Yo tampoco puedo hablar mucho de Lukashenko, más que lo que ya he comentado en el otro hilo sobre Bielorrusia... pero he encontrado este interesante artículo, como no, en la excelente página, que seguramente casi todos conoceis, Civilización Socialista: http://civilizacionsocialista.blogspot.com/
Lukashenko en su mensaje anual a la nación en la Asamblea Nacional. En Bielorrusia no habrá ninguna privatización criminal
la bellísima y típicamente soviética ciudad de Minsk hoy
El pueblo bielorruso saludando al Ejército Rojo en 1939
Oleg Stepanenko
Pravda
Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Como siempre, el foco de atención estuvo centrado en las cuestiones del desarrollo socioeconómico. Bielorrusia, señaló Lukashenko, forma parte de ese reducido número de países en el mundo, que han conseguido en un año de crisis como el 2009, terminar con un incremento en el Producto Interior Bruto. En unas circunstancias tan complejas, el país ha sabido mantener la estabilidad macroeconómica, y conseguir un crecimiento notable en una serie de ámbitos tan importantes como el de la inversión, la construcción de vivienda, la producción agroindustrial y el intercambio comercial.
Pero lo más importante de todo, quizá sea el haber sabido mantener el potencial científico, de investigación. Se ha evitado que hubiese despidos masivos, tan habituales en los países europeos y en los Estados Unidos. El número de desempleados se ha mantenido al nivel de los últimos años, sin superar el 1,5%.
La política agraria del estado, se ha revelado fundamental. Este año concluía el programa de seis años para el renacimiento y desarrollo del campo, que ha contribuido a variar de un modo radical la situación en el ámbito rural. Cerca de 1500 núcleos de población se han transformado en agro-ciudades en las que se han creado unas confortables condiciones para la vida y el trabajo de los agricultores. La agricultura y ganadería están asimilando perfectamente la aplicación de nuevas tecnologías. Esto ha permitido recoger unas cosechas de grano que han logrado satisfacer la demanda del sector ganadero, y han posibilitado mantener un incremento constante de la producción de leche y carne: por tercer año consecutivo el crecimiento se situaba en un 6- 8%.
El sector agrario se ha convertido en una fuente importante de ingresos de divisas. El año pasado las exportaciones de producción agrícola supusieron unos ingresos de 2000 millones de dólares, y para el 2010 se espera que esa cifra se incremente en 1,5 veces. Y lo que es más importante: la producción agrícola será rentable incluso sin las subvenciones del estado.
Al referirse a las deficiencias y problemas que han imposibilitado que se alcancen los tiempos de desarrollo de la economía que se habían fijado, Lukashenko subrayó, que en conjunto, el modelo bielorruso de desarrollo socioeconómico, en una época tan difícil, ha demostrado una vez más su eficiencia. Esto es algo que han reconocido incluso el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuyas valoraciones con respecto a Bielorrusia, siempre han destacado por su escepticismo. Sus expertos se han visto obligados a reconocer, que en la economía de la república, además de evitarse el desplome, se está produciendo un crecimiento. En el primer trimestre se ha obtenido una subida del 5%, y para finales de año Bielorrusia habrá de superar las consecuencias de la crisis mundial, que han repercutido negativamente en su economía, y recuperar como mínimo los tiempos de desarrollo anteriores a la crisis, obteniendo un crecimiento del PIB no inferior al 11%.
Las principales directrices estratégicas para un exitoso desarrollo de la economía pasan por la transformación estructural a favor de sectores en los que la producción tenga un alto valor añadido, por la creación de sectores productivos donde se desarrollen nuevas tecnologías capaces de ofrecer al mundo nuevos productos y servicios, por reforzar los estímulos en el campo de la investigación.
Pese a todas las dificultades del periodo actual, el estado bielorruso, no sólo mantiene, sino que refuerza la orientación social de su política económica. Sobre todo en las esferas más sensibles.
- Díganme, ¿qué país se puede permitir conceder créditos al 1% a 40 años, para los sectores más desfavorecidos, o compensar en un 68% los costes de los servicios comunales de vivienda? se preguntaba Lukashenko.
