"Stalin sobre la Revolución de Octubre"
textos tomados de "Trotskismo o Leninismo" y de "La Revolución de Octubre y la Táctica de los Comunistas Rusos", ambos de José V. Stalin
publicado en el blog Crítica Marxista-leninista con motivo del 95º Aniversario de la Revolución de Octubre
en el Foro se publica en dos mensajes
I. Hechos acerca de la insurrección de Octubre
Ante todo, acerca de la insurrección de Octubre. Entre los miembros del Partido es difundido intensamente el rumor de que el C.C., en su conjunto, estaba en contra de la insurrección en octubre de 1917. Suelen decir que el 10 de octubre, cuando el C.C. tomó el acuerdo de organizar la insurrección, la mayoría del C.C. se manifestó al principio contra la insurrección, pero que en aquel mismo instante irrumpió en el local donde se celebraba la reunión un obrero y dijo: “Vosotros os manifestáis en contra de la insurrección, pero yo os digo que, a pesar de todo, habrá insurrección”. Y cuentan, además, que después de estas amenazas el C.C. se acobardó, volvió a plantear el asunto de la insurrección y acordó organizarla.
Esto, camaradas, no es simplemente un rumor. De ello habla en su libro “Diez días” el célebre John Reed, que estaba muy lejos de nuestro Partido y no podía, naturalmente, conocer la historia de nuestra reunión secreta del 10 de octubre por lo que mordió el anzuelo de las calumnias propagadas por los Sujánov. Este cuento se reproduce y repite en muchos folletos salidos de las plumas trotskistas, entre ellos uno reciente de Sirkin acerca de Octubre. Estos rumores los alimenta celosamente Trotski en sus últimos escritos.
No creo que sea necesario demostrar que todos estos cuentos chinos y otros semejantes no corresponden a la verdad, que en realidad nada parecido ocurrió –ni podía ocurrir– en la reunión del C.C. Siendo así, bien podríamos desdeñar estos absurdos rumores: ¡qué rumores no se fabricarán en los despachos de los oposicionistas y de la gente lejana al Partido! Y así lo hemos venido haciendo hasta hoy, sin prestar atención a los errores de John Reed, por ejemplo, y sin preocuparnos de corregirlos. Pero, después de los últimos escritos de Trotski, ya no se pueden pasar por alto esas leyendas, pues con ellas tratan ahora de educar a la juventud y, desgraciadamente, han logrado ya en esa labor algunos resultados. Por ello debo oponer a esos absurdos rumores la verdad de los hechos.
Tomo las actas de la reunión del C.C. de nuestro Partido del 10 (23) de octubre de 1917. Asisten: Lenin, Zinóviev, Kámenev, Stalin, Trotski, Sverdlov, Uritski, Dzerzhinski, Kolontay, Búbnov, Sokólnikov y Lómov. Se discute en torno al momento y a la insurrección. Después de los debates, se vota la resolución del camarada Lenin acerca de la insurrección. La resolución es aprobada por una mayoría de 10 votos contra 2. Parece que está claro: el C.C. por una mayoría de 10 votos contra 2, acuerda pasar a la organización práctica de la insurrección. En esta misma reunión, el C.C. elige un centro político para dirigir la insurrección, al que da el nombre de Buró Político. Lo forman: Lenin, Zinóviev, Stalin, Kámenev, Trotski, Sokólnikov y Búbnov.
Tales son los hechos.
Estas actas destruyen de golpe varias leyendas. Destruyen la leyenda de que la mayoría del C.C. era contraria a la insurrección. Destruyen también la leyenda de que en el problema de la insurrección el C.C. estuvo a punto de escindirse. Las actas evidencian que los enemigos de la insurrección inmediata –Kámenev y Zinóviev– pasaron a integrar el organismo de dirección política de la insurrección al lado de los partidarios de ella. No hubo, ni podía haber, nada parecido a una escisión.
Trotski asegura que Kámenev y Zinóviev eran en Octubre el ala derecha de nuestro Partido, casi socialdemócratas. No se comprende cómo, en tal caso, no se produjo una escisión en el Partido, cómo las divergencias con Kámenev y Zinóviev duraron tan sólo unos días ni como estos camaradas, a pesar de esas divergencias, fueron colocados por el Partido en puestos de la mayor importancia y elegidos para formar parte del centro político de la insurrección, etc., etc.
