Sobre la lucha contra la religión en la Albania Popular y rol de Hoxha
Norberto Steinmayr
publicado en el blog Tiempos Rojos en noviembre de 2013 - la traducción es responsabilidad de Tiempos Rojos.
Durante más de dos décadas, desde fines de los años sesenta, Albania fue el primer y único país en el mundo sin instituciones religiosas. El cierre de todas sus iglesias y mezquitas en 1967 fue producto de la lucha sistemática que inicia desde el establecimiento de la democracia popular en 1944 contra la religión, los prejuicios religiosos y las costumbres retrogradas, y por la completa emancipación ideológica de la clase obrera albanesa.
La burguesía y sus diversos lacayos sostienen que esta campaña fue “encargada” por el propio Enver Hoxha.
El documento que ofrecemos a continuación forma parte del folleto The Struggle Against Religion in Socialist Albania, del marxista británico Norberto Steinmayr. En él, se demuestra que el rol de Hoxha en la campaña por el cierre de las instituciones religiosas fue menor, que la campaña fue orquestada por los revisionistas ocultos -encabezados por Mehmet Shehu- para, llegado el momento, poder desacreditar la obra de Hoxha y del Partido.
¿Por quién fue iniciado el cierre de las instituciones religiosas y cuáles fueron sus motivos?
Poco después del comienzo de la campaña por el cierre de las instituciones religiosas, el 27 de febrero 1967 el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania envió una carta, firmada por Hoxha en su calidad de Primer Secretario, a todos los comités de distrito del Partido titulada “Sobre la lucha contra la religión, los prejuicios y costumbres religiosas”. La carta comenzaba señalando que “hace poco, en muchos distritos la lucha contra la religión, los prejuicios y costumbres religiosas se ha intensificado”. Subrayando que esta lucha no se debe dejar a la “espontaneidad”, la directiva de hecho había sido emitida “con el objetivo de que la lucha se pueda llevar más correctamente, sin errores y con éxito.” Reiteraba, a su vez, la posición marxista-leninista acerca de que la lucha contra la religión no debe ser llevada a cabo de un modo que tienda a excluir de la sociedad socialista a aquellos que se aferran, y que probablemente seguirían aferrando, a sus creencias religiosas:
“Tenemos que tener constantemente en cuenta que no hay que entrar en lucha abierta con las personas que creen en la religión, ya que entre estas personas habrá gente honesta, vinculadas al Partido y patriotas ardientes que conservarán en su conciencia durante mucho tiempo, tal vez incluso hasta la muerte, sus creencias. Con ellos debe llevarse adelante una tarea continua y paciente de persuasión, de un modo que no sea ofensivo…
…Sin aflojar por un momento la propaganda anti-religiosa, siempre debemos tener en cuenta que estamos tratando con personas. Se deben evitar las acciones exageradas, extremas; debemos preparar con cuidado el terreno político para cada acción que emprendamos”.
La directiva describe el cierre de las instituciones religiosas como “una dificultad” en el camino de la aplicación del principio anteriormente mencionado:
“La eliminación de las iglesias, mezquitas, monasterios y teqes presenta naturalmente una dificultad.”
Se instruyó que esta acción no debe llevarse a cabo “por la fuerza o sin la aprobación del pueblo”, y en contra de los deseos de los creyentes:
“[El cierre de las instituciones religiosas-. Ed.] no debe realizarse en oposición directa a la parte del pueblo que cree. Por lo que el cuidado y el tacto deben orientarse en esta dirección”.
Los creyentes tenían que estar preparados espiritual, ideológica y políticamente para la acción:
“Cerrar las mezquitas y las iglesias a través de campañas o directivas es fácil, pero es más difícil preparar espiritual e ideológicamente a los creyentes para que comprendan la inutilidad de estas instituciones, para que erradiquen la religión de los hábitos de su existencia y para que renuncien a sus prácticas con convicción…
[Para lograr esto último-. Trad.] el pueblo… debe estar preparado espiritualmente y políticamente”.
En contraste con el principio marxista-leninista de que esta preparación espiritual, ideológica y política puede considerarse sólo con la desaparición de la propia creencia religiosa, se da a entender que se puede considerar como concluida si a la hora de cerrar las instituciones religiosas no se encuentra resistencia de los creyentes:
“Pero bastantes de ellas [de las instituciones religiosas-. Ed.] se han eliminado sin provocar ninguna reacción…
Es interesante que en nuestro campo no ha habido resistencia a estos asuntos”.
Los comités de distrito del Partido fueron, por lo tanto, instruidos para apoyar y dirigir la campaña por el cierre de las instituciones religiosas y para llevarla hasta el final:
“Debemos seguir con estas formas hasta que hayan sido borradas de la faz de la tierra.” (Enver Hoxha, “Let Us Struggle against Religious Practices with the Patriotic and Revolutionary Spirit of the Masses: Letter of the CC of the PLA Addressed to the Party District Committees on the Struggle against Religion, Religious Prejudicies and Customs”, 27 February 1967, in Hoxha, E., Vepra, n. 35, Tirana, 1982, pp.102-13.)
