La situación general en África, analizada desde la perspectiva y el interés de clase, es de vital importancia y no debe ser omitida o menospreciada. Sin error podría decirse que la clase trabajadora de este grande continente reúne las condiciones más deplorables en condiciones de vida y que el imperialismo, en todos sus bloques, ofrece su dimensión más salvaje, más cruel, más explotadora; en definitiva, más natural, más real.
Con una clase trabajadora abundante y en crecimiento exponencial, agitada aún por tradiciones y costumbres ancestrales y sometida al martillo imperialista, África experimenta una intensificación despiadada de las contradicciones imperialistas, que se manifiesta mediante una brutal opresión imperialista de clase y una consiguiente opresión nacional. Por esto, las condiciones revolucionarias del proletariado africano deben estudiarse y deben recibir una importante atención. Esto no puede, ni debe, realizarse mediante el desconocimiento de la situación general socio-económica, material, en África.
Imperialismo como desarrollo del capitalismoLa situación a la que está sometida África, tomada en general, se describe por la dinámica imperialista del capitalismo. En una palabra, se rige por la opresión y la explotación de un puñado de países imperialistas, organizados por bloques según sus intereses, sobre un gran número de países. El imperialismo es la explotación más rapaz del proletariado mundial y la opresión nacional más brutal de los pueblos del mundo. Su naturaleza se encuentra en el desarrollo natural del capitalismo; el imperialismo es la fase superior, última del capitalismo. Los inicios del propio sistema capitalista se encuentran en la acumulación primitiva a partir del trabajo esclavo en las antiguas colonias de los siglos XV y XVI, fruto de la expansión de las rutas comerciales y de las contradicciones del régimen feudal, y su desarrollo implica su expansión histórica-universal. La insaciable tendencia a sustraer el máximo plusvalía del trabajo asalariado, su dinámica implícita de aumento productivo masivo y anárquico y su necesidad intrínseca de un mercado infinito caracterizan al capitalismo como sistema mundial en el que varios países dominan a otros para sus intereses.
En el interior de un país, una clase social, la burguesía, explota a otra, el proletariado, y no cabiendo en los límites nacionales la burguesía es impulsada a extender su dominio sobre otras naciones en el plano internacional; el desarrollo del mercado nacional, con su consiguiente abolición de la libre competencia y la centralización del capital en pocas manos, precede necesariamente al desarrollo imperialista del capitalismo, con su consiguiente centralización del capital en pocas naciones o, mejor dicho, en burguesías monopolistas de ciertas naciones, equipadas con sus respectivos Estados y organismos político-económicos. Es decir, del provecho económico de los recursos y del trabajo de los países coloniales para desarrollar el mercado capitalista nacional se procede, con su limitación y su monopolización, al provecho económico de los países sometidos por la explotación capitalista directa.
Como se puede comprender, la exportación de capitales, de mercaderías, etc., derivada de la expropiación del trabajo y de los recursos de las naciones oprimidas, es un hecho fundamental. Así pues, en el marco del capitalismo desarrollado, o imperialismo, se da la opresión del proletariado por la burguesía nacional y, en los países sometidos a los países imperialistas, la doble opresión del proletariado por su burguesía nacional y por la burguesía imperialista. Se debe añadir, además, la opresión de la mujer como sujeto social en todos estos escenarios. En este esquema, pues, la burguesía nacional de los países sometidos al imperialismo ve reducido y limitado su espacio, por lo que puede fragmentarse, según sus condiciones, en burguesía nacional revolucionaria o compradora del imperialismo. Asimismo, el establecimiento de zonas de influencia de los distintos bloques imperialistas que se reparten el mundo es una característica esencial.
Lenin ofreció una explicación y una teoría revolucionaria sobre el imperialismo que no debe ser omitida por ningún revolucionario, pues el capitalismo actual reviste esencialmente formas imperialistas. Extendiendo las enseñanzas de Marx y Engels sobre el capitalismo, Lenin aplicó el marxismo en la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias. Así pues, es conveniente tener presente sus extraordinarias síntesis sobre la naturaleza imperialista del capitalismo:
V. I. Lenin, «Imperialismo, fase superior del capitalismo», 1916; pág. 193-104, Obras, Tomo V; Edición Progreso, Moscú, 1973 escribió:El imperialismo surgió como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se transformó en imperialismo capitalista únicamente cuando llegó a un grado determinado, muy alto, de su desarrollo, cuando algunas de las características fundamentales del capitalismo comenzaron a convertirse en su antítesis, cuando tomaron forma y se manifestaron en toda la línea las características de la época de transición del capitalismo a una estructura económica y social más elevada. Lo que hay de fundamental en este proceso, desde el punto de vista económico, es la sustitución de la libre competencia por los monopolios capitalistas. La libre competencia es la característica fundamental del capitalismo y de la producción mercantil en general; el monopolio es todo lo contrario a la libre competencia, pero esta última se va convirtiendo ante nuestros ojos en monopolio, creando la gran producción, desplazando a la pequeña, reemplazando la gran producción por otra todavía mayor y concentrando la producción y el capital hasta el punto de que en su seno ha surgido y surge el monopolio: los cárteles, los consorcios, los trusts y, fusionándose con ellos, el capital de una docena escasa de bancos que gestionan miles de millones. Y, al mismo tiempo, los monopolios, que surgen de la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima de ella y junto a ella, dando origen así a contradicciones, roces y conflictos particularmente agudos y bruscos. El monopolio es el tránsito del capitalismo a un régimen superior.
Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Esta definición incluiría lo principal, ya que, por una parte, el capital financiero es el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas de industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política colonial, que se extiende sin obstáculos en las regiones aún no conquistadas por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación monopolista de los territorios del globo enteramente repartido.
Pero las definiciones excesivamente breves, si bien son cómodas, ya que recogen lo principal, resultan insuficientes, ya que es necesario extraer de ellas, además, otras características muy esenciales de lo que debe definirse. Por ello, sin olvidar lo convencional y relativo de todas las definiciones en general, que nunca pueden incluir en todos sus aspectos las relaciones de un fenómeno en su desarrollo completo, conviene dar una definición del imperialismo que contenga sus cinco características fundamentales, a saber: 1) la concentración de la producción y del capital llega hasta un grado elevado de desarrollo que crea los monopolios, los cuales realizan un papel decisivo en la vida económica; 2 ) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, en el terreno de este capital financiero, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) se forman asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo; 5) ha terminado el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero; ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado con el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes.
