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    Sobre Mólotov; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

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    Mensaje por Enver19 Miér Mayo 23, 2018 11:22 pm

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    «Intentando hacerse pasar por grandes historiadores, y queriendo pasar por «marxista-leninistas que recuerdan la lucha caída en el olvido de históricos marxista-leninistas», Roberto Vaquero escribió un artículo hace poco en el cual decía lo siguiente entorno a las luchas intestinas ocurridas en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS):

    «En nuestro recuerdo están todos los camaradas que se enfrentaron al revisionismo en aquellos momentos tan difíciles y que se mantuvieron fieles, especialmente el camarada Molotov, fiel hasta su muerte al Marxismo-Leninismo». (Universidad Obrera; Aspectos sobre el grupo antipartido, 2017)

    Por supuesto estaba claro, que a no ser que Bitácora (M-L) le tradujese documentos sobre Mólotov y Beria, Roberto no iba a hacer el esfuerzo de leer y enterarse de cómo sucedieron las cosas, mucho menos si esa labor suponía el tener que traducir algunos textos. Él se versa más en el plagio que en la traducción y el análisis.

    ¿Molotov fiel seguidor del marxismo-leninismo hasta su muerte? Sabemos que Roberto Vaquero no tiene conocimientos básicos de marxismo-leninismo pero en general no sabíamos que era tan deficiente en historia, se ve que el materialismo histórico tampoco es lo suyo.

    Viacheslav Mólotov fue un gran revolucionario en su momento, aportó significativamente a la revolución socialista en la Unión Soviética, como muchos otros cuadros, pero para inicios de los 50, esto era ya parte de su pasado:

    «Por lo que hemos llegado a saber, Stalin incluso calificó a Jruschov de populista, criticó a Voroshílov, e hizo lo mismo con Mólotov y otros. Así pues, por un lado debemos concluir que Stalin no era un miope político, y por otro, que no siempre utilizaba la bala y el terror, como pretenden los enemigos, sino por el contrario la persuasión y la confrontación de opiniones». (Enver Hoxha; Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases, 24 de junio de 1966)

    Ciertamente como señala Enver Hoxha, Mólotov fue criticado y degradado ya en época de Stalin.

    En la reunión del Buró Político de diciembre de 1952, Stalin dijo:

    «Stalin: Sí, tuvimos el congreso de nuestro Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Funcionó muy bien, y muchos de ustedes podrían pensar que, entre nosotros, existe una armonía y unidad plenas. Pero no tenemos esta armonía y unidad de pensamiento. Algunos de ustedes incluso se oponen y no les gusta nuestra decisión.

    Dicen, ¿por qué necesitamos ampliar el Comité Central (CC)? Pero, ¿no es evidente que necesitemos inyectar nueva sangre y nuevas fuerzas al CC del PCUS? Estamos envejeciendo y tarde o temprano moriremos, pero debemos pensar a manos de quién debemos dar esta antorcha de nuestra gran empresa, ¿quién la llevará adelante y alcanzará la meta del comunismo? Para esto necesitamos gente más joven con más energía, camaradas dedicados y líderes políticos. ¿Y qué significa criar a un líder político dedicado y devoto del Estado? Necesita diez, no, quince años para que podamos hablar de un líder estatal, capaz de continuar con esta antorcha.

    Pero solo desear que esto suceda no es suficiente. Educar a tales cuadros nuevos requiere tiempo y participación en el gobierno cotidiano del Estado, aprendiendo en asuntos prácticos que abarcan toda la gama de planes de aparatos estatales y conceptos ideológicos que eleven a un nivel más alto de construcción de una sociedad socialista, así mismo los camaradas deben ser capaces de reconocer y luchar contra todo tipo de tendencias oportunistas. (...) ¿No es evidente que debemos elevar la importancia y el papel de nuestro partido y sus comités partidarios?. (…) ¿Es posible olvidarse de la mejora del trabajado entre las masas, que tanto enseñó Lenin?». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)

    Estas últimas declaraciones de Stalin meses antes de fallecer refutan de un plumazo las falsas teorías de autores presuntamente «stalinistas» como Grover Furr, que vienen a especular sin prueba alguna, que Stalin pensaba algo así como disolver el PCUS y regirse solamente por los soviets como un anarquista; otros piensan que el partido en la etapa socialismo debía de ser solo un mero «orientador ideológico-cultural» pero no inmiscuirse ni en la economía ni en la política como teorizaban los titoistas; y otros parlotean que Stalin deseaba y estimuló la creación de otros partidos y un multipartidismo en el socialismo al gusto de maoístas y trotskistas. Falacias. La máxima de Stalin siempre fue reforzar el papel del partido en el socialismo, como dejó constancia en sus obras oficiales y no oficiales, pero esto siempre debía de ser acompañado de una elevación del nivel ideológico y de no alejarse de las masas.

    Así mismo constató la necesaria degradación de algunos cuadros, entre otras cuestiones, por motivos de edad:

    «Stalin: Se pregunta por qué nosotros hemos relevado a algunos famosos camaradas de sus posiciones de partido y del apartado del Estado. ¿Qué podemos decir a esto? Hemos remplazado a camaradas como Mólotov, Kaganóvich, Voroshílov y otros, de los puestos que habían sido elegidos por otros nuevos, menos exigentes pero no menos importantes. El trabajo de un ministro es extremadamente muy duro, demanda fuerza, vitalidad y nuevas formas de pensar para los nuevos problemas. ¿Por qué ponemos en su lugar a camaradas más jóvenes, más enérgicos, más cualificados? Ellos son camaradas jóvenes, tienen más energía, más fuerza. Nosotros los viejos bolcheviques no estaremos aquí para siempre. Debemos apoyarles y ayudarles». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)

    Stalin propuso que le liberasen de los cargos que ocupaba, pero la propuesta no fue aceptada a insistencia de Malenkov que propuso su reafirmación en el puesto.

