamente, esto precisamente no tuvo lugar en los últimos decenios de existencia de la URSS.
El propósito de socialismo no consiste solamente en proclamar el poder del pueblo trabajador, sino en dar al pueblo trabajador una posibilidad real y práctica de efectuar este poder. Si un trabajador pasa ocho horas delante de su máquina y puede participar en la gestión del Estado sólo terminada su jornada laboral, cuando ya se cierran las puertas de los Soviets y de Comités ejecutivos, comités de Partido distritales y municipales, en este caso el poder popular es sólo un término proclamado y nos queda sólo esperar que el aparato de funcionarios públicos contratados no actúen (por alguna razón) en sus propios intereses específicos, sino precisamente en los intereses de la clase trabajadora y de la sociedad en general. Sin embargo, siendo incontrolado, el aparato administrativo queda tan afectado con la enfermedad de burocratismo que inevitablemente se degenera y de un instrumento de gestión en intereses de trabajadores se convierte en algo contrario. Lo que podemos ver tomando como ejemplo los acontecimientos tristes y trágicos en nuestro país.
Pensando ahora en las vías para el renacimiento del Poder soviético, no podemos pensar sólo en reconstruir los Soviets y restablecer el poder soviético. Podemos plantear esta cuestión de otra manera - ¿vale la pena restablecerlo si luego se degenera en el poder de la “nomenclatura” y el pueblo, después de vivir algún tiempo de una manera humana, volverá a ser sometido a las penurias y pobreza por algunos nuevos “Gorbachev” y “Yakovlev”. Si tenemos que restablecer el Poder soviético, hay que hacerlo sobre una base económica que consolide el Poder soviético, contribuya a consolidar el Estado soviético y con ello, ampliándose la participación de trabajadores en la gestión del Estado y desapareciendo cualquier Estado en general, a pasar a la autoadministración pública comunista.
La cuestión de participación de trabajadores en el proceso de su poder, Poder soviético, tenemos que plantearla y solucionarla no desde el punto de vista idealista sino materialista. Lo importante no es solamente convocar a los trabajadores a participar en la gestión del Estado, sino que primeramente tengan tiempo para ello, y no después de su jornada laboral, y este tiempo tiene que ser pagado con un salario medio. Esta fórmula es la expresión de la idea de que los trabajadores no son empleados contratados por el Estado que está encima de ellos, sino propietarios que tienen pleno derecho a los medios de producción públicos.
La historia de revolución y contrarrevolución en Rusia demuestra que el progreso en el desarrollo de fuerzas productivas, en el crecimiento de productividad tiene que ir acompañado no de una disminución del número de productores directos y crecimiento del número de trabajadores de sector no productivo, sino de aumento de tiempo libre de obreros y campesinos, incluido tiempo libre para poder participar en la administración del Estado. El número de obreros y campesinos no tiene por qué disminuir hasta el momento de una liquidación completa de clases sociales, hasta la llegada del comunismo. Lo único importante es que con el desarrollo de la producción no sólo crezca la riqueza material de la sociedad, sino aumente el tiempo libre de todos los trabajadores como tiempo para su desarrollo libre. En cuanto el tiempo libre supere el tiempo de trabajo, lo determinante para una persona no será lo que hace en sus horas de trabajo, sino lo que hace en su tiempo libre. Esto significará una liquidación completa de clases, es decir, de división de personas en grupos en relación con su situación dentro de la producción.
De este modo, para el desarrollo del socialismo y consolidación del Poder soviético no es necesaria una producción que devore tiempo libre de los trabajadores y produzca valor s, sino una producción que produzca valor de uso y en su desarrollo garantice un ahorro de horas de trabajo y suponga una conversión de estas horas ahorradas en tiempo libre de productores directos. El propósito de tal producción es proporcionar un completo bienestar y desarrollo multifacético libre, incluyendo un desarrollo político, de todos los miembros de la sociedad. No es casual que este propósito fuera formulado en el primero y en el segundo Programa del partido bolchevique de Lenin. La determinación leninista del propósito de la producción socialista desapareció al ser redactado el tercer programa del partido, un programa revisionista de Jruschev, que fue aprobado por el XXII congreso del PCUS en 1961. En el escenario salió una nueva clase gestada dentro del partido, clase de propietarios de “nomenclatura”
En la economía directamente pública hay diferencias significativas entre la producción de artículos de consumo y la de medios de producción. Los dos productos, tanto artículos de consumo como medios de producción, no son mercancías, sino productos directamente públicos, pero su papel social es diferente – la producción de artículos de consumo crea condiciones materiales para un desarrollo cada vez más completo de los miembros de sociedad y para disminuir la desigualdad social entre ellos, y la producción de medios de producción sirve directamente para ahorrar las horas de trabajo y puede considerarse como una producción de tiempo libre para un desarrollo libre de todos los miembros de la sociedad. Respecto a los artículos de consumo una reducción de gastos de trabajo para su producción interviene como resultado de una implantación de técnica que ahorra trabajo, y este ahorro de trabajo se transmite a los consumidores mediante reducción de precios.
