«El tema de «Euskadi Ta Askatasuna» (ETA) es un tema en el que muchos autodenominados marxista-leninistas han fallado en analizar por sentimentalismo, seguidismo o cobardía a las posibles represalias. ¿Cómo trata Reconstrucción Comunista (RC) ese tema? Vuelven a no diferenciarse del resto, y aunque como muchos se presenta como «críticos» de ETA y la deriva de la izquierda abertzale, no pasa de ser en realidad un «criticismo» que esconde resabios de la propia propaganda del entorno etarra. De hecho su último artículo ha sido aplaudido entre todos los círculos conocidos por su postura nacionalista y proetarra, porque alimenta los mitos en torno a ETA, apoya la continuación de la lucha armada enfocada en su visión terrorista y elude criticar la esencia nacionalista, ecléctica y oportunista que ha portado la organización desde sus inicios. Veámoslo todo sin más dilación.
Desde plataforma Universidad Obrera, nos dicen que:
«El pueblo vasco no ha diseñado ni ha sido partícipe del desarme, ni siquiera ha tenido la oportunidad de elegir cómo tendría que ser ese supuesto proceso de paz». (Universidad Obrera; Sobre el desarme de ETA: El proceso de paz vasco y los artesanos de la paz, 2017)
¿Cómo va el pueblo vasco a participar y dirigir en las decisiones políticas de una organización como ETA y todo lo relacionado con ella –como su desarme– cuando ha sido y es una organización de tipo conspirativa y militarista? ¡¿A qué necio se le ha ocurrido escribir tal cosa?! Suponemos que al propio Roberto Vaquero. Aquí se ve que el autor considera a ETA un movimiento de liberación nacional, como representante y dirigente del pueblo vasco porque simplemente ha cogido las armas, solamente la pluma de un revisionista carcomido por la propaganda y lógica de ese movimiento puede portar ese ideario. Cuando se habla del apoyo durante décadas a ETA: recordemos que sus partidos legales de referencia como Herri Batasuna jamás han alcanzado ni siquiera un 20% de apoyo en las elecciones, un apoyo muy escaso sobre todo si tenemos en cuenta que varios partidos como el PCE (r) han pedido su voto en diversas elecciones. Y ya no eso si no que cualquier organización de la izquierda abertzale ha sido incapaz de revertir la conciencia de los trabajadores vascos que seguían mirando como referente nacionalista al Partido Nacionalista Vasco (PNV), que siempre ha llevado la voz cantante –salvo breves excepciones en determinados territorios–, como sigue ocurriendo actualmente, por tanto el grupo pequeño burgués de ETA nunca ha sido referente del movimiento de liberación nacional vasco ni en sus momentos álgido, sino que ha sido hegemonizado por la burguesía vasca del PNV como siempre. Así que ni por un lado –por el mero hecho de tomar las armas– ni por otro –la representación en las elecciones legales–, ni por su apoyos social –minoritario en comparación con el del PNV y PSOE– se demuestra que ETA haya vanguardizado nunca al pueblo vasco.
Actualmente se ha causado mucho revuelo en el veinte aniversario del secuestro y asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco, miembro del Partido Popular (PP) en el pequeño pueblo de Ermua. Acto que movilizó en diferentes calles varias manifestaciones contra ETA. Esa acción es muy significativa, porque llegó a conseguir que por ejemplo en San Sebastián se movilizaran 50.000 personas contra la sede de Herri Batasuna, el partido legal afín a ETA, allí los miembros de la Ertzaintza por primera vez se quitaron el pasamontañas en señal de que no tenían miedo a las represarías de los etarras, el público vitoreó a la Ertzaintza. Esto viene a mostrar nítidamente que ETA lo que consiguió más de 30 años después de su fundación fue ponerse a la población en contra y lograr la glorificación de los cuerpos de seguridad, a los cuales la burguesía podía presentar fácilmente delante del pueblo trabajador como héroes que les protegían del terrorismo de esta banda. Luego todavía existen idiotas que dudan en afirmar si ETA benefició al Estado burgués a la hora de criminalizar a revolucionarios.
Volviendo al artículo de Universidad Obrera. En otro lugar respecto al desarme se lee:
«Los intereses de clase que esconde este desarme no hay que buscarlos en si lo apoya un partido político concreto, sino en qué circunstancias se da, qué consecuencias tiene y a dónde está dirigido, que como ya hemos mencionado anteriormente lo está a reforzar el aparato estatal burgués y el monopolio de la violencia por parte de este». (Universidad Obrera; Sobre el desarme de ETA: El proceso de paz vasco y los artesanos de la paz, 2017)
Vaya, casualmente una vez más RC coincide con el argumento de eclécticos seguidistas como Hasél:
«En estos términos habla también la izquierda domesticada que festeja el monopolio de la violencia del Estado hablando de paz en abstracto, como si pudiera haber paz con desahucios, con represión, con explotación, con paro masivo, con miseria. Hablar en esos términos es hacerle un favor al Estado opresor como si la paz fuera compatible con sus brutales injusticias. Que les digan a las familias de los más de 600 trabajadores que cada año son asesinados por el terrorismo patronal, obligados a trabajar sin seguridad, que hay paz sin ETA». (Pablo Hasél; ¿De qué paz nos hablan? –Sobre el desarme de ETA–, 11 de abril de 2017)
Pero nuestra crítica se aleja bastante de los motivos de los reformistas y pacifistas que celebran el fin de la banda nacionalista y terrorista ETA. Ya que los marxistas-leninistas realizan su propio análisis independiente, lejos tanto de los aventureristas y filoterroristas como de los reformistas y pacifistas.