    Pero también hizo hincapié en señalar que junto con los motivos de edad, existían claros motivos relacionados con desviaciones de las actitudes con las que debe comulgar un cuadro bolchevique:

    «Hemos remplazado a camaradas como Mólotov, Kaganóvich, Voroshílov y otros, de los puestos que habían sido elegidos por otros nuevos. (...) Debemos, como comunistas, ser autocríticos y también crítico de los demás. Ha habido críticas del camarada Molotov y Mikoyán por el Comité Central. El Camarada Molotov: el más dedicado a nuestra causa. Él deberá dar su vida por la causa del partido. Pero no podemos pasar por alto su debilidad en determinados aspectos de su trabajo. El Camarada Molotov como nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, al verse en una «resbalosa» recepción diplomática, aseguró a un diplomático británico que los capitalistas pueden empezar a publicar periódicos burgueses en nuestro país. ¿Por qué en tal lugar a dar tal garantía, sin el conocimiento del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética? ¿No es evidente que la burguesía es nuestro enemigo de clase y promover periódicos burgueses entre nuestra gente del partido, además de hacer daño, no nos traerá ningún beneficio. Si esto se dejara transpirar, podríamos prever circunstancias en que se iniciaran los ataques contra el socialismo y el PCUS, primero muy sutilmente y después abiertamente. Este es el primer error político del Camarada Molotov. ¿Qué ocurre con la sugerencia incorrecta de dar Crimea a los judíos soviéticos? Esto es un error fragante del Camarada Mólotov. ¿Por qué se llego a proponer? ¿Qué otra cosa es todavía aún necesaria? Hay muchas otras naciones minoritarias que ahora tienen sus propias comunidades autónomas y también repúblicas autónomas. ¿Ahora esto no es suficiente? O es que esto significa no confiar en la constitución de la URSS y su política sobre las nacionalidades? ¡El Camarada Mólotov no ha sido nombrado por ninguna persona como abogado para perseguir las pretensiones territoriales sobre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas! Este el segundo error de nuestro estimado Camarada Mólotov. Por lo tanto, en este sentido camarada Molotov no es correcto en sus proclamas como miembro del Politburó. El Comité Central del PCUS ha derrotado categóricamente su sugerencia. El Camarada Mólotov tiene un respecto tan profundo en su mujer, que tan pronto tenga el Comité Central o el Politburó concluido algunas decisiones sobre tal o cual cuestión, ya está decisión inmediatamente se transmite a la esposa de Molotov Zhemtchuzhina y a todos sus amigos. Sus amigos, como es bien conocido por todos vosotros aquí, no son de fiar, como otras situaciones anteriores ya nos han demostrado. Eso es por supuesto, no la forma correcta en que un miembro del Comité Central del Politburó del PCUS debe comportarse». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)

    Como hemos visto Stalin ya había detectado las incipientes muestras de degeneración en Mólotov, por eso criticó sus defectos y el partido acordó degradarlo, eso no fue fácil para Stalin sino un mal trago, ya que Mólotov había sido un gran amigo y camarada, pero como acostumbraba a decir Stalin con su común mordiente, no se puede dejar que el partido se convierta en una familia, ni en un club de amigos. Así mismo anotó que los llamados «viejos revolucionarios» solo se merecen este «título» en la medida en que se mantienen en sus principios, sino este reclamo está vacío de sentido:

    «Creo que todas estas jeremiadas y lamentaciones no valen un comino. No somos una tertulia familiar, no somos una peña de amigos personales, sino el partido político de la clase obrera. No se debe permitir que los intereses de la amistad personal se coloquen por encima de los intereses de la causa.

    Si por lo único que nos llamamos viejos bolcheviques es por ser viejos, mal van nuestras cosas, camaradas. Los viejos bolcheviques no gozan de respeto por ser viejos, sino porque, al mismo tiempo, son revolucionarios siempre nuevos, que nunca envejecen. Si el viejo bolchevique se desvía de la revolución o se abandona y se apaga en el sentido político, podrá tener aunque sea cien años, pero no estará autorizado a llamarse viejo bolchevique, no tendrá derecho a pedir al partido que se le respete.

    Además, los problemas de la amistad personal no pueden colocarse en un mismo plano con los problemas de la política; pues, como suele decirse, una cosa es la amistad y otra cosa es el deber. Todos nosotros estamos al servicio de la clase obrera, y si los intereses de la amistad personal divergen de los intereses de la revolución, la amistad personal debe pasar a un segundo plano. De otro modo no podemos plantear el problema como bolcheviques». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)

    Jruschov diría en 1956 que efectivamente Stalin tomó la iniciativa para que se tomasen medidas para que este tipo de personas que eran demasiado viejas como para abarcar ciertas tareas o que habían degenerado fueran relevadas por otras:

    «Consideremos ahora el primer Pleno del C.C. posterior al Décimonono Congreso del Partido, cuando Stalin en su discurso analizó las personalidades de Molotov y Mikoyan, sugiriendo que estos viejos militantes de nuestro Partido eran culpables de algunos cargos sin fundamento. Es posible que, si Stalin hubiese permanecido en el mando por algunos meses más, tanto el camarada Molotov como el camarada Mikoyan no habrían estado entre nosotros para dirigirse a este Congreso. Parece que Stalin tenía la intención de terminar con todos los miembros antiguos del Buró Político para reemplazarlos por gente nueva. La proposición que hizo al XIX Congreso, referente a la selección de 25 personas con el objeto de que ingresaran al Presidium del C.C., tenía como fin alejar a los viejos miembros del Politburó para introducir a gente de menos experiencia, que por ello lo halagaría en forma desmedida». (Nikita Jruschov; Informe Secreto en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 25 de febrero de 1956)

    Mólotov durante la sesión del Buró Político de 1952, fue, como acostumbraba Jruschov uno de los mayores responsables directos del exacerbado culto a la personalidad sobre Stalin, por mucho que en 1956 achacase la culpa al propio Stalin. ¿Y qué hizo Stalin en dicha sesión ante esos halagos?:

    «Mólotov: [Llega a la tribuna de oraciones y admite por completo sus errores ante el Comité Central, pero él indicó que él es y será siempre un fiel discípulo de Stalin].