La historia oficial del Partido del Trabajo de Albania confirma, en efecto, que la campaña por el cierre de las instituciones religiosas contó “con el poderoso apoyo de las organizaciones del Partido y de los órganos del Poder popular.” (Instituto de Estudios Marxista-Leninistas del PTA. Historia del Partido del Trabajo de Albania t. II, Tirana, 1982, pág. 21)
Del mismo modo, el historiador albanés Sadikaj indica que:
“Estas iniciativas, que se originaron desde abajo, tuvieron un fuerte apoyo desde arriba, incluyendo los comités del Partido y las organizaciones a nivel de base, así como las organizaciones de masas…
Todo el esfuerzo y la lucha contra la ideología religiosa fueron dirigidos por el Partido… Al tratar con cualquier problema, siempre eran los comités y las organizaciones de base del Partido las que orientaban, dirigían y guiaban a las masas”. (Dilaver Sadikaj, “Revolutionary Movement against Religion in the Sixties”, in Studime Historike (Historical Studies), n. 4, 1981.)
En conclusión, en el VI Congreso del PTA, en noviembre de 1971, Hoxha en su informe describió la campaña para cerrar las instituciones religiosas como “una victoria”:
“La lucha por aplastar la influencia religiosa es una acción con grandes resultados. En un periodo muy breve, esta lucha logró despojar definitivamente de sus funciones a todas las instituciones y predicadores religiosos… Albania se convirtió en un país sin iglesias y mezquitas, sin sacerdotes cristianos o musulmanes.
… este fue un golpe decisivo y una victoria que crea una nueva y poderosa premisa para continuar con la emancipación de la conciencia del pueblo, por su completa liberación de las creencias y prejuicios religiosos”. (Enver Hoxha, Report on the Activity of the Central Committee of the Party of Labor of Albania: Submitted to the 6th Congress of the Party of Labor of Albania, 1 November 1971, Tirana, 1971, p. 135.)
Pero puesto que el grupo dirigente del partido y el Estado no habían iniciado la campaña para cerrar las instituciones religiosas del país, ¿cómo podemos explicar la postura un tanto contradictoria de Hoxha en 1971, saludando como una “victoria” el repentino establecimiento de Albania como un país ateo, sin iglesias y mezquitas? Además, ¿qué motivos han llevado a Hoxha, en su calidad de Primer Secretario del PTA, a enviar el 27 de febrero de 1967 (es decir, en medio de la susodicha campaña) a todos los comités de distrito del Partido una carta en la que, en última instancia, se les ordenaba que apoyen y conduzcan la campaña por el cierre de las instituciones religiosas hasta su conclusión exitosa?
En este punto surge inevitablemente una pregunta: ¿existió un grupo influyente durante la década de los sesenta, organizado dentro del liderazgo del partido y del estado, que inició, con motivos hostiles hacia el PTA y hacia el socialismo, el movimiento de masas que llevaría al cierre de las instituciones religiosas? Desde los acontecimientos de 1966-67, el PTA había denunciado en efecto la existencia de un grupo con influencia organizado que incluía figuras tan prominentes como Fadil Paçrami, Todi Lubonja, Beqir Balluku, Petrit Dume, Hito Çaki, Abdyl Këllezi, Koço Theodhosi, y Kiço Ngjela- un grupo liderado y coordinado por el entonces primer ministro, Mehmet Shehu, junto con Fiqret Shehu, eçor Shehu y Kadri Hazbiu.
A finales de los años sesenta, la máxima autoridad dentro del partido, el Buró Político (elegido en el V Congreso del PTA que se celebró en noviembre de 1966), estuvo integrado por los siguientes miembros:
Enver Hoxha (First Secretary),
*Adil Çarçani,
*Beqir Balluku,
Gogo Nushi,
Haki Toska,
Hysni Kapo,
Manush Myftiu,
*Mehmet Shehu,
*Ramiz Alia,
Rita Marko,
Spiro Koleka,
Y los miembros suplentes:
*Abdyl Këllezi,
*Kadri Hazbiu,
*Koço Theodhosi,
*Petrit Dume,
Pilo Peristeri.
Del total de dieciséis miembros, por lo menos la mitad de ellos (los marcados con un asterisco) demostraron claramente ser, durante los años setenta y ochenta, opositores absolutos y liquidadores de la causa socialista en Albania, que a menudo coordinaban sus actividades conspirativas con agencias de inteligencia extranjeras.
La lucha contra la religión en Albania durante los últimos años de la década de los sesenta proveyó a estos elementos anti-socialistas ocultos de una tierra fértil para fomentar acciones sectarias, pseudo-revolucionarias, con el fin de socavar el sistema socialista en Albania, desacreditar a los dirigentes del PTA situados alrededor de Hoxha y luego acusarlos de “sectarismo”. Claramente, el inicio de la campaña por el cierre de las instituciones religiosas, que se completó con éxito, había sido totalmente coherente con estos objetivos sectarios perseguidos por los enemigos internos y externos del socialismo en Albania, en un momento en el que el país se encontraba completamente rodeado por los hostiles estados capitalistas y revisionistas.
