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    Enver Hoxha - La lucha contra el titismo y las desviaciones de la línea del partido (1952)

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    Mensaje por NG Jue Feb 07, 2013 6:56 pm

    Texto traducido por el camarada Dzerjinskii:
    Enver Hoxha

    LA LUCHA CONTRA EL TITOISMO Y LAS DESVIACIONES DE LA LINEA DEL PARTIDO


    Extracto del Informe al II Congreso del Partido del Trabajo de Albania (31 de marzo - 7 de abril de 1952).
    Obras Escogidas. Tomo II Páginas 249 a 256. Casa editora «8 Nëntori»
    Tirana 1981

    Los trotskistas yugoslavos, acaudillados por el renegado Tito, son pérfidos enemigos que siempre han conspirado y conspiran contra nuestro Partido y contra la independencia de la Patria. Son conocidos los métodos que utilizaron junto con sus agentes, los traidores Koxi Xoxe, Pandi Kristo y otros para alcanzar sus objetivos, pero nuestro Partido venció todos los obstáculos a través de una lucha heroica y, gracias a las enseñanzas del gran Stalin, hizo fracasar todos los planes de la camarilla de Belgrado. Después de la derrota que los agentes titoístas sufrieron en nuestro Partido, para éste se abrió una vida nueva en la que fueron conquistados importantes éxitos. La misma vida que se edifica en nuestro país, las grandes fábricas y combinados que producen para nuestro pueblo, los tractores que roturan las tierras de la Patria, las grandiosas centrales hidroeléctricas que se han construido y las que se encuentran en proceso de construcción, y todas las obras monumentales que nuestro pueblo edifica bajo la dirección de su heroico Partido, confirman el inmenso valor de las cartas del Partido Bolchevique y de Stalin que rasgaron la máscara de los traidores de Belgrado y ayudaron a nuestro Partido a salvar al pueblo y a la democracia popular de nuestro país.

    Los objetivos de la camarilla de Belgrado continúan siendo los mismos de siempre: invadir Albania y oprimir al pueblo albanés. Es natural que la ferocidad y la furia de los titoístas contra nuestro Partido y nuestro pueblo sean cada vez más grandes, pero al mismo tiempo se han vuelto mucho más débiles porque las fuerzas de nuestro Partido y de nuestro pueblo han aumentado y se han consolidado. Como todos los trotskistas, también los de Belgrado son agentes del imperialismo que fraguan actos de subversión y de sabotaje. Pero todos los fines que persiguen y los métodos que aplican contra nuestro país han fracasado y fracasarán, porque nuestro Partido y nuestro pueblo mantienen siempre en alto la vigilancia y destruyen inexorablemente sus planes.

    A pesar de los éxitos que nuestro Partido ha conquistado en la lucha contra las bandas yugoslavas de espías y de elementos subversivos, es necesario redoblar la vigilancia, porque los titoístas y sus agentes harán esfuerzos cada vez mayores por penetrar en nuestro Partido a través de los elementos débiles que consigan eludir la vigilancia del Partido. Los trotskistas de Belgrado pretenderán aproximarse a los elementos que no resistan el ímpetu revolucionario del Partido, la crítica y la autocrítica bolcheviques, a los que cometan errores en la aplicación de la línea del Partido y no quieran reconocerlos con honestidad ni corregirlos. Los elementos débiles, quienes no soportan la dictadura del proletariado, que sueñan con restaurar el poder de la burguesía y del fascismo y trabajan para ello, son los elementos adecuados para colaborar con la agencia de espionaje titoísta e imperialista, son su vanguardia en la actividad contra nuestro pueblo y nuestro Partido. Los titoístas y sus agentes agruparán a todos los elementos antipartido, a los kulaks, burgueses, ambiciosos y megalómanos. Por eso, a nuestro Partido le incumbe la tarea de elevar la vigilancia y conservar la pureza de sus filas defendiéndolas de los elementos débiles, arribistas, megalómanos y oportunistas, que incuban enfermedades de las que sólo sacan provecho las agencias titoístas e imperialistas.