    Stalin (Interrumpiendo a Mólotov): Esto es un disparate. No tengo discípulos en absoluto. Todos somos discípulos del gran Lenin». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)

    En varias ocasiones Stalin se sintió incómodo con este tipo de halagos y campañas orquestadas para destacarle como líder del partido sino como ser todopoderoso:

    «Habla usted de su «devoción» hacia mí. Quizás se le haya escapado casualmente esta frase. Quizás, pero si no es una frase casual, le aconsejaría que desechara el «principio» de la devoción a las personas. Ese no es el camino bolchevique. Sed únicamente devotos de la clase obrera, de su partido, de su estado. Esta es una cosa buena y útil. Pero no la confundáis con la devoción a las personas, esa fruslería vana e inútil propia de intelectuales de escasa voluntad». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Shatunovsky, agosto de 1930)

    Mólotov poco después diría hipócritamente sobre el culto a la personalidad:

    «Todos los grandes éxitos alcanzados en política interior, como los importantes resultados obtenidos en política exterior, se deben a que después del XIX Congreso ha aplicado el principio leninista de dirección colectiva. Apoyado por todo el partido, el Comité Central (CC) ha luchado con firmeza contra el culto a la personalidad». (Viacheslav Mólotov; Discurso pronunciado en el XXº Congreso del PCUS, 1956)
    ¡Es decir indirectamente acusaba a Stalin de haber sido el promotor de este culto y en cambio se achacaba así mismo y a Jruschov los avances en la lucha contra dicho culto!

    Precisamente esto es lo mismo que hizo Jruschov para presentarse ante el partido y las masas como el salvador. Todos sabemos en ese infausto XXº Congreso del PCUS de 1956 acusó a Stalin de autopromocionar su culto:

    «El culto al individuo alcanzó proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que él utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse». (Nikita Jruschov; Informe Secreto en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 25 de febrero de 1956)

    Pero lo único que se ha podido demostrar hasta ahora, es que en realidad tanto él como Mólotov, como Beria, habían sido los halagadores principales de Stalin, y existen cientos de pruebas documentadas:

    «El Partido Comunista ha abierto su XIXº Congreso, más que nunca solidario, unitario y potente, estrechamente reunido en torno al Comité Central y a su genial dirigente, el camarada Stalin. (...) Nuestras victorias y nuestras realizaciones son debidas a la justa política del Partido Comunista, y a la luminosa dirección del Comité Central leninista- estalinista, a nuestro jefe y querido educador, el camarada Stalin. (..) Los triunfos que registra nuestro país han sido logrados gracias al Partido, quien ha realizado un extenso trabajo de organización con las masas para poner en práctica las geniales indicaciones de José Stalin». (Nikita Serguéievich Jruschov; Discurso en el XIXº Congreso del PCUS, 1952)

    Ya con simplemente esto, se demuestra que ni Mólotov ni Jruschov tenían un ápice de honestidad.

    Es bastante gracioso ver a las víctimas políticas de Jruschov como Mólotov o Zhukov, todas ellas fueron utilizadas y arrojados sin más como un limón exprimido que ya no tenía funcionalidad. Casualmente todos ellos, años después anotarían en sus memorias que Stalin era un hombre generoso, que tomaba en cuenta la opinión de todos, que era un hombre humilde, muy instruido y curioso, y todo tipo cosas que contradecían todo lo que se habían prestado a decir anteriormente para retomar sus puestos de poder y complacer a Jruschov. Algo surrealista.

    Stalin presuntamente dijo una vez de Mólotov durante la Segunda Guerra Mundial:

    «Sé que cuando muera, se tirarán sobre mi tumba montones de inmundicias. Pero el viento de la historia se las llevará sin piedad». (Félix Tchouev; Conversaciones con Mólotov, 140 entrevistas con el brazo derecho de Stalin, Albin Michel, 1995)

    Pero volvamos un poco más atrás. ¿Qué papel tuvo Mólotov tras la muerte de Stalin el 5 marzo de 1953? No se respetaron los últimos acuerdos del XIXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética sobre la necesidad de un relevo generacional en los cargos por cuestiones de edad y por los crecientes defectos de muchos de estos viejos cargos. Como otros cuadros degradados, Mólotov presionó para que fuera restituido en su cargo, así que ese mismo día fue elegido de nuevo Ministro de Asuntos Exteriores; en pocas palabras fue parte del golpe de Estado que hubo el 6 de marzo de 1953 y que muchos historiadores burgueses ignoran adrede.

