Extracto de carta al MDPP-S
SOBRE EL ANTIIMPERIALISMO Y EL ANTIOCCIDENTALISMO
Ya te he dicho en otras ocasiones de que yo no termino de compartir el adjetivo de “antiimperialista” que a menudo se les atribuye a Irán, Venezuela, etc. Por el contrario, pienso que si es atribuible a los Movimientos de Liberación Nacional (como palestinos, mapuches, etc.) que carecen de Estado propio, de independencia política y de poder de decisión sobre su propio proyecto económico, político y social (tal como ocurre, también, en el Estado español con el MLNV). Por eso su lucha es progresista, antiimperialista y a veces, revolucionaria. También considero antifascistas a esos sectores de la población que, organizada en el seno de los propios países capitalistas, luchan por esos objetivos en contra de sus burguesías. Aquí hablare, de los países con Estado.
Estos pueblos, países o naciones que alcanzan un Estado independiente, solo tienen 2 vías reales a seguir, radicalmente opuestas: el modelo capitalista o el socialismo. Todos los modelos económico-sociales intermedios, si los hubiera, marchan inexorablemente hacia el capitalismo, o hacia el socialismo, siempre en función de los objetivos estratégicos que se marca y, sobre todo, en función de las medidas prácticas que adopta. Que yo sepa (y admito que no se gran cosa al respecto…) tan solo Corea del Norte mantiene ciertos criterios y principios básicos que pueden asemejarse al modelo socialista, y eso, a pesar de todas las dificultades y carencias que conlleva ser una “isla socialista”, en un océano imperialista.
Sin una puesta en marcha progresiva y continuada (a corto-medio plazo) de esas medidas que implanten y consoliden la Dictadura del Proletariado, el proyecto socialista de los Estados que logran su independencia (si alguna vez lo diseñaron) se estanca y finalmente retrocede hasta integrarse y/o ser engullido por el capitalismo. Se pasa así, de la lucha en el marco de las contradicciones entre burguesía y proletariado (por el progreso), en una lucha reaccionaria por conseguir hacerse un hueco en el espacio de de las contradicciones entre los capitalistas.
Íntimamente ligado al término “antiimperialista”, tampoco comparto el uso, igualmente abusivo, que se hace de la coletilla “occidental”, como sinónimo despectivo y origen de todos los males. Me parece erróneo porque, tras ello, salen a relucir concepciones simplistas y unilaterales.
La situación de crisis por la que, desde hace tiempo pasa el Movimiento Antiimperialista (y Antifascista) se nos hace tan “pesada” porque el Movimiento Comunista Internacional que históricamente lo ha impulsado (y que le imprime su carácter revolucionario llevándolo hasta sus últimas consecuencias), no está en condiciones de dirigirlo. Y por eso, aquellos impulsores han querido adueñarse de su influencia moral, pero no son más que una mala copia pirata e interesada en manos de las burguesías nacionales; una caricatura de lo que fueron aquellas otras representadas e impulsadas por el estalinismo o de las que se organizaron por todo el mundo al calor de esa dinámica soviética.
Pero, en mi opinión, en nada se pueden comparar aquellos Movimientos pseudo-antiimperialista, con estos, verdaderamente revolucionarios. Una prueba de ello es que, ahora, todos repudian a Stalin en mayor o menor medida, habiendo sido este el máximo exponente de antiimperialismo. De ahí que hoy día tengan que seguir intentando desvincular el antiimperialismo de su figura. Tarea en la que se afanan junto a la propaganda burguesa.
Creo que existe una tendencia generalizada (entre los sectores honrados de la izquierda internacional), tan “natural” como errónea, a querer ver chispazos revolucionarios en cada oposición de las burguesías nacionales más débiles a ser fagocitadas por las más poderosas. Eso permite, en cierta medida, que propagandistas e ideólogos burgueses (de uno y otro bando) utilicen indiscriminadamente y unilateralmente el término “occidental” (que deriva erróneamente en “imperialismo” recibiendo este así, un exclusivismo que contradice su esencia universal), y que es utilizado en una u otra dirección, según convenga a cada cual:
- Las potencias mas fuertes defienden un “occidente” bandera del imperialismo imperante y “cumbre histórica del desarrollo económico-social”. El tan cacareado “fin de la historias”.
- Las burguesías aspirantes demonizan “occidente” porque les excluye del reparto, toda vez que ponen en marcha otras iniciativas de mercado (ALBA, etc) enfrentadas a las imperantes, pero que siguen, igualmente, sujetas a las leyes del sistema capitalista. No representan alternativa alguna y, por tanto, apuntalan el capitalismo alargando su vida.
