Crítica de la economía política, más allá del marxismo tradicional: Moishe Postone y Robert Kurz
texto de Jordi Maiso y Eduardo Maura
publicado en agosto de 2014 en Marx desde cero - Publicado originalmente en ISEGORÍA, N.º 50, enero-junio, 2014
El presente texto pretende presentar dos propuestas de actualización de la crítica de la economía política marxiana: las de Moishe Postone y Robert Kurz. Sus planteamientos, gestados a partir de los años ochenta, ofrecen claves para superar las insuficiencias del marxismo tradicional y abren perspectivas fructíferas para actualizar la teoría crítica.Postone (Emboss) Partiendo de una reinterpretación común de las categorías de Marx, ambos autores presentan sin embargo diagnósticos diferentes: mientras Postone incide en cómo el capitalismo origina (y bloquea) la posibilidad de un nuevo orden social, Kurz señala que el capitalismo contemporáneo habría alcanzado su límite interno y entrado en una fase irreversible de declive y desintegración.
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Crítica de la economía política, más allá del marxismo tradicional: Moishe Postone y Robert Kurz - Jordi Maiso y Eduardo Maura
En los años que siguieron a la “ruptura epocal” de 1989, la crítica de la economía política en clave marxiana era considerada un capítulo cerrado de la historia del pensamiento, y obstinarse en criticar el capitalismo parecía propio de algunos empecinados en no reconocer el nuevo signo de los tiempos. Corrían los años de la euforia del “fin de la historia” y el “fin de las ideologías”, y la imposición de la economía de mercado a escala planetaria prometía materializar el sueño de un One World que superara las divisiones entre bloques y abriera una época de prosperidad global. Dos décadas más tarde, estas expectativas se han revelado ilusorias. Tras un breve periodo de prosperidad a crédito y con pies de barro, el capitalismo globalizado deja tras de sí un escenario de nuevas desigualdades, pobreza de masas, un incremento de la población que no puede ser integrada en el sistema productivo y un encadenamiento de burbujas financieras que, a partir de 2008, desemboca en una crisis global. Ante este escenario, Marx parece volver a ser algo más que un espectro, y su análisis del capitalismo despierta un interés que va más allá de lo estrictamente académico. En este sentido puede resultar provechoso volver la vista a algunos autores que, cuando la crítica marxiana del capitalismo ya no parecía tener nada que ofrecer, intentaron articular una lectura de sus planteamientos que rebasara los enquistamientos de una recepción marcada por las urgencias de las luchas históricas y cuatro décadas de Guerra Fría.
En efecto, si algo tienen en común las obras de Moishe Postone y Robert Kurz – gestadas a lo largo de los años ochenta y publicadas a partir de principios de los noventa–, es precisamente el intento de rebasar las limitaciones del marxismo tradicional desde una relectura de la teoría del valor 1. Sin duda, sus planteamientos no son enteramente “nuevos”, sino que recogen discusiones que en el medio intelectual alemán –aunque Postone enseña en Chicago, su trabajo se gestó en buena medida en Frankfurt– tienen ya varias décadas de recorrido 2. Pero ambos vuelven la vista a Marx guiados por el interés de pensar críticamente la dinámica histórica del capitalismo, precisamente en un momento en el que la teoría social mayoritaria se resignaba a dejarse arrastrar por ella. Sus planteamientos se mueven en un alto nivel de abstracción, pero no por ello se aíslan de las luchas epocales: más bien intentan replantear el modo en que articular la teoría y la praxis crítica ante las transformaciones del capitalismo. Esto exigía, ante todo, marcar las distancias con el marxismo tradicional que, en sintonía con la retórica del movimiento obrero y la lucha de clases, criticaba el capitalismo desde el punto de vista del trabajo. Si bien tanto Kurz como Postone asumen que la teoría de Marx no podrá morir en paz mientras persista el capitalismo, también son conscientes de que este marxismo ya no responde a la situación histórica. De ahí que ambos persigan al Marx más “esotérico” 3, tan capaz de cuestionar los supuestos del marxismo tradicional, como de poner de manifiesto lo específico de la formación social capitalista.
Cuando Kurz y Postone se oponen al “marxismo tradicional” –al que en algunos pasajes, especialmente de Postone, reducen casi a un “tipo ideal”–, lo que rechazan es una comprensión del capitalismo en términos de propiedad privada de los medios de producción y de mercado. Y es que dicha lectura puede cuestionar la existencia de la plusvalía y el capital, pero no la del trabajo. De acuerdo con ello, el marxismo tradicional concibe la emancipación social como continuación del proceso de modernización, pero liberando los medios de producción del yugo de la dominación de clase y poniéndolos en manos de los trabajadores 4: no se cuestionaban las formas básicas del capitalismo, sino solo su organización como “sociedad de clases”. En consecuencia, esta lectura no lograba trascender la estructura básica de la sociedad capitalista, lo cual se hizo patente en su desarrollo posterior a 1945: en los países más avanzados, el marxismo quedó reducido a una lucha por el reconocimiento de los trabajadores que favoreció su integración como “propietarios de mercancías”, mientras que en los países “periféricos” se convirtió en una consigna para la modernización acelerada.
Por el contrario, Kurz y Postone señalan que las clases no “crean” la sociedad capitalista, sino que son sus “criaturas” 5, y que la crítica del capitalismo requiere más bien analizar las formas básicas con las que estructura la totalidad de la vida social: el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero. Sus lecturas de Marx parten precisamente de que estas categorías no pueden ser consideradas –como en el marxismo tradicional– como realidades transhistóricas, consustanciales a toda sociedad humana, sino como específicas de la sociedad capitalista –también el trabajo, en su doble vertiente como trabajo concreto y trabajo abstracto–. Lo específico del capitalismo es que no es sólo un modo de producción, sino que desde sus categorías básicas constituye la subjetividad y la objetividad en las sociedades modernas, así como la praxis social y las formas de conciencia individual.
Partiendo de esta base, Kurz y Postone aspiran a comprender lo específico de la formación social capitalista más allá de sus configuraciones históricamente específicas y de los conflictos entre los estratos sociales, y para ello conceden una importancia central a la teoría del valor. Sus trabajos no aspiran tanto a una exégesis filológica de los textos marxianos como a reconceptualizar las relaciones de dominio y las posibilidades de emancipación en el seno de la sociedad capitalista. Eso es lo que constituye su mayor interés para una teoría crítica del presente.
