Este texto fue redactado a partir de las notas tomadas en el curso de una visita al hospital psiquiátrico de Shangai; de un encuentro con los médicos psiquiatras de Xian, realizado en 1971; del texto del “Diario del Pueblo” del 10 de agosto de 1971: “Partir del pensamiento de Mao Tsetung para curar la enfermedad mental“; y del texto publicado en “La Chine“, de noviembre de 1971: “Nueva terapia para las enfermedades mentales” (ambos sobre el hospital de Zheng Zhou). Fue publicado en “Cinétique“, el 3 de mayo de 1972, de donde ha sido traducido.
La lucha por el poder estatal, por el establecimiento de un poder de Estado proletario fue el desafío principal que enfrentó la Revolución cultural.
Esta lucha tomó su sentido en el movimiento de masas desencadenado en el conjunto de los aparatos de la sociedad china, especialmente en los niveles político o ideológico; fue un movimiento de proletarización de los aparatos que se oponía al aburguesamiento preconizado por la línea política revisionista de Liu Shaochi.
Llevar la revolución al hospital
La transformación violenta de las relaciones burguesas -relaciones que podían servir a la restauración de la burguesía- adquirió una forma específica en el interior de cada aparato donde se llevaba a cabo esta lucha. Así, por ejemplo, en la psiquiatría.
Para llevar la revolución a la psiquiatría, para poner el aparato psiquiátrico al servicio de las masas obreras y campesinas a las que pertenecen la inmensa mayoría de los enfermos, fue necesario crear las condiciones que permitieran a los enfermos tomar parte en la revolución desde el hospital. Era necesario entonces llevar la Revolución cultural al hospital.
Pero para que la revolución atravesara el hospital, era necesario derribar la barrera constituida por los médicos burgueses, luchar por su transformación, para que adquirieran una nueva ideología, la ideología proletaria y se convirtieran en médicos proletarios, para que los enfermos se convirtieran en el aspecto principal de la contradicción médicos-enfermos, es decir para que los médicos se pusieran al servicio de los enfermos obreros y campesinos y al servicio de la revolución, era necesario, como paso previo, considerar a los médicos como el aspecto principal de !a contradicción. Su transformación debía ser el resultado de la lucha entre dos clases y dos líneas políticas. De esta lucha sólo poseemos testimonios indirectos, pero fue sin duda áspera puesto que debió llevarse la línea proletaria desde el exterior a algunos hospitales, como lo señala el ejemplo del “Diario del Pueblo“(1), cuando un equipo médico de la A.P.L. entró, en abril de 1969, al hospital de Zheng Zhou.
Antes de la Revolución cultural los médicos, a menudo, se formaban en el extranjero y la línea revisionista de Liu Shaochi apoyaba, en el campo de la salud, el florecimiento de una ideología individualista, basada sobre un saber conservado como privilegio; se creaban así especialistas escindidos de las masas y de sus problemas reales, más preocupados por su “carrera” personal y por las necesidades corporativas que por las necesidades de las masas y el imperativo de ponerse a su servicio.
Las terapias imitaban servilmente las normas burguesas; de manera unilateral ponían el acento sobre las técnicas, no tomaban en cuenta las contradicciones internas de cada enfermo y sólo se preocupaban por las aplicaciones externas: electroshocks e insulina(2); ello evidentemente no permitía resolver las contradicciones, sino que las silenciaba; por otra parte se causaban daños serios a los enfermos: problemas de la memoria, estados de obnubilación provocados por la droga, etc. El aparato psiquiátrico conservaba los rasgos con que había sido marcado por la burguesía, convirtiéndolo de hecho en parte integrante del aparato represivo del Estado burgués: chalecos de fuerza, cuartos acolchados, rejas – “remedios” totalmente desaparecidos hoy de China, derrotados por la Revolución cultural.
Reeducación de médicos y enfermeros
El movimiento de masas de la Revolución cultural, el surgimiento de una nueva generación de médicos jóvenes, formados política e ideológicamente en el curso de este movimiento, el “ascenso de la clase obrera a la dirección de los hospitales”, la entrada de obreros que dirigieron la etapa de lucha-crítica-transformación, posibilitaron el desarrollo de un proceso ininterrumpido de educación y reeducación proletaria de los médicos: hoy el estudio político y filosófico (materialismo dialéctico) tiene lugar junto con el trabajo y las investigaciones entre las masas, en la fábrica y el campo.
