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[Nota – El próximo 1º de Mayo se cumplen 40 años de aquel 1º de Mayo de 1973 en Madrid en que los manifestantes antifascistas, respondiendo a la convocatoria del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (F.R.A.P.) de manifestarse por la tarde en la plaza de Antón Martín, ajusticiaron a un miembro de la sanguinaria Brigada Político-Social (la policía política del régimen fascista de Franco) e hirieron a varios policías más que trataban de reprimir dicha manifestación. Se había producido un hecho insólito bajo la dictadura: por primera era un policía el que resultaba muerto en una manifestación y no un manifestante antifascista. Reproducimos a continuación el artículo “1º de Mayo de 1973 en Madrid. Aquel día …. Testimonio” que fue publicado en “Vanguardia Obrera” (1-7 Mayo 1986). La transcripción es de Gran Marcha Hacia el Comunismo. Madrid, abril 2013.]
Días antes del 1 de Mayo, recibimos el comunicado del Comité Ejecutivo que hacía un análisis de la situación política en ese momento, del auge de las luchas obreras y populares y del recrudecimiento de la represión. “Esta situación hace que la maniobra monárquica en la cabeza del pelele Juan Carlos, que pretenden imponer los yanquis y oligarcas como continuidad al franquismo sin Franco, se va a producir en medio de la repulsa, el odio y la lucha decidida de nuestro pueblo”.
En este llamamiento a la clase obrera y al pueblo a participar en las manifestaciones del 1 de Mayo se llamaba a tener: “… presente la necesidad de ir preparados para saber responder a la represión con la violencia revolucionaria”.
Inmediatamente organizamos la convocatoria, los llamamientos se distribuyeron por miles, mítines en autobuses, en los comedores universitarios, en las fábricas, pintadas con la convocatoria en cientos de paredes de los “Metros” de los barrios:
“1 DE MAYO – CONTRA EL YANQUI-FRANQUISMO – MANIFESTACION 19.30 EN ANTON MARTIN”
Las organizaciones del Partido [PCE (m-l)], la OSO, las Juntas del FRAP, la FUDE… desplegaron una intensa actividad, meticulosamente organizada.
Sabíamos que no se podía “saltar” en Antón Martín, estaría la plaza absolutamente tomada por la policía. Decenas de “saltos” fueron programados en los alrededores, estaban contabilizados los “Metros”, los minutos, cada organización tenía su sitio exacto, su minuto para “saltar”, su responsable; en grupos pequeños y dispersos por toda la zona, cada grupo avanzaría y confluiría con otros, hacia la plaza de Antón Martín; había que dispersar a las fuerzas policiales.
El Partido llamaba a defender la manifestación con la violencia revolucionaria frente a la represión, también había que organizar la atención a posibles manifestantes heridos (el 11 de febrero y en el Rastrillo de Tetuán, la policía, rodilla en tierra, había disparado contra los dos mil manifestantes que en la convocatoria no pública se manifestaron por la victoria del Vietnam contra los yanquis).
Varios grupos de médicos con medicinas y material de curas, esperaban en distintas casas preparadas para recibir posibles heridos. Participaban en estos grupos, médicos y enfermeras del Hospital “Francisco Franco” (ahora Hospital Provincial), de la Clínica de la Concepción, de La Paz y del Clínico.
En la Concepción todo el servicio de médicos de guardia estaba de acuerdo en que si llegaba un herido que por su gravedad no pudiese ser atendido en una de esas casas, no se daría parte a la policía. Incluso, un jefe de cirugía esperaba en su casa para que se le avisase si había que operar algún caso grave.
Desde dos horas antes, toda la zona estaba tomada por la policía. En citas previas, fuera del lugar de la manifestación, se formaban los grupos que debían ir a cada “salto”. Mi grupo con las Juntas de Sanidad del FRAP, “saltamos” en la esquina de la calle Ave María con Tres Peces. Nos fuimos juntando con otros “saltos” y en la calle Santa Isabel éramos ya unos quinientos manifestantes en bloque, con banderas rojas y republicanas, que aparecían debajo de los jerséis, de las chaquetas. Atronaba la calle: “¡FRAP, FRAP, República Popular!”; se oían más lejos otras consignas [“¡FRAP, FRAP, Guerra Popular!”]; en toda la zona, la manifestación se estaba conformando. Gente que acudió a la manifestación sin organizar, se sumaba a los núcleos manifestantes; las manifestaciones eran cada vez más compactas y numerosas; íbamos todos hacia Antón Martín.
Avanzábamos por la calle Santa Isabel. De pronto, los “sociales” (la siniestra Brigada Político-Social) salieron de los portales por delante de la manifestación, los “grises” (policías armados llamados así por sus uniformes de color gris) cortaron la calle por detrás e hicieron un emparedado que si no hubiese sido por los grupos de defensa de la manifestación y la combatividad de los manifestantes, se hubiese convertido en una masacre.
Se rompieron los cercos policiales. En esos enfrentamientos un policía murió acuchillado y decenas fueron heridos. Por primera vez, en una manifestación, era un policía de Franco el muerto y no, como hasta entonces, los manifestantes.
Salimos de la encerrona abriéndonos paso por todos los medios a nuestro alcance, a palos, pedradas, etc. Los “saltos” por la zona continuaban, la policía estaba histérica, tenían que acudir a múltiples sitios, decenas de manifestantes y gente de la calle fueron detenidos.
En la DGS (Puerta del Sol), los calabozos estaban llenos; amenazaban con matar a todos los detenidos, las palizas y los interrogatorios se sucedían, a todos los detenidos querían obligarles a firmar una “declaración” reconociendo ser el autor de la muerte del policía.
En la Puerta del Sol, en la calle Atocha, la “social” y los “fachas” se manifestaban y pedían sangre, sus gritos llegaban a los calabozos de los detenidos…
El Gobierno sufrió un rudo golpe, se tambaleaba. Se vio obligado a adelantar el recambio previsto para la muerte de Franco: Carrero Blanco fue designado Jefe del Gobierno.
Los carrillistas [como se les llamaba a los revisionistas del P”C”E seguidores del renegado Santiago Carrillo], desamparados, se llevaban las manos a la cabeza, ¿qué hacer con su “pacto para la libertad”, con sus trapicheos con la oligarquía, y con sectores del Ejército, con el apoyo al imperialismo yanqui para cambiar la fachada del régimen sin tocar nada del mismo a la muerte ya anunciada de Franco?
A nivel popular se abrieron nuevas perspectivas. El Primero de Mayo en Madrid había demostrado que la policía no era invulnerable, ni el régimen intocable. El partido y sus organizaciones de masas, pese a la feroz represión que sobre nosotros se abatió, se reforzó en todos los órdenes, organizativa, política y moralmente. El camino trazado era correcto, el único justo frente a una dictadura sanguinaria como la franquista: la lucha.
Aquel día, aquel Primero de Mayo, Madrid, su clase obrera, los auténticos antifascistas, lo celebraron en la más pura tradición de tan señalado día internacionalista.