Primero. El destino de ETA no podía ser otro que éste:
«Bajo una línea ideológica pequeño burguesa, ecléctica y vacilante, su destino no podía más que: 1) acabar liquidada por sus propios referentes, programas y estrategias militares erradas como fue el caso del PRT-ERP en Argentina, las RAF en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia... o; 2) abandonar la lucha en un compromiso deshonroso para integrarse en el aspecto político de la democracia parlamentaria democrático-burguesa como partido político, como los casos del FMLN en El Salvador, Sendero Luminoso en Perú, Tupamaros en Uruguay, el MIR en Chile o ETA en España. Así es la historia». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
La línea que ha adoptado ETA desde hace décadas ha ido hacia la claudicación política hacia el socialdemocratismo que de otra parte siempre ha estado presente entre sus filas: han sido planes utópicos y reformistas como la Alternativa KAS, constantes treguas y negociaciones con el destino del acercamiento de presos, posibles amnistías, garantías de creación o de no ilegalización de sus organizaciones políticas a cambio de promesas para el desarme y disolución de la organización. En los últimos años se han atrevido incluso a sacrificar su mayor reivindicación por la que recalaban apoyos desde el exterior y daban cierta legitimidad a ojos del espectador: el derecho de autodeterminación, aceptando que ahora la democracia burguesa si es una herramienta que puede proporcionar medios legales para conseguirla. Un final tan patético como predecible.
Segundo. Si el legalismo y el pacifismo es una desviación derechista a evitar por los marxista-leninistas, y el aventurerismo y el terrorismo es una desviación izquierda también a evitar, ¿en que perjudica a las masas trabajadoras que una organización nacionalista y llena de revisionistas abandonen unas desviaciones o las otras? ¿Por qué se lamenta el final de una organización que ha retrasado con su nacionalismo-terrorista la concienciación y organización de los trabajadores, y que ha amenazado de muerte a los marxista-leninistas que criticaban sus desviaciones? Veamos otro ejemplo sobre «a quién beneficia». Si un movimiento practica el cretinismo parlamentario y peca de legalismo burgués, llega a gobernar en diversos municipios y provincias, tiene ciertas cuotas de poder como ocurre con Bildu o Sortu –donde han ido a parar los restos de ETA–, pero si un día dichas organizaciones abiertamente socialdemócratas decidiesen disolverse tras demostrar que no resuelve los problemas de los trabajadores y no puede granjearse su confianza: ¿en qué iba a perjudicar esta decisión a los marxista-leninistas y a la clase obrera? En nada. Si por otro lado un movimiento como ETA, famoso por el uso inconsciente de la violencia y por atentar contra la propia clase obrera, por haber tenido y tener infiltrado a varios agentes de los servicios de seguridad y ser a la vez la excusa preferida del Estado para agudizar la represión, siendo una organización que cuenta con el sólido rechazo de la mayoría de la clase obrera: ¿en qué puede perjudicar su disolución a los intereses marxista-leninistas? En nada. Al revés, hoy, cabe preguntarse qué precio han pagado los verdaderos revolucionarios y marxista-leninista en Euskal Herria por haber sufrido la carga de que por la propaganda sean identificados con el terrorismo etarra.
Reconstrucción Comunista al igual que el Partido Comunista de España (reconstituido), intentan distanciarse de ETA y presentarse como «críticos», pero es un vano intento pues siempre han hecho una apología y un repugnante seguidismo a su organización comprando las justificaciones de su propaganda. , Y eso no pude ser de otra forma pues como los trotskistas eclécticos y los viejos pistoleros románticos del anarquismo, les excita el terrorismo y se empeñan en defender a capa y espada cualquiera cosa que huela a pólvora:
«Las vacilaciones sin principios a la «izquierda» y la derecha, la unidad a veces con los oportunistas de extrema derecha y en otras ocasiones con los elementos extremistas y aventureros de «izquierda», es también un rasgo característico de los conceptos y actitudes de los trotskistas. (...) Por un lado los trotskistas ponen por los cielos el uso de la violencia al azar, apoyan e incitan a los anarquistas y los movimientos de «izquierda» que carecen de perspectiva y de un programa revolucionario claro, trayendo una gran confusión y desilusión en el movimiento revolucionario, como las revueltas caóticas de los grupos armados o la guerra de guerrillas no basadas en un amplio movimiento de masas organizado». (Agim Popa; El movimiento revolucionario actual y el trotskismo, 1972)
También es normal esta admiración por la violencia sin contenido revolucionario, pues RC como ya hemos visto y demostrado en innumerables ocasiones, está plagado de elementos skinheads y hooligans, que el único uso de la violencia que conocen es con fines pandilleriles. RC como su homólogo el PCE (r) se han preocupado más de apoyar y promover los actos de kale borroka –lucha callejera– al lado de los sectores «borrokas» y proetarras –creyendo que así ganan influencia– que de organizar y educar a las masas –en especial la juventud– en el marxismo-leninismo y derribar los mitos sobre ETA. Algo que sí es una necesidad apremiante.