Para poder realizar esta división internacional del trabajo, eso es la explotación y la opresión de unas naciones por otras, entendiéndose que éstas están dirigidas por sus respectivas burguesías monopolistas, el papel del Estado es crucial. Asegurando el monopolio de los recursos naturales, ofreciendo las licencias de explotación, entregándose al capital financiero imperialista, los Estados de las naciones oprimidas son instrumentos de la burguesía al servicio, mayoritariamente, de la burguesía imperialista. En muchos países sometidos al yugo de los países imperialistas, donde la situación social es convulsa y la situación material extremada y generalmente pobre, el poder del capital erige gobiernos fuertes, corruptos, despóticos y cómplices de los agentes imperialistas: dictaduras o monarquías absolutas, generalmente. Este esquema adopta formas generales, a partir del cual se pueden dar, efectivamente, ciertas excepciones, todas ellas, sin embargo, vinculadas a la situación de dominio social de la burguesía. A la vez, los países imperialistas relucen Estados sometidos enteramente a la causa imperialista. Como se puede ver, el Estado es una herramienta imprescindible, esencial, para el dominio nacional e internacional de la burguesía.
Pasemos ahora a analizar, desarrollando un concepto expresado anteriormente en la cita de Lenin, la forma en que se realiza dicha explotación y opresión imperialista.
En la época del colonialismo, el dominio de los recursos naturales y la explotación de la clase trabajadora africana por parte de las metrópolis era francamente abierta y descarada, revistiendo quizás rasgos esclavistas; actualmente, en la época del imperialismo desarrollado o época del neocolonialismo, este expolio criminal reviste formas aún más eficaces y seguras, plenamente capitalistas. De la misma forma que Friedrich Engels explicaba que la república democrática burguesa es la forma superior, última y más eficaz del dominio capitalista, debido a que lo ejerce de forma indirecta y no-aparente, el imperialismo ejecuta una política hegemónica triunfante indirecta. La corrupción de los funcionarios y de los gobiernos nacionales atados y sobornados, la fusión de tales organismos gubernamentales con la banca internacional y la utilización de los organismos internacionales de clase ―FMI, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, OTAN, etc.― son herramientas indispensables para el dominio imperialista neocolonial. Sobra decir, además, que la participación de servicios de inteligencia, como la CIA o el KGB, así como el uso de ejércitos imperialistas y mercenarios, son recursos necesarios. Una prueba irrefutable de este carácter neocolonialista del imperialismo es la actual sujeción y explotación de antiguas colonias por sus antiguas metrópolis (Guinea Ecuatorial por España, Níger por Francia, etc.).
La intervención en estos países se realiza mediante grandes multinacionales y corporaciones, las cuales se apropian del trabajo de grandes capas del proletariado africano para beneficio de la burguesía monopolista de los países imperialistas, donde surge la aristocracia obrera a partir de la sangre y el sudor del proletariado sojuzgado por el imperialismo de «sus» naciones. La situación «privilegiada» de ciertos Estados, eso es su carácter imperialista, entre los cuáles se encuentra España formando parte del bloque imperialista europeo, impulsa el establecimiento de una capa del proletariado improductivo que goza, en general, de buenas condiciones de existencia a base de la deslocalización de la producción. Este fenómeno se caracteriza, entre otras cosas, por la proliferación del tercer sector económico en los países imperialistas. En España, por ejemplo, la distribución por sectores del PIB es la siguiente:
En las crisis cíclicas capitalistas, la aristocracia obrera ve peligrar sus privilegios, como es el vanagloriado Estado del Bienestar, con su progresivo y tambaleante tránsito a las filas del proletariado, por lo que las opciones políticas que se centran en sus intereses proliferan ―IU, Podemos, etc.―. (Sería interesante y necesario analizar las posibilidades revolucionarias en el contexto de los países con una fuerte aristocracia obrera, pero éste es otro tema). Por otro lado, la opresión y la presión sobre el proletariado aumentan en el marco de su nula participación activa en el sistema y, actualmente, en el marco de débiles organizaciones marxista-leninistas de clase.
Además, la exaltación del racismo, del antisemitismo, de los nacionalismos, ha sido un arma continuamente utilizada por la burguesía para dividir y debilitar el proletariado mundial, para lanzar el odio del proletariado de los países dominantes contra las masas trabajadoras de los países dominados, para justificar su política imperialista. Desde tiempos inmemoriales el racismo ha sido fuente de profundos odios entre proletariados, entre pueblos, entre humanos. Entendiéndose racismo como una exaltación de la superioridad de un determinado grupo hacia otro, y una derivación práctica de esta teoría, el racismo ha sido una de las causas que más ha separado trabajadores, poblaciones, naciones.
Sería de crédulos pensar que el racismo ha sido una lacra inoportuna y disoluble para las sociedades, que ya se ha extinguido hoy en día o que es un fenómeno residual. Este fenómeno sociológico ha sido una pieza clave en la construcción de un modelo socio-económico desigual, injusto y genocida: reconoce supuestas diferencias de raza a la vez que el modelo capitalista lo hace por patrimonios económicos y por clases sociales. Y estas distinciones suelen converger.
Con la Revolución Industrial del siglo XVIII-XIX grandes masas de trabajadores se vieron lanzados a las grandes fábricas bajo el dominio de los grandes capitalistas y terratenientes. Un nuevo tipo de subordinación de la mayoría a la minoría se iniciaba férreamente superando la del vasallo al señor feudal, es decir, una brecha socio-económica de propiedad comenzaba a forjarse como norma del funcionamiento del nuevo modelo. Por otra parte, la necesidad insaciable de recursos, mano de obra y mercados del capitalismo floreciente dio pie a la colonización imperial-capitalista de gran parte del mundo, donde se dio una segunda subordinación consecuente del sistema que englobaba, igualmente, a la primera subordinación: las grandes potencias «avanzadas» sometían a las «menos avanzadas», en términos capitalistas. En resumen, en cada sociedad se da el sometimiento de la gran mayoría a una minoría y, a escala mundial, se da la sumisión de la gran parte del mundo a una minoría de países. Atentando contra la soberanía del individuo y contra la soberanía de las naciones, el capitalismo estaba en sus vías.
