La nueva política: ciudades en femenino
Las ciudades en femenino que hemos elegido en las urnas pueden representar hoy un imaginario nuevo que gire alrededor de la comunidad, y en el que el miedo al otro y las psicopatías sociales sean sustituidos, por fin, por una identidad común más incluyente y más amable
María Eugenia R. Palop
La morfología de nuestras ciudades ha cambiado mucho en estos años, devastadas tanto por la corrupción urbanística y la burbuja inmobiliaria como por la privatización del espacio público y la fragmentación social. Nuestras ciudades se han debatido entre un mundo infame de espacios vacíos y la bunkerización de los nuevos ricos en urbanizaciones cerradas y “seguras”. En ese cemento reticular de carreteras en movimiento, rotondas con terribles esculturas, grandes superficies, centros comerciales, y población encapsulada, las grandes constructoras han creado para nosotros un lugar extraño al que podríamos llamar la no-ciudad. Un agujero negro que imposibilita las relaciones urbanas, el diálogo y la gestión ciudadana, y en el que los individuos son fundamentalmente votantes y consumidores (si es que ambos roles pudieran distinguirse en nuestra democracia business) unidos por vínculos líquidos e inestables. En estas (no)ciudades lo que impera es la despersonalización (porque lo que no se vincula, no es, como diría mi buen amigo y poeta Ángel Calle) y los más vulnerables están segregados por barreras y fronteras arquitectónicas, que son también sexistas, clasistas y racistas. Las mujeres, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad, los ancianos…que son los que más necesitan de la proximidad y la integración, pelean a diario en un metabolismo urbano inaccesible y depredador.
Hoy, gracias al esfuerzo de muchos, el cambio parece posible. Hoy parece posible transformar esta ciudad para sociópatas en una ciudad para el bien común. La nueva política que representan los frentes municipalistas tiene nombre de ciudad en femenino, y no solo porque son en buena parte las mujeres las que están liderando los cambios, sino porque se apoya, fundamentalmente, en una feminización de las instituciones. La nueva política ha entendido que el futuro pasa por hacer comunidad, por recuperar un relato común y por fortalecer los vínculos; una política con rostro humano que asuma nuestra mutua dependencia. Ahí están los barrios y los distritos empoderados en el programa de Ahora Madrid (esos soviets a los que se refirió una siniestra Esperanza Aguirre, envejeciendo mal). Ahí están también las declaraciones de Carmena o de Colau, hablando de la necesidad de cuidar(nos) desde los Ayuntamientos.
Cuando algunas feministas reivindicamos la feminización de las instituciones nos estamos refiriendo a esto, a ciudades cálidas que se organizan en torno a la interdependencia y el cuidado. Y pensamos que son las mujeres en femenino las que pueden garantizar este giro hacia un espacio relacional, dada su experiencia psicosocial y el aprendizaje moral que de ella han extraído. El rol que las mujeres han venido desempeñando en el ámbito privado, familiar y doméstico, ha hecho que las relaciones interpersonales sean constitutivas de su identidad como mujeres, y les ha ayudado tanto a visibilizar a los más vulnerables como a valorar la importancia de la empatía y los afectos. Hoy Carmena se reivindica “abuela” como Colau se reivindica “madre”, y esta reivindicación es la de un rol social de cuidado que lleva aparejadas habilidades y capacidades especiales y que, por supuesto, va mucho más allá del hecho biológico de la maternidad (la prueba es que Esperanza Aguirre es una abuela como también es madre Dolores de Cospedal).
En fin, la experiencia de una autonomía negada durante siglos y el aislamiento que las mujeres han sufrido en el ámbito privado, invisibilizado y/o inferiorizado, es lo que las ha capacitado, precisamente, para liderar esta nueva radicalidad institucional basada en la preservación de esos bienes comunes y esos vínculos que ellas se han ocupado de producir, reproducir y mantener a lo largo de la historia.