    Tengamos siempre en cuenta que el titoísmo dirige su punta de lanza contra los elementos sanos del Partido, contra su unidad bolchevique, contra los principios y las reglas organizativas del Partido y contra su línea política e ideológica. Los titoístas y sus agentes pretenderán quebrar la férrea disciplina del Partido y su vigilancia revolucionaria. Su propaganda consiste en estimular el antisovietismo, las tendencias y manifestaciones en contra de la Unión Soviética y su política pacífica. El titoísmo no es una ideología, sino una agencia del imperialismo y una amalgama de bandidos, de señores de horca y cuchillo al servicio del capital. Los titoístas pretenden ocultarse tras consignas izquierdistas y encubrir su completa sumisión a los norteamericanos, pero así como nadie necesita un traductor para comprender su propio idioma, ninguna persona honrada puede dejarse embaucar por su negra demagogia porque está remendada con hilo blanco. Los que siguen al titoísmo, los que simpatizan con él o se colocan a su servicio como agentes, no pueden ser considerados ya como personas que han actuado a la ligera, como algunos han pretendido aparentar inmediatamente después de haber sido descubierta la traición de los titoístas. No, la vida nos ha dado mucha experiencia y todo está claro ya sobre estos bandidos.

    Muchas personas se equivocan en relación a la línea del Partido, pero, pueden salvarse del peligro titoísta si reconocen con honestidad sus errores y dan pruebas de corregirlos y de que no los repetirán. Pero los que no admiten estos errores, se inclinan del lado de los titoístas y tarde o temprano terminarán uniéndose a ellos. Estos elementos deben ser expulsados del Partido sin ninguna vacilación. Hay otros que han reconocido sus errores para salvar las apariencias pero, en el fondo, se oponen al Partido. Se trata de los más peligrosos, porque permanecen en su seno disfrazados como “Caballo de Troya”, y es hacia ellos hacia quienes el Partido debe mantenerse más alerta. Es necesario controlar continuamente su actitud hacia la línea del Partido, y si la persona que ha cometido un error y se ha autocriticado da pruebas concretas en la actividad diaria de haber comprendido su error y de rectificarlo, entonces el Partido habrá hecho una buena cosa, la habrá curado, haciéndola valiosa. Pero si ocurre lo contrario, entonces debe ser expulsada sin vacilación alguna. Los elementos que violan la férrea disciplina del Partido, que dañan el centralismo democrático, que debilitan la crítica y la autocrítica, que suscitan el desconteto, las críticas tendenciosas y por la espalda, tarde o temprano pueden oponerse a la línea del Partido si no erradican estos defectos. El Partido debe trabajar para corregirles y educarles y expulsar de inmediato a los incorregibles, porque son el virus del mal que pretende quebrantar la unidad ideológica y organizativa del Partido. No debemos olvidar nunca que el Partido y la clase obrera no pueden existir sin la unidad ideológica y organizativa. Sólo sobre la base de la unidad, nuestro Partido ha logrado conquistar la victoria sobre los enemigos de la clase obrera y sólo combatiendo sin vacilar e intransigentemente a esos destructores de la unidad de nuestro Partido, se verá libre de grupos y clanes antipartido en su seno, que no pasan de ser trotskistas, titoístas o agentes del imperialismo, enemigos de la clase obrera y del socialismo. El gran Lenin nos enseña:

    “Quien debilita por poco que sea la disciplina férrea del partido del proletariado (sobre todo en la época de su dictadura) ayuda de hecho a la burguesía contra el proletariado.”

    (V.I. Lenin, Obras t. XXXI, pág. 33, ed. albanesa)


    No seamos pues generosos ni blandos con los que violan los principios de nuestro Partido. Nuestro Partido es fuerte gracias a su homogeneidad, a la comunidad de voluntades, a la unidad de acción y por oponerse tajantemente a toda desviación de los Estatutos y del Programa, a la violación de la disciplina del Partido, a los grupos fraccionalistas, al oportunismo, al sectarismo, a la hipocresía.

    Nuestro Partido siempre ha permanecido hasta hoy vigilante, y esto ha contribuido a templarlo. Su lucha y su victoria sobre los grupos trotskistas de Anastas Lula, Aristidh Qendro y Niko Xoxi, y sobre los trotskistas de Belgrado y sus agentes Kogi Xoxe y compañía, le dotaron de una gran experiencia. Todo ello sirvió para fortalecerle, y los elementos que posteriormente pretendieron dañarle, fueron descubiertos, desenmascarados y expulsados de inmediato de sus filas.