En la situación existente en 1966-67, la campaña “de las masas” por el cierre de las instituciones religiosas, sin duda alguna, había puesto al grupo dirigente situado en torno a Hoxha en una posición difícil. Haber condenado oficialmente la campaña los habría colocado, evidentemente, en la posición de defender “el opio religioso” contra el movimiento “revolucionario de las masas” que luchaba por abolirlo. Por lo tanto, la conclusión que se impone es que el grupo marxista-leninista situado en torno a Hoxha ocupaba una posición minoritaria en la cuestión de la religión, por lo que se vio obligado a apoyar lo que Lenin había descrito como una campaña “pseudo-revolucionaria” y, finalmente, a alabarla. Nunca ha surgido ninguna información sobre hasta qué punto Hoxha luchó dentro de los órganos dirigentes del partido por esta cuestión, ya que el centralismo democrático en el PTA aseguró la dirección colectiva, previniendo la aparición de facciones organizadas dentro de él, y subordinando a los dirigentes individuales (incluyendo su primer Secretario) a la línea oficial del partido.
Como Enver Hoxha indicó:
“Una de las principales obligaciones de todos los órganos del partido es percibir que los principios del colectivismo en el liderazgo se observen rigurosamente, y no permitir que haya violaciones a este respecto. Las cuestiones deben ser resueltas en un espíritu de colectividad y no de acuerdo a decisiones individuales que disminuyen el papel del Partido.” (Enver Hoxha, “On Some Organizational Questions of the Party: Report to the 11th. Plenum of the CC of the PLA”, 12 July 1954, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, p. 411.)
“Nuestro Partido siempre ha defendido el principio del colectivismo en la labor de sus órganos principales…
Todos están obligados a someterse a la línea general del Partido, a los criterios, orientaciones, establecimientos y procedimientos que han sido establecidos en los cuadros. Nada debe hacerse de forma individual en este campo… la posición de cada individuo está en las manos del Partido y la clase obrera.” (Enver Hoxha, Report on the Activity of the Central Committee of the Party of Labor of Albania: Submitted to the 7th Congress of the Party of Labor of Albania, 1 November 1976, Tirana, 1978, pp. 86-7.)
El PTA, de hecho, había llegado a la importante conclusión de que, a pesar de que se tolerara la existencia de contradicciones no antagónicas en sus filas, el partido marxista-leninista no podía tolerar la coexistencia de facciones, de varias líneas dentro de él. La Constitución del PTA lo dice explícitamente:
“El partido no permite la existencia de facciones dentro de sus filas…
El principio rector de la estructura organizativa del Partido es el centralismo democrático… las decisiones se toman después de una libre confrontación de opiniones, pero desde el momento en que se toma una decisión, por unanimidad o por mayoría de votos, todos los miembros del partido están obligados a ponerlo en práctica sin más discusión.” (The Constitution of the Party of Labour of Albania, Adopted by the 3rd Congress of the PLA (Including amendments made at the 4th, 5th,6th, and 7th Congresses of the PLA), Tirana, 1977, pp. 3, 11-12, 29,30.)
En cualquier caso, el cierre de las instituciones religiosas de Albania en 1966-67 había sido iniciado por un influyente grupo anti-socialista de revisionistas ocultos coordinados por el entonces primer ministro, Mehmet Shehu. Eran, por supuesto, incapaces de organizarse en una facción política, pero resultaron ser suficientemente fuertes como para colocar al primer secretario del PTA, Hoxha, en una posición minoritaria y obligarlo a aprobar el sectarismo en la lucha contra la religión.
Una última cuestión queda por tratar:
¿Cómo hicieron estos elementos anti-socialistas ocultos encabezados por Shehu para utilizar esta campaña por el cierre de las instituciones religiosas en descredito del grupo dirigente situado en torno a Hoxha cuando ésta había sido iniciada por ellos mismos y apoyada por la dirección del partido en general?
Uno de los fenómenos que impresionó a todos los visitantes de Albania fue el “culto a la personalidad” que había sido construido en torno a Hoxha; culto que se manifestaba en bustos y retratos omnipresentes, en el lema del Partido que equiparaba a Enver Hoxha con el Partido, en las referencias habituales a la PTA como “con el camarada Enver en su cabeza.” Hoxha era realmente consciente de que en la Unión Soviética el “culto a la personalidad” había sido construido en torno a Stalin por traidores con el propósito de desacreditar más tarde al propio Stalin, al sistema socialista que existía en la Unión Soviética en ese momento, y al marxismo-leninismo:
“En cuanto al llamado culto a la personalidad de Stalin, los traidores jruschovistas lo extendieron de forma intencionada para utilizarlo ampliamente contra el marxismo-leninismo, tal como sucedió… Después de la muerte de Stalin se vio claramente cómo estos traidores utilizaron esta desenfrenada propaganda, no sólo contra Stalin, no sólo contra la Unión Soviética, sino también contra el marxismo-leninismo a escala internacional.” (Enver Hoxha, De una conversación con Chou En-lai (junio de 1966)).
En efecto, Hoxha fue crítico de Stalin por no haberse opuesto a la “culto a la personalidad” con más fuerza y eficacia:
“Pensamos que Stalin, personalmente, no adoptó medidas severas que equilibraran de manera marxista-leninista y liquidaran los numerosos aspectos negativos y peligrosos de esta propaganda” (Enver Hoxha, ibíd.)