    Enver Hoxha recoge en sus memorias este reparto de puestos cuando el cadáver de Stalin aún estaba caliente:

    «La forma en que fue notificada la muerte de Stalin y el modo cómo se procedió a organizar la ceremonia de su entierro, crearon en nosotros, los comunistas y el pueblo albanés, y en otros como nosotros, la impresión de que esta muerte había sido esperada con impaciencia por muchos. (...) Al día siguiente de la muerte de Stalin el 6 de marzo de 1953, el Comité Central del Partido, el Consejo de Ministros y el Presídium de Soviet Supremo de la URSS celebraron súbitamente una reunión conjunta. En casos de grandes pérdidas, como era la de Stalin, tales reuniones urgentes son necesarias e indispensables. Pero los numerosos e importantes cambios que fueron comunicados por la prensa un día después, mostraban que esa reunión urgente no había sido convocada con otro fin que el de... ¡distribuir los puestos! Stalin acababa de morir, sus restos mortales aún no habían sido trasladados a la sala donde se le rendirían los últimos honores, no había sido elaborado siquiera el programa de la organización de las honras y la ceremonia fúnebre, los comunistas y el pueblo soviético lloraban esta gran pérdida, ¡mientras que la alta dirección soviética encontraba el momento para repartirse las carteras! Malenkov fue designado Primer Ministro; Beria Primer Viceprimer Ministro y Ministro del Interior, y en este orden fueron repartidos los demás puestos entre Bulganin, Kasanovich. Mikoyan, Molotov. En ese día se realizaron importantes cambios en todos los órganos supremos del partido y del poder. El Presídium y el Buró del Presídium del Comité Central del Partido se fusionaron en un organismo único, fueron elegidos nuevos secretarios del Comité Central del Partido, se disolvieron algunos ministerios y pasaron a fusionarse otros, hubo cambios en el Presídium del Soviet Supremo, etc». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, 1980)

    Entonces, se concluye con razón, que Mólotov fue cómplice de una reorganización de puestos que incluía volver a elevar a puestos de poder a gente que había sido degrada en 1952.


    Molotov tuvo un papel principal en la política exterior a partir de entonces; encabezó la delegación en la infame Conferencia de Ginebra de 1954, donde tanto los revisionistas chinos como soviéticos vendieron a los imperialistas estadounidenses el destino y la soberanía de Vietnam:

    «Stalin murió en marzo de 1953 y en 1954 fue cuando John Foster Dulles –el Secretario de Estado de Estados Unidos– amenazó con que tendrían que usar una «represalia masiva» que incluía el uso de la bomba nuclear si los vietnamitas continuaban más allá de Dien-Bien Phu y los chinos intervenían abiertamente en Indochina; así la Unión Soviética y China, en nombre de «preservar la paz» y «prevenir otra guerra mundial» obligaron al ejército vietnamita y el pueblo de Indochina poner fin a la guerra de liberación evitando la completa independencia [de]. La capitulación de Ginebra de 1954 fue la continuación de la capitulación de Corea, traduciéndose en realidad la «paz a cualquier precio» por el término de «evitar el desastre atómico». (Moni Guha; ¿Por qué Stalin fue denigrado y convertido en una figura controvertida, 1981)

    Pero lo cierto es que ninguno de los bonitos y diplomáticos puntos de la Conferencia de Ginebra de 1954 fueron cumplidos por el imperialismo estadounidense, demostrándose que: 1) como en Corea, los dirigentes de la Unión Soviética y China había procedido a una apresurada paz concertada con el imperialismo estadounidense en un momento de victorias militares antiimperialistas de las fuerzas indígenas; 2) una paz bajo unos términos que prorrogaban la cuestión de la reunificación de Vietnam, a que fuera estudiada en una próxima conferencia; 3) Estados Unidos se comprometía de palabra a promesas de no injerencia, no presencia de tropas, ni ayuda militar a sus aliados reaccionarios vietnamitas, una promesa que no cumplió en la cuestión de Corea y no cumpliría en Vietnam.

    Tampoco surtió efecto el plan ideado en 1955 por los revisionistas soviéticos de concluir un tratado con los imperialistas estadounidenses para crear una Austria «reunificada, neutral y pacífica», pues pronto el país caería bajo la zona de influencia imperialista.

    Como Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Mólotov también apoyó la creación del Movimiento de los Países No Alineados, movimiento ideado y dirigido por Tito entre otros:

    «Mientras que Viacheslav Mólotov saludaba a la Conferencia de Bandung de los «no alineados» como una gran victoria sobre el colonialismo y el imperialismo, empujando los conceptos revisionistas de «coexistencia pacífica» según la cual «diplomáticos», «políticos», «intelectuales» y los mismos representantes de la economía del mundo burgués-imperialista estaban destinados a «poder contribuir» activamente a la paz y a la «colaboración internacional», si bien se advertía contra la resistencia de «ambientes hostiles». Véase en el documento: Partido Comunista de la Unión Soviética; XXº Congreso del PCUS; Recopilación de documentos editados por Cahiers du Communisme, Paris, marzo 1956». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

    La política exterior soviética a partir de abril de 1953 sufrió como hemos visto un volantazo en diversas cuestiones, un giro a tendencias conciliadoras, cobardes, claudicadoras y sumisas hacia el imperialismo. Se puso la primera piedra en la política exterior para la coexistencia pacífica de tipo jruschovista que lejos de beneficiar a la URSS en la arena internacional, le propinaron varias derrotas y la pérdida de su prestigio anteriormente ganado con esfuerzo bajo la dirección de Stalin, por no mencionar el daño y el abandono que supuso a las luchas de los movimientos de liberación nacional, a los cuales se dejaba a su suerte en muchas ocasiones bajo las promesas imperialistas de no intervención cuando no, repartiéndose las zonas de influencias con él a espaldas del país implicado.