La creencia de superioridad étnica, de superioridad moral, de un grupo de personas hacia otro causa una situación de dominio de un grupo sobre otro en la mayoría de casos. Así pues, en un contexto socio-económico que requiere una subordinación, esta barbaridad moral la justifica, la apoya. Es decir, el racismo ha sacado provecho de él mismo en términos nacionales; se ha exaltado en exceso el patriotismo nacional como fuente para justificar la agresión, la intervención, la superioridad externa.
Los ejemplos más claros de este lado utilitario del racismo como instrumento de masas se encuentran en la historia global ―actual y pasada― del imperialismo. El odio, el sentimiento de superioridad, el asco, la falta de empatía, del proletariado de los países imperialistas respecto al proletariado floreciente, esposado y explotado de los países sometidos por su nación es una muestra clarísima. La ignorancia de los nativos y los prejuicios entre los proletariados son unos éxitos de valor incalculable del racismo impulsado y esparcido por las potencias capitalistas. Estas diferencias subjetivas donde existe una unidad objetiva, es decir, las diferencias inducidas dentro del proletariado mundial, debilitan la unidad proletaria, una herramienta esencial contra el imperialismo y contra el capitalismo.
Ho Chi Minh, héroe vietnamita de la resistencia contra el colonialismo francés, el fascismo japonés y el imperialismo estadounidense, lo explica muy sencillamente:
Ho Chi Minh, «Algunas consideraciones sobre la cuestión nacional», 1922; pág. 4, Poemas y escritos políticos; Ediciones Nuestra Propuesta, Buenos Aires, 2004 escribió:El mutuo desconocimiento de los dos proletariados suscita prejuicios. Muchos trabajadores [franceses] miran a los nativos como seres humanos inferiores e insignificantes, incapaces de hacer un análisis y de actuar. Los nativos miran a [franceses] como despiadados explotadores. El imperialismo y el capitalismo no dejan de aprovechar esta mutua suspicacia y esta jerarquía racial artificial para frustrar la propaganda revolucionaria y dividir las fuerzas que deberían estar unidas.
Al final, todo se reduce a contrarrestar de cualquier forma la suma importancia y trascendencia por el capitalismo mundial que tendría la unidad proletaria de clase.
Actualidad y práctica imperialista internacionalCon la explicación general de los rasgos principales del imperialismo es conveniente, pues, analizar la realidad concreta actual de esta fase del capitalismo. Para estudiar el reparto imperialista del mundo, con sus respectivos protagonistas, puede recurrirse a la siguiente explicación ofrecida por Reconstrucción Comunista en su revista «De Acero», nº2, del noviembre de 2013:
Reconstrucción Comunista, «El imperialismo como última fase del capitalismo; marxismo-leninismo y Partido de Nuevo Tipo», noviembre de 2013; pág. 8-9, De Acero escribió:Desde la desaparición de la URSS se han formado tres bloques imperialistas: el estadounidense, el europeo (en el que se encuentra España, que es un estado imperialista) y el chino-ruso. Los tres son bloques capitalistas que rivalizan entre sí. Muchas veces el norteamericano y el europeo coinciden, ya que comparten intereses, pero la guerra de Irak demostró que desde hace años este binomio no existe y que el imperialismo europeo tiene sus propios intereses. La invasión de Irak, a la que se opuso Francia, es un buen ejemplo. Algunas organizaciones comunistas afirman que España es un país dependiente de los Estados Unidos. Este análisis es erróneo y anticuado. España es un país imperialista: las empresas españolas, los grandes monopolios, actúan por medio mundo absorbiendo capitales y dominante mercados, intereses que son apoyados por el Estado y el bloque imperialista europeo. Es un Estado que participa militarmente en invasiones y en ocupaciones militares para expoliar recursos, como Afganistán o Libia. Y conserva territorios coloniales como Ceuta y Melilla, o Guinea, con la que mantiene una relación de dependencia económica desde la época colonial. Teniendo en cuenta todo esto sólo podemos afirmar que España no es un país dependiente; es un estado imperialista.
Actualidad y práctica imperialista en ÁfricaAsí pues, habiendo explicado la naturaleza del imperialismo y su conformación actual, debemos someter a estudio la situación africana. Es importante, antes de analizar las intervenciones imperialistas y sus consecuencias, conocer la distribución de recursos de África, una de las razones principales por las cuales el imperialismo lanza sus garras insaciables contra el proletariado africano, junto a la natural deslocalización de la producción del sistema capitalista. En esta imagen se puede comprender fácilmente dicha distribución:
A su vez, el gigante chino también está estableciendo relaciones con zonas euroasiáticas y de América Latina[1][2].
Una vez visto ejemplos de la participación imperialista en África, se debe preguntar en qué consiste su actividad económica, para así comprender su verdadera implicación.
La extracción de minerales esenciales para productos tecnológicos y de piedras preciosas y el control sobre el carbón y el petróleo, así como la industria textil y alimenticia en menor medida, son actividades económicas por excelencia del imperialismo en África.
Un ejemplo típico es la extracción del mineral coltan, en países como la República Democrática del Congo y Sierra Leone, para la fabricación de móviles y otros productos tecnológicos. Desde 1997 han muerto más de 4 millones de personas en la República Democrática del Congo por conflictos auspiciados por intereses imperialistas sobre el control de las minas ricas en este mineral, como son las minas del parque nacional Kakuzi Biega[3]. No es de extrañar, pues, que este mineral también se conozca por el nombre de «mineral de la muerte» o que se emplee la expresión de que «cada móvil contiene una gota de sangre africana». Asimismo, en el lado ecológico de la dinámica imperialista-capitalista, multitud de poblaciones de orangutanes, pájaros, rinocerontes, elefantes, etc., han sido extinguidas o han tenido que emigrar debido a la destrucción masiva de sus hábitats naturales en la zona.