La «kale borroka» –lucha callejera en vasco– es una fórmula promovida históricamente por ETA entre sus organizaciones juveniles satélites, una táctica que se hizo notar sobre todo en los 90, el fin era «mantener el ambiente caliente» para presionar al gobierno. En realidad la kale borroka era una táctica sin participación real de las amplias masas y alejada de fines políticos concretos: son actos como quema de contenedores, pintadas a favor de los presos etarras, destrozo de papeleras, locales, bancos, lanzamientos de cócteles molotov hacia entidades bancarias y demás acciones que bajo la idea anarquista de que esas actuaciones de «acción directa» son las que verdaderamente «debilitan al sistema». Se ejecutan ciegamente sin tener en cuenta el estado de ánimo de la población ni el estado de seguridad de la propia organización para realizarlas y salir indemne, por lo que en el acto o poco después siempre resultan en la detención de los autores. La realidad demuestra que esos bancos y locales que atacan tienen seguros que cubren tales desperfectos sin problema alguno, cuando no los locales afectados son de humildes pequeño burgueses aquejados por la crisis, además que obviamente el desperfecto del mobiliario urbano causado en ocasiones produce el rechazo y malestar de la población, pues podría ser tolerado por los propios vecinos de la zona si viesen reivindicados sus derechos y preocupaciones reales en las consignas de los autores, si hubiese un programa mínimo popularizado entre los vecinos, y sobre todo si ellos fuesen los propios autores de las protestas y luchas, es decir, si hubiesen sido persuadidos de la necesidad de formar parte en las movilizaciones –bien sea en forma violenta o pacífica según se verse– por una causa que conscientemente consideran justa, como ocurrió no hace tanto en las luchas obreras de Linares en 1994, los disturbios de Gamonal en 2014 o las luchas vecinales contra el soterramiento del AVE en Murcia más recientemente, ejemplos de luchas masivas y exitosas las hay en todo el territorio peninsular.
Pero la forma y el contenido de las acciones de la llamada kale borroka planteada por ETA, aunque tuviesen ciertas simpatías en algunas épocas por diversos motivos dentro de la izquierda abertzale y el nacionalismo vasco, a la fuerza hicieron que por la población trabajadora considerase esas acciones como actos sin conexión con ella, como un edulcorante que ETA utilizaba para mantener bajo presión al gobierno y obtener una negociación para sus intereses propios –que cada vez distan más de los problemas reales de las masas trabajadoras–, y entre la propia juventud combativa se vio que esas formas de lucha aisladas, por intereses gremiales de la organización, sin conexión con las amplias masas, no suponían un avance real en sus aspiraciones, por lo que se decepcionaban pronto.
Lejos de «calentar el espíritu de combate» lo que ha conseguido la «kale borroka» es un «enfriamiento» y confusión mayor sobre el uso de la violencia y las luchas callejeras, tan necesarias para qué las masas trabajadoras ganen experiencia y preparen la revolución.
Otro tema no baladí, es que estas acciones eran protagonizadas por la juventud, la cual, pese a tener nexos innegables con el resto de capas de la población, no todos sus intereses son igual al del resto de capas de la población, por tanto, ante un movimiento protagonizado por jóvenes casi en exclusiva, sin un programa claro, ni una perspectiva real que se preocupase del resto de la población que no se sentía identificada con todo esto, lo veían pues, como «pecados de la juventud» con toda razón.
Lenin aconsejó a los revolucionarios suizos que según la experiencia de los bolcheviques la lucha por el socialismo debía emitirse en una propaganda que combatiera sistemáticamente tanto el pacifismo de los oportunistas como el terrorismo de los aventureros anarquistas, que se debía educar a las masas en el uso de la violencia revolucionaria, pero siempre involucrando al pueblo en ese desempeño, para llegado el momento, poder ejercer una insurrección armada llevada a cabo por las amplias masas concienciadas, algo que es muy diferente a los pequeños comandos terroristas que actúan a su libre albedrío fuera de la lucha de las masas y que ignoran el grado de concienciación de éstas:
«Permítanme decir algunas palabras sobre otro punto que se discute mucho en estos días y respecto del cual, nosotros, los socialdemócratas rusos, poseemos una experiencia especialmente rica: el problema del terror. (...) Estamos convencidos de que la experiencia de la revolución y contrarrevolución en Rusia confirmó lo acertad de la lucha de más de veinte años de nuestro partido contra el terrorismo como táctica. No debemos olvidar, sin embargo, que esta lucha estuvo estrechamente vinculada con una lucha despiadada contra el oportunismo, que se inclinaba a repudiar el empleo de toda violencia por parte de las clases oprimidas contra sus opresores. Nosotros siempre estuvimos por el empleo de la violencia en la lucha de masas y con respecto a ella. En segundo lugar, hemos vinculado la lucha contra el terrorismo con muchos años de propaganda, iniciada mucho antes de diciembre de 1905, en favor de una insurrección armada. Considerábamos la insurrección armada no sólo la mejor respuesta del proletariado a la política del gobierno, sino también el resultado inevitable del desarrollo de la lucha de clases por el socialismo y la democracia. En tercer lugar, no nos hemos limitado a aceptar la violencia como principio ni a hacer propaganda en favor de la insurrección armada. Así por ejemplo, cuatro años, antes de la revolución, apoyamos el empleo de la violencia por las masas contra sus opresores, especialmente en las manifestaciones callejeras. Hemos tratado de que la lección dada por cada manifestación de este tipo fuera asimilada por todo el país. Comenzamos a prestar cada vez mayor atención a la organización de una resistencia sistemáticamente y sostenida de las masas contra la policía y el ejército, a traer, mediante esa resistencia, la mayor parte posible del ejército al lado del proletariado en su lucha contra el gobierno, a inducir al campesinado y al ejército a que participasen con conciencia de esa lucha. Esta es la táctica que hemos aplicado en la lucha contra el terrorismo y estamos profundamente convencidos de que fue coronada con éxito». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Discurso en el Congreso del Partido Socialdemócrata Suizo, 4 de noviembre de 1916)