El Partido conoce bastante bien lo implacable que era Lenin con los socialdemócratas; el Partido sabe que Lenin no hubiera accedido ni por un instante a tener en el Partido, y menos aún en puestos de la mayor importancia, a camaradas de mentalidad socialdemócrata. ¿A qué se debió que en el Partido no se produjera una escisión? Se debió a que, a pesar de las divergencias, esos camaradas eran viejos bolcheviques y pisaban el terreno común del bolchevismo.
¿Qué terreno común era ése? La unidad de criterios respecto a las cuestiones fundamentales: el carácter de la revolución rusa, las fuerzas motrices de la revolución, el papel del campesinado, los principios de dirección del Partido, etc. Sin eso terreno común, la escisión hubiera sido inevitable. No hubo escisión, y las divergencias duraron en total unos días, por la única y exclusiva razón de que Kámenev y Zinóviev eran leninistas, bolcheviques.
Veamos ahora la leyenda sobre el papel particular de Trotski en la insurrección de Octubre. Los trotskistas propagan insistentemente rumores de que Trotski fue el inspirador y el único dirigente de la insurrección de Octubre. Esos rumores los propaga con particular empeño Lentsner, el llamado redactor de las obras de Trotski. El propio Trotski, dando sistemáticamente de lado al Partido, al C.C. del Partido y al Comité de Petrogrado del Partido, silenciando el papel dirigente de estas organizaciones en la insurrección y presentándose machaconamente a sí mismo como la figura central de la insurrección de Octubre, contribuye, quiéralo o no, a propagar esos rumores acerca de su papel particular en la insurrección. Estoy lejos de negar el papel, indudablemente importante, desempeñado por Trotski en la insurrección. Pero debo decir que Trotski no desempeñó, ni podía desempeñar, ningún papel particular en la insurrección de Octubre, y que, siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se limitaba a cumplir la voluntad de las correspondientes instancias del Partido, que dirigían cada uno de sus pasos. A los filisteos como Sujánov todo eso puede parecerles extraño, pero los hechos, los hechos reales, confirman por entero lo que digo.
Tomemos las actas de la reunión siguiente del C.C., celebrada el 16 (29) de octubre de 1917. Participan en ella los miembros del C.C. más representantes del Comité de Petrogrado y representantes de la organización militar, de los comités de fábrica, de los sindicatos y de los ferroviarios. Entre los asistentes, además de los miembros del C.C. figuran: Krilenko, Shotman, Kalinin, Volodarski, Shliápnikov, Lacis y otros. En total, 25 personas. Se discute el problema de la insurrección desde un punto de vista puramente práctico y organizativo. Se aprueba la resolución de Lenin sobre la insurrección por una mayoría de 20 votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro práctico para dirigir la organización de la insurrección. ¿Quiénes pasan a formar parte de dicho centro? Para él son elegidos cinco camaradas: Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Búbnov y Uritski. Tareas del centro práctico: dirigir todos los organismos de preparación práctica de la insurrección, de acuerdo con las directivas del Comité Central.
Como veis, en esta reunión del C.C. ocurrió algo “terrible”, es decir, Trotski, el “inspirador”, la “figura principal”, el “único dirigente” de la insurrección, no fue elegido, de “modo extraño”, para el centro práctico llamado a dirigir la insurrección. ¿Cómo compaginar este hecho con esa difundida opinión acerca del papel particular de Trotski? ¿No es verdad que todo ello es algo “extraño”, como diría Sujánov, o como dirían los trotskistas? Sin embargo, no hay en ello, hablando en propiedad, nada de extraño, pues Trotski, por ser entonces relativamente nuevo en el Partido, no desempeñó ni podía desempeñar ningún papel particular en el Partido ni en la insurrección de Octubre. Lo mismo que todos los demás funcionarios en puestos de responsabilidad, era únicamente un ejecutor de la voluntad del C.C. y de sus organismos. Quien conozca el mecanismo de dirección del Partido Bolchevique, comprenderá sin gran trabajo que no podía ser de otro modo: en cuanto Trotski no hubiera acatado la voluntad del C.C., habría perdido toda influencia sobre el curso de los acontecimientos. Las habladurías acerca del papel particular de Trotski son una leyenda propagada por complacientes comadres “del Partido”.
