Las dos fases de la sociedad comunista y etapa de transición Jeff Sparrow escribió:Todo lo que [popularmente] se temía acerca del comunismo -que perderíamos nuestras casas y nuestros ahorros y nos obligarían a trabajar eternamente por escasos salarios y sin tener voz en el sistema- se ha convertido en realidad bajo el capitalismo.
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Antonio Pons Albi escribió:La capacidad humana para organizar ideologías absolutas, y después tener la perversión de traicionar sus mismos principios y lo que es más grave a quienes les dan la confianza, forma parte de su idiosincrasia.
Por esto es tan importante, o debería ser, el poder de una información independiente.
Y como no se quien decía, los males de la democracia se solucionan con más democracia”.[3]
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- Karl Marx y Friedrich Engels en El Manifiesto Comunista:
Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político. El Poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase.
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La historia del último tercio del siglo XX y la primera década del XXI ha puesto de manifiesto el fracaso de todas las escuelas de pensamiento económico. Esto se debe a que son escuelas filosóficas, dedicadas a crear ideologías para defender los intereses económicos, y de poder, de unas determinadas clases sociales y sectores de clase en perjuicio de otros. Todas las ideologías de las clases explotadoras se caracterizan por defender la necesidad de un estado, como forma de organización social. Por el contrario, las ideologías de las clases explotadas propugnan la destrucción de los estados, estados que consagran la expropiación de todo medio de producción a los trabajadores asalariados, y conquistar la democracia.
- Friedrich Engels en Principios del Comunismo:
XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado.
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No obstante, el estado no puede ser abolido, ni por decreto ni mediante la violencia. Solo desapareciendo la causa que hace necesario la existencia del estado; cuando el desarrollo de las fuerzas productivas hace posible que una formación social se divida en clases sociales, se necesita un instrumento de dominación para la apropiación de fuerza de trabajo ajena. Por lo tanto, solo con el desarrollo de las fuerzas productivas, que permita satisfacer todas las necesidades sociales, las clases sociales se extinguen y, con ellas, la necesidad de dominación, lo que convierte al estado en superfluo.
- Frederich Engels en Carta a Auguste Bebel:
El estado popular libre se ha convertido en el estado libre. Gramaticalmente hablando, estado libre es un estado que es libre respecto a sus ciudadanos, es decir, un estado con un Gobierno despótico. Habría que abandonar toda esa charlatanería acerca del estado, sobre todo después de la Comuna, que no era ya un estado en el verdadero sentido de la palabra. Los anarquistas nos han echado en cara más de la cuenta esto del «estado popular», a pesar de que ya la obra de Marx contra Proudhon, y luego el "Manifiesto Comunista” dicen claramente que, con la implantación del régimen social socialista, el estado se disolverá por sí mismo [sich auflöst] y desaparecerá. Siendo el estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de estado popular libre: mientras que el proletariado necesite todavía del estado no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el estado como tal dejará de existir. Por eso nosotros propondríamos remplazar en todas partes la palabra estado por la palabra ´comunidad' (Gemeinwesen), una buena y antigua palabra alemana equivalente a la palabra francesa Commune.
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La ideología comunista no es una doctrina, ni es científica, es una ideología producto del desarrollo de las fuerzas productivas, es democrática y contraria a todo tipo de explotación y opresión \"Frederich Engels en Los comunistas y Karl Heinzen escribió:El señor Heinzen se imagina que el comunismo es una cierta doctrina que partiría de un principio teórico determinado -el núcleo- a partir del cual se deducirían consecuencias ulteriores. El señor Heinzen se equivoca mucho. El comunismo no es una doctrina, sino un movimiento; no parte de principios, sino de hechos. Los comunistas no tienen por presuposición tal o tal filosofía, sino toda la historia pasada y especialmente sus resultados efectivos actuales en los países civilizados. El comunismo es el producto de la gran industria y de sus consecuencias, de la edificación del mercado mundial, de la competencia sin obstáculos que le corresponde, de las crisis comerciales cada vez más fuertes y universales y que ya se han convertido en perfectas crisis del mercado mundial, de la creación del proletariado mundial y de la concentración del capital, de la lucha entre el proletariado y la burguesía que de ello se deriva. El comunismo, en la medida en que es teórico, es la expresión teórica de la posición del proletariado en esta lucha y el resumen teórico de las condiciones de liberación del proletariado.