Desde el punto de vista económico se puede decir que la técnica no sirve más que para ahorrar las horas laborales o, en otras palabras, cualquier ahorro que proporciona es ahorro de tiempo de trabajo. Los medios de producción en la economía directamente pública socialista no se fabrican para ser vendidos y recibir valor s, sino para ahorrar el trabajo de los que van a usar esta técnica, es decir ahorrar el trabajo de sus consumidores. El valor de uso de esta técnica es ahorro de trabajo de los que trabajan con ella, los que han sustituido con esta técnica otros ejemplares menos eficaces en cuanto al ahorro de trabajo.
El ahorro de trabajo permite a los consumidores de esta técnica disponer de este ahorro de dos maneras – no solamente fabricar más unidades de artículos de consumo, sino también reducir horas laborales y aumentar tiempo libre.
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No se excluye la situación cuando los valor s directos de trabajo para la fabricación de técnica aumenten. Pero según el criterio de valor de uso puede considerarse una técnica nueva y progresista sólo aquella que da al consumidor un ahorro de trabajo mayor que los valor s crecidos de su fabricación. En otras palabras, el ahorro final, resultante, neto de sustitución de técnica, es decir el ahorro bruto menos los valor s de trabajo para su fabricación y explotación, tiene que ser positivo.
Se puede decir que esta vía de producción de valor de uso la sigue hoy día la producción capitalista mercantil que es directamente una producción de plusvalía. Pero el hecho consiste en que esto no corresponde sino contradice a su naturaleza mercantil, de valor s. El capitalista directamente aspira aumentar el valor del producto fabricado para poder aumentar la plusvalía, y siendo la producción capitalista una producción de plusvalía absoluta siempre procura absorber todo el tiempo de los productores directos. Como producción de plusvalía relativa la producción capitalista intenta mover el límite entre el trabajo necesario y el adicional de tal modo que aumente la plusvalía, y lo hace mediante el desarrollo de medios productivos a base de progreso técnico. Pero este ahorro de trabajo el capitalismo procura utilizar no para aumentar tiempo libre de todos los miembros de la sociedad, sino para aumentar la riqueza de valor s y tiempo libre de los propietarios de medios productivos, capitalistas. Los trabajadores tienen que conseguir una redución de sus horas de trabajo y aumento de sus horas libres mediante huelgas.
Ahora el orden del día en Europa incluye una jornada de 35 horas semanales, que ha sido convertida por algunos sindicatos en su exigencia. Se puede decir que la cuestión de reducción de horas de trabajo sin que sea reducido el salario es, por su naturaleza, cuestión de conflicto entre el movimiento sindicalista de la clase obrera y las fuerzas del capital. También es la cuestión de lucha de los comunistas contra social-demócratas y oportunismo.
Una ampliación de monopolios significa que van creciendo las islas donde no funciona el principio de valor s y domina el principio de valor s al consumo. Por supuesto, no son islas de socialismo, ya que se trata de una planificación dentro de los marcos de monopolios y de imponer precios de transferencia internos de monopolios. Sin embargo, la producción capitalista mercantil a la medida de su desarrollo va entrando paulatinamente en el otro mundo, un mundo de valor s al consumo, aunque en general continúa en el mundo donde domina el valor . El progreso de medios productivos dentro del marco del capitalismo, un trabajo oculto de ahorro de trabajo público crean condiciones objetivas para que la clase trabajadora junto con sus aliados recupere para sí bastante tiempo libre para organizar una lucha revolucionaria, luego tom el poder y lo utilice para un golpe económico – para hacer públicos los medios de producción concentrados por los monopolios, para pasar de una producción de valor s a una producción de valor s al consumo y para consolidar una orientación de producción hacia valor s al consumo.