Por otro lado, en el conflicto energético por el petróleo también se dan situaciones muy claras. En este sentido se debe saber que el grueso de las exportaciones, es decir, ventas al extranjero, de petróleo realizadas a escala mundial siguen las condiciones del petrodólar. ¿Qué es el petrodólar? Es la moneda de cambio del petróleo, que, como bien dice su nombre, corresponde al dólar estadounidense. En otras palabras, todas las compras de petróleo se deben realizar mediante dólares, siguiendo el tratado de Breton-Woods firmado en 1945 ―una vez acabada la 2ª Guerra Mundial― y los tratados con los países de la OPEP en la década de los años 70: el dólar estadounidense se convertía, así, en la moneda, en la divisa, del petróleo. Así pues, para comprar petróleo se debe tener dólares y, por ende, pedirlos a los EEUU. De esta forma, EEUU ―y más concretamente su Reserva Federal, que viene a ser su Banco Central pero de carácter privado― se convirtió en la máquina impresora de la petrodivisa.
Una vez los países exportadores de petróleo ―organizados bajo la OPEP― venden su petróleo, es decir, adquieren dólares que contribuyen vitalmente en su economía, deben reponer parte de la cantidad obtenida en bonos, deuda y otras unidades financieras de los EEUU. Esto quiere decir que: 1) los EEUU regulan la cantidad de dinero de la que dispone el mundo para comprar petróleo; 2) los EEUU reciben cantidades enormes, subvenciones astronómicas, a cambio de imprimir petrodólares. No hace falta decir, después de todo, que cuanto más alto sea el precio del petróleo, más beneficios, en principio, tendrán los países exportadores y, por ende, EEUU.
Éste mecanismo monopolizador mundial ayuda a entender las diferentes intervenciones de los EEUU a lo largo de la historia reciente. Si este imperio, si este funcionamiento petrolífero, se pone en duda o en peligro, EEUU no duda en arreglarlo por la fuerza, pues su vida va en ello. Por ejemplo, Iraq, miembro destacado de la OPEP, llegó a un acuerdo con Francia y otros países de la UE en noviembre del 2000 por romper el sistema del petrodólar y vender su petróleo en euros, por lo que no se deberían pedir dólares a los EEUU y, éstos, verían mermada su economía. No pasaron ni dos años y EEUU invadió Iraq ―con la supuesta y falsa excusa de la existencia de armas de destrucción masiva― y, al mes de su invasión, en mayo de 2003, ya reconvirtió al petrodólar el sistema exportador de petróleo del país. Por eso, precisamente, Francia se opuso fuertemente a la Guerra de Iraq. Este es un claro ejemplo de las diferencias imperialistas entre el bloque de los EE.UU. y el europeo, tal y como se señalaba anteriormente. Desde entonces, Iraq, aunque sufre conflictos internos, está fielmente sometido al sistema del petrodólar.
Otro ejemplo, ya en África, fue Líbia en 2011, cuando Gaddafi estaba ultimando acuerdos con los países de la región para vender su petróleo en una nueva moneda llamada «Dinar», en lugar de utilizar los petrodólares. La comunidad internacional, dirigida por EEUU, no tardó en intervenir en el contexto de la Guerra Civil, donde ellos mismo financiaron grupos terroristas para crear el caos que justificara su «gloriosa» intervención. El caso es que, como en Iraq, a las pocas semanas del derrocamiento de Gaddafi, en Líbia se instauró un Banco Central que aseguró el sistema del petrodólar. Actualmente, Líbia está sometida a un período convaleciente de lucha de distintas guerrillas, olvidada por la comunidad internacional, pero eso sí: con el sistema del petrodólar.
Finalmente, en el ámbito de los recursos alimenticios, debe destacarse la situación pesquera en Somalia. El monopolio casi absoluto de facciones imperialistas de las aguas somalís, en el cual España tiene un papel destacado, es una de las razones de la miseria de ese país, los pescadores del cual, organizados normalmente en grupos locales armados, son calificados de piratas y terroristas por parte de los países imperialistas en protección de sus intereses de clase. Además, la situación geopolítica del país y sus recursos naturales han sido también objeto de las más crueles intervenciones imperialistas. Siendo el tercer país más pobre del mundo, azotada por las guerrillas mercenarias al servicio del imperialismo y bajo los criminales dictámenes imperialistas del FMI y de los EEUU, en Somalia el 85% de la población es analfabeta, hay 1 médico cada 100 000 habitantes, el 43% de la población vive con menos de 1 dólar diario, la esperanza de vida es de 47 años y tiene una de las mayores tasas de mortalidad infantil del mundo: 118/1000.
Somalia tiene una población de unos 10 millones de personas. El 98% es de la misma etnia y la misma religión (musulmana sunnita). Esto debería ser una buena base para constituir un país cohesionado, a diferencia de la mayoría de países africanos, donde se ha aprovechado la diversidad multiétnica y/o multirreligiosa para enfrentar a su población y saquear sus riquezas. No ha sido así: el factor que ha dividido es la existencia de 10 tribus y múltiples clanes y sub-clanes.
Los somalíes viven en el país más pobre del mundo después de Niger y Sierra Leona, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. En la actualidad, el 87% de la población es analfabeta y el 85% de los niños en edad escolar no van al colegio. La esperanza de vida de 47 años; uno de cada 10 niños muere al nacer y el 25% de los niños que sobreviven mueren antes de cumplir 5 años. Somalia tiene una de las peores tasas de mortalidad infantil del mundo: 117.7 niños por cada 1.000. Las causas de muerte de los niños son la desnutrición y la diarrea.
Según datos de octubre de 2007, la tasa de malnutrición estaba en el 17%, dos puntos por encima de lo que se considera como catástrofe humanitaria; el 20% de los menores de 5 años sufrían malnutrición en 10 regiones. Ahora la situación es mucho peor.
Hay un médico por cada 100.000 habitantes y algunas gentes han de recorrer 700 km para encontrar al médico más próximo. No hay Ministerio de Sanidad, los 45 hospitales del país son privados. En consecuencia, casi la totalidad de la población carece de un sistema público de salud. Hay 3 compañías de teléfonos privadas y varios hoteles de lujo, con guardaespaldas privados.