Ya durante los años cincuenta, el propio Hoxha había tomado medidas para oponerse al “culto a la personalidad” en Albania:
“El culto a la personalidad… es una práctica antimarxista y dañina, porque hace un fetiche del individuo, debilita el papel decisivo del colectivo y las masas… debilita la confianza de las masas populares en su fuerza creadora. El culto a la persona conduce tanto a la disminución del rol del Partido como a la separación de la vanguardia de la clase obrera y de su mando – el Comité central. Deberíamos tener presente la tesis de Marx sobre el culto a la persona. Marx escribió:
‘Debido a mi aversión hacia cualquier culto a la personalidad, durante la existencia de la Internacional nunca permití la publicación de numerosos mensajes que provenían de diversos países en los cuales se hacía mención de mis méritos. A veces ni siquiera los he contestado en absoluto, excepto cuando he reprochado a su autor…’ (K. Marx & F. Engels: Works (Second Russian Edition), Volume 34; p. 241)
El desarrollo del culto a la personalidad en un partido marxista-leninista es perjudicial, ya que no sólo debilita el rol principal del Partido y de su Comité Central, impidiendo el fortalecimiento del espíritu de orientación colectiva en la dirección del Partido, que es la única garantía de la sabiduría y exactitud de la línea del Partido, sino porque también dificulta la crítica de los errores, de la flojedad, de las deficiencias en el trabajo del Partido y de varias personas, debilita la autocrítica, fortalece la vanidad y autosatisfacción en las personas, y paraliza la iniciativa en el trabajo…
Se ha librado una lucha continua, día a día, para fortalecer el trabajo colectivo. Los camaradas del Buró Político pueden decir al Comité Central que una y otra vez, y siempre correctamente, el Secretario General [Hoxha -. Ed.] ha planteado ante el Buró Político y el resto de camaradas en el liderazgo la cuestión de los daños causados por el culto a la personalidad y ha exigido que se ponga fin de una vez por todas a ciertas manifestaciones públicas excesivas de las masas populares hacia su persona, como el acto de corear su nombre, la erección de bustos en varias ciudades, el poner su fotografía en los periódicos y revistas sin ninguna razón o motivo aparente, y algunas otras manifestaciones de este tipo… Ahora, es necesario que el Comité Central dirija al partido, en primer lugar, para poner fin a estas prácticas.” (Enver Hoxha, “On Some Organizational Questions of the Party: Report to the 11th. Plenum of the CC of the PLA”, 12 July 1954, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, pp. 411-4.)
“Los fundadores del comunismo científico han luchado con todas sus fuerzas contra el culto a la personalidad, y todas las formas en las que aparece, como algo totalmente extraño, inútil y perjudicial para el marxismo…
El Partido del Trabajo de Albania, ha criticado de una manera marxista las manifestaciones de sobrevaloración del rol de personalidades y líderes, ya que estas manifestaciones debilitan el papel del Partido, de la base del partido y de las masas, y tienden a crear la idea de la ‘infalibilidad de líderes’
El culto a la personalidad es un remanente deteriorado, producto de la explotación de las clases y de los productores a pequeña escala… El culto a la personalidad, por una parte, en todos los niveles del Partido y el gobierno, incita la arrogancia y la vanidad de los cuadros y de los elementos que todavía no se encuentran apropiadamente templados y educados en el espíritu marxista-leninista, crea en estos cuadros diferentes grados de altanería, jactancia, arbitrariedad, desarrolla el orgullo del pequeño burgués y el sentimiento de superioridad personal e infalibilidad, y, por otro lado, debilita la dirección colectiva del Partido en todos los niveles, debilita la crítica sana, de principios y la autocrítica, y aleja a los dirigentes de las masas.
El Comité Central de nuestro Partido ha hablado constantemente para poner fin a cualquier manifestación nociva, no marxista, del culto a la personalidad.” (Enver Hoxha, Report at the 3rd Congress of the PLA ‘On the Activity of the Central Committee of the Party of Labour of Albania’, 25 May 1956, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, pp. 595-6.)
A finales de los años sesenta, setenta y ochenta, sin embargo, el “culto a la personalidad” en torno a Hoxha alcanzó, una vez más, alturas mayores que en los años cincuenta, a pesar de que desde entonces su papel en la campaña para desacreditar el socialismo en la Unión Soviética había llegado a ser mucho más claro. Esto indica claramente que, en un tema tan importante, el grupo dirigente situado en torno Hoxha se encontraba en una posición minoritaria. Y por esta razón, de hecho, no había estado en condiciones de resistir el “culto” a Hoxha.
Esto abrió el camino para que el grupo encabezado por Shehu utilizara la campaña por el cierre de las instituciones religiosas (aunque fuera iniciada por ellos mismos y recibiera el apoyo del partido y el liderazgo del Estado en general) para desacreditar al grupo dirigente marxista-leninista situado en torno Hoxha, alegando que Hoxha había ejercido una “dictadura personal” que utilizó para violar los principios marxista-leninistas y la legalidad constitucional.
Tomó un poco de tiempo para que estos enemigos ocultos del socialismo, que habían propagado celosamente el “culto a la personalidad” a Hoxha durante décadas, ataquen abiertamente y liquiden todas las políticas y los principios marxista-leninistas anteriormente implementados en Albania. Esto ocurrió en ocasión del X Congreso de PTA, celebrado en junio de 1991, cuando el cierre de las instituciones religiosas y la abolición de la religión en Albania habían sido convenientemente retratados como una violación grave de los derechos humanos, como acciones sectarias y subjetivistas por parte de Hoxha y el grupo dirigente del Partido y el Estado situado en torno a él.