Los ataques verbales y movimientos estratégicos, en ámbitos militares y comerciales, de Chavez, Ahmadineyad, etc, “contra el imperialismo y occidente”, no deben confundirnos. Esas reyertas se producen en el marco de las contradicciones en el seno de las relaciones entre capitalistas; son algunas de las que preludian la escalada irremediable de la III Guerra Mundial en marcha. Por tanto, desde esa perspectiva estratégica, no debemos identificar esas luchas con las que se derivan de la contradicción que enfrentan a la burguesía y al proletariado, que son las más acordes a nuestras aspiraciones de organización revolucionaria, y sobre las que debemos, en mi opinión, centrar todos nuestros esfuerzos, teniendo en cuenta que todas las contradicciones que se desarrollan en un mismo sistema interactúan continuamente condicionándose entre sí.
De esa concepción “anti-occidentalista” surgen las tesis revisionistas según las cuales “habría que renovar el ideario revolucionario y socialista”. Pretenden asi enterrar el comunismo “por ser anacrónico y un fenómeno exportado desde el occidente imperialista” toda vez que, afirman, “pertenece a una etapa de la Historia ya superada”.
No debe ser casual que reconocidos Trotskistas, en todas latitudes, esgriman estas teorías, ni que encuentren eco en múltiples publicaciones “progres” (...) banderas ideológicas del revisionismo, el trotskismo y el reformismo donde, naturalmente hacen un monumental vacio a las aportaciones revolucionarias (del PCE(r), por ejemplo). En ellas parece haberse encontrado el Santo Grial en la panacea del “Socialismo del S. XXI” de marras, para extendernos seguidamente, la más que manoseada receta reformista: la revolución por las urnas, el poder para el pueblo pero sin el pueblo, desde las instituciones… En estas publicaciones jamás encontraremos referencia alguna a los principios fundamentales del socialismo (abolición de la propiedad privada, dictadura del proletariado), sin no es para intentar enterrarlos con los excrementos ideológicos que generan.
Las ideas revolucionarias, socialistas y democráticas toman forma al calor de la lucha de clases en la Europa del S. XIX y fueron “exportadas” progresiva e inevitablemente, al resto del mundo, a medida que el capitalismo fue entrando en su última fase imperialista. De aquellas ideas surgió el marxismo; a partir de ellas Lenin condujo a la Historia a las puertas de nuevos saltos cualitativos y con ellos el mundo asistió al advenimiento de la más avanzada democracia que ha existido, la soviética. ¿Qué pasa pues, los nuevos “antiimperialistas” y “socialistas del S.XXI” no están al tanto de estas nociones históricas básicas, tan primordiales para los Movimientos Revolucionarios? ¿O no les conviene recordarlo?
Hoy día, obreros, progresistas y revolucionarios occidentales (como en todas partes) padecemos el imperialismo en nuestras carnes en mucha mayor medida que esas burguesías “progres” que tanto lloran por ser pasto de las luchas por el reparto de mercados internacionales, toda vez que utilizan a “sus” pueblos en beneficio propio en nombre de revoluciones bolivarianas, islámicas, naranjas, etc.
A pesar de que occidente a sido la cuna del capitalismo y es, hoy día, su máximo exponente, la aparición en escena de China, India, Rusia, Brasil, etc., como serios competidores por la hegemonía, demuestra que si cargamos las tintas únicamente en Occidente, vaciamos al capitalismo de su esencia imperialista y de su carácter universal como sistema político imperante. Esto equivale a otorgarle capacidad de regeneración que, en realidad, no tiene, Y esto es así por que desde hace ya mucho tiempo el motor de la Historia (la lucha de clases) solo funciona con la combustión generada por los luchadores socialistas.
No son esos burgueses “progres” nuestros aliados, aunque en sus enfrentamientos por mantenerse en la brecha debiliten al enemigo que tenemos en cas (o al imperialismo hegemónico). Aunque pueda sonar muy de Manual, el único aliado que tenemos en la actualidad, más que nunca son los obreros organizados y con conciencia de clase en la esfera internacional, los comunistas y antifascistas que se enfrentan al revisionismo y al reformismo en sus propios países.
Flaco favor les estamos haciendo si, en lugar de alentarlos a la lucha independiente y organizada de las clase obrera y a la creación y reconstrucción de sus propios PC´s revolucionarios, les señalamos como referencia “antiimperialista” a las burguesías y militares que les están desarmando y excluyendo (incluso reprimiendo).
