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    Sobre las dos lineas en la revolución (contra Plejánov y la "original" teoría de Trotsky) - Lenin (1915)

    Platon
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    Mensaje por Platon Dom Mayo 19, 2013 7:01 pm

    SOBRE LAS DOS LINEAS EN LA REVOLUCIÓN
    V. I. LENIN

    (1915)


    En el núm. 3 de Prizíu [47], el señor Plejánov intenta plantear el problema teórico fundamental de la revolución inminente en Rusia. Cita un pasaje de Marx en el que se dice que en Francia la revolución de 1789 siguió una línea ascendente, y la de 1848 una línea descendente. En el primer caso, el poder pasó gradualmente de un partido más moderado a otro más radical: constitucionalistas, girondinos, jacobinos. En el segundo caso sucedió lo contrarío (proletariado, demócratas pequeñoburgueses, republicanos burgueses, Napoleón III). "Sería deseable—concluye nuestro autor— orientar la revolución rusa por una línea ascendente", es decir, de manera que el poder pase primero a los kadetes y octubristas, después a los trudoviques y luego a los socialistas. La conclusión que surge de este razonamiento es, por supuesto, que los izquierdistas rusos son unos insensatos al negarse a apoyar a los kadetes y al desacreditarlos prematuramente.

    El razonamiento “teórico” del señor Plejánov es un nuevo ejemplo de sustitución del marxismo por el liberalismo. Para el señor Plejánov el problema consiste en saber si fueron “justos” o erróneos los "conceptos estratégicos" de los elementos avanzados. Marx razonaba de otro modo. Verificaba un hecho: la revolución se desarrolló en cada caso de distinta manera. Pero Marx no buscaba la explicación de esta diferencia en los "conceptos estratégicos". Desde el punto de vista del marxismo, es ridículo buscar esa explicación en los conceptos. Hay que buscarla en la diferencia en la correlación de clases. El propio Marx escribió que en 1789 la burguesía francesa se alió al campesinado y que en 1848 la democracia pequeñoburguesa traicionó al proletariado [48]. El señor Plejánov conoce esta opinión de Marx, pero no la menciona para tergiversar a Marx dándole un aspecto "á la Struve". En 1789, en Francia, se trataba de derrocar el absolutismo y la nobleza. Dado el nivel de desarrollo económico y político de la época, la burguesía confiaba en una armonía de intereses, no abrigaba ningún temor por la estabilidad de su dominación y tendió a una alianza con el campesinado. Esta alianza aseguró la victoria completa de la revolución. En 1848 se trataba del derrocamiento de la burguesía por el proletariado. Éste no logró ganar para su causa a la pequeña burguesía, cuya traición provocó la derrota de la revolución. La línea ascendente de 1789 constituyó una forma de la revolución en la que el pueblo derrocó al absolutismo. La línea descendente de 1848 constituyó una forma de la revolución en la que la masa de la pequeña burguesía traicionó al proletariado y provocó así la derrota de la revolución.

    El señor Plejánov ha sustituido el marxismo por el idealismo vulgar, reduciendo todo a "conceptos estratégicos" y no a la correlación de clases.

    La experiencia de la revolución rusa de 1905 y del subsiguiente período contrarrevolucionario nos enseña que en nuestro país pudieron observarse dos líneas de la revolución, en el sentido de que hubo una lucha entre dos clases, el proletariado y la burguesía liberal, por asegurarse la dirección de las masas. El proletariado actuó de un modo revolucionario y fue llevando al campesinado democrático hacia el derrocamiento de la monarquía y los terratenientes. La prueba de que el campesinado manifestó tendencias revolucionarias en el sentido democrático fue suministrada en una escala de masas por todos los grandes acontecimientos políticos: las insurrecciones campesinas de 1905 y 1906, la inquietud en el ejército de esos mismos años, la "Unión Campesina" de 1905 y las dos primeras Dumas, en las que los campesinos trudoviques, no sólo se mostraron "más a la izquierda que los kadetes", sino también más revolucionarios que los intelectuales socialistas revolucionarios y los trudoviques. Esto, lamentablemente, se olvida con frecuencia, pero es un hecho. Tanto en la III como en la IV Dumas, los campesinos trudoviques demostraron, pese a todas sus debilidades, que las masas rurales estaban contra los terratenientes.

    La primera línea de la revolución democrático-burguesa rusa, tal como se desprende de los hechos y no de la charlatanería sobre “estrategia”, consistía en que el proletariado combatió resueltamente, mientras que el campesinado lo siguió con indecisión. Ambas clases se lanzaron contra la monarquía y los terratenientes. Su falta de fuerza y de decisión provocaron la derrota (aunque, pese a todo, se abrió una brecha parcial en la muralla de la autocracia).