Los bolcheviques señalaban que en su concepción de la violencia revolucionaria, era imprescindible la participación de las masas, no actuar en nombre de ellas:
«Exigimos que se trabajara en la preparación de formas de violencia que previesen y asegurasen la participación directa de las masas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Aventurerismo revolucionario, 1902)
Por supuesto un movimiento político sin trabajo en las organizaciones fabriles, agrarias, estudiantiles, vecinales y sociales, carece de toda influencia para realizar cualquier acción, sea pequeña o de gran envergadura, armada o pacífica, sea una manifestación, una huelga o una insurrección, porque directamente no tienen organizado a nadie, nadie les seguirá salvo su sombra y con suerte algún pusilánime.
Cuanto gasto innecesario de juventud y energías se podrían haber ahorrado en mejores cosas si algunos aventureros hubiesen leído y reflexionado sobre estas palabras referidas al terrorismo a baja o a gran escala sin conexión con las masas y sobre el gran defecto que supone el espontaneísmo:
«Nosotros, en cambio, creemos que tales movimientos de masas, ligados al crecimiento, evidente para todos, de la conciencia política y de la actividad revolucionaria de la clase obrera, son los únicos que merecen el nombre de actos auténticamente revolucionarios y los únicos capaces de infundir verdadero aliento a quienes luchan por la revolución rusa. No vemos aquí la famosa «acción individual», cuyo nexo con las masas consiste tan solo en declaraciones verbales, en anónimos condenando a muerte a tal o cual verdugo, etc. Vemos una acción efectiva de la multitud, y la falta de organización, la impreparación, la espontaneidad de esta acción nos recuerdan cuán torpe es exagerar nuestras fuerzas revolucionarias, cuán criminal es despreciar la tarea de llevar a esta multitud, que lucha de verdad ante nuestros ojos, una organización y una preparación cada vez mayores. La única tarea digna de un revolucionario no consiste en dar, por medio de unos disparos, motivo para la excitación, elementos para la agitación y el pensamiento político; consiste en aprender a elaborar, utilizar y tomar en sus manos el material que proporciona en cantidad más que suficiente la vida rusa. (...) Nosotros consideramos, por el contrario, que solo pueden tener influencia real y seriamente «agitadora» –excitante–, y no solo excitante, sino también –y esto es mucho más importante– educativa, los acontecimientos en los que el protagonista es la propia masa y que son originados por su estado de ánimo, y no escenificados «con fines especiales» por una u otra organización. Opinamos que un centenar de regicidios jamás producirán la influencia excitante y educativa que ejerce la sola participación de decenas de miles de obreros en asambleas en las que se examinan sus intereses vitales y el nexo entre la política y estos intereses». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Nuevos acontecimientos y viejos problemas, 1902)
Algunos aún están a tiempo actualmente de desengañarse de esos grupos y figuras seducidos por romanticismo terrorista.
¿Es que acaso que un grupo ejerza la violencia es algo beneficioso y revolucionario per se?:
«Para los marxista-leninistas, es evidente que la violencia revolucionaria y la lucha armada solo cumplen su función revolucionaria cuando está inserta en el conjunto de una política basada en el desarrollo de la lucha de clases y no al margen de ella y uniendo los objetivos tácticos y estratégicos a los de los hermanos de clase de todo el país. De otro modo, se frena el desarrollo y la elevación a más altos niveles de la lucha de clases y de la lucha política en general, y se fragmenta la unidad imprescindible del conjunto de los pueblos de España contra el poder reaccionario, contra el enemigo común. La concepción nacionalista y separatista de la violencia y de la lucha armada, practicada por ETA –todas sus ramas– y otros grupos nacionalistas, corresponden, sin duda alguna, a intereses pequeño burgueses de las fuerzas que la practican hoy en España, y ello pese a las propias declaraciones superrevolucionarias y la propia imagen que de ellos mismos intentan darse sus cabecillas nacionalistas. Tal ha sido y es, objetivamente, el papel desempeñado por las acciones armadas llevadas a cabo por nacionalistas de ETA –en sus distintas ramas–. Es un hecho que en ellas no participan directa ni indirectamente ni la clase obrera, en tanto que tal, ni otros sectores antifascistas y populares, y ello entre otras razones porque los mismos objetivos estratégicos, incluso tácticos, planteados por esos grupos y por sus acciones armadas, que son el separatismo y el independentismo a ultranza, por encima de todo, no solo no coinciden con los intereses de clase del proletariado y de otros sectores populares vascos que aspiran al socialismo, sino que, en el fondo, se contraponen, no solo en el plano estratégico, sino también en muchos casos, en el táctico». (Elena Ódena; El marxismo, la lucha armada y la violencia revolucionaria y las guerras, 1979)
Pero a Reconstrucción Comunista (RC) le da igual estas famosas palabras de la marxista-leninista Elena Ódena de hace más de 30 años, ellos solamente la reivindican por moda de forma transitoria, por postureo, no porque comprendan y admiren sus principios. Justamente como antaño en los años 70 los eurocomunistas o el PCE (r) hicieran al reivindicar de modo «fariseo» a Joan Comorera para parecer revolucionarios, mientras traicionaban sus principios.
