La vida en esta sociedad es, en el mejor de los casos, un completo aburrimiento, y en ningún aspecto relevante, para las mujeres que permanecen siendo personas cívicas, responsables, y en búsqueda de emociones; a menos que se derroque el gobierno, se elimine el sistema monetario, se instituya la completa automatización y la destrucción del sexo masculino.
Es ahora técnicamente posible reproducirse sin la ayuda de los hombres (o, en este asunto, mujeres) y producir solamente mujeres. Debemos empezar inmediatamente. Retener a los hombres no tiene ni siquiera el dudoso propósito de la reproducción. El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) es un gen X (femenino) incompleto, es decir, tiene una serie incompleta de cromosomas. En otras palabras, el hombre es una mujer inacabada, un aborto andante en estado de gen. Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado; la masculinidad es un error orgánico y los hombres son lisiados emocionales.
El hombre es completamente egocéntrico, atrapado dentro de sí mismo, incapaz de sentir empatía o de identificarse con otros, de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Él es una unidad completamente aislada, que no puede compenetrarse con nadie. Sus respuestas son enteramente viscerales, no cerebrales: su inteligencia es un mero instrumento al servicio de sus manejos y necesidades; él no puede experimentar una pasión o interacción mental; sin poder relacionarse con nada además de sus propias sensaciones físicas. Él es un muerto viviente, un pedazo insensible, incapaz de dar o recibir placer o felicidad; consecuentemente, en el mejor de los casos, es un aburrimiento total, una mancha inofensiva, pues solamente aquellos capaces de la absorción en otros pueden ser encantadores. Él está atrapado en una zona crepuscular en la mitad del camino entre los humanos y los simios, siendo mucho peor que los simios, pues a diferencia de ellos posee una variedad de sentimientos negativos – odio, celos, desprecio, asco, culpa, vergüenza, duda – y más aún, plena conciencia de lo que es y lo que no.
A pesar de ser enteramente físico, el macho ni siquiera es apto para ser reproductor. Aún asumiendo una destreza física, que pocos hombres tienen. Primero, no puede acceder a la sensualidad, a la lujuria, al humor; en cambio es consumido por la culpa, la vergüenza, el miedo y la inseguridad, sentimientos arraigados en la naturaleza masculina, que ni él entrenamiento más ilustrado podría más que minimizar. Segundo, el placer que alcanza está cerca de la nada, y tercero, él no está sintiendo empatía con su pareja, sin embargo, se encuentra obsesionado con cómo se desenvuelve, convirtiéndolo todo en una gran actuación, en la realización de un buen trabajo técnico. Llamar a un hombre animal es halagarlo; él es una máquina, un consolador andante. Se dice a menudo que los hombres usan a las mujeres. Usarlas, ¿para qué? Seguramente no para sentir placer.
Devorado por la culpa, la vergüenza, los miedos y las inseguridades y obteniendo, si tiene suerte, una casi perceptible sensación física, el macho está, nada menos que, obsesionado con el sexo. Él nadaría a través de un río de mocos, ancho y profundo como una cavidad nasal, a través de millas de vómito, si cree encontrar ahí una vagina amigable esperándolo. Él se acostaría con una mujer que desprecia, con cualquier arpía desdentada, y más aún, pagaría por la oportunidad. ¿Por qué? Para aliviar la tensión física no es una respuesta, ya que en ese caso la masturbación es suficiente. Tampoco para lograr satisfacción personal; pues aquello no explica acostarse con cadáveres y bebes.
Completamente egocéntrico, incapaz de relacionarse, de identificarse, y sentirse lleno con una sexualidad vasta, persuasiva y difusa, el macho es psíquicamente pasivo. Como odia su pasividad, la proyecta en la mujer, definiendo su hacer como activo, y proponiéndose luego probar que lo es (probar que él es un Hombre). Sus principales medios para intentar demostrarlo es tener relaciones sexuales (un Gran Hombre con un Gran Pene desgarrando una Gran Vagina). Como está intentando probar un error, debe ‘hacerlo’ una y otra vez. Tener relaciones sexuales es entonces, un intento desesperado y compulsivo, de demostrar que él no es pasivo, no es una mujer; aunque lo sea y quiera serlo.
Siendo una hembra incompleta, el macho se pasa la vida intentando consumarse, volverse mujer. Trata de hacerlo a través de una búsqueda constante, fraternizando e intentando vivir una fusión con las mujeres, reclamando como suyas todas las características femeninas – fuerza emocional e independencia, fortaleza, dinamismo, decisión, tranquilidad, objetividad, asertividad, coraje, integridad, vitalidad, intensidad, profundidad de carácter, afirmación del yo, etc. – y proyectando en las mujeres todos los rasgos masculinos – vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc. Sin embargo, podría decirse, que el macho tiene una superioridad evidente sobre las mujeres – las relaciones públicas. (Él ha hecho un trabajo brillante al convencer a millones de mujeres, que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres). La demanda masculina de que las mujeres encuentren su realización a través de la maternidad, no es sino un reflejo sexual de lo que ellos piensan los satisfacería si fuesen mujeres.
