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    ¿Qué es para usted la democracia? - artículo de Mikel Itulain - Publicado por El Sudamericano en noviembre de 2019

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    RioLena
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    Mensaje por RioLena Miér Abr 15, 2020 3:29 pm

    ¿Qué es para usted la democracia?

    artículo de Mikel Itulain

    Publicado por El Sudamericano en noviembre de 2019



    Ante esta pregunta, sobre qué es la democracia para cada uno de nosotros, podemos y solemos responder de una forma muy genérica como que es el modo en el que el pueblo, la gente, la sociedad o la población elige libremente a sus representantes o gobernantes, y así, teóricamente, la soberanía reside en el pueblo, la población, la gente o como lo quieran llamar. Pero si ya entramos en qué resultados prácticos se esperan de ella para cada uno de nosotros, entonces ya somos más concretos:

    – Poder tener igualdad de oportunidades.

    – Tener derecho a una educación de calidad y para todos.

    – Tener derecho a una sanidad también pública, de calidad, sin restricciones.

    – Poder disponer de una vivienda digna con un precio o costo asequible.

    Además, se podrían expresar otras opiniones, como la libertad de expresión, la tolerancia, etc.

    Bien, ¿en qué modo se cumplen los cuatro requisitos arriba expresados en nuestra sociedad occidental? Por ejemplo en España o en Estados Unidos. No muy bien, diría yo y cada vez a peor. ¿Por qué? Por culpa del gobierno, ¿no? ¿Están seguros de que tiene la culpa el gobierno de todo esto?

    Recordemos que vivimos en un sistema económico capitalista, ahora denominado neoliberal. En un sistema económico y social así prima sobre todo el obtener el máximo beneficio, y se caracteriza porque los medios de producción y la riqueza en general se han ido concentrando cada vez más en menos manos, en un proceso de monopolización bien descrito por estudiosos de la teoría y sobre todo de la práctica y experiencia humana ahora bastante olvidados. (1) Por tanto, en una sociedad con este sistema estos cuatro requisitos no son en absoluto un objetivo, bien al contrario.

    El tener igualdad de oportunidades no puede darse cuando tenemos que unas pocas personas controlan prácticamente todos los resortes del poder y de la influencia que ejerce. Dependerá de su voluntad y capricho. Por supuesto, los pertenecientes o bien relacionados con esas familias en la cúspide serán los primeros y los elegidos, y en segundo, tercer y cuarto lugar estarán aquellos que mejor sirvan a sus intereses o deseos. Estamos hablando en realidad de un modelo similar al medieval, donde los nuevos dirigentes: los hombres de negocios, la burguesía, han sustituido a los Reyes o nobles.

    La educación de calidad para todos e incluso gratuita es algo que no es del agrado de este mundo, porque se considera un gasto innecesario. Es suficiente con que las personas que están en los niveles altos de la economía puedan pagar y costearse la educación, que será, claro está, privada, para mantener bien clara la separación entre los elegidos y el resto de la gente. Tienen universidades específicas por todo el mundo con esta misión, formar futuros dirigentes pertenecientes a las familias pudientes.

    Del mismo modo o en grado todavía mayor, una sanidad pública y gratuita no es vista con buenos ojos, porque aquí el dinero público no se destina a intereses específicos de quienes dirigen la sociedad. Sirve según ellos para mantener a personas “improductivas” que lo único que originan es gasto. Ell@s también aquí irán a una sanidad privada, solo accesible a clientes con mucha plata.

    Por último, la vivienda digna se convertirá, como se ha convertido, en un sueño. Disponer de una casa propia hoy es arriesgarse a la ruina, primero por el enorme endeudamiento y después por no poder afrontarlo.

    Mal panorama

    En realidad ante, por ejemplo, las cuatro respuestas anteriores sobre qué esperamos de una democracia para nosotros, vemos que la gente pide cosas que no son propias del modelo económico y social en el que vive, el capitalismo. El capitalismo no es así, no nos engañemos. Creo que cada vez hay menos despistados al respecto, más por la pura fuerza de los hechos y de las propias dificultades económicas y de otro tipo que sufren, que por alguna reflexión serena.

