Atendiendo a la pobreza seudoargumental del mensaje del usuario
Deng, voy a tomarme la licencia de no responder a su huero mensaje. Acusa a otros de perder el tiempo absorbidos en "pajas mentales", pero es usted el que está en un foro hegemonizado por aristobreros reformistas (autoproclamados comunistas, eso sí) soltando bilis a diestro y siniestro y sin aportar ningún argumento digno de ser tenido en cuenta. Curiosa forma de "aplicar el marxismo", que es lo que nos reclama a los que, ciertamente, sí nos esforzamos en sustentar ideológicamente nuestras posiciones políticas.
Por el contrario, agradezco al usuario
Almogaver que, en su último mensaje, sí haga un mínimo esfuerzo por estructurar teóricamente su postura. Esto pondrá de manifiesto las dos líneas, correspondientes a las dos clases fundamentales de la sociedad, aquí enfrentadas.
Almogaver escribió:No digo gilipolleces, conozco vuestros postulados. Y sí, los deducís sacando una supuesta ciencia pre-existente a todo, capaz de descifrar "el movimiento" del pensamiento, la sociedad y la naturaleza. Algo bastante común entre marxistas pero que vosotros interpretáis (porque sí, interpretáis, esto no es como la física que puedes hacer previsiones sobre cuando y cómo caerá una piedra, es filosofía) tan a vuestra manera que acabáis sacando una lucha de dos líneas, una teoría de como se contruye un partido y hasta algo tan inverosímil como una guerra civil. No va a pasar, no soy un científico de nada, pero ya os digo que ni vais a reconstituir ningún partido comunista ni iniciaréis ninguna guerra popular ni mucho menos ganaríais. Lo que pasa es que es muy cómodo ser de LdR porque nunca tenéis que poner a prueba, en la práctica, la potencialidad real de vuestra teoría, por eso siempre podréis hablar de que "avanzáis"; claro, si avanzar es discutir por internet... Entre sectas marginales. En 10 años. Sin pisar un movimiento social.
Sintiéndolo mucho por usted, a pesar de que diga conocer nuestros postulados, vuelve a confundirse absolutamente al enjuiciar nuestras tesis. Si hubiera leído (o entendido) alguno de los documentos fundamentales de la Línea de Reconstitución (por ejemplo Debate con la Unión de Comunistas para la Construcción del Partido. Alrededor de la ciencia y la praxis revolucionaria, Sobre el Ciclo revolucionario, el maoísmo y el internacionalismo o Algunas consideraciones sobre el maoísmo), sabría que para nosotros las leyes y los instrumentos de la revolución (la lucha de dos líneas, el modelo de constitución del Partido, la Guerra Popular, etc.) no son elementos "preexistentes" a la praxis revolucionaria del proletariado, no pueden deducirse
a priori de la lógica dialéctica, sino que aparecen y existen sólo en la medida en que el proletariado revolucionario las crea con su actividad práctico-crítica. Le aconsejo repasar las
Tesis sobre Feuerbach de Marx (en especial la I y la III) para comprender cabalmente esta cuestión. La experiencia histórica del proletariado demuestra sobradamente que toda intentona que no pase por la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia para la clarificación ideológica, por la constitución del Partido Comunista como organismo social que fusione a la vanguardia y a las masas y por la Guerra Popular como estrategia militar está condenada, hoy, al fracaso. Naturalmente, tanto la quimera insurreccionalista de los
ortodoxos revisionistas como el cretinismo parlamentario de sujetos como usted.