Una de las consecuencias más graves es que solo hay un paso (que se da con histórica facilidad), desde esas posiciones hasta el chavismo y el patrioterismo… y de ahí, a la guerra entre pueblos, dirigida por las burguesías, a cual más cargada de “razones” que todos conocemos.
El camino revolucionario es más “espeso”, más frondoso, menos agradecido. Ya que ofrece un millón de penalidades y trabajo duro de concienciación (además de los consabidos “sacrificios”) pues no promete resultados materiales individuales a corto plazo, con las que generar falsas ilusiones fácilmente manipulables.
Pero ese es el único camino, no existen atajos. Sin duda alguna, en todas partes donde existe explotación capitalista (más o menos “salvaje”) debe de haber comunistas que, tras la larga travesía del desierto que nos impuso la ausencia de referente soviético (y la propia ofensiva capitalista), estén de nuevo tomando conciencia de la necesidad de la reconstrucción de los PC´s independientes y revolucionarios. Incluso es probable que esas organizaciones ya existan y sus proyectos estén más avanzados de lo que podríamos creer. Es posible que estén pasando por la misma censura, ocultismo y represión que nosotros padecemos. Y estoy convencido de ello porque ese es el recorrido inevitable del desarrollo y avance de la lucha de clases en el escarpado camino que conduce a los saltos cualitativos históricos que están por venir.
¿Quién iba a decirnos a nosotros que los comunistas revolucionarios rusos iban a publicar las aportaciones teóricas de nuestro Secretario General y se iban a manifestar ante la embajada española en Moscú por su liberación y contra la criminalización del PCE(r)? ¡Eso es romper el muro de silencio que han querido cernir sobre nosotros!
Mientras, Chávez negocia, en términos empresariales la entrega de presos políticos vascos a las oligarquías españolas; su socio, Correa, se parte el espinazo en reverencias ante nuestro “envidiable demócrata”, el Príncipe de Asturias, toda vez que condena como terroristas las acciones revolucionarias de ETA en Mallorca, y lanza sus arengas sobre como la revolución de las urnas le ha llevado al poder, que asocia, sin vergüenza alguna, al poder popular.
Alguien dijo alguna vez algo así como que uno no es lo que dice de sí mismo, sino lo que sus actos dicen de él… pues eso.
Agosto de 2009
Marcos Martin Ponce (Preso Político de los G.R.A.P.O.)
SOBRE EL ANTIIMPERIALISMO Y EL ANTIOCCIDENTALISMO
Ya te he dicho en otras ocasiones de que yo no termino de compartir el adjetivo de “antiimperialista” que a menudo se les atribuye a Irán, Venezuela, etc. Por el contrario, pienso que si es atribuible a los Movimientos de Liberación Nacional (como palestinos, mapuches, etc.) que carecen de Estado propio, de independencia política y de poder de decisión sobre su propio proyecto económico, político y social (tal como ocurre, también, en el Estado español con el MLNV). Por eso su lucha es progresista, antiimperialista y a veces, revolucionaria. También considero antifascistas a esos sectores de la población que, organizada en el seno de los propios países capitalistas, luchan por esos objetivos en contra de sus burguesías. Aquí hablare, de los países con Estado.
Estos pueblos, países o naciones que alcanzan un Estado independiente, solo tienen 2 vías reales a seguir, radicalmente opuestas: el modelo capitalista o el socialismo. Todos los modelos económico-sociales intermedios, si los hubiera, marchan inexorablemente hacia el capitalismo, o hacia el socialismo, siempre en función de los objetivos estratégicos que se marca y, sobre todo, en función de las medidas prácticas que adopta. Que yo sepa (y admito que no se gran cosa al respecto…) tan solo Corea del Norte mantiene ciertos criterios y principios básicos que pueden asemejarse al modelo socialista, y eso, a pesar de todas las dificultades y carencias que conlleva ser una “isla socialista”, en un océano imperialista.
Sin una puesta en marcha progresiva y continuada (a corto-medio plazo) de esas medidas que implanten y consoliden la Dictadura del Proletariado, el proyecto socialista de los Estados que logran su independencia (si alguna vez lo diseñaron) se estanca y finalmente retrocede hasta integrarse y/o ser engullido por el capitalismo. Se pasa así, de la lucha en el marco de las contradicciones entre burguesía y proletariado (por el progreso), en una lucha reaccionaria por conseguir hacerse un hueco en el espacio de de las contradicciones entre los capitalistas.
Íntimamente ligado al término “antiimperialista”, tampoco comparto el uso, igualmente abusivo, que se hace de la coletilla “occidental”, como sinónimo despectivo y origen de todos los males. Me parece erróneo porque, tras ello, salen a relucir concepciones simplistas y unilaterales.