Eso no quiere decir, naturalmente, que la insurrección de Octubre no tuviera su inspirador. La insurrección tuvo su inspirador y su dirigente. Pero fue Lenin, y nadie más que Lenin, cuya resoluciones aprobó el C.C. al decidir el problema de la insurrección; Lenin, a quien la clandestinidad no impidió ser el verdadero inspirador de la insurrección, a despecho de las afirmaciones de Trotski. Es necio y ridículo querer ocultar ahora con habladurías acerca de la clandestinidad el hecho indudable de que el inspirador de la insurrección fue V. I. Lenin, el jefe del Partido.
Tales son los hechos.
Admitámoslo, nos dicen, pero no se puede negar que Trotski peleó en el período de Octubre. Sí, eso es cierto, Trotski peleó bien en el período de Octubre. Pero en el período de Octubre no sólo Trotski peleó bien; ni siquiera pelearon mal gentes como los eseristas de izquierdas, que entonces marchaban hombro a hombro con los bolcheviques. Debo decir, en general, que en el período de la insurrección triunfante, cuando el enemigo está aislado y la insurrección se extiende, no es difícil pelear bien. En estos momentos, hasta los elementos atrasados se hacen héroes.
Pero la lucha del proletariado no es una ofensiva continua, una cadena de éxitos constantes. La lucha del proletariado tiene que pasar también por sus pruebas y sufrir sus derrotas. Y verdadero revolucionario no es quien da muestras de valor en el período de la insurrección triunfante, sino quien, peleando bien cuando la revolución despliega una ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar muestras de valor en el período de repliegue de la revolución, que el período de derrota del proletariado; quien no pierde la cabeza y no se acobarda ante los reveses de la revolución, ante los éxitos del enemigo; quien no se deja llevar del pánico ni cae en la desesperación en el período de repliegue de la revolución.
Los eseristas de izquierda no lucharon mal en el período de Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero ¿quién ignora que esos “denodados” combatientes se dejaron llevar del pánico en el período de Brest-Litovsk, cuando la ofensiva del imperialismo alemán les hizo caer en la desesperación y en el histerismo? Es muy de lamentar, pero es un hecho indudable que a Trotski, que peleó bien en el período de Octubre, le faltó valor en el período de Brest-Litovsk, en un período de reveses temporales de la revolución, para dar muestras de suficiente firmeza en tan difícil momento y no seguir las huellas de los eseristas de izquierda. Es indiscutible que el momento era difícil, que había que poner de manifiesto gran valentía y una serenidad extraordinaria para no desconcertarse, para replegarse a tiempo para aceptar la paz en el momento oportuno, salvar al ejército proletario del golpe que quería asestarle el imperialismo alemán, conservar las reservas campesinas y, después de haber obtenido, de tal modo, una tregua, caer sobre el enemigo con nuevas fuerzas. Pero, desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valentía ni esa firmeza revolucionaria en un momento tan difícil.
Según opina Trotski, la principal enseñanza de la revolución proletaria consiste en “no acobardarse” en Octubre. Eso es falso, porque la afirmación de Trotski no encierra más que una partícula de la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución. Toda la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución proletaria consiste en “no acobardarse” no sólo en los días de ofensiva de la revolución, sino tampoco en los días de repliegue, cuando el enemigo obtiene ventajas y la revolución sufre reveses. La revolución no queda circunscrita a Octubre. Octubre no es más que el comienzo de la revolución proletaria. Malo es acobardarse cuando la insurrección va en ascenso. Pero aun es peor acobardarse cuando llegan duras pruebas para la revolución, después de la toma del Poder. Mantenerse en el Poder al día siguiente de la revolución es tan importante como tomarlo. Si Trotski se acobardó en el período de Brest-Litovsk, en un período de duras pruebas para nuestra revolución, cuando la cosa llegó casi a la “entrega” del Poder, debe comprender que los errores de Kámenev y de Zinóviev en Octubre no tienen nada que ver con esto.
Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca de la insurrección de Octubre.
II. El partido y la preparación de Octubre
Pasemos ahora al problema de la preparación de Octubre.