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El primer hecho de cualquier ser humano consiste en procurarse las sustancias y la energía necesaria para mantenerse vivo. Para satisfacer estas necesidades hay seres humanos que trabajan y producen los valores de uso que necesitan, o se concentran en producir aquellos valores de uso para los que tienen una especial habilidad, y el exceso de producción lo intercambian por los que no producen.
También existen seres humanos que se apropian del excedente de producción de la fuerza de trabajo ajena. Hay seres humanos que se apropian del excedente del trabajo ajeno de forma violenta, exigiendo un tributo, imponiendo la esclavitud, la servidumbre, el trabajo asalariado, mediante el robo, etc… Existen seres humanos que utilizan el engaño y la manipulación ideológica, y aprovechándose de las circunstancias, se apropian de trabajo ajeno tratando de ocultar tal apropiación, son los ideólogos y políticos profesionales. Existe un subgrupo de ideólogos y políticos profesionales que se oponen a la apropiación del trabajo ajeno, según sus propias palabras, son los profesionales de la “revolución”, también conocidos en la tradición comunista como revisionistas.
La lucha de clases es la forma en que unos tratan de apropiarse del excedente de producción del trabajo ajeno y otros de oponerse a esta apropiación. La lucha de clase es la manifestación de un fenómeno biológico, la lucha “egoísta” del genotipo por la supervivencia y la reproducción frente a una situación de escasez de recursos que, en los seres humanos, se transforma en apropiarse del excedente de producción del trabajo ajeno y acumular unos recursos naturales escasos. Esta lucha entre las diferentes clases sociales se produce tanto en la estructura económica, como en las estructuras ideológica y política de una formación social humana. Estas formaciones sociales se caracterizan porque el desarrollo de las fuerzas productivas ha superado la capacidad productiva de subsistencia, por lo que es posible acumular medios de producción y de consumo, pero, donde el desarrollo de las fuerzas productivas, aún no ha alcanzado la capacidad de producción para satisfacer las necesidades de todos los individuos, de dicha formación social.
- Karl Marx, 1875, Crítica al programa de Gotha:
En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!
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El comunismo, propiamente dicho, es decir, en su segunda fase de desarrollo, es un modo de producción donde el desarrollo de las fuerzas productivas ha alcanzado un nivel que permite satisfacer las necesidades de todos los individuos de la sociedad. El comunismo es un modo de producción donde, al estar cubiertas las necesidades, nadie tiene interés en apropiarse individualmente del excedente de producción ni de los medios de producción, por lo que no existe lucha de clases ni diferencias de clase, y el estado se hace superfluo. En una formación social donde existe superabundancia de todos los valores de uso, donde están satisfechas todas las necesidades de los miembros de dicha sociedad, dichos valores de uso pierden su valor de cambio, se hace superfluo el uso del dinero y en consecuencia éste desaparece. En una situación de superabundancia, ningún individuo tiene interés en acumular valores de uso, tampoco consume una mayor cantidad de ellos que la necesaria, y no es necesario contabilizar la cantidad de un valor de uso que consume cada individuo. El principio ideológico en el que se fundamenta la sociedad comunista es; “a cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad”, la base de los intercambios en la sociedad comunista es el compartir, que consiste en la provisión de bienes y servicios al grupo social sin calcular ganancia o reconocimiento. Para que esto ocurra no es necesario un nuevo tipo de hombre, si se analiza el comportamiento de los seres humanos actuales ante valores de uso superabundantes, se observa que ya actúan de este modo, por ejemplo, nadie acapara oxígeno o respira más oxígeno del que necesita y a nadie le preocupa.
- Karl Marx en Crítica al programa de Gotha:
De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. Congruentemente con esto, en ella el productor individual obtiene de la sociedad -- después de hechas las obligadas deducciones -- exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignando que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de esta bajo otra distinta.