Los médicos psiquiatras organizan equipos médicos ambulantes que pasan períodos en el campo, durante los que atienden tanto las enfermedades orgánicas corrientes como las enfermedades mentales. Durante estos períodos, forman “médicos de pies desnudos”, a los que enseñan conocimentos simples sobre todas las enfermedades, incluso sobre las enfermedades mentales.
La participación de los médicos en el trabajo de producción contribuye, además, a unirlos a las masas y a que adopten una actitud de clase proletaria; actitud que posibilitó la transformación de las relaciones entre médicos y enfermos en el hospital: los enfermos son hoy considerados como “hermanos de clase” (y no ya como extraños a los que es necesario silenciar) a los que es necesario unirse en la lucha contra la enfermedad.
Además, como lo veremos, la nueva orientación de la investigación que resuItó de este proceso, así como las relaciones entre médicos y enfermeros, cambiaron igualmente.
En contra de la concepción burguesa de orden estricto y subordinación, apoyada sobre una división técnica para reproducir una divisón social, que erige varias barreras entre las diferentes categorías para aislar perfectamente a cada una de ellas, en contra de la concepción de ultraizquierda de estas relaciones, que hace comunismo sobre el papel, que niega toda especificidad y preconiza un igualitarismo que no corresponde ni a la etapa ni a las luchas que tienen lugar en este momento, ni tampoco a la presente etapa del conocimiento, la concepción proletaria define las relaciones actuales de los médicos y los enfermeros en China como “división del trabajo en la igualdad”: médicos y enfermeros son camaradas de trabajo que se ayudan recíprocamente. Los médicos jóvenes deben aprender de los enfermeros experimentados, sacar enseñanzas de su rica experiencia práctica; los enfermeros pueden continuar sus estudios y convertirse en médicos.
De esta forma surgió en el curso de la Revolución cultural, una nueva unidad para la lucha contra la enfermedad y contra la burguesía, lucha dirigida políticamente a fin de poner a la psiquiatría al servicio de las masas y de responder a sus necesidades.
Combinar la lucha ideológica y el tratamiento médico
Si, para los chinos, “la enfermedad mental difiere de una ‘enfermedad ideológica’ común” en la necesidad de un tratamiento médico, el proceso de lucha ideológica contra la enfermedad mental no difiere fundamentalmente del proceso general de educación y reeducación proletaria; su fin es el mismo: resolver las contradicciones ideológicas armando “sujetos” de la concepción proletaria del mundo, para que todos puedan tomar parte en la revolución.
Las contradicciones ideológicas (mentales) no pueden regularse por las leyes de la lucha ideológica. En esta lucha, la ideología proletaria se constituye a partir del marxismo-leninismo, del pensamiento de Mao Tse-tung, de la causa revolucionaria del proletariado; no oculta que está en lucha abierta contra la ideología burguesa, para lograr su destrucción; tal lucha, evidentemente, sólo puede llevarse a cabo activa y concientemente.
El tratamiento médico tiene como objetivo -en la psiquiatría china, después de la Revolución cultural- crear las condiciones para que el enfermo pueda llevar a cabo esta lucha: “aliviar” al enfermo, dividirlo en dos para crear una “base de apoyo” ideológica a partir de la cual pueda luchar activamente contra la enfermedad.
Hoy, los médicos abandonan las investigaciones librescas y abstractas para dedicarse a descubrir las leyes prácticas de la curación; la aplicación de los principios maoístas: “Ia medicina y la farmacología tradicionales son un rico tesoro, es necesario esforzarse para explorarlo y llevarlo a un nivel superior” y “combinar la medicina tradicional china con la medicina occidental”, permitieron la operación de nuevas prácticas. Así sucedió con la acupuntura, que los trabajadores médicos habían comenzado a experimentar en el hospital psiquiátrico de Shangai desde 1958, pero cuyo desarrollo, había sido reprimido por la línea de Liu, y que hoy ocupa una función decisiva en el tratamiento de las enfermedades mentales.