    Pero no podemos dormirnos en los laureles y decir que ya han desaparecido los enemigos abiertos o solapados del Partido. El peligro continuará siendo grande mientras exista el cerco capitalista, mientras nuestro país esté geográficamente cercado por fascistas que nos envían espías y agentes subversivos, que están siempre al acecho dispuestos a poner a su servicio a elementos de la reacción interna y a elementos débiles que no resisten el ímpetu revolucionario de nuestro Partido y las leyes de la dictadura del proletariado. No podemos dejar de permanecer vigilantes mientras existan las contradicciones y la lucha entre la clase obrera en alianza con el campesinado pobre y medio, de un lado, y la burguesía de la ciudad y del campo, de otro; mientras sea grande y constante la presión de la burguesía sobre nuestro Partido y nuestro pueblo, presión que se manifiesta en las más diversas formas, en toda suerte de hábitos pequeñoburgueses introducidos en el Partido por los elementos procedentes de dichas capas, que debilitarían la cohesión interna del Partido y prepararían el terreno para la proliferación de elementos antipartido y fraccionalistas si el Partido no se mantuviera alerta, si no les apartara de sus filas, si no les sometiera a una firme educación ideológica y política, a través de una actividad revolucionaria intensa. No debemos olvidar estos peligros sino combatirlos sin pausa en la justa vía del Partido.

    Las desviaciones y los errores observados en nuestro Partido confirman que la amenaza de derecha, del oportunismo, es más grande, y esto tiene sus razones. En el discurso que el camarada Stalin pronunció el 27 de marzo de 1925 ante la Comisión Checoslovaca del Comité Ejécutivo de la Internacional Comunista, dijo entre otras cosas:

    “Por su propio carácter, la transición de un período de auge a una situación de calma, aumenta las posibilidades del peligro de derecha. Si el período de auge engendra ilusiones revolucionarias dando origen al peligro de izquierda como el peligro principal, por el contrario, la situación de calma engendra ilusiones reformistas, socialdemócratas, haciendo del peligro de derecha el principal peligro. Cuando en 1920 el movimiento obrero se encontraba en auge, Lenin escribió su folleto “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. Pero, ¿por qué Lenin escribió precisamente este folleto? Porque en aquel entonces el peligro de izquierda era el más serio. Yo pienso que, si Lenin estuviese vivo, ahora escribiría un nuevo folleto “sobre la enfermedad senil del derechismo”, porque en la actualidad, en el período de calma, cuando las ilusiones de compromiso tienden a aumentar, el peligro de derecha es el más serio.”

    (J.V. Stalin, Obras, t. VII, pág. 61, ed. albanesa.)


    Durante la guerra, cuando el ímpetu revolucionario estaba en auge, el Partido nunca cometió ningún error de derecha. La fracción trotskista de Anastas Lula y compañía fue liquidada de raíz. El Partido no hizo ni la más mínima concesión a la burguesía reaccionaria agrupada en las organizaciones traidoras del “Balli Kombétar”, “Legaliteti”, etc. Nunca compartió el poder con la burguesía. Los titoístas y sus agentes disfrazados como Kogi Xoxe y Pandi Kristo, y los agentes de la burguesía como Sejfulla Maléshova e Ymer Dishnica, no tuvieron tiempo de actuar ni pudieron impedir que nuestro Partido avanzase por el camino de su crecimiento y de la conquista de la victoria. Durante la guerra, muchos elementos de la burguesía se infiltraron en el Frente de Liberación Nacional, con el fin de frenar la lucha y acaparar puestos en la dirección. Como tales actuaron Shefqet Beja, Riza Dani, Gjergj Kokoshi y otros, que no pudieron alcanzar sus objetivos, porque el Partido continuaba avanzando resueltamente por el camino de la revolución y porque el auge revolucionario era grande. El peligro derechista, a pesar dé que había echado raíces, permanecía en estado larvado. Pero, ¿cometió algún error de izquierda nuestro Partido durante este período? No, ninguno.

