La Revolución de Octubre ha confirmado la justeza del marxismo-leninismo
fragmento de una conferencia de Yemelian Yaroslavski, “La revolución rusa de 1917 y su lugar en la historia de la humanidad”, pronunciada en noviembre de 1942 en la Academia de Ciencias de la URSS
publicado en el blog Crítica Marxista-Leninista con motivo del 95º Aniversario de la Revolución de Octubre
en el Foro se publica en dos mensajes
La Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia constituye una brillante confirmación de la orientación en las doctrinas sociales, nacida hace cerca de 100 años, que tiene por iniciadores a los fundadores del comunismo científico: Carlos Marx y Federico Engels. En nuestra época, esta doctrina halló sus geniales continuadores, creadores, organizadores y constructores en Lenin y en Stalin.
No sería posible comprender la grandiosa significación de la revolución que tuvo lugar en octubre de 1917 en Rusia, si no pudiéramos emplear la doctrina del materialismo histórico como método de investigación de los fenómenos sociales, método minuciosamente elaborado en la doctrina del marxismo-leninismo. Es precisamente el método del materialismo histórico el que nos permite definir con objetividad histórica absoluta, el lugar y la significación que corresponde en la historia de la humanidad a esta Gran Revolución Socialista de Octubre.
La doctrina marxista nos enseña que la historia se desarrolla de manera que en una determinada fase de la evolución de la sociedad humana, las fuerzas productivas materiales, que constituyen la base de dicha sociedad,
“chocan con las condiciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han movido hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se transforma, más o menos lenta, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella… Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción, antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización”. (1).
La característica original de la situación histórica en medio de la cual se realizó la Gran Revolución Socialista de Octubre, radica en que la revolución democrático- burguesa que había triunfado en abril de 1917 se transformó, en un breve plazo, en una revolución socialista. Esta circunstancia provocó, desde el propio comienzo, profundas dudas entre los historiadores de tendencia burguesa.
Estos nos preguntaban con un gesto pedante. ¿Sería posible una revolución socialista victoriosa en un país como Rusia, atrasadísimo en muchos aspectos en comparación con los países adelantados del capitalismo? No hablemos ya de que la propia idea de la posibilidad del triunfo de la revolución socialista en Rusia, la idea de que el proletariado, una vez tomado el Poder lo sepa mantener; idea, que hace un cuarto de siglo, fue recibida con la mayor hostilidad por la inmensa mayoría de los teóricos de las ciencias sociales, tanto de nuestro país como del extranjero.
Los adversarios de la revolución socialista, que consideraban, que con la Revolución de Febrero de 1917 estaba ya terminado el proceso revolucionario en Rusia, y que la tarea ulterior residía únicamente en “desembarcar”, en encaminar por el “cauce normal” el desarrollo de Rusia dentro de los marcos del Estado burgués, se apoyaban, ante todo, en el atraso de las relaciones sociales en Rusia, en el atraso de su economía y de su cultura.
Los fundadores de la doctrina del marxismo-leninismo, sin embargo, no sólo habían previsto la victoria de la revolución socialista en Rusia; los bolcheviques jamás consideraron la revolución como un proceso espontáneo: por eso trabajaban incesantemente para asegurar su triunfo. Y una, de las condiciones más importantes del triunfo de la revolución socialista, fue la creación de un partido obrero independiente de nuevo tipo. Lenin y Stalin trabajaron durante muchas décadas en la organización de dicho Partido, en su educación política de combate, en la ilustración política de los millones de masas trabajadoras.
Lenin que había comenzado su actividad con la organización del partido obrero independiente en Rusia, previó que el resultado de la actividad de este Partido, no sería solamente el derrocamiento del zarismo. El derrocamiento del zarismo era solamente el primero, más importante y revolucionario objetivo de ese periodo. El derrocamiento del zarismo destruyó el baluarte más poderoso de la reacción, no solamente en Rusia, ya que el zarismo sirvió de fortaleza de la reacción también en los demás países. Ya en la década del 90 del siglo pasado, Lenin estaba convencido de que el Partido creado por la clase obrera, sabría levantar a las masas más extensas para la lucha y conduciría al proletariado ruso por la ruta directa de la lucha política abierta hacia la victoriosa revolución comunista.