La situación de crisis por la que, desde hace tiempo pasa el Movimiento Antiimperialista (y Antifascista) se nos hace tan “pesada” porque el Movimiento Comunista Internacional que históricamente lo ha impulsado (y que le imprime su carácter revolucionario llevándolo hasta sus últimas consecuencias), no está en condiciones de dirigirlo. Y por eso, aquellos impulsores han querido adueñarse de su influencia moral, pero no son más que una mala copia pirata e interesada en manos de las burguesías nacionales; una caricatura de lo que fueron aquellas otras representadas e impulsadas por el estalinismo o de las que se organizaron por todo el mundo al calor de esa dinámica soviética.
Pero, en mi opinión, en nada se pueden comparar aquellos Movimientos pseudo-antiimperialista, con estos, verdaderamente revolucionarios. Una prueba de ello es que, ahora, todos repudian a Stalin en mayor o menor medida, habiendo sido este el máximo exponente de antiimperialismo. De ahí que hoy día tengan que seguir intentando desvincular el antiimperialismo de su figura. Tarea en la que se afanan junto a la propaganda burguesa.
Creo que existe una tendencia generalizada (entre los sectores honrados de la izquierda internacional), tan “natural” como errónea, a querer ver chispazos revolucionarios en cada oposición de las burguesías nacionales más débiles a ser fagocitadas por las más poderosas. Eso permite, en cierta medida, que propagandistas e ideólogos burgueses (de uno y otro bando) utilicen indiscriminadamente y unilateralmente el término “occidental” (que deriva erróneamente en “imperialismo” recibiendo este así, un exclusivismo que contradice su esencia universal), y que es utilizado en una u otra dirección, según convenga a cada cual:
- Las potencias mas fuertes defienden un “occidente” bandera del imperialismo imperante y “cumbre histórica del desarrollo económico-social”. El tan cacareado “fin de la historias”.
- Las burguesías aspirantes demonizan “occidente” porque les excluye del reparto, toda vez que ponen en marcha otras iniciativas de mercado (ALBA, etc) enfrentadas a las imperantes, pero que siguen, igualmente, sujetas a las leyes del sistema capitalista. No representan alternativa alguna y, por tanto, apuntalan el capitalismo alargando su vida.
Los ataques verbales y movimientos estratégicos, en ámbitos militares y comerciales, de Chavez, Ahmadineyad, etc, “contra el imperialismo y occidente”, no deben confundirnos. Esas reyertas se producen en el marco de las contradicciones en el seno de las relaciones entre capitalistas; son algunas de las que preludian la escalada irremediable de la III Guerra Mundial en marcha. Por tanto, desde esa perspectiva estratégica, no debemos identificar esas luchas con las que se derivan de la contradicción que enfrentan a la burguesía y al proletariado, que son las más acordes a nuestras aspiraciones de organización revolucionaria, y sobre las que debemos, en mi opinión, centrar todos nuestros esfuerzos, teniendo en cuenta que todas las contradicciones que se desarrollan en un mismo sistema interactúan continuamente condicionándose entre sí.
De esa concepción “anti-occidentalista” surgen las tesis revisionistas según las cuales “habría que renovar el ideario revolucionario y socialista”. Pretenden asi enterrar el comunismo “por ser anacrónico y un fenómeno exportado desde el occidente imperialista” toda vez que, afirman, “pertenece a una etapa de la Historia ya superada”.
No debe ser casual que reconocidos Trotskistas, en todas latitudes, esgriman estas teorías, ni que encuentren eco en múltiples publicaciones “progres” (...) banderas ideológicas del revisionismo, el trotskismo y el reformismo donde, naturalmente hacen un monumental vacio a las aportaciones revolucionarias (del PCE(r), por ejemplo). En ellas parece haberse encontrado el Santo Grial en la panacea del “Socialismo del S. XXI” de marras, para extendernos seguidamente, la más que manoseada receta reformista: la revolución por las urnas, el poder para el pueblo pero sin el pueblo, desde las instituciones… En estas publicaciones jamás encontraremos referencia alguna a los principios fundamentales del socialismo (abolición de la propiedad privada, dictadura del proletariado), sin no es para intentar enterrarlos con los excrementos ideológicos que generan.