    En el propio XXº Congreso del PCUS de 1956, Mólotov respaldó el concepto y la política jruschovista de coexistencia pacífica, alegando que en las condiciones actuales, era posible conjurar nuevas guerras, es decir, evitarlas, rechazando el concepto marxista-leninistas de la inevitabilidad de las guerras en tanto que exista el capitalismo. En España Popular, revista del PCE carrillista, recogieron dicho discurso:

    «Al respecto debe subrayarse de manera especial que en el informe del camarada Jruschov se han planteado oportunamente una serie de cuestiones de principios y, en particular, una cuestión tan importante como la posibilidad de conjurar guerras. (…) Se ha creado la posibilidad de conjurar las guerras». (Viacheslav Mólotov; Discurso pronunciado en el XXº Congreso del PCUS, 1956)

    Esto demuestra que Mólotov, al igual que Malenkov y otros, fueron cómplices de Jruschov en sus designios de revisión de los principios marxista-leninistas. Por si alguien no recuerda o no conoce las tesis internacionales de Jruschov a las que se refiere Mólotov, las refrescaremos:

    «La situación ha cambiado de manera radical. (…) Las guerras no son fatalmente inevitables. (…) Ha surgido y se ha desarrollado un poderoso factor del movimiento de partidarios de la paz. (…) Conquistar una sólida mayoría en el parlamento y transformarlo, de órgano de la democracia burguesa, en instrumento de la verdadera voluntad popular. (…) La conquista de una sólida mayoría parlamentaria. (…) Garantizarían las realización de transformaciones sociales radicales». Nikita Serguéievich Jruschov; Informe en nombre del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, 1956)

    Compárese estos alegatos con los que hacia Enver Hoxha en contra de este tipo de tesis:

    «A Debemos luchar con todas las energías para evitar otra conflagración mundial y hacer triunfar en todo el mundo una paz justa y democrática. (...) El imperialismo no depondrá las armas por su propia voluntad. Creer en semejante cosa significa engañarse a sí mismo y engañar a los demás. Debemos, por lo tanto, oponer al imperialismo la colosal potencia económica, militar, moral, política e ideológica del campo socialista, al mismo tiempo que las fuerzas unidas de los pueblos del mundo entero, para impedir por todos los medios la guerra que los imperialistas están preparando. (...) Quien se cree que el enemigo ha perdido toda esperanza, que ya no representa peligro y que está enteramente a su merced, no es realista y no hace más que engañar, adormecer a la gente, adormecer a los pueblos frente a estas situaciones complicadas y preñadas de peligros que exigen de todos la máxima vigilancia, que exigen la elevación del ímpetu revolucionario de las masas y no su disminución, relajamiento y descomposición, ni el compromiso. (...) Miremos los hechos de frente. El imperialismo mundial, dirigido por el estadounidense como destacamento más agresivo, orienta su economía a la preparación de la guerra, se arma hasta los dientes. El imperialismo estadounidense está abasteciendo con todo tipo de armas a la Alemania de Bonn, al Japón y a todos sus aliados y satélites. Ha organizado y perfecciona los pactos militares agresivos, ha instalado e instala bases militares en los cuatro flancos del campo socialista. Está acrecentando el arsenal de armas nucleares, rehúsa el desarme y la suspensión de las pruebas nucleares y trabaja febrilmente en nuevos inventos de exterminio en masa. ¿Por qué hace todo esto? ¿Acaso se prepara para una boda? ¡No! Al contrario, prepara la guerra contra nosotros, con el fin de destruir al socialismo y al comunismo y subyugar a los pueblos. (...) Es y seguirá siendo agresivo aunque sólo le quede un colmillo. Por su naturaleza agresiva es capaz de lanzar al mundo a otra guerra. (...) Insistimos en la necesidad de explicar a los pueblos que solamente el triunfo del socialismo en todo el mundo o en la mayoría de los países del globo, será garantía absoluta de que no habrá conflagración mundial. (...) No debemos hacer ninguna concesión de principios al enemigo, ni abrigar ilusiones acerca del imperialismo, porque creyendo salir de lodazales, entramos en cenagales». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 1960)

    Por ello, se apelaba que según la concepción leninista de la coexistencia pacífica, ella significa que:

    «Coexistencia pacífica entre dos sistemas opuestos no quiere decir, como pretenden los revisionistas contemporáneos, que tengamos que renunciar a la lucha de clases. Por el contrario, la lucha de clases ha de proseguir, y debe fortalecerse cada vez más en la lucha política e ideológica contra el imperialismo, contra la ideología burguesa y la revisionista. A la vez que se lucha consecuentemente para establecer la coexistencia pacífica leninista sin hacer ninguna concesión de principios al imperialismo, se ha de desarrollar en gran medida la lucha de clases en los países capitalistas, así como el movimiento de liberación nacional de los pueblos de los países coloniales y dependientes. Según nuestro punto de vista, los partidos comunistas y obreros de los países capitalistas deben luchar porque se establezca la coexistencia pacífica entre sus países, todavía bajo el sistema capitalista, y nuestros países socialistas. Pero su deber no ha concluido con esto. En esos países debe desarrollarse, crecer y fortalecerse la lucha de clases, y las masas trabajadoras, dirigidas por el proletariado de cada país con su partido comunista a la cabeza y en alianza con todo el proletariado mundial, deben hacer la vida imposible al imperialismo, destruir sus bases de guerra y económicas, arrebatarle de las manos la fuerza económica y política, y encaminarse hacia el aniquilamiento de su viejo poder, instaurando el nuevo poder del pueblo». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 1960)

    En cuanto al camino de la toma de poder, se dijo:

    «Esta cuestión estaba clara, el camarada Jruschov la embrolló en balde en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956, y lo hizo hasta el punto de llegar a agradar a los oportunistas. (...) Hasta ahora ningún pueblo, ningún proletariado y ningún partido comunista u obrero ha tomado el poder sin sangre y sin violencia. Algunos camaradas se apartan de la realidad cuando pretenden que han tomado el poder sin sangre, olvidando que por ellos ha derramado ríos de sangre en la Segunda Guerra Mundial el glorioso Ejército Soviético. En lo que respecta a esta cuestión, nuestro partido opina que debemos preparamos para los dos caminos y hacerlo bien, fundamentalmente para la toma del poder mediante la violencia, ya que si nos preparamos bien en este sentido también la otra posibilidad tiene mayor probabilidad de éxito. La burguesía puede dejarte sermonear para luego dar un golpe fascista y liquidarte, y todo eso como resultado de no haber preparado ni los cuadros de choque, ni la labor clandestina, ni sitios donde guarecerse y trabajar, ni medios de combate. Debemos prevenir esta trágica eventualidad». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 1960)

    A tenor de estos hechos, resulta evidente que la «lucha» de Mólotov contra Jruschov ha sido mitificada, distorsionada por la gente que ante la falta de una explicación real sobre el proceso de restauración del capitalismo en la URSS, crea héroes y villanos sin más análisis, gente como Roberto Vaquero que es proclive a caer en estos clichés ya que no comprenden nada del materialismo histórico, y sin ello no pueden realizar un análisis histórico.