El mérito más grande de Lenin y de Stalin radica precisamente en que, partiendo del análisis de los cambios que se habían producido en las últimas décadas en toda la situación política mundial, partiendo de un examen especialmente escrupuloso de las relaciones sociales que se estaban formando en Rusia, llegaron a la conclusión de la posibilidad del triunfo de la revolución socialista, de la victoria del socialismo en un solo país. La característica original de la situación histórica en Rusia, radicaba en que hacia ese período, cuando se formó el Partido Obrero en Rusia, aún no estaban liquidados los vestigios del feudalism0, aún no estaba liquidada la monarquía absolutista de los Romanov, y en Rusia se habían acumulado toda una serie de problemas imposibles de resolver sin la revolución más profunda. La lucha del proletariado ruso por el socialismo se entrelazó con la lucha de los campesinos contra los vestigios del feudalismo, contra la propiedad agrícola terrateniente, así como con el movimiento de liberación nacional de las decenas de millones de trabajadores de las diversas nacionalidades, para quienes la monarquía zarista era una “cárcel de los pueblos”. En tales condiciones, la revolución democrático-burguesa en Rusia, que significaba el fin de la Rusia de castas, que significaba la liquidación de la monarquía, de la propiedad feudal de la tierra y de la desigualdad de derechos de las nacionalidades, se transformó en la revolución socialista del proletariado en su lucha por su dictadura, por la eliminación de todas las bases de la explotación del hombre por el hombre.
Los historiadores de la Revolución Socialista de Octubre tienen ante sí una grande y seria tarea, consistente en demostrar toda la originalidad profunda de la Revolución Socialista de Octubre y su profundísima diferencia fundamental con todas las otras revoluciones; demostrar que la revolución socialista es la creación legítima de la historia, como lo fueron las revoluciones en los demás países, cada una de las cuales marcó un nuevo jalón progresivo en el desarrollo de la humanidad.
Refiriéndose a la revolución inglesa de 1648 y a la revolución francesa de 1789, Marx escribía en la “Nueva Gaceta Renana”, el 14 de diciembre de 1848:
“En 1648, la burguesía, en alianza con la nueva nobleza, luchó contra la monarquía, contra la nobleza feudal y contra la iglesia dominante.
En 1789, la burguesía, en alianza con el pueblo, luchó contra la monarquía, contra la nobleza y contra la iglesia dominante.
La revolución de 1789 tuvo por modelo (por lo menos, en Europa) solamente a la revolución de 1648, y esta última, solamente a la sublevación de los holandeses contra España. CADA UNA DE ESTAS REVOLUCIONES DIO HACIA ADELANTE UN PASO DE UN SIGLO EN COMPARACIÓN CON SU MODELO, NO SOLAMENTE EN EL ASPECTO CRONOLÓGICO, SINO TAMBIÉN POR SU ESENCIA (Subrayado por mí – E. Y.).
“Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones inglesa y francesa; fueron revoluciones de escala europea. No representaban el triunfo de una determinada clase de la sociedad sobre el régimen político caduco; proclamaron el régimen político de una nueva sociedad europea. La burguesía triunfó en estas revoluciones; pero su triunfo significaba entonces el triunfo del nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, el triunfo de la nación sobre el provincialismo, el triunfo de la concurrencia sobre el régimen gremial, el triunfo de la distribución de la propiedad sobre el mayorazgo, el triunfo de la posesión del propietario de la tierra sobre la sumisión del propietario a la tierra, el triunfo de la ilustración sobre la superstición, el triunfo de la familia sobre el título familiar, el triunfo de la industria sobre la pereza heroica, el triunfo del derecho burgués sobre los privilegios medioevales.
La revolución de 1648 representaba la victoria del siglo diecisiete sobre el siglo dieciséis; la revolución de 1789, la victoria del siglo dieciocho sobre el siglo diecisiete. Estas revoluciones expresaron las necesidades del mundo de entonces más que las necesidades de las partes del mundo en donde dichas revoluciones tuvieron lugar, o sea, en Inglaterra y Francia” (2).
