por Claudio Forján Jue Oct 08, 2020 11:53 pm
Trevijano planteaba un liberalismo político clásico. Como se ha dicho, su modelo es EEUU, aunque con reservas, ya que allí el presidente tiene capacidad de veto legislativo (salvo que las dos cámaras legislativas aprueben las leyes por dos tercios de sus miembros cada una) y se elige por sufragio indirecto (primero se eligen delegados, que luego reunidos eligen al presidente). Trevijano era muy contrario al sistema de elección proporcional, por listas de partidos, y era favorable a elecciones separadas, es decir, presidenciales por un lado y parlamentarias por otro. Para estas últimas planteaba un sistema de elección uninominal, es decir, de elección directa de los diputados, uno a uno en distritos pequeños, en lugar de en circunscripciones amplias en las que los diputados se reparten según la proporción de voto que sacan las listas diseñadas por los partidos políticos o las agrupaciones electorales. Para lograr esta república constitucional (presidencialismo+sistema uninominal) Trevijano no sólo consideraba la abstención electoral, sino también la fiscal (no declarar a Hacienda), si bien nunca llegó a promover esta última en alguna campaña concreta.
En cualquier caso, como ya se ha señalado, su teoría política, que sitúa la república presidencialista como una suerte de "democracia perfecta", no resiste el menor contraste empírico. No sólo las repúblicas presidencialistas son altamente corruptibles (desde EEUU hasta la mayor parte de América Latina, por no decir casi toda), sino que los "Estados de partidos" a veces son incluso de los menos corruptos (véanse los países Nórdicos). De hecho, los Estados capitalistas donde la clase trabajadora tiene más derechos suelen ser más bien parlamentaristas (ya sean repúblicas o monarquías, con sistema electoral proporcional o uninominal). Basta comparar EEUU con Canadá, ambos países americanos y anglosajones. La necesidad que tienen los sistemas parlamentaristas de asentar gobiernos con amplio apoyo parlamentario favorece más las políticas que abarcan consensos sociales amplios, frente a la dinámica presidencialista, que se basa en el enfrentamiento entre ejecutivo y legislativo. En cuanto al sistema electoral, depende. El sistema uninominal favorece a los partidos políticos tradicionales, con mayor arraigo e implantación territoriales, mientras que el sistema proporcional favorece más a los partidos emergentes. De hecho, aquí en España la Segunda República sustituyó el sistema uninominal por el proporcional, debido a que el primero era más fácilmente manipulado por el caciquismo.