Reflexión extraida de su blog: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
¿Que es la libertad?
Hoy en día parece que cualquier persona ha sido el inventor de esta palabra. ‘Libertad’, además de ‘democracia’, son panacea para todo y aquel que las vocifera más a menudo todavía se lo cree más. Es una especie de ‘auto-afirmación’ en que determinados sujetos en vez de decir ‘Soy Guay’ o ‘Soy el Mejor’ intentan demostrar que sus argumentos son válidos y mejores que el resto… porque incluyen dichas palabras mágicas.
El dictar un significado a la palabra ‘Libertad’ es de por sí una contradicción, ya que no se puede encasillar en lo que opine este o aquel personaje. Es un concepto tan abstracto y que varía tanto entre culturas y creencias, que el que acusa con su dedo de ‘Hay o no libertad en tal sitio’, no sólo intenta demostrar una superioridad mística sino perdonarse a si mismo por los pecados cometidos.
Me parece tremendamente graciosa y ‘hippie’ la frase ‘Tu libertad termina donde empieza la del otro’, ¿¿Ah Si?? ¿¿Y quien lo determina??. Por ejemplo: Un fumador que necesite tomarse una calada al lado de una persona que le moleste. O uno o el otro tendrán que perder su ‘libertad cigarrera’ para que exista un mínimo equilibrio social.
El ser humano, por el simple hecho de serlo, de estar limitado por su cuerpo físico y de vivir en una sociedad donde debe COEXISTIR, nunca puede ser libre. Incluso la entrada en una discoteca la determina una vestimenta, y los aparadores de una tienda de moda no son LIBRES, sino que están abiertos sólo para aquellos que tengan la capacidad económica de pagarse el objeto de deseo. Así pues, la ‘libertad capitalista’ es una farsa porque no depende de la libre elección del individuo, sino del tamaño de la billetera que tenga. Por eso también hay leyes, por eso hay mayorías, que el resto de minorías deben acatar, perdiendo su libertad. Por lo tanto ya está bien de infantilismo y de creerse juez y verdugo de un concepto que en todo caso es más espiritual y abstracto que tangible.
Hago esta reflexión porque en España se habla de un sistema ‘libre’ donde no se puede ni siquiera orinar si no tienes dinero. Mi última experiencia personal fue al llegar a la Estación de Atocha y ver que a pesar de pagar el billete de tren, y al contrario que en ocasiones anteriores, tenía que abonar unos 50 céntimos para poder satisfacer mis necesidades fisiológicas. ¿¿Hasta que punto llega el ser humano donde el simple hecho de orinar está mercantilizado??. Si almenos te quedara el indigno y desesperado recurso de ir a un parque, pero al final uno piensa… ‘más vale pagar el ‘impuesto revolucionario’ del lavabo privado que acabar sancionado con una abultada multa estatal’.
En Corea, cualquier tienda, estación o restaurante, te abre las puertas de su lavabo sin necesidad de consumir o pagar nada, porque ante todo se trata de un acto piadoso, y sí, Corea también está habitada por seres humanos con las mismas necesidades que los españoles.
Pero a pesar de la injusticia de estos peajes, no son nada con lo que acabo de descubrir hoy: En España no se puede hablar por teléfono móvil. Bueno, para ser más concretos: Se puede usar unos minutos hasta que te lo roban. ¿Y cuantos minutos? Depende de la suerte, de la ciudad, de la fuerza y como no, la voluntad divina.
Esta tarde en Barcelona he tenido una agradable charla con mi amigo José-Apeles (Padre Apeles) y tres estudiantes de la Universidad Pontificia Comillas, que han venido de Madrid para aprender y dialogar sobre Corea del Norte (Uno de ellos espera preparar una tesis que se hara pública). Al salir de la cafetería, he llegado junto a Pl. Universitat y justo me llamaba otro amigo por móvil. He descolgado y tras 3 minutos de conversación, noto una mano que por mi espalda se posa sobre la mía y me estira levemente el terminal. Creía que se trataría de la broma de algún conocido en Barcelona, cuando de repente el tirón se convierte en agresivo, aprieto mi teléfono con todas mis fuerzas y me giro sorprendido por dicho ataque. Se trataba de dos energúmenos de unos 20 años, españoles (de raza y nacionalidad), que estaban empeñados en robarme delante de 300 personas. Tras el forcejeo fallaron y no pudieron arrebatármelo, tan sólo se llevaron un pequeño trozo de mi piel bajo sus uñas. Frustrados echan a correr, yo enfurecido detrás de ellos gritando ‘Al ladrón’, y señalando a los criminales. Me llevaban una distancia… Todo el mundo mira, nadie hace nada (¿A alguien le suena de algo?)… excepto un sólo chaval, que entre la multitud da dos zancadas y coje de la chaqueta a uno de ellos. Mientras les aseguramos hasta que llegue la policía, me dice el chico que nos había visto peleando y que se pensaba que era una reyerta callejera, pero cuando grité supo que había un robo y decidió ayudarme.
