NECESIDAD(ES) DEL MARXISMO*
a cien años de la muerte de Karl Marx (1983)
Wolfgang Fritz Haug
tomado del blog Marx desde cero
¡Pero qué nos ha dejado!
Qué falta de ilusiones.
Cuánta perdida universal
de seguros valores. ¡Qué extendida
incapacidad de someterse!
Y qué descartado, el no dudar
de todo entre nosotros. Desde entonces
todos nuestros éxitos son sólo pagos a plazo
de la historia. Allá el tiempo
de no entregarse a la causa.
Y qué imposible el no ir hasta el fin:
¡y no tomarlo por el inicio!
Volker Braun, Karl Marx (1)
1.
De nueva manera, el estudio crítico de la obra de Karl Marx es hoy más necesario que nunca.
La necesidad del marxismo cambia y crece con los peligros y necesidades que sólo se podrán conjurar a través de relaciones sociales solidarias: el riesgo de la guerra nuclear, la economía de explotación y sus crisis incontrolables, la contaminación del medio ambiente, la pauperización del tercer mundo, la enajenación comercial y el allanamiento de las culturas.
2.
El pensamiento de una socialización solidaria y autodeterminada, de la abolición de la explotación y por ende de las clases, es más antiguo que el marxismo.
La especificidad de la obra de Marx y Engels consiste en la combinación de las fuerzas del trabajo y de la ciencia en un proyecto que fue llamado: socialismo científico.
Algunos de los problemas de este proyecto resuenan en la frase de Engels: Desde que el socialismo llegó a ser una ciencia, tiene que ser tratado como tal. A la pregunta sobre los portadores «científicos» de este proyecto se puede sólo responder con Volker Braun: «Todos son justamente suficientes y necesarios». Todo lo que pretenda ser marxista debe servir a esta meta: la autosocialización de los productores asociados.
3.
Es necesario, y en cada época de nuevo, el ocuparse críticamente de Marx.
Para comprender esto, sólo hay que leer la nota que Engels añadió en 1888 a la nueva edición del Manifiesto Comunista escrito en 1847: Cuando se escribió la frase de que «la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases», era para los autores «todavía casi desconocida» la prehistoria comunista primitiva de las sociedades de clases. Las maneras eurocéntricas de ver, para nombrar todavía otro ejemplo, tienen que ser eliminadas mediante un trabajo enérgico, teniendo en cuenta la importancia creciente del tercer mundo.
4.
Pero el problema no es Marx, el problema somos nosotros, los marxistas.
Cada época desarrolló sus lecturas de Marx partiendo de las exigencias actuales. El marxismo vivió siempre sólo dialécticamente, como renovaciones en la tradición marxista. Querer preservar del cambio significa poner en juego la capacidad de vida. Cada época ha formado sus enemistades particulares dentro del marxismo; y cada una, sus inercias, su reincidencia en eso que Lenin llamaba el «terrible poder del hábito», su incapacidad de aprender, sus desfiguraciones autoritarias y antiautoritarias.
De ahí que periódicamente surja en la historia del marxismo la consigna: Vuelta a Marx, vuelta a las fuentes auténticas e incorruptas, vuelta a la figura fundadora que es reconocida por todas las corrientes principales y tendencias del marxismo, a Karl Marx, la figura de integración alrededor de la cual se pueden reunir otra vez los marxistas de todas las orientaciones.
5.
Hay que tener presente las ideas fundamentales de Marx para entender: No hay ninguna vuelta a Marx, si se quiere perseverar en estas orientaciones básicas:
La combinación de praxis, historia y dialéctica le permitió a Marx, sacar de quicio a todo materialismo hasta sus días y reorganizarlo radicalmente en una nueva disposición.
La historia del marxismo muestra en todas las corrientes muchas formas de reincidencia en errores, que están lejos de estas orientaciones fundamentales.
La praxis, actividad de Marx, fue elevada hacia objeto de culto, bajo el cual la inactividad de la mayoría estaba dispuesta en las cuestiones decisivas.