Aquí reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de mercancías, por cuanto éste es intercambio de equivalentes. Han variado la forma y el contenido, porque bajo las nuevas condiciones nadie puede dar sino su trabajo, y porque, por otra parte, ahora nada puede pasar a ser propiedad del individuo, fuera de los medios individuales de consumo. Pero, en lo que se refiere a la distribución de estos entre los distintos productores, rige el mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo, bajo una forma, por otra cantidad igual de trabajo, bajo otra forma distinta.
Por eso, el derecho igual sigue siendo aquí, en principio, el derecho burgués, aunque ahora el principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras que en el régimen de intercambio de mercancías, el intercambio de equivalentes no se da más que como término medio, y no en los casos individuales.
A pesar de este progreso, este derecho igual sigue llevando implícita una limitación burguesa. El derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo.
Pero unos individuos son superiores, física e intelectualmente a otros y rinden, pues, en el mismo tiempo, más trabajo, o pueden trabajar más tiempo; y el trabajo, para servir de medida, tiene que determinarse en cuanto a duración o intensidad; de otro modo, deja de ser una medida. Este derecho igual es un derecho desigual para trabajo desigual. No reconoce ninguna distinción de clase, porque aquí cada individuo no es más que un trabajador como los demás; pero reconoce, tácitamente, como otros tantos privilegios naturales, las desiguales aptitudes individuales, y, por consiguiente, la desigual capacidad de rendimiento. En el fondo es, por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derecho sólo puede consistir, por naturaleza, en la aplicación de una medida igual; pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales) sólo pueden medirse por la misma medida siempre y cuando que se les coloque bajo un mismo punto de vista y se les mire solamente en un aspecto determinado; por ejemplo, en el caso dado, sólo en cuanto obreros, y no se vea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescinda de todo lo demás. Prosigamos: un obrero está casado y otro no; uno tiene más hijos que otro, etc., etc. A igual trabajo y, por consiguiente, a igual participación en el fondo social de consumo, uno obtiene de hecho más que otro, uno es más rico que otro, etc. Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual.
Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado.
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En
el socialismo el estado como tal se disuelve, al extinguirse las clases sociales y desaparecer su razón de ser; un aparato de opresión y explotación de una clase o alianza de clases sobre las demás. Del mismo modo, la existencia de estado implica la existencia de clases sociales, de explotación y por lo tanto la inexistencia de socialismo. El socialismo no es un modo de producción, es el modo de producción comunista en su primera fase de desarrollo, donde no existen clases sociales, ya que los trabajadores son los propietarios de los medios de producción;
Karl Marx y Friedrich Engels en El Manifiesto Comunista, I Burgueses y proletarios escribió:[*]Por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas modernos, que son los propietarios de los medios de producción social y emplean trabajo asalariado. Por proletarios se comprende a la clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888)
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[*]
Los recursos naturales son propiedad colectiva de todos los trabajadores teniendo en cuenta que, los recursos naturales no incorporan trabajo de nadie, de lo contrario no serían recursos naturales, y los medios de trabajo son propiedad colectiva de los trabajadores que los usan, única forma de garantizar la propiedad sobre el producto de su trabajo a los trabajadores, medios de trabajo que han comprado a los trabajadores que los han producido. Los trabajadores intercambian una cantidad de trabajo por una cantidad de trabajo idéntica, en este sentido no existe explotación, los trabajadores intercambian cantidades iguales de trabajo, nadie se apropia de trabajo ajeno. No obstante, en el socialismo, fase inferior de la sociedad comunista, donde el desarrollo de la productividad de la fuerza de trabajo, todavía, no ha alcanzado la capacidad de satisfacer las necesidades de todos los seres humanos, por lo que, en la distribución de los recursos producidos, pero todavía escasos, se da la lucha de clases. En la primera fase de la sociedad comunista impera el principio de “a cada cual según su trabajo”, esta forma de distribución es todavía derecho “clasista”, ya que se trata por igual a trabajadores que son desiguales, tanto en sus capacidades como en sus necesidades. Esta fase de la transformación comunista de la sociedad es inevitable salvo en la utópica mente de algunos anarquistas, donde es posible acostarse en el modo de producción capitalista y amanecer en el comunismo. Antes que se pueda hacer realidad la sociedad comunista en su fase superior, es inevitable atravesar diferentes fases, etapas, períodos y coyunturas de la lucha de clases, unas conocidas y otras son completamente desconocidas.