Los médicos experimentan sobre sí mismos antes que sobre los enfermos. Esta experimentación posibilitó, en el transcurso de los últimos años, rediseñar la carta de los puntos de acupuntura, limitar su número, hundir más profundamente las agujas en algunos puntos. Todo ello redundó en mejores resultados. Por otra parte, la excitación manual es reemplazada, cada vez más, por excitación eléctrica. Pero aunque la eficacia de la acupuntura está sometida a un control cada vez mayor, aún no pudieron proporcionarse todas las explicaciones teóricas propias de su funcionamiento
El método es simple, afirman los médicos, poco costoso y sobre todo carece de efectos secundarios(3). Junto con tranquilizantes administrados en dosis muy débiles o infusiones de hierbas tradicionales, la acupuntura “libera” al enfermo y le permite llevar a cabo actividades físicas e intelectuales.
Organizar la vida colectiva de los enfermos
La gimnasia (en especial la gimnasia china tradicional en grupos) y los deportes se combinan con las actividades ideológicas en el teatro y la danza. Los enfermos desarrollan pequeñas actividades productivas -trabajo manual simple es lo más frecuente- en el hospital o, a veces, fuera de él; igualmente participan en el mantenimiento de éste.
Sin embargo, se pone el acento sobre la lucha ideológica; lucha colectiva de educación y reeducación proletaria, ésta es también una lucha contra el aislamiento de cada uno de los enfermos.
Se educa ideológicamente a los enfermos; la lectura de los diarios les permite no permanecer escindidos de las luchas que tienen lugar en China y en el mundo. La crítica de la burguesía y el revisionismo, el “recuerdo de los sufrimientos del pasado”, el estudio del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Tse-tung son la base de la lucha por destruir las viejas ideologías y el individualismo burgués, y desarrollar la concepción proletaria del mundo. La organización de los enfermos para el estudio político e ideológico no difiere, en lo esencial, de la organización de los estudiantes para este estudio, o de la discusión en los barrios. Sin embargo, los debates o las discusiones sobre experiencias a las que se aplicó el pensamiento de Mao, se llevan a cabo a partir de temas(4) elegidos especialmente para los enfermos; el trabajo ideológico es más difícil con ellos y se necesita más tiempo para alcanzar resultados.
La lucha contra el individualismo y por “servir al pueblo” se practica también en el desarrollo de actividades de ayuda mutua, en la responsabilidad adquirida por los menos enfermos que deben cuidar a los otros miembros del grupo y secundar a los enfermeros.
Una organización de este tipo posibilita la formación de lo que un médico denominó “comunidad colectiva de combate” -contra la enfermedad, contra la burguesía-, en la que los enfermos se unen en “una atmósfera llena de vigor que favorece la cura”.
El tratamiento médico, las actividades físicas y la lucha ideológica colectiva no bastan en todos los casos para resolver las contradicciones ideológicas individuales, es decir, para curar a los enfermos. Las entrevistas directas con los médicos completan el dispositivo. En los casos graves se conforma una pareja(5) médico-enfermo y el médico vive constantemente con el enfermo.
El individuo en la lucha de clases
La penetración del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Tse-tung en el hospital, a partir de la Revolución cultural, posibilitó la transformación de las relaciones y del análisis que se practica de las relaciones que los médicos deben establecer con los enfermos. “Según el pensamiento de Mao Tsetung, afirman los médicos, la causa externa sólo puede cumplir un papel por intermedio de la causa interna; lo importante (durante las entrevistas o las actividades) es valorar la iniciativa de los enfermos”; y además: “es necesario que los enfermos investiguen sobre sí mismos, que analicen sus contradicciones“.
La intensa lucha ideológica que atraviesa al enfermo sólo puede ser resuelta por él, pero no puede resolverla solo; “uno se divide en dos: aun durante una crisis sólo una parte de los ‘nervios’(6) está enferma, la otra permanece lúcida y es posible educarla“. El tratamiento médico tiene como fin permitir esta división; es secundario respecto del trabajo ideológico; así las dosis de medicamentos disminuyen a medida que avanza la lucha ideológica.
Las contradicciones ideológicas son el reflejo de las contradicciones sociales: “las enfermedades mentales son el reflejo de la lucha entre las dos concepciones del mundo (proletaria y burguesa) y consecuencia inevitable de la lucha de clases“; la causa de la enfermedad mental debe buscarse “cuando en el espíritu se desarrolla una lucha aguda entre el interés colectivo y el interés privado y prevalece la esfera del interés privado“, afirman los médicos chinos.