Norberto Steinmayr
publicado en el blog Tiempos Rojos en noviembre de 2013 - la traducción es responsabilidad de Tiempos Rojos.
Durante más de dos décadas, desde fines de los años sesenta, Albania fue el primer y único país en el mundo sin instituciones religiosas. El cierre de todas sus iglesias y mezquitas en 1967 fue producto de la lucha sistemática que inicia desde el establecimiento de la democracia popular en 1944 contra la religión, los prejuicios religiosos y las costumbres retrogradas, y por la completa emancipación ideológica de la clase obrera albanesa.
La burguesía y sus diversos lacayos sostienen que esta campaña fue “encargada” por el propio Enver Hoxha.
El documento que ofrecemos a continuación forma parte del folleto The Struggle Against Religion in Socialist Albania, del marxista británico Norberto Steinmayr. En él, se demuestra que el rol de Hoxha en la campaña por el cierre de las instituciones religiosas fue menor, que la campaña fue orquestada por los revisionistas ocultos -encabezados por Mehmet Shehu- para, llegado el momento, poder desacreditar la obra de Hoxha y del Partido.
¿Por quién fue iniciado el cierre de las instituciones religiosas y cuáles fueron sus motivos?
Poco después del comienzo de la campaña por el cierre de las instituciones religiosas, el 27 de febrero 1967 el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania envió una carta, firmada por Hoxha en su calidad de Primer Secretario, a todos los comités de distrito del Partido titulada “Sobre la lucha contra la religión, los prejuicios y costumbres religiosas”. La carta comenzaba señalando que “hace poco, en muchos distritos la lucha contra la religión, los prejuicios y costumbres religiosas se ha intensificado”. Subrayando que esta lucha no se debe dejar a la “espontaneidad”, la directiva de hecho había sido emitida “con el objetivo de que la lucha se pueda llevar más correctamente, sin errores y con éxito.” Reiteraba, a su vez, la posición marxista-leninista acerca de que la lucha contra la religión no debe ser llevada a cabo de un modo que tienda a excluir de la sociedad socialista a aquellos que se aferran, y que probablemente seguirían aferrando, a sus creencias religiosas:
“Tenemos que tener constantemente en cuenta que no hay que entrar en lucha abierta con las personas que creen en la religión, ya que entre estas personas habrá gente honesta, vinculadas al Partido y patriotas ardientes que conservarán en su conciencia durante mucho tiempo, tal vez incluso hasta la muerte, sus creencias. Con ellos debe llevarse adelante una tarea continua y paciente de persuasión, de un modo que no sea ofensivo…
…Sin aflojar por un momento la propaganda anti-religiosa, siempre debemos tener en cuenta que estamos tratando con personas. Se deben evitar las acciones exageradas, extremas; debemos preparar con cuidado el terreno político para cada acción que emprendamos”.
La directiva describe el cierre de las instituciones religiosas como “una dificultad” en el camino de la aplicación del principio anteriormente mencionado:
“La eliminación de las iglesias, mezquitas, monasterios y teqes presenta naturalmente una dificultad.”
Se instruyó que esta acción no debe llevarse a cabo “por la fuerza o sin la aprobación del pueblo”, y en contra de los deseos de los creyentes:
“[El cierre de las instituciones religiosas-. Ed.] no debe realizarse en oposición directa a la parte del pueblo que cree. Por lo que el cuidado y el tacto deben orientarse en esta dirección”.
Los creyentes tenían que estar preparados espiritual, ideológica y políticamente para la acción:
“Cerrar las mezquitas y las iglesias a través de campañas o directivas es fácil, pero es más difícil preparar espiritual e ideológicamente a los creyentes para que comprendan la inutilidad de estas instituciones, para que erradiquen la religión de los hábitos de su existencia y para que renuncien a sus prácticas con convicción…
[Para lograr esto último-. Trad.] el pueblo… debe estar preparado espiritualmente y políticamente”.
En contraste con el principio marxista-leninista de que esta preparación espiritual, ideológica y política puede considerarse sólo con la desaparición de la propia creencia religiosa, se da a entender que se puede considerar como concluida si a la hora de cerrar las instituciones religiosas no se encuentra resistencia de los creyentes:
“Pero bastantes de ellas [de las instituciones religiosas-. Ed.] se han eliminado sin provocar ninguna reacción…
Es interesante que en nuestro campo no ha habido resistencia a estos asuntos”.
Los comités de distrito del Partido fueron, por lo tanto, instruidos para apoyar y dirigir la campaña por el cierre de las instituciones religiosas y para llevarla hasta el final:
“Debemos seguir con estas formas hasta que hayan sido borradas de la faz de la tierra.” (Enver Hoxha, “Let Us Struggle against Religious Practices with the Patriotic and Revolutionary Spirit of the Masses: Letter of the CC of the PLA Addressed to the Party District Committees on the Struggle against Religion, Religious Prejudicies and Customs”, 27 February 1967, in Hoxha, E., Vepra, n. 35, Tirana, 1982, pp.102-13.)