El criterio de actividades de una empresa estatal durante el socialismo no tiene que ser un beneficio, sino un índice contrario – ahorro de trabajo. El índice de evaluación de funcionamiento de empresas dedicadas a la fabricación de artículos de consumo, tiene que ser una suma de reducción de precios de los productos fabricados, lo que permite a los consumidores trabajar menos para obtener la misma cantidad de bienes. Las empresas que fabrican medios productivos tienen que ser evaluados según el ahorro de trabajo que consiguen los consumidores de la técnica fabricada por dichas empresas.
De tal modo los productores de artículos de consumo serán estimulados de forma material por la reducción de precios de sus productos y por el aumento de su cantidad, y cualquier nuevo artículo de consumo que satisfaga mejor dichas necesidades o que satisfaga nuevas necesidades, en cuanto su fabricación sea organizada y puesta en marcha, también entrará en el sector de reducción de precios y de aumento de cantidad de artículos producidos. Los fabricantes de medios productivos serán estimulados en relación directa con el ahorro que reciban los consumidores de su producto en el proceso de su explotación. Y que enriquezcan los productores, pero mediante el enriquecimiento de la sociedad, de todos sus miembros.
Si crece la riqueza de la sociedad y aumenta tiempo libre de sus miembros se hará más sólida la base para formar y efectuar el Poder soviético. La misma economía va a contribuir al fortalecimiento y solidificación del Poder soviético.
De este modo, la base económica del poder soviético en desarrollo y fortalecimiento es una producción directamente pública – producción de valor de uso.
Los acontecimientos contrarrevolucionarios en Rusia y la pérdida provisional de poder por los trabajadores obligan a plantear la cuestión de restauración del poder popular de otra forma algo distinta. Hoy día esta cuestión se plantea de la manera siguiente - ¿cómo debe ser el poder de trabajadores para que sea difícil debilitarlo y destruirlo. Aún más, ¿cómo debe ser para que sea imposible destruirlo no solamente en los primeros años después de su constitución, sino también dentro de muchos decenios, para que no se repita una vez más un golpe contrarrevolucionario en un momento cuando, como parece, la misma posibilidad de dicho golpe se ha perdido en un lejano pasado.
El poder socialista debe ser por su naturaleza una dictadura de proletariado. Es una respuesta de carácter general a la cuestión planteada. Y esta respuesta los clásicos del marxismo-leninismo la consideraban un mérito especial suyo. Esta cuestión es una frontera bien definida entre marxistas y revisionistas. Y una negativa de aceptar la dictadura de la clase obrera es equivalente a un rechazo al marxismo y socialismo. La historia ha comprobado claramente esta tesis, incluida la historia de la Unión Soviética. Un golpe revisionista tuvo lugar en el XXII Congreso del Partido Comunista, cuando del Programa del partido fue retirada la idea radical del marxismo – sobre la dictadura del proletariado. Pero tenemos que aprender de la conclusión que nos ha costado tanto de que sin una forma soviética de organización de la dictadura de la clase obrera es muy difícil sostenerla.
Se puede decir que actualmente, después de un período de contaminación revisionista generalizada, cuyo catalizador fue la política de Jruschev, en todo el mundo se lleva a cabo con éxito un proceso de formación de nuevos partidos comunistas y obreros que han aprendido la lección de los intentos de rechazar a lo principal en el marxismo y han puesto la doctrina de la dictadura del proletariado en la base de sus programas y de toda su actividad política, tanto teórica como práctica.
Sin embargo, como se dice, aún no es tiempo para alegrarse. El reconocimiento por si mismo de la dictadura del proletariado no es suficiente. Hay que reconocer también la forma organizativa que le corresponde y gracias a la cual la dictadura del proletariado no se destruye, sino se hace más fuerte y desarrolla en una autoadministración pública comunista, asegurando una liquidación de separación de la sociedad en clases, y al mismo tiempo la muerte del Estado como una presión organizada de una parte de la sociedad sobre la otra.