1. Postone: reinterpretación categorial de Marx y crítica inmanente del capitalismo
Moishe Postone es uno de los pensadores más importantes de la marxología de las tres últimas décadas, en gran medida gracias a su libro Tiempo, trabajo y dominación social 6, del cual no puede decirse que pasara desapercibido, tal como acreditan las numerosas reseñas que recibió en Estados Unidos, algunas de ellas firmadas por nombres tan destacados como Martin Jay. Sin embargo, tampoco ha terminado de ocupar de una posición central en los debates contemporáneos sobre la actualidad de Marx. Once años después de su primera edición, la revista Historical materialism (volumen 12/3, 2004) le dedicó un número especial, donde numerosos colaboradores, de distinto signo, analizaron a fondo las tesis de Postone, sus consecuencias no deseadas y su productividad para el pensamiento y la praxis política. En lo que respecta a España, además de la publicación de una compilación de textos, tuvo lugar en Madrid en octubre de 2008 un seminario sobre Postone donde se trataba de «comprender y profundizar en el modo en que Postone lee a Marx», el cual, si bien «no resuelve ninguna de las urgencias de la práctica política transformadora [...] es una herramienta interesante para replantearnos colectivamente en qué debe consistir hoy una práctica política transformadora a la altura de los retos existentes» 7. Asimismo, se han publicado algunos trabajos de Postone en otros ámbitos, tales como las editoriales Traficantes de Sueños y Marcial Pons o las revistas Nuestra bandera y Constelaciones, y su trabajo se ha discutido en dos ediciones del seminario anual de la Sociedad de Estudios sobre Teoría Crítica (SETC) 8.
Postone pertenece a una estirpe de intelectuales cuya reacción antes la crisis del socialismo real (o irrealmente existente, según se mire) no pasó por el alejamiento del núcleo duro de la tradición marxista en nombre de los nuevos movimientos sociales 9. Su respuesta apunta, por el contrario, hacia la necesidad de involucrarse con una reconstrucción crítica del corpus marxiano. Esta decisión, no menos teórica que práctica, es la base de lo que Postone llama “reinterpretación categorial” de la teoría crítica de Marx: todas las categorías que pone en juego forman parte, por tanto, del núcleo de la propuesta teórica de Marx: la teoría del valor trabajo, el método de El Capital, la dinámica de las sociedades modernas y las periodizaciones del capitalismo, todo ello con vistas a un proyecto de reconstrucción de la crítica de la economía política. Como ya se ha señalado, la pregunta de Postone, igual que la de Kurz, es: ¿se puede seguir haciendo crítica de la economía política? Si es así, ¿cómo? Con ello se establece una primera diferencia fundamental con respecto a otras aportaciones: no se trata tanto de un retorno de Marx en el momento del derrumbe del capitalismo tal como lo conocíamos, a la manera de un “Marx tenía razón”, ni de una vuelta nostálgica a las viejas seguridades marxistas, ni siquiera de una reactivación de la lucha de clases.
La posición de Postone incide en que deben repensarse categorías que se daban por supuestas a ambos lados del espectro político tradicional (alienación, lucha de clases, trabajo, capital, fuerzas productivas y relaciones de producción, etcétera) desde un punto de vista teórico y práctico. Teóricamente, pensando el capitalismo como totalidad social, y no como algo que podría subvertirse a partir de una reforma de los modos de distribución de la riqueza social general. No es que, por este motivo, deban despreciarse el convenio colectivo o la sanidad pública universal, sino que, desde un punto de vista teórico-práctico, estas reformas no pueden constituir el núcleo de un pensamiento radical. La toma del poder y la socialización de los medios de producción, si no revierte el modo de producción capitalista, no hace sino prolongar esta lógica reformista. Por el contrario, un pensamiento a la altura de la crisis del trabajo y del valor en el capitalismo tendría que repensar el capitalismo como una aleación de sistema y práctica a partir de un conjunto de mediaciones sociales inmensamente productivas que se extienden por todos los rincones de la existencia social. Primera lección teórica, por tanto, de la obra de Postone: la teoría crítica de Marx sólo puede ayudarnos a pensar el presente desde el punto de vista de su transformación en tanto que teoría de la objetividad y de la subjetividad sociales.
En segundo lugar, Postone ofrece algunas pistas interesantes para la práctica de la crítica radical del capitalismo. La primera de ellas es la necesidad de hacer crítica inmanente. No puede ubicarse la conciencia emancipada, o los medios para la emancipación, en alguna clase de esfera ajena al capital. No hay un punto de vista privilegiado, ni de la clase trabajadora ni del propio Marx, ni de ninguno de sus comentaristas. No es que decidamos hacer crítica inmanente, esto es, crítica de y desde la totalidad a la que uno pertenece socialmente, sino que no existe otra manera de hacer crítica hoy. Y si no existe más crítica que la crítica inmanente, entonces no existe otra forma de emancipación que la emancipación inmanente. O lo que es igual, las nuevas posibilidades emancipatorias que puedan darse lo harán en lo viejo, a partir de lo viejo, en el marco de las estructuras y de las prácticas, dinámicas y mutuamente vinculantes, del capitalismo histórico. En este punto, Postone ofrece una versión de la política francamente realista, según la cual no se trata de luchar contra la historia (necesidad) en nombre del acontecimiento (contingencia), sino de analizar y disputar sobre el terreno la manera en que la dinámica histórica específica del capitalismo sólo halla algún fundamento en la valorización del valor y en el trabajo abstracto. No se lucha contra la historia, sino contra las estructuras de prácticas y contra la práctica de las estructuras 10. Resulta curioso, sin embargo, que una visión tan matizada de la política no se haga eco de aspectos especialmente violentos de la historia del modo de producción capitalista en los siglos XVI y XVII, en un sentido ni moralista ni conspiratorio, sino estrictamente histórico y por tanto vinculado con múltiples factores y resistencias locales, tales como la transformación del cuerpo humano en una máquina de trabajo, el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo a través de la expropiación de la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo y sobre su ubicación social, la acumulación de diferencias dentro de la recién constituida clase trabajadora (género, raza y edad), o lo que es igual, la separación específica de las personas dentro de la separación general entre trabajo y capital 11.
