Mossador, héroe de Juego de TronosAutor: A. Santos Silva
Publicado en "El Salto" el 25 de junio de 2019 El final de Juego de Tronos ha causado una gran cantidad de reacciones negativas. Sin duda, era imposible contentar a todos, pero la pujanza de las críticas evidencia la existencia de problemas muy importantes en la narración del final de una historia que apasiona a millones de personas en el mundo.
Es obvio que Juego de Tronos no es una serie más. La extensión gigantesca del número de personas que la han visto, y las emociones y reflexiones suscitadas en torno a ella la han convertido en una experiencia colectiva internacional de primer orden y posiblemente en la mayor producción cultural de masas de lo que va del siglo XXI. Imágenes y discursos de Juego de Tronos han sido utilizados por gran cantidad de actores políticos y sociales en contextos diferentes. Por ello, escribir sobre el final de Juego de Tronos no es ninguna banalidad. Algunos lo han hecho desde la sencillez de lo que hemos visto en pantalla, como Slavoj Zizek (The Independent), Daniel Bernabé (RT) o los articulistas de derecha como Jorge Bustos (El Mundo), Carmelo Jordá (Libertad Digital), David Jiménez Torres (El Mundo) o Hughes (ABC). Estos últimos contentísimos por este final de la serie. Mientras, otros han preferido hacer interpretaciones forzadas como Ramón Espinar (El Diario) o Clara Serra, Luis Jiménez y Alba Pez (El Diario).
Uno de los aspectos que más reacciones negativas ha generado ha sido el desenlace del personaje de Daenerys Targaryen. Pero para entender desde una perspectiva crítica la evolución de su trayectoria conviene retrotraerse varias temporadas antes del final.
1. ROMPEDORA DE CADENAS
Juego de Tronos tiene un protagonismo coral extraordinariamente claro. Sin embargo, Daenerys Targaryen es un personaje que marca la diferencia y el fundamental de la serie. A lo largo de las primeras temporadas, la trama esencial en Poniente es la pugna que se desarrolla entre diferentes casas nobiliarias por el poder político. Disputas en el seno de la élite social feudal en un contexto de crisis sucesoria de una monarquía precariamente unificada.
Daenerys es otra cosa. Más allá de su linaje y sus dragones, la acción en Astapor, Yunkai y Meereen, con el derrocamiento de los amos esclavistas y la formación de un nuevo orden sin esclavitud configuran las bases de lo que encarna Daenerys en ese momento y lugar: un proyecto de liberación, que representa la aspiración humana a una sociedad sin oprimidos ni opresores. Un proyecto de rebelión de la mayoría esclava contra los amos, que se expresa en las palabras de Daenerys ante las puertas de Meereen y en lo que dice Gusano Gris al introducir armas en la ciudad: “Nadie puede daros la libertad, hermanos. Si la queréis, debéis tomarla”. Es también un proyecto que recurre a la legítima violencia frente al que lleva desde siempre provocando sufrimiento. Por esto, Daenerys rechaza la clemencia que pide Ser Barristan para los amos, que habían crucificado niños pocos días antes. “Responderé a la injusticia con justicia”, dice ella al ordenar las crucifixiones de los amos, consciente de la necesidad de ejercer la violencia contra una clase dominante recién derrocada.
En esos capítulos de la tercera y cuarta temporada se forja el título realmente valioso de Daenerys: el de “rompedora de cadenas”. “Mhysa” (madre) para la población liberta.
La defensa de los intereses populares está presente en otros proyectos sociopolíticos de Juego de Tronos: el modelo social colectivista y libertario del Pueblo Libre de más allá del Muro, que se corresponde con lo que desde el marxismo se ha conocido como ‘comunismo primitivo’; la pelea guerrillera de la Hermandad sin Estandartes contra el saqueo a los pobres; y el fundamentalismo religioso de los Gorriones, liberticida, pero defensor de los pobres en lo económico. Todos ellos, con sus indudables diferencias, comparten la confrontación con las estructuras jerárquicas de Poniente, pero solo la dimensión emancipadora de Daenerys representa con la fuerza suficiente la esperanza de la creación de un nuevo orden social justo.