Pero si la revolución de 1648 pudo tener por modelo a la revolución en los Países Bajos, y la revolución de 1789 en Francia pudo extraer las ideas y los métodos de lucha de la revolución inglesa de 1648, la Revolución Socialista de Octubre en Rusia careció de tales modelos. Claro está, en la revolución rusa de octubre de 1917 se ha acumulado la más inmensa experiencia histórica, mucho mayor que en todas las revoluciones precedentes. El Partido de los bolcheviques que encabezaba esta revolución, era un Partido que inculcó en la clase obrera de Rusia las gloriosas tradiciones de toda una serie de generaciones revolucionarias, de los héroes de las revoluciones de todas las épocas. ¡¿Acaso no nos emocionaba desde nuestra infancia, tanto la imagen valerosa del caudillo de los esclavos sublevado Espartaco; el amigo del pueblo Jean Paul Marat; el indomable revolucionario de Francia, Augusto Blanqui, así como los gloriosos jefes de la Comuna de París?! Sobre su modelo, sobre su lucha, sobre su fidelidad a la causa del pueblo, se han educado generaciones de revolucionarios rusas.
Y la historia del propio pueblo ruso, la historia de las sublevaciones campesinas en Rusia, en Ucrania, en Bielorrusia, en el Cáucaso, en los Urales, en el Asia Central; la historia del movimiento rev0lucionario del último siglo de antes de la Revolución de Octubre, comenzando por Radischev, los decembristas, los pecheros revolucionarios y terminando con las primeras y nítidas manifestaciones de lucha del Partido de Lenin y Stalin que acababa de nacer, ¿acaso esta historia no ha educado en la lucha diaria esta formidable organización que fue capaz de cumplir los grandes objetivos históricos?
Ahora ve todo el mundo la ceguera, la incomprensión estúpida de que daban prueba los que mantuvieron una actitud desdeñosa frente a nuestro Partido, que realizó las más grandiosas tareas históricas.
Sólo la gloriosa y heroica Comuna de París de 1871, pudo servir de modelo para la Revolución Socialista de Octubre de 1917. Pero su existencia demasiado breve no ha dejado huellas tan hondas para que sobre su base se pudiera organizar la triunfante revolución socialista, la sociedad socialista. No se puede menospreciar la significación de la experiencia de la Comuna de París, particularmente la significación creadora de las nuevas ideas, cuya expresión ella fue. Pero las proporciones de su actividad dentro de las fronteras de una sola ciudad y lo inacabado de su labor, no dieron suficientes directrices para la Revolución de Octubre de 1917.
fragmento de una conferencia de Yemelian Yaroslavski, “La revolución rusa de 1917 y su lugar en la historia de la humanidad”, pronunciada en noviembre de 1942 en la Academia de Ciencias de la URSS
publicado en el blog Crítica Marxista-Leninista con motivo del 95º Aniversario de la Revolución de Octubre
en el Foro se publica en dos mensajes
La Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia constituye una brillante confirmación de la orientación en las doctrinas sociales, nacida hace cerca de 100 años, que tiene por iniciadores a los fundadores del comunismo científico: Carlos Marx y Federico Engels. En nuestra época, esta doctrina halló sus geniales continuadores, creadores, organizadores y constructores en Lenin y en Stalin.
No sería posible comprender la grandiosa significación de la revolución que tuvo lugar en octubre de 1917 en Rusia, si no pudiéramos emplear la doctrina del materialismo histórico como método de investigación de los fenómenos sociales, método minuciosamente elaborado en la doctrina del marxismo-leninismo. Es precisamente el método del materialismo histórico el que nos permite definir con objetividad histórica absoluta, el lugar y la significación que corresponde en la historia de la humanidad a esta Gran Revolución Socialista de Octubre.
La doctrina marxista nos enseña que la historia se desarrolla de manera que en una determinada fase de la evolución de la sociedad humana, las fuerzas productivas materiales, que constituyen la base de dicha sociedad,
“chocan con las condiciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han movido hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se transforma, más o menos lenta, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella… Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción, antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización”. (1).
La característica original de la situación histórica en medio de la cual se realizó la Gran Revolución Socialista de Octubre, radica en que la revolución democrático- burguesa que había triunfado en abril de 1917 se transformó, en un breve plazo, en una revolución socialista. Esta circunstancia provocó, desde el propio comienzo, profundas dudas entre los historiadores de tendencia burguesa.
Estos nos preguntaban con un gesto pedante. ¿Sería posible una revolución socialista victoriosa en un país como Rusia, atrasadísimo en muchos aspectos en comparación con los países adelantados del capitalismo? No hablemos ya de que la propia idea de la posibilidad del triunfo de la revolución socialista en Rusia, la idea de que el proletariado, una vez tomado el Poder lo sepa mantener; idea, que hace un cuarto de siglo, fue recibida con la mayor hostilidad por la inmensa mayoría de los teóricos de las ciencias sociales, tanto de nuestro país como del extranjero.