La historia oficial del Partido del Trabajo de Albania confirma, en efecto, que la campaña por el cierre de las instituciones religiosas contó “con el poderoso apoyo de las organizaciones del Partido y de los órganos del Poder popular.” (Instituto de Estudios Marxista-Leninistas del PTA. Historia del Partido del Trabajo de Albania t. II, Tirana, 1982, pág. 21)
Del mismo modo, el historiador albanés Sadikaj indica que:
“Estas iniciativas, que se originaron desde abajo, tuvieron un fuerte apoyo desde arriba, incluyendo los comités del Partido y las organizaciones a nivel de base, así como las organizaciones de masas…
Todo el esfuerzo y la lucha contra la ideología religiosa fueron dirigidos por el Partido… Al tratar con cualquier problema, siempre eran los comités y las organizaciones de base del Partido las que orientaban, dirigían y guiaban a las masas”. (Dilaver Sadikaj, “Revolutionary Movement against Religion in the Sixties”, in Studime Historike (Historical Studies), n. 4, 1981.)
En conclusión, en el VI Congreso del PTA, en noviembre de 1971, Hoxha en su informe describió la campaña para cerrar las instituciones religiosas como “una victoria”:
“La lucha por aplastar la influencia religiosa es una acción con grandes resultados. En un periodo muy breve, esta lucha logró despojar definitivamente de sus funciones a todas las instituciones y predicadores religiosos… Albania se convirtió en un país sin iglesias y mezquitas, sin sacerdotes cristianos o musulmanes.
… este fue un golpe decisivo y una victoria que crea una nueva y poderosa premisa para continuar con la emancipación de la conciencia del pueblo, por su completa liberación de las creencias y prejuicios religiosos”. (Enver Hoxha, Report on the Activity of the Central Committee of the Party of Labor of Albania: Submitted to the 6th Congress of the Party of Labor of Albania, 1 November 1971, Tirana, 1971, p. 135.)
Pero puesto que el grupo dirigente del partido y el Estado no habían iniciado la campaña para cerrar las instituciones religiosas del país, ¿cómo podemos explicar la postura un tanto contradictoria de Hoxha en 1971, saludando como una “victoria” el repentino establecimiento de Albania como un país ateo, sin iglesias y mezquitas? Además, ¿qué motivos han llevado a Hoxha, en su calidad de Primer Secretario del PTA, a enviar el 27 de febrero de 1967 (es decir, en medio de la susodicha campaña) a todos los comités de distrito del Partido una carta en la que, en última instancia, se les ordenaba que apoyen y conduzcan la campaña por el cierre de las instituciones religiosas hasta su conclusión exitosa?
En este punto surge inevitablemente una pregunta: ¿existió un grupo influyente durante la década de los sesenta, organizado dentro del liderazgo del partido y del estado, que inició, con motivos hostiles hacia el PTA y hacia el socialismo, el movimiento de masas que llevaría al cierre de las instituciones religiosas? Desde los acontecimientos de 1966-67, el PTA había denunciado en efecto la existencia de un grupo con influencia organizado que incluía figuras tan prominentes como Fadil Paçrami, Todi Lubonja, Beqir Balluku, Petrit Dume, Hito Çaki, Abdyl Këllezi, Koço Theodhosi, y Kiço Ngjela- un grupo liderado y coordinado por el entonces primer ministro, Mehmet Shehu, junto con Fiqret Shehu, eçor Shehu y Kadri Hazbiu.
A finales de los años sesenta, la máxima autoridad dentro del partido, el Buró Político (elegido en el V Congreso del PTA que se celebró en noviembre de 1966), estuvo integrado por los siguientes miembros:
Enver Hoxha (First Secretary),
*Adil Çarçani,
*Beqir Balluku,
Gogo Nushi,
Haki Toska,
Hysni Kapo,
Manush Myftiu,
*Mehmet Shehu,
*Ramiz Alia,
Rita Marko,
Spiro Koleka,
Y los miembros suplentes:
*Abdyl Këllezi,
*Kadri Hazbiu,
*Koço Theodhosi,
*Petrit Dume,
Pilo Peristeri.
Del total de dieciséis miembros, por lo menos la mitad de ellos (los marcados con un asterisco) demostraron claramente ser, durante los años setenta y ochenta, opositores absolutos y liquidadores de la causa socialista en Albania, que a menudo coordinaban sus actividades conspirativas con agencias de inteligencia extranjeras.
La lucha contra la religión en Albania durante los últimos años de la década de los sesenta proveyó a estos elementos anti-socialistas ocultos de una tierra fértil para fomentar acciones sectarias, pseudo-revolucionarias, con el fin de socavar el sistema socialista en Albania, desacreditar a los dirigentes del PTA situados alrededor de Hoxha y luego acusarlos de “sectarismo”. Claramente, el inicio de la campaña por el cierre de las instituciones religiosas, que se completó con éxito, había sido totalmente coherente con estos objetivos sectarios perseguidos por los enemigos internos y externos del socialismo en Albania, en un momento en el que el país se encontraba completamente rodeado por los hostiles estados capitalistas y revisionistas.