Desde un punto de vista más específico, aunque siempre preliminar, los aspectos más interesantes del trabajo de Postone son los siguientes:
1. Tal como se ha señalado anteriormente, Postone ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de repensar la teoría crítica de Marx para alejarla de los presupuestos del marxismo tradicional, muy particularmente de la idea de que Marx fuera un crítico del capitalismo desde el punto de vista del trabajo, de tal manera que, en nuestros días, se reprodujera en el ámbito de la teoría el enfrentamiento histórico entre el capital y el mundo del trabajo (luchas sindicales, movimientos sociales y mundo obrero en general). A esta visión se opone su propio enfoque, según el cual el capitalismo se conceptualiza «en términos de una interdependencia social históricamente específica, de carácter impersonal y aparentemente objetiva[...] Al reconceptualizar las relaciones sociales y modos de dominación que caracterizan al capitalismo, trataré de proporcionar las bases para una teoría de la práctica capaz de analizar tanto las características sistémicas de la sociedad moderna, como su carácter históricamente dinámico, sus procesos de racionalización, su tipo específico de “crecimiento” económico, así como su modo de producción particular» 12. Postone opone lo que él mismo denomina una reinterpretación categorial de Marx, según la cual lo que puede hallarse en los Grundrisse y en El Capital sería más bien una crítica del trabajo en el capitalismo, o lo que es igual, una crítica históricamente específica del trabajo como relación social fundamental y como modo de producción y de incidencia en el mundo social. Al contrario que en las posiciones marxistas tradicionales, lo que está en juego no es la propiedad privada de los medios de producción, sino, el carácter que el trabajo adquiere en dicha formación social capitalista como trabajo concreto y como trabajo abstracto, el cual responde a su vez al carácter dúplice de la mercancía (como valor de uso y como valor).
2. Esta posición tiene consecuencias políticas y epistemológicas decisivas para el análisis de Postone, en el sentido de que las contradicciones internas de la dinámica capitalista, analizadas en el nivel lógico más abstracto (la triple dualidad que conforman tiempo concreto/tiempo abstracto, trabajo concreto/trabajo abstracto y valor de uso/valor), son más relevantes que el antagonismo de clase. Consecuencias para el pensamiento político que implican, en primer lugar, la renuncia a la emancipación en términos de realización de las posibilidades históricas del proletariado. Postone señala que Marx no fue sólo un crítico de las relaciones de producción capitalistas, sino también un teórico crítico de las relaciones sociales capitalistas y de sus modos de constitución social de la objetividad y de la subjetividad. Una teoría crítica autorreflexiva e inmanente tiene el deber de «mostrar que la posibilidad de una transformación radical del presente es una posibilidad determinada, inmanente a dicho presente» 13, donde Postone entiende por “posibilidad determinada” una concepción plausible del futuro que está necesariamente arraigada en el presente. Insiste en que cualquier orden futuro, incluso uno radicalmente diferente de nuestro presente, sólo puede cimentarse en las tensiones, posibilidades y luchas del presente, entre las cuales no se incluyen, o eso parece sugerir Postone, las luchas obreras, las cuales, pese a su indudable importancia política y moral, no dejarían de ser intrínsecas al capitalismo, «más que la encarnación de su negación» 14. No hay ningún futuro que no sea, por necesidad, históricamente inmanente. El Marx maduro comprendió esto mejor que nadie, de ahí que la teoría social crítica del presente deba apuntar hacia un futuro radicalmente diferente fundamentando en el presente la posibilidad de dicho futuro.
3. ¿En qué consiste, entonces, la teoría crítica del Marx maduro? Esta larga cita podría resultar de ayuda:
Lo que caracteriza a esta sociedad [...] es que la distribución social del trabajo y sus productos no se efectúa fundamentalmente, como sí ocurría en otras sociedades, por la costumbre, los lazos tradicionales, las relaciones de poder abiertas o las decisiones conscientes. En lugar de ello, el trabajo mismo reemplaza esas relaciones, sirviendo como un medio cuasi-objetivo por el cual se adquieren los productos de los demás. Esto es, nace una nueva clase de interdependencia en la que la gente no consume lo que produce, sino que, por el contrario, son sus trabajos, o los productos de su trabajo, los que funcionan como un medio necesario para la obtención de los productos de los demás. Sirviendo como un medio cuasi-objetivo, el trabajo y sus productos relevan, efectivamente, en su función respecto de las relaciones sociales manifiestas, y, al mismo tiempo, constituyen una nueva clase de relación social: cuasiobjetiva, formal, abstracta y aparentemente no-social 15.
Esta es una de las ideas-fuerza de la reinterpretación marxiana de Postone, a saber, que por la propia constitución social del capitalismo, las relaciones que lo configuran (valor, trabajo y mercancía, todas ellas categorías de la relación, no categorías ontológicas) se presentan bajo una apariencia de objetividad que, al contrario que en las sociedades precapitalistas, permite considerarlas como “naturaleza”. Es propio de dichas categorías, como veremos, presentarse de esta manera, como habiendo “olvidado” su génesis socio-histórica. Sin embargo, en condiciones capitalistas, tiene lugar un modo de dominación abstracto, en el sentido de no-concreto y no-abierto o explícito, cuyo fundamento se halla precisamente en el trabajo: el trabajo dual (concreto y abstracto) sería el fundamento de dicha forma históricamente específica de dominación, pero no porque el trabajo sea el aspecto más relevante de la vida social, «sino porque el carácter abstracto y dinámico de la trayectoria histórica propia del capitalismo constituyen sus características fundamentales, y ambos elementos podrían aprehenderse y clarificarse en función de la naturaleza históricamente específica del trabajo en esa sociedad» 16. El trabajo en el capitalismo no se apropia de la esencia de la praxis humana, sino que se constituye en mediación social productora de capacidades humanas alienadas: lo alienado por el capitalismo no es la praxis humana en general, sino una propiedad social de los individuos, su fuerza de trabajo, la cual da pie una forma alienada de existencia de dichas capacidades humanas que es ella misma productiva (por ejemplo, desde el punto de vista del enorme desarrollo tecnológico característico del modo de producción capitalista).
Postone defiende, en suma, que la dinámica capitalista es contradictoria desde el punto de vista de la producción, no sólo de la distribución. Con ello pretende avanzar en una dirección teórica relevante, a saber, que la transformación radical del capitalismo no es consecuencia directa el crecimiento capitalista, incluso en aquellos aspectos donde éste se muestra contradictorio. En otras palabras, la dinámica del capitalismo, pese a ser contradictoria, no es lineal: por un lado tiende a aumentar la productividad real (la riqueza material que es capaz de producir), y por el otro tiende a reducir al mínimo el tiempo inmediato de trabajo necesario para producirla (fuente del valor, es decir, de la riqueza capitalista). Asimismo, pone el tiempo de trabajo en el centro del orden social, al considerarlo medida y fuente de la riqueza, pero lo disminuye potencialmente a través del desarrollo tecnológico. Con ello el capitalismo no cava su propia tumba, como sabemos, pero sí reprime las mismas fuerzas productivas que ha liberado. O lo que es igual, da origen a la posibilidad de otro orden social, pero no evoluciona automáticamente hacia él. El resultado es que, precisamente cuando el trabajo social podría enriquecer como nunca antes en la historia, resulta ser más empobrecedor para la mayoría.
