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    Juventud Comunista Revolucionaria: La Tercera República y la Revolución

    ML_Sverdlov
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    Juventud Comunista Revolucionaria: La Tercera República y la Revolución Empty Juventud Comunista Revolucionaria: La Tercera República y la Revolución

    Mensaje por ML_Sverdlov Miér Ago 15, 2018 1:10 pm

    Dejó aquí la interesante octavilla que redactó la Juventud Comunista Revolucionaria con motivo del aniversario de la proclamación de la Segunda República. Se puede leer en su web y en formato pdf (tal y como fue repartida) siguiendo el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]



    “La revolución proletaria es imposible sin destruir violentamente la máquina del Estado burgués y sin sustituirla por otra nueva (…).”                                    

    Lenin

    Como cada 14 de abril, la mayoría aplastante del Movimiento Comunista del Estado español (MCEe) acude a la fiesta republicana con la esperanza de intentar paliar su progresiva descomposición. Son varios los años que este acontecimiento transcurre con una de las mayores crisis capitalistas de la historia como telón de fondo y, a pesar de las esperanzas que generó entre el grueso del revisionismo, esto no ha supuesto ningún aumento de su fuerza dentro del movimiento obrero. De hecho, esta última década, marcada por la irrupción de Podemos, ha venido a confirmar por enésima vez la imposibilidad de construir ningún tipo de proceso revolucionario a partir de un estallido espontáneo de las masas, dejando en evidencia las estrechas concepciones del revisionismo y su inoperante estrategia de la acumulación de fuerzas.

    El revisionismo, incapaz de presentar una alternativa que trascienda el horizonte inmediato de las masas, enarbola la bandera republicana en un vano intento por tratar de canalizar el descontento de la clase obrera hacia sus objetivos, aunque esto conduzca de facto a renegar del marxismo. Con una mezcla de nostalgia e impotencia para incidir en la lucha de clases, el oportunismo vende una imagen mitificada de la Segunda República, de la que convenientemente olvida sus episodios oscuros, y presenta una hipotética Tercera República como la panacea universal. Por el contrario, el marxismo nos enseña que la realidad es bien distinta, que la dictadura del capital sobre el proletariado puede adoptar múltiples formas y que la república más democrática no deja de ser otra forma de dominación sobre el proletariado, adecuándose perfectamente a los intereses de la burguesía. Ante esto, se objetará la necesidad de «profundizar en la democracia», pero… ¿democracia para qué clase? Esta es la pregunta que todo obrero consciente nunca cesará de plantearse. En el pasado, ya comprobamos en el Estado español como la solución republicana es un mecanismo que las clases dominantes emplean para tratar de dar continuidad a su sistema de dominación y no sería de extrañar que la crisis política que atraviesa el Estado español, agravada por la cuestión nacional catalana, obligase a los capitalistas a repetir esta táctica.

    Asimismo, la lucha por la Tercera República por parte de los comunistas se sostiene sobre la completa tergiversación de la teoría marxista del Estado. Prescindiendo de la educación ideológica de la clase obrera a cambio de la difusión de falsas esperanzas, el oportunismo republicano termina por defender la equivocada idea de que la única tarea del proletariado respecto al Estado consiste en variar su forma, dejando incólume el resto del aparato estatal. La práctica revolucionaria de la clase obrera, no obstante, evidencia que la actitud del proletariado hacia esta cuestión no puede reducirse a la simple toma de la maquinaria estatal burguesa. El Estado no es otra cosa que el órgano de dominación de una clase sobre otra y el proletariado no puede contentarse con hacerse cargo del aparato burocrático-militar diseñado para oprimirle: la clase obrera, primero, debe barrer y aniquilar completamente esta maquinaria, debe destruir el aparato burgués y sustituirlo por el Estado de Dictadura del Proletariado, creado a partir de la revolución violenta por medio de la Guerra Popular.