Se queja, después, de que no pisamos los movimientos sociales. Pero olvida dos cosas fundamentales: en primer lugar, que la mayoría (por no decir la totalidad) de los militantes, colaboradores o simpatizantes de la Línea de Reconstitución hemos pasado por tales movimientos espontáneos y/o por la militancia revisionista. Y precisamente por eso, contrastando lo (poco) que sabíamos de marxismo-leninismo con la práctica estéril de una vanguardia desorientada, es como hemos podido escindirnos de la inercia espontaneísta que gobierna la mente del comunista medio. En segundo lugar, usted parece desconocer los antecedentes del primer Partido proletario de Nuevo Tipo de la historia. Apuesto a que le suena el nombre de Plejánov y el Grupo Emancipación del Trabajo. Pues bien, ese grupo, compuesto en toda su historia por unos 4-5 miembros (¡en un país que entonces contaba con más de 100 millones de habitantes!), fue el que sentó las bases intelectuales, ideológicas y culturales del marxismo en Rusia. Sin ese trabajo previo, preparatorio, sabe usted bien que no habríamos oído hablar de Lenin, ni del Partido Bochevique, ni de la URSS. Igualmente, le interesará saber que el I Congreso del POSDR reunió exclusivamente a 9 delegados, y el del Partido Comunista Chino, a doce. Entenderá por qué los argumentos basados en criterios cuantitativos (que denotan un empirismo bastante ramplón) sólo pueden provocar en nosotros una carcajada.
Almogaver escribió:Lamento que no se haya enterado de que, hasta día de hoy, las guerras populares han triunfado en países feudales. En la medida que los países se modernizan, desaparecen los partidos maoístas con dicha estrategia militar o quedan relegados a zonas montañosas o selváticas sin éxito militar alguno más allá de sus escondites. Y no sólo queda confirmado por los maoistas sino por cualquier guerrilla que empieza del campo a la ciudad. Aunque claro, como usted nunca va a coger un kalashnikov, no importa mucho. Siempre podéis coger cualquier hecho histórico y meterlo con calzador en tu visión de lucha de dos líneas. Deberías salir a la calle y preguntarle al proletariado, al real, el que según tu es aristocracia obrera por organizarse en los movimientos sociales, qué le parecería alistarse en tu ejército revolucionario.
Aquí, de nuevo, usted hace gala de una completa incomprensión de los postulados más básicos del marxismo-leninismo. Demostrando otra vez su ceguera empirista, confunde la
forma en la cual se presentan determinados fenómenos históricos con su
contenido. ¿Por qué la Guerra Popular ha sido hasta ahora únicamente implementada en países semi-feudales? Porque la hegemonía ideológica y política de la aristocracia obrera (clase a la que usted representa) en el seno del proletariado de los países imperialistas hacía imposible que la cadena imperialista encontrara su eslabón débil en otro lugar que no fueran países semi-feudales y/o semi-coloniales, desbordados de contradicciones que reclamaban su solución histórica. Por el contrario, hoy, con la proletarización de amplios sectores de la aristocracia obrera desde los años 70 (¿por qué cree usted que sus referentes intelectuales luchan contra el "neoliberalismo" y no contra el capitalismo en general?) ese eslabón débil no tiene por qué ser necesariamente un país atrasado (de hecho el Estado español es un firme candidato a ser eslabón débil, lo que nos confiere una tremenda responsabilidad histórica). Por lo tanto, lo que expresa la consigna maoísta "del campo a la ciudad", si se quita por un momento sus gafas de redomado empirista, no es una sucesión o jerarquía lógica y universal, sino la forma que adopta necesariamente una guerra entre clases dada la ordenación geográfica del mundo del capital: "de la periferia al centro". Es decir, que en un país imperialista y urbano como el nuestro, "el campo" (o sea, la periferia) son precisamente los barrios obreros donde la revolución encuentra su base social; por el contrario, "la ciudad" (el centro), está aquí representado por el corazón de las urbes modernas, usualmente poblado por burgueses y pequeñoburgueses.
Hay que señalar, no obstante, que sus argumentos siguen siendo pobres y falaces. Porque nadie va a proponer hoy a las amplias masas del proletariado que se unan a ningún ejército, ni que cojan un fusil. De lo que se trata, repito, es de
crear las condiciones ideológicas, políticas y organizativas (por no hablar de las sociales y culturales) que permitan que esa llamada a la
crítica de las armas sea inteligible para la clase y respondida positivamente. Y esa labor preparatoria de reconstitución (que no es fácil ni rápida, recordemos que entre la conversión de Plejanov al marxismo y la revolución socialista rusa pasan más de 30 años) es a la que usted a renunciado por las ilusiones que, ingenua o cínicamente, despierta en su persona el Estado capitalista español.