Justo entonces pasan dos agentes patrulleros de la Policia Local a los que llamo de inmediato. Explicamos los hechos, declara el testigo y se procede a identificar a los 2 cobardes, que como no, niegan lo sucedido. Tras hablar con la Policía saqué 2 conclusiones muy claras:
1- Aunque denuncie y fuéramos a juicio, la multa para los ladrones es inferior a pasarse un semáforo en rojo.
2- Palabras textuales del agente: ‘Es de agradecer que este chico le haya ayudado, hoy en día como están las cosas, nadie hace esto’.
‘Lo sé agente’, respondí. ‘Tengo amigos en varios cuerpos de policía, sé que en España el delincuente tiene más derechos y ‘libertad’ que las personas honradas. Y que ustedes no pueden hacer nada más porque se juegan no sólo su trabajo e interés vocacional, sino la hipoteca y el pan de sus propios hijos’. ‘Debo conformarme con que les hayan visto, con que sepan quienes son, para poder ayudar a otros que puedan ser sus víctimas futuras’.
Tras dar gracias a la policía y mi profundo respeto al testigo que me ayudó entre la multitud, me dije a mi mismo: Cuando vuelva la próxima vez de Corea no sólo tengo que controlar mi cartera en todo momento, sino que para colmo debo acordarme de !!!Jamás dejar la espalda descubierta al usar el móvil¡¡¡ Sino orientarla hacia a un muro, que por lo menos me permita ver a los criminales de frente y tenga tiempo a reaccionar. Ni que decir tiene que, afortunadamente, no tuve la posibilidad de estamparles mis huellas en la cara a esos niñatos. De lo contrario encima sería yo el culpable y les debería indemnizar. Y todo por intentar ‘ejercer la libertad de usar mi móvil en un espacio público’.
Mi !!BRAVO¡¡ por los agentes de la Policía Local de Barcelona por su profesionalidad, educación y dedicación en limpiar las calles de criminales. Criminales que multiplica la degenerada sociedad capitalista, sus políticos y leyes decadentes, que penan al honesto y premian al delincuente.
Mi !!BRAVO¡¡ por el chaval que me ayudó a atraparlos, que creyendo en la solidaridad y la justicia arriesgó su propia integridad. Porque eso, o sale en ese lance de honor desde dentro… o símplemente no sale.
Y mi convicción de que si estos aprendices de delincuente tuvieran que limpiar bosques durante tres meses por cada robo que cometieran, se lo pensarían… hasta tres veces.
¿Que es la libertad?
Hoy en día parece que cualquier persona ha sido el inventor de esta palabra. ‘Libertad’, además de ‘democracia’, son panacea para todo y aquel que las vocifera más a menudo todavía se lo cree más. Es una especie de ‘auto-afirmación’ en que determinados sujetos en vez de decir ‘Soy Guay’ o ‘Soy el Mejor’ intentan demostrar que sus argumentos son válidos y mejores que el resto… porque incluyen dichas palabras mágicas.
El dictar un significado a la palabra ‘Libertad’ es de por sí una contradicción, ya que no se puede encasillar en lo que opine este o aquel personaje. Es un concepto tan abstracto y que varía tanto entre culturas y creencias, que el que acusa con su dedo de ‘Hay o no libertad en tal sitio’, no sólo intenta demostrar una superioridad mística sino perdonarse a si mismo por los pecados cometidos.
Me parece tremendamente graciosa y ‘hippie’ la frase ‘Tu libertad termina donde empieza la del otro’, ¿¿Ah Si?? ¿¿Y quien lo determina??. Por ejemplo: Un fumador que necesite tomarse una calada al lado de una persona que le moleste. O uno o el otro tendrán que perder su ‘libertad cigarrera’ para que exista un mínimo equilibrio social.
El ser humano, por el simple hecho de serlo, de estar limitado por su cuerpo físico y de vivir en una sociedad donde debe COEXISTIR, nunca puede ser libre. Incluso la entrada en una discoteca la determina una vestimenta, y los aparadores de una tienda de moda no son LIBRES, sino que están abiertos sólo para aquellos que tengan la capacidad económica de pagarse el objeto de deseo. Así pues, la ‘libertad capitalista’ es una farsa porque no depende de la libre elección del individuo, sino del tamaño de la billetera que tenga. Por eso también hay leyes, por eso hay mayorías, que el resto de minorías deben acatar, perdiendo su libertad. Por lo tanto ya está bien de infantilismo y de creerse juez y verdugo de un concepto que en todo caso es más espiritual y abstracto que tangible.
Hago esta reflexión porque en España se habla de un sistema ‘libre’ donde no se puede ni siquiera orinar si no tienes dinero. Mi última experiencia personal fue al llegar a la Estación de Atocha y ver que a pesar de pagar el billete de tren, y al contrario que en ocasiones anteriores, tenía que abonar unos 50 céntimos para poder satisfacer mis necesidades fisiológicas. ¿¿Hasta que punto llega el ser humano donde el simple hecho de orinar está mercantilizado??. Si almenos te quedara el indigno y desesperado recurso de ir a un parque, pero al final uno piensa… ‘más vale pagar el ‘impuesto revolucionario’ del lavabo privado que acabar sancionado con una abultada multa estatal’.