Los adversarios de la revolución socialista, que consideraban, que con la Revolución de Febrero de 1917 estaba ya terminado el proceso revolucionario en Rusia, y que la tarea ulterior residía únicamente en “desembarcar”, en encaminar por el “cauce normal” el desarrollo de Rusia dentro de los marcos del Estado burgués, se apoyaban, ante todo, en el atraso de las relaciones sociales en Rusia, en el atraso de su economía y de su cultura.
Los fundadores de la doctrina del marxismo-leninismo, sin embargo, no sólo habían previsto la victoria de la revolución socialista en Rusia; los bolcheviques jamás consideraron la revolución como un proceso espontáneo: por eso trabajaban incesantemente para asegurar su triunfo. Y una, de las condiciones más importantes del triunfo de la revolución socialista, fue la creación de un partido obrero independiente de nuevo tipo. Lenin y Stalin trabajaron durante muchas décadas en la organización de dicho Partido, en su educación política de combate, en la ilustración política de los millones de masas trabajadoras.
Lenin que había comenzado su actividad con la organización del partido obrero independiente en Rusia, previó que el resultado de la actividad de este Partido, no sería solamente el derrocamiento del zarismo. El derrocamiento del zarismo era solamente el primero, más importante y revolucionario objetivo de ese periodo. El derrocamiento del zarismo destruyó el baluarte más poderoso de la reacción, no solamente en Rusia, ya que el zarismo sirvió de fortaleza de la reacción también en los demás países. Ya en la década del 90 del siglo pasado, Lenin estaba convencido de que el Partido creado por la clase obrera, sabría levantar a las masas más extensas para la lucha y conduciría al proletariado ruso por la ruta directa de la lucha política abierta hacia la victoriosa revolución comunista.
El mérito más grande de Lenin y de Stalin radica precisamente en que, partiendo del análisis de los cambios que se habían producido en las últimas décadas en toda la situación política mundial, partiendo de un examen especialmente escrupuloso de las relaciones sociales que se estaban formando en Rusia, llegaron a la conclusión de la posibilidad del triunfo de la revolución socialista, de la victoria del socialismo en un solo país. La característica original de la situación histórica en Rusia, radicaba en que hacia ese período, cuando se formó el Partido Obrero en Rusia, aún no estaban liquidados los vestigios del feudalism0, aún no estaba liquidada la monarquía absolutista de los Romanov, y en Rusia se habían acumulado toda una serie de problemas imposibles de resolver sin la revolución más profunda. La lucha del proletariado ruso por el socialismo se entrelazó con la lucha de los campesinos contra los vestigios del feudalismo, contra la propiedad agrícola terrateniente, así como con el movimiento de liberación nacional de las decenas de millones de trabajadores de las diversas nacionalidades, para quienes la monarquía zarista era una “cárcel de los pueblos”. En tales condiciones, la revolución democrático-burguesa en Rusia, que significaba el fin de la Rusia de castas, que significaba la liquidación de la monarquía, de la propiedad feudal de la tierra y de la desigualdad de derechos de las nacionalidades, se transformó en la revolución socialista del proletariado en su lucha por su dictadura, por la eliminación de todas las bases de la explotación del hombre por el hombre.
Los historiadores de la Revolución Socialista de Octubre tienen ante sí una grande y seria tarea, consistente en demostrar toda la originalidad profunda de la Revolución Socialista de Octubre y su profundísima diferencia fundamental con todas las otras revoluciones; demostrar que la revolución socialista es la creación legítima de la historia, como lo fueron las revoluciones en los demás países, cada una de las cuales marcó un nuevo jalón progresivo en el desarrollo de la humanidad.
Refiriéndose a la revolución inglesa de 1648 y a la revolución francesa de 1789, Marx escribía en la “Nueva Gaceta Renana”, el 14 de diciembre de 1848:
“En 1648, la burguesía, en alianza con la nueva nobleza, luchó contra la monarquía, contra la nobleza feudal y contra la iglesia dominante.
En 1789, la burguesía, en alianza con el pueblo, luchó contra la monarquía, contra la nobleza y contra la iglesia dominante.