La reconstrucción teórica de la sociedad por Marx, debía descubrir la posibilidad de construcción de una nueva sociedad, que sólo podía ser «la obra de los trabajadores mismos». Retrospectivamente se solidificó esta teoría siempre de nuevo como un sistema cerrado. Los hechos fueron deducidos de éste. El materialismo activo fue mistificado como un acto único, creación del clásico Marx.
A la historia eludieron (así fue aceptado una y otra vez de buena fe, o se dio a entender) las frases de Marx sobre la historia, y sobre el hecho que nada eludiría a ella.
Que la dialéctica se detendría ante nosotros, fue una y otra vez supuesto inconscientemente, que ésta sería nuestra segura propiedad y que nosotros mismos no nos moveríamos en contradicciones. El duro núcleo práctico de semejantes pareceres es en la regla el hecho, que la contradicción no es apenas tolerada más que a media voz o de modo des-plazado, como arte sobre todo.
6.
Así pues, tenemos que volver siempre de nuevo a Marx, y sin embargo, no hay ninguna vuelta a Marx. El socialismo científico debe ser tratado como ciencia, y debe ser portado decididamente por no-científicos. ¿Qué formas de movimiento tenemos para semejantes contradicciones?
Un posible camino, reñido como todos, fue visto en el estudio en masa de la única teoría científica enteramente desarrollada que Marx nos ha dejado; su obra principal que desde hace más de cien años no ha encontrado competición seria: El Capital – Critica de la economía política. Esta orientación tiene como base la idea de una adquisición en masa de competencia científica en relación a cuestiones de la estructura de la sociedad capitalista; junto a esto, está la idea de un aprender-a-pensar general, de la toma de un punto de vista científico incluso en la vida cotidiana.
Marx mismo y nada más ni nada menos que su obra principal debía ser donde todo esto fuera aprendido, sin intervención de otras doctrinas. Este concepto conserva su derecho y su necesidad. Pero encierra peligros: La detención no-histórica de la teoría en la textualidad del «Capital»; el hacer economísticamente algo absoluto del «Capital», o sea, el desconocimiento del derecho propio de la política, cultura, etc.
7.
El estudio de El Capital es también sólo un punto de partida. No hay ninguna interrupción. El marxismo sólo puede ser vivido con el ideal personal del aprender-toda-la-vida, como era el ideal realizado por Marx. Toda la vida, Marx cambió y renovó sus opiniones de acuerdo con los desarrollos científicos y las luchas de clases de su tiempo. Pero el tiempo del marxismo es el presente.
Desde la muerte de Marx se han descubierto continentes enteros del conocimiento científico, que para Marx eran todavía casi desconocidos. Se entró en nuevos espacios de la praxis y nuevas formas de lucha fueron descubiertas. Hoy no hay ninguna disculpa, o sea, no hay posibilidades de sobrevivir para nosotros, los marxistas, si no tomamos en cuenta estos adelantos.
8.
Un objetivo-a-aprender fundamental para los marxistas, que la historia nos da, es el aprender el trato productivo con las contradicciones; el arte de la dialéctica en la praxis. Una cuestión clave es la del modelo de unidad. El pensamiento de una unidad libre de contradicciones es precientífico y produce un efecto anticientífico. La unidad debe ser pensada y practicada de tal manera que en ella se prevean: los muchos individuos activos y lo múltiple; la transformación histórica, que avanza continua e irresistiblemente, que transcurre desigual y no-simultáneamente en muchas líneas, nunca en una; las contradicciones y el contradecir.
El marxismo no es, él deviene. El marxismo sólo puede existir como proceso. La verdad del marxismo no puede ser organizada en una cantidad de frases, sino sólo en el proceso del encuentro no-cerrado de diferencias.
Contradicciones, que en otro caso, serían formas de vida, de movimiento, de desarrollo adelante, se convierten bajo el régimen de una doctrina fijada y terminada en formas autodestructivas.
Tanto la inmovilidad como la oposición reprimida contra ella se convierten en armas del antimarxismo.