Las mujeres, en otras palabras, no tienen envidia del pene; los hombres sienten envidia de la vagina. Cuando el hombre acepta su pasividad, se define como mujer (los hombres al igual que las mujeres piensan que los hombres son mujeres y las mujeres son hombres), y se convierte en travesti, pierde el deseo de sexo (o de cualquier otra cosa en ese ámbito; se realiza como travesti) y se hace remover el pene. Entonces, adquiere un sentimiento sexual continuo y difuso de ‘ser mujer’. El sexo, es para el hombre, una defensa contra su deseo de ser mujer.
Él es responsable por:
LA GUERRA
La compensación normal del hombre por no ser mujer es sacar su Gran Arma, extremadamente inadecuada. Como sólo la puede sacar un número limitado de veces; cuando lo hace es a escala masiva, para probar al mundo entero que es un ’Hombre’. Al no tener compasión o habilidad para comprender o identificarse con otros, busca probar que su masculinidad vale una cantidad interminable de mutilaciones y sufrimiento e innumerables vidas, incluyendo la suya – haciendo de su propia existencia una nimiedad, prefiere morir con un resplandor de gloria a permanecer sombrío por cincuenta años más.
SIMPATÍA, CORTESÍA Y “DIGNIDAD”
Cada hombre sabe, en el fondo, que es un pedazo de mierda insignificante. Dominado por un instinto animal que lo avergüenza profundamente; desea, no sólo no expresarse, sino ocultar su totalidad física, egocéntrica, y el odio y desprecio que siente por el resto de hombres y que sospecha, ellos sienten por él. Teniendo un sistema nervioso crudamente construido y fácilmente irritable por la menor muestra de emociones o sentimientos, el macho trata de imponer un código ‘social’ que asegure una perfecta necedad, inalterable por el rastro más ligero de sentimientos o de alguna opinión enervante.
Él utiliza términos como ‘copular’, ‘comercio sexual’, ‘tener relaciones con’ (para los hombres decir relaciones sexuales es una redundancia), acompañados de gestos artificiosos.
DINERO, MATRIMONIO Y PROSTITUCIÓN, TRABAJO Y PREVENCIÓN DE UNA SOCIEDAD AUTÓMATA
No hay una razón humanamente aceptable para el dinero, o para que alguien trabaje más de dos o tres horas a la semana. Todos lo trabajos no – creativos (prácticamente todos los trabajos hoy ejecutados) pudieron haberse automatizado hace bastante tiempo, y en una sociedad sin ningún sistema monetario todos podríamos tener lo mejor de lo que cada uno quiere. Pero hay razones inhumanas y machistas para querer mantener dicho sistema:
1. La Vagina: Dejando de lado su persona altamente inadecuada, abrumado por una ansiedad intensa y por una soledad honda y profunda, su ser vacío y desesperado quiere vincularse a cualquier mujer con la tenue esperanza de completarse, en la creencia mística de que por tocar oro se convertirá en oro, el hombre busca con avidez la continua compañía de las mujeres. Estar acompañado por la hembra más abyecta es preferible a estar consigo mismo o con otros hombres, que sólo sirven para recordarle su repulsividad.
Pero las mujeres, a menos que sean muy jóvenes o estén enfermas, deben ser obligadas o sobornadas para estar en compañía masculina.
2. El proveer al macho, incapaz de relacionarse, la ilusión de utilidad, le permite tratar de justificar su existencia cavando hoyos y llenándolos. El ocio horroriza al macho, quien no tendrá nada más que hacer que contemplar su grotesco ser. Incapaz de relacionarse o de amar, el hombre debe trabajar. Las mujeres ansían actividades absorbentes, emocionantes y significativas, pero por falta de la oportunidad o de la habilidad para realizarlas, prefieren la ociosidad o gastar su tiempo según su propia elección – dormir, comprar, jugar bowling, billar, cartas y otras, respirar, leer, pasear, soñar despiertas, comer, jugar con ellas mismas, tomar píldoras, ir al cine, hacerse autoanalizar, viajar, criar perros o gatos, caminar en la playa, nadar, mirar TV, escuchar música, decorar sus casas, hacer jardinería, tejer, salir a clubes nocturnos, bailar, visitar lugares, ´expander sus mentes` (tomando cursos), y absorbiendo ´cultura` (lecturas, juegos, conciertos, películas ´artísticas`). Por esto, muchas mujeres, aún asumiendo completa igualdad económica entre ambos sexos, hubieran preferido vivir con machos o meneando sus traseros en la calle, es decir, teniendo la mayor cantidad de tiempo para ellas mismas, a gastar muchas horas del día haciendo trabajos aburridos, estultos, no –creativos para alguien más, funcionando como menos que animales, como máquinas, o, en el mejor de los casos -- si puede conseguir un ´buen` trabajo – comandando un montón de mierda. Entonces, lo que liberaría a las mujeres, del control masculino sería la total eliminación del sistema laboral remunerado, más no el logro de igualdad económica con los hombres.
