Con un pequeño gemido, basta
artículo de Tereixa Constenla sobre la Sección Femenina de Falange Española y una exposición celebrada en Salamanca - publicado en mayo de 2009 en el diario El País
publicado en mayo de 2009 en el diario El País
En el sexo, el trabajo y la familia, la Sección Femenina de la Falange trató de cercenar la libertad de la mujer
Lo más impactante que se pueda decir sobre la Sección Femenina lo dijo la Sección Femenina. "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes". "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad". "Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar".
Entre 1934 y 1977, la Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para cercenarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía y cualquier otro deseo (sobre todo ése). Tras el paréntesis liberador de la Segunda República, en el que las mujeres habían conquistado el derecho a votar y habían comenzado a ocupar espacios públicos, la dictadura de Franco se empeñó en conducirlas de nuevo al redil doméstico, en extirparles afanes igualitarios y en convertirlas en las procreadoras que la patria necesitaba después de tanta sangría.
La suma sacerdotisa de aquella hermandad de madres abnegadas y esposas sumisas fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, el fundador de la Falange. El instrumento fue la Sección Femenina, creada dos años antes para absorber las ansias de las simpatizantes que no eran admitidas en la Falange por razón de su sexo.
A lo que fue la Sección Femenina está dedicada la exposición Mujeres de azul, organizada por el Centro de la Memoria Histórica del Ministerio de Cultura. A lo que significó para miles de mujeres, marcadas por mensajes que las invitaban a despreciarse a sí mismas, tal vez habría que dedicar un simposio de psicoanalistas. "No hay que ser una niña empachada de libros que no sabe hablar de otra cosa... no hay que ser una intelectual", aconsejaba Pilar Primo de Rivera. "No tomes el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos", advertían en el curso de economía doméstica. "Disimula tu presencia física en el trabajo. Seamos hormiguitas graciosas y amables", aleccionaba, de nuevo, la fundadora.
Al comisario de la exposición, Moncho Alpuente, le interesó contar "la historia de los muertos en vida". "La memoria histórica se ha concentrado en la guerra y es lógico, pero la posguerra fue larguísima y dura, empieza y acaba con fusilamientos", indica. Las mujeres fueron muertas en vida, aunque algunas recuerdan sus experiencias de la Sección Femenina casi como liberadoras. "Era una manera de viajar y conocer a otra gente", expone Alpuente. Las dirigentes, contrariamente a lo que preconizaban para las demás, eran solteras y ocupaban un espacio público. "Para algunas, las instructoras de Falange, eran el símbolo de la liberación de la mujer", dice en sus memorias la escritora Carmen Alcalde, citada en la muestra por la historiadora María Antonia Fernández.
Entre 1937 y 1977, tres millones de mujeres de entre 17 y 35 años hicieron el servicio social, una suerte de mili femenina que suministraba mano de obra gratuita en hospitales, comedores y otras instituciones sociosanitarias. La labor de la Sección Femenina tuvo algún efecto positivo. Desterró malos hábitos higiénicos que causaban enfermedades y extendió la práctica del deporte entre las mujeres, con las limitaciones debidas al recato: se inventaron los pololos, se apartaron de la exaltación al cuerpo de sus colegas nazis que incluían desnudos naturalistas y se prohibió el remo, la lucha y el fútbol.
Una exposición revive el adoctrinamiento
La exposición, que se puede visitar en la sala Santo Domingo de la Cruz, en Salamanca, hasta el 28 de junio, retrata la labor de la organización en distintos campos (sanidad, educación, campañas, comedores, actos políticos, cultura, coros y danzas, deportes y vida rural) a través de 200 imágenes, trajes regionales, insignias, trabajos escolares -hay una labor en punto de cruz dedicada al entonces ministro franquista Manuel Fraga Iribarne-, abanicos, carteles, un documental y la película Ronda española, dirigida por Ladislao Vajda en los cincuenta. La mayoría de los fondos proceden del Archivo General de la Administración, de Alcalá de Henares, donde se depositó el material tras la desaparición en 1977 de la Sección Femenina que, para entonces, se había convertido en un brontosaurio muy alejado de la poderosa maquinaria que llegó a contar con 600.000 afiliadas. Había sido la encargada, en palabras de la historiadora Inmaculada de la Fuente, de "recuperar la antigua feminidad". A la altura de 1977, el modelo en boga tenía más similitudes con las republicanas. Se inventaron los pololos para que la práctica deportiva fuese recatada.
artículo de Tereixa Constenla sobre la Sección Femenina de Falange Española y una exposición celebrada en Salamanca - publicado en mayo de 2009 en el diario El País
publicado en mayo de 2009 en el diario El País
En el sexo, el trabajo y la familia, la Sección Femenina de la Falange trató de cercenar la libertad de la mujer
Lo más impactante que se pueda decir sobre la Sección Femenina lo dijo la Sección Femenina. "Si tu marido te pide prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes". "Si él siente la necesidad de dormir, no le presiones o estimules la intimidad". "Si sugiere la unión, accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar".