El intento de formar una policía en 1998 fracasó. Se trataba de adiestrar a 3.000 hombres, pero como no cobraban, fueron desertando hasta que no quedó ni rastro del cuerpo policial
El 43% de la población vive con menos de 1 euro al día. Los billetes no los emite el Banco Central, que desapareció en 1991. Los billetes los confeccionan empresarios locales y se imprimen en Canadá. En esta situación, la tentación de imprimir billetes falsos es demasiado fuerte; con ello, se contribuye a disparar la inflación y la miseria de las gentes de Somalia. El primer banco desde 1991 se abrió en 1997: al Barakaat, aunque de 300 empleados, 100 eran guardaespaldas armados, pues no hay seguridad pública. En 2001 este banco era el grupo financiero más importante del país, con sucursales en 40 países. Pero los norteamericanos –a quienes ya les va bien que este país no levante cabeza-, no podían consentirlo: en noviembre de 2001, Bush declara que este banco es “amigo de bin Laden” y congela los bienes del banco en Estados Unidos; es un golpe durísimo a la reconstrucción económica de Somalia, pues, por ejemplo, el 80% de la población recibe dinero de las remesas que llegan del extranjero a través de este banco, entre 700 a 1.000 millones de dólares cada año, y ahora esto ya no será posible; ésta es uno de las mayores fuentes de ingresos del país.
También por estas fechas los Estados Unidos cortaron el acceso a Internet desde Somalia, acusando a las dos compañías que lo comercializaban de pertenecer a al Qaeda.
Las exportaciones de cabras, ovejas y camellos eran el 80% del total de las exportaciones totales. Pero están prohibidas por motivos sanitarios, aunque el problema se solucionaría fácilmente con vacunaciones y controles veterinarios.
Pero … Somalia es un país muy rico
Cuenta con grandes reservas de gas y petróleo; en 1986 el gobierno concedió a 4 grandes corporaciones el permiso para la extracción de crudo: Conoco, Amoco, Chevron y Phillips, que controlaban el 75% de los campos petrolíferos.
Además, tiene reservas de uranio, hierro, estaño, bauxita, cobre y sal.
… Y con un gran valor estratégico
Por Somalia pasa el tráfico de mercancías del Mar Rojo, un 13% del tráfico marítimo mundial, que incluye el petróleo de Oriente Medio. Por eso, había que evitar las influencias “peligrosas” (soviéticas en una época, chinas en la actualidad), aunque para ello haya que destrozar un país y condenar a la muerte por hambre a gran parte de su población.
“Ya en 1991 el general Schwarzkopf que en la época era nada menos que el jefe del estado mayor para el sudeste asiático presentó un informe al senado donde decía: “el embudo estratégico del mar rojo es el centro de los intereses de Estados Unidos ahí donde convergen África y Asia. El estrecho será cada vez más importante debido al acrecentamiento de las capacidades de tratamiento y de exportación de Arabia cuyo petróleo deberá pasar en su mayor parte por el ya que los superpetroleros son demasiado grades para el canal de Suez.” (1)
También Israel tiene intereses estratégicos. “Israel tiene el proyecto de prolongar el oleoducto Bakú, Azerbayán–Cehyan,Turquía, que se inauguró justamente al comienzo de la guerra del Líbano, y de convertirlo en una autopista energética conectándolo con el ya existente oleoducto Trans-Israel que cruza el país y acaba en el mar Rojo. Y Somalia está justamente en la salida y entrada del mar Rojo lo que le otorga una importancia geoestratégica evidente.” (2)
1) GUERRA Y EXPOLIO: EL TERRORISMO COMO EXCUSA Y LA AYUDA HUMANITARIA COMO CAMUFLAJE-21/2/2007 REBELION, ESPAÑA 210207 Alfredo Embid -Boletín armas contra las guerras nº 142
2) GUERRA Y EXPOLIO: EL TERRORISMO COMO EXCUSA Y LA AYUDA HUMANITARIA COMO CAMUFLAJE-21/2/2007 REBELION, ESPAÑA 210207 Alfredo Embid -Boletín armas contra las guerras nº 142
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Por otro lado, aparte de ser una gran fuente de recursos, de riqueza, de poder, África también cumple con la función de basura imperialista. Los residuos del regocijo imperialista, los cuales proceden, precisamente y en gran medida, de la sangre de los y las trabajadoras de África, son abocados sin piedad en tierras africanas, incumpliendo cualquier hipócrita norma internacional. Zimbawe y Ghana, con unas 250 000 toneladas anuales de residuos, son los principales destinos. Así pues, aparte de ser una fuente única para el imperialismo, también es su vertedero favorito.
¿Adónde van los móviles, ordenadores, microondas o frigoríficos viejos? ¿qué pasa con estos aparatos una vez que los hemos tirado a la basura, o incluso a ‘reciclar’?. El camino que recorren no está del todo claro, pero de lo que no cabe duda es de que hay varios lugares en el mundo en los que toda esta basura tecnológica se acumula desde hace años haciendo de estos sitios lugares tan contaminados o más que las mismísimas zonas de extracción ilegal de productos como petróleo, uranio y otros recursos altamente contaminantes.
El más claro ejemplo es el llamado basurero tecnológico de Agbogbloshie, en Accra (Ghana) donde, según algunos estudios, existe una contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes perjudiciales para la salud que supera en más de 50 veces los niveles libres de riesgo. Lo decía claramente un informe de 2013 realizado por la ‘Green Cross Switzerland’ y el ‘Blacksmith Institute’ en el que recogían las 10 mayores amenazas tóxicas del Planeta. Es decir, los 10 lugares más contaminados del mundo.
Uno de ellos es este basurero, que comparte este triste honor con lugares como Chernobyl. Oficialmente, se trata de un ‘área de procesamiento de basura tecnológica’. Un eufemismo para definr a este área al que van a parar miles de toneladas de residuos tóxicos para, en teoría, ser ‘procesados’. La realidad es que hasta allí llegan, mezclados, materiales de todo tipo –entre los que se encuentran frigoríficos, microondas y televisiones-, tan diversos y contaminantes que, “para reciclarlos de manera segura requeriría un alto nivel de competencias y protección entre los trabajadores”. Algo que claramente no se da en Agbogbloshie. Y lo peor es que esta zona no es ni mucho menos sólo un basurero. Es un asentamiento informal en el cual conviven zonas industriales, comerciales y residenciales. Una zona en la que los metales pesados que se expulsan de estos procesos de quema llegan a las casas y mercados.