En Corea, cualquier tienda, estación o restaurante, te abre las puertas de su lavabo sin necesidad de consumir o pagar nada, porque ante todo se trata de un acto piadoso, y sí, Corea también está habitada por seres humanos con las mismas necesidades que los españoles.
Pero a pesar de la injusticia de estos peajes, no son nada con lo que acabo de descubrir hoy: En España no se puede hablar por teléfono móvil. Bueno, para ser más concretos: Se puede usar unos minutos hasta que te lo roban. ¿Y cuantos minutos? Depende de la suerte, de la ciudad, de la fuerza y como no, la voluntad divina.
Esta tarde en Barcelona he tenido una agradable charla con mi amigo José-Apeles (Padre Apeles) y tres estudiantes de la Universidad Pontificia Comillas, que han venido de Madrid para aprender y dialogar sobre Corea del Norte (Uno de ellos espera preparar una tesis que se hara pública). Al salir de la cafetería, he llegado junto a Pl. Universitat y justo me llamaba otro amigo por móvil. He descolgado y tras 3 minutos de conversación, noto una mano que por mi espalda se posa sobre la mía y me estira levemente el terminal. Creía que se trataría de la broma de algún conocido en Barcelona, cuando de repente el tirón se convierte en agresivo, aprieto mi teléfono con todas mis fuerzas y me giro sorprendido por dicho ataque. Se trataba de dos energúmenos de unos 20 años, españoles (de raza y nacionalidad), que estaban empeñados en robarme delante de 300 personas. Tras el forcejeo fallaron y no pudieron arrebatármelo, tan sólo se llevaron un pequeño trozo de mi piel bajo sus uñas. Frustrados echan a correr, yo enfurecido detrás de ellos gritando ‘Al ladrón’, y señalando a los criminales. Me llevaban una distancia… Todo el mundo mira, nadie hace nada (¿A alguien le suena de algo?)… excepto un sólo chaval, que entre la multitud da dos zancadas y coje de la chaqueta a uno de ellos. Mientras les aseguramos hasta que llegue la policía, me dice el chico que nos había visto peleando y que se pensaba que era una reyerta callejera, pero cuando grité supo que había un robo y decidió ayudarme.
Justo entonces pasan dos agentes patrulleros de la Policia Local a los que llamo de inmediato. Explicamos los hechos, declara el testigo y se procede a identificar a los 2 cobardes, que como no, niegan lo sucedido. Tras hablar con la Policía saqué 2 conclusiones muy claras:
1- Aunque denuncie y fuéramos a juicio, la multa para los ladrones es inferior a pasarse un semáforo en rojo.
2- Palabras textuales del agente: ‘Es de agradecer que este chico le haya ayudado, hoy en día como están las cosas, nadie hace esto’.
‘Lo sé agente’, respondí. ‘Tengo amigos en varios cuerpos de policía, sé que en España el delincuente tiene más derechos y ‘libertad’ que las personas honradas. Y que ustedes no pueden hacer nada más porque se juegan no sólo su trabajo e interés vocacional, sino la hipoteca y el pan de sus propios hijos’. ‘Debo conformarme con que les hayan visto, con que sepan quienes son, para poder ayudar a otros que puedan ser sus víctimas futuras’.
Tras dar gracias a la policía y mi profundo respeto al testigo que me ayudó entre la multitud, me dije a mi mismo: Cuando vuelva la próxima vez de Corea no sólo tengo que controlar mi cartera en todo momento, sino que para colmo debo acordarme de !!!Jamás dejar la espalda descubierta al usar el móvil¡¡¡ Sino orientarla hacia a un muro, que por lo menos me permita ver a los criminales de frente y tenga tiempo a reaccionar. Ni que decir tiene que, afortunadamente, no tuve la posibilidad de estamparles mis huellas en la cara a esos niñatos. De lo contrario encima sería yo el culpable y les debería indemnizar. Y todo por intentar ‘ejercer la libertad de usar mi móvil en un espacio público’.
Mi !!BRAVO¡¡ por los agentes de la Policía Local de Barcelona por su profesionalidad, educación y dedicación en limpiar las calles de criminales. Criminales que multiplica la degenerada sociedad capitalista, sus políticos y leyes decadentes, que penan al honesto y premian al delincuente.
Mi !!BRAVO¡¡ por el chaval que me ayudó a atraparlos, que creyendo en la solidaridad y la justicia arriesgó su propia integridad. Porque eso, o sale en ese lance de honor desde dentro… o símplemente no sale.
Y mi convicción de que si estos aprendices de delincuente tuvieran que limpiar bosques durante tres meses por cada robo que cometieran, se lo pensarían… hasta tres veces.