La historia ha demostrado que la forma organizativa del poder estatal que corresponde a la dictadura de la clase obrera no es un poder elegido según el principio territorial sino un poder que se forma dentro de los colectivos laborales. Cuando en Francia en 1871 por la primera vez en la historia fue establecida una dictadura del proletariado, aún no se reveló una forma de poder adecuada a la dictadura del proletariado. La naturaleza de la dictadura del proletariado como poder de la clase de obreros industriales, de fábricas, de ciudades apareció en París en 1871 por primera vez y, sin haber podido consolidarse en una forma correspondiente, desapareció del escenario histórico como un prólogo de la otra revolución, la Gran revolución socialista de Octubre en Rusia en el año 1917, que estableció la dictadura de la clase obrera en forma del Poder soviético (de los Soviets).
La Revolución rusa fue un ejemplo digno de repetir de un largo trabajo histórico de la clase obrera y de su partido que se llevaba a cabo dentro del antiguo régimen para crear un nuevo poder. Primeramente, en 1905 como resultado de una lucha de huelgas de tejedores de Ivanovo-Voznesensk fueron descubiertos los Soviets. No eran solamente organismos de gestión de huelagas, sino organismos de poder popular que por su naturaleza es una dictadura de la clase obrera. Si la clase obrera de Rusia no hubiera hecho este descubrimiento histórico de valor mundial, la revolución socialista, creación y desarrollo del socialismo habrían sido algo muy inseguro.
Lo primordial es que la única base material de socialismo es una gran industria de máquinas, y si el poder popular no está relacionado con ella, no está basado en ella, no tiene en ella su fuente de fuerzas para hacerse más sólido y desarrollarse, tarde o temprano será liquidado por las fuerzas de clase enemiga que lo superan. Y, al contrario, si está basado fuertemente en las fábricas y plantas, si crece y fortalece con el desarrollo de la economía, la causa del Poder soviético, la causa de la dictadura de la clase obrera, la causa del socialismo se convierte en una causa que históricamente es invencible.
La dictadura de la clase obrera, por lo tanto, es contraria a la dictadura de la burguesía no sólo por su naturaleza, sino también por la forma de su organización.
La burguesía organiza su poder que tiene pinta de un poder popular, efectúa una elección de diputados al parlamento a base de un sufragio universal, pero según circunscripciones electorales donde manda el poder del dinero. Y aunque es posible con esta forma del poder conseguir una elección de algunos representantes de trabajadores al parlamento es imposible lograr el poder de trabajadores dentro de este sistema de organización de elecciones.
Cabe parar en la parte filosófica de esta cuestión. El materialismo histórico nos enseña que la vida pública determina la conciencia pública. Esto significa que el régimen económico de una sociedad define su sobreestructura ideológica. Al dominio de burguesía en el sector económico corresponde el dominio de ideología burguesa en la conciencia pública. Vienen a votar las personas que están dirigidas por su conciencia, así que con un sufragio universal y una votación general la mayoría de las voces será para los candidatos de burguesía. La experiencia lo confirma prácticamente sin excepciones. Y la misma experiencia dice que si, de repente, la máquina electoral falla se aplicarán otros medios, incluidos los de fuerza, ya que estos medios están en las manos de la clase gobernante que no va a dejarlos, por supuesto, a otra clase sin una lucha violenta.
¿Qué hacer en esta situación? ¿Significa esto que tenemos que rechzar a participar en campañas electorales y en la lucha electoral? No, no lo significa. Otra cosa es que hay que considerar la participación en las elecciones a los organismos representativos y en sus actividades uno de los medios de organización de trabajadores, dirigir el proceso hacia la creación de los Soviets, basados en fábricas y plantas, hacia un apoyo de sus actividades no solamente mediante sindicatos profesionales y partido de la clase obrera, sino también con una ayuda de diputados que tienen derecho y posibilidades de trabajar n colectivos laborales. No obstante una actividad electoral y parlamentaria no puede ser el núcleo de actividad política de un partido verdaderamente revolucionario. El núcleo de su trabajo tiene que ser una organización de movimiento sindicalista de la clase obrera, lucha de la clase obrera no sólo por interéses a corto plazo, sino por los intereses radicales, a largo plazo, lucha orientada a crear en una perspectiva los Soviets como futuros organismos de un nuevo poder, poder socialista, y al mismo tiempo como organismos de autogestión colectiva de los trabajadores, organismos de su lucha por los intereses más actuales. A estos propósitos también tiene que ser supeditada la organización de lucha parlamentaria.
