Greta Thunberg, pedofrastia y élites ecofriendly.
El pasado lunes 23 de septiembre fuimos espectadores de la enésima aparición pública de Greta Thunberg protestando contra el cambio climático, esta vez en la Cumbre sobre el Cambio Climático en las Naciones Unidas. En esta ocasión Greta no sólo fue capaz de articular sus demandas sino que ha sido en la que más afectada se la ha podido ver, llegando a rozar el llanto. Pero este artículo no va a hacer un análisis sobre sus reivindicaciones (que serán mencionadas, evidentemente), sino que creo más oportuno trazar la trayectoria político-mediática de la joven sueca, como ha sido su ascenso estelar hacia la fama mundial y que personas y grupos están interesados en su figura.
Greta comenzó a protestar por el cambio climático el 20 de agosto de 2018 dejando de acudir a clase. Tras esto Ingmar Renthog, dueño de We don’t have time y presidente de Global Challenge la fotografió y compartió su protesta por redes sociales, haciéndose viral y beneficiando a la empresa de este en su recaudación de fondos. Detrás de su figura numerosos entes y personas de renombre han ido sumando apoyos a la joven sueca, entre los que se encuentran Barack Obama, que comentó que “Greta y él son un equipo”. También es destacable el apoyo que ha recibido de Kristine Persson, que había sido Ministra de Desarrollo Sostenible en Suecia, la rica ministra (cuya familia es de tradición política), muy interesada en la transición de la economía actual hacia un modelo más verde. Siguiendo la estela de Renthog podemos ver que está rodeado de empresarios y miembros de clases altas interesadas en esta transición económica antes mencionada:
David Olsson. Miembro de Svenska Bostadsfonden, fondo inmobiliario sueco de gran tamaño, cuya Junta está compuesta por Rentzhog.
Gustav Stenbeck. Miembro de una familia controladora de la empresa Kinnevik, de inversiones.
Petter Skogar. Presidente de KFO, asociación más potente de Suecia en materia de empleabilidad.
Anders Wijkman. Expresidente del Club de Roma y miembro del Parlamento Europeo durante la década de 1999 y 2009.
Nystedt Ringborg. Asesora de la Agencia Internacional de Energía. También es miembro de
Sustainable Energy Angels, una firma que invierte en empresas jóvenes que tengan relación con la energía renovable.
Vogue también la ha calificado como una de las “Fuerzas para el Cambio” en su portada, además de los numerosos artículos que tiene la revista hablando sobre sus hazañas y sus propuestas. No es la única revista que ha apostado por la joven sueca, que también es halagada por Time, que le ha dedicado una portada catalogándola como una “líder de la próxima generación”. Su repercusión ha llegado tan lejos que la han propuesto al Premio Nobel de la Paz, aunque este premio cada vez tiene menor peso debido a cuestionables entregas, como las de Obama, Kissinger, Lech Walesa o Al Gore. Durante este verano ha realizado un polémico viaje en velero hacia Nueva York, el cual estaba financiado por la casa real de Mónaco, BMW y un banco suizo, lo cual levantó numerosas críticas debido a que esas empresas recibirían exposición gracias a esta campaña de concienciación. Esto me lleva a preguntar al lector si nos creeríamos a pies juntillas campañas de concienciación que fueran suscritas y apoyadas por el Rey emérito de España o por el actual jefe de estado.
Estos antecedentes nos presentan a una niña mimada por la élite cosmopolita progresista de su país y Europa porque creen poder encauzar su visibilidad hacia una especie de capitalismo verde o bien porque su discurso no es lo suficientemente contestatario frente al capitalismo hegemónico (depende de lo malpensados que podamos ser con ella). Si vamos por la vía de que Thunberg es solo un títere pesarán mucho más los argumentos sobre cómo está siendo relacionada con esta élite antes mencionada. Si optamos por la segunda primarán los argumentos que defienden que la élite no puede ignorar a personas incomodad y mediáticas que se enfrentan a ellas y que por eso tratan de integrarlas en sus círculos para moderar sus pretensiones.
Tras explicar todo esto, no podemos dejar de tener en mente que estamos hablando de una chica de 16 años en la cual gran parte de los jóvenes occidentales han puesto una gran responsabilidad y que es vista como una líder. Thunberg actúa como un polarizador ideológico, a un lado quedan las personas que se conmueven por sus loables fines y al otro hay diversos grupos entre los que estamos los escépticos y personas que creen que es una maniobra del “marxismo cultural” o de la “izquierda”. Esta sobreexposición es negativa porque se habla más de cómo lloró Greta y sus viajes que sobre el mensaje que está tratando de lanzar, no conseguimos saber si seguimos el “culebrón de Greta” o si de verdad existe conciencia y conocimiento sobre los efectos del ser humano en el planeta Tierra (al margen de videos virales que se comparten por redes sociales).
