Los orígenes comunistas de la Navidad
artículo del blog Communia publicado en diciembre de 2020
La asociación que durante años establecieron los paleontólogos entre desarrollo de la agricultura y sociedad de clases, hizo pensar en las primeras celebraciones del solsticio de invierno como un signo temprano de la fractura de la sociedad en clases antagónicas.
Sin embargo, los descubrimientos de las dos últimas décadas han cambiado completamente la perspectiva sobre el Comunismo Primitivo y su relación con la urbanización y la agricultura. Hoy sabemos que tanto el cultivo sistemático de la tierra, como la ganadería y la aparición de la urbanización tuvo lugar en un marco todavía comunitario. Y en Ucrania existe registro arqueológico que prueba que las grandes ciudades del comunismo primitivo tuvieron también sus celebraciones solsticiales.
Como casi siempre, la mitología clásica ya nos daba algunas pistas. Generalmente asociamos las celebraciones del solsticio de invierno en Roma a la Saturnalia o festival de Saturno. Evidentemente, estaban dedicadas a este dios agrícola que es un símbolo patriarcal -como todo el panteón jerárquico- y por tanto parejo a la fractura de la comunidad humana en clases. Pero en realidad la Saturnalia fue la evolución de la Brumalia, relacionadas con las Leneas griegas, que ponen el acento en Líber (luego convertido en Baco, el Dionisos griego, un dios que conserva un fuerte contenido pre-patriarcal) y en Cronos, el dios del tiempo que es el guardián de la edad de Oro, el nombre mítico que guardó el recuerdo del comunismo primitivo.
Esta nostalgia de la Edad de Oro, promesa de un siempre ansiado retorno a la comunidad humana, permaneció en la Saturnalia bajo la forma de una cierta y carnavalesca confusión de clases: los esclavos domésticos imitaban teatralmente a sus propietarios y salían de fiesta vestidos con sus ropas; los sacerdotes recomendaban liberar esclavos en esos días por ser los más propicios; etc. La primera gran mutación de la fiesta, es pues una gran catarsis social. La clase dirigente utilizaba las celebraciones para liberar tensiones sin cuestionar las relaciones imperantes.
Se suele decir que la imposición del cristianismo eliminó la Saturnalia y la convirtió en la celebración de la Navidad cristiana. En realidad, es un poco más complicado. La idea de una Europa total y profundamente cristiana antes del siglo XII es una verdad a medias. Los dominicos, la orden de los predicadores, se funda en el siglo XIII no solo para combatir las bases de la herejía cátara al Norte de los Pirineos, sino para eliminar cultos y ritos paganos (es decir, campesinos) en la toda la región cantábrica. Las condenas de rituales paganos durante el solsticio son constantes en todos los concilios eclesiales medievales, especialmente en la península ibérica. Pero esos rituales solsticiales, de origen celtoromano en su mayoría, estaban lejos de la Saturnalia en sus aspectos más subversivos, eran en realidad atavismos.
La continuidad saturnal no se retoma a partir de una continuidad ritual, sino por la reaparición de la necesidad de catarsis. Fue el propio bajo clero el que reinvento la Saturnalia como Fiestas de los Locos a partir del siglo XIV. Estas celebraciones son en realidad post-solsticiales: se celebraban del día 26 al 30 de diciembre… es decir en el intersticio entre la gran celebración católica y la celebración que la burguesía comercial había elegido para comenzar su año, la circuncisión de Jesús, el 1 de enero. Encastradas simbólicamente entre los dos principales clases en puja en aquel momento, fueron las fiestas más significativas de la decadencia feudal, producto y escape de unas tensiones sociales que parecían ya inaguantables. No es casualidad que al mismo tiempo reaparezcan el mito de la Edad de Oro bajo nuevas formas: el País de la Cucaña occitano y sus equivalentes germánicos y, tras la conquista del Perú, en la Jauja imaginaria de los pobres y menesterosos de la península ibérica.
¿Qué significa una fiesta de abundancia en una sociedad de clases?
A lo largo de todo este recorrido de las fiestas solsticiales bajo sociedades de clase, lo que vemos es una tensión que se multiplica en las épocas de decadencia. Por un lado lo innombrable e inaceptable: la posibilidad de una sociedad abundante y sin clases, cuya existencia real en el pasado niega a las clases dirigentes como verdaderas creadoras de riqueza y protectoras del conjunto social. Por otro, la insoportabilidad de las propias condiciones de explotación, la necesidad de superar las condiciones sociales, de disfrutar siquiera puntualmente de la sensación de abundancia y fraternidad.