Almogaver escribió:
Efectivamente la gente confía en las instituciones de la burguesía, porque hasta día de hoy no ha habido diseño político mejor para intentar evitar la arbitrariedad. Y ya que usted me habla como si el materialismo histórico fuese una ciencia que tú determinas, porque el criterio para demostrar objetividad es lo que vosotros queréis, hablaremos de dialéctica e historia. Le informo que la dialéctica no trata de síntesis que crean afirmaciones completamente nuevas, sino de la conservación de lo viejo en su superación, por lo que siendo estrictamente dialéctico el diseño institucional "burgués" no tendría que ser negativo per se, sino su sometimiento al capitalismo; y su superación no tendría que arrasar con todo lo existente y crear algo totalmente nuevo, sinó que debería ser conservar los avances históricos como las instituciones que tu consideras "burguesas". El caso es que puede que me equivoque porque estoy forzando la realidad para encajarla en la dialéctica, la teorizada por la filosofía alemana, no lo que vosotros creéis que es una ciencia. Pero sí que hay algo que puedo afirmar con toda rotundidad: Si vosotros pretendéis hacer la revolución a tiros, bombas y muertes, ya te aseguro que el proletariado se pondrá del lado de las instituciones "burguesas". Por suerte para vosotros, ningún comunista os tomará por gente seria y no os haréis daño ni a vosotros ni a los demás.
¡Qué maravilla de párrafo! ¡Qué derroche de erudición! ¡Qué buena repetición de las ideas del infame Carlos Fernández Liria! (¿Nos propondrá, como ya ha hecho Liria
siguiendo a Bernstein,
volver a Kant para renunciar al
idealismo de Marx?) Para empezar, usted miente en un aspecto esencial. Dice que no ha habido "diseño político mejor" que el Estado burgués, obviando, ¡por enésima vez!, las enseñanzas que nuestra clase (o la mía, por lo menos: el proletariado revolucionario) nos legó: por ejemplo, la Comuna de París; por ejemplo, la Unión Soviética; por ejemplo, la República Popular China. Pero claro, veo que su objetivo de clase es la lucha contra la "arbitrariedad" (es decir, su apuesta política es por el
orden, no por la
subversión), y en ningún caso la lucha contra el capital, la burguesía, sus instituciones y su concepción del mundo. Después, para variar, usted tergiversa la dialéctica a placer. Dice una media verdad: que la dialéctica, al
superar lo viejo,
conserva algunos de sus elementos. Bien. Pero obvia la otra mitad de la dialéctica, precisamente la que le quita la razón: lo que es
conservado en su
superación, también es
suprimido,
cancelado (seguro que conoce la palabra alemana
Aufheben). Siendo esto así, su apología del Estado burgués se viene abajo inmediatamente. Usted vuelve a confundir la forma con el contenido, y so pretexto pretendidamente dialéctico, apuesta por preservar las instituciones burguesas (en las que tan cómodo se siente, como buen contrarrevolucionario) en vez reconocer las conquistas históricas de la burguesía (por ejemplo, la igualdad jurídica entre individuos frente a la estamentación feudal, la creación de grandes mercados nacional-estatales frente al fraccionamiento de la vida económica feudal, la unificación del globo como sistema-mundo, que posibilita la emancipación universal, etc.), que sería lo adecuado.
Dice usted poco después que "ningún comunista os tomará por gente seria y no os haréis daño ni a vosotros ni a los demás". Supongo que la "gente seria" es la que, como usted, adapta como quiere la dialéctica sus intereses de clase reformistas; la que, como usted, renuncia a la revolución por la única vía en que ésta es posible: la guerra de clases; la que, como el personaje llamado
Deng, cree que puede explicar un fenómeno tan complejo y rico como la Línea de Reconstitución aludiendo a las "pajas mentales" como categoría teórica, etc. Si ustedes son los "serios", ¡qué bendición no estar en su selecto equipo!
Para acabar, aplaudo su condena de la violencia revolucionaria. No porque yo esté de acuerdo con semejante delirio pacifista y abiertamente burgués, sino porque le sitúa a usted claramente en la trinchera a la que pertenece: en la de los enemigos del proletariado, de la revolución y, en conscuencia, de la humanidad.