2. Kurz: La crítica del valor y el límite interno del capitalismo
Desde la publicación de El colapso de la modernización bajo la égida de Hans Magnus Enzensberger en 1991 17, Robert Kurz ha sido un referente fundamental para el análisis crítico del capitalismo en Alemania –al menos en tanto que outsider–, y el estallido de la crisis económica mundial en 2008 ha brindado una coyuntura favorable para la recepción de su pensamiento a nivel internacional. La obra de Kurz está marcada por el compromiso con la teoría crítica entendida como “praxis histórica”; de ahí que su producción se articulara al margen de los hábitos universitarios al uso, prefiriendo grupos de trabajo y discusión de carácter marcadamente político –cuyo nivel teórico sin embargo nada tenía que envidiar a los mejores seminarios académicos–. En efecto, fue Kurz quien impulsó –ya en 1986– el surgimiento de la revista Krisis 18, en torno a la cual se fue consolidando una corriente teórica denominada “crítica del valor” o –más recientemente– “crítica de la disociación del valor” (Wertabspaltungskritik) 19, cuyo espectro abarca desde la reinterpretación de la teoría marxiana hasta la cotidianeidad en el capitalismo contemporáneo y la historia de la modernización, pasando por el replanteamiento de las relaciones de género 20. A comienzos de 2004, Kurz y otros autores del grupo –entre los que destacan R. Scholz y C. P. Ortlieb– se escinden de Krisis para formar su propia revista, Exit!, de la que hasta el momento se han publicado diez números. Hasta su muerte el pasado 2012, Kurz ha sido el verdadero motor intelectual de estos grupos, consciente de que «la teoría debía dejar de ir a remolque de la praxis política, perder su carácter legitimador y ser tomada en serio en su autonomía» 21. De acuerdo con ello, su pensamiento ofrece un intento de actualizar la crítica de la economía política distanciándose tanto del movimiento obrero como de los planteamientos marxistas y post-marxistas en el medio académico; de ahí surgiría también su diagnóstico epocal: que las crisis que se han ido sucediendo en las últimas décadas no son un mero interludio, sino el último estadio del capitalismo, cuyo desarrollo habría alcanzado su límite interno.
Con su planteamiento de la crítica del valor, Kurz pretendía nada menos que sentar las bases de una gran teoría capaz de dar cuenta de las leyes que rigen la dinámica de la sociedad capitalista como un todo. Es decir, su acercamiento a la obra marxiana no está guiado por un interés filológico, sino por la «exigencia de una explicación concreta e histórica de los procesos sociales. Esto afecta tanto a la posición del capitalismo en la historia como a la propia historia del capitalismo y a sus límites históricos» 22. Kurz asume que la teoría marxiana ofrece un enorme potencial para desentrañar la dinámica de las sociedades capitalistas hasta la actualidad, pero el intento de reapropiarse hoy de su marco de análisis requiere ser consciente de dos cosas 23: 1) la propia situación histórica de Marx en la segunda mitad del XIX, que le lleva a compartir –pese a todo– ciertas perspectivas con la burguesía en ascenso, que cobran expresión en la parte “exotérica” de su obra (por ejemplo su confianza en que la emancipación vendrá de la continuación del proceso de modernización y el crecimiento de las fuerzas productivas); y 2) la mera reconstrucción de las categorías de análisis de la forma del valor marxiana, a nivel puramente conceptual, no es suficiente para articular un análisis de la situación histórica actual y sus procesos sociales 24; el objetivo es hacerlas fructíferas para poder analizar desde ellas la sociedad en su concreción histórica. De acuerdo con ello, la divisa de Kurz no puede ser más clara: «Las bases categoriales de la crítica de la economía política han sido interpretadas de diversos modos, pero no han sido desarrolladas» 25; en definitiva: se trata de ponerlas a la altura del presente.
En este sentido Kurz coincide con Postone en que replantear la crítica del capitalismo exige centrar el análisis en las categorías básicas de la crítica de la economía política marxiana –el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero–; ambos autores asumen que dichas categorías no son consustanciales a toda formación social ni están inscritas en la constitución antropológica del ser humano, sino que constituyen un specificum del capitalismo. Es en el despliegue real de dichas categorías en el proceso social de valoración –y no en el dominio de clase o en la propiedad privada de los medios de producción– donde deben buscarse los rasgos distintivos de la dinámica capitalista y sus contradicciones internas. El dinero y el trabajo –o incluso ocasionalmente la mercancía– ya existían antes del desarrollo de la sociedad capitalista, pero su función social era completamente distinta; de hecho, la especificidad del capitalismo como sociedad productora de mercancías es que en él estas categorías constituyen la totalidad de la vida social, las formas de conciencia y de praxis social, convirtiéndose en una especie de “a priori trascendental”. Ya Marx había hablado de las categorías de la crítica de la economía política como «formas de ser» y «determinaciones de la existencia» 26; la crítica del valor le toma aquí al pie de la letra, mostrando cómo estructuran la praxis cotidiana de las sociedades capitalistas y constituyen las formas de objetividad y subjetividad, incluidos los modelos de reproducción social, las relaciones de género, las estructuras de deseo y las formas de racionalidad socialmente operativas. Pero si la propia subjetividad es algo socialmente constituido, la dinámica del capitalismo no responde a los intereses personales de los capitalistas, y tampoco está al servicio de la satisfacción de las necesidades o del crecimiento de las fuerzas productivas: todo esto son efectos colaterales de una lógica en la que la producción se convierte en un fin en sí mismo, sometida a los imperativos del proceso de valoración; lo distintivo es que el capital, como «valor que se autovaloriza a sí mismo», pasa a ser el «sujeto automático» (Marx) del proceso social, convirtiendo a los sujetos vivientes –como productores, vendedores y compradores de mercancías– en sus agentes inconscientes. De acuerdo con ello, Kurz sostiene que la forma de dominación específica del capitalismo no es la de las estructuras de clase, sino en un «dominio sin sujeto» 27, tipificado precisamente en el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero; se trataría de una «dictadura de la forma social» 28, que somete a los seres humanos a los imperativos de la economía como esfera separada y autónoma, que se ha desgajado del resto de actividades sociales y se ha convertido en instancia reguladora de todos los ámbitos de la existencia.