Permanencia, inalterabilidad, eliminación de contradicción, unanimidad – son formas ilusorias, que consiguen lo contrario de lo que se persigue con ellas, y en las que lo «metafísico», como Marx y Engels solían decir, recoge nuevamente la dialéctica marxista.
Difícil de aprender a comprender son razones como éstas:
No hay marxismo – debemos aprehenderlo nosotros. No existe el marxismo, hay marxismos. El marxismo existe en plural.
Los marxistas deben aprender a entenderse en plural y en diferencia entre sí, a hacer productiva la forma de encuentro de la divergencia, es decir, a aprender la convergencia en la divergencia.
Lo que las iglesias cristianas han aprendido amargamente en larga y sangrienta historia, queda todavía por aprender para los marxistas: Una actitud ecuménica, una cohesión marxista en contradicción.
9.
La humanidad tiene poco que esperar sin la realización del proyecto articulado por Marx.
NOTAS:
*Publicado sin título en: Institut für marxistische Studien und Forschungen (ed.), »…Einen grossen Hebel der Geschichte«. Zum 100. Todestag von Karl Marx, Frankfurt/M 1982; después con el título »Keine Hoffnung ohne das Projekt von Marx« (»Ninguna esperanza sin el proyecto de Marx«) en Wochenzeitung (WOZ), Zürich, el 18 de marzo de 1983, p. 11. Después de haber sido condenado por el SED (Partido de Estado de la República Democrática Alemana) (cf. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y luego por el DKP (Partido Comunista Alemán) (cf. Holz, Hans Heinz, Thomas Metscher, Josef Schleifstein y Robert Steigerwald (eds.), Marxismus – Ideologie – Politik. Krise des Marxismus oder Krise des »Arguments«? Frankfurt/M 1984) el texto fue reimpreso en el libro al cual esa polémica había dado lugar: Wolfgang Fritz Haug, Pluraler Marxismus. Beiträge zur politischen Kultur, vol. 1, Berlin/W: Argument 1985, pp. 17–21.
(1) Lo impreso en cursiva proviene de Marx.
a cien años de la muerte de Karl Marx (1983)
Wolfgang Fritz Haug
tomado del blog Marx desde cero
¡Pero qué nos ha dejado!
Qué falta de ilusiones.
Cuánta perdida universal
de seguros valores. ¡Qué extendida
incapacidad de someterse!
Y qué descartado, el no dudar
de todo entre nosotros. Desde entonces
todos nuestros éxitos son sólo pagos a plazo
de la historia. Allá el tiempo
de no entregarse a la causa.
Y qué imposible el no ir hasta el fin:
¡y no tomarlo por el inicio!
Volker Braun, Karl Marx (1)
1.
De nueva manera, el estudio crítico de la obra de Karl Marx es hoy más necesario que nunca.
La necesidad del marxismo cambia y crece con los peligros y necesidades que sólo se podrán conjurar a través de relaciones sociales solidarias: el riesgo de la guerra nuclear, la economía de explotación y sus crisis incontrolables, la contaminación del medio ambiente, la pauperización del tercer mundo, la enajenación comercial y el allanamiento de las culturas.
2.
El pensamiento de una socialización solidaria y autodeterminada, de la abolición de la explotación y por ende de las clases, es más antiguo que el marxismo.
La especificidad de la obra de Marx y Engels consiste en la combinación de las fuerzas del trabajo y de la ciencia en un proyecto que fue llamado: socialismo científico.
Algunos de los problemas de este proyecto resuenan en la frase de Engels: Desde que el socialismo llegó a ser una ciencia, tiene que ser tratado como tal. A la pregunta sobre los portadores «científicos» de este proyecto se puede sólo responder con Volker Braun: «Todos son justamente suficientes y necesarios». Todo lo que pretenda ser marxista debe servir a esta meta: la autosocialización de los productores asociados.
3.
Es necesario, y en cada época de nuevo, el ocuparse críticamente de Marx.
