"Tambien he observado que solo veis la violencia de un bando pero os recuerdo que en 1931 quemasteis todas o casi todas las iglesia de Madrid ." NicolasPatriota
Eso es cierto, en España se quemaron iglesias del 1931-1939, ahora creo que no hace explicar porque un pueblo tan relacionado con el catolicismo llegó a "jartarse" de la iglesia hasta el punto de quemar los puntos de culto.
Te explicaré que los comunistas, y en este caso los comunistas españoles, jamás han promulgado la quema de iglesias, es más si tu analizas los discursos del Partido Comunista de España y de su línea general, verás, que te dirán como otras veces otros comunistas, que la estrategia comunista para derribar a las religiones de la faz de la tierra no es el uso de la fuerza, sino la educación ideológica contra el idealismo, el miticismo, y el oscurantismo ideológico de en este caso el catolicismo. Las reivindicaciones del PCE antes y durante la guerra eran cosas tan simples y aceptable para cualquier "demócrata" honrado, y el objetivo comunista de desligar de la mente de las personas las reminiscencias de la religión no podía ser completa en un futuro sin iniciar estas reivindicaciones simples:
«Para poder triunfar sobre el enemigo el día 16 y después del 16, es necesario comprender –para que no se repita el caso del 14 de abril– que el triunfo electoral, con la constitución de un Gobierno republicano o de un Gobierno popular, debe ser la garantía de que se arrancará al enemigo –y lo hemos dicho y repetido, y lo repetiremos cuantas veces sea necesario, hasta hacerlo llegar a comprender a quien tiene que recogerlo– su base material y social. Mientras los campesinos no tengan la tierra que hoy usurpan los terratenientes, mientras a éstos no se les expropie la tierra sin indemnización, para entregarla gratuitamente a los campesinos trabajadores y a los obreros agrícolas, no habrá posibilidad de desarrollar un régimen democrático. Mientras la Iglesia continúe cobrando millones y millones del Estado –mientras no haya una separación rotunda de la Iglesia y del Estado–, y en vez de entregarle a ella esos millones se entreguen para obras públicas, para mejorar la situación del proletariado y de los campesinos, no habrá democracia en el país. El que quiera ir a misa o a comulgar, que vaya a la iglesia tranquilamente, pero que se pague su religión. Lo que no se puede consentir es que eso salga del proletariado, de las masas trabajadoras». (José Díaz, La España revolucionaria, Discurso pronunciado en el Salón Guerrero, de Madrid, el 9 de febrero de 1936)
Como punto de partida, José Díaz reclama que para acabar con el poderio de la reacción de clase, es necesario entre otras medidas acabar con el poderío de la iglesia para ello se pide que se repartan tierras que la iglesia le sobran mediante la expropiacción, y por último pide impuestos para cada iglesia, y que se autofinancien, esta reivindicación simple ni siquiera se ha llevado a cabo hoy día en España. Veamos otro ejemplo de lo mismo:
«[En torno a las excusas de que «falta dinero» para según que cosas, como ahora vocifera en nuestros días el PP] Y si para estas medidas de transformación se dice que no hay dinero, habrá que ver dónde se encuentra. Nosotros no queremos atacar los sentimientos religiosos de nadie, pero decimos: La Iglesia, con el gran predominio económico-político de que goza en España, como corresponde a la situación semifeudal que ocupa, tiene grandes riquezas, y esas riquezas han sido arrancadas del pueblo, y como el pueblo tiene hambre, pide esas riquezas. Por lo tanto, la subvención del Estado a la Iglesia debe desaparecer inmediatamente; si son diecinueve o veinte millones de pesetas las que el Estado entrega a la Iglesia, esa cantidad debe dedicarse a obras, que son muy necesarias en España, para que los parados tengan pan y trabajo; pero, además, es necesario expropiar esa riqueza de la Iglesia por ser dinero