Entre 1934 y 1977, la Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para cercenarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía y cualquier otro deseo (sobre todo ése). Tras el paréntesis liberador de la Segunda República, en el que las mujeres habían conquistado el derecho a votar y habían comenzado a ocupar espacios públicos, la dictadura de Franco se empeñó en conducirlas de nuevo al redil doméstico, en extirparles afanes igualitarios y en convertirlas en las procreadoras que la patria necesitaba después de tanta sangría.
La suma sacerdotisa de aquella hermandad de madres abnegadas y esposas sumisas fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, el fundador de la Falange. El instrumento fue la Sección Femenina, creada dos años antes para absorber las ansias de las simpatizantes que no eran admitidas en la Falange por razón de su sexo.
A lo que fue la Sección Femenina está dedicada la exposición Mujeres de azul, organizada por el Centro de la Memoria Histórica del Ministerio de Cultura. A lo que significó para miles de mujeres, marcadas por mensajes que las invitaban a despreciarse a sí mismas, tal vez habría que dedicar un simposio de psicoanalistas. "No hay que ser una niña empachada de libros que no sabe hablar de otra cosa... no hay que ser una intelectual", aconsejaba Pilar Primo de Rivera. "No tomes el deporte como pretexto para llevar trajes escandalosos", advertían en el curso de economía doméstica. "Disimula tu presencia física en el trabajo. Seamos hormiguitas graciosas y amables", aleccionaba, de nuevo, la fundadora.
Al comisario de la exposición, Moncho Alpuente, le interesó contar "la historia de los muertos en vida". "La memoria histórica se ha concentrado en la guerra y es lógico, pero la posguerra fue larguísima y dura, empieza y acaba con fusilamientos", indica. Las mujeres fueron muertas en vida, aunque algunas recuerdan sus experiencias de la Sección Femenina casi como liberadoras. "Era una manera de viajar y conocer a otra gente", expone Alpuente. Las dirigentes, contrariamente a lo que preconizaban para las demás, eran solteras y ocupaban un espacio público. "Para algunas, las instructoras de Falange, eran el símbolo de la liberación de la mujer", dice en sus memorias la escritora Carmen Alcalde, citada en la muestra por la historiadora María Antonia Fernández.
Entre 1937 y 1977, tres millones de mujeres de entre 17 y 35 años hicieron el servicio social, una suerte de mili femenina que suministraba mano de obra gratuita en hospitales, comedores y otras instituciones sociosanitarias. La labor de la Sección Femenina tuvo algún efecto positivo. Desterró malos hábitos higiénicos que causaban enfermedades y extendió la práctica del deporte entre las mujeres, con las limitaciones debidas al recato: se inventaron los pololos, se apartaron de la exaltación al cuerpo de sus colegas nazis que incluían desnudos naturalistas y se prohibió el remo, la lucha y el fútbol.
Una exposición revive el adoctrinamiento
La exposición, que se puede visitar en la sala Santo Domingo de la Cruz, en Salamanca, hasta el 28 de junio, retrata la labor de la organización en distintos campos (sanidad, educación, campañas, comedores, actos políticos, cultura, coros y danzas, deportes y vida rural) a través de 200 imágenes, trajes regionales, insignias, trabajos escolares -hay una labor en punto de cruz dedicada al entonces ministro franquista Manuel Fraga Iribarne-, abanicos, carteles, un documental y la película Ronda española, dirigida por Ladislao Vajda en los cincuenta. La mayoría de los fondos proceden del Archivo General de la Administración, de Alcalá de Henares, donde se depositó el material tras la desaparición en 1977 de la Sección Femenina que, para entonces, se había convertido en un brontosaurio muy alejado de la poderosa maquinaria que llegó a contar con 600.000 afiliadas. Había sido la encargada, en palabras de la historiadora Inmaculada de la Fuente, de "recuperar la antigua feminidad". A la altura de 1977, el modelo en boga tenía más similitudes con las republicanas. Se inventaron los pololos para que la práctica deportiva fuese recatada.
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Última edición por pedrocasca el Vie Abr 05, 2013 10:50 pm, editado 2 veces