    Poco después de 1953 Mólotov no tuvo un papel revolucionario y antirevisionista como pintan algunos; no reaccionó ni ante las reformas de Malenkov de 1953 o ante el incipiente acopio de poder de Jruschov y sus ideas peregrinas, sino que adoptó un rol tímido, a veces conciliador a veces vacilante con una tibia crítica, nunca llamó a las cosas por su nombre, y esto se mantuvo incluso en momentos en que Jruschov había consolidado su poder en 1955 y destapó sus intenciones más contrarrevolucionarias, como hemos visto Mólotov incluso llegó a ser cómplice de las tesis del XXº Congreso del PCUS de 1956:

    «Mólotov y sus compañeros eran viejos revolucionarios, comunistas honestos, pero eran representantes típicos de la rutina burocrática, de la «legalidad» burocrática y, cuando intentaron tibiamente utilizarla contra el evidente complot de los jruschovistas, el asunto había terminado ya. La burocracia y la «legalidad» burocrática fueron utilizadas por los traidores, quienes cubrieron el complot palaciego con esta «legalidad» y maniobraron a través de su red y de toda la capa de burócratas de origen proletario, y no de origen kulak o capitalista, feudal, para tomar en sus manos las riendas del partido y de los órganos del poder. (...) Este es un período lleno de enseñanzas para nosotros los marxista-leninistas porque señala la bancarrota de la «legalidad» burocrática, que constituye un gran peligro para un partido marxista-leninista, porque pone al descubierto los métodos que utilizan los revisionistas para beneficiarse ellos mismos de esa «legalidad» burocrática, porque pone de relieve cómo dirigentes honestos y experimentados, pero que han perdido el espíritu revolucionario de la clase, caen en las trampas de los intrigantes y ceden, retroceden ante los chantajes, la demagogia de los revisionistas traidores enmascarados tres la fraseología revolucionaria». (Enver Hoxha; Nuestro Partido desarrollará como siempre con consecuencia, audacia y madurez la lucha de clases, 24 de junio de 1966)

    Se puede resumir en que por lo tanto:


    «Cuando Jruschov tuvo el poder en sus manos, Mólotov y todos los otros camaradas no volvieron a actuar como revolucionarios que defienden la línea de Stalin. Se asustaron de la cara de la burocracia al igual que si fuera la cara de una serpiente». (Enver Hoxha; Discusión en la reunión del Buró Político del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, 22 de junio de 1966)

    El propio Mólotov reconocería que su grupo de seguidores no tenía ni idea de cómo enfrentar a Jruschov:

    «No teníamos ningún programa; solo la destitución de Jruschov, que sería nombrado Ministro de Agricultura. (…) Todavía esperaba que si nos quedamos en el partido podríamos corregir la situación poco a poco, pero nadie nos apoyó. (...) La organización del partido no estaba en nuestras manos. (...) Un buen número de personas me guardaba rencor, en las bases así como los trabajadores que aceptaron la nueva línea [de Jruschov]». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Por tanto con esa táctica de plantear la cuestión como problemas de palacio, sin acudir al respaldo popular, sin recurrir a ellas para la defensa del marxismo-leninismo y el legado de Stalin, fue un error mayúsculo. ¿Es esta la posición de un verdadero patriota y comunista cuando el partido y el país están en peligro?

    Dejemos que nos hable la pluma de una figura que sufrió el escarnio público y el intento de asesinato constante cuando los revisionistas conspiraban contra él, veamos si se quedó callado y cruzado de brazos:

    «Cuando una situación de hecho, criminal, es impuesta a la masa nacional o a la masa del partido, los verdaderos patriotas, los verdaderos revolucionarios, los verdaderos comunistas, no se plantean un problema de mayorías y minorías, no se plantean la tarea de dilucidar dónde se encuentra el «conducto regular»: se lanzan a la acción, a la batalla, con la voluntad inquebrantable de salvar la Patria de los tiranos y al partido de todo tipo de liquidadores. ¿O es que los miembros cooptados del ex-Secretariado podían esperar que el Secretario General del partido obedecería ordenes facciosas y se resignara a ser espectador y a lamentar la destrucción de una obra que es el honor y el orgullo de la clase obrera y de los trabajadores de Cataluña, que es la vanguardia dirigente de las luchas de hoy contra el franco-falangismo y que será mañana, conjuntamente con el Partido Comunista de España, la suprema garantía de una democracia auténtica en marcha hacia el socialismo? Si el Secretario General hubiera hecho eso, se habría deshonrado para siempre, habría merecido el reproche, el menosprecio de los obreros, de los trabajadores, de todo nuestro pueblo». (Joan Comorera; Declaración de Joan Comorera: Secretario General del Partido Socialista Unificado de Cataluña, 14 de noviembre de 1949)