    Cuando se liberó Albania, el peligro de derecha engendró abiertas ilusiones reformistas, socialdemócratas y trotskistas. Intensificaron su actividad los trotskistas yugoslavos, la intensificaron Kogi Xoxe, Sejfulla Maléshova, Ymer Dishnica, así como Shefqet Beja, Riza Dani y otros. Dentro y fuera del Partido el peligro de derecha comenzó a levantar cabeza y declaró abiertamente la guerra. Los trotskistas yugoslavos, Sejfulla Maléshova Kogi Xoxe, Pandi Kristo y otros ganaron posiciones con el fin de convertir nuestro Partido Comunista en un partido socialdemócrata. Ellos lanzaron la crítica infame que calificaba de “sectaria” la línea que el Partido había aplicado durante la Lucha de Liberación Nacional. Sejfulla Maléshova pretendió instalar en la dirección del Partido al oportunista Ymer Dishnica, responsable del compromiso de Mukje con la burguesía reaccionaria. Pretendían liquidar las victorias del pueblo, compartir el poder con la burguesía y transformarlo en un poder de la burguesía, y a nuestro Partido, en un partido burgués. Su objetivo era acabar con su línea marxista-leninista, privar a Albania de la amistad con la Unión Soviética y convertirla en colonia de los yugoslavos o de los imperialistas anglo-norteamericanos. Por consiguiente, en el período posterior a la guerra, nuestro Partido estaba acosado por el peligro de derecha. Pero nuestro Partido marxista-leninista era fuerte. Tomen los escritos de Sejfulla Maléshova, de este incorregible oportunista. No encontrarán ni una palabra para nuestro Partido y la Unión Soviética, factores decisivos de las históricas victorias conquistadas por nuestro pueblo. Para Sejfulla Maléshova, ninguno de estos factores debían ser siquiera mencionados, ya que, según sus propias palabras, sólo el Frente de Liberación Nacional “ha dirigido” la lucha del pueblo, y también “dirigirá” la edificación del socialismo. Sejfulla Maléshova suprimía al Partido y era partidario de la creación de partidos socialdemócratas en el Frente y de compartir el poder con la burguesía. Sejfulla Maléshova estaba en contra de las reformas económicas y sociales revolucionarias, pretendía en cambio una colaboración abierta y sincera con la gran burguesía comercial e industrial, sin confiscar sus bienes ni sus fábricas, la extinción de la lucha de clases y la integración pacífica del elemento capitalista en el socialismo. Puntos de vista semejantes mantenía también sobre la Unión Soviética, a la que siempre colocaba a la misma altura que a los imperialistas anglo-norteamericanos, y, además, era partidario de la cultura occidental, burguesa e imperialista.

    Pero, no obstante la artera puñalada titoísta, nuestro Partido desenmascaró los puntos de vista derechistas y liquidacionistas de Sejfulla Maléshova, hecho que confirmó sobradamente la vitalidad del Partido y de su justa línea marxista-leninista. En estas complejas circunstancias, nuestro Partido continuó combatiendo incesantemente. Aplastó a Shefqet Beja y compañía, elementos de la burguesía y agentes de los imperialistas, junto con el oportunismo de Sejfulla Maléshova. Por último nuestro Partido venció también al titoísmo.