sacado del pueblo, y si esos reaccionarios son tan amantes de dar pan a los necesitados, todas esas riquezas, esas acciones de empresas y entidades anónimas, todos esos millones, manejados tan turbiamente, deben pasar inmediatamente al pueblo, para que éste pueda trabajar y pueda comer, porque así lo merece el triunfo del 16 de febrero, y porque además el que quiera religión, el que guste de escuchar un sermón o confesarse que lo haga; pero que lo pague, y yo tengo la seguridad que el que no tiene para comer no va a dar nada para escuchar un sermón. (Gran ovación) Y esto no es tampoco una medida comunista, pues estoy seguro que en este mitin hay muchos republicanos que tienen este punto en el programa de su partido». (José Díaz, A la cárcel los responsables de la represión de octubre, discurso pronunciado en Cartagena, el día 5 de abril de 1936)
Por último te recomiendo que leas este trozo que es más amplio:
«Hay una campaña fascista de tipo internacional para hacer creer que nosotros, los obreros especialmente, asesinamos a los católicos, quemamos todas las iglesias y cometemos qué sé yo cuántas tropelías más contra los creyentes. Nosotros, el Partido Comunista, respetamos las creencias religiosas, aunque no las profesemos. En el Gobierno hay un ministro católico y miles de católicos se baten al lado del pueblo en las trincheras. Es necesario ganar para nuestra causa a las masas campesinas que todavía son católicas. Y les haremos comprender su error. Esa será una labor lenta y tenaz de educación. Pero, al mismo tiempo, tenemos que afirmar que respetamos las creencias religiosas y a los hombres que las profesan. Y a los que dicen que nosotros hemos quemado iglesias, hay que hacerles ver que nosotros, en esos casos, no nos hemos encontrado con templos, sino con fortificaciones artilladas con toda clase de armas, y las ventanas y las torres erizadas de fusiles y ametralladoras. Sería difícil señalar en toda España una docena de iglesias que no fuesen fortines de los fascistas. En estas condiciones, es difícil darse cuenta de que allí hay una iglesia, pues las iglesias se han hecho para rezar y no para convertirlas en nidos de ametralladoras. Si el pueblo, en el fragor de la lucha, ve que le tiran a mansalva desde los muros de un edificio, lo arrasa, sea el edificio que fuere. En España quedan en pie miles de iglesias, y nosotros no tenemos, el menor interés en derribarlas ni en destruir lo que hay dentro de ellas. Si una iglesia no se utiliza como fortín de guerra por los más obligados a respetarla; como templó, y si los fieles van a esa iglesia a profesar su culto, a rezar o dar fe de sus creencias, que lo hagan; nosotros les respetaremos también, y no les molestaremos. Lo que ocurre es que hasta hoy, en España, la religión católica era, en su inmensa mayoría, de un cerrillismo tal, que sólo alentaba en ella odio contra el proletariado y contra las fuerzas progresivas, y esos católicos cerriles son los que se han levantado hoy en armas contra la República y contra el pueblo. Todo el que se levante en armas contra el pueblo, visto uniforme avista sotana, llevará su merecido, eso es evidente. Pero es necesario que se sepa, lo decimos como Partido Comunista, que nosotros respetamos las creencias religiosas cuando se profesa honradamente y no como un arma de lucha contra el pueblo. Allí está, repito, el caso de los nacionalistas vascos. Pero los que menos pueden especular con el respeto a la religión, son los elementos del fascismo internacional, pues ellos son, nadie lo ignora, los que han convertido las iglesias en arsenales de armas y en polvorines. Donde haya alguien, que ayude al pueblo, que haga algo en defensa de nuestra España, que haga algo para ayudarnos a ganar la guerra, hay que considerarles como un aliado, sin meterse a averiguar sus creencias religiosas. A los trabajadores que las profesen, nuestro deber es hacerles comprender, a