En la situación existente en 1966-67, la campaña “de las masas” por el cierre de las instituciones religiosas, sin duda alguna, había puesto al grupo dirigente situado en torno a Hoxha en una posición difícil. Haber condenado oficialmente la campaña los habría colocado, evidentemente, en la posición de defender “el opio religioso” contra el movimiento “revolucionario de las masas” que luchaba por abolirlo. Por lo tanto, la conclusión que se impone es que el grupo marxista-leninista situado en torno a Hoxha ocupaba una posición minoritaria en la cuestión de la religión, por lo que se vio obligado a apoyar lo que Lenin había descrito como una campaña “pseudo-revolucionaria” y, finalmente, a alabarla. Nunca ha surgido ninguna información sobre hasta qué punto Hoxha luchó dentro de los órganos dirigentes del partido por esta cuestión, ya que el centralismo democrático en el PTA aseguró la dirección colectiva, previniendo la aparición de facciones organizadas dentro de él, y subordinando a los dirigentes individuales (incluyendo su primer Secretario) a la línea oficial del partido.
Como Enver Hoxha indicó:
“Una de las principales obligaciones de todos los órganos del partido es percibir que los principios del colectivismo en el liderazgo se observen rigurosamente, y no permitir que haya violaciones a este respecto. Las cuestiones deben ser resueltas en un espíritu de colectividad y no de acuerdo a decisiones individuales que disminuyen el papel del Partido.” (Enver Hoxha, “On Some Organizational Questions of the Party: Report to the 11th. Plenum of the CC of the PLA”, 12 July 1954, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, p. 411.)
“Nuestro Partido siempre ha defendido el principio del colectivismo en la labor de sus órganos principales…
Todos están obligados a someterse a la línea general del Partido, a los criterios, orientaciones, establecimientos y procedimientos que han sido establecidos en los cuadros. Nada debe hacerse de forma individual en este campo… la posición de cada individuo está en las manos del Partido y la clase obrera.” (Enver Hoxha, Report on the Activity of the Central Committee of the Party of Labor of Albania: Submitted to the 7th Congress of the Party of Labor of Albania, 1 November 1976, Tirana, 1978, pp. 86-7.)
El PTA, de hecho, había llegado a la importante conclusión de que, a pesar de que se tolerara la existencia de contradicciones no antagónicas en sus filas, el partido marxista-leninista no podía tolerar la coexistencia de facciones, de varias líneas dentro de él. La Constitución del PTA lo dice explícitamente:
“El partido no permite la existencia de facciones dentro de sus filas…
El principio rector de la estructura organizativa del Partido es el centralismo democrático… las decisiones se toman después de una libre confrontación de opiniones, pero desde el momento en que se toma una decisión, por unanimidad o por mayoría de votos, todos los miembros del partido están obligados a ponerlo en práctica sin más discusión.” (The Constitution of the Party of Labour of Albania, Adopted by the 3rd Congress of the PLA (Including amendments made at the 4th, 5th,6th, and 7th Congresses of the PLA), Tirana, 1977, pp. 3, 11-12, 29,30.)
En cualquier caso, el cierre de las instituciones religiosas de Albania en 1966-67 había sido iniciado por un influyente grupo anti-socialista de revisionistas ocultos coordinados por el entonces primer ministro, Mehmet Shehu. Eran, por supuesto, incapaces de organizarse en una facción política, pero resultaron ser suficientemente fuertes como para colocar al primer secretario del PTA, Hoxha, en una posición minoritaria y obligarlo a aprobar el sectarismo en la lucha contra la religión.
Una última cuestión queda por tratar:
¿Cómo hicieron estos elementos anti-socialistas ocultos encabezados por Shehu para utilizar esta campaña por el cierre de las instituciones religiosas en descredito del grupo dirigente situado en torno a Hoxha cuando ésta había sido iniciada por ellos mismos y apoyada por la dirección del partido en general?
Uno de los fenómenos que impresionó a todos los visitantes de Albania fue el “culto a la personalidad” que había sido construido en torno a Hoxha; culto que se manifestaba en bustos y retratos omnipresentes, en el lema del Partido que equiparaba a Enver Hoxha con el Partido, en las referencias habituales a la PTA como “con el camarada Enver en su cabeza.” Hoxha era realmente consciente de que en la Unión Soviética el “culto a la personalidad” había sido construido en torno a Stalin por traidores con el propósito de desacreditar más tarde al propio Stalin, al sistema socialista que existía en la Unión Soviética en ese momento, y al marxismo-leninismo:
“En cuanto al llamado culto a la personalidad de Stalin, los traidores jruschovistas lo extendieron de forma intencionada para utilizarlo ampliamente contra el marxismo-leninismo, tal como sucedió… Después de la muerte de Stalin se vio claramente cómo estos traidores utilizaron esta desenfrenada propaganda, no sólo contra Stalin, no sólo contra la Unión Soviética, sino también contra el marxismo-leninismo a escala internacional.” (Enver Hoxha, De una conversación con Chou En-lai (junio de 1966)).
En efecto, Hoxha fue crítico de Stalin por no haberse opuesto a la “culto a la personalidad” con más fuerza y eficacia:
“Pensamos que Stalin, personalmente, no adoptó medidas severas que equilibraran de manera marxista-leninista y liquidaran los numerosos aspectos negativos y peligrosos de esta propaganda” (Enver Hoxha, ibíd.)