Según este mismo informe, -de 2013-, Ghana importa cada año unas 215.000 toneladas de residuos tecnológicos, principalmente desde Europa del Este (…). De ellas, aproximadamente la mitad puede ser reutilizada inmediatamente, o reparada y vendida, pero el resto del material es ‘reciclado’ de forma barata, a costa de contaminar la tierra que los recibe y perjudicar la salud de quienes trabajan con ellos. Un ejemplo paradigmático es el de los buscadores de cobre, que queman las fundas que recubren los cables para conseguir el cobre del interior. Para quemarlos utilizan un tipo de espuma, altamente contaminante, expulsando al aire libre todos sus contaminantes.
Chatarra, fogatas y humo son el día a día en algunas zonas del basurero, donde trabajan sobre todo jóvenes sin recursos provenientes de familias pobres, que dependen por completo de lo que obtengan en este basurero. Personas que saben que el trabajo allí es basurero, pero que no se quejan porque lo que allí consiguen es mejor que nada. Porque con el material que allí obtienen pueden venderlo luego por las calles de Accra y conseguir así lo necesario para sobrevivir. A otros también les interesa: el centro de Accra está repleto de puestos que venden a bajo precio todo tipo de aparatos eléctricos, buena parte de ellos de segunda mano. Y la situación no se circunscribe sólo a Ghana, -que es, por cierto, uno de los países más desarrollados del continente-.
La misma realidad afecta a otros lugares como Zimbabwe, donde hace poco se ha advertido de una posible crisis medioambiental porque no dispone de sistemas adecuados para eliminar este tipo de residuos. Todo ello a pesar de la existencia de tratados internacionales, como la Convención de Basilea, que restringe los movimientos transfronterizos de desechos, y el acuerdo que se suma al firmado ya en 1993, en Bamako , sobre el mismo tema. Acuerdos que establecen condiciones, cantidades y criterios para verificar si la ‘exportación’ de basuras se está haciendo bien. Sin embargo, para los países más desarrollados sale mucho más barato deshacerse de ellos en algún puerto remoto de África que seguir las estrictas normas de reciclaje que ellos mismos se han autoimpuesto pero que casi nadie quiere cumplir. Para los receptores, por su parte, ésta es una supuesta fuente de ‘riqueza’ de la que viven muchos de sus conciudadanos, a pesar de los riesgos y problemas que conlleva para su salud. Una solución, en definitiva, que conviene a muchos y que no termina de regularse.
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Un ejemplo claro de la política neocolonialista del imperialismo son los ejemplos de Guinea Ecuatorial y Níger, entre otros. Ambos lograron la independencia de sus respectivas metrópolis, España y Francia respectivamente, pero la dependencia económica de estos países y el sometimiento entero a sus intereses imperialistas sigue siendo su forma socio-económica elemental. Níger, el país más pobre de la tierra, sufrió una terrible hambruna en 2005, ante la cual la empresa AREVA, la segunda más grande del mundo en producción de mineral de uranio que monopoliza gran parte de las minas de Níger, hizo un irrisorio donativo del 0,06% de sus ganancias[4].
La expropiación imperialista supone el estancamiento económico real de los países africanos, así como el desarrollo de una burguesía nacional al servicio de los intereses imperialistas y de una débil burguesía nacional propia, mayoritariamente de carácter mediano y pequeño. Consecuentemente, la industrialización es muy débil y al servicio del imperialismo y predomina aún el sector agrícola ―en un 50% del PIB en países como Etiopía, Chad o República Democrática del Congo; en un 30% en países como Nigeria y Mozambique[5]―. En contraposición, esta fuente de recursos y de productos implica que en los países imperialistas pueda proliferar el tercer sector, a causa de la mayor facilidad de mecanización de la producción y de la deslocalización de la producción.
Las consecuencias directas sobre la clase trabajadora africana son descomunales y brutales. Mientras las burguesías monopolistas de los países imperialistas se benefician de la sangre trabajadora africana y sus poblaciones disfrutan/disfrutamos de una esperanza de vida entre los 70 y 80 años, la esperanza de vida de la población africana se estanca en los 40-50 años ―Chad, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Camerún, Guinea, etc.―[6]. Por otro lado, un dato ilustrador es que países africanos ocupan 23 de los 25 países con una mayor mortalidad infantil, con Níger, Mali y Somalia a la cabeza[7]. En términos sanitarios son bien conocidas infecciones masivas de VIH, malaria, ébola, etc., que no pueden ser tratadas debidamente a causa de los intereses económicos imperialistas-capitalistas ―les resulta improductivo―, del sistema monopolista de las patentes y de consignas retrógradas religiosas y espirituales anti-preservativos, etc.
ConclusionesComo se puede observar, de forma irrefutable el proletariado africano experimenta una realidad socio-económica compleja y paupérrima. Como comunistas es nuestra función estudiar las tascas revolucionarias del proletariado africano para poder superar esta situación, ya que comprendemos incondicionalmente que cualquier solución enmarcada en el capitalismo es insuficiente, inválida, no-revolucionaria.
Debe señalarse que multitud de ONGs desarrollan un papel activo inmenso y gigantesco en todo el territorio africano. Seguramente, sin su implicación y trabajo constantes, la situación del proletariado africano y de las masas trabajadoras sería aún peor en términos cuantitativos. (Esta valoración de las ONGs no es unánime y universal, pues algunas de ellas actúan como agentes despiadados del imperialismo). En consecuencia, los comunistas debemos mostrar nuestro firme apoyo y gran solidaridad con estas organizaciones, así como con cualquier otra forma de ayuda cuantitativa al proletariado africano. Por otro lado, como revolucionarios de clase, comprendemos que las ONGs son insuficientes y conservadoras y que no resuelven cualitativamente los problemas, eso es que actúan como parches puntuales, temporales y cuantitativos para cuidar la situación del proletariado africano y las masas trabajadoras africanas en el contexto de su explotación. Si hay pobres, no es porque se den pocas limosnas, sino porque el sistema económico y social genera pobres. Si hay un mal trato de los animales, se debe a que la frustración, el asco y la desesperanza en que viven esas personas les llevan a descargar su rabia y su odio sobre los animales. Si hay alcoholismo o drogadicción, el origen de este problema se encuentra principalmente en las condiciones sociales y de vida de una parte de la población. Si se destruye el medio ambiente es por causas económicas y materiales. Si se producen torturas y malos tratos, no es porque haya aficionados a la tortura, ni individuos moralmente malos, sino porque se producen enfrentamientos sociales por causas materiales y económicas. Si en una sociedad se margina a la mujer, se maltrata a los niños o se descuida a los ancianos, las causas son económicas y materiales. Por eso todas estas ONGs conservadoras fracasan continuamente, pues no quieren darse cuentade que estos problemas se originan en el sistema económico y de producción vigente. Iósif Stalin señalaba que:
Iósif Stalin, «Las tareas de los dirigentes de la economía», 4 de febrero de 1931; pág. 14, Obras, Tomo XIII; Edición Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953 escribió:Es preciso que exista un régimen exento de las enfermedades incurables del capitalismo y que ofrezca series ventajas sobre el capitalismo. La crisis, el desempleo forzoso, el despilfarro, la miseria de las grandes masas son las enfermedades incurables del capitalismo.