No hace falta aclarar, aunque lo aclaro, que lo interesante aquí es la feminidad y lo femenino, como un hecho diferencial, y que si se habla de mujeres es porque ellas son las que mayoritariamente lo generan y lo viven, pero obviamente también hay mujeres masculinizadas, como varones feminizados que han sabido revisar y releer su masculinidad, y que se han despojado voluntariamente de su violenta virilidad. Estos varones han llegado también a algunos Ayuntamientos apoyados por las diferentes olas y por las mareas que ha generado la Unidad Popular, y son y serán parte activa en este proceso de feminización que tanto necesitamos.
Por supuesto, no avanzaremos en esta dirección sin recuperar espacio público, servicios públicos, y articular genuinas políticas sociales. Hay que revertir los procesos urbanísticos que han fomentado el aislamiento y la exclusión, y dotar de identidad y de sentido al inmenso vacío de la no-ciudad. Hay que revertir los procesos de privatización a los que nos han sometido impunemente en estos años; procesos de desposesión y expropiación por los que no hemos sido ni lejanamente compensados y de los que no se ha librado ni el aire (contaminado hasta el envenenamiento), ni el agua, ni el suelo, ni siquiera las fuentes de energía que nos proporcionan el sol y el viento. Hoy sabemos, por ejemplo, que el megalómano y endeudadísimo Ayuntamiento de Madrid ha entregado 4.000 millones de euros a unas pocas grandes empresas (ACS, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL) para que controlen los servicios públicos, externalizando así, por una década, la gestión de unos bienes comunes que deberían estar en manos de la ciudadanía. El resultado ha sido el encarecimiento y la pérdida de calidad de los servicios municipales (#ascomadrid), un enorme perjuicio para la comunidad, en beneficio del sector empresarial, así como más precariedad entre los trabajadores y un aumento del paro.
Como explica muy bien Imanol Zubero en el último número de la revista Papeles, la ciudad no es solo un espacio físico, ni una aglomeración de individuos, servicios, y aparatos administrativos; la ciudad es, sobre todo, un espacio social y relacional, un imaginario que refleja el modo en el que las personas viven y se reconocen. Las ciudades en femenino que hemos elegido en las urnas pueden representar hoy un imaginario nuevo que gire alrededor de la comunidad, y en el que el miedo al otro y las psicopatías sociales sean sustituidos, por fin, por una identidad común más incluyente y más amable. ¿No creen que merece la pena pelearlo?
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Re: La nueva política: ciudades en femenino
El espacio urbano tiene género
Autor: Eduard Punset
Quizá aún pensemos que la ciudad es un espacio neutral y mixto. O por lo menos así nos lo pintaron las mitologías urbanas y los movimientos feministas del siglo pasado, que nos vendió con tanto brío la modernidad. Sin embargo, los trabajos de investigación más recientes nos indican que el espacio urbano sí tiene género y que las políticas urbanas generan un espacio masculino.
Están los temas a los que podríamos calificar de invariables: la presencia espacial de las mujeres en la ciudad es menor que la de los hombres; no aparcan en ciertas zonas, esquivan otras, evitan circular de noche. Estas cuestiones son difíciles de modificar y su interés, menor.
Los temas que nos interesan son los que dependen de las decisiones políticas y que sí podemos modificar. Las investigaciones de Yves Raibaud, geógrafo y profesor titular de la Universidad de Burdeos, identifican de modo muy concreto los espacios de ocio dedicados a los jóvenes y los medios utilizados por los municipios para financiarlos.
Sobresale que se dedican los dos tercios de los fondos públicos a las actividades masculinas, y que los espacios de ocio para los chicos son de un treinta a un cuarenta por ciento más caros. A su vez, los estudios sobre las zonas de libre acceso demuestran que las chicas –pasados los doce años– no utilizan los campos deportivos previstos para el deporte masculino, y que los lugares dedicados específicamente a las mujeres no existen.
A la pregunta sobre si esa dominación masculina de la ciudad emana de decisiones inconscientes o intencionales, Yves Raibaud nos dice que son decisiones tácitas, generadas de manera permanente por las políticas públicas. Los ediles argumentan que el deporte y las actividades de ocio son necesarios para canalizar de manera positiva la energía de los jóvenes, pero jamás relacionan dichas facilidades con un género, aunque sean solo actividades masculinas.