Yy los de Xian dicen: “Nuestra sociedad china se vio sometida a una evolución muy rápida. Apenas hace 22 años estábamos todavía dominados por el feudalismo y el capitalismo. Nuestro actual socialismo no es sino una etapa de transición hacia la sociedad comunista. Esta progresión hacia una organización social más justa sólo puede llevarse a cabo a través de un proceso de lucha-crítica-transformación constante, cuyo frente principal se encuentra en la transformación de la mentalidad de los individuos. Es por ello normal que la mayoría de los desequilibrios mentales en el sistema socialista se produzcan en individuos que no han adquirido aún la concepción colectiva de la sociedad, o que no aceptan la dirección del proletariado. En el origen de su neurosis están las contradicciones entre lo subjetivo y lo objetivo, entre individuo y nueva sociedad, que no han sido convenientemente resueltas. Otros, encadenados por la estrechez o la mezquindad de su espíritu, no pudieron llegar a superar las duras condiciones de vida que nos fueron impuestas por la lucha, por la producción y la construcción de la nación. Las causas principales de neurosis y de psicosis que debemos enfrentar residen en las relaciones del individuo con el trabajo y con la sociedad“.
Adquirir una posición de clase proletaria
El desafío que enfrenta la psiquiatría socialista es la transformación de la concepción del mundo y de la posición de clase del enfermo. Ahora bien, esta transformación no puede realizarse abstractamente, sobre la base de la repetición de algunos slogans, sino que exige, por el contrario, un análisis individual concreta de la situación individuál concreta de cada enfermo, una “investigación social” que llevan a cabo los médicos, pero que sólo los enfermos pueden regular. Los médicos realizan, en el caso de cada enfermo, una encuesta en su familia, en su lugar de trabajo o en su barrio, a fin de conocer “las relaciones que mantenía con la sociedad, su manera de actuar, su posición respecto del esfuerzo colectivo”.
En la medida en que estas relaciones reflejan y se reflejan en su posición de clase, importa también que el enfermo las transforme. Es necesario, entonces, trasladar estas relaciones sociales al hospital; pero, igualmente, a fin de preparar la “reinserción social” del enfermo, es necesario transformar la contradicción hospital-sociedad haciendo salir a la psiquiatría del hospital.
De esta forma, se movilizan los que rodean al enfermo en la lucha ideológica: se invita a los camaradas de la unidad donde trabaja a que lo visiten y los miembros de su familia colaboran en el tratamiento. Durante el período de “convalescencia” (antes de la salida de los enfermos del hospital) se les dictan cursos de estudio donde se les proporcionan conocimientos psiquiátricos simples para que ellos mismos puedan tratar su enfermedad, proseguir la investigación sobre sí mismos a fin de descubrir, por ejemplo, la causa que desencadena su delirio. Pueden también discutir con el médico acerca del tratamiento que se les proporciona. Los enfermos curados vuelven al hospital para hacer participar de su experiencia a los otros, para hacerles conocer su lucha, lo que han puesto en práctica para triunfar sobre la enfermedad.
Por su parte los médicos visitan a los enfermos que han sido dados de alta, o bien siguen en contacto con ellos por carta.
Durante las giras por el campo o la ciudad, los médicos continúan su propia educación, forman agentes sanitarios (médicos de pies descalzos o médicos rojos) capaces de detectar y prevenir las enfermedades “mentales” así como de ayudar a los enfermos recientemente dados de alta. Pequeñas postas de tratamiento y de consulta se instalan y favorecen la “consolidación” de los enfermos dados de alta.
Pero lo esencial reside en que el enfermo, en una sociedad donde la desocupación no existe, esté seguro de reencontrar un lugar en la producción, cerca de los camaradas que lo ayudaron en su lucha contra la enfermedad(7), cuya fraternidad y conciencia política permite llevar a cabo la lucha-crítica-transformación ininterrumpida( que ha cambiado totalmente la superestructura ideológica china, arrastrando en su movimiento a la psiquiatría china, que se ha convertido en “una ciencia médica y una ciencia social al mismo tiempo”, destruyendo el viejo aparato psiquiátrico burgués, elemento indisociable del aparato represivo del Estado, y construyendo un aparato psiquiátrico de nuevo tipo al servicio de las masas obreras y campesinas, un aparato ideológico proletario.