3. Poder y control. No siendo el amo en sus relaciones personales con mujeres, el macho alcanza su poderío por la manipulación del dinero y todo lo controlado por éste, en otras palabras, todo y todos.
4. El amor substituto. Incapaz de dar amor o afecto, el hombre da dinero. Lo hace sentir maternal. La madre da leche; él da pan. Él es el proveedor del Pan.
5. Proveer al macho una meta. Por su imposibilidad de disfrutar el momento, el hombre necesita algo a lo cual aferrarse, y el dinero le ofrece una meta eterna e interminable: Sólo piense en lo que se podría hacer con 80 trillones de dólares – ¡inviértelo! ¡Y en tres años tendrías 300 trillones de dólares!!!
6. Proveer las bases para la mayor oportunidad del hombre de controlar y manipular – la paternidad.
PATERNIDAD Y ENFERMEDAD MENTAL (miedo, cobardía, timidez, humildad, inseguridad, pasividad):
La madre quiere lo que es mejor para los hijos; Papi sólo quiere lo que es mejor para Papi, eso es paz y tranquilidad, satisfacer sus ilusiones de dignidad (‘respeto’), un buen reflejo de sí mismo (status) y la oportunidad de controlar y manipular, o, si es un padre ‘iluminado’, de ‘dar orientación’. Además da la mano de su hija, a la que quiere sexualmente en matrimonio – pues las otras partes son para él. El Papi, a diferencia de la Madre, nunca puede entregarse a sus hijos como debe, porque busca a toda costa, preservar la ilusión del hombre decidido, de una fortaleza inquebrantable, de razón y fuerza permanentes. El no interferir nunca en el camino de uno lo conduce a la falta de confianza en su habilidad de poder con el mundo y a una aceptación pasiva del estatus quo. La madre ama a sus hijos, aunque algunas veces se enoje, pero el enojo desaparece rápidamente y aún cuando existe, no excluye el amor y la aceptación básica. El Papi emocionalmente enfermo no ama a sus hijos; él simplemente los aprueba – si son ‘buenos’, eso es, si son amables, ‘respetuosos’, obedientes, subordinados a su voluntad, callados y no dados a muestras de temperamento indignos que serían demasiado alterantes para el sistema nervioso masculino fácilmente perturbable de Papi – en otras palabras, son vegetales pasivos. Si no son ‘buenos’, él no se enoja – no si él es un padre moderno y ‘civilizado’ (el anticuado, loco total es preferible, pues es tan ridículo que puede ser fácilmente ignorado) – pero expresa más desaprobación, un estado que, a diferencia del enojo, perdura y descarta una aceptación básica, dejando al niño con el sentimiento de insignificancia y de una obsesión permanente por ser aceptado, siendo el resultado el miedo al pensamiento independiente, que nos lleva a la inconvencional, desaprobación de opiniones y de modos de vida.
Para que el niño gane la aprobación de Papi debe respetarlo y ya que Papi es basura, la única manera de asegurar su respeto es sólo permaneciendo alejado a través del distanciamiento, y actuando bajo el precepto de que ‘la familiaridad genera desprecio’, que es, por supuesto, la verdad si uno es despreciable. Siendo reservado y distante, él puede permanecer desconocido, misterioso, y por lo tanto inspirar miedo (‘respeto’).
La desaprobación de ‘escenas’ emocionales nos lleva a temer las emociones fuertes, a temer nuestra propia ira y odio. El miedo a la ira y al odio cambian con la falta de confianza en nuestra habilidad de lidiar con el mundo y cambiarlo, o siquiera de afectar de la manera más leve nuestro propio destino, lo cual nos conduce a la creencia irracional de que el mundo y la mayoría de personas en él son buenas y que los entretenimientos más banales y triviales son demasiado divertidos y profundamente placenteros.
