La Segunda República, proyecto del pueblo
artículo de Carlos Gutiérrez
publicado en el Monográfico sobre la República de El Viejo Topo - junio de 2007
se puede descargar en buen formato pdf desde: (13 páginas)
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Cuando el 14 de abril de 1931 las elecciones municipales traen la victoria de la izquierda, y las clases populares, de modo masivo, salen a las calles e imponen la instauración del régimen republicano no nos encontramos ante un hecho aislado, casual o ante un “golpe de fortuna” para los intereses de nuestro pueblo, sino que estamos ante un triunfo que se ha ido fraguando en un largo proceso de luchas y de construcción de unos valores y de un proyecto alternativo de sociedad. Todo el siguiente período reflejará, de modo muy evidente, la pugna entre la mayoría social —los trabajadores, los campesinos, y capas progresistas de la pequeña burguesía— y la minoría, la oligarquía propietaria y sus organizaciones políticas y sociales.
Desde el primer momento, las capas populares se verán impelidas a una lucha sin cuartel para que esa naciente república sea capaz de llevar a cabo las tareas que se encontraban inscritas en el código, aún no plasmado, político y programático, que habían ido elaborando durante un largo período de la historia de nuestro país. Las fuerzas de la reacción, agotado su caudal de legitimidad por la degeneración del régimen monárquico, decidieron que no era nada inteligente oponerse al cambio y que, al contrario, era mejor tratar de navegar sobre él y convertirlo en un producto desnaturalizado que nada tuviese que ver con el auténtico republicanismo. Su objetivo es que el cambio sirviese, cambiando eso sí, la forma de estado, para no cambiar nada (...)
artículo de Carlos Gutiérrez
publicado en el Monográfico sobre la República de El Viejo Topo - junio de 2007
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Cuando el 14 de abril de 1931 las elecciones municipales traen la victoria de la izquierda, y las clases populares, de modo masivo, salen a las calles e imponen la instauración del régimen republicano no nos encontramos ante un hecho aislado, casual o ante un “golpe de fortuna” para los intereses de nuestro pueblo, sino que estamos ante un triunfo que se ha ido fraguando en un largo proceso de luchas y de construcción de unos valores y de un proyecto alternativo de sociedad. Todo el siguiente período reflejará, de modo muy evidente, la pugna entre la mayoría social —los trabajadores, los campesinos, y capas progresistas de la pequeña burguesía— y la minoría, la oligarquía propietaria y sus organizaciones políticas y sociales.
Desde el primer momento, las capas populares se verán impelidas a una lucha sin cuartel para que esa naciente república sea capaz de llevar a cabo las tareas que se encontraban inscritas en el código, aún no plasmado, político y programático, que habían ido elaborando durante un largo período de la historia de nuestro país. Las fuerzas de la reacción, agotado su caudal de legitimidad por la degeneración del régimen monárquico, decidieron que no era nada inteligente oponerse al cambio y que, al contrario, era mejor tratar de navegar sobre él y convertirlo en un producto desnaturalizado que nada tuviese que ver con el auténtico republicanismo. Su objetivo es que el cambio sirviese, cambiando eso sí, la forma de estado, para no cambiar nada (...)