Escuchando a Trotski, pudría suponerse que en todo el período de preparación, de marzo a octubre, el Partido Bolchevique no hacía sino agitarse sin ton ni son; que estaba corroído por contradicciones internas y ponía a Lenin toda clase de estorbos, y que, de no haber sido por Trotski, nadie salve cómo habría terminado la Revolución de Octubre. Hasta cierto punto, divierten estas peregrinas palabras acerca del Partido en boca de Trotski, quién en el mismo “prefacio” al tomo III declara que “el fundamental instrumento de la revolución proletaria es el Partido”, que, “sin el Partido, haciendo caso omiso del Partido, dando de lado al Partido, con un sucedáneo del Partido, la revolución proletaria no puede vencer”. En fin, ni el mismísimo Alá alcanzará a comprender cómo pudo triunfar nuestra revolución si “su fundamental instrumento” resultó inservible y si, “dando de lado al Partido”, no hay ninguna posibilidad de vencer. Pero no es la primera vez que Trotski nos obsequia con tales extravagancias. Es de suponer que estos divertidos razonamientos acerca de nuestro Partido sean las habituales extravagancias de Trotski.
Examinemos, brevemente, la historia de la preparación de Octubre por períodos:
1) El período de nueva orientación del Partido (marzo-abril). Hechos principales de este periodo:
a)el derrocamiento del zarismo;
b)la formación del Gobierno Provisional (dictadura de la burguesía);
c)la aparición de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados (dictadura del proletariado y del campesinado);
d) la dualidad de poderes;
e) la manifestación de abril;
f) la primera crisis de Poder.
El rasgo característico de este período es que existen, una al lado de otra, juntas, al mismo tiempo, la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado y del campesinado, con la particularidad de que la segunda tiene confianza en la primera, supone en ella anhelos de paz, entrega voluntariamente el Poder a la burguesía y se convierte de este modo, en un apéndice suyo. Aun no hay conflictos graves entre las dos dictaduras. Pero, en cambio, hay una “comisión de enlace”.
Fue éste un grandioso viraje en la historia de Rusia y un viraje inusitado en la historia de nuestro Partido. La vieja plataforma de derrocamiento directo del gobierno, formulada antes de la revolución era clara y concreta pero ya no servía para las nuevas condiciones de la lucha. Ahora ya no se podía marchar directamente al derrocamiento del gobierno, porque estaba ligado a los Soviets, que se hallaban bajo la influencia de los defensistas, y el Partido hubiera tenido que sostener una guerra superior a sus fuerzas contra el gobierno y contra los Soviets. Pero tampoco se podía aplicar una política de apoyo al Gobierno Provisional, porque era un gobierno del imperialismo. Se imponía una nueva orientación del Partido en las nuevas condiciones de la lucha. El Partido (su mayoría) marchaba a tientas hacia esa nueva orientación. Adoptó la política de presión de los Soviets sobre el Gobierno Provisional en el problema de la paz y no se decidió a pasar de golpe, de la vieja consigna de dictadura del proletariado y del campesinado, a la nueva consigna del Poder de los Soviets.
Con esta política de medias tintas se quería que los Soviets pudieran ver en las cuestiones concretas de la paz la verdadera naturaleza imperialista del Gobierno Provisional y apartarlos así de él. Pero ésa era una posición profundamente errónea, pues engendraba ilusiones pacifistas, llevaban el agua al molino del defensismo y dificultaba la educación revolucionaria de las masas. Esa posición errónea la compartía yo entonces con otros camaradas del Partido y no la abandoné del todo hasta mediados de abril, cuando me solidarice con las tesis de Lenin. Se imponía una nueva orientación. Esa nueva orientación la dio Lenin al Partido en sus famosas Tesis de Abril. No voy a extenderme acerca, pues todos y cada uno de vosotros las conocéis. ¿Tuvo entonces el Partido divergencias con Lenin? Si, las tuvo. ¿Cuánto duraron esas divergencias? Dos semanas, a lo sumo.