La participación de los médicos en la vida colectiva -hacen, por ejemplo, sus comidas con los enfermos- su consagración a la comuna de enfermos, el olvido de sl que expresan frente a ellos es favorable al olvido del sl enfermo de los enfermos.
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La lucha por el poder estatal, por el establecimiento de un poder de Estado proletario fue el desafío principal que enfrentó la Revolución cultural.
Esta lucha tomó su sentido en el movimiento de masas desencadenado en el conjunto de los aparatos de la sociedad china, especialmente en los niveles político o ideológico; fue un movimiento de proletarización de los aparatos que se oponía al aburguesamiento preconizado por la línea política revisionista de Liu Shaochi.
Llevar la revolución al hospital
La transformación violenta de las relaciones burguesas -relaciones que podían servir a la restauración de la burguesía- adquirió una forma específica en el interior de cada aparato donde se llevaba a cabo esta lucha. Así, por ejemplo, en la psiquiatría.
Para llevar la revolución a la psiquiatría, para poner el aparato psiquiátrico al servicio de las masas obreras y campesinas a las que pertenecen la inmensa mayoría de los enfermos, fue necesario crear las condiciones que permitieran a los enfermos tomar parte en la revolución desde el hospital. Era necesario entonces llevar la Revolución cultural al hospital.
Pero para que la revolución atravesara el hospital, era necesario derribar la barrera constituida por los médicos burgueses, luchar por su transformación, para que adquirieran una nueva ideología, la ideología proletaria y se convirtieran en médicos proletarios, para que los enfermos se convirtieran en el aspecto principal de la contradicción médicos-enfermos, es decir para que los médicos se pusieran al servicio de los enfermos obreros y campesinos y al servicio de la revolución, era necesario, como paso previo, considerar a los médicos como el aspecto principal de !a contradicción. Su transformación debía ser el resultado de la lucha entre dos clases y dos líneas políticas. De esta lucha sólo poseemos testimonios indirectos, pero fue sin duda áspera puesto que debió llevarse la línea proletaria desde el exterior a algunos hospitales, como lo señala el ejemplo del “Diario del Pueblo“(1), cuando un equipo médico de la A.P.L. entró, en abril de 1969, al hospital de Zheng Zhou.
Antes de la Revolución cultural los médicos, a menudo, se formaban en el extranjero y la línea revisionista de Liu Shaochi apoyaba, en el campo de la salud, el florecimiento de una ideología individualista, basada sobre un saber conservado como privilegio; se creaban así especialistas escindidos de las masas y de sus problemas reales, más preocupados por su “carrera” personal y por las necesidades corporativas que por las necesidades de las masas y el imperativo de ponerse a su servicio.
Las terapias imitaban servilmente las normas burguesas; de manera unilateral ponían el acento sobre las técnicas, no tomaban en cuenta las contradicciones internas de cada enfermo y sólo se preocupaban por las aplicaciones externas: electroshocks e insulina(2); ello evidentemente no permitía resolver las contradicciones, sino que las silenciaba; por otra parte se causaban daños serios a los enfermos: problemas de la memoria, estados de obnubilación provocados por la droga, etc. El aparato psiquiátrico conservaba los rasgos con que había sido marcado por la burguesía, convirtiéndolo de hecho en parte integrante del aparato represivo del Estado burgués: chalecos de fuerza, cuartos acolchados, rejas – “remedios” totalmente desaparecidos hoy de China, derrotados por la Revolución cultural.
Reeducación de médicos y enfermeros
El movimiento de masas de la Revolución cultural, el surgimiento de una nueva generación de médicos jóvenes, formados política e ideológicamente en el curso de este movimiento, el “ascenso de la clase obrera a la dirección de los hospitales”, la entrada de obreros que dirigieron la etapa de lucha-crítica-transformación, posibilitaron el desarrollo de un proceso ininterrumpido de educación y reeducación proletaria de los médicos: hoy el estudio político y filosófico (materialismo dialéctico) tiene lugar junto con el trabajo y las investigaciones entre las masas, en la fábrica y el campo.
Los médicos psiquiatras organizan equipos médicos ambulantes que pasan períodos en el campo, durante los que atienden tanto las enfermedades orgánicas corrientes como las enfermedades mentales. Durante estos períodos, forman “médicos de pies desnudos”, a los que enseñan conocimentos simples sobre todas las enfermedades, incluso sobre las enfermedades mentales.