lo largo del tiempo, que están equivocados. Tenemos, en apoyo de esto, un hecho concreto; tenemos el hecho grandioso de la Unión Soviética. En la Unión Soviética hay todavía algunas iglesias abiertas al culto. ¿Pero quién entra en ellas? En los primeros tiempos de la revolución, todavía entraba mucha gente en las iglesias. Pero hoy, cuando pasamos por delante de alguna de las iglesias que quedan aún en la Unión Soviética, vemos que sólo entran en ellas el pope y cuatro pobres viejos apegados a su rutina. ¿Y qué ocurre? Que las iglesias van desapareciendo como consecuencia de la nueva educación, ante la nueva generación, hija del socialismo. En España también respetamos o debemos respetar las creencias religiosas. A los que no respetamos es a los falsos religiosos que convierten el crucifijo en trabuco, que empuñan las armas contra el pueblo y que se parapetan en las iglesias como si fuesen fortalezas de guerra». (Aplausos) (José Díaz, ¿Qué hacer para ganar la guerra? Conferencia pronunciada en el Teatro Olimpia, de Valencia, el 2 de febrero de 1937)
¿Quién por tanto recomendaba quemar iglesias o matar católicos? Los comunistas desde luego no.
Te dejaré otro ejemplo, para que veas como se procede en un Estado socialista, y con otras religiones. Así se procedió en Albania:
«Después de la proclamación de la República Popular, en la constitución se sancionó la separación de la Iglesia del Estado y de la Escuela. Se prohibió que la Iglesia y la religión fueran utilizadas para fines políticos, así como que se crearan organizaciones políticas sobre bases religiosas. Mediante una ley se expropió la mayor parte de las tierras y demás bienes de las instituciones religiosas. Se prohibió la publicación de literatura religiosa, se limitaron y más tarde, fueron suprimidas, las posibilidades para la preparación de cuadros religiosos. Sin embargo, el Partido y el gobierno no prohibieron las creencias religiosas, ni la existencia de las comunidades religiosas y el ejercicio de los cultos. Ni se prohibieron tampoco las costumbres inspiradas en la religión, no obstante ser en su esencia reaccionarias, mientras no constituyesen directamente una violación de las leyes del Estado. El Partido no podía ofender los sentimientos de un sector de los trabajadores, sobre todo del campo que estaban estrechamente ligados al Partido y al Poder popular, pero que seguían profesando uno u otro credo religioso sin manifestar un fanatismo exagerado. La erradicación de la concepción religiosa del mundo vendría como resultado de la persuasión ideológica de las masas». (Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)
Como vemos la medida pedida por José Díaz sobre las tierras fue implentada en Albania tras la liberación del país en 1944. Ni se suprimió la iglesia de golpe, ni sus costrumbres, este fue un trabajo de "persuasión ideológica". ¿Y que casualidad que se utilizó para dividir a la población entre fieles e infieles fueron no los comunistas sino las diferentes religiones? Otro ejemplo:
«Esta larga sujeción económica y social de la mujer al hombre se convirtió en una costumbre, en una ley de la sociedad, en algo natural. Y esto es tan real, que aún hoy en nuestra nueva sociedad estos estigmas del pasado subsisten en muchas personas de ambos sexos, e inclusive en algunos comunistas sin una formación suficiente. Así sucede que aún hoy, cuando las mujeres de la Albania nueva saben perfectamente que nuestras leyes y el desarrollo de la vida socialista les otorgan todos los derechos, que las han hecho iguales al hombre, hay algunas que admiten en su fuero interno la desigualdad como una cosa natural y a menudo justa. Son muchos los que continúan teniendo de la mujer la misma idea que en la época del feudalismo y, desgraciadamente, hay otros que se las dan de progresistas y que hablan con un lenguaje ampuloso sobre los derechos y la libertad de las mujeres, mientras en su