Hasél en su artículo sobre el desarme de ETA nos advertía que no venía a explicarnos la historia de ETA o sus desviaciones sobre el concepto de lucha armada, pero eso si nos regala una monserga defendiendo su trayectoria y lamentando su disolución:
«Este artículo no pretende ser una crítica sobre el fin de su lucha armada». (Pablo Hasél; ¿De qué paz nos hablan? –Sobre el desarme de ETA–, 11 de abril de 2017)
Desde Universidad Obrera (UO) también se disculpan porque no veremos ni una sola palabra que denuncie las prácticas terroristas desarrolladas, sobre su eclecticismo, sobre la cuestión nacional o sobre su concepto de «organización revolucionaria» que tenía ETA:
«Este artículo no se centrará en analizar el recorrido del grupo armado ETA ni del Movimiento de Liberación Nacional Vasco, con sus aciertos y sus desviaciones ideológicas y errores tácticos». (Universidad Obrera; Sobre el desarme de ETA: El proceso de paz vasco y los artesanos de la paz, 2017)
Vamos, nos vienen a decir que les disculpemos porque en su artículo solo se va a ver un seguidismo a la propaganda etarra que identifica a ETA –sin nula influencia– con el pueblo vasco. ¡Menuda crítica para unos autodenominados marxista-leninistas! He aquí la cobardía clásica de Roberto Vaquero y compañía que temen perder amigos en colectivos ajenos al marxismo-leninismo por decir las cosas claras! Mostremos un breve pero verdadero análisis sobre ETA que todo marxista-leninista debe conocer:
«a) Sobre el carácter ideológico de ETA: sin un partido bajo una unidad ideológica y de acción monolítica, pese a la parafernalia lingüística para aparentar ser revolucionarios y tener influencia marxista, no existía una cohesión ideológica en este tipo de grupos; el extremo faccionalismo y las escisión era el pan de cada día, ya que ni siquiera oficialmente se seguía una línea ideológica clara ni se regían por el centralismo democrático para garantizarlo. En el caso ideológico de ETA, si observamos su progreso ideológico desde sus inicios: tanto el nacionalismo burgués, el trotskismo, el maoísmo, el anarquismo, el tercermundismo y el socialdemocratismo –ahora especialmente– han estado presentes en toda su teoría y actuar, y esto lo corrobora no solo sus estrategias y tácticas, ni siquiera todas las corrientes oficiales expulsadas a lo largo de su historia que evidencian tal existencia interna, sino la deriva actual tanto de ETA como de la izquierda abertzale que en algún momento ha sido afín a ETA. Como en el caso de otras bandas armadas análogas de su época como podrían ser las Brigadas Rojas italianas, en ETA tenemos un caso similar de extremo fraccionalismo a causa de una mezcolanza ideológica no definida, facilitando la infiltración de elementos de todo tipo, tanto de antimarxistas como provocadores. Esta debilidad en el ámbito ideológico, hacía muy común las pugnas arribistas por interés fraccionales y personales, como hacía muy fácil que los servicios secretos de los países donde operaban se infiltraran en la organización –véase casos en ETA como el de Mikel Lejarza alias Lobo– logrando o bien vender a sus dirigentes a la policía o utilizar a los elementos más volubles para azuzar desde dentro a que se cometieran actos aventureros para interés de los gobiernos de turno u de otras fuerzas burguesas. Recordemos que el terrorismo ha jugado una baza fundamental en los gobiernos de Italia, España, Alemania para desviar la atención pública de los problemas del capitalismo, criminalizar a los verdaderos marxista-leninistas y fortalecer la unidad de las fuerzas políticas burguesas y el uso de la fuerza y leyes represivas.
b) Sobre la estructura sin partido de ETA: como en casi todos los casos de las bandas armadas y agrupaciones guevaristas o filoguevaristas europeas, no existía un partido y un centralismo democrático que dirigiera a estas «guerrillas urbanas», algunos decían que estaban pensando en la creación del partido comunista, o en el mejor de los casos si existían estos partidos pero no mandaban realmente a sus brazos armados, siendo estos autónomos o mandaban estos directamente al partido; pero como decíamos, lo normal en estas organizaciones como el caso de ETA era que las «guerrillas urbanas» dirigieran la política del resto de organizaciones con las que estaban conectadas, incluyendo organizaciones de masas y partidos que eran partidarios de estas organizaciones armadas o simplemente simpatizantes de ellas. En estos casos, el eclecticismo ideológico se reflejaba también en el terreno de las ramas organizativas –la rama política, sindical, asociaciones juveniles, etc.–, dándose una rivalidad y cada vez una mayor independencia de pensamiento y acción en sus diferentes estructuras, por ejemplo en ETA fue el caso de la división primero y separación después entre ETA (militar) y ETA (político-militar).