La participación de los médicos en el trabajo de producción contribuye, además, a unirlos a las masas y a que adopten una actitud de clase proletaria; actitud que posibilitó la transformación de las relaciones entre médicos y enfermos en el hospital: los enfermos son hoy considerados como “hermanos de clase” (y no ya como extraños a los que es necesario silenciar) a los que es necesario unirse en la lucha contra la enfermedad.
Además, como lo veremos, la nueva orientación de la investigación que resuItó de este proceso, así como las relaciones entre médicos y enfermeros, cambiaron igualmente.
En contra de la concepción burguesa de orden estricto y subordinación, apoyada sobre una división técnica para reproducir una divisón social, que erige varias barreras entre las diferentes categorías para aislar perfectamente a cada una de ellas, en contra de la concepción de ultraizquierda de estas relaciones, que hace comunismo sobre el papel, que niega toda especificidad y preconiza un igualitarismo que no corresponde ni a la etapa ni a las luchas que tienen lugar en este momento, ni tampoco a la presente etapa del conocimiento, la concepción proletaria define las relaciones actuales de los médicos y los enfermeros en China como “división del trabajo en la igualdad”: médicos y enfermeros son camaradas de trabajo que se ayudan recíprocamente. Los médicos jóvenes deben aprender de los enfermeros experimentados, sacar enseñanzas de su rica experiencia práctica; los enfermeros pueden continuar sus estudios y convertirse en médicos.
De esta forma surgió en el curso de la Revolución cultural, una nueva unidad para la lucha contra la enfermedad y contra la burguesía, lucha dirigida políticamente a fin de poner a la psiquiatría al servicio de las masas y de responder a sus necesidades.
Combinar la lucha ideológica y el tratamiento médico
Si, para los chinos, “la enfermedad mental difiere de una ‘enfermedad ideológica’ común” en la necesidad de un tratamiento médico, el proceso de lucha ideológica contra la enfermedad mental no difiere fundamentalmente del proceso general de educación y reeducación proletaria; su fin es el mismo: resolver las contradicciones ideológicas armando “sujetos” de la concepción proletaria del mundo, para que todos puedan tomar parte en la revolución.
Las contradicciones ideológicas (mentales) no pueden regularse por las leyes de la lucha ideológica. En esta lucha, la ideología proletaria se constituye a partir del marxismo-leninismo, del pensamiento de Mao Tse-tung, de la causa revolucionaria del proletariado; no oculta que está en lucha abierta contra la ideología burguesa, para lograr su destrucción; tal lucha, evidentemente, sólo puede llevarse a cabo activa y concientemente.
El tratamiento médico tiene como objetivo -en la psiquiatría china, después de la Revolución cultural- crear las condiciones para que el enfermo pueda llevar a cabo esta lucha: “aliviar” al enfermo, dividirlo en dos para crear una “base de apoyo” ideológica a partir de la cual pueda luchar activamente contra la enfermedad.
Hoy, los médicos abandonan las investigaciones librescas y abstractas para dedicarse a descubrir las leyes prácticas de la curación; la aplicación de los principios maoístas: “Ia medicina y la farmacología tradicionales son un rico tesoro, es necesario esforzarse para explorarlo y llevarlo a un nivel superior” y “combinar la medicina tradicional china con la medicina occidental”, permitieron la operación de nuevas prácticas. Así sucedió con la acupuntura, que los trabajadores médicos habían comenzado a experimentar en el hospital psiquiátrico de Shangai desde 1958, pero cuyo desarrollo, había sido reprimido por la línea de Liu, y que hoy ocupa una función decisiva en el tratamiento de las enfermedades mentales.
Los médicos experimentan sobre sí mismos antes que sobre los enfermos. Esta experimentación posibilitó, en el transcurso de los últimos años, rediseñar la carta de los puntos de acupuntura, limitar su número, hundir más profundamente las agujas en algunos puntos. Todo ello redundó en mejores resultados. Por otra parte, la excitación manual es reemplazada, cada vez más, por excitación eléctrica. Pero aunque la eficacia de la acupuntura está sometida a un control cada vez mayor, aún no pudieron proporcionarse todas las explicaciones teóricas propias de su funcionamiento
El método es simple, afirman los médicos, poco costoso y sobre todo carece de efectos secundarios(3). Junto con tranquilizantes administrados en dosis muy débiles o infusiones de hierbas tradicionales, la acupuntura “libera” al enfermo y le permite llevar a cabo actividades físicas e intelectuales.