El efecto de la paternidad específicamente en los machos, es hacerlos ‘Hombres’, eso es, altamente defensivos a todo impulso de pasividad, de mariconada, y a todo deseo de ser mujer. Cada chico quiere imitar a su madre, ser ella, fusionarse con ella, pero Papi se los prohíbe; él es la madre; él logra fusionarse con ella. Así que le enseña al chico, a veces directamente, otras no, a no ser maricón, a actuar como un ‘Hombre’.
El chico, cagado de miedo y ‘respetando’ a su padre, lo complace, se vuelve justo como Papi, modelo de masculinidad, el viejo- ideal Americano—parásito heterosexual de buena conducta.
El efecto de la paternidad en las mujeres es hacerlas hombres – dependientes, pasivas, domesticas, animalísticas, inseguras, buscadoras de la aprobación y la seguridad, cobardes, humildes, ‘respetuosas’ de la autoridad del hombre, cerradas, carentes de intereses, medio- muertas, triviales, débiles, convencionales, insípidas y completamente despreciables. La hijita de Papi, siempre tensa y de miedo, en un entorno de temor (‘respeto’), no sólo está en discapacidad de ver el vacío detrás de la imagen, sino que acepta la definición del hombre como ser superior, y la definición de la mujer, de sí misma, como inferior; es decir, como hombre, que, gracias a su Papi, ella lo es realmente.
La expansión de la paternidad es un resultado general del aumento de la riqueza que la paternidad necesita para prosperar, eso ha causado el aumento general de la inconciencia y el descenso de las mujeres en los Estados Unidos desde 1920. La asociación cercana de afluencia de la paternidad ha llevado a la mayor parte de chicas a ser las chicas incorrectas; principalmente, a las ‘privilegiadas’ de clase media, haciéndolas ‘educadas’.
El efecto de los padres, en suma, ha sido corroer al mundo con la masculinidad. El hombre tiene un tacto de Midas negativo – todo lo que toca lo torna a mierda.
Supresión de la Individualidad, Animalismo (domesticidad y maternidad), y funcionalismo:
El hombre es sólo un montón de reflejos condicionados, incapaz de una respuesta mentalmente libre, él está amarrado a las condiciones tempranas determinadas completamente por sus experiencias pasadas. Sus primeras experiencias son con su madre, lo cual lo ata a lo largo de su vida a ella. Nunca se vuelve completamente claro para él que no es parte de su madre, que él es él y ella es ella.
Su necesidad más grande es ser guiado, refugiado, protegido y admirado por Mamá (los hombres esperan que las mujeres adoren lo que los hace retroceder de horror – ellos mismos) y, siendo completamente físicos, anhelan invertir su tiempo (eso no es invertir ‘en el mundo exterior’ defendiéndose severamente contra su pasividad) sumiéndose a actividades animales básicas – comiendo, durmiendo, cagando, relajándose, y siendo reñidos por mamá. La hija de Papi, pasiva, hueca, siempre ansiosa de aprobación, de una felicitación y de ‘respeto’; reduce fácilmente a Mamá a cualquier pedazo de basura pasando; estúpida ministradora de necesidades físicas, apaciguadora del fastidioso simio, elevadora de su ego ínfimo, apreciadora de lo contemplable: una botella de agua caliente con tetas.
La reducción a animales de las mujeres del segmento más bajo de la sociedad así como para la ‘privilegiada, educada’, es la moción de la humanidad donde Papi reina supremo. Ha sido tan minuciosamente trabajada para trataron de aliviar la pena laboral, es así que decidieron mentir a la nación más avanzada en los años 20tes presentando bebes masticando Hawai en sus tetas. No es por el bienestar de los niños que los ‘expertos’ les dicen a las mujeres que Mamá se debe quedar en casa y ser humillada en el animalismo, sino para el bienestar de Papi. Él necesita de las tetas para sostenerse; para disfrutarlas en lugar de los dolores laborales (medio muerto, el necesita un estímulo terriblemente fuerte que lo haga responder).
Reducir a la mujer a un animal, a una Mamá, a un macho, es necesario tanto por razones psicológicas como prácticas: el hombre es un mero miembro de las especies, intercambiable por cualquier otro macho. No tiene ninguna individualidad bien sentada más que los ítems que lo intrigan, lo que está fuera de ti mismo que lo absorbe, con lo que está en relación. Completamente auto–absorbido, capaz de estar en relación sólo con su cuerpo y sus sensaciones físicas, los hombres se diferencian entre ellos sólo en el grado y en la manera en que intentan defender su pasividad y su deseo de ser mujer.