    Es claro que Mólotov y sus compañeros estaban infectados de vicios y defectos intelectualoides y burócratas. Por ello nadie echaría demasiado en falta a Mólotov y su grupo tras ser purgados definitivamente por Jruschov en 1957, sencillamente las masas y los comunistas revolucionarios tenían en gran estima a Mólotov, incluso lo veían como una de las figuras destinadas a gobernar a la muerte de Stalin, al igual así lo veían los otros partidos comunistas. Pero cuando vieron que él y sus allegados estaban más preocupados de repartirse el poder después de la muerte de Stalin que de mantener los principios, cuando vieron que habían permitido todos los agravios posibles contra la URSS y Stalin, que habían rehusado basarse en el pueblo, la estima se convirtió en indiferencia o en rechazo como es lógico:

    «Es así como estos excompañeros de armas de Stalin, que habían consentido las calumnias lanzadas contra su gloriosa obra, fueron calificados, tras este intento fallido, de «grupo antipartido» y recibieron el golpe definitivo por parte de los jruschovistas. Nadie lamentó su caso, nadie se apiadó de ellos. Habían perdido su espíritu revolucionario, eran cadáveres del bolchevismo, habían dejado de ser marxista-leninistas. Habían hecho causa común con Jruschov y permitieron que se cubriera de barro a Stalin y su obra; intentaron hacer algo, pero no por vía de partido, pues el partido no existía tampoco para ellos». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, 1980)

    Años después, Mólotov confesó que tenía simpatías por los revisionistas purgados en el Caso de Leningrado de 1951, en especial por la figura de Alexander Voznesensky, de este diría que:

    «Era un hombre muy competente, importante, un hombre que nos equivocamos en disparar». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Del mismo modo, Mólotov clamaría sobre Alekséi Kuznetsov, que pertenecía al grupo de Alexander Voznesensky, relacionado con los revisionistas yugoslavos en el caso del centro antisoviético de Leningrado, que:

    «De todos los que he conocido, él era uno de los mejores». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Más allá de los vínculos con los revisionistas yugoslavos reconocidos incluso por éstos, estos dos elementos soviéticos eran famosos por teorizar tesis económicas y por introducirlas sin permiso en ciertos sectores saltándose las leyes socialistas y la democracia interna; justo los principios económicos que Jruschov implantaría años después:

    «La ley más elemental que rige los costos de producción y distribución de bienes es la ley del valor. (...) En la economía socialista la ley del valor significa la necesidad de calcular y planificar en términos de dinero el costo de producción. (...) El plan del Estado en la Unión Soviética como sistema económico hace uso de la ley del valor para establecer las proporciones necesarias en la producción y distribución del trabajo social y el producto social. (...) La ley del valor opera no solo en la producción, sino también en el intercambio de productos. En los precios en la economía socialista también son otro campo de la expresión monetaria del valor del producto, o su coste de producción y, en última instancia, de la cantidad de trabajo socialmente necesario invertido en su producción. (...) La ley del valor opera también en la distribución del trabajo mismo entre las distintas ramas de la economía nacional de la Unión Soviética. (...) Las siguientes características distintivas deben tenerse en cuenta en cuanto a la planificación y organización de la producción en empresas industriales soviéticas durante el período de economía de guerra: la contabilidad de costes estricta, la ganancia y la pérdida contable, y reducción de los costes de producción. (...) Para lograr un nivel importante de la producción, es importante crear un sistema de premios de incentivo personal para elevar la producción. (...) El socialismo científico no niega la importancia en la economía socialista de la ley de valor, de los precios de mercado, de las ganancias y pérdidas en la contabilidad. (...) En cuanto a la contabilidad de pérdidas y ganancias que se representan en la economía soviética, no solo no es contraria al sistema socialista de economía, sino que sirve como un estímulo importante para el desarrollo de la producción socialista, en la medida en que contribuye al crecimiento de las ganancias». (Alexander Voznesensky; La economía de guerra de la Unión Soviética durante la Gran Guerra; 1947)

    También Mólotov sin ningún sonrojo reconocería sus simpatías por el ascenso a la Secretaria General del PCUS de Gromyko y Andrópov en 1982:

    «Creo que la aparición de estos dos hombres ha marcado un gran triunfo para nosotros los comunistas en estos últimos años. En primer lugar, Andrópov. Su ascenso a la oficina se me antojó como toda una sorpresa, pese a que había permanecido totalmente familiar a los cuadros bolcheviques todos estos años. Gromyko, a quien yo promoví, estaba a la altura. Andrópov fue la primera sorpresa, pero una sorpresa agradable. Resulta que él es un hombre de firmes políticas, un hombre de amplios horizontes. Una persona en la que se puede confiar. Aparentemente él ha ido madurando en estos años de responsabilidad. Ha probado ser muy merecedor de esta confianza. Estuvo a la altura cuando trabajó conmigo». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Para quién no conozca a estas figuras, Gromyko fue miembro del Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1973. También desempeñó como Ministro de Exterior desde 1957 hasta los años 70, lo que indica que fue una pieza clave del jruschovismo y de su variante el brezhnevismo. Venir a decir en 1982 que Andrópov era un hombre de «firmes políticas» tras cambiar la chaqueta stalinista por la jruschovista, y la jruschovista por la brezhnevista; de ser responsable de la represión revisionista bajo la máxima dirección del KGB entre 1967 y 1982; calificarlo de «hombre de confianza» cuando había sido el brazo ejecutor de los jefes jruschovistas en la política interior y exterior de la URSS, era poco menos que una tomadura de pelo para los trabajadores de la Unión Soviética, y hacía un flaco favor a los marxista-leninistas que combatían desde el exterior las ilusiones hacia el revisionismo soviético.

    Esta entrevista demuestra de nuevo la degeneración ideológica de Mólotov y su sentimentalismo respecto a las personas con las que había tenido trato.