--fin del mensaje nº 1--
texto de Jordi Maiso y Eduardo Maura
publicado en agosto de 2014 en Marx desde cero - Publicado originalmente en ISEGORÍA, N.º 50, enero-junio, 2014
El presente texto pretende presentar dos propuestas de actualización de la crítica de la economía política marxiana: las de Moishe Postone y Robert Kurz. Sus planteamientos, gestados a partir de los años ochenta, ofrecen claves para superar las insuficiencias del marxismo tradicional y abren perspectivas fructíferas para actualizar la teoría crítica.Postone (Emboss) Partiendo de una reinterpretación común de las categorías de Marx, ambos autores presentan sin embargo diagnósticos diferentes: mientras Postone incide en cómo el capitalismo origina (y bloquea) la posibilidad de un nuevo orden social, Kurz señala que el capitalismo contemporáneo habría alcanzado su límite interno y entrado en una fase irreversible de declive y desintegración.
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Crítica de la economía política, más allá del marxismo tradicional: Moishe Postone y Robert Kurz - Jordi Maiso y Eduardo Maura
En los años que siguieron a la “ruptura epocal” de 1989, la crítica de la economía política en clave marxiana era considerada un capítulo cerrado de la historia del pensamiento, y obstinarse en criticar el capitalismo parecía propio de algunos empecinados en no reconocer el nuevo signo de los tiempos. Corrían los años de la euforia del “fin de la historia” y el “fin de las ideologías”, y la imposición de la economía de mercado a escala planetaria prometía materializar el sueño de un One World que superara las divisiones entre bloques y abriera una época de prosperidad global. Dos décadas más tarde, estas expectativas se han revelado ilusorias. Tras un breve periodo de prosperidad a crédito y con pies de barro, el capitalismo globalizado deja tras de sí un escenario de nuevas desigualdades, pobreza de masas, un incremento de la población que no puede ser integrada en el sistema productivo y un encadenamiento de burbujas financieras que, a partir de 2008, desemboca en una crisis global. Ante este escenario, Marx parece volver a ser algo más que un espectro, y su análisis del capitalismo despierta un interés que va más allá de lo estrictamente académico. En este sentido puede resultar provechoso volver la vista a algunos autores que, cuando la crítica marxiana del capitalismo ya no parecía tener nada que ofrecer, intentaron articular una lectura de sus planteamientos que rebasara los enquistamientos de una recepción marcada por las urgencias de las luchas históricas y cuatro décadas de Guerra Fría.
En efecto, si algo tienen en común las obras de Moishe Postone y Robert Kurz – gestadas a lo largo de los años ochenta y publicadas a partir de principios de los noventa–, es precisamente el intento de rebasar las limitaciones del marxismo tradicional desde una relectura de la teoría del valor 1. Sin duda, sus planteamientos no son enteramente “nuevos”, sino que recogen discusiones que en el medio intelectual alemán –aunque Postone enseña en Chicago, su trabajo se gestó en buena medida en Frankfurt– tienen ya varias décadas de recorrido 2. Pero ambos vuelven la vista a Marx guiados por el interés de pensar críticamente la dinámica histórica del capitalismo, precisamente en un momento en el que la teoría social mayoritaria se resignaba a dejarse arrastrar por ella. Sus planteamientos se mueven en un alto nivel de abstracción, pero no por ello se aíslan de las luchas epocales: más bien intentan replantear el modo en que articular la teoría y la praxis crítica ante las transformaciones del capitalismo. Esto exigía, ante todo, marcar las distancias con el marxismo tradicional que, en sintonía con la retórica del movimiento obrero y la lucha de clases, criticaba el capitalismo desde el punto de vista del trabajo. Si bien tanto Kurz como Postone asumen que la teoría de Marx no podrá morir en paz mientras persista el capitalismo, también son conscientes de que este marxismo ya no responde a la situación histórica. De ahí que ambos persigan al Marx más “esotérico” 3, tan capaz de cuestionar los supuestos del marxismo tradicional, como de poner de manifiesto lo específico de la formación social capitalista.
Cuando Kurz y Postone se oponen al “marxismo tradicional” –al que en algunos pasajes, especialmente de Postone, reducen casi a un “tipo ideal”–, lo que rechazan es una comprensión del capitalismo en términos de propiedad privada de los medios de producción y de mercado. Y es que dicha lectura puede cuestionar la existencia de la plusvalía y el capital, pero no la del trabajo. De acuerdo con ello, el marxismo tradicional concibe la emancipación social como continuación del proceso de modernización, pero liberando los medios de producción del yugo de la dominación de clase y poniéndolos en manos de los trabajadores 4: no se cuestionaban las formas básicas del capitalismo, sino solo su organización como “sociedad de clases”. En consecuencia, esta lectura no lograba trascender la estructura básica de la sociedad capitalista, lo cual se hizo patente en su desarrollo posterior a 1945: en los países más avanzados, el marxismo quedó reducido a una lucha por el reconocimiento de los trabajadores que favoreció su integración como “propietarios de mercancías”, mientras que en los países “periféricos” se convirtió en una consigna para la modernización acelerada.
Por el contrario, Kurz y Postone señalan que las clases no “crean” la sociedad capitalista, sino que son sus “criaturas” 5, y que la crítica del capitalismo requiere más bien analizar las formas básicas con las que estructura la totalidad de la vida social: el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero. Sus lecturas de Marx parten precisamente de que estas categorías no pueden ser consideradas –como en el marxismo tradicional– como realidades transhistóricas, consustanciales a toda sociedad humana, sino como específicas de la sociedad capitalista –también el trabajo, en su doble vertiente como trabajo concreto y trabajo abstracto–. Lo específico del capitalismo es que no es sólo un modo de producción, sino que desde sus categorías básicas constituye la subjetividad y la objetividad en las sociedades modernas, así como la praxis social y las formas de conciencia individual.
Partiendo de esta base, Kurz y Postone aspiran a comprender lo específico de la formación social capitalista más allá de sus configuraciones históricamente específicas y de los conflictos entre los estratos sociales, y para ello conceden una importancia central a la teoría del valor. Sus trabajos no aspiran tanto a una exégesis filológica de los textos marxianos como a reconceptualizar las relaciones de dominio y las posibilidades de emancipación en el seno de la sociedad capitalista. Eso es lo que constituye su mayor interés para una teoría crítica del presente.