La individualidad femenina, de la cuál él está sumamente atento, pero la que no comprende y con la que no es capaz de relacionarse o ser emocionalmente codicioso, lo asusta o lo enoja llenándolo de envidia. Entonces él la niega y procede a definir a cada quien en términos de funciones de uso, asignándose a sí mismo, por supuesto, las funciones más importantes—doctor, presidente, científico –por tanto proveyéndose de una identidad, si no de una individualidad, trata de convencerse a sí mismo y a las mujeres (él tiene más éxito convenciendo a las mujeres) que la función femenina es tolerar, criar niños y relajarse, confortar y estimular el ego del hombre; que su función es hacerse intercambiable por cualquier otra mujer. En realidad, la función femenina es relacionarse, disfrutar, amar y ser irremplazable; la función femenina es producir esperma. Ahora tenemos bancos de esperma.
En realidad, la función femenina es explorar, descubrir, inventar, resolver problemas, hacer bromas, música – todo con amor. En otras palabras, crear un mundo mágico.
PREVENCIÓN DE LA PRIVACIDAD:
A pesar de que el hombre, avergonzado de lo que es y casi de todo lo que hace, insiste en la privacidad y en el secreto de su vida en todos los aspectos, él no tiene ninguna consideración real de la privacidad. Siendo vacío, un ser incompleto y dividido, no siendo apto para disfrutar y necesitando la constante compañía femenina, no encuentra en absoluto nada incorrecto en entrometerse en los pensamientos de las mujeres, aún siendo un completo extraño, en cualquier lugar y a cualquier momento. Más bien se siente indignado y agredido cuando es menospreciado por hacer eso, así como está confundido por su vida, no puede entender por qué alguien preferiría mucho más un minuto de soledad a la compañía de cualquier imbesil de por ahí . Deseando convertirse en mujer, él se esfuerza por estar constantemente alrededor de ellas, lo más cercano a convertirse en una, así que crea una ‘sociedad’ basada en la familia- una pareja hombre - mujer y sus hijos, (La excusa perfecta para la existencia de la familia), que virtualmente viven uno encima del otro, viola inescrupulosamente los derechos de la mujer, su privacidad y sanidad.
AISLAMIENTO, SUBURBIOS, Y PREVENCIÓN DE LA COMUNIDAD:
Nuestra sociedad no es una comunidad, sino una aproximación a meras colecciones de unidades de familias aisladas. Desesperadamente inseguro, temiendo que su mujer lo vaya a dejar si está expuesta al contacto con otros hombres o con cualquier vida remotamente parecida, el macho busca aislarla del resto y de la pequeña civilización, así que la lleva a los suburbios, una colección de parejas que se auto- absorben al igual que a sus hijos. El aislamiento le permite tratar de mantener su pretensión de ser individual, convirtiéndose en un ‘individualista duro’, un solitario, comparando la no – cooperación y la soledad con la individualidad.
Hay todavía otra razón para que el hombre se aísle a sí mismo: todo hombre es una isla. Atrapado dentro suyo, emocionalmente aislado, incapaz de relacionarse, el hombre siente horror por la civilización, la gente, las ciudades, las situaciones que requieren una habilidad para entender y relacionarse con las personas. Así que como un conejo asustado, él pequeño idota de papi se refugia, arrastrando su trasero al salvajismo con él, a los suburbios, o en el caso del hippie— ¡su salida, Hombre! –a la postura de la vaca donde él puede coger y respirar sin ser molestado y pasar el rato con sus abalorios y su flauta.
El ‘hippie’, cuyo deseo de ser un ‘Hombre’, un ‘individualista duro’, no es tan fuerte como el hombre promedio, quien, además, está emocionado por la idea de tener bastantes mujeres a su disposición, se rebela contra la aspereza de una vida como sostén de una familia y contra la monotonía de una mujer. En nombre del compartir y la cooperación, él forma una comuna o tribu, que, a pesar de su unión y también por ella misma, no es más comunidad que la ‘sociedad’ normal. (La comuna, siendo la extensión de familia, es la extensión de la violación de los derechos de la mujer, su privacidad y sanidad)
Una comunidad verdadera consiste de individuos – no simples miembros de especie, no parejas—respetando su individualidad mutua y su privacidad, y al mismo tiempo interactuando entre ellos mental y emocionalmente – espíritus libres con una relación libre entre ellos— co-operando mutuamente para lograr fines comunes. Los tradicionalistas dicen que la unidad básica de la sociedad es la familia; los ‘hippies’ dicen la tribu; nadie menciona al individuo.