c) El carácter terrorista de sus acciones: ETA se manejaba bajo: 1) es una repetición de la tesis anarquista de que «la historia la hacen los héroes», es decir un grupo reducido y conspirativo no las masas; 2) no toma en cuenta las condiciones objetivas ni subjetivas para el desencadenamiento de la violencia, ni siquiera se tiene una perspectiva clara de cómo se tomará el poder; 3), se incita a la pasividad de las masas, que deben esperar a las prácticas terroristas de estos «grupos de héroes» para cambiar la situación política, y solo se concibe esta forma de lucha para que la masa, la «muchedumbre» no sufra las consecuencias de la represión; 4) se niega al proletariado como clase de vanguardia, fundiéndolo con la llamada masa nacional, e incluso se incluye a la burguesía nacional como parte del pueblo. Esta forma de pensar se reflejaba en una metodología de: secuestros, bombas en embajadas, asesinatos selectivos o coches-bomba, incluso en ocasiones con el resultado de la muerte de más civiles que de sus «objetivos» en sus atentados, esto fue un clásico en la historia de ETA y chocaban con la incomprensión de las masas y su rechazo». (Anotaciones de Bitácora (M-L) al documento de Elena Ódena: «El marxismo, la lucha armada y la violencia revolucionaria y las guerras» de 1979, 11 de julio de 2016)
Todavía nos salen al paso los mismos elementos proetarras replicando que los liberales-castristas de los farianos, los maoístas senderistas, los nostálgicos de las RAF o los maoístas lumperizados del PCE (r)/GRAPO, diciendo que eso no es terrorismo y que son perseguidos por ser «verdaderos revolucionarios» e incluso por ser grupos de inspiración «marxista», que son «presos políticos» ¡y que no entendemos nada! Basta ya de aceptar y seguir la propaganda de autoengaño de dichas organizaciones, más cuando todas estas han practicado una estrategia terrorista contra la que lucharon los bolcheviques:
«El camino que los populistas habían elegido para luchar contra el zarismo, el camino de los asesinatos individuales, el camino del terror individual, era falso y perjudicial para la revolución. La política del terror individual respondía a la falsa teoría populista de los «héroes» activos y la «multitud» pasiva, que aguarda las hazañas de los «héroes». Esta falsa teoría preconizaba que solo unos cuantos individuos destacados hacen la historia y que la masa, el pueblo, la clase, la «multitud», como la llamaban despectivamente los escritores populistas, es incapaz de realizar acciones conscientes y organizadas y no puede hacer más que seguir ciegamente a los «héroes». Por eso, los populistas renunciaron a realizar un trabajo revolucionario de masa entre los campesinos y la clase obrera, y emprendieron el camino del terror individual. Los populistas obligaron a uno de los mejores revolucionarios de aquel tiempo, Stepán Jalturin, a abandonar su labor de organización de una Liga obrera revolucionaria para entregarse por entero al terrorismo. Los populistas desviaban la atención de los trabajadores de la lucha contra la clase opresora con el asesinato, inútil para la revolución, de unos cuantos representantes individuales de dicha clase. Con esto, frenaban el desarrollo de la iniciativa y las actividades revolucionarias de la clase obrera y de los campesinos. Impedían a la clase obrera comprender su papel dirigente en la revolución y entorpecían la creación de un partido de la clase obrera independiente. (...) Los populistas profesaban ideas falsas y nocivas en cuanto a la marcha de la historia humana en general. No conocían ni comprendían las leyes que rigen el desarrollo económico y político de la sociedad. Eran, en este respecto, gente completamente atrasada. Según ellos, la historia no la hacen las clases ni la lucha de clases, sino unas cuantas personalidades ilustres, los «héroes», detrás de los cuales marchan a ciegas las masas, las «multitudes», el pueblo, las clases». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)
Hace poco se cumplían 30 años del atentado de ETA en el Hipercor en Barcelona con un saldo de 21 fallecidos y 45 heridos. Y lamentablemente todavía hay muchos payasos como Hasél que repiten como papagayos la propaganda de esta banda terrorista: «ETA aviso en una llamada, y los dueños o la policía no quisieron desalojar el supermercado». Cuando «la cuestión fundamental» no es si el dueño, el gerente o los cuerpos de seguridad del Estado deciden o no desalojar un lugar amenazado de bomba: sino a que demente o a que comando de dementes se les ocurre colocar una bomba en un supermercado lleno de civiles, de trabajadores. Solo a ETA, RAF, FARC, Sendero Luminoso y otras bandas armadas similares se les ocurriría que colocar bombas en discotecas, periódicos, cadenas de televisión o cafeterías «ayuda a la causa». El leninismo estipuló claramente que estos métodos reflejan la desesperación del intelectual pequeño burgués ante su incapacidad de organizar y granjearse la confianza de los trabajadores.