1. Postone: reinterpretación categorial de Marx y crítica inmanente del capitalismo
Moishe Postone es uno de los pensadores más importantes de la marxología de las tres últimas décadas, en gran medida gracias a su libro Tiempo, trabajo y dominación social 6, del cual no puede decirse que pasara desapercibido, tal como acreditan las numerosas reseñas que recibió en Estados Unidos, algunas de ellas firmadas por nombres tan destacados como Martin Jay. Sin embargo, tampoco ha terminado de ocupar de una posición central en los debates contemporáneos sobre la actualidad de Marx. Once años después de su primera edición, la revista Historical materialism (volumen 12/3, 2004) le dedicó un número especial, donde numerosos colaboradores, de distinto signo, analizaron a fondo las tesis de Postone, sus consecuencias no deseadas y su productividad para el pensamiento y la praxis política. En lo que respecta a España, además de la publicación de una compilación de textos, tuvo lugar en Madrid en octubre de 2008 un seminario sobre Postone donde se trataba de «comprender y profundizar en el modo en que Postone lee a Marx», el cual, si bien «no resuelve ninguna de las urgencias de la práctica política transformadora [...] es una herramienta interesante para replantearnos colectivamente en qué debe consistir hoy una práctica política transformadora a la altura de los retos existentes» 7. Asimismo, se han publicado algunos trabajos de Postone en otros ámbitos, tales como las editoriales Traficantes de Sueños y Marcial Pons o las revistas Nuestra bandera y Constelaciones, y su trabajo se ha discutido en dos ediciones del seminario anual de la Sociedad de Estudios sobre Teoría Crítica (SETC) 8.
Postone pertenece a una estirpe de intelectuales cuya reacción antes la crisis del socialismo real (o irrealmente existente, según se mire) no pasó por el alejamiento del núcleo duro de la tradición marxista en nombre de los nuevos movimientos sociales 9. Su respuesta apunta, por el contrario, hacia la necesidad de involucrarse con una reconstrucción crítica del corpus marxiano. Esta decisión, no menos teórica que práctica, es la base de lo que Postone llama “reinterpretación categorial” de la teoría crítica de Marx: todas las categorías que pone en juego forman parte, por tanto, del núcleo de la propuesta teórica de Marx: la teoría del valor trabajo, el método de El Capital, la dinámica de las sociedades modernas y las periodizaciones del capitalismo, todo ello con vistas a un proyecto de reconstrucción de la crítica de la economía política. Como ya se ha señalado, la pregunta de Postone, igual que la de Kurz, es: ¿se puede seguir haciendo crítica de la economía política? Si es así, ¿cómo? Con ello se establece una primera diferencia fundamental con respecto a otras aportaciones: no se trata tanto de un retorno de Marx en el momento del derrumbe del capitalismo tal como lo conocíamos, a la manera de un “Marx tenía razón”, ni de una vuelta nostálgica a las viejas seguridades marxistas, ni siquiera de una reactivación de la lucha de clases.
La posición de Postone incide en que deben repensarse categorías que se daban por supuestas a ambos lados del espectro político tradicional (alienación, lucha de clases, trabajo, capital, fuerzas productivas y relaciones de producción, etcétera) desde un punto de vista teórico y práctico. Teóricamente, pensando el capitalismo como totalidad social, y no como algo que podría subvertirse a partir de una reforma de los modos de distribución de la riqueza social general. No es que, por este motivo, deban despreciarse el convenio colectivo o la sanidad pública universal, sino que, desde un punto de vista teórico-práctico, estas reformas no pueden constituir el núcleo de un pensamiento radical. La toma del poder y la socialización de los medios de producción, si no revierte el modo de producción capitalista, no hace sino prolongar esta lógica reformista. Por el contrario, un pensamiento a la altura de la crisis del trabajo y del valor en el capitalismo tendría que repensar el capitalismo como una aleación de sistema y práctica a partir de un conjunto de mediaciones sociales inmensamente productivas que se extienden por todos los rincones de la existencia social. Primera lección teórica, por tanto, de la obra de Postone: la teoría crítica de Marx sólo puede ayudarnos a pensar el presente desde el punto de vista de su transformación en tanto que teoría de la objetividad y de la subjetividad sociales.
En segundo lugar, Postone ofrece algunas pistas interesantes para la práctica de la crítica radical del capitalismo. La primera de ellas es la necesidad de hacer crítica inmanente. No puede ubicarse la conciencia emancipada, o los medios para la emancipación, en alguna clase de esfera ajena al capital. No hay un punto de vista privilegiado, ni de la clase trabajadora ni del propio Marx, ni de ninguno de sus comentaristas. No es que decidamos hacer crítica inmanente, esto es, crítica de y desde la totalidad a la que uno pertenece socialmente, sino que no existe otra manera de hacer crítica hoy. Y si no existe más crítica que la crítica inmanente, entonces no existe otra forma de emancipación que la emancipación inmanente. O lo que es igual, las nuevas posibilidades emancipatorias que puedan darse lo harán en lo viejo, a partir de lo viejo, en el marco de las estructuras y de las prácticas, dinámicas y mutuamente vinculantes, del capitalismo histórico. En este punto, Postone ofrece una versión de la política francamente realista, según la cual no se trata de luchar contra la historia (necesidad) en nombre del acontecimiento (contingencia), sino de analizar y disputar sobre el terreno la manera en que la dinámica histórica específica del capitalismo sólo halla algún fundamento en la valorización del valor y en el trabajo abstracto. No se lucha contra la historia, sino contra las estructuras de prácticas y contra la práctica de las estructuras 10. Resulta curioso, sin embargo, que una visión tan matizada de la política no se haga eco de aspectos especialmente violentos de la historia del modo de producción capitalista en los siglos XVI y XVII, en un sentido ni moralista ni conspiratorio, sino estrictamente histórico y por tanto vinculado con múltiples factores y resistencias locales, tales como la transformación del cuerpo humano en una máquina de trabajo, el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuerza de trabajo a través de la expropiación de la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo y sobre su ubicación social, la acumulación de diferencias dentro de la recién constituida clase trabajadora (género, raza y edad), o lo que es igual, la separación específica de las personas dentro de la separación general entre trabajo y capital 11.