«Se construye un estadio porque se sabe con toda certeza que sesenta mil hombres lo ocuparán dos veces a la semana, pero nunca se plantea que la financiación pública oculta de manera sistemática la variable del género. Los políticos fingen no saber. Consideran que la distribución de actividades entre hombres y mujeres se hace de manera natural, que las mujeres están más en casa y que los hombres necesitan salir fuera. Las políticas públicas materializan de forma permanente esta separación urbana entre un universo femenino interior y un universo masculino exterior», explica el investigador.
El lector me preguntará: ¿y cuáles son las actividades femeninas? ¿Cómo deberíamos financiarlas o, al menos, pensar en ellas? Algunas de las respuestas que me dan ellas son la necesidad de ecoterritorios, algo parecido a la ruta verde que atraviesa la ciudad de Montreal, espacios naturales con curvas, lomas, agua, espacios silenciosos que unan actividades y áreas diferentes. «Queremos que la ciudad integre virtudes que ha eliminado. Queremos que la ciudad albergue espacios naturales». Y tienen razón.
Los universitarios anglosajones hablan ahora de esas décadas de enfoque sectorial que ha llevado a planificar entornos segregados (barrios residenciales, laborales, comerciales, de recreo…). En este enfoque, el tráfico domina porque unimos las esferas separadas por extensos sistemas de transporte. Y la mujer se convierte a menudo en el chófer que va de una isla a otra con los hijos y los mayores.
Los estudios indican que las mujeres necesitan espacios urbanos multifuncionales que coincidan con sus realidades cotidianas multitarea. Los barrios completos de uso mixto con distancias cortas y temporización sincronizada de servicios e infraestructuras constituyen los elementos de una ciudad que se ajusta a las necesidades de las mujeres -
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Re: La nueva política: ciudades en femenino
El Gobierno construirá una Ciudad Mujer
La ministra de la Mujer, Ana María Baiardi, anunció ayer la construcción de la Ciudad Mujer en Villa Elisa. Se trata de un proyecto que tiene como finalidad la instalación de un centro de desarrollo de atención integral a las mujeres.
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La maqueta. Las obras del proyecto del Ministerio de la Mujer arrancarán en octubre en la ciudad de Villa Elisa.
El presidente de la República dio luz verde para iniciar los trabajos.
La ministra mencionó que es un modelo exitoso en otros países latinoamericanos.
Hay una cooperación no reembolsable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La inversión global será de 2.800.000 dólares que demandará en materia de infraestructura y equipamiento.
El primer centro estará situado en Villa Elisa (Central). La intención del Gobierno es que pueda ser inaugurado en el año 2017.
“El objetivo de la Ciudad Mujer es reunir todos los servicios que da el Estado para las mujeres, ella puede llegar hasta el centro y puede hacer uso de una diversidad de servicios exclusivos, como estudios en materia de salud”, explicó la secretaria de Estado, tras la reunión con el mandatario.
Igualmente, destacó la propuesta de que la ciudad también tenga un centro especializado para atender casos de violencia contra la mujer. Otro pabellón se encargará de brindar asistencia en materia de empoderamiento económico, a través de centros de capacitación.
Baiardi destacó que las mujeres que lleguen al centro de atención lo podrán hacer en compañía de sus hijos menores. Para ese efecto, habilitarán un espacio de atención o guardería para ellos.
“El objetivo de este primer centro es demostrar la capacidad del mismo y que los gobiernos venideros puedan replicar la idea”, explicó.
La propiedad será en carácter de alquiler del Instituto de Previsión Social (IPS).
La obra debe empezar alrededor de octubre de este año y la idea es inaugurar en noviembre del próximo año.
En Ciudad Mujer no funcionará ningún albergue para atender casos de violencia contra las mujeres.
Acotó que la idea es ofrecer servicios que puedan ayudar a fortalecer su capacidad.
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