El etarra Manuel Soares Gamboa diría: «En el año 86 nos impusimos la consigna de hacer lo que fuera, pero hacer algo. Había que perpetrar el mayor número de atentados». Y es que en ETA lo que primaba era la tendencia anarcoide; como si por ello el gobierno les fuese a conceder algo o se fuese a solventar la falta de conexión y rechazo que sufrían de la gente. Y pensar que algunos etarras se autodenominaban marxistas: cuando han sido el ejemplo de antimarxismo y antileninismo de manual con sus prácticas terroristas y nacionalistas.
Como sabemos el entorno de ETA al igual que otras organizaciones similares han hecho como su bandera el tema de los presos. Nosotros ya explicamos esta postura con una banda análoga:
«Hemos de hacer una reflexión sobre el tema de los presos que pueda tener una organización vamos a suponer que revolucionaria –y no una banda basada en escarceos espontáneos en forma de atentados–. La cuestión de los presos en una partido no puede ser el eje principal de tu propaganda para legitimar a la organización entre los trabajadores y reivindicar su lugar como vanguardia como hizo en su momento el PCE (r) y como intentan hacer otras organizaciones con el tema de «hemos sido reprimidos». Porque aunque encarcelen, por una injusticia o no a tus militantes, si son de una organización que no tiene conexión con las masas a la gente de a pie, el tema a tratar no le interesará lo más mínimo a las masas, menos aún en la actualidad que se ha perdido esa solidaridad antirepresiva de antaño. Quizás entre los círculos antifascistas y antirepresivos seguro que eres bienvenido –porque las primeras son plataformas sin mucho nivel ideológico ni criticismo y las segundas son organizaciones a las que acudir para ello–, pero a la amplia mayoría de la clase obrera, sobre todo la idiotizada –o digamos «alieneada» para ser correctos– no le interesan movilizarse por sus propios derechos como para hacerlo por una organización que le es contraria o indiferente, así que una organización así no puede esperar un amplio movimiento de respuesta y solidaridad cuando previamente no se ha hecho nada relevante para que tus militantes luchen codo a codo con las masas en temas básicos para su porvenir, mucho más en casos extremos como el PCE (r) que ha rechazado participar en las organizaciones de masas como los sindicatos reformistas o ejercer una denuncia pública del sistema desde la tribuna parlamentaria, ambos dos requisitos básicos del bolchevismo, dejando a las masas a merced del enemigo de clase. Un partido marxista-leninista, que por tanto aspira a hacer la revolución, que es obra de las masas y no de un pequeño grupo conspiratorio, no aspira a basar su estrategia en sacar crédito político de sus mártires para ganarse a las masas, sino que se dedica a denunciar los hechos, seguir el trabajo y tomar estos hechos como consecuencias lógicas de la lucha, pero no se dedica como otras bandas semianarquistas a mirarse el ombligo con victimismo esperando una respuesta masiva de la población que jamás sucederá, y mucho menos poner en tela de juicio a la clase obrera por su negativa a seguirles. Incluso cuando es necesario pedir la solidaridad en la represión para defender a tus militantes y denunciar al sistema, este llamamiento solo es efectivo si va acompañado de un trabajo previo de la organización entre las masas, si ellas sienten que el partido defiende sus intereses cotidianos y ulteriores, porque ahí si sienten que están siendo reprimidos ellos aunque no les toque directamente porque lo consideran ya «su» movimiento de clase. Obviamente cuando se suceden casos de tortura y asesinato, el círculo de apoyos se amplia, la gente por compasión y solidaridad antirepresiva puede sumar sus apoyos a dicha organización aunque sea en ese tema, como deber de ser, pero es un espejismo, no implica una influencia sobre las masas como creen algunos. El mejor ejemplo está en que si una misma organización después de reunir dinero y presionar a las instancias gubernamentales para mejorar las condiciones de los presos o incluso llegar a liberarlos gracias al apoyo popular –esto último algo imposible una organización sin influencia entre las masas–, son actos que a la postre no servirán de nada si luego descuida participar de las luchas cotidianas y se dedica a hacer llamamientos a que todos los trabajadores se rindan a su fama como organización que ha sufrido una gran represión, si se comete este error se volverá a la casilla de salida, las simpatías obtenidas en un momento como se escapan, se vuelven efímeras. No hablemos ya de casos de organizaciones que no han logrado nada reseñable en sus campañas antirepresivas y sigue insistiendo en jugar a los héroes y la muchedumbre cometiendo acciones armadas en nombre de las masas, creyendo que así hacen la revolución, incluso atentando contra ellas por no seguirles en su empresa aventurera». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)
Por último hagamos una radiografía de uno de los elementos que se hicieron famosos en ETA. El perfil de cualquier miembro de este tipo de bandas terroristas es pues muy parecido, sus defectos, también. Echemos un vistazo a unas recientes declaraciones sobre el Comando Madrid de ETA de los 80, allí veremos que el perfil de personajes que anidaban en estas filas no dista de lo que vemos en los GRAPO o el del actual grupo lumpen conocido como RC:
a) Individualismo por delante del colectivo:
«El «yo» se anteponía al objetivo conjunto. «Idoia jamás contempló una mínima regla disciplinaria dentro de ETA», remarcaba Soares Gamboa, para dejar constancia de que su «falta de seguridad» y «su nula formalidad con la organización» pusieron en más de una ocasión en riesgo al comando Madrid. Y lo ilustraba con una anécdota gráfica. El «talde» se movilizó un día para comprobar que el objetivo se mantenía en su ruta habitual y para conocer el terreno y posibles vías de escape. Ya de regreso en el piso franco, todos habían visto al objetivo menos la Tigresa, que en el momento de su paso «se hallaba mirando un escaparate de ropa femenina». «Idoia nunca fue capaz de respetar una sola regla de seguridad en ningún sitio», incidía en su denuncia, harto de que sus «muestras de cansancio y dejadez truncaran la actividad del comando». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)
b) Falta de disciplina y seriedad en la cuestión de la seguridad de la organización y sus miembros:
«Porque ella «realzaba» sus «espectaculares» ojos azules con «unos atractivos peinados voluminosos y una vestimenta que entendía acorde con sus características físicas» a pesar de ser alertada de que «así no podría moverse en Madrid porque llamaría la atención hasta cuando se sonara la nariz». «Costó 20 días de deliberaciones, 1.000 francos franceses para unas lentes de contacto marrones e innumerables reuniones para convencerla de que debería alterar su apariencia física; debíamos pasar desapercibidos», señalaba. «Cuando se va con la Tigresa no se viaja solo con ella sino con sus 500 formas y maneras de llamar la atención». Lo dice quien fue desterrado por la dirección de ETA a Argelia junto a la Tigresa tras ser identificados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. «Las desgracias nunca llegan solas», protestaba por este exilio conjunto». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)
c) Gustos ideo-estéticos que varían según las modas y una concepción promiscua de la sexualidad:
«Cada vez que Idoia salía de casa con su chupa de cuero, sus ceñidos pantalones y sus treinta mil maneras de llamar la atención, arrastraba tras de sí a cerca de veinte argelinos cuya principal preocupación era reivindicar su poderío sexual, sobre todo con las europeas. ¡Así era ella, todo un prodigio de clandestinidad!», exponía en el libro el exetarra, que no ocultaba su animadversión hacia su compañera de armas. (...) Soares Gamboa detallaba algunas de las «numerosas» actitudes de la Tigresa que ponían en riesgo no solo al comando sino «a toda la infraestructura» por su dejadez y su insensato carácter. Así, por ejemplo, en una actuación en la que intervenían ambos, se dejó la pistola en casa –«¿Qué quieres que le haga? Se me ha olvidado y punto», respondió a sus reproches–. En otra ocasión, estuvo a punto de arruinar una operación por la alerta de un posible embarazo que no fue tal». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)
d) La desesperación se torna en atentados indiscriminados:
«En el año 86 nos impusimos la consigna de hacer lo que fuera, pero hacer algo». (El Confidencial; «Era esclava de su cuerpo y su cabello»: el etarra Soares Gamboa habla de la Tigresa, 13 de junio de 2017)
¡¿No resulta demasiado fácil relacionar el perfil de Idoia alias la «Tigresa» con el de Roberto Vaquero alias «Juan Mesana»?!
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Queda claro cristalino para todos los revolucionarios de Euskal Herria –País Vasco, Navarra y las provincias del País Vasco Francés– que mientras no se desliguen de los mitos del nacionalismo –incluyendo los propagados por los movimientos eclécticos de la izquierda abertzale– no se podrá triunfar en la liberación social ni nacional que anhelan:
«Todos los países tienen en la mentalidad colectiva de los trabajadores muchos mitos arraigados, inclusive de grupos y figuras pseudocomunistas nacionales, es necesario desmontar estos mitos ya que de otro modo se quedan incrustados en la mente de los trabajadoras e identifican erradamente conceptos como: lucha de clases, libertad, democracia, violencia, revolución, socialismo, marxismo, o comunismo y otros con experiencias erradas de grupos antimarxistas y el concepto que estos le daban. Es decir que si es importante explicar las mentiras de la llamada «derecha» de que «no existe alternativa al capitalismo», o desmontar teorías falsas sobre las causas de la crisis, no es menos importante desmontar las mentiras y mitos de la falsa «izquierda», que hace que los trabajadores adopten posiciones erradas creyendo que ciertos conceptos y poses son las correctas por desconocimiento o bajo la resignación que es a lo máximo que pueden aspirar según les enseñan estos embusteros.
La refutación de los programas, proclamas y mitos de las organizaciones políticas que sean: desde los de la derecha filofascista y más rancia, hasta la de los grupos semianarquistas aventureros y terroristas, no suponen un gran trabajo para los marxista-leninistas, que gracias a su método científico saben analizar correctamente sus fenómenos, su origen y causas. Es menester ponerse a sacar conclusiones de todo esto, pero también es menester que una vez sacadas las conclusiones se pase a explicar y desmontar con paciencia, en un lenguaje entendible, todo esto a las masas trabajadoras.
Es de ellos –los marxista-leninistas– de quienes depende por cuánto tiempo perdurará mitos como el de las FARC-EP en Colombia [o ETA en Euskal Herria]. Si realizan bien su trabajo de explicación y agitación será relativamente fácil de desmontar en pocos años». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016) (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)
http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com.es/2018/04/el-desarme-y-la-proxima-disolucion-de.html