Organizar la vida colectiva de los enfermos
La gimnasia (en especial la gimnasia china tradicional en grupos) y los deportes se combinan con las actividades ideológicas en el teatro y la danza. Los enfermos desarrollan pequeñas actividades productivas -trabajo manual simple es lo más frecuente- en el hospital o, a veces, fuera de él; igualmente participan en el mantenimiento de éste.
Sin embargo, se pone el acento sobre la lucha ideológica; lucha colectiva de educación y reeducación proletaria, ésta es también una lucha contra el aislamiento de cada uno de los enfermos.
Se educa ideológicamente a los enfermos; la lectura de los diarios les permite no permanecer escindidos de las luchas que tienen lugar en China y en el mundo. La crítica de la burguesía y el revisionismo, el “recuerdo de los sufrimientos del pasado”, el estudio del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Tse-tung son la base de la lucha por destruir las viejas ideologías y el individualismo burgués, y desarrollar la concepción proletaria del mundo. La organización de los enfermos para el estudio político e ideológico no difiere, en lo esencial, de la organización de los estudiantes para este estudio, o de la discusión en los barrios. Sin embargo, los debates o las discusiones sobre experiencias a las que se aplicó el pensamiento de Mao, se llevan a cabo a partir de temas(4) elegidos especialmente para los enfermos; el trabajo ideológico es más difícil con ellos y se necesita más tiempo para alcanzar resultados.
La lucha contra el individualismo y por “servir al pueblo” se practica también en el desarrollo de actividades de ayuda mutua, en la responsabilidad adquirida por los menos enfermos que deben cuidar a los otros miembros del grupo y secundar a los enfermeros.
Una organización de este tipo posibilita la formación de lo que un médico denominó “comunidad colectiva de combate” -contra la enfermedad, contra la burguesía-, en la que los enfermos se unen en “una atmósfera llena de vigor que favorece la cura”.
El tratamiento médico, las actividades físicas y la lucha ideológica colectiva no bastan en todos los casos para resolver las contradicciones ideológicas individuales, es decir, para curar a los enfermos. Las entrevistas directas con los médicos completan el dispositivo. En los casos graves se conforma una pareja(5) médico-enfermo y el médico vive constantemente con el enfermo.
El individuo en la lucha de clases
La penetración del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Tse-tung en el hospital, a partir de la Revolución cultural, posibilitó la transformación de las relaciones y del análisis que se practica de las relaciones que los médicos deben establecer con los enfermos. “Según el pensamiento de Mao Tsetung, afirman los médicos, la causa externa sólo puede cumplir un papel por intermedio de la causa interna; lo importante (durante las entrevistas o las actividades) es valorar la iniciativa de los enfermos”; y además: “es necesario que los enfermos investiguen sobre sí mismos, que analicen sus contradicciones“.
La intensa lucha ideológica que atraviesa al enfermo sólo puede ser resuelta por él, pero no puede resolverla solo; “uno se divide en dos: aun durante una crisis sólo una parte de los ‘nervios’(6) está enferma, la otra permanece lúcida y es posible educarla“. El tratamiento médico tiene como fin permitir esta división; es secundario respecto del trabajo ideológico; así las dosis de medicamentos disminuyen a medida que avanza la lucha ideológica.
Las contradicciones ideológicas son el reflejo de las contradicciones sociales: “las enfermedades mentales son el reflejo de la lucha entre las dos concepciones del mundo (proletaria y burguesa) y consecuencia inevitable de la lucha de clases“; la causa de la enfermedad mental debe buscarse “cuando en el espíritu se desarrolla una lucha aguda entre el interés colectivo y el interés privado y prevalece la esfera del interés privado“, afirman los médicos chinos.