- Lenin en El estado y la revolución, capítulo V:
En el fondo, cuando los sabios profesores, y tras ellos los filisteos, y tras ellos señores como los Tsereteli y los Chernov, hablan de utopías descabelladas, de las promesas demagógicas de los bolcheviques, de la imposibilidad de "implantar" el socialismo, se refieren precisamente a la etapa o fase superior del comunismo, que no sólo no ha prometido nadie, sino que nadie ha pensado en "implantar", pues, en general, no se puede "implantar".
Y aquí llegamos a la cuestión de la diferencia científica existente entre el socialismo y el comunismo, cuestión a la que Engels aludió en el pasaje citado más arriba sobre la inexactitud de la denominación de "socialdemócrata". Políticamente, la diferencia entre la primera fase o fase inferior y la fase superior del comunismo llegará a ser, con el tiempo, probablemente enorme; pero hoy, bajo el capitalismo, sería ridículo hacer resaltar esta diferencia, que sólo tal vez algunos anarquistas pueden destacar en primer plano (si es que entre los anarquistas quedan todavía hombres que no han aprendido nada después de la conversión "plejanovista" de los Kropotkin, los Grave, los Cornelissen y otras "lumbreras" del anarquismo en socialchovinistas o en anarquistas de trincheras, como los ha calificado Gue, uno de los pocos anarquistas que no han perdido el honor y la conciencia)
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Hasta que la sociedad alcance el desarrollo de las fuerzas productivas que permita una superproducción de bienes materiales, y con ellos poder satisfacer todas las necesidades, si alguna vez se puede alcanzar esta productividad de la fuerza de trabajo, es imposible abolir el uso del dinero. De igual manera, mientras sea necesaria la división técnica del trabajo en la producción de valores de uso será necesario comerciar, en un mercado, con ellos. Algunos socialismos de subjetivismo utópico proponen que al cambiar el nombre del comercio y del dinero se cambia su naturaleza.
Resulta cuanto menos curioso que la vanguardia de profesionales de la “revolución” no acaba de entender que en el socialismo deja de haber trabajadores asalariados, ya que en el socialismo los trabajadores dejan de estar privados de la propiedad sobre los medios de producción que usan, por lo que son dueños del producto de su trabajo, y no se ven en la necesidad de vender su fuerza de trabajo a cambio de salario alguno. Es decir, en el socialismo los trabajadores dejan de ser una mercancía que se compra y se vende. En el socialismo los trabajadores pasan a ser los propietarios de los valores de uso que producen, valores que intercambian por los valores de uso que no producen, de forma directa mediante el trueque o mediando otra mercancía, que adopta la forma de dinero. O lo que es lo mismo, en el socialismo los trabajadores comercian con mercancías, ya que no tienen la necesidad de convertirse ellos mismos en mercancía.
- Lenin, Ibíd:
…Pulverizando la frase confusa y pequeñoburguesa de Lassalle sobre la "igualdad" y la "justicia" en general, Marx muestra el curso de desarrollo de la sociedad comunista, que en sus comienzos se verá obligada a destruir solamente aquella "injusticia" que consiste en que los medios de producción sean usurpados por individuos aislados, pero que no estará en condiciones de destruir de golpe también la otra injusticia, consistente en la distribución de los artículos de consumo "según el trabajo" (y no según las necesidades)
Los economistas vulgares, incluyendo entre ellos a los profesores burgueses, entre los que se cuenta también "nuestro" Tugán, reprochan constantemente a los socialistas el olvidarse de la desigualdad de los hombres y el "soñar" con destruir esta desigualdad. Este reproche sólo demuestra, como vemos, la extrema ignorancia de los señores ideólogos burgueses.