Ya durante los años cincuenta, el propio Hoxha había tomado medidas para oponerse al “culto a la personalidad” en Albania:
“El culto a la personalidad… es una práctica antimarxista y dañina, porque hace un fetiche del individuo, debilita el papel decisivo del colectivo y las masas… debilita la confianza de las masas populares en su fuerza creadora. El culto a la persona conduce tanto a la disminución del rol del Partido como a la separación de la vanguardia de la clase obrera y de su mando – el Comité central. Deberíamos tener presente la tesis de Marx sobre el culto a la persona. Marx escribió:
‘Debido a mi aversión hacia cualquier culto a la personalidad, durante la existencia de la Internacional nunca permití la publicación de numerosos mensajes que provenían de diversos países en los cuales se hacía mención de mis méritos. A veces ni siquiera los he contestado en absoluto, excepto cuando he reprochado a su autor…’ (K. Marx & F. Engels: Works (Second Russian Edition), Volume 34; p. 241)
El desarrollo del culto a la personalidad en un partido marxista-leninista es perjudicial, ya que no sólo debilita el rol principal del Partido y de su Comité Central, impidiendo el fortalecimiento del espíritu de orientación colectiva en la dirección del Partido, que es la única garantía de la sabiduría y exactitud de la línea del Partido, sino porque también dificulta la crítica de los errores, de la flojedad, de las deficiencias en el trabajo del Partido y de varias personas, debilita la autocrítica, fortalece la vanidad y autosatisfacción en las personas, y paraliza la iniciativa en el trabajo…
Se ha librado una lucha continua, día a día, para fortalecer el trabajo colectivo. Los camaradas del Buró Político pueden decir al Comité Central que una y otra vez, y siempre correctamente, el Secretario General [Hoxha -. Ed.] ha planteado ante el Buró Político y el resto de camaradas en el liderazgo la cuestión de los daños causados por el culto a la personalidad y ha exigido que se ponga fin de una vez por todas a ciertas manifestaciones públicas excesivas de las masas populares hacia su persona, como el acto de corear su nombre, la erección de bustos en varias ciudades, el poner su fotografía en los periódicos y revistas sin ninguna razón o motivo aparente, y algunas otras manifestaciones de este tipo… Ahora, es necesario que el Comité Central dirija al partido, en primer lugar, para poner fin a estas prácticas.” (Enver Hoxha, “On Some Organizational Questions of the Party: Report to the 11th. Plenum of the CC of the PLA”, 12 July 1954, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, pp. 411-4.)
“Los fundadores del comunismo científico han luchado con todas sus fuerzas contra el culto a la personalidad, y todas las formas en las que aparece, como algo totalmente extraño, inútil y perjudicial para el marxismo…
El Partido del Trabajo de Albania, ha criticado de una manera marxista las manifestaciones de sobrevaloración del rol de personalidades y líderes, ya que estas manifestaciones debilitan el papel del Partido, de la base del partido y de las masas, y tienden a crear la idea de la ‘infalibilidad de líderes’
El culto a la personalidad es un remanente deteriorado, producto de la explotación de las clases y de los productores a pequeña escala… El culto a la personalidad, por una parte, en todos los niveles del Partido y el gobierno, incita la arrogancia y la vanidad de los cuadros y de los elementos que todavía no se encuentran apropiadamente templados y educados en el espíritu marxista-leninista, crea en estos cuadros diferentes grados de altanería, jactancia, arbitrariedad, desarrolla el orgullo del pequeño burgués y el sentimiento de superioridad personal e infalibilidad, y, por otro lado, debilita la dirección colectiva del Partido en todos los niveles, debilita la crítica sana, de principios y la autocrítica, y aleja a los dirigentes de las masas.
El Comité Central de nuestro Partido ha hablado constantemente para poner fin a cualquier manifestación nociva, no marxista, del culto a la personalidad.” (Enver Hoxha, Report at the 3rd Congress of the PLA ‘On the Activity of the Central Committee of the Party of Labour of Albania’, 25 May 1956, in Hoxha, E., Selected Works, vol. 2, Tirana, 1975, pp. 595-6.)
A finales de los años sesenta, setenta y ochenta, sin embargo, el “culto a la personalidad” en torno a Hoxha alcanzó, una vez más, alturas mayores que en los años cincuenta, a pesar de que desde entonces su papel en la campaña para desacreditar el socialismo en la Unión Soviética había llegado a ser mucho más claro. Esto indica claramente que, en un tema tan importante, el grupo dirigente situado en torno Hoxha se encontraba en una posición minoritaria. Y por esta razón, de hecho, no había estado en condiciones de resistir el “culto” a Hoxha.
Esto abrió el camino para que el grupo encabezado por Shehu utilizara la campaña por el cierre de las instituciones religiosas (aunque fuera iniciada por ellos mismos y recibiera el apoyo del partido y el liderazgo del Estado en general) para desacreditar al grupo dirigente marxista-leninista situado en torno Hoxha, alegando que Hoxha había ejercido una “dictadura personal” que utilizó para violar los principios marxista-leninistas y la legalidad constitucional.
Tomó un poco de tiempo para que estos enemigos ocultos del socialismo, que habían propagado celosamente el “culto a la personalidad” a Hoxha durante décadas, ataquen abiertamente y liquiden todas las políticas y los principios marxista-leninistas anteriormente implementados en Albania. Esto ocurrió en ocasión del X Congreso de PTA, celebrado en junio de 1991, cuando el cierre de las instituciones religiosas y la abolición de la religión en Albania habían sido convenientemente retratados como una violación grave de los derechos humanos, como acciones sectarias y subjetivistas por parte de Hoxha y el grupo dirigente del Partido y el Estado situado en torno a él.