    EL PARTIDO DEBE PERMANECER SIEMPRE VIGILANTE

    Pero, ¿acaso con la erradicación del titoísmo de las filas de nuestro Partido, ha desaparecido ya el peligro de derecha? No, este peligro no ha sido conjurado todavía. En el I Congreso del Partido, la lucha contra el titoísmo alcanzó su punto culminante. En aquellos momentos, el ímpetu revolucionario en nuestro Partido era tan grande que, en algunos casos, particularmente cuando se trataba de imponer sanciones, existía el peligro de incurrir en deformaciones de izquierda. Pero esto no ocurrió. Con razón en esas circunstancias nuestro Partido concentró toda su vigilancia en el principal peligro, constituido por los titoístas y sus agentes, y juzgó a la gente a través de este prisma. En realidad, el Partido analizó superficialmente la actitud de ciertos camaradas que habían vacilado en el pasado y que tenían acentuadas deficiencias pequeñoburguesas. Estos elementos empezaron a criticar, con más fuerza que nadie, a Kogi Xoxe y a los trotskistas yugoslavos pretendiendo hacerse pasar por las primeras víctimas de su persecución. Entre ellos figuraban Abedin Shehu, Niazi Islami, etc., que representaban el peligro de derecha que se manifestaría más tarde en el seno de nuestro Partido. Ellos no estaban de acuerdo con la línea del Partido que el Congreso había trazado pero, frente al ímpetu revolucionario del Partido, disimularon sus intenciones, unieron su voz a la del Partido y del Congreso y fueron elegidos para ocupar cargos en la dirección, trabajando normalmente por un cierto tiempo. Pero cuando comenzó la época de “calma” que menciona el camarada Stalin, estos elementos empezaron a actuar, aunque no habían hecho bien sus cálculos porque el Partido estaba vigilante. Más tarde, otras manifestaciones oportunistas y peligros de derecha se manifestaron en diversos períodos, como por ejemplo los graves errores oportunistas del camarada Tuk Jakova, la capitulación y la deserción de las filas del Partido de los camaradas Manol Konomi y Theodhor Heba. Carácter oportunista y un peligro de derecha también presentaron el grupo de Hasan Gina en Lushnja, las actitudes erróneas de Nexhip Vingani y de Gjin Marku, el trabajo negativo realizado por Pajo Islami en el Comité del Partido del Combinado del Petróleo y el astuto plan que el segundo secretario del Comité del Partido de Puka fraguó contra la organización del Partido y contra la dirección del propio Comité. Sobre estas desviaciones de la línea del Partido hablaré más adelante, pero hice una simple referencia para poner de manifiesto dos cosas. Primero, que el oportunismo, el peligro de derecha, constituye la amenaza más grande y, segundo, que el oportunismo se manifiesta y se vuelve peligroso en los momentos en que disminuye el ímpetu revolucionario, en los momentos de calma. Por eso el ímpetu revolucionario del Partido debe adquirir proporciones cada vez más grandes, por eso hay que elevar la vigilancia revolucionaria del Partido y desarrollar una lucha encarnizada e intransigente contra el oportunismo.

    No me extenderé mucho en lo que se refiere al problema del grupo antipartido de Abedin Shehu y compañía, sólo me limitaré a exponer ciertas características de su actividad en contra del Partido, el cual conoce ya todo el asunto. Los integrantes de este grupo, Abedin Shehu, Niazi Islami y Shyqri Kéllezi, los tres miembros o suplentes del Comité Central, procedían de los viejos grupos comunistas, de los que habían heredado los defectos que aún arrastraban. Bajo la máscara de comunistas, ocultaban sus puntos de vista deformados, eran elementos pequeñoburgueses, charlatanes, megalómanos y ambiciosos. Jamás erradicaron estas deficiencias, sino que, por el contrario, se fueron hundiendo en ellas cada vez más, pasando de los simples lazos de amistad, al grupo organizado y a un trabajo fraccionalista. Tenían reuniones secretas de carácter político, en oposición a la política del Partido y del Gobierno. Habían renunciado a la disciplina del Partido, a la discreción con los asuntos del Partido y a la vigilancia, y sus actos, que no podían quedar en un círculo cerrado, trascendieron y se manifestaron en el trabajo. Ellos violaron de manera flagrante la disciplina en los asuntos del Partido y del Gobierno, desobedecieron las órdenes y las resoluciones, difundieron secretos estatales y militares, se dedicaron a propagar un espíritu de desmovilización y pasaron al sabotaje abiertamente. Naturalmente, el camino emprendido sólo podía conducir a ello. Este grupo de elementos fraccionalistas no tenía fe ni en la clase obrera ni en su Partido ni en la dirección de éste. Su actividad de zapa no consistía sólo en que cometían errores, que de una forma u otra cometían todos los demás camaradas, sino que pretendía cambiar la situación en nuestro país. Es imposible considerar como un error leve y casual el que un grupo de camaradas que ejercen cargos de dirección en el Partido y en el Estado, ataquen frontalmente y de manera organizada al Partido, violando la disciplina, el centralismo democrático, los secretos de Partido y debilitando la crítica y la autocrítica. Todo esto es una labor destinada a hacer degenerar al Partido y al régimen de democracia popular. Las principales puntas de lanza de los esfuerzos de este grupo fraccionalista, estaban dirigidas contra los principios sobre cuya base ha sido estructurado nuestro Partido. Asimismo atacaron, frenaron, sabotearon y desacreditaron el plan estatal, es decir, minaban la edificación de las bases del socialismo en nuestro país.