    Al revisionista francés Maurice Thorez, uno de los mayores antistalinistas de esos años, le definiría como:

    «Un hombre muy bueno; un stalinista». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Téngase en cuenta que Thorez no solo fue un infame jruschovista, sino un socialchovinista y socialimperialista, que apoyó a los diversos gobiernos socialdemócratas y conservadores para mantener el imperio francés. Mientras Thorez hablaba por influjo de Jruschov contra Stalin en 1956 y daba lecciones de «democratización», por otro lado aprobaba en el parlamento dar plenos poderes al gobierno de René Coty para reprimir a sangre y fuego la insurrección en Argelia. Un episodio del que los revisionistas parecen no acordarse.

    En cuanto al revisionista alemán Walter Ulbricht, responsable de los desastres en la RDA, Mólotov le presentaría como:

    «Un comunista dedicado, un camarada políticamente consciente». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov; Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    Otra ocasión en que Mólotov demostraría sus escasos conocimientos de marxismo y su apego meramente sentimental por la obra de Stalin, fue cuando en sus entrevistas achacó a Stalin haberse equivocado en sus pronósticos internacionales en materia económica, Stalin dijo:

    «Se desprende que la esfera de explotación de los recursos mundiales por los principales países capitalistas –los Estados Unidos, Inglaterra y Francia– no va a ampliarse, sino a reducirse, que las condiciones del mercado mundial de venta empeorarán para esos países». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Problemas económicos del socialismo, 1952)

    Y Mólotov replicaría en resumidas cuentas:

    «Ahora no se ha producido tal cosa». (Félix Tchouev; Conversaciones con Mólotov, 140 entrevistas con el brazo derecho de Stalin, Albin Michel, 1995)

    Pero Stalin no se había equivocado, un famoso marxista-leninista francés explica así el plan de Stalin y el desbarajuste de su plan por los jruschovistas:

    «Se trataba que simplemente que en cualquier país, fuera socialista –como los existentes en las democracias populares– o anticolonialista –como China–, se otorgara la posibilidad de edificar una poderosa industria de producción de medios de producción que les apartara de su amenaza de la «dawesización». Así sería quebrantado el monopolio de la detención de los medios de producción por algunas potencias imperialistas, así las economías socialistas definitivamente serían sustraídas del mercado capitalista mundial y los ex países dependientes incluso los no socialistas, se hallarían en situación de sustraerse de la explotación por el capital extranjero y llegar ellos mismos a tomar sitio sobre el mercado capitalista mundial. La perspectiva era clara: reforzar a los países del campo socialista y contribuir a agravar las rivalidades interimperialistas a través de la reducción de las oportunidades para el capital imperialista y sus mercados, ayudando a los países dependientes a construir su propia industria, acelerando la revolución en los países imperialistas más poderosos. Concebimos que tal situación inevitablemente hubiera traído rápidamente «la agravación de la crisis general del sistema capitalista mundial». Entonces como se vio, los revisionistas jruschovistas dieron fin a esta perspectiva inmediatamente después del fallecimiento de Stalin y otros dirigentes marxista-leninistas de los países de democracia popular. Ansiosos de elegir «la línea de menor resistencia», cuando no estaban claramente motivados por ambiciones chovinistas y socialimperialistas, los revisionistas soviéticos se opusieron en lo sucesivo a la construcción de una industria de medios de producción y transformaron a los ex países socialistas en países dependientes. Era inevitable que estas condiciones trajeran consigo la extensión de oportunidades mercantiles y financieras para los países imperialistas». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

    Se concluye que Mólotov fue en política un sentimentalista respecto a Stalin, pero que jamás llegó a comprender la esencia de su obra política, y por tanto estaba incapacitado para defender su legado político, un problema desafortunadamente que abundaba mucho en aquella época y que tiene su eco en la actualidad:

    «La desgracia del movimiento comunista internacional fue que el apego al comunismo era a menudo más sentimental que doctrinal, incluso en vida de Stalin. Y es esta religiosidad la que usan los revisionistas para combatir la teoría y práctica del socialismo científico. Cuando se consideró urgente hacer frente a estas debilidades y aumentar la comprensión del marxismo-leninismo a un alto nivel científico, se encontraron con una gran resistencia pasiva –la indiferencia y la inacción– y activa –con hostilidad– de muchos ejecutivos del aparato del partido, el Estado y la economía. En el resto del movimiento obrero internacional, las desviaciones a menudo también se fueron fraguando poco a poco, ya sea en los partidos comunistas de los países imperialistas –con el socialchovinismo– o de los países dependientes –con el nacionalismo tercermundista–. En la Unión Soviética, los elementos hostiles como los jruschovistas eran ciertamente una minoría, pero estos elementos gozaron del apoyo de muchos elementos inertes. Viacheslav Mólotov fue el tipo de figura con la naturaleza característica de estos elementos inertes cuya comprensión de los nuevos acontecimientos era superficial y por lo tanto eran propensos a mostrarse inestables». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

    Y esto efectivamente es así, hay que saber qué tipo de personas necesita el comunismo para que triunfe su causa, no reivindicar a cualquiera por mero folclore:

    «El comunismo no necesita de gente bien intencionada pero pasiva, cobarde y conformista como Mólotov que obstaculizan la lucha contra oportunistas como Jruschov, sino que necesita de gente formada ideológicamente, fiel, valiente, y comprometida hasta sus últimos días como Hoxha. Mientras un movimiento o un individuo marxista-leninista no comprenda la máxima básica de que debe pertrecharse del materialismo dialéctico como método para analizar los fenómenos sociales y que esto incluye una exclusión del sentimentalismo para analizar las cuestiones, dicho movimiento o dicho sujeto será un revolucionario que simpatiza con el marxismo-leninismo y aplica ciertas cosas de él que le gustan y acepta, pero jamás un marxista-leninista». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas cuestiones económicas sobre la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista, 28 de agosto de 2016) (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)


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