    Lo que pide la gente en realidad no es propio del capitalismo, sino de otro sistema, del socialismo. Sí, eso que piden, aunque no se lo quieran creer, es socialismo. Si usted le dice a alguien esto le dirá que no, que el lo que quiere es eso, pero no socialismo. Ok, no vamos a perder tiempo discutiendo lo absurdo. Es mejor que pruebe los golpes que se dará una y otra vez contra la pared, pared que por cierto no va a ceder. Así son las personas, profundamente contradictorias. Esta observación que les comento, sobre que cuando la gente responde sinceramente sobre sus necesidades habla de socialismo, aunque no lo mencione, no solo se me ha ocurrido a mí, la he visto en muchas personas observadoras, curiosamente no comunistas o socialistas, como yo, pero que se molestan por atender los hechos reales. Les muestro el ejemplo que nos expone Mark F. Brzezinski, hijo de Zbigniew Brzezinski, su padre, uno de los ideólogos en la política exterior de Estados Unidos y uno de los promotores de Al Qaeda:

    Dando una clase en la Universidad de Varsovia, yo pedí a mis estudiantes que me definiesen democracia. Esperando una discusión sobre libertades individuales e instituiciones auténticamente elegidas, me sorprendí al oír a mis estudiantes responder que para ellos la democracia significa una obligación del gobierno en mantener cierto nivel de vida y dar sanidad, educación y vivienda para todos. En otras palabras, socialismo. 2

    Aunque esa respuesta en un país como Polonia, pese a que la juventud ya no recuerde muy bien el pasado socialista pero lo oiga a sus padres, sea más clara que en los países occidentales, tiene un sentimiento común de que los derechos básicos de las personas: educación, salud y vivienda, además de trabajo, los debe tener todo el mundo. Porque ser “libre” sin tener medios para sobrevivir, es solo eso, libertad para morirse de hambre. Y recuerden que nadie es libre si no tiene esos medios básicos y depende de lo bien que sirva o agrade a otro para tenerlos. Cuando alguien les hable de libertad, recuérdenle esto y si es preciso pónganle a él en el lugar de los otros, desnudo en la calle, en un lugar donde no conoce a nadie y en época invernal. Luego le pueden decir que tenía libertad para moverse de este a aquel puente y de pensar lo que quisiese, claro, mientras no dijese cosas que molestasen demasiado.

    Si creo que la gente optará finalmente por un sistema socialista, yo lo pongo en seria duda, al menos en el corto y medio plazo. Pues impera el sentimiento de distinguirse de los demás, de ser más, y sobre todo de tener más. Valoramos más, mucho más, a las personas por lo que poseen que por lo que son. El tener prevalece sobre el ser. La riqueza material determina la valoración social. Creamos el mundo del que luego nos quejamos.

    El futuro no se presenta muy halagüeño y algunas de esas mentes brillantes de nuestro tiempo lo han expuesto claramente. El conocido científico Stephen Hawking ha descrito bien esta situación de egoísmo y abuso de unos seres humanos sobre otros que es tan vieja como la historia y que ahora se agravará más gracias a la tecnología. Un avance que se podría traducir en el mejor bienestar de todos se convierte justo en lo contrario: la concentración de la riqueza y el lujo frente a la gran extensión de las carencias y la miseria para el resto de la sociedad. Ahora ya no ocurre que las máquinas han quitado una ardua y penosa labor a los trabajadores, desarrollando estos otras tareas. Ahora hay un aumento, escandaloso, de las ganancias de los propietarios, privándoselo a otras personas: al reducir de forma radical no solo los salarios sino todavía más el número de trabajadores. Esto se ha dado con especial intensidad en los últimos años y en un periodo muy breve de tiempo. Podemos ver como tres de los grandes fabricantes de automóviles (GM, Chrysler y Ford) obtenían unos beneficios aproximados de 36 mil millones de dólares, empleando a más de un millón de trabajadores, y eso después de las medidas drásticas que se tomaron en la industria de la automoción, frente a los gigantes de la comunicación e Internet actuales (Apple, Facebook o Google) que ganaron más de un billón con apenas 137.000 empleados. (3) Los datos son elocuentes. Esto comenta Hawking:

    La inequidad económica se dispararía a medida de que los puestos de trabajo se convirtieran en tareas automatizadas, ocupadas por las máquinas, y los ricos, dueños de esas máquinas, se rehusaran a compartir el rápido bienestar que este proceso les generaría.

    Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo las cosas son distribuidas. Todos pueden disfrutar de una vida de lujos si lo que producen las máquinas es compartido, o más personas pueden terminar miserablemente pobres si los dueños de las máquinas hacen lobby en contra de la redistribución. Hasta ahora, la tendencia parece inclinarse por la segunda opción, con la tecnología volviéndose cada vez más inequitativa.

    Esencialmente, los dueños de las máquinas se posicionarán como la burguesía de una nueva era, en la cual sus corporaciones no proveerán de puestos de trabajo a las personas. (4)

    Estamos atrapados en el sistema económico en el que vivimos. En realidad el capitalismo es algo más que un sistema económico, ya que determina aspectos como el ocio, la cultura y el propio pensamiento, circunstancias que marcan el modelo y sistema social, y finalmente nuestras vidas, nuestra calidad de vida. Este sistema modela nuestra mente y nos hace enfrentarnos a las más profundas convicciones morales, convirtiéndonos muchas veces en depredadores y explotadores de otros seres humanos. Un reciente filme de Stéphane Brizé, La ley del mercado, nos trae estos problemas artificiales y cotidianos a los que se les fuerza a llegar a las personas, al ponerlas entre la elección de no tener con que poder sobrevivir, por ser despedidos al no cumplir las exigencias, o el de dañar o ser indiferente al destino de otras personas como nosotros y con necesidades como nosotros.

    Observo la vida de un hombre que, durante 25 años, ha entregado su cuerpo, su tiempo y su energía a una empresa antes de ser despedido porque los jefes han decidido fabricar exactamente lo mismo en otro país donde la mano de obra es más barata. No lo echan porque trabaja mal, le echan porque algunos quieren ganar más dinero. Thierry es la consecuencia mecánica del enriquecimiento de unos accionistas invisibles. Es la cara de las cifras de paro que oímos a diario en las noticias. Thierry es un hombre normal sumido en una situación brutal; lleva más de 20 meses en paro después del cierre de la fábrica y se ve obligado a aceptar lo que le ofrezcan. Y cuando ese trabajo le coloca en una situación moralmente inaceptable [acusar a un compañero de trabajo por la presión de sus superiores para provocar su despido debido a que quieren reducir personal], ¿qué puede hacer? ¿Quedarse y convertirse en cómplice de un sistema injusto, o irse y volver a la precariedad? Esta es la pregunta que plantea: el lugar de un hombre en el sistema. Un sistema capitalista en el que todos estamos atrapados. (5)

    Ante este dilema yo les recomiendo que no colaboren en tales injusticias: en primer lugar porque los destruirá como personas y en segundo porque finalmente serán ustedes las víctimas.


    ►Notas

    1. V. I. Lenin. Imperialismo: la fase superior del capitalismo. Taurus, 2012.

    2. Mark F. Brzezinski. Pinched by the Privations of Freedom: Poland: The difficult free-market transformation has many yearning for the bad old days of communism. Los Angeles Times, 2.09.1994.

    3. Conor Linch. Stephen Hawking on the future of Capitalism and Inequality. Counterpunch, 15.10.2015.

    4. El apocalípsis lo causará el capitalismo y avaricia humana: Stephen Hawking. Regeneración, 30.11.2015.

    5. Entrevista de D. G. Stéphane Brizé: “Todos estamos atrapados en un sistema capitalista.”


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    Mensaje por RioLena Miér Abr 15, 2020 3:29 pm

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