    Minaban, calumniaban y desacreditaban a la dirección del Partido y del Estado y provocaban a la gente para sembrar en las filas del Partido y entre el pueblo la desconfianza y las sospechas hacia la dirección. Sin lugar a dudas, esto les conducía a ligarse al titoísmo.

    Esta actividad hostil fue desarticulada y, por temor a que pudiesen ser descubiertos otros hechos más que confirmaran sus traidores y estrechos vínculos con los trotskistas de Belgrado, el traidor Niazi Islami terminó suicidándose. Abedin Shehu, Niazi Islami y Shyqri Kéllezi fueron expulsados del Comité Central y del Partido.

    El Partido sacó grandes enseñanzas de esta actividad hostil que se venía tejiendo entre tinieblas, y le sirvió para forjar aún más sus filas y para elevar su vigilancia.

    El V Pleno del Comité Central excluyó de sus propias filas a Nexhip Vingani, por las desviaciones cometidas contra los principios básicos del Partido. Sus puntos de vista acentuadamente pequeñoburgueses le llevaron a seguir un camino erróneo.

    La presión que la burguesía ejerce sobre el Partido debemos considerarla como un peligro muy serio, contra el que debemos luchar continua y resueltamente. Cuando este peligro se manifiesta abiertamente es fácil desenmascararlo y destruirlo, pero en la mayoría de los casos es como la blanda oruga que penetra en el Partido a través de los elementos pequeñoburgueses y que de diferentes formas se desarrolla allí donde el nivel ideológico y cultural de los miembros del Partido es bajo, en las organizaciones donde no hay crítica ni autocrítica bolcheviques, donde la disciplina del Partido se presenta débil, donde es menor el número de elementos obreros y donde es más baja la combatividad revolucionaría del Partido.