2. AUTORIDAD COMO REINA
Sin embargo, en la quinta temporada se produce una evolución en aspectos fundamentales del proyecto de Daenerys que se manifiesta en tres decisiones clave: la ejecución de Mossador, la reinstauración de los combates a muerte en los reñideros de Meereen y su matrimonio con un individuo perteneciente a la nobleza esclavista depuesta.
Después del triunfo de las fuerzas de Daenerys en Meereen, los amos derrotados organizaron los Hijos de la Arpía como grupo clandestino encargado de desarrollar una violencia contrarrevolucionaria. Mossador mata a un Hijo de la Arpía que había asesinado a un inmaculado y estaba a la espera de juicio. Mossador, en ese momento miembro del Consejo Privado de Daenerys, había sido esclavo desde niño y fue el primero en animar a los otros esclavos a unirse a la lucha contra los amos, perdiendo a su padre en el combate. Daenerys ordena ejecutar a Mossador, desoyendo los gritos de la población liberta que pide clemencia para el joven.
Ese es el momento clave de la trayectoria política de Daenerys. Debía realizar una elección sobre qué era lo fundamental: el proyecto de liberación o su autoridad personal. Y decidió que lo más esencial era fortalecer su autoridad como reina, aunque ello fuese a costa de no perdonar la vida a quien en esos momentos era su consejero más comprometido con las ideas de justicia social y de emancipación, y que contaba con la simpatía y el aliento de las masas populares de Meereen. Esta decisión, anticipa la que tomará capítulos más tarde, de permitir la vuelta de las peleas a muerte en los reñideros y su matrimonio sin amor con un miembro de una de las ricas familias de la nobleza esclavista.
Son decisiones emocionalmente duras para Daenerys, pero las considera la mejor fórmula de mantener el poder en Meereen. Estas medidas marcan el fin del proyecto genuinamente revolucionario de Daenerys, y suponen la reintroducción de importantes aspectos del viejo orden en el terreno político y cultural.
3. ALIANZA FEUDAL
El cambio en la orientación del proyecto de Daenerys se confirma con la llegada a Poniente en la séptima temporada. Los planes de la conquista del poder están basados en una alianza con las grandes casas nobiliarias de Poniente enfrentadas a la corona (Tyrrell, Martell, una parte de los Greyjoy). Salvo los exiliados hermanos Greyjoy, los aliados de Daenerys son los detentadores del poder feudal en sus respectivos territorios.
La actitud política de Daenerys en Poniente revela una renuncia evidente a la transformación de las estructuras sociales. No hay ninguna atención por su parte a la situación de la mayoría de la población sometida al orden feudal. En la séptima y octava temporada –salvo al final-, excepto alguna mención esporádica y vaga, el propósito insistente de Daenerys es conseguir el Trono de Hierro como heredera legítima de la dinastía Targaryen. Alcanzar el Trono se configura como un fin en sí mismo, y no como un medio que permita el cambio social para poner fin a las desigualdades.
Así, en virtud de su pasado realmente transformador, y situados en el momento previo al penúltimo capítulo de la serie, lo que cabía esperar de un triunfo de Daenerys frente a Cersei era el establecimiento de una monarquía relativamente benevolente con las capas sociales bajas y mayoritarias de Poniente, aun respetando lo básico de la estructura social. Un proyecto moderado y reformista. Nada más, pero nada menos.
4. PSICOSIS
En el capítulo 8x05 (Las campanas), Daenerys arrasa con fuego la capital rendida de los Siete Reinos, matando a miles de personas inocentes. Fans en todo el mundo criticaron este giro del guión, argumentando que la bajada a la locura de Daenerys había sido extraordinariamente brusca y sin un desarrollo adecuado. Son buenos argumentos, si bien la muerte de Missandei y Jorah y el rechazo amoroso de Jon la habían encerrado en una soledad interior que activó la predisposición genética de los Targaryen a la locura. La vuelta de tuerca de Daenerys como una asesina de masas no es un final agradable, pero sí plausible cuando se desciende a la psicosis montada en un dragón.