conciencia, en su vida íntima, se consideran y se comportan como dueños todopoderosos de sus propias esposas. ¿Qué es lo que empuja a algunas mujeres jóvenes y maduras de Shkodra y de Kavaja a salir cubiertas con el velo? ¿Será acaso el deseo de oscurecer su rostro y de ver el mundo negro? No, esto no es lo que verdaderamente desean, puesto que, si nos fijamos, estas muj eres van al trabajo, a los campos deportivos, al cine, al teatro y se quitan el velo sólo después de haber comprobado que a su alrededor no hay nadie que las conozca. Hay quien sostiene que esto se debe a la fuerza de la costumbre y a las supervivencias religiosas. Es verdad. Pero, además, no debe olvidarse que es el miedo de la mujer hacia el marido, el padre o el hermano. En este género de familias el hombre tiene el derecho de salir con plena libertad, de trabajar codo a codo con otras mujeres que no llevan velo, de ir al cine, al teatro, al club, al café, cosas que no permite hacer ni a su mujer, ni a su hermana, ni a su hija. Ninguna mujer llevaría velo si su padre, su marido o su hijo le dijeran: «Quítate ese velo que es una cosa horrible para ti, para tu vida y para tu salud, porque no eres menos honesta que las mujeres que van sin él. No es este trapo el guardián del honor de las mujeres, tíraselo a la cara a los otomanos que lo inventaron». Si los padres, el marido o el hermano dieran estos consejos a las pocas mujeres que llevan aún velo –y es algo que deberían hacer– esta costumbre desaparecería para siempre de nuestro país. (...) También las mujeres, por su parte, faltas de iniciativa, creen que, como antaño, sólo así podrán conservar a sus maridos junto a ellas. Pero, un buen día, las cosas cambian inesperadamente en estas familias. Todo el peso de la casa comienza a caer sobre las espaldas del hombre, se vuelve más exigente con su mujer –a la que no se ha tomado la molestia de educar ni sacar de su ignorancia–, se da cuenta de que todo un mundo le separa de ella, no encuentra satisfacción en su hogar a todas las exigencias que la nueva vida desarrolla ante sus propios ojos. Así empiezan las disputas que inclusive algunas veces terminan con el divorcio. ¡Qué felices son las familias donde el marido y la mujer estudian y trabajan, puesto que teniendo ambos instrucción y siendo económicamente independientes el uno del otro, contribuyen conjuntamente a embellecer su vida y la de su familia! No es suficiente expresarse con ampulosas palabras sobre la emancipación de la mujer, sino que se ha de llevarlas a la práctica y perseverar para hacerlas realidad. Los conocimientos no se obtienen en un día. Todos debemos luchar por conseguirlos. Los prejuicios religiosos, más profundamente aferrados en las mujeres, no pueden ser suprimidos ni con gritos ni a fuerza de decretos. Tienen su origen en la ignorancia y hace falta combatirlos con una propaganda científica, con un constante trabajo de esclarecimiento». (Enver Hoxha, Saludo al IVº Congreso de la unión de mujeres de Albania, 13 de octubre de 1955)
Ahí tienes como el autor explica con coherencia de donde nace el miedo a mantener según que costumbres religiosas y cómo deben combatirse.
En cuanto a la prosperidad que nos legó el Caudillo, deberías empezar a analizar por los años de posguerra que nos brindó por su golpe de Estado y resistencia en la mayor parte del panorama español. Te recuerdo que el golpe de Estado fracasó en la mayoría de ciudades importantes, en cuanto a los años de paz: ¿deberíamos agradecer a Alfonso XII que no nos metiera en la primera guerra mundial? ¿o te refieres simplemente a la "paz social" de España derivaba a que no había los pocos derechos laborales –que ahora están quitando– sumado a los métodos fascistas que utilizada? Porque esa ecuación tiene una fácil resolución: menor protestas=explotación sin oposición reseñable de las masas.
Última edición por NG el Jue Feb 20, 2014 9:00 pm, editado 1 vez