Sólo cuando en condiciones de una situación revolucionaria en las fábricas más grandes empiecen a funcionar los comités de huelga u otros organismos de autogestión obrera que tengan autoridad y sean formados de los representantes de los colectivos, cuando estos organismos sean unidos entre sí en los marcos de las ciudades y regiones mediante los Soviets municipales y regionales, y dentro del marco del país mediante un Soviet o Comité de trabajadores que reunirá a representantes de organizaciones obreras, cuando creen sus propias instituciones para mantener el orden y combatir la violencia – “druzhinas” (milicias) obreras, sólo entonces la cuestión del paso del poder a los Soviets, cualquier nombre que tengan, podrá ser planteada a nivel práctico. Sin conseguir todo ello todas las discusiones sobre el cambio del carácter del poder son vanas habladurías.
Es considerable que en Rusia en 1917 hubiera dos procesos electorales al mismo tiempo – eran elegidos los miembros de la Asamblea Constituyente (“Uchreditelnoye sobranie”) y de los Soviets. Las elecciones a la Asamblea Constituyente dieron la mayoría a los representantes de pequeña burguesía – mencheviques y socialistas-revolucionarios, y las elecciones a los Soviets – a los bolcheviques, partido de la clase obrera. Los bolcheviques tuvieron razón de no haber rechazado la posibilidad de participar en las elecciones al parlamento burgués y de haber aprovechado las oportunidades de la campaña electoral para su propaganda, pero, en primer término, hacían propaganda de la creación de los Soviets y luego del paso de todo el poder a estos Soviets.
La experiencia de nuestra revolución enseña que a una revolución socialista le precede un período de doble poder cuando existen al mismo tiempo un organismo de dominio burgués – parlamento burgués, y organismos del futuro nuevo poder – Soviets cuyo congreso, reunión o comité de representantes, tienen el objetivo de stablecer un nuevo poder.
Existiendo los Soviets como organismos del futuro poder dispuestos a ejecutar las funciones del nuevo aparato administrativo, se crea una situación que facilita el paso del poder de la burguesía al poder de la clase obrera, del parlamento burgués al poder de los Soviets. Si no existen los Soviets apoyados por las milicias obreras y en el transrumbo de las huelgas se plantea una dimisión del gobierno, presidente o de ambos, incluso si esta dimisión tiene lugar, esto no podrá cambiar la situación. Porque un cambio de personas no significa cambio de la clase que tiene el poder. Marx, Engels y Lenin explicaban minuciosamente, masticándolo como si fuera para los niños pequeños, que no se podía tomar la antigua máquina estatal y ponerla en marcha con nuevos objetivos. Hay que romperla, destrozarla y construir un nuevo aparato estatal capaz de llevar a cabo los intereses de la clase obrera. Los Soviets elegidos en colectivos laborales, que puedan llamarse de distintas formas en distintos países, presentan este nuevo aparato estatal que viene para sustituir el aparato viejo de burguesía.
Sin embargo estas realidades entran en las cabezas con mucha dificultad, y muchas personas siguen creyendo en los cuentos de hadas sobre la elección de un nuevo presidente bueno y sobre el nombramiento de un nuevo gobierno bueno. En cuanto a los propios parlamentarios su enfermedad más divulgada es el cretinismo parlamentario que se expresa en una fé ingenua de que se pueda solucionar entre paredes de parlamento todas las cuestiones radicales de la vida del pueblo. La realidad es otra: las cuestiones radicales de la vida del pueblo siempre se solucionaban fuera de los parlamentos, mediante una violenta lucha de clases e incluso mediante una guerra civil. Y cuanto menos ilusiones parlamentarias tengan los obreros y campesinos que crean sus Soviets, cuanto mejor estén organizados y preparados para romper una inevitable resistencia de la burguesía, tanto menos existe la posibilidad de una guerra civil. Al contrario, si se ocupa de desarmar a los obreros y adormecerles con unos cuentos sobre burgueses honestos y bondadosos, será inevitable el azote más cruel del pueblo. Esto fue confirmado con los acontecimientos en Chile y Rusia.
De este modo, la dictadura del proletariado tiene en calidad de su forma organizativa el poder de los Soviets eligidos dentro de los colectivos laborales. Esto se revela no solamente durante el período de constitución y consolidación del nuevo poder, sino es cierto aplicado a todo el período de socialismo hasta una liquidación total de clases sociales y la muerte del Estado. En el Programa redactado por Lenin y aprobado por el VIII Congreso del RCP(b) (Partido comunista ruso de bolcheviques) fue escrito: “la unidad electoral y la principal célula del Estado no es una circunscripción territorial, sino una unidad productiva (planta, fábrica)”.
