Recién recibí un mail de los muchachos de R&R, con este texto (lo leí por partes), el cual comparto mientras lo termino de leer.
Por la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera, votá Frente de Izquierda y de los Trabajadores
"Un voto a la izquierda
En este contexto de crisis, de fin de ciclo, es importante el crecimiento de una alternativa revolucionaria, que pueda disputar la dirección de las masas que han roto con el gobierno. La izquierda “chacarera” (MST-PCR) quedó viuda, cuando Pino la abandonó para irse nada menos que con Carrió y el radicalismo. Constituyen, hoy, un agrupamiento superfluo, porque llevaban las mismas demandas que hoy levanta Pino en el mismo espacio que Prat Gay. Quienes también ocupan un lugar en el espectro reformista es la alianza entre los kirchneristas “críticos” de Marea Popular junto al partido de Lozano que no ha abandonado el FAP. Una curiosa combinación de chavistas con gente que llamó a votar por Capriles….
Delimitadas las posiciones, la clase obrera debe intervenir en estos debates con una política revolucionaria. Más allá de las discusiones que podamos tener en el seno de la izquierda, el crecimiento de la misma implica un desarrollo político del proletariado y su capacidad de disputar la dirección del descontento a las variantes de la burguesía. Por eso, llamamos a votar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT)"
(fragmento de "Entre el parto y el aborto", editorial de El Aromo n° 73, 2013; por Fabián Harari)
¿Pensaste en el socialismo?
Por qué hay que votar al Frente de Izquierda este 27 de octubre
Vos, compañero, compañera, que alcanzaste el subte corriendo y que te preparás para subir corriendo las escaleras de la salida para no llegar tarde, mientras Ricardo Fort muestra en televisión su último “BM”, ¿pensaste en el Socialismo?
Vos, compañera, que terminás de maquillarte a los tumbos, entre estación y estación, para llegar al trabajo con “buena presencia” y no te tiren la bronca, apretando siempre, por las dudas, la cartera (que no es “luisvuiton”, precisamente) contra el brazo, ¿pensaste en el Socialismo?
Vos, pibe, que vas a tu primera entrevista laboral a uno de esos empleos miserables tipo McDonald’s, donde te tratan como un imbécil y premian al más imbécil con un pin y un conito, ¿pensaste en el Socialismo?
Ud. señora, que con su marido mira para cada lado por si la sigue alguien antes de entrar en su casa, con esa “sensación” en la cabeza, ¿pensó en el Socialismo?
Y Ud. señor, que la yuga todo el mes para pagar las cuentas mientras se gastan mil millones de pesos en el “fútbol para todos”, para que 22 millonarios persigan un cuero inflado y un mafioso se llene de oro, ¿pensó en el Socialismo?
Y vos, que te ilusionaste genuinamente con Néstor y ahora votás a Cristina, que te quiere hacer creer que con el “plasma para todos” y el mamarracho de Tecnópolis te alcanza, ¿pensaste en el Socialismo?
Vos, que te indignaste con el asesinato de Fuentealba, que todavía preguntás dónde está Julio López, que estás esperando que algo pase con los asesinos de Mariano Ferreyra, ¿pensaste en el Socialismo?
Vos, sí, vos, que te parece que la vida es algo más que ir a la escuela como burrito, terminar la secundaria como borrico y salir de la universidad como burro diplomado, ¿pensaste en el Socialismo?
En estas elecciones el gobierno te promete más de lo mismo: la zanahoria para que sigas laburando y laburando y encima le des las gracias por una vida que se pasa volando entre cuatro paredes. Paredes de oficina, paredes de fábrica, paredes de escuela, paredes de banco. Paredes. Cuando entrás no se ve el sol. Cuando salís, tampoco. Ocho horas, con suerte, todos los días. Más dos o tres que se te van en viaje. Más otro tanto que se te va en cocinar, darle de comer a los chicos, arreglar la canilla que se rompió, comer, mirar Tinelli y a la cama. Hasta que esa cosa llamada despertador te despierte. Y otra vez, como hámster en la rueda de la pecera. Todos los días, de toda la semana, de todo el mes, de todo el año, de toda una vida. ¿Te diste cuenta que una vida así es una mierda? ¿Que cuando llega el fin de semana, apenas te querés acordar y ya es domingo a la noche? ¿Qué cuando llegan las vacaciones, ya te tenés que volver? Y todavía tenés que estar contento porque tenés trabajo, porque hay un chupasangre que te explota y a cambio te alquila una vida. Haceme caso, pensá en el Socialismo.
¿No te gustaría levantarte más tarde? ¿Agarrar la caña y salir a pescar, así, de sopetón y sin pedir permiso? ¿Golpearle la puerta a los muchachos, pelota en mano, rumbo a la plaza? ¿Tomarte el día para ir al cine con las amigas, un miércoles, a mitad de semana, sin que se arme un escándalo? ¿Pagar las cosas sin tener que esperar la “ayuda”, la “beca”, el “plan”? ¿Pensar en el futuro como algo lindo, sin miedo de perder el trabajo porque el patrón o el burócrata se levantó mal? ¿No te gustaría caminar tranquila por la calle sin que te miren como si fueras un cacho de bofe? ¿Saber que no importa lo que te pase a vos, tus hijos y tu familia nunca van a quedar en la calle? ¿Pasear tranquila, tranquilo, sin remordimientos cada vez que te llevás por delante un chico en la calle, un viejo en un rincón, una familia en la plaza, en medio de la miseria más espantosa? ¿No te gustaría tener tu casa como un derecho inmediato, apenas llegás al mundo adulto, en lugar de trabajar toda tu vida para pagar un alquiler? ¿Tener buenas escuelas, con doble jornada, jardín de infantes, deporte, arte, para que tus hijos se eduquen bien y vos puedas tener una vida propia y ser madre no se convierta en una condena? ¿No te gustaría tener más tiempo para cocinar comida saludable, para comer mejor, para hacer deporte, para hacer una vida sana?