El ‘hippie’ divaga sobre la individualidad, pero no tiene una mejor concepción de ella que cualquier otro hombre. El desea regresar a la Naturaleza, al salvajismo, al hogar de animales peludos y feroces siendo él uno de ellos, lejos de la ciudad, donde se vea un vago rastro de civilización para vivir al nivel primario de las especies, ocupando su tiempo en actividades no- intelectuales y simples como la ganadería, el sexo y los trabajos manuales. La actividad más importante de la comuna, sobre la cual ella se basa, es la promiscuidad. El ‘hippie’ es seducido por la comuna principalmente por el prospecto de una libertad sexual (vagina a disposición) – la principal comodidad compartida, obtenida sólo por preguntar; pero, cegado por la ambición, él falla al anticiparse a todos los hombres con los que la tiene que compartir, o por celos o por ser poseso; el deseo de tenerla toda para sí mismo lo consume.
Los hombres no pueden co-operar para lograr un fin común, porque el fin de cada hombre es tener todas las vaginas para él. La comuna, por esto, está condenada al fracaso; cada ‘hippie’, en pánico, va a agarrar al primer inocentón que lo saque y se lo lleve fuera de los suburbios lo más rápido que pueda. El hombre no puede progresar socialmente, sino que simplemente oscila, de acá para allá, del aislamiento al pandillaje.
CONFORMIDAD:
Aunque él quiere ser un individuo, se asusta de cualquier cosa de sí mismo que sea ligeramente diferente de otros hombres, pues le causa sospechas de no ser realmente un ‘Hombre’, de ser pasivo y totalmente sexual, una idea bastante enervante. Si otros hombres son “A” y él no, él no debe ser un hombre; sino un maricón. Así que trata de afirmar su ‘Hombría’ siendo como todo el resto. Las diferencias en otros hombres, al igual que en él mismo, lo amenazan; significa que ellos son maricones a los que tiene que evadir a cualquier precio, así que trata de asegurarse la uniformidad de todo el resto.
El hombre se atreve a ser diferente al grado que acepta su pasividad y su deseo de ser mujer, su mariconada. Lo más lejos que un hombre logra llegar es a ser un travestido, pero él es, aunque diferente de otros hombres, exactamente igual a todo el resto travestís; como el funcionalista, él tiene una identidad – él es mujer. Trata de delimitar todos sus problemas – pero aún ninguna individualidad. No completamente convencido de ser mujer, altamente inseguro de no ser suficientemente femenina, conforma compulsivamente al estereotipo del hombre-hecho, terminando como nada más que un fajo artificial de amaneramientos.
Para estar seguro de su ‘Hombría’, el macho debe ver que la hembra sea claramente una ‘Mujer’, el opuesto del ‘Hombre’, eso es, la mujer debe actuar como una maricona. Y la hija de Papi, cuyos instintos femeninos fueron dolorosamente arrancados fuera de ella cuando era pequeña, debe fácil y servicialmente adaptarse a su rol.
AUTORIDAD Y GOBIERNO:
No teniendo noción de bien y mal, no teniendo conciencia, lo que solamente puede ser ítem de tener una habilidad de relacionarse con los demás… no teniendo fe en su ser no – existente, siendo innecesariamente competitivo, y por naturaleza, incapaz de cooperar, el macho siente necesidad de una supervisión externa y de control. Así que crea autoridades – curas, expertos, jefes, líderes, etc – y el gobierno. Deseando que la mujer (Mamá) lo guíe, pero incapaz de aceptar este hecho (él es, después de todo, un Hombre), queriendo jugar a ser mujer, tratando de usurparle su función de Guía y Protectora, busca que todas las autoridades sean hombres.
No hay razón por la que una sociedad constituida por seres racionales capaces de relacionarse entre ellos, completos y sin tener ninguna razón natural para competir, deba tener un gobierno, leyes o líderes.
FILOSOFÍA, RELIGIÓN Y MORALIDAD BASADOS EN EL SEXO:
La incapacidad del hombre de relacionarse con alguien o con algo hace de su vida pueril y sinsentido (la idea fundamental de macho es que la vida es absurda), así que inventa la filosofía y la religión. Siendo vacío, el mira al exterior, no solamente por el deseo de supervisar y controlar, sino por la añoranza de salvación y de un sentido de vida. Siendo la felicidad para él imposible en esta tierra, inventa el Cielo.
Para un hombre, por su falta de habilidad para relacionarse con otros y su ser totalmente sexual, lo ‘incorrecto’ sería la ‘licencia’ sexual’ atractiva a prácticas sexuales pervertidas, que no le permitan defenderse de su pasividad y su sexualidad total; pues si esta fuese satisfecha, destruiría la ‘civilización’, ya que la ‘civilización’ está basada enteramente en la necesidad masculina de defenderse a sí mismo contra estas características. Para una mujer (según los hombres), lo ‘incorrecto’ es cualquier comportamiento que induzca a los hombres a una ‘licencia’ sexual – lo cual originaría la no complacencia de las necesidades masculinas sobre las suyas y la negación a ser un maricón.