¿Cómo organizarlo en práctica? Por ejemplo, así. En los colectivos laborales de las empresas según sus departamentos estructurales se eligen los Soviets de estos colectivos con dercho a revocar y sustituir a sus miembros en cualquier momento por iniciativa del colectivo estructural que les ha elegido. De los representantes de Soviets de empresas se forman unos Soviets municipales y regionales también con derecho a revocar y sustituir en cualquier momento a los representantes de los Soviets de empresas por iniciativa del Soviet que les ha delegado. El Congreso de los Soviets o el Comité de representantes de los Soviets municipales y rgionales forman el organismo supremo legislativo que nombra el gobierno y determina la política interior y exterior del país. El tiempo de participación de los obreros en la organización de los Soviets, de control sobre sus actividades y el tiempo que necesitan los diputados para cumplir con sus obligaciones es pagado de acuerdo con un salario medio.
¿Cómo garantizar en este caso una representación equivalente? El número de trabajadores de las principales empresas puede ser tomado como escala para determinar una norma de representación unificada para la ciudad. Digamos que si de 1 mil trabajadores se envía al Soviet municipal 1 persona, de un colectivo de 5 mil personas se eligen 5 diputados. Y al contrario, si el número de trabajadores es menor a un mil personas, este colectivo laboral se junta con otros colectivos pequeños hasta formar una cincunscripción productiva de 1 mil trabajadores. Para los que trabajan en pequeñas oficinas la norma de representación puede ser definida a partir de un número determinado de miembros de sindicatos.
Los ciudadanos que no trabajan en este caso pueden bien incluirse en alguna circunscripción productiva (por ejemplo, donde han trabajado antes o en las más cercanas), bien enviar a sus representantes de los comités de ciudadanos no empleados siguiendo la norma unificada de representación, así 1 diputado representará a 1 mil ciudadanos no empleados. De esta manera es garantizado el sufragio universal.
En este caso, si el Soviet de la célula principal de la construcción estatal, planta o fábrica, revoca a su representante de un Soviet municipal, este representante automáticamente pierde su mandato correspondiente y, con ello, su derecho a representar el Soviet municipal en el organismo superior del poder estatal, si antes tenía este derecho. El procedimiento práctico y la facilidad de revocar a un diputado elegido por un colectivo laboral permite llevar una lucha eficaz con burocratismo y arribismo y paulatinamente, no sólo a base de promesas y programas, sino sobre todo a base de una experiencia práctica, seleccionar a los miembros de organismos representativos del poder estatal que más correspondan a los intereses de la clase obrera.
Admás sería preferible que los diputados tuvieran media jornada laboral. Si un obrero de los cinco días laborales va a dedicar tres días a la semana a efectuar sus funciones de diputado, ya no será obrero, se separará del colectivo, pero no se convertirá en un intelecual, profesional, un objeto a manipular por parte de los políticos de turno. Si un obrero diputado no tiene días libres para efectuar sus funciones se convertirá en un “general de bodas” – diputado a quien le sientan a la mesa presidencial los días de fiesta para simbolizar la unión del poder con el pueblo. Lo más correcto será que el diputado continuando su trabajo profesional tenga tiempo suficiente para adquirir conocimientos y habilidades profesionales en la gestión del Estado. Digamos que, si un obrero tres días a la semana está frente a su máquina en su puesto de trabajo y dos días los dedica como diputado del Soviet a organizar a trabajadores, no se separará del colectivo y aprenderá poco a poco las ciencias del trabajo administrativo, incluido el uso del ordenador y tecnologías modernas de comunicación. Por supuesto, estos dos días que el obrero no cumple su trabajo de producción material tienen que serle pagados.