    El capitalismo es un sistema irreformable y la misión del proletariado revolucionario consiste en mandarlo al basurero. La lucha por la Tercera República no se corresponde con estos objetivos: ata las cadenas del proletariado a la esclavitud asalariada con más fuerza al desviar su atención hacia la monarquía, dulcificando de este modo el capitalismo; lleva aparejada la sustitución de la Revolución por la mera reforma del sistema y contribuye indudablemente al mantenimiento de la situación de opresión que padece el proletariado, siendo un freno que entorpece su elevación ideológica. El programa republicano genera la ilusión de que el simple cambio en la forma del Estado acarreará la mejora de las condiciones de existencia de las masas obreras, lo que termina por subordinar al proletariado a determinadas fracciones de la burguesía. Bajo el capitalismo, el proletariado estará encadenado al trabajo asalariado, a la miseria y a la incertidumbre constantes, igual da si la bandera bajo la que padece estas lacras es la tricolor o la rojigualda.

    Frente a las falsas esperanzas republicanas, los comunistas revolucionarios defendemos que la única solución verdadera pasa por la realización de la Revolución Socialista, que destruya por medio de la guerra popular de las masas oprimidas, guiadas por el Partido Comunista, el viejo Estado burgués y establezca el Nuevo Poder mediante el cual el proletariado impondrá su dictadura sobre la clase capitalista. La forma del Estado de Dictadura del Proletariado será la de una República Socialista, pero lo será no por el hecho de adjetivarse como tal, sino por haber sido construida por medio de la violencia revolucionaria y sostenerse mediante el poder del pueblo armado, por contribuir a la superación del capitalismo y por ser un instrumento en la construcción de la sociedad sin clases.

    Sin embargo, para comenzar la Revolución Socialista es precisa la previa existencia del Partido Comunista, que vincule a la vanguardia portadora del socialismo científico con las masas proletarias, es decir, el Partido Comunista entendido como movimiento revolucionario. Hoy esto no sucede y la tarea de los comunistas ha de consistir en la lucha por su reconstitución. Sin embargo, esta lucha debe librarse en medio de una crisis ideológica del comunismo sin precedentes, la cual tiene su origen en el colapso del llamado campo socialista  que clausuró la ola de revoluciones (Ciclo de Octubre) que sacudió el pasado siglo. Esta situación impone como necesaria la realización del Balance del Ciclo de Octubre para extraer las lecciones de la experiencia histórica del proletariado que nos permitan evitar un nuevo fracaso. A su vez, mediante la síntesis de la práctica pasada, el marxismo se eleva, adecuándose a las necesidades del momento histórico, permitiendo la paulatina conquista de la vanguardia para la Revolución a partir de una lucha intransigente con las concepciones erróneas que habitan en su seno (reconstituyéndose como teoría de vanguardia en este proceso), lo que nos permitirá en el futuro ganar a la vanguardia práctica de las luchas que emprende la clase obrera, culminando de este modo la reconstitución del Partido Comunista. Esta situación capacitará al proletariado para elevar su lucha de clase a guerra de clase, a confrontación directa por el poder.

    No existe una “vía republicana” posible desde el punto de vista de los intereses del proletariado: el capitalismo en el Estado español se encuentra en su etapa imperialista, en la antesala de la Revolución Proletaria, por lo que la única tarea de los comunistas consiste en preparar las condiciones para su desencadenamiento. Este es el único camino que permite plantear seriamente la lucha por la liberación de la Humanidad. De nosotros depende recorrerlo; para ello, primero, debemos abandonar el posibilismo y recuperar el horizonte revolucionario.

    JUVENTUD COMUNISTA REVOLUCIONARIA

    ¡Reconstituyamos la ideología proletaria, iniciemos una nueva ola revolucionaria!

    ¡Abajo la Tercera República, por el Estado de Dictadura del proletariado!

    ¡Contra las falsas ilusiones republicanas, por la Revolución Socialista!

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