La preocupación por la gente de a pie, como se suele decir, es palpable en todos los ámbitos. El paquete social, que incluye los gastos del estado en un sistema sanitario gratuito, en un sistema de becas para estudiantes, en el pago de subsidios para familias con hijos, en un sistema de guarderías públicas y en una estructura deportiva accesible a todos, representa un sólido suplemento al salario directo. Un complemento que ayuda a asegurar un nivel de vida digno y a mirar al futuro con confianza.
Al abordar las cuestiones relativas a la política socioeconómica del estado, el presidente de Bielorrusia se detuvo en el problema de la privatización de las empresas bielorrusas. El país no va a venderlas porque alguien de fuera lo quiera, o porque sea lo que hacen en otros países. Y mucho menos venderlas a precio de saldo.
“Aquí no va a haber una privatización criminal, —declaró Alexander Lukashenko— porque en juego no está solo el aspecto económico, también y en mayor medida el moral y espiritual. A fin de cuentas no he sido yo el que ha creado todo lo que tenemos. Ha sido el trabajo del pueblo. Por eso antes de decidirse a vender, habrá que pensárselo mil veces”.
Un lugar destacado en el discurso ocupó la política exterior, y en especial el problema de las relaciones bilaterales con Rusia y la construcción del estado unificado.
La Federación de Rusia ha sido y sigue siendo nuestro principal socio político y económico, —con estas palabras Lukashenko volvió a dejar clara la firmeza de la postura que defiende la parte Bielorrusia con respecto a la hermana república.
Por desgracia, Rusia ha tenido otra actitud. Se ha empeñado en entorpecer la construcción de un estado unificado.
Hemos alcanzado cientos de acuerdos que garantizaban la igualdad de derechos de sectores económicos y condiciones transparentes en el comercio. Todos en el Kremlin, incluyendo el actual presidente y el anterior, aplaudieron este proceso. Pero la situación ha cambiado cardinalmente.
Los gobernantes rusos —constata el presidente bielorruso—, han optado por un rumbo, en el que prima el pragmatismo en la relaciones con nuestro país, y una decidida apuesta por el paso a los denominados principios de mercado, pero unos principios que ni siquiera son los clásicos, comprensibles para todos, sino que se los han inventado de manera unilateral.
Hemos tenido que hacer frente a acciones planificadas, que han puesto bajo interrogante la supervivencia de nuestro estado. Han introducido aranceles prácticamente prohibitivos para el petróleo y derivados. Nos están expulsando del mercado ruso, e intentan aislarnos de las vías de tránsito euroasiáticas.
Además, a juzgar por los hechos que mencionó Lukashenko, hacen esto con una soberbia y un cinismo sorprendentes.
A Kazajistán, que produce más de 90 millones de toneladas de petróleo, de las que consumen once millones y el resto las exporta a Europa, a China, Rusia le suministra petróleo (más de siete millones de toneladas) sin aranceles. Lo mismo con los derivados. Los aranceles sólo se los han aplicado a Bielorrusia. Y por si fuera poco, el gobierno ruso, pese a lo que pueda declarar, está endureciendo el control en la aduana.
En estas aguas revueltas, los grupos oligárquicos, los mismos que han organizado este tinglado, intentan con absoluta desvergüenza, arrancar un pedazo de nuestra economía.
Es evidente que este pragmatismo socava los cimientos del estado unificado y destruye su componente económico.
Al nombrar a los principales culpables, que han congelado la construcción del estado unificado y que han obligado a los bielorrusos a “buscar la felicidad en el otro extremo del mundo, en Venezuela”, y a pedir apoyo a China, Alexander Lukashenko advirtió:
Al perder Bielorrusia, Rusia está perdiendo definitivamente su estatus, su atractivo. Nunca nadie volverá a creer en Rusia, si sigue comportándose con nuestro pueblo como lo está haciendo hoy.
Para el presidente bielorruso, la salida sólo es una. Regresar a los principios y tratados, sobre los que comenzó a construirse la unión de las dos repúblicas hermanas, sobre la base de pilares comunes, económicos, psicológicos, morales. Al fin y al cabo, somos un solo pueblo, remarcó Lukashenko. Bielorrusia está dispuesta a lograrlo.
Fuente: http://gazeta-pravda.ru/content/view/4571/34/