A propósito, ya en la práctica del capitalismo moderno existen unas condiciones para ello. La ley “Sobre el régimen jurídico de la empresa” de la República Federal de Alemania preve que en cada empresa que tenga al menos cinco trabajadores se elige un Consejo de producción, las actividades de este Consejo se llevan en las horas laborales y se pagan en términos medios. La burguesía avanzada comprende que hoy día, cuando los adelantos del progreso científico-técnico determinan el desarrollo de la economía, sin participación interesada de los productores directos en este proceso el progreso científico-técnico, y por consiguiente, la economía en general se frenará. Otra cosa es que en Alemania las competencias de los Consejos de producción son muy limitadas con las cuestiones de producción, y dichos Consejos no tienen contacto con los consejos de las otras empresas, ni con un organismo coordinador único y no tienen derecho a llevar un trabajo político. Para la burguesía es un instrumento más de divulgar entre los trabajadores las ideas del “consenso público”, “ser socios sociales”, “paz laboral”, “colaboración de clases” y paliar la lucha de clases.
La base de valor de uso de la producción asegura y supone proporcionar a los diputados de los colectivos laborales tiempo necesario para llevar sus funciones administrativas. Pero si sólo los diputados disponen de este tiempo de cualquier modo se separan de sus colectivos y los colectivos no pueden jugar un papel determinante. Tienen que controlar a sus diputados, darles mandatos y revocar a tiempo a los que no cumplen la voluntad del colectivos que les ha elegido. Todo esto supone tiempo que es un tiempo laboral pagado en términos medios. Tal tiempo tiene que ser proporcionado a cada trabajador como mínimo para poder participar en una reunión mensual del colectivo convocada con el fin de conocer el informe del diputado.
Sólo cuando sea organizado un control de los diputados elegidos por parte de sus electores y los productores directos puedan participar en las actividades de organismos estatales, el Poder soviético a pleno derecho podrá llamarse un poder de obreros y campesinos. Si las actividades de los propios obreros, campesinos, intelectuales son sustituidas con la actividad de personas contratadas – profesionales, a los que, por supuesto, no podemos evitar en ningún caso, entonces podemos volver a obtener una situación cuando el poder real no pertenece a los organismos legislativos, sino a los ejecutivos, y los Soviets son una especie de pantalla que cubre a los que detrás de ellos o en nombre de ellos hace sus negocios. Entonces es posible otra recidiva de reconstrucción de orden de propiedad privada del cual sufre tanto ahora el pueblo nuestro.
De aquí podemos hacer una conclusión de que las posibilidades de crear condiciones materiales cada vez más favorables para una participación de todos los miembros de la sociedad en la gestión del Estado, que crecen debido al desarrollo de la producción de valor s al consumo, tienen que ser utilizadas con eficacia, y esto, a su vez, contribuirá al desarrollo de la producción de valor s al consumo. La riqueza principal de la sociedad – tiempo libre – va a crecer todo el tiempo y va a ser distribuida con justicia, sin ser usurpada por una élite administrativa o intelectual. Entonces se pondrá en marcha el proceso de liquidación paulatina de las clases sociales y de acercamiento a un estado cuando todos los miembros de la sociedad sean trabajadores, cada uno con su carácter único que no será determinado con lo que hace en sus horas de trabajo sino con lo que ha hecho y hace en su tiempo libre que es tiempo para su libre desarrollo. Esto será un salto verdadero del reino de necesidad al reino de libertad.
Es bien conocida la idea de que hay tres tipos de esclavos. Uno de los esclavos es un simple esclavo que lleva su vida desgraciada obedeciendo a una voluntad superior. Otro esclavo está tan acostumbrado de serlo que empieza a babear pensando qué amo tan bueno tiene, qué gobernador tan bueno. No es simplemente un esclavo, es un lacayo, un bruto. Y hay tercer tipo de esclavo – el que se ha levantado para luchar contra todo el sistema de servidumbre, y aunque ésta no está todavía liquidada, ya no es un esclavo, es un revolucionario. Hasta ahora hemos hablado de las condiciones materiales y bases para poder participar los trabajadores en la gestión y autoadministración, de la estructura del Poder soviético, pero, como es lógico, nadie nos traerá liberación del viejo poder de burguesía, no será dios, ni un zar y ni un héroe. La liberación de los trabajadores es una tarea de los trabajadores mismos. En su lucha justa les ayudarán la lógica general del progreso histórico y los hombres más ilustrados de ciencia y cultura. No obstante, sin una lucha consciente y activa, decisiva e insistente de la clase obrera por sus intereses no se puede crear el Poder soviético, ni sostenerlo, sin una lucha así es imposible crear, ni desarrollar la economía del socialismo. Y esta lucha se lleva, se llevará en el futuro y llegará a su final triunfal si los partidos comunistas van a asegurar una correcta dirección de esta lucha.