La religión no sólo provee al hombre una meta (el Cielo) y lo ayuda a tener a las mujeres atadas a él, sino que le ofrece rituales a través de los cuales puede intentar expiar la culpa y la vergüenza que siente al no defenderse lo suficiente contra sus impulso sexuales; en esencia, la culpa y la vergüenza por ser hombre.
La mayoría de hombres, completamente cobardes, proyectan sus debilidades inherentes en las mujeres, etiquetándolas como debilidades femeninas y se creen a sí mismos tener las fortalezas de las mujeres; la mayoría de filósofos, no tan cobardemente, lidian con el hecho de las carencias existentes en los hombres, pero todavía no pueden enfrentar de que estas sólo estén en los hombres. Así que etiquetan la condición masculina como Condición Humana, después de su problema de la nada, que los horroriza, como un dilema filosófico, por esto dan altura a su animalismo, grandilocuentemente etiquetan su nada como ‘Problema de identidad’, y proceden a hablar pomposamente sobre la ‘Crisis del individuo’, la ‘Esencia del ser’, la ‘Existencia precediendo la Esencia’, los ‘Modos Existenciales del Ser’, etc. etc.
Una mujer no solamente no cuestiona su identidad e individualidad, sino sabe instintivamente que lo incorrecto sólo es herir a los demás, y que el significado de la vida es el amor.
PREJUICIO (racial, étnico, religioso, etc.):
El macho necesita víctimas sobre las cuales pueda proyectar sus sentimientos e inadecuaciones y descargar su frustración de no ser mujer. Las discriminaciones indirectas tienen la ventaja práctica de aumentar sustancialmente la piscina de vaginas disponible para los hombres de la cima.
COMPETENCIA, PRESTIGIO, ESTATUS, EDUCACIÓN FORMAL, IGNORANCIA y CLASES ECONÓMICAS Y SOCIALES:
Teniendo un deseo obsesivo de ser admirados por mujeres, pero sin un merecimiento intrínseco, el macho construye una sociedad altamente artificial permitiéndose apropiar de la apariencia de valioso a través del dinero, prestigio, clase social ‘alta’, grado, posición profesional y conocimiento y, derribando a otros hombres profesional, social, económica y educacionalmente.
El propósito de una educación ‘superior’ no es el de educar sino el de excluir a la mayor cantidad de personas de varias profesiones.
El macho, totalmente físico, incapaz de una compenetración mental, aunque capaz de entender y de usar el conocimiento y las ideas, no puede relacionarlas, ni comprenderlas emocionalmente: él no valora ese conocimiento de ideas para su bienestar propio (son sólo los medios para los fines) y, consecuentemente, no siente necesidad de compañeros mentales, de cultivar la potencialidad intelectual de los otros. Por el contrario, el macho tiene un interés personal por la ignorancia; les da a los pocos hombres eruditos un límite separándolos de los demás, pues el hombre sabe que un hombre culto, conciente de una población femenina significaría el fin del hombre.
Las mujeres sanas y vanidosas quieren la compañía de iguales a los que puedan respetar y disfrutar; los machos y las hembras enfermas, inseguras, desconfiadas de ellas mismas, ansían la compañía de gusanos.
Ninguna revolución social genuina puede ser lograda por los machos, ya que los hombres de arriba quieren el status quo y los de abajo quieren ser los hombres de arriba. El ‘rebelde’ masculino es una farsa; esta es la sociedad masculina, hecha para satisfacer sus necesidades. Él nunca está satisfecho, porque no es capaz de estarlo. Últimamente, contra lo que el ‘rebelde’ masculino se está rebelando es ser hombre. El macho sólo cambia cuando la tecnología lo fuerza, cuando no tiene opción, cuando la ‘sociedad’ alcanza el estado donde él tiene que morir o cambiar. Nosotros estamos en ese estado ahora; si las mujeres no ponen sus traseros en marcha rápido, todas nosotras también podemos morir.
LA PREVENSIÓN DE LA CONVERSACIÓN:
Por ser completamente egocéntrico e incapaz de relacionarse con nada fuera de sí mismo, la ‘conversación’ de los hombres, cuando no es sobre ellos, es un constante zumbido impersonal, eliminando cualquier valor humano. La ‘conversación intelectual’ masculina es un intento forzado y compulsivo de impresionar a las mujeres.
La hijita de Papi, pasiva, voluble, respetuosa e intimidada por los machos, le permite imponer su charla atrozmente aburrida. Eso no es tan difícil para ella, como la tensión y la ansiedad, la falta de serenidad, la inseguridad y la incertidumbre sobre sí misma, la duda de sus propios sentimientos y la sensación de que Papi le ha inculcado sus percepciones superficiales y la ha vuelto incapaz de ver que el balbuceo masculino es sólo balbuceo; como el esteta ‘apreciando’ una mancha etiquetada como ‘Gran Arte’, ella cree que ella está convencida de disfrutar aquello que la aburre como mierda. No sólo permite que el balbuceo la domine, sino que adapta su propia conversación de acuerdo a él.