La Conferencia Local de Petrogrado (segunda quincena de abril), que aprobó las tesis de Lenin, fue un punto crucial en el desarrollo de nuestro Partido. La Conferencia de toda Rusia celebrada a fines de abril no hizo más que llevar a término en escala nacional lo hecho por la Conferencia de Petrogrado, agrupado en torno a una posición única del Partido a las nueve décimas parte de este.
textos tomados de "Trotskismo o Leninismo" y de "La Revolución de Octubre y la Táctica de los Comunistas Rusos", ambos de José V. Stalin
publicado en el blog Crítica Marxista-leninista con motivo del 95º Aniversario de la Revolución de Octubre
en el Foro se publica en dos mensajes
I. Hechos acerca de la insurrección de Octubre
Ante todo, acerca de la insurrección de Octubre. Entre los miembros del Partido es difundido intensamente el rumor de que el C.C., en su conjunto, estaba en contra de la insurrección en octubre de 1917. Suelen decir que el 10 de octubre, cuando el C.C. tomó el acuerdo de organizar la insurrección, la mayoría del C.C. se manifestó al principio contra la insurrección, pero que en aquel mismo instante irrumpió en el local donde se celebraba la reunión un obrero y dijo: “Vosotros os manifestáis en contra de la insurrección, pero yo os digo que, a pesar de todo, habrá insurrección”. Y cuentan, además, que después de estas amenazas el C.C. se acobardó, volvió a plantear el asunto de la insurrección y acordó organizarla.
Esto, camaradas, no es simplemente un rumor. De ello habla en su libro “Diez días” el célebre John Reed, que estaba muy lejos de nuestro Partido y no podía, naturalmente, conocer la historia de nuestra reunión secreta del 10 de octubre por lo que mordió el anzuelo de las calumnias propagadas por los Sujánov. Este cuento se reproduce y repite en muchos folletos salidos de las plumas trotskistas, entre ellos uno reciente de Sirkin acerca de Octubre. Estos rumores los alimenta celosamente Trotski en sus últimos escritos.
No creo que sea necesario demostrar que todos estos cuentos chinos y otros semejantes no corresponden a la verdad, que en realidad nada parecido ocurrió –ni podía ocurrir– en la reunión del C.C. Siendo así, bien podríamos desdeñar estos absurdos rumores: ¡qué rumores no se fabricarán en los despachos de los oposicionistas y de la gente lejana al Partido! Y así lo hemos venido haciendo hasta hoy, sin prestar atención a los errores de John Reed, por ejemplo, y sin preocuparnos de corregirlos. Pero, después de los últimos escritos de Trotski, ya no se pueden pasar por alto esas leyendas, pues con ellas tratan ahora de educar a la juventud y, desgraciadamente, han logrado ya en esa labor algunos resultados. Por ello debo oponer a esos absurdos rumores la verdad de los hechos.
Tomo las actas de la reunión del C.C. de nuestro Partido del 10 (23) de octubre de 1917. Asisten: Lenin, Zinóviev, Kámenev, Stalin, Trotski, Sverdlov, Uritski, Dzerzhinski, Kolontay, Búbnov, Sokólnikov y Lómov. Se discute en torno al momento y a la insurrección. Después de los debates, se vota la resolución del camarada Lenin acerca de la insurrección. La resolución es aprobada por una mayoría de 10 votos contra 2. Parece que está claro: el C.C. por una mayoría de 10 votos contra 2, acuerda pasar a la organización práctica de la insurrección. En esta misma reunión, el C.C. elige un centro político para dirigir la insurrección, al que da el nombre de Buró Político. Lo forman: Lenin, Zinóviev, Stalin, Kámenev, Trotski, Sokólnikov y Búbnov.
Tales son los hechos.
Estas actas destruyen de golpe varias leyendas. Destruyen la leyenda de que la mayoría del C.C. era contraria a la insurrección. Destruyen también la leyenda de que en el problema de la insurrección el C.C. estuvo a punto de escindirse. Las actas evidencian que los enemigos de la insurrección inmediata –Kámenev y Zinóviev– pasaron a integrar el organismo de dirección política de la insurrección al lado de los partidarios de ella. No hubo, ni podía haber, nada parecido a una escisión.
Trotski asegura que Kámenev y Zinóviev eran en Octubre el ala derecha de nuestro Partido, casi socialdemócratas. No se comprende cómo, en tal caso, no se produjo una escisión en el Partido, cómo las divergencias con Kámenev y Zinóviev duraron tan sólo unos días ni como estos camaradas, a pesar de esas divergencias, fueron colocados por el Partido en puestos de la mayor importancia y elegidos para formar parte del centro político de la insurrección, etc., etc.