Pero, ¿qué es el Socialismo? ¿No es eso que fracasó hace veinte años, cuando se cayó el muro? ¿Esos países donde te obligan a vivir como los gobernantes quieren? No. La experiencia de la Unión Soviética tuvo sus límites, sus problemas y sus errores graves, gravísimos. Lo mismo se puede decir de Cuba. Pero en esos países la medicina era gratis (en Cuba lo sigue siendo), la gente tenía derecho a una casa, el hijo de un obrero estudiaba en las mejores escuelas y llegaba a la universidad, no había desocupación ni miseria e incluso se llegó a un elevadísimo nivel de desarrollo técnico y científico (baste recordar que el primer satélite y el primer ser humano en el espacio fueron soviéticos). Con sus problemas, durante mucho tiempo le dieron a la humanidad un espejo, aún deformado y empobrecido, de lo que podía llegar a ser la vida bajo el Socialismo: una sociedad sin patrones, donde las fábricas, los campos, los comercios, los bancos, todo aquello con lo que se produce y reproduce la vida, es propiedad de los obreros y no de un puñado de explotadores que gracias a ello viven como faraones. Precisamente por eso los ricos y sus amigos hablan pestes del socialismo, porque no hay patrones, porque han sido expropiados de lo que no les pertenece. Porque todo lo que comemos, vestimos, habitamos, transitamos, usamos en nuestra vida cotidiana, es producto del trabajo humano, es decir, del trabajo de los obreros. En el socialismo se acaba la explotación y los obreros pueden disfrutar de todo el trabajo social y no sólo de la migaja, el salario, que le devuelven a fin de mes, los patrones, los burgueses. En el capitalismo, el tipo de sociedad en que vivimos, cada máquina nueva que se inventa, ahorra tiempo de trabajo. En manos de un capitalista, le permitirá echar a los obreros que sobren y apoderarse de una mayor ganancia. En el Socialismo, el destino del desarrollo tecnológico está en manos de los obreros, que bien pueden decidir que si la máquina ahorra tiempo, entonces podemos achicar la jornada de trabajo. ¿Se imagina lo que sería trabajar sólo cuatro o cinco horas por día? Hace poco, una propaganda televisiva bromeaba con la idea de crear el día “Osvaldo”, un tercer día feriado, como el “Domingo”. Hoy día es perfectamente posible: sólo con la fortuna de los millonarios se podría multiplicar varias veces el sueldo de un obrero común; con poner a trabajar a todos los vagos que viven de los obreros, pero viven mucho mejor que los obreros, los burgueses, los curas, los policías, los militares, los burócratas sindicales, se podría disminuir tranquilamente las horas de trabajo. Con repartir las horas de trabajo entre los obreros ocupados y los millones de desocupados, se lograría todavía más tiempo libre para todos. Eso es el Socialismo, una sociedad de las necesidades satisfechas decentemente y del tiempo libre. Te convendría pensarlo.
¿Pero no estamos ya en el socialismo, con Chávez, con Evo, con Cristina? Hace un tiempo, en el 2001, cansado de tanto maltrato, te calentaste, dijiste basta, que se vayan todos. Se asustaron y para que no les incendies el palacio y se les corte el chorro, te tiraron un huesito. Parece mucho, porque comparado con lo anterior es mucho. Sin embargo, es sólo un huesito, las migajas de un festín que continúa, porque hoy, en el mundo y en la Argentina, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Para los ricos, Puerto Madero; para los pobres, la Villa 31. Para los ricos, los countries; para los pobres, barrio marginal, sin luz, sin cloacas, sin nada. Chávez, Evo, Cristina, son capitalistas vivos. Patrones que se dieron cuenta, igual que Perón, por ejemplo, de que no había que matar la gallina de los huevos de oro, de que no había que estirar tanto la cuerda, porque tanto se estira que al final se rompe. Pero no te dicen eso, que te tienen miedo y que por eso aflojan. Te dicen que te hacen un favor. Que te quieren y dan la vida por vos. Mientras tanto, nuestra presidenta se gasta 100.000 dólares en zapatos en París y su fortuna y la de todos ellos no deja de crecer. No son distintos a Menem; son más vivos. No son mejores que De la Rúa, tienen más suerte.
En estas elecciones podés hacer algo distinto: pensar en el Socialismo. Y votar por los partidos que te proponen, no pan para hoy y hambre para mañana, sino una vida completamente distinta, realmente un país nuevo, una sociedad libre del patoterismo patronal cotidiano. Esos partidos también tienen respuestas para el corto plazo, también te ayudarán a luchar por el 82% móvil, por la incorporación a planta de los tercerizados, por el aumento del salario, por todas esas cosas que tenemos que conseguir mientras avanzamos en la lucha. Pero esos partidos tienen algo más para ofrecerte: un mundo nuevo por conquistar, una bella mañana de libertad, para vos, para tus hijos, para todos. Hacéme caso, pensá en el Socialismo y votá al FIT.