Marx no solo tiene en cuenta del modo más preciso la inevitable desigualdad de los hombres, sino que tiene también en cuenta que el solo paso de los medios de
producción a propiedad común de toda la sociedad (el "socialismo", en el sentido corriente de la palabra) no suprime los defectos de la distribución y la desigualdad del
"derecho burgués", el cual sigue imperando, por cuanto los productos son distribuidos "según el trabajo".
". . . Pero estos defectos —prosigue Marx— son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista, tras largos dolores
para su alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica y al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado. . ."
Así, pues, en la primera fase de la sociedad comunista (a la que suele darse el nombre de socialismo) el "derecho burgués" no se suprime completamente, sino sólo
parcialmente, sólo en la medida de la transformación económica ya alcanzada, es decir, sólo en lo que se refiere a los medios de producción. El "derecho burgués"
reconoce la propiedad privada de los individuos sobre los medios de producción. El socialismo los convierte en propiedad común. En este sentido —y sólo en este
sentido— desaparece el "derecho burgués".
Sin embargo, este derecho persiste en otro de sus aspectos, persiste como regulador de la distribución de los productos y de la distribución del trabajo entre los miembros de la sociedad. "El que no trabaja, no come": este principio socialista es ya una realidad; "a igual cantidad de trabajo, igual cantidad de productos": también es ya una realidad este principio socialista. Sin embargo, esto no es todavía el comunismo, ni suprime todavía el "derecho burgués", que da una cantidad igual de productos a hombres que no son iguales y por una cantidad desigual (desigual de hecho) de trabajo.
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El objetivo comunista no es igualar las rentas de los trabajadores asalariados igualando sus salarios, sino poner fin al trabajo asalariado. Donde “el que no trabaja no come”, y quien más valores de uso produce de más valor dispone. No obstante, la inmensa mayoría de los profesionales de la “revolución”, son partícipes de esta idea como manifestación de ideología burguesa. No cabe la menor duda que el trabajador, o grupo de trabajadores, que produzca un 20 % más de un valor de uso que otro trabajador, o grupo de trabajadores, dispondrá de un 20 % más de valor que dichos trabajadores. No obstante, este 20 % no es debido a un mayor salario, puesto que en el socialismo desaparecen los trabajadores asalariados, y con ellos los capitalistas, sino a que los trabajadores son propietarios del producto de su trabajo, y dicha diferencia es debida a que han trabajado más y/o mejor. En el capitalismo se suele producir la circunstancia que trabajadores, aun en el caso de trabajar más y/o mejor que otros, perciben una retribución salarial inferior, o percibiendo un salario superior es tanta la diferencia de valores de uso producidos que, los trabajadores asalariados más productivos, están sometidos a una tasa de explotación superior. Que un trabajador, o grupo de trabajadores, perciba una mayor renta, porque se dispone de una mayor capacidad productiva, no entra en contradicción con el socialismo, "de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según su trabajo". Sin embargo, si entra en contradicción abierta con el capitalismo, y los otros sistemas de producción basados en la explotación, donde, por lo general, no solo hay quien vive de renta sin producir nada, sino que una parte de los que no producen nada son los que perciben las mayores rentas.
Un problema que se plantea en el socialismo es que resulta imposible, con el actual nivel de conocimientos científicos, conocer las capacidades de un individuo. Por lo que solo se puede planificar la producción de forma estadística. Si se sospecha que alguien puede producir valores de uso en un 20 % más de la media, pero solo produce un 15 %, pues solo dispondrá de un 15 % más de valor que la media, pudiendo disponer de un 20 %. Y la mayoría no podrían honradamente reprocharle mucho, si prefiere renunciar a ese 5 % de valor por estar en compañía de sus seres queridos, o realizando otra actividad, que estando menos cualificado profesionalmente le produce una mayor satisfacción emocional. En el caso que se sospeche que pudiendo producir un 15 % menos que la media, produzca un 20 % menos, pues dispondría de un 5 % menos del valor del que podría disponer, por lo que se puede deducir que seguramente tenga unas menores necesidades que la media, como mínimo en ese 5 %. Por lo que la mayoría honradamente tampoco podrían reprocharle mucho, por el mismo motivo que en el caso anterior. Surge un problema cuando, en el socialismo donde todavía no se pueden satisfacer todas las necesidades sociales, alguien produce valores de uso en un 20 % menos que la media, por una menor capacidad de producción motivada por un accidente, una enfermedad, una predisposición genética, una catástrofe natural o una catástrofe económica producida por los errores de los trabajadores encargados de planificar la producción, y teniendo en cuenta unas necesidades mayores a su capacidad de producir valores de uso, como suele ser lo normal. Pero para estas circunstancias se han inventado los seguros, donde los trabajadores pueden cubrir estas contingencias aportando un porcentaje de sus ingresos, con lo que se garantizan una renta mínima.