    La segunda línea fue la actitud de la burguesía liberal. Nosotros, los bolcheviques, siempre hemos dicho, sobre todo desde la primavera de 1906, que esta línea estaba representada por los kadetes y los octubristas, considerados como una fuerza única. La década de 1905 a 1915 confirmó nuestra opinión. En los momentos decisivos de la lucha, los kadetes, junto con los octubristas, traicionaron a la democracia y “acudieron” en ayuda del zar y de los terratenientes. La línea “liberal” de la revolución rusa consistió en “apaciguar” y fragmentar la lucha de masas para permitir que la burguesía hiciera las paces con la monarquía. Tanto la situación internacional en que se desarrolló la revolución rusa como la fuerza del proletariado ruso hicieron inevitable esta actitud de los liberales.

    Los bolcheviques ayudaron conscientemente al proletariado a seguir la primera línea, a luchar con una audacia incomparable y arrastrar al campesinado. Los mencheviques se deslizaban constantemente hacia la segunda línea; corrompieron al proletariado adaptando su movimiento a los liberales, desde su llamamiento a participar en la Duma de Buliguin (agosto de 1905) hasta el ministerio kadete de 1906 y el bloque con las kadetes contra la democracia en 1907. (Digamos, entre paréntesis, que desde el punto de vista del señor Plejánov, los "conceptos estratégicos justos" de los kadetes y los mencheviques sufrieron entonces una derrota. ¿Por qué? ¿Por qué las masas no escucharon al sabio señor Plejánov, ni atendieron los consejos de los kadetes, difundidos cien veces más ampliamente que los de los bolcheviques?)

    Sólo estas tendencias, la bolchevique y la menchevique, se manifestaron en la política de las masas, en 1904-1908, y después, en 1908-1914. ¿Por qué? Porque sólo estas dos tendencias tenían profundas raíces de clase: la primera en el proletariado; la segunda, en la burguesía liberal.

    Ahora marchamos de nuevo hacia la revolución. Todos lo ven. El propio Jvostov dice que el estado de ánimo de los campesinos recuerda los años 1905-1906. Y de nuevo nos hallamos ante las dos mismas líneas de la revolución, ante la misma correlación de clases, modificada solamente por una situación internacional distinta. En 1905 toda la burguesía europea apoyaba al zarismo y lo ayudaba, una (la francesa) con sus miles de millones, otra (la alemana), preparando un ejército contrarrevolucionario. En 1914 estalló la guerra europea; la burguesía venció, por un tiempo, al proletariado en todas partes, y lo sumergió en un sucio torrente de nacionalismo y chovinismo. En Rusia, las masas populares pequeñoburguesas, principalmente el campesinado, constituyen, como siempre, la mayoría de la población. Son oprimidos sobre todo por los terratenientes. Políticamente, una parte está adormecida, la otra vacila entre el chovinismo (la "victoria sobre Alemania", la "defensa de la patria") y el espíritu revolucionario. Los portavoces políticos de estas masas—y de su vacilación—son, por un lado, los populistas (trudoviques y socialistas revolucionarios) y, por otro, los socialdemócratas oportunistas (Nashe Dielo, Plejánov, el grupo de Chjeídzé, el CO), que después de 1910 se deslizaron resueltamente por la senda de la política obrera liberal y que en 1915 se volcaron al socialchovinismo de los señores Potrésov, Cherevanin, Levitski y Máslov, o llegaron a reclamar la “unidad” con ellos.

    De esta situación real se deduce con toda claridad la tarea del proletariado. Esa tarea es librar con indoblegable audacia la lucha revolucionaria contra la monarquía (utilizando las consignas de la Conferencia de enero de 1912 [50], los "tres pilares"), lucha que arrastrará a todas las masas democráticas, es decir, principalmente al campesinado. Y, al mismo tiempo, luchar implacablemente contra el chovinismo, luchar por la revolución socialista en Europa en alianza con el proletariado europeo. Las vacilaciones de la pequeña burguesía no son casuales; son inevitables y derivan de su situación de clase. La crisis provocada por la guerra ha reforzado los factores económicos y políticos que empujan a la pequeña burguesía —incluido el campesinado— hacia la izquierda. Tales son las bases objetivas que hacen completamente posible la victoria de la revolución democrática en Rusia. No es necesario demostrar aquí que las condiciones objetivas en la Europa occidental están maduras para una revolución socialista; este hecho fue reconocido antes de la guerra por todos los socialistas influyentes de todos los países avanzados.