5. ASESINA Y COMUNISTA
El problema fundamental de Juego de Tronos es el 8x06 (El Trono de Hierro). Ahí es donde se efectúa un giro anticomunista que chirría con la narración general de la serie y se manifiesta en tres escenas: el discurso de Daenerys a dothrakis e inmaculados, el diálogo entre Jon y Tyrion, y la conversación entre Jon y la reina antes de su muerte.
Como se ha apuntado arriba, Daenerys desde su llegada a Poniente no había mostrado una certera intención transformadora del orden social. Sin embargo, ahora que es la mayor asesina de Poniente, se la convierte de nuevo en una revolucionaria: “No bajaremos las lanzas hasta liberar a todos los pueblos del mundo. De Dorne a Invernalia, de Lannisport a Qarth, de las Islas del Verano al Mar de Jade… mujeres, hombres y niños han sufrido demasiado bajo la rueda”.
El prisionero Tyrion dice a Jon: “Allí por donde pasa, todos los malvados mueren y la aclamamos por ello. Y se vuelve más poderosa, y más segura de que es el bien y la justicia. Cree que su destino es erigir un mundo mejor para todos. Si lo creyeras… si de verdad lo creyeras, ¿no matarías a quien se interpusiera entre ti y el paraíso?”. Tras eso, Tyrion pide a Jon que la mate porque es “la mayor amenaza para el pueblo ahora”.
Daenerys cuando habla con Jon: “El mundo que necesitamos no se erigirá con hombres leales al mundo que tenemos […]. No es fácil ver algo que antes jamás se había visto: un mundo bueno”. A la pregunta de Jon de ¿qué hay de los que no comparten su idea?, ella contesta: “No tienen elección”.
Es exactamente lo que parece. No hay que darle muchas vueltas, ni buscarle los tres pies al gato. Los guionistas han presentado en el último capítulo a Daenerys como si tuviera el mismo discurso que en los tiempos de la liberación de la Bahía de los Esclavos, con la salvedad de que ahora es la asesina más grande de Juego de Tronos. Daenerys, asesina y comunista.
Usando el mismo tipo de razonamiento que toda la propaganda anticomunista del siglo XX, se presenta la revolución como un proyecto totalitario y criminal. Todo comunista es así un asesino en potencia, porque para él cualquier mal producido en la búsqueda del utópico bien supremo está justificado. Comunismo es sangre y fuego, muerte y dolor, envueltos en bonitas palabras. Ese es el mensaje del final de Juego de Tronos. Y es difícil pensar que pueda existir alguno más reaccionario.
Tras la muerte de Daenerys a manos de Jon, se da paso a una monarquía electiva dominada por las grandes casas de Poniente. Los guionistas se permiten, además, hacer un guiño simpático con la inofensiva propuesta de Sam de inaugurar un sistema de sufragio universal pero sin cambio social drástico. Ese es el camino, aunque todos se rían ahora de él, parecen decirnos los guionistas. Mientras tanto, vuelta a la normalidad de la monarquía feudal, aunque sea con un rey tullido y un Consejo Real formado por mejores y más amigables personas.
El capítulo final, por tanto, es una alabanza liberal-conservadora a la normalidad institucional y al mantenimiento de fuertes desigualdades sociales bajo la consideración de que, aunque imperfecta, la sociedad de clases existente siempre es mejor que el crimen que inevitablemente engendraría la revolución.
Pero frente a la visión de los guionistas, complaciente con los poderosos del mundo real, sin duda es pertinente rescatar del olvido la figura de Mossador, un esclavo que por defender lo que representaba Daenerys fue ejecutado por ella en ese momento que supuso el giro realmente trágico de la reina. Dar valor al personaje de Mossador es resaltar la validez de la lucha por un mundo sin explotación y con dignidad para todos. Dar importancia a Mossador equivale a primar los proyectos sobre los liderazgos; y a la vez, sirve para recordar a la Daenerys que merecía la pena, la rompedora de cadenas. Aquella con la que se podía parafrasear un canto de la militancia juvenil argentina y decir…
Daenerys, Daenerys
Daenerys Corazón
¡aquí tienes al pueblo
para la liberación!