La sociedad comunista surge y se desarrolla de las propias entrañas de la sociedad capitalista. Previamente a la existencia de las relaciones de producción capitalistas es necesario que la fuerza de trabajo deje de ser propiedad individual, o esté ligada a los medios de producción, y pase a ser propiedad común de los capitalistas. Es decir, es necesario producir hombres desposeídos de todo medio de producción y de subsistencia y, en consecuencia, puedan vender “libremente” el usufructo de su fuerza de trabajo que no la propiedad, puesto que en el modo de producción capitalista su propia fuerza de trabajo no les pertenece a los trabajadores asalariados. La existencia de la mercancía fuerza de trabajo, y la propiedad común sobre ella por parte de los capitalistas, es garantizada por el estado mediante el monopolio de la fuerza. Bajo las relaciones de producción capitalistas, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas alcanza una determinada fase de desarrollo, comienza la socialización de los medios de producción, mediante las llamadas sociedades anónimas. La última fase en la socialización de los medios de producción bajo las relaciones de producción capitalistas, consiste en la propiedad común de los medios de producción por parte de todos los capitalistas, bajo la forma jurídica de propiedad del estado.
- Mao Zedong en Sobre la nueva democracia:
Es del dominio público que el Partido Comunista tiene, respecto al sistema social que propugna, un programa para el presente y otro para el futuro, o sea, un programa mínimo y uno máximo. Para el presente, la nueva democracia, y para el futuro, el socialismo: éstas son dos partes de un todo orgánico, guiadas por una y la misma ideología comunista.
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Si bien en sentido estricto no ha existido una formación social que se pueda denominar socialista, ya que no han existido formaciones sociales sin clases sociales y por lo tanto sin estado, salvo las primitivas sociedades de cazadores recolectores. No obstante, sí han existido formaciones sociales donde el poder lo han detentado los trabajadores. Es decir, formaciones sociales donde ha sido abolida la dictadura de la burguesía e instaurado la nueva democracia, como en la Comuna de Paris, la Revolución de Octubre, La revolución en Yugoeslavia, en Albania, en China, etc…
Entre el capitalismo y el comunismo en su primera fase de desarrollo media una fase de transición;
La nueva democracia es un estado alianza de las diversas clases trabajadoras y anti-imperialistas, que se caracteriza por no importar ni exportar capital. Donde existen las más amplias libertades democráticas para el conjunto de clases populares y la más severa dictadura para el imperialismo. En la nueva democracia el capitalismo ha sido derrotado, pero, no ha desaparecido, siguen existiendo de forma inevitable relaciones de producción capitalistas, juntamente con las relaciones de producción comunistas triunfantes, pero aún débiles, debido al todavía escaso desarrollo de las fuerzas productivas en algunas ramas de la producción. El escaso desarrollo de las fuerzas productivas, bajo la nueva democracia, abre la posibilidad de la reinstauración de nuevo del régimen de producción capitalista, bajo la forma de
capitalismo de estado. De donde se puede deducir que la primera tarea que se le presenta a los trabajadores cuando alcanzan el poder en una formación social, para impedir la reinstauración de relaciones de producción capitalistas, es el desarrollo de las fuerzas productivas hasta un grado que imposibilite la existencia de relaciones de producción basadas en la explotación capitalista, o de cualquier otro género de explotación. Ahora bien, el desarrollo de las fuerzas productivas depende en primer lugar del estadio de desarrollo en que se hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, de la coordinación social del proceso de producción, del nivel medio de destreza del trabajador en la producción y el uso de los medios de producción, y de los recursos naturales que disponga dicha formación social en el momento de la toma del poder por parte del proletariado, y poco se puede saber al respecto de antemano. No obstante, en un estado de nueva democracia es imprescindible, para impedir que los cuadros y funcionarios seguidores de la vía capitalista se hagan con el poder del estado, que los cargos políticos sean elegidos periódicamente mediante sufragio universal, libre, igual, directo, secreto, que actúen por mandato, siendo responsables de no cumplir los mandatos electorales y pueden ser revocados en cualquier momento por los electores, y que la retribución de los funcionarios del estado sea la del salario medio de un trabajador.