Las ideas revolucionarias, socialistas y democráticas toman forma al calor de la lucha de clases en la Europa del S. XIX y fueron “exportadas” progresiva e inevitablemente, al resto del mundo, a medida que el capitalismo fue entrando en su última fase imperialista. De aquellas ideas surgió el marxismo; a partir de ellas Lenin condujo a la Historia a las puertas de nuevos saltos cualitativos y con ellos el mundo asistió al advenimiento de la más avanzada democracia que ha existido, la soviética. ¿Qué pasa pues, los nuevos “antiimperialistas” y “socialistas del S.XXI” no están al tanto de estas nociones históricas básicas, tan primordiales para los Movimientos Revolucionarios? ¿O no les conviene recordarlo?
Hoy día, obreros, progresistas y revolucionarios occidentales (como en todas partes) padecemos el imperialismo en nuestras carnes en mucha mayor medida que esas burguesías “progres” que tanto lloran por ser pasto de las luchas por el reparto de mercados internacionales, toda vez que utilizan a “sus” pueblos en beneficio propio en nombre de revoluciones bolivarianas, islámicas, naranjas, etc.
A pesar de que occidente a sido la cuna del capitalismo y es, hoy día, su máximo exponente, la aparición en escena de China, India, Rusia, Brasil, etc., como serios competidores por la hegemonía, demuestra que si cargamos las tintas únicamente en Occidente, vaciamos al capitalismo de su esencia imperialista y de su carácter universal como sistema político imperante. Esto equivale a otorgarle capacidad de regeneración que, en realidad, no tiene, Y esto es así por que desde hace ya mucho tiempo el motor de la Historia (la lucha de clases) solo funciona con la combustión generada por los luchadores socialistas.
No son esos burgueses “progres” nuestros aliados, aunque en sus enfrentamientos por mantenerse en la brecha debiliten al enemigo que tenemos en cas (o al imperialismo hegemónico). Aunque pueda sonar muy de Manual, el único aliado que tenemos en la actualidad, más que nunca son los obreros organizados y con conciencia de clase en la esfera internacional, los comunistas y antifascistas que se enfrentan al revisionismo y al reformismo en sus propios países.
Flaco favor les estamos haciendo si, en lugar de alentarlos a la lucha independiente y organizada de las clase obrera y a la creación y reconstrucción de sus propios PC´s revolucionarios, les señalamos como referencia “antiimperialista” a las burguesías y militares que les están desarmando y excluyendo (incluso reprimiendo).
Una de las consecuencias más graves es que solo hay un paso (que se da con histórica facilidad), desde esas posiciones hasta el chavismo y el patrioterismo… y de ahí, a la guerra entre pueblos, dirigida por las burguesías, a cual más cargada de “razones” que todos conocemos.
El camino revolucionario es más “espeso”, más frondoso, menos agradecido. Ya que ofrece un millón de penalidades y trabajo duro de concienciación (además de los consabidos “sacrificios”) pues no promete resultados materiales individuales a corto plazo, con las que generar falsas ilusiones fácilmente manipulables.
Pero ese es el único camino, no existen atajos. Sin duda alguna, en todas partes donde existe explotación capitalista (más o menos “salvaje”) debe de haber comunistas que, tras la larga travesía del desierto que nos impuso la ausencia de referente soviético (y la propia ofensiva capitalista), estén de nuevo tomando conciencia de la necesidad de la reconstrucción de los PC´s independientes y revolucionarios. Incluso es probable que esas organizaciones ya existan y sus proyectos estén más avanzados de lo que podríamos creer. Es posible que estén pasando por la misma censura, ocultismo y represión que nosotros padecemos. Y estoy convencido de ello porque ese es el recorrido inevitable del desarrollo y avance de la lucha de clases en el escarpado camino que conduce a los saltos cualitativos históricos que están por venir.
¿Quién iba a decirnos a nosotros que los comunistas revolucionarios rusos iban a publicar las aportaciones teóricas de nuestro Secretario General y se iban a manifestar ante la embajada española en Moscú por su liberación y contra la criminalización del PCE(r)? ¡Eso es romper el muro de silencio que han querido cernir sobre nosotros!
Mientras, Chávez negocia, en términos empresariales la entrega de presos políticos vascos a las oligarquías españolas; su socio, Correa, se parte el espinazo en reverencias ante nuestro “envidiable demócrata”, el Príncipe de Asturias, toda vez que condena como terroristas las acciones revolucionarias de ETA en Mallorca, y lanza sus arengas sobre como la revolución de las urnas le ha llevado al poder, que asocia, sin vergüenza alguna, al poder popular.
Alguien dijo alguna vez algo así como que uno no es lo que dice de sí mismo, sino lo que sus actos dicen de él… pues eso.
Agosto de 2009
Marcos Martin Ponce (Preso Político de los G.R.A.P.O.)