La revolución de 1789 tuvo por modelo (por lo menos, en Europa) solamente a la revolución de 1648, y esta última, solamente a la sublevación de los holandeses contra España. CADA UNA DE ESTAS REVOLUCIONES DIO HACIA ADELANTE UN PASO DE UN SIGLO EN COMPARACIÓN CON SU MODELO, NO SOLAMENTE EN EL ASPECTO CRONOLÓGICO, SINO TAMBIÉN POR SU ESENCIA (Subrayado por mí – E. Y.).
“Las revoluciones de 1648 y de 1789 no fueron revoluciones inglesa y francesa; fueron revoluciones de escala europea. No representaban el triunfo de una determinada clase de la sociedad sobre el régimen político caduco; proclamaron el régimen político de una nueva sociedad europea. La burguesía triunfó en estas revoluciones; pero su triunfo significaba entonces el triunfo del nuevo régimen social, el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, el triunfo de la nación sobre el provincialismo, el triunfo de la concurrencia sobre el régimen gremial, el triunfo de la distribución de la propiedad sobre el mayorazgo, el triunfo de la posesión del propietario de la tierra sobre la sumisión del propietario a la tierra, el triunfo de la ilustración sobre la superstición, el triunfo de la familia sobre el título familiar, el triunfo de la industria sobre la pereza heroica, el triunfo del derecho burgués sobre los privilegios medioevales.
La revolución de 1648 representaba la victoria del siglo diecisiete sobre el siglo dieciséis; la revolución de 1789, la victoria del siglo dieciocho sobre el siglo diecisiete. Estas revoluciones expresaron las necesidades del mundo de entonces más que las necesidades de las partes del mundo en donde dichas revoluciones tuvieron lugar, o sea, en Inglaterra y Francia” (2).
Pero si la revolución de 1648 pudo tener por modelo a la revolución en los Países Bajos, y la revolución de 1789 en Francia pudo extraer las ideas y los métodos de lucha de la revolución inglesa de 1648, la Revolución Socialista de Octubre en Rusia careció de tales modelos. Claro está, en la revolución rusa de octubre de 1917 se ha acumulado la más inmensa experiencia histórica, mucho mayor que en todas las revoluciones precedentes. El Partido de los bolcheviques que encabezaba esta revolución, era un Partido que inculcó en la clase obrera de Rusia las gloriosas tradiciones de toda una serie de generaciones revolucionarias, de los héroes de las revoluciones de todas las épocas. ¡¿Acaso no nos emocionaba desde nuestra infancia, tanto la imagen valerosa del caudillo de los esclavos sublevado Espartaco; el amigo del pueblo Jean Paul Marat; el indomable revolucionario de Francia, Augusto Blanqui, así como los gloriosos jefes de la Comuna de París?! Sobre su modelo, sobre su lucha, sobre su fidelidad a la causa del pueblo, se han educado generaciones de revolucionarios rusas.
Y la historia del propio pueblo ruso, la historia de las sublevaciones campesinas en Rusia, en Ucrania, en Bielorrusia, en el Cáucaso, en los Urales, en el Asia Central; la historia del movimiento rev0lucionario del último siglo de antes de la Revolución de Octubre, comenzando por Radischev, los decembristas, los pecheros revolucionarios y terminando con las primeras y nítidas manifestaciones de lucha del Partido de Lenin y Stalin que acababa de nacer, ¿acaso esta historia no ha educado en la lucha diaria esta formidable organización que fue capaz de cumplir los grandes objetivos históricos?
Ahora ve todo el mundo la ceguera, la incomprensión estúpida de que daban prueba los que mantuvieron una actitud desdeñosa frente a nuestro Partido, que realizó las más grandiosas tareas históricas.
Sólo la gloriosa y heroica Comuna de París de 1871, pudo servir de modelo para la Revolución Socialista de Octubre de 1917. Pero su existencia demasiado breve no ha dejado huellas tan hondas para que sobre su base se pudiera organizar la triunfante revolución socialista, la sociedad socialista. No se puede menospreciar la significación de la experiencia de la Comuna de París, particularmente la significación creadora de las nuevas ideas, cuya expresión ella fue. Pero las proporciones de su actividad dentro de las fronteras de una sola ciudad y lo inacabado de su labor, no dieron suficientes directrices para la Revolución de Octubre de 1917.
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Emiliano (Yemelian) Yaroslavski
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Última edición por pedrocasca el Miér Ene 16, 2013 4:21 pm, editado 2 veces