Yy los de Xian dicen: “Nuestra sociedad china se vio sometida a una evolución muy rápida. Apenas hace 22 años estábamos todavía dominados por el feudalismo y el capitalismo. Nuestro actual socialismo no es sino una etapa de transición hacia la sociedad comunista. Esta progresión hacia una organización social más justa sólo puede llevarse a cabo a través de un proceso de lucha-crítica-transformación constante, cuyo frente principal se encuentra en la transformación de la mentalidad de los individuos. Es por ello normal que la mayoría de los desequilibrios mentales en el sistema socialista se produzcan en individuos que no han adquirido aún la concepción colectiva de la sociedad, o que no aceptan la dirección del proletariado. En el origen de su neurosis están las contradicciones entre lo subjetivo y lo objetivo, entre individuo y nueva sociedad, que no han sido convenientemente resueltas. Otros, encadenados por la estrechez o la mezquindad de su espíritu, no pudieron llegar a superar las duras condiciones de vida que nos fueron impuestas por la lucha, por la producción y la construcción de la nación. Las causas principales de neurosis y de psicosis que debemos enfrentar residen en las relaciones del individuo con el trabajo y con la sociedad“.
Adquirir una posición de clase proletaria
El desafío que enfrenta la psiquiatría socialista es la transformación de la concepción del mundo y de la posición de clase del enfermo. Ahora bien, esta transformación no puede realizarse abstractamente, sobre la base de la repetición de algunos slogans, sino que exige, por el contrario, un análisis individual concreta de la situación individuál concreta de cada enfermo, una “investigación social” que llevan a cabo los médicos, pero que sólo los enfermos pueden regular. Los médicos realizan, en el caso de cada enfermo, una encuesta en su familia, en su lugar de trabajo o en su barrio, a fin de conocer “las relaciones que mantenía con la sociedad, su manera de actuar, su posición respecto del esfuerzo colectivo”.
En la medida en que estas relaciones reflejan y se reflejan en su posición de clase, importa también que el enfermo las transforme. Es necesario, entonces, trasladar estas relaciones sociales al hospital; pero, igualmente, a fin de preparar la “reinserción social” del enfermo, es necesario transformar la contradicción hospital-sociedad haciendo salir a la psiquiatría del hospital.
De esta forma, se movilizan los que rodean al enfermo en la lucha ideológica: se invita a los camaradas de la unidad donde trabaja a que lo visiten y los miembros de su familia colaboran en el tratamiento. Durante el período de “convalescencia” (antes de la salida de los enfermos del hospital) se les dictan cursos de estudio donde se les proporcionan conocimientos psiquiátricos simples para que ellos mismos puedan tratar su enfermedad, proseguir la investigación sobre sí mismos a fin de descubrir, por ejemplo, la causa que desencadena su delirio. Pueden también discutir con el médico acerca del tratamiento que se les proporciona. Los enfermos curados vuelven al hospital para hacer participar de su experiencia a los otros, para hacerles conocer su lucha, lo que han puesto en práctica para triunfar sobre la enfermedad.
Por su parte los médicos visitan a los enfermos que han sido dados de alta, o bien siguen en contacto con ellos por carta.
Durante las giras por el campo o la ciudad, los médicos continúan su propia educación, forman agentes sanitarios (médicos de pies descalzos o médicos rojos) capaces de detectar y prevenir las enfermedades “mentales” así como de ayudar a los enfermos recientemente dados de alta. Pequeñas postas de tratamiento y de consulta se instalan y favorecen la “consolidación” de los enfermos dados de alta.
Pero lo esencial reside en que el enfermo, en una sociedad donde la desocupación no existe, esté seguro de reencontrar un lugar en la producción, cerca de los camaradas que lo ayudaron en su lucha contra la enfermedad(7), cuya fraternidad y conciencia política permite llevar a cabo la lucha-crítica-transformación ininterrumpida( que ha cambiado totalmente la superestructura ideológica china, arrastrando en su movimiento a la psiquiatría china, que se ha convertido en “una ciencia médica y una ciencia social al mismo tiempo”, destruyendo el viejo aparato psiquiátrico burgués, elemento indisociable del aparato represivo del Estado, y construyendo un aparato psiquiátrico de nuevo tipo al servicio de las masas obreras y campesinas, un aparato ideológico proletario.
La participación de los médicos en la vida colectiva -hacen, por ejemplo, sus comidas con los enfermos- su consagración a la comuna de enfermos, el olvido de sl que expresan frente a ellos es favorable al olvido del sl enfermo de los enfermos.
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