El Partido conoce bastante bien lo implacable que era Lenin con los socialdemócratas; el Partido sabe que Lenin no hubiera accedido ni por un instante a tener en el Partido, y menos aún en puestos de la mayor importancia, a camaradas de mentalidad socialdemócrata. ¿A qué se debió que en el Partido no se produjera una escisión? Se debió a que, a pesar de las divergencias, esos camaradas eran viejos bolcheviques y pisaban el terreno común del bolchevismo.
¿Qué terreno común era ése? La unidad de criterios respecto a las cuestiones fundamentales: el carácter de la revolución rusa, las fuerzas motrices de la revolución, el papel del campesinado, los principios de dirección del Partido, etc. Sin eso terreno común, la escisión hubiera sido inevitable. No hubo escisión, y las divergencias duraron en total unos días, por la única y exclusiva razón de que Kámenev y Zinóviev eran leninistas, bolcheviques.
Veamos ahora la leyenda sobre el papel particular de Trotski en la insurrección de Octubre. Los trotskistas propagan insistentemente rumores de que Trotski fue el inspirador y el único dirigente de la insurrección de Octubre. Esos rumores los propaga con particular empeño Lentsner, el llamado redactor de las obras de Trotski. El propio Trotski, dando sistemáticamente de lado al Partido, al C.C. del Partido y al Comité de Petrogrado del Partido, silenciando el papel dirigente de estas organizaciones en la insurrección y presentándose machaconamente a sí mismo como la figura central de la insurrección de Octubre, contribuye, quiéralo o no, a propagar esos rumores acerca de su papel particular en la insurrección. Estoy lejos de negar el papel, indudablemente importante, desempeñado por Trotski en la insurrección. Pero debo decir que Trotski no desempeñó, ni podía desempeñar, ningún papel particular en la insurrección de Octubre, y que, siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se limitaba a cumplir la voluntad de las correspondientes instancias del Partido, que dirigían cada uno de sus pasos. A los filisteos como Sujánov todo eso puede parecerles extraño, pero los hechos, los hechos reales, confirman por entero lo que digo.
Tomemos las actas de la reunión siguiente del C.C., celebrada el 16 (29) de octubre de 1917. Participan en ella los miembros del C.C. más representantes del Comité de Petrogrado y representantes de la organización militar, de los comités de fábrica, de los sindicatos y de los ferroviarios. Entre los asistentes, además de los miembros del C.C. figuran: Krilenko, Shotman, Kalinin, Volodarski, Shliápnikov, Lacis y otros. En total, 25 personas. Se discute el problema de la insurrección desde un punto de vista puramente práctico y organizativo. Se aprueba la resolución de Lenin sobre la insurrección por una mayoría de 20 votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro práctico para dirigir la organización de la insurrección. ¿Quiénes pasan a formar parte de dicho centro? Para él son elegidos cinco camaradas: Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Búbnov y Uritski. Tareas del centro práctico: dirigir todos los organismos de preparación práctica de la insurrección, de acuerdo con las directivas del Comité Central.
Como veis, en esta reunión del C.C. ocurrió algo “terrible”, es decir, Trotski, el “inspirador”, la “figura principal”, el “único dirigente” de la insurrección, no fue elegido, de “modo extraño”, para el centro práctico llamado a dirigir la insurrección. ¿Cómo compaginar este hecho con esa difundida opinión acerca del papel particular de Trotski? ¿No es verdad que todo ello es algo “extraño”, como diría Sujánov, o como dirían los trotskistas? Sin embargo, no hay en ello, hablando en propiedad, nada de extraño, pues Trotski, por ser entonces relativamente nuevo en el Partido, no desempeñó ni podía desempeñar ningún papel particular en el Partido ni en la insurrección de Octubre. Lo mismo que todos los demás funcionarios en puestos de responsabilidad, era únicamente un ejecutor de la voluntad del C.C. y de sus organismos. Quien conozca el mecanismo de dirección del Partido Bolchevique, comprenderá sin gran trabajo que no podía ser de otro modo: en cuanto Trotski no hubiera acatado la voluntad del C.C., habría perdido toda influencia sobre el curso de los acontecimientos. Las habladurías acerca del papel particular de Trotski son una leyenda propagada por complacientes comadres “del Partido”.