Los comunistas pretendemos superar la mera lucha económica de la clase trabajadora para sí y desplegar la lucha política revolucionaria de la clase trabajadora como tal, como sujeto histórico y revolucionario. Los efectos inmediatos y transitorios de la lucha económica, eso es de aspecto cuantitativo, no ponen fin a la situación social del proletariado y, consecuentemente, no ponen fin a las miserias, a la opresión y a la alienación del proletariado mundial. Por tanto, los comunistas debemos dirigir el proletariado de esta lucha económica espontánea hacia una amplia lucha política revolucionaria de masas por la emancipación socialista.
Como decía Lenin:
V. I. Lenin, «Nuestro programa», octubre de 1899; pág. 189, Obras, Tomo I; Edición Progreso, Moscú, 1973 escribió:La lucha de clase del proletariado se divide en lucha económica (contra los diferentes capitalistas por separado o contra grupos aislados de capitalistas para mejorar la situación de los obreros) y lucha política (contra el gobierno para ampliar los derechos del pueblo, es decir, por la democracia y para extender el poder política del proletariado). Algunos socialdemócratas rusos consideran incomparablemente más importante la lucha económica, llegando casi a posponer la lucha política para un futuro más o menos lejano. Tal opinión es errónea por completo. […] Ninguna lucha económica puede proporcionar a los obreros un mejoramiento duradero. […] Toda lucha económica se transforma sin falta en una lucha política, y [los comunistas tienen] el deber de unir indisolublemente una y otra la lucha única de clase del proletariado.
Por otro lado, las hipócritas «propuestas» que la socialdemocracia lanza al campo propagandístico sobre la «distribución equitativa de la riqueza» o la «justicia social» como bases para el desarrollo
adecuado y
correcto del capitalismo son puro papel mojado y utopías que engañan a las ensuciadas masas trabajadoras. Como se ha explicado en el inicio del documento, cualquier distribución equitativa de la riqueza es una utopía en un sistema socio-económico de propiedad privada característicamente basado en la explotación
nacional e
internacional de una clase propietaria sobre otra clase desposeída y la consiguiente creciente concentración de riqueza en pocas manos; en un régimen social regido por la división internacional del trabajo según el imperialismo y por una desenfrenada anarquía productiva.
Por tanto, de forma inexorable, debemos considerar la solución definitiva y real para el proletariado africano, así como para el proletariado mundial, únicamente como su emancipación de clase mediante la construcción del socialismo y del comunismo abanderada por el marxismo-leninismo. Como clase oprimida y explotada, desposeída y alienada, el proletariado no dispone de ningún margen real para ser libre, para estar sano, para desarrollar las capacidades humanas. A partir de esta premisa material de tipo socio-económico, estudiada magistralmente por el marxismo-leninismo, la clase trabajadora, como sujeto principal de la opresión capitalista, debe realizar, según los métodos dialécticos, su emancipación como clase, construyendo una sociedad sin clases sociales, sin explotación, con el desarrollo máximo y pleno de las fuerzas productivas y de las capacidades humanas. Con el materialismo filosófico y el detallado estudio sobre el capitalismo, la revolución social del proletariado se postula como posible, como necesaria, como liberadora.
Enfocando estos puntos en el papel del proletariado africano, deben esclarecerse sus objetivos, sus tareas. Los objetivos revolucionarios generales del proletariado africano deben ser: 1) liberación nacional, con el objetivo de desligar a los pueblos de las garras del imperialismo y para la cual puede apoyarse en capas de la pequeña burguesía nacional, tribus, medianos y pequeños productores agrícolas, etc.; 2) construcción del socialismo para la emancipación de la clase trabajadora, para la cual debe erguir-se cómo clase dominante. Estos dos objetivos deben ir unidos de la mano y deben guiar la acción del proletariado africano. Así pues, si el proletariado consigue liderar el proceso de liberación nacional tendrá un camino más fácil y rápido para la construcción del socialismo, pues contará con un gran apoyo social de la clase trabajadora.
Con estas tareas, el proletariado africano, como la resta del proletariado mundial pero con una doble trascendencia nacional, debe organizarse como clase dominante con la toma del poder Estatal, organizándolo según las premisas socialistas, y apropiarse de forma centralizada de los medios de producción y de los recursos naturales. De esta forma, la producción capitalista ligada a los intereses imperialistas será revertida en una producción socialista ligada a los intereses de la clase trabajadora africana nacional. Con la soberanía de clase sobre los recursos naturales y sobre los medios de producción, la clase trabajadora africana estará en el camino del pleno desarrollo de su emancipación nacional y proletaria, ayudando, además, al proletariado mundial.
En esta concepción deben puntualizarse las diferencias concretas entre los países africanos, como se ha explicado en el inicio. Por ejemplo, la lucha por la liberación nacional no reviste exactamente la misma perspectiva en Marruecos y Egipto, aliados estratégicos del imperialismo, que en Níger y Somalia, piezas productivas del imperialismo, por ejemplo. Por otro lado, según el desarrollo del proletariado en cada país africano, así como las condiciones nacionales e internacionales, puede valorarse una mayor o menor, o incluso nula, colaboración estratégica de clases para sus objetivos nacionales. Finalmente, debe decirse que si bien en el período de liberación nacional el proletariado africano puede encontrar apoyo estratégico y temporal en fracciones de otras clases o grupos sociales, también perjudicados, en su medida, por el imperialismo, en la construcción del socialismo debe luchar eficazmente para erguir-se como clase dominante por encima de las otras, debe cortar los lazos de colaboración y de proximidad con facciones burguesas. (Eso no significa no establecer alianzas con el campesinado pobre, con el
proletariado agrícola, o las tribus autóctonas, hecho esencial para el poder proletario en países poco desarrollados). La liberación nacional es un proceso de rasgos nacionales, que el proletariado puede y debe dirigir para convertirlo también en un proyecto de clase, y la lucha por el socialismo es un proceso revolucionario de la clase trabajadora.