Para comprender esto, sólo hay que leer la nota que Engels añadió en 1888 a la nueva edición del Manifiesto Comunista escrito en 1847: Cuando se escribió la frase de que «la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases», era para los autores «todavía casi desconocida» la prehistoria comunista primitiva de las sociedades de clases. Las maneras eurocéntricas de ver, para nombrar todavía otro ejemplo, tienen que ser eliminadas mediante un trabajo enérgico, teniendo en cuenta la importancia creciente del tercer mundo.
4.
Pero el problema no es Marx, el problema somos nosotros, los marxistas.
Cada época desarrolló sus lecturas de Marx partiendo de las exigencias actuales. El marxismo vivió siempre sólo dialécticamente, como renovaciones en la tradición marxista. Querer preservar del cambio significa poner en juego la capacidad de vida. Cada época ha formado sus enemistades particulares dentro del marxismo; y cada una, sus inercias, su reincidencia en eso que Lenin llamaba el «terrible poder del hábito», su incapacidad de aprender, sus desfiguraciones autoritarias y antiautoritarias.
De ahí que periódicamente surja en la historia del marxismo la consigna: Vuelta a Marx, vuelta a las fuentes auténticas e incorruptas, vuelta a la figura fundadora que es reconocida por todas las corrientes principales y tendencias del marxismo, a Karl Marx, la figura de integración alrededor de la cual se pueden reunir otra vez los marxistas de todas las orientaciones.
5.
Hay que tener presente las ideas fundamentales de Marx para entender: No hay ninguna vuelta a Marx, si se quiere perseverar en estas orientaciones básicas:
La combinación de praxis, historia y dialéctica le permitió a Marx, sacar de quicio a todo materialismo hasta sus días y reorganizarlo radicalmente en una nueva disposición.
La historia del marxismo muestra en todas las corrientes muchas formas de reincidencia en errores, que están lejos de estas orientaciones fundamentales.
La praxis, actividad de Marx, fue elevada hacia objeto de culto, bajo el cual la inactividad de la mayoría estaba dispuesta en las cuestiones decisivas.
La reconstrucción teórica de la sociedad por Marx, debía descubrir la posibilidad de construcción de una nueva sociedad, que sólo podía ser «la obra de los trabajadores mismos». Retrospectivamente se solidificó esta teoría siempre de nuevo como un sistema cerrado. Los hechos fueron deducidos de éste. El materialismo activo fue mistificado como un acto único, creación del clásico Marx.
A la historia eludieron (así fue aceptado una y otra vez de buena fe, o se dio a entender) las frases de Marx sobre la historia, y sobre el hecho que nada eludiría a ella.
Que la dialéctica se detendría ante nosotros, fue una y otra vez supuesto inconscientemente, que ésta sería nuestra segura propiedad y que nosotros mismos no nos moveríamos en contradicciones. El duro núcleo práctico de semejantes pareceres es en la regla el hecho, que la contradicción no es apenas tolerada más que a media voz o de modo des-plazado, como arte sobre todo.
6.
Así pues, tenemos que volver siempre de nuevo a Marx, y sin embargo, no hay ninguna vuelta a Marx. El socialismo científico debe ser tratado como ciencia, y debe ser portado decididamente por no-científicos. ¿Qué formas de movimiento tenemos para semejantes contradicciones?
Un posible camino, reñido como todos, fue visto en el estudio en masa de la única teoría científica enteramente desarrollada que Marx nos ha dejado; su obra principal que desde hace más de cien años no ha encontrado competición seria: El Capital – Critica de la economía política. Esta orientación tiene como base la idea de una adquisición en masa de competencia científica en relación a cuestiones de la estructura de la sociedad capitalista; junto a esto, está la idea de un aprender-a-pensar general, de la toma de un punto de vista científico incluso en la vida cotidiana.
Marx mismo y nada más ni nada menos que su obra principal debía ser donde todo esto fuera aprendido, sin intervención de otras doctrinas. Este concepto conserva su derecho y su necesidad. Pero encierra peligros: La detención no-histórica de la teoría en la textualidad del «Capital»; el hacer economísticamente algo absoluto del «Capital», o sea, el desconocimiento del derecho propio de la política, cultura, etc.