- Mao Zedong en El régimen constitucional de nueva democracia:
La democracia de viejo tipo, practicada en otros países, está hoy en decadencia y se ha hecho reaccionaria. En ninguna circunstancia podemos aceptarla. El régimen constitucional del que hablan los recalcitrantes chinos es la democracia burguesa de viejo tipo existente en el extranjero. Ellos pregonan su deseo de tal régimen constitucional, pero en realidad no lo quieren, y hablan de él sólo para engañar al pueblo. Lo que en verdad desean es la dictadura fascista de un solo partido. La burguesía nacional china sí quiere realmente este tipo de régimen constitucional, y anhela establecer en China la dictadura burguesa; pero nunca lo conseguirá, pues el pueblo chino no lo desea, ni acepta la dictadura uniclasista de la burguesía. Los asuntos de China tienen que ser decididos por la gran mayoría de los chinos; el monopolio del Poder por la burguesía ha de ser rechazado de plano. ¿Y la democracia socialista? Claro que es algo muy bueno, y en el futuro se realizará en todo el mundo. Pero, hoy en China es impracticable todavía y, en consecuencia, tenemos que pasarnos sin ella por el momento. Sólo cuando las condiciones estén dadas, será posible poner en práctica la democracia socialista. El tipo de régimen democrático que necesitamos ahora no es el viejo ni tampoco el socialista, sino el de nueva democracia, que corresponde a las actuales condiciones de China. El régimen constitucional que nos disponemos a implantar debe ser de nueva democracia.
¿Qué es el régimen constitucional de nueva democracia? Es la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias sobre los colaboracionistas y reaccionarios.
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Algunos autores clásicos de la teoría comunista, y muchos militantes comunistas, sostienen que el período de transición entre el capitalismo y el comunismo, en su primera fase de desarrollo, la denominada nueva democracia, es una etapa que se puede considerar dentro de la fase socialista de la evolución social.
Hay “comunistas” partidarios de una sociedad sin estado, al mismo tiempo defienden un estado propietario de los recursos naturales, y de los medios de producción, que asalarie a los trabajadores. No ven u ocultan la contradicción teórica, dicen que en esto consiste la socialización de los medios de producción. No son partidarios que los trabajadores sean los propietarios de los medios de producción en condiciones de igualdad, difunden que el movimiento del trabajo cooperativo es contrario al comunismo. Mientras existan trabajadores asalariados existirá la explotación, independientemente de quién pague el sueldo a los trabajadores.
- Karl Marx en Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores:
Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía sobre la Economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y, sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas «manos» audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las «manos»; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría. Roberto Owen fue quien sembró en Inglaterra las semillas del sistema cooperativo; los experimentos realizados por los obreros en el continente no fueron de hecho más que las consecuencias prácticas de las teorías, no descubiertas, sino proclamadas en voz alta en 1848.
Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quizá, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen, ridiculizándolo como una utopía de soñadores o estigmatizándolo como un sacrilegio socialista. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. Muy lejos de contribuir a la emancipación del trabajo, continuarán oponiéndole todos los obstáculos posibles. Recuérdense las burlas con que lord Palmerston trató de silenciar en la última sesión del parlamento a los defensores del proyecto de ley sobre los derechos de los colonos irlandeses. «¡La Cámara de los Comunes —exclamó— es una Cámara de propietarios territoriales!»
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