    Nuestro Partido del Trabajo goza de una simpatía y cariño extra ordinariamente grandes entre las amplias masas populares. La gente aspira a formar parte de él y considera un honor militar en las filas del heroico Partido del Trabajo. Pero las admisiones al Partido son y siempre deben ser un problema muy importante, delicado y de gran responsabilidad. Ha habido momentos en que esta admisión no se ha efectuado correctamente y, como acabamos de observar, en el Partido han ingresado personas de actitudes vacilantes, procedentes de familias de agaes, intelectuales malsanos, charlatanes, pretenciosos, altaneros, hipercríticos incorregibles, que han pretendido continuamente sacar provecho personal y dañar al Partido utilizando su militancia en él. Elementos de esta calaña se habían infiltrado particularmente en la organización de Lushnja, convirtiéndose en un serio obstáculo para el desarrollo normal del Partido allí. Es muy aleccionador que el Partido se entere de cómo los kulaks y los elementos pequeñoburgueses han actuado allí hacia nuestros camaradas. Es sabido que Lushnja es una región agrícola y que en el pasado sus campesinos vivían oprimidos por los beyes, los agaes, por sus administradores, por los ricos de la ciudad. La Reforma Agraria entregó la tierra a los campesinos. Pero la organización del Partido de esta región no se había desarrollado por un camino correcto. En el período al que nos referimos, el número de campesinos, particularmente de campesinos pobres, en el Partido era limitado. La inmensa mayoría de los militantes y de los miembros de la dirección procedían de la ciudad, eran elementos pequeñoburgueses, simples empleados, aprendices, barberos, intelectuales de grado inferior, hijos de agaes y elementos procedentes de otras regiones de Albania que se habían establecido en la región de Lushnja. Algunos habían cometido errores en el pasado tanto a nivel de simples militantes como ocupando tareas de responsabilidad, en ciertos momentos habían desertado de la lucha, habían hecho declaraciones de renunciar a ella y habían eludido la autocrítica. No reconociendo estos errores, pasaron a defenderse mutuamente, crearon grupos y se levantaron contra los jóvenes ingresados posteriormente en el Partido. Uno de estos grupos fue el de Hasan Gina quien, presionado por los kulaks y por la pequeña burguesía de la ciudad, se esforzaba en apartar a la nueva militancia y en apoderarse de posiciones clave en la dirección del Partido y del poder local. Esta manera de actuar había contaminado a la organización de Lushnja. Los kulaks del campo y de la ciudad estaban bastante interesados en agudizar esta situación y respaldaban a los grupos de Hasan Gina y de Iialit Ahmeti porque servían a sus intereses. En estos camaradas predominaba también la ambición, la megalomanía, el arribismo y el oportunismo acentuado hacia los elementos burgueses. Así, en lugar de intensificarse cada vez más la lucha de clases en esta región, donde había actuado salvajemente el látigo del bey y del kulak, no existía casi en absoluto. El liberalismo hacia los elementos vacilantes en el Partido y hacia los kulaks estaba al orden del día. En la práctica, la presión de la burguesía y de los kulaks se reflejó en los errores que se cometieron en la realización de la Reforma Agraria. Los kulaks conservaron las mejores tierras, los campesinos pobres no recibieron el apoyo debido y muchos de ellos fueron abandonados a merced de las amenazas de los kulaks y de los usureros. Campeaba el favoritismo, los kulaks atizaban las intrigas, y sobre esta base se desarrollaba la política en el campo. Los kulaks y la burguesía respiraban con libertad. La discreción con los asuntos internos del Partido y la disciplina se debilitaron. Los problemas internos se convirtieron en objeto de charlas en los cafés, los buenos comunistas eran atacados y las cosas llegaron al punto de que a los kulaks y a los presos políticos que salían de la cárcel, se les instaba a exigir el enjuiciamiento de los comunistas por su correcto proceder hacia los kulaks. Naturalmente que el Comité Central puso de inmediato fin a esta situación y adoptó medidas contra los responsables, consolidando la composición de clase de la organización del Partido de Lushnja y de su dirección.

    Pero esta actividad oportunista dañó al Partido y tuvo tristes consecuencias. En la región de Lushnja los kulaks continúan aún su actividad, recurriendo últimamente incluso a actos de terrorismo, y no dejan de oponerse a la consolidación de las cooperativas agrícolas y a la introducción de métodos avanzados en la agricultura. La amarga experiencia de la organización de Lushnja debe convertirse en una gran enseñanza para las demás organizaciones del Partido de todo el país para que permanezcan vigilantes y sean rigurosas en la aplicación de la correcta línea política y organizativa del Partido, para que intensifiquen la lucha de clases en el campo y aplasten enérgicamente las múltiples maniobras de los kulaks.

    LAS CONCLUSIONES DEL IX PLENO HAN SIDO UNA ENSEÑANZA Y UNA EXPERIENCIA VALIOSA PARA TODO EL PARTIDO

    Para nuestro Partido del Trabajo, tiene gran importancia el IX Pleno de su Comité Central por haber puesto al descubierto los graves errores que Tuk Jakova, Manol Konomi y Theodhor Heba han cometido en su trabajo, todos ellos errores de derecha. Se constató que la actividad de Tuk Jakova estaba caracterizada por un profundo oportunismo y liberalismo, por una acentuada falta de vigilancia revolucionaria y por una seria negligencia en la realización de las tareas. De hecho, estos errores habían conducido a Tuk Jakova a actuar y pensar contra la línea política y organizativa del Partido. Así fue como no sólo llegó a subestimar, sino incluso a no comprender de inmediato la capitulación de Ymer Dishnica en Mukje, los puntos de vista oportunistas de Sejfulla Maléshova y la actividad antipartido del grupo de Niazi Islami y compañía. La línea política que el Partido y el Estado aplicaban hacia la religión y particularmente hacia el clero católico no había sido asimilada correctamente por él, y actuaba contra ella no teniendo en cuenta el peligro que constituían los clérigos reaccionarios. Tuk Jakova no odiaba en la medida necesaria al enemigo de clase, lo que, muchas veces, le empujaba a caer en posiciones oportunistas.