Entrenada desde la infancia a la amabilidad, a la cortesía y a la ‘dignidad’, en la complacencia de la necesidad masculina de su animalismo disfrazado, ella es obligada a reducir su propia ‘conversación’ a una charla corta y a una evasión insípida de cualquier tema fuera de lo completamente trivial—o es ‘educada’ para discusiones ‘intelectuales’, eso es, discursos impersonales en distracciones irrelevantes—el Burdo Producto Nacional, El Mercado Común, la influencia de Rimbaud en la pintura simbolista. Tan adepta es a complacer, que eventualmente esto se convierte en su segunda naturaleza y ella continúa satisfaciendo al hombre hasta cuando sólo está en compañía femenina.
Aparte de complacerlo, su ‘conversación’ está tan limitada por su inseguridad de expresar opiniones originales y pervertidas y por la absorción en sí misma basada en dicha inseguridad, que dicha conversación se ve impedida de ser encantadora. La amabilidad, cordialidad, ‘dignidad’, inseguridad, y auto- absorción son difícilmente propicias para la intensidad y el ingenio, cualidades que hacen de una conversación digna de su nombre. La cual es poco prolífera, pues sólo mujeres completamente confiadas en ellas mismas, arrogantes, extrovertidas, orgullosas, mentalmente fuertes son capaces de una conversación maliciosa, intensa, e ingeniosa.
LA PREVENCIÓN DE LA AMISTAD (Amor):
Los hombres sienten desprecio por ellos mismos, y por el resto de hombres a los cuales contemplan más que casualmente y de los que ellos no piensan que son mujeres, (por ejemplo analistas ‘compasivos’ y ‘Grandes Artistas’) o agentes de Dios; además de por todas las mujeres que los respetan y complacen: las inseguras, ávidas de aprobación, contemplativas, las hombres- mujeres que sienten desprecio por ellas mismas y por todas las mujeres como ellas: las mujeres seguras de sí mismas, cambiantes, que buscan emoción, sienten desdén por los hombres y por las hombres- mujeres contemplativas. En resumen, el desprecio es la orden del día.
El amor no es dependiente del sexo; pero la amistad, y por lo tanto, el amor, no puede existir entre dos hombres, entre hombre y mujer, o entre dos mujeres, si una o ambas personas es un macho sin cerebro, inseguro, y complaciente; como en la conversación, la vida sólo puede existir entre dos mujeres, seguras, de libre pensamiento, independientes, ambiciosas; ya que la amistad está basada en el respeto, no el desprecio.
Hasta entre las mujeres ambiciosas la amistad profunda rara vez ocurre en la adultez, como casi todas ellas están atadas a los hombres para sobrevivir económicamente, o atascadas en buscar la salida a través de la jungla y en tratar de mantener sus cabezas sobre la masa amorfa.
El amor no puede florecer en una sociedad basada en el dinero y en el trabajo sin sentido: este requiere una completa libertad tanto económica como personal, porque sino se pierde el tiempo y la oportunidad de comprometerse en actividades intensas, fascinantes, emocionalmente gratificantes que, cuando las compartimos con la gente que uno respeta, conllevan a la amistad. Nuestra ‘sociedad’ provee prácticamente ninguna oportunidad de comprometerse en dichas actividades.
Habiendo desnudado al mundo de la conversación, la amistad y el amor, el macho nos ofrece estos substitutos irrisorios:
EL GRAN ARTE Y LA CULTURA
El macho “artista”, tiende a resolver el dilema de no poder vivir ni ser mujer, construyendo un mundo sumamente artificial; en el cual, él mismo se heroíza; desplazando las características femeninas para, reducir a la mujer a roles limitadísimos e insípidamente subordinados; en otras palabras, queda minimizada a ser un hombre.
La finalidad artística que posee el macho, no es comunicar (al tratarse de un ser vacío, no tiene nada por decir) sino, disfrazar su brutalidad recurriendo al simbolismo y a la oscuridad (temas “profundos”). La mayoría de las personas, particularmente las “instruidas”, carentes de confianza hacia sus propios juicios, humildes, respetuosas de la autoridad (papá lo sabe mejor) aprenden fácilmente a creer que; la oscuridad, la evasividad, la incomprensibilidad, la ambigüedad, el ser indirectos y el tedio, son símbolos o señales de la profundidad y la iluminación.