Desde un punto de vista más específico, aunque siempre preliminar, los aspectos más interesantes del trabajo de Postone son los siguientes:
1. Tal como se ha señalado anteriormente, Postone ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de repensar la teoría crítica de Marx para alejarla de los presupuestos del marxismo tradicional, muy particularmente de la idea de que Marx fuera un crítico del capitalismo desde el punto de vista del trabajo, de tal manera que, en nuestros días, se reprodujera en el ámbito de la teoría el enfrentamiento histórico entre el capital y el mundo del trabajo (luchas sindicales, movimientos sociales y mundo obrero en general). A esta visión se opone su propio enfoque, según el cual el capitalismo se conceptualiza «en términos de una interdependencia social históricamente específica, de carácter impersonal y aparentemente objetiva[...] Al reconceptualizar las relaciones sociales y modos de dominación que caracterizan al capitalismo, trataré de proporcionar las bases para una teoría de la práctica capaz de analizar tanto las características sistémicas de la sociedad moderna, como su carácter históricamente dinámico, sus procesos de racionalización, su tipo específico de “crecimiento” económico, así como su modo de producción particular» 12. Postone opone lo que él mismo denomina una reinterpretación categorial de Marx, según la cual lo que puede hallarse en los Grundrisse y en El Capital sería más bien una crítica del trabajo en el capitalismo, o lo que es igual, una crítica históricamente específica del trabajo como relación social fundamental y como modo de producción y de incidencia en el mundo social. Al contrario que en las posiciones marxistas tradicionales, lo que está en juego no es la propiedad privada de los medios de producción, sino, el carácter que el trabajo adquiere en dicha formación social capitalista como trabajo concreto y como trabajo abstracto, el cual responde a su vez al carácter dúplice de la mercancía (como valor de uso y como valor).
2. Esta posición tiene consecuencias políticas y epistemológicas decisivas para el análisis de Postone, en el sentido de que las contradicciones internas de la dinámica capitalista, analizadas en el nivel lógico más abstracto (la triple dualidad que conforman tiempo concreto/tiempo abstracto, trabajo concreto/trabajo abstracto y valor de uso/valor), son más relevantes que el antagonismo de clase. Consecuencias para el pensamiento político que implican, en primer lugar, la renuncia a la emancipación en términos de realización de las posibilidades históricas del proletariado. Postone señala que Marx no fue sólo un crítico de las relaciones de producción capitalistas, sino también un teórico crítico de las relaciones sociales capitalistas y de sus modos de constitución social de la objetividad y de la subjetividad. Una teoría crítica autorreflexiva e inmanente tiene el deber de «mostrar que la posibilidad de una transformación radical del presente es una posibilidad determinada, inmanente a dicho presente» 13, donde Postone entiende por “posibilidad determinada” una concepción plausible del futuro que está necesariamente arraigada en el presente. Insiste en que cualquier orden futuro, incluso uno radicalmente diferente de nuestro presente, sólo puede cimentarse en las tensiones, posibilidades y luchas del presente, entre las cuales no se incluyen, o eso parece sugerir Postone, las luchas obreras, las cuales, pese a su indudable importancia política y moral, no dejarían de ser intrínsecas al capitalismo, «más que la encarnación de su negación» 14. No hay ningún futuro que no sea, por necesidad, históricamente inmanente. El Marx maduro comprendió esto mejor que nadie, de ahí que la teoría social crítica del presente deba apuntar hacia un futuro radicalmente diferente fundamentando en el presente la posibilidad de dicho futuro.
3. ¿En qué consiste, entonces, la teoría crítica del Marx maduro? Esta larga cita podría resultar de ayuda:
Lo que caracteriza a esta sociedad [...] es que la distribución social del trabajo y sus productos no se efectúa fundamentalmente, como sí ocurría en otras sociedades, por la costumbre, los lazos tradicionales, las relaciones de poder abiertas o las decisiones conscientes. En lugar de ello, el trabajo mismo reemplaza esas relaciones, sirviendo como un medio cuasi-objetivo por el cual se adquieren los productos de los demás. Esto es, nace una nueva clase de interdependencia en la que la gente no consume lo que produce, sino que, por el contrario, son sus trabajos, o los productos de su trabajo, los que funcionan como un medio necesario para la obtención de los productos de los demás. Sirviendo como un medio cuasi-objetivo, el trabajo y sus productos relevan, efectivamente, en su función respecto de las relaciones sociales manifiestas, y, al mismo tiempo, constituyen una nueva clase de relación social: cuasiobjetiva, formal, abstracta y aparentemente no-social 15.
Esta es una de las ideas-fuerza de la reinterpretación marxiana de Postone, a saber, que por la propia constitución social del capitalismo, las relaciones que lo configuran (valor, trabajo y mercancía, todas ellas categorías de la relación, no categorías ontológicas) se presentan bajo una apariencia de objetividad que, al contrario que en las sociedades precapitalistas, permite considerarlas como “naturaleza”. Es propio de dichas categorías, como veremos, presentarse de esta manera, como habiendo “olvidado” su génesis socio-histórica. Sin embargo, en condiciones capitalistas, tiene lugar un modo de dominación abstracto, en el sentido de no-concreto y no-abierto o explícito, cuyo fundamento se halla precisamente en el trabajo: el trabajo dual (concreto y abstracto) sería el fundamento de dicha forma históricamente específica de dominación, pero no porque el trabajo sea el aspecto más relevante de la vida social, «sino porque el carácter abstracto y dinámico de la trayectoria histórica propia del capitalismo constituyen sus características fundamentales, y ambos elementos podrían aprehenderse y clarificarse en función de la naturaleza históricamente específica del trabajo en esa sociedad» 16. El trabajo en el capitalismo no se apropia de la esencia de la praxis humana, sino que se constituye en mediación social productora de capacidades humanas alienadas: lo alienado por el capitalismo no es la praxis humana en general, sino una propiedad social de los individuos, su fuerza de trabajo, la cual da pie una forma alienada de existencia de dichas capacidades humanas que es ella misma productiva (por ejemplo, desde el punto de vista del enorme desarrollo tecnológico característico del modo de producción capitalista).
Postone defiende, en suma, que la dinámica capitalista es contradictoria desde el punto de vista de la producción, no sólo de la distribución. Con ello pretende avanzar en una dirección teórica relevante, a saber, que la transformación radical del capitalismo no es consecuencia directa el crecimiento capitalista, incluso en aquellos aspectos donde éste se muestra contradictorio. En otras palabras, la dinámica del capitalismo, pese a ser contradictoria, no es lineal: por un lado tiende a aumentar la productividad real (la riqueza material que es capaz de producir), y por el otro tiende a reducir al mínimo el tiempo inmediato de trabajo necesario para producirla (fuente del valor, es decir, de la riqueza capitalista). Asimismo, pone el tiempo de trabajo en el centro del orden social, al considerarlo medida y fuente de la riqueza, pero lo disminuye potencialmente a través del desarrollo tecnológico. Con ello el capitalismo no cava su propia tumba, como sabemos, pero sí reprime las mismas fuerzas productivas que ha liberado. O lo que es igual, da origen a la posibilidad de otro orden social, pero no evoluciona automáticamente hacia él. El resultado es que, precisamente cuando el trabajo social podría enriquecer como nunca antes en la historia, resulta ser más empobrecedor para la mayoría.