    Como secretario del Comité Central encargado de los cuadros, Tuk Jakova no había cumplido debidamente su deber y había hecho serias concesiones. Además, no era un militante vigilante y le caracterizaba una exagerada vanidad. La lucha por la consolidación del Partido, de la crítica y la autocrítica y de la democracia interna, se había debilitado como consecuencia de esas deficiencias y estos puntos de vista. Todo ello dejaba translucir claramente que desde hacía mucho Tuk Jakova se oponía a la linea del Partido y que éste habría sucumbido inevitablemente junto con el Poder Popular si hubiese seguido el camino oportunista de Tuk Jakova. Con razón, en la Resolución del IX Pleno del Comité Central se dice:

    “Esta actividad oportunista del camarada Tuk Jakova no ha sido condenada anteriormente como lo está siendo ahora, no porque los hechos concretos no hubieran puesto de relieve, como lo ponen hoy, el trabajo negativo del camarada Tuk, sino porque en el Buró Político han faltado la crítica y la autocrítica bolcheviques. El restablecimiento de la crítica y de la autocrítica bolcheviques en el Buró Político ha permitido que estos actos nocivos del camarada Tuk Jakova fuesen puestos al descubierto, condenados y presentados posteriormente a la Sesión Plenaria del Comité Central, la cual estuvo enteramente de acuerdo con las conclusiones del Buró Político sobre la actividad del camarada Tuk Jakova y ahondó más en ellas.”

    (Documentos Principales del PTA, t. II, primera edición en albanés, pág. 65)


    Las conclusiones del IX Pleno fueron una enseñanza y una experiencia valiosa para la dirección y para todo el Partido. Sobre la base de sus errores y teniendo en cuenta su pasado y la promesa que hizo de corregirlos, el Comité Central destituyó al camarada Tuk Jakova de sus funciones de secretario del Comité Central y lo excluyó del Buró Político, pero permitió que siguiera siendo miembro del Comité Central. A su vez, los camaradas Theodhor Heba y Manol Konomi fueron excluidos del Comité Central por sus puntos de vista profundamente oportunistas, influenciados por la presión de la burguesía nacional y del imperialismo en general. Ambos camaradas se han acobardado y han capitulado frente a las dificultades y ante las tareas que el Partido les había encomendado.

    Estas fueron las principales desviaciones de la linea del Partido durante el período que analizamos, ésta fue la naturaleza de las tentativas que los enemigos internos y externos hicieron para debilitar nuestro Partido y tales los fallos y los puntos de vista erróneos de varios camaradas. Estos errores fueron puestos sin temor al descubierto por el Partido, que los criticó severamente, los erradicó mediante la crítica y la autocrítica, y, precisamente por haber actuado así, lejos de debilitarse, nuestro Partido se fortaleció aún más. Los enemigos internos y externos del Partido no dejan de decir que, con las medidas que adopta, nuestro Partido pretendidamente se está destruyendo, se está debilitando, etc. Pero, esto no les preocupa en absoluto, porque para eso trabajan. Se desesperan viendo como son desenmascarados sus agentes abiertos y encubiertos, como se están desmoronando sus puntales, como sus métodos quedan desenmascarados y como están siendo atacados, corregidos y erradicados los puntos de vista erróneos que se manifiestan en los militantes de nuestro Partido, manifestaciones que constituyen una fuente y base de apoyo para el titoísmo. Que lloren y griten los titoístas mientras nuestro pueblo siente satisfacción y se regocija viendo como se ha fortalecido el Partido del Trabajo de Albania, como se bolcheviza y como avanza la edificación del socialismo. Cada día más intensamente, nuestro Partido es la dirección de acero de nuestro pueblo, el inexpugnable bastión que defiende heroica y victoriosamente los altos intereses del pueblo y de la Patria. Nuestro Partido aplica con completa lealtad las enseñanzas de nuestro gran maestro y dirigente, José Stalin, y sigue su glorioso camino.

      Fecha y hora actual: Dom Abr 28, 2024 11:55 am