7.
El estudio de El Capital es también sólo un punto de partida. No hay ninguna interrupción. El marxismo sólo puede ser vivido con el ideal personal del aprender-toda-la-vida, como era el ideal realizado por Marx. Toda la vida, Marx cambió y renovó sus opiniones de acuerdo con los desarrollos científicos y las luchas de clases de su tiempo. Pero el tiempo del marxismo es el presente.
Desde la muerte de Marx se han descubierto continentes enteros del conocimiento científico, que para Marx eran todavía casi desconocidos. Se entró en nuevos espacios de la praxis y nuevas formas de lucha fueron descubiertas. Hoy no hay ninguna disculpa, o sea, no hay posibilidades de sobrevivir para nosotros, los marxistas, si no tomamos en cuenta estos adelantos.
8.
Un objetivo-a-aprender fundamental para los marxistas, que la historia nos da, es el aprender el trato productivo con las contradicciones; el arte de la dialéctica en la praxis. Una cuestión clave es la del modelo de unidad. El pensamiento de una unidad libre de contradicciones es precientífico y produce un efecto anticientífico. La unidad debe ser pensada y practicada de tal manera que en ella se prevean: los muchos individuos activos y lo múltiple; la transformación histórica, que avanza continua e irresistiblemente, que transcurre desigual y no-simultáneamente en muchas líneas, nunca en una; las contradicciones y el contradecir.
El marxismo no es, él deviene. El marxismo sólo puede existir como proceso. La verdad del marxismo no puede ser organizada en una cantidad de frases, sino sólo en el proceso del encuentro no-cerrado de diferencias.
Contradicciones, que en otro caso, serían formas de vida, de movimiento, de desarrollo adelante, se convierten bajo el régimen de una doctrina fijada y terminada en formas autodestructivas.
Tanto la inmovilidad como la oposición reprimida contra ella se convierten en armas del antimarxismo.
Permanencia, inalterabilidad, eliminación de contradicción, unanimidad – son formas ilusorias, que consiguen lo contrario de lo que se persigue con ellas, y en las que lo «metafísico», como Marx y Engels solían decir, recoge nuevamente la dialéctica marxista.
Difícil de aprender a comprender son razones como éstas:
No hay marxismo – debemos aprehenderlo nosotros. No existe el marxismo, hay marxismos. El marxismo existe en plural.
Los marxistas deben aprender a entenderse en plural y en diferencia entre sí, a hacer productiva la forma de encuentro de la divergencia, es decir, a aprender la convergencia en la divergencia.
Lo que las iglesias cristianas han aprendido amargamente en larga y sangrienta historia, queda todavía por aprender para los marxistas: Una actitud ecuménica, una cohesión marxista en contradicción.
9.
La humanidad tiene poco que esperar sin la realización del proyecto articulado por Marx.
NOTAS:
*Publicado sin título en: Institut für marxistische Studien und Forschungen (ed.), »…Einen grossen Hebel der Geschichte«. Zum 100. Todestag von Karl Marx, Frankfurt/M 1982; después con el título »Keine Hoffnung ohne das Projekt von Marx« (»Ninguna esperanza sin el proyecto de Marx«) en Wochenzeitung (WOZ), Zürich, el 18 de marzo de 1983, p. 11. Después de haber sido condenado por el SED (Partido de Estado de la República Democrática Alemana) (cf. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y luego por el DKP (Partido Comunista Alemán) (cf. Holz, Hans Heinz, Thomas Metscher, Josef Schleifstein y Robert Steigerwald (eds.), Marxismus – Ideologie – Politik. Krise des Marxismus oder Krise des »Arguments«? Frankfurt/M 1984) el texto fue reimpreso en el libro al cual esa polémica había dado lugar: Wolfgang Fritz Haug, Pluraler Marxismus. Beiträge zur politischen Kultur, vol. 1, Berlin/W: Argument 1985, pp. 17–21.
(1) Lo impreso en cursiva proviene de Marx.