2. Kurz: La crítica del valor y el límite interno del capitalismo
Desde la publicación de El colapso de la modernización bajo la égida de Hans Magnus Enzensberger en 1991 17, Robert Kurz ha sido un referente fundamental para el análisis crítico del capitalismo en Alemania –al menos en tanto que outsider–, y el estallido de la crisis económica mundial en 2008 ha brindado una coyuntura favorable para la recepción de su pensamiento a nivel internacional. La obra de Kurz está marcada por el compromiso con la teoría crítica entendida como “praxis histórica”; de ahí que su producción se articulara al margen de los hábitos universitarios al uso, prefiriendo grupos de trabajo y discusión de carácter marcadamente político –cuyo nivel teórico sin embargo nada tenía que envidiar a los mejores seminarios académicos–. En efecto, fue Kurz quien impulsó –ya en 1986– el surgimiento de la revista Krisis 18, en torno a la cual se fue consolidando una corriente teórica denominada “crítica del valor” o –más recientemente– “crítica de la disociación del valor” (Wertabspaltungskritik) 19, cuyo espectro abarca desde la reinterpretación de la teoría marxiana hasta la cotidianeidad en el capitalismo contemporáneo y la historia de la modernización, pasando por el replanteamiento de las relaciones de género 20. A comienzos de 2004, Kurz y otros autores del grupo –entre los que destacan R. Scholz y C. P. Ortlieb– se escinden de Krisis para formar su propia revista, Exit!, de la que hasta el momento se han publicado diez números. Hasta su muerte el pasado 2012, Kurz ha sido el verdadero motor intelectual de estos grupos, consciente de que «la teoría debía dejar de ir a remolque de la praxis política, perder su carácter legitimador y ser tomada en serio en su autonomía» 21. De acuerdo con ello, su pensamiento ofrece un intento de actualizar la crítica de la economía política distanciándose tanto del movimiento obrero como de los planteamientos marxistas y post-marxistas en el medio académico; de ahí surgiría también su diagnóstico epocal: que las crisis que se han ido sucediendo en las últimas décadas no son un mero interludio, sino el último estadio del capitalismo, cuyo desarrollo habría alcanzado su límite interno.
Con su planteamiento de la crítica del valor, Kurz pretendía nada menos que sentar las bases de una gran teoría capaz de dar cuenta de las leyes que rigen la dinámica de la sociedad capitalista como un todo. Es decir, su acercamiento a la obra marxiana no está guiado por un interés filológico, sino por la «exigencia de una explicación concreta e histórica de los procesos sociales. Esto afecta tanto a la posición del capitalismo en la historia como a la propia historia del capitalismo y a sus límites históricos» 22. Kurz asume que la teoría marxiana ofrece un enorme potencial para desentrañar la dinámica de las sociedades capitalistas hasta la actualidad, pero el intento de reapropiarse hoy de su marco de análisis requiere ser consciente de dos cosas 23: 1) la propia situación histórica de Marx en la segunda mitad del XIX, que le lleva a compartir –pese a todo– ciertas perspectivas con la burguesía en ascenso, que cobran expresión en la parte “exotérica” de su obra (por ejemplo su confianza en que la emancipación vendrá de la continuación del proceso de modernización y el crecimiento de las fuerzas productivas); y 2) la mera reconstrucción de las categorías de análisis de la forma del valor marxiana, a nivel puramente conceptual, no es suficiente para articular un análisis de la situación histórica actual y sus procesos sociales 24; el objetivo es hacerlas fructíferas para poder analizar desde ellas la sociedad en su concreción histórica. De acuerdo con ello, la divisa de Kurz no puede ser más clara: «Las bases categoriales de la crítica de la economía política han sido interpretadas de diversos modos, pero no han sido desarrolladas» 25; en definitiva: se trata de ponerlas a la altura del presente.
En este sentido Kurz coincide con Postone en que replantear la crítica del capitalismo exige centrar el análisis en las categorías básicas de la crítica de la economía política marxiana –el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero–; ambos autores asumen que dichas categorías no son consustanciales a toda formación social ni están inscritas en la constitución antropológica del ser humano, sino que constituyen un specificum del capitalismo. Es en el despliegue real de dichas categorías en el proceso social de valoración –y no en el dominio de clase o en la propiedad privada de los medios de producción– donde deben buscarse los rasgos distintivos de la dinámica capitalista y sus contradicciones internas. El dinero y el trabajo –o incluso ocasionalmente la mercancía– ya existían antes del desarrollo de la sociedad capitalista, pero su función social era completamente distinta; de hecho, la especificidad del capitalismo como sociedad productora de mercancías es que en él estas categorías constituyen la totalidad de la vida social, las formas de conciencia y de praxis social, convirtiéndose en una especie de “a priori trascendental”. Ya Marx había hablado de las categorías de la crítica de la economía política como «formas de ser» y «determinaciones de la existencia» 26; la crítica del valor le toma aquí al pie de la letra, mostrando cómo estructuran la praxis cotidiana de las sociedades capitalistas y constituyen las formas de objetividad y subjetividad, incluidos los modelos de reproducción social, las relaciones de género, las estructuras de deseo y las formas de racionalidad socialmente operativas. Pero si la propia subjetividad es algo socialmente constituido, la dinámica del capitalismo no responde a los intereses personales de los capitalistas, y tampoco está al servicio de la satisfacción de las necesidades o del crecimiento de las fuerzas productivas: todo esto son efectos colaterales de una lógica en la que la producción se convierte en un fin en sí mismo, sometida a los imperativos del proceso de valoración; lo distintivo es que el capital, como «valor que se autovaloriza a sí mismo», pasa a ser el «sujeto automático» (Marx) del proceso social, convirtiendo a los sujetos vivientes –como productores, vendedores y compradores de mercancías– en sus agentes inconscientes. De acuerdo con ello, Kurz sostiene que la forma de dominación específica del capitalismo no es la de las estructuras de clase, sino en un «dominio sin sujeto» 27, tipificado precisamente en el valor, el trabajo, la mercancía y el dinero; se trataría de una «dictadura de la forma social» 28, que somete a los seres humanos a los imperativos de la economía como esfera separada y autónoma, que se ha desgajado del resto de actividades sociales y se ha convertido en instancia reguladora de todos los ámbitos de la existencia.
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Última edición por RioLena el Lun Sep 01, 2014 9:32 pm, editado 2 veces