Eso no quiere decir, naturalmente, que la insurrección de Octubre no tuviera su inspirador. La insurrección tuvo su inspirador y su dirigente. Pero fue Lenin, y nadie más que Lenin, cuya resoluciones aprobó el C.C. al decidir el problema de la insurrección; Lenin, a quien la clandestinidad no impidió ser el verdadero inspirador de la insurrección, a despecho de las afirmaciones de Trotski. Es necio y ridículo querer ocultar ahora con habladurías acerca de la clandestinidad el hecho indudable de que el inspirador de la insurrección fue V. I. Lenin, el jefe del Partido.
Tales son los hechos.
Admitámoslo, nos dicen, pero no se puede negar que Trotski peleó en el período de Octubre. Sí, eso es cierto, Trotski peleó bien en el período de Octubre. Pero en el período de Octubre no sólo Trotski peleó bien; ni siquiera pelearon mal gentes como los eseristas de izquierdas, que entonces marchaban hombro a hombro con los bolcheviques. Debo decir, en general, que en el período de la insurrección triunfante, cuando el enemigo está aislado y la insurrección se extiende, no es difícil pelear bien. En estos momentos, hasta los elementos atrasados se hacen héroes.
Pero la lucha del proletariado no es una ofensiva continua, una cadena de éxitos constantes. La lucha del proletariado tiene que pasar también por sus pruebas y sufrir sus derrotas. Y verdadero revolucionario no es quien da muestras de valor en el período de la insurrección triunfante, sino quien, peleando bien cuando la revolución despliega una ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar muestras de valor en el período de repliegue de la revolución, que el período de derrota del proletariado; quien no pierde la cabeza y no se acobarda ante los reveses de la revolución, ante los éxitos del enemigo; quien no se deja llevar del pánico ni cae en la desesperación en el período de repliegue de la revolución.
Los eseristas de izquierda no lucharon mal en el período de Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero ¿quién ignora que esos “denodados” combatientes se dejaron llevar del pánico en el período de Brest-Litovsk, cuando la ofensiva del imperialismo alemán les hizo caer en la desesperación y en el histerismo? Es muy de lamentar, pero es un hecho indudable que a Trotski, que peleó bien en el período de Octubre, le faltó valor en el período de Brest-Litovsk, en un período de reveses temporales de la revolución, para dar muestras de suficiente firmeza en tan difícil momento y no seguir las huellas de los eseristas de izquierda. Es indiscutible que el momento era difícil, que había que poner de manifiesto gran valentía y una serenidad extraordinaria para no desconcertarse, para replegarse a tiempo para aceptar la paz en el momento oportuno, salvar al ejército proletario del golpe que quería asestarle el imperialismo alemán, conservar las reservas campesinas y, después de haber obtenido, de tal modo, una tregua, caer sobre el enemigo con nuevas fuerzas. Pero, desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valentía ni esa firmeza revolucionaria en un momento tan difícil.
Según opina Trotski, la principal enseñanza de la revolución proletaria consiste en “no acobardarse” en Octubre. Eso es falso, porque la afirmación de Trotski no encierra más que una partícula de la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución. Toda la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución proletaria consiste en “no acobardarse” no sólo en los días de ofensiva de la revolución, sino tampoco en los días de repliegue, cuando el enemigo obtiene ventajas y la revolución sufre reveses. La revolución no queda circunscrita a Octubre. Octubre no es más que el comienzo de la revolución proletaria. Malo es acobardarse cuando la insurrección va en ascenso. Pero aun es peor acobardarse cuando llegan duras pruebas para la revolución, después de la toma del Poder. Mantenerse en el Poder al día siguiente de la revolución es tan importante como tomarlo. Si Trotski se acobardó en el período de Brest-Litovsk, en un período de duras pruebas para nuestra revolución, cuando la cosa llegó casi a la “entrega” del Poder, debe comprender que los errores de Kámenev y de Zinóviev en Octubre no tienen nada que ver con esto.
Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca de la insurrección de Octubre.
II. El partido y la preparación de Octubre
Pasemos ahora al problema de la preparación de Octubre.