No podemos olvidar a sus compañeros vitales y de lucha, sus padres. Ellos son el principal blanco de las críticas de la mayoría de los que somos escépticos respecto a este movimiento, ya que han animado a su hija a llegar hasta las últimas consecuencias respecto a su lucha. Con tan sólo 11 años Thunberg dejó de comer debido a una depresión causada por la inacción social ante el cambio climático, a lo que sus padres le dieron la razón totalmente:
“Nosotros (sus padres) éramos una parte importante del problema. De hecho, éramos el problema. Estábamos tomando aviones de un lado a otro, comiendo carne, comprando cosas y conduciendo un coche grande. Así que, escuchándola, nos embarcamos en el compromiso por la sostenibilidad y el cambio climático»
Es bastante alarmante en las declaraciones del padre de Thunberg que catalogue como un problema que las personas vayan en avión, coman carne o vayan en un coche grande. No defiendo un modelo de crecimiento económico a todo coste, no defiendo siquiera este modelo económico, pero defender que dentro de los marcos del capitalismo se puedan catalogar como caprichos estas acciones y se haga propaganda sobre renunciar a ellas me parece una derrota ideológica frente al liberalismo. Parece que gran parte del escaso bienestar que hemos ido logrando las clases subalternas ahora sean catalogados como nocivos para el planeta y como caprichos de ricos, cuando en absoluto lo son.
Su madre también ha sido criticada por escribir y sacar el libro Escenas de nuestros corazones, en el cual se narran la vida en la familia Thunberg y como han llevado los problemas derivados del Asperger de Greta y de su hermana, además de la conversión hacia un modo de vida más ecológico. La portada de este libro era Malena Ernman, que era coautora junto a su marido, pero tras el éxito de Greta, las siguientes ediciones en otros países han sido modificadas poniendo a Greta como coautora y siendo la protagonista de la portada. Esta estrategia de marketing también ha molestado a seguidores que conocen la trayectoria de la familia.
Greta es activista, como tal necesita de políticos y financiadores que le den cobertura, ya que la figura del activista tiene esas limitaciones. Y sobre esas limitaciones y contradicciones debe de jugar, el problema reside en la escasa transparencia que muestran sus padres a la hora de hablar de la relación del ascenso mediático de su hija y de los que están apoyándola económicamente.
Vemos por lo tanto que Greta y su familia (la cual tiene muy buena relación con los medios debido a su trayectoria profesional) se han servido de muchos contactos para hacer llegar su mensaje al público masivo y esto crea algunos interrogantes.
¿Son las élites un ente homogéneo la cual no pugna entre sí misma? ¿O por el contrario existen facciones que pelean por una mayor cuota de mercado y hegemonizar sus ideas?
¿Qué ocurrirá si Greta Thunberg se quiebra y no puede soportar este ritmo mediático? ¿La sustituirán? ¿Seguirá existiendo esa supuesta conciencia global sobre el medio ambiente?
¿Tienen responsabilidad los padres de la joven sueca si esta tuviera problemas debido a la continua exposición mediática?
Finalizando este texto veo necesario introducir el concepto de “pedofrastia” y “pedofrasta”. Estos términos nos pueden recordar al de pederastia, pero mientras el pederasta es “quien usa a niños para satisfacer sus deseos sexuales”, el de pedofrasta incide en “quien usa a niños para satisfacer sus deseos ideológicos”. Quien acuña estos términos es Nassim Nicholas Taleb, que la define como:
“Argument involving children to prop up a rationalization and make the opponent look like an asshole, as people are defenseless and suspend all skepticism in front of suffering children: nobody has the heart to question the authenticity or source of the reporting. Often done with the aid of pictures.”
“Argumento que recurre a los niños con el fin de que la audiencia deseche la racionalidad y haga ver a los oponentes como idiotas, como la gente se queda indefensa y dejan todo escepticismo delante de un niño que sufre: nadie tiene agallas para cuestionar la autenticidad o la fuente de lo que se cuenta. Además suele ir acompañado de imágenes”
El uso de niños para el convencimiento político no es nuevo, se usó durante la invasión de Irak a Kuwait o con el reciente caso de Bana Alabed. En el caso de Greta Thunberg podemos ver a periodistas catalogarla como muy madura para su edad, otros como un títere que debido a su edad no es capaz de saber llevar una agenda propia, y es que el caso de la joven sueca es el de alguien demasiado joven para que sea criticada con ferocidad pero demasiado madura y mayor como para ir por todo el mundo pontificando sobre que está bien y que está mal y quiénes son los culpables. Y es que en muchas ocasiones, cuando se discute contra un niño es mejor perder la discusión que ganarla, por el aluvión de críticas que pueden venir después, y más si la joven con la que discutes tiene un trastorno del desarrollo como es el asperger, que puede hacer que seas visto como alguien insensible.
Ya sean los derechos de los animales, el medio ambiente o el rechazo al aborto, cualquier reivindicación (considerándola positiva o negativa) que necesite ser protagonizada por un niño merece cautela y sospechas, y aún más si machaconamente se incide en que son niños y que representan el interés general de las generaciones futuras. Ya el tiempo dirá como de acertadas esas reivindicaciones.
Porque debe quedar claro que en política quien usa a un niño no lo hace por su poder de convicción, sino por su supuesta inocencia y poder de presión al adversario. Y que un debate político se base más en los sentimientos que en la razón es un fracaso.
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