    La tarea principal de un partido revolucionario es esclarecer la correlación de clases en la revolución que se aproxima. Esta tarea es eludida por el Comité de Organización, que en Rusia sigue siendo el fiel aliado de Nashe Dielo, mientras en el extranjero lanza frases "de izquierda" que no quieren decir nada. En lo que respecta a Trotsky, éste propone una solución errónea en Nashe Slovo, repitiendo su “original” teoría de 1905 y negándose a reflexionar sobre las causas por las cuales, durante diez años, la vida ha pasado de largo ante esa magnífica teoría.

    La original teoría de Trotski copia de los bolcheviques el llamamiento al proletariado a una lucha revolucionaria resuelta y a la conquista del poder político, y de los mencheviques, la “negación” del papel del campesinado. El campesinado —dice— se ha diferenciado: su posible papel revolucionario no ha hecho más que disminuir; en Rusia es imposible una revolución “nacional”; "vivimos en la era del imperialismo" y "el imperialismo no contrapone la nación burguesa al antiguo régimen, sino el proletariado a la nación burguesa”.

    ¡He aquí un divertido ejemplo de cómo se puede "jugar con la palabra" imperialismo! Si en Rusia el proletariado se contrapone ya a la "nación burguesa", ¡¡quiere decir que Rusia se encuentra en vísperas de una revolución socialista!! Pero entonces la consigna de "confiscación de las tierras de los terratenientes" (repetida por Trotski en 1915, después de la Conferencia de enero de 1912) es falsa, y no se debe hablar de un gobierno "obrero revolucionario", ¡¡sino de un gobierno "obrero socialista"!! Trotski se embrolla hasta tal punto que llega a declarar que el proletariado, con su firmeza, ¡¡arrastrará también "a las masas populares no proletarias [!] (núm. 217)!! Trotski no ha pensado que si el proletariado arrastra a las masas no proletarias del campo a la confiscación de las tierras de los terratenientes y derroca a la monarquía, ¡eso será precisamente la culminación de la "revolución burguesa nacional" en Rusia! ¡Eso será justamente la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y el campesinado!

    Toda una década —la gran década de 1905 a 1915— demostró la existencia de dos y sólo dos líneas de clase en la revolución rusa. La diferenciación del campesinado ha intensificado la lucha de clases dentro de él, ha despertado a muchos elementos políticamente adormecidos y ha acercado al proletariado urbano el proletariado rural (sobre cuya organización por separado han insistido los bolcheviques desde 1906, incluyendo esta demanda en la resolución del Congreso de Estocolmo, que fue menchevique). Pero el antagonismo entre el “campesinado” y los Márkov-Románov– Jvostov se ha acentuado y agudizado. Esto es una verdad tan evidente que ni los miles de frases en decenas de artículos de Trotsky en París podrán “refutarla”. ¡Trotsky ayuda en la práctica a los políticos obreros liberales de Rusia quienes entienden por “negación” del papel del campesinado una negativa a incorporar a los campesinos a la revolución!

    Tal es hoy la clave de la cuestión. El proletariado lucha y seguirá luchando con abnegación por la conquista del poder, por la república y por la confiscación de las tierras, es decir, por ganarse al campesinado, por utilizar hasta el fin sus fuerzas revolucionarias y por hacer que las "masas populares no proletarias" participen en la emancipación de la Rusia burguesa del “imperialismo” militar-feudal (= zarismo). Y el proletariado aprovechará inmediatamente esta liberación de la Rusia burguesa del zarismo y del poder de los terratenientes, no para ayudar a los campesinos ricos en su lucha contra los obreros rurales, sino para realizar la revolución socialista en alianza con los proletarios de Europa.

    Sotsial-Demokrat núm. 48, 20 de noviembre de 1915.
    Se publica de acuerdo con el texto del periódico.


    Notas

    [47] Prfaiv ("El llamamiento"): semanario oficial de los mencheviques y los eseristas; se publicó en París desde octubre de 1915 hasta marzo de 1917. El artículo de Plejánov Dos líneas en la revolución, que Lenin critica, fue publicado en ese periódico el 17 de octubre de 1915. (Ed.)
    [48] Véase C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, Buenos Aires, Ed. Cartago, 1957, "Las luchas de clases en Francia de 1848 3 1850" y "El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte", págs. 73 a 159 y 160 a 224, respectivamente. (Ed.)
    [50] Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XVII, nota 21. (Ed.)
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    Mensaje por pedrocasca Dom Mayo 19, 2013 10:02 pm

    Agradecido de nuevo.

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