Escuchando a Trotski, pudría suponerse que en todo el período de preparación, de marzo a octubre, el Partido Bolchevique no hacía sino agitarse sin ton ni son; que estaba corroído por contradicciones internas y ponía a Lenin toda clase de estorbos, y que, de no haber sido por Trotski, nadie salve cómo habría terminado la Revolución de Octubre. Hasta cierto punto, divierten estas peregrinas palabras acerca del Partido en boca de Trotski, quién en el mismo “prefacio” al tomo III declara que “el fundamental instrumento de la revolución proletaria es el Partido”, que, “sin el Partido, haciendo caso omiso del Partido, dando de lado al Partido, con un sucedáneo del Partido, la revolución proletaria no puede vencer”. En fin, ni el mismísimo Alá alcanzará a comprender cómo pudo triunfar nuestra revolución si “su fundamental instrumento” resultó inservible y si, “dando de lado al Partido”, no hay ninguna posibilidad de vencer. Pero no es la primera vez que Trotski nos obsequia con tales extravagancias. Es de suponer que estos divertidos razonamientos acerca de nuestro Partido sean las habituales extravagancias de Trotski.
Examinemos, brevemente, la historia de la preparación de Octubre por períodos:
1) El período de nueva orientación del Partido (marzo-abril). Hechos principales de este periodo:
a)el derrocamiento del zarismo;
b)la formación del Gobierno Provisional (dictadura de la burguesía);
c)la aparición de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados (dictadura del proletariado y del campesinado);
d) la dualidad de poderes;
e) la manifestación de abril;
f) la primera crisis de Poder.
El rasgo característico de este período es que existen, una al lado de otra, juntas, al mismo tiempo, la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado y del campesinado, con la particularidad de que la segunda tiene confianza en la primera, supone en ella anhelos de paz, entrega voluntariamente el Poder a la burguesía y se convierte de este modo, en un apéndice suyo. Aun no hay conflictos graves entre las dos dictaduras. Pero, en cambio, hay una “comisión de enlace”.
Fue éste un grandioso viraje en la historia de Rusia y un viraje inusitado en la historia de nuestro Partido. La vieja plataforma de derrocamiento directo del gobierno, formulada antes de la revolución era clara y concreta pero ya no servía para las nuevas condiciones de la lucha. Ahora ya no se podía marchar directamente al derrocamiento del gobierno, porque estaba ligado a los Soviets, que se hallaban bajo la influencia de los defensistas, y el Partido hubiera tenido que sostener una guerra superior a sus fuerzas contra el gobierno y contra los Soviets. Pero tampoco se podía aplicar una política de apoyo al Gobierno Provisional, porque era un gobierno del imperialismo. Se imponía una nueva orientación del Partido en las nuevas condiciones de la lucha. El Partido (su mayoría) marchaba a tientas hacia esa nueva orientación. Adoptó la política de presión de los Soviets sobre el Gobierno Provisional en el problema de la paz y no se decidió a pasar de golpe, de la vieja consigna de dictadura del proletariado y del campesinado, a la nueva consigna del Poder de los Soviets.
Con esta política de medias tintas se quería que los Soviets pudieran ver en las cuestiones concretas de la paz la verdadera naturaleza imperialista del Gobierno Provisional y apartarlos así de él. Pero ésa era una posición profundamente errónea, pues engendraba ilusiones pacifistas, llevaban el agua al molino del defensismo y dificultaba la educación revolucionaria de las masas. Esa posición errónea la compartía yo entonces con otros camaradas del Partido y no la abandoné del todo hasta mediados de abril, cuando me solidarice con las tesis de Lenin. Se imponía una nueva orientación. Esa nueva orientación la dio Lenin al Partido en sus famosas Tesis de Abril. No voy a extenderme acerca, pues todos y cada uno de vosotros las conocéis. ¿Tuvo entonces el Partido divergencias con Lenin? Si, las tuvo. ¿Cuánto duraron esas divergencias? Dos semanas, a lo sumo.
La Conferencia Local de Petrogrado (segunda quincena de abril), que aprobó las tesis de Lenin, fue un punto crucial en el desarrollo de nuestro Partido. La Conferencia de toda Rusia celebrada a fines de abril no hizo más que llevar a término en escala nacional lo hecho por la Conferencia de Petrogrado, agrupado en torno a una posición única del Partido a las nueve décimas parte de este.
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Última edición por pedrocasca el Miér Ene 16, 2013 1:43 pm, editado 1 vez