Por otra parte, debe incidirse en la clara diferencia respecto América Latina, donde el desarrollo del capitalismo nacional ha alcanzado niveles suficientes como para rechazar, debido a los intereses capitalistas de la burguesía nacional y al desarrollo del proletariado nacional, la colaboración entre clases o facciones de clases. La ausencia de esta valoración en ciertos partidos y organizaciones izquierdistas latinoamericanas daña profundamente las perspectivas revolucionarias del proletariado.
Habiendo determinado los pasos revolucionarios del proletariado africano, debe estudiarse como realizarse. Con las enseñanzas revolucionarias del marxismo-leninismo se establece que el pilar esencial sobre el que gira el trabajo revolucionario es el liderazgo de vanguardia de clase del Partido Comunista. Sin una organización revolucionaria de clase, regida por el marxismo-leninismo, el proletariado seguirá sometido al poder burgués, capitalista. Con tal organización, en que se ofrece una respuesta política revolucionaria de clase al poder burgués, el proletariado puede vencer en las condiciones más favorables y levantarse en los momentos más adversos. Sin Partido Comunista, el proletariado está condenado a la derrota de clase en cualquier escenario. El Partido Comunista debe, consecuentemente, forjar estrechos vínculos con las masas del proletariado y estar férreamente organizado y disciplinado. Como dijo el dirigente comunista polaco Bolesław Bierut:
Bolesław Bierut, «Para conseguir la completa eliminación de las desviaciones de derecha y nacionalistas», setiembre de 1948; pág. 14, Edición Digital del blog Bitácora de un NICARAGÜENSE, Biblioteca del Soldado Rojo escribió:El partido es el destacamento organizado de los mejores elementos de la clase obrera, el destacamento de vanguardia de la clase obrera y la forma superior de organización de clase del proletariado.
Por tanto, la importancia del momento actual, tanto en África como alrededor del mundo, estriba en la formación y el fortalecimiento del Partido Comunista de clase del proletariado. Actualmente, después de la clara derrota momentánea de clase del proletariado revolucionario africano i mundial, África no cuenta, en general, con fuertes organizaciones marxista-leninistas. El signo más claro del aplastamiento de los movimientos revolucionarios africanos fue el asesinato del revolucionario Thomas Sankara y el golpe de Estado de Blaise Compaoré, antiguo compañero de Sankara y apoyado por Francia, en Burkina Faso el 15 de octubre de 1987. Con todo esto, la tarea de trabajar incesantemente para construir el Partido Comunista en cada es de inconmensurable importancia.
En este sentido, todas aquellas concepciones según las cuales se puede omitir parcial o completamente el papel del Partido son ajenas al trabajo revolucionario. Tanto en el aventurismo izquierdista, auspiciado por la experiencia cubana y por el maoísmo, como en el eurocomunismo, pasando por todas las variantes del revisionismo, el proletariado es el perjudicado. Minar la importancia del Partido como destacamento de clase organizado de la clase trabajadora significa conceder espacio y posibilidades al enemigo de clase y a sus tendencias. Eso no quiere decir, obviamente, que el Partido, como dirección consciente del proletariado revolucionario, deba abstenerse de una estrecha colaboración con sindicatos revolucionarios de clase y otras organizaciones, asociaciones, etc.
En definitiva, el proletariado africano, en general, debe unir los objetivos de liberación nacional y revolución socialista bajo la bandera del marxismo-leninismo con la constitución y el robustecimiento de Partidos Comunistas.
Aquí, pues, es necesario estudiar las capacidades, el potencial, las condiciones, del proletariado africano para esta tasca, para este objetivo. La succión de la sangre y de la vida de la clase trabajadora, así como la doble (o triple) feroz opresión imperialista-capitalista, inhabilitan gravemente al proletariado para sus opciones revolucionarias. En consecuencia, la existencia de países socialistas referentes y de revoluciones socialistas en otros países es de vital importancia para estos procesos revolucionarios. No es nada fortuito el hecho que, en épocas que el socialismo ha triunfado en distintos países, los avances en la liberación nacional y en la revolución socialista en zonas africanas hayan sido notables, habiendo de luchar ferozmente para sacudirse de las teorías maoístas y contra el brutal imperialismo neocolonialista y su variante social-imperialista de la URSS revisionista. Esto no significa, lógicamente, que no puedan darse movimientos de liberación nacional y/o socialistas sin una clara ayuda o apoyo de otros movimientos o países socialistas, pero expresa que es una característica o premisa de vital importancia. A la inversa, cualquier movimiento revolucionario en países sometidos puede y debe tener una repercusión clara en el proletariado de los países imperialistas y en sus tácticas y posibilidades revolucionarias.
En las tareas revolucionarias de África antes explicadas, el proletariado de países imperialistas debe solidarizarse con el proletariado africano y las masas trabajadoras africanas y ayudarlos en la mayor medida posible. Esto pasa por desenmascarar el imperialismo de sus países, sus verdaderas intenciones y consecuencias, recrudeciendo el ataque en todos los frentes posibles contra su maquinaria; por intensificar la colaboración entre los actualmente escasos y débiles movimientos y organizaciones marxista-leninistas, así como trabajar para mejorar la relación y las percepciones entre proletariados de distintos países.
Se necesita, en el marco de desarrollo de la vanguardia política de clase, una creciente consciencia globalizada, mundial, de los proletariados de los distintos países; las trabajadoras y los trabajadores de los países imperialistas estamos obligados, en cualquier situación, a dar asistencia, ayuda, apoyo, firmes a los movimientos de liberación de los países sometidos. La unión de todos los proletariados es un punto que el imperialismo intenta evitar, pues no hay fuerza en el mundo capaz de impedir la victoria del proletariado en todos sus aspectos.
¡Trabajadores y trabajadoras y pueblos oprimidos del mundo, uniros!
Notas:[1].
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[2].
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