La tensión se resuelve del único modo satisfactorio para las clases dominantes… y las otras clases explotadoras que esperan llegar a serlo: como una broma, como un exceso permitido temporalmente, en el que las clases explotadas pueden representar sus aspiraciones solo bajo una forma bufa… sin dejar de dudar de sí mismas un solo instante, debiendoles incluso ese momento de liberación a sus explotadores.
Aun quedaban unos siglos antes de que la burguesía convirtiera la Navidad en el símbolo de la mercantilización de todo, la revolución abominara del día 25 y la contrarrevolución stalinista opusiera la estrella de la Navidad a la roja del internacionalismo… pero la Navidad ya era un campo de batalla.
artículo del blog Communia publicado en diciembre de 2020
La asociación que durante años establecieron los paleontólogos entre desarrollo de la agricultura y sociedad de clases, hizo pensar en las primeras celebraciones del solsticio de invierno como un signo temprano de la fractura de la sociedad en clases antagónicas.
Sin embargo, los descubrimientos de las dos últimas décadas han cambiado completamente la perspectiva sobre el Comunismo Primitivo y su relación con la urbanización y la agricultura. Hoy sabemos que tanto el cultivo sistemático de la tierra, como la ganadería y la aparición de la urbanización tuvo lugar en un marco todavía comunitario. Y en Ucrania existe registro arqueológico que prueba que las grandes ciudades del comunismo primitivo tuvieron también sus celebraciones solsticiales.
Como casi siempre, la mitología clásica ya nos daba algunas pistas. Generalmente asociamos las celebraciones del solsticio de invierno en Roma a la Saturnalia o festival de Saturno. Evidentemente, estaban dedicadas a este dios agrícola que es un símbolo patriarcal -como todo el panteón jerárquico- y por tanto parejo a la fractura de la comunidad humana en clases. Pero en realidad la Saturnalia fue la evolución de la Brumalia, relacionadas con las Leneas griegas, que ponen el acento en Líber (luego convertido en Baco, el Dionisos griego, un dios que conserva un fuerte contenido pre-patriarcal) y en Cronos, el dios del tiempo que es el guardián de la edad de Oro, el nombre mítico que guardó el recuerdo del comunismo primitivo.
Esta nostalgia de la Edad de Oro, promesa de un siempre ansiado retorno a la comunidad humana, permaneció en la Saturnalia bajo la forma de una cierta y carnavalesca confusión de clases: los esclavos domésticos imitaban teatralmente a sus propietarios y salían de fiesta vestidos con sus ropas; los sacerdotes recomendaban liberar esclavos en esos días por ser los más propicios; etc. La primera gran mutación de la fiesta, es pues una gran catarsis social. La clase dirigente utilizaba las celebraciones para liberar tensiones sin cuestionar las relaciones imperantes.
Se suele decir que la imposición del cristianismo eliminó la Saturnalia y la convirtió en la celebración de la Navidad cristiana. En realidad, es un poco más complicado. La idea de una Europa total y profundamente cristiana antes del siglo XII es una verdad a medias. Los dominicos, la orden de los predicadores, se funda en el siglo XIII no solo para combatir las bases de la herejía cátara al Norte de los Pirineos, sino para eliminar cultos y ritos paganos (es decir, campesinos) en la toda la región cantábrica. Las condenas de rituales paganos durante el solsticio son constantes en todos los concilios eclesiales medievales, especialmente en la península ibérica. Pero esos rituales solsticiales, de origen celtoromano en su mayoría, estaban lejos de la Saturnalia en sus aspectos más subversivos, eran en realidad atavismos.
La continuidad saturnal no se retoma a partir de una continuidad ritual, sino por la reaparición de la necesidad de catarsis. Fue el propio bajo clero el que reinvento la Saturnalia como Fiestas de los Locos a partir del siglo XIV. Estas celebraciones son en realidad post-solsticiales: se celebraban del día 26 al 30 de diciembre… es decir en el intersticio entre la gran celebración católica y la celebración que la burguesía comercial había elegido para comenzar su año, la circuncisión de Jesús, el 1 de enero. Encastradas simbólicamente entre los dos principales clases en puja en aquel momento, fueron las fiestas más significativas de la decadencia feudal, producto y escape de unas tensiones sociales que parecían ya inaguantables. No es casualidad que al mismo tiempo reaparezcan el mito de la Edad de Oro bajo nuevas formas: el País de la Cucaña occitano y sus equivalentes germánicos y, tras la conquista del Perú, en la Jauja imaginaria de los pobres y menesterosos de la península ibérica.
¿Qué significa una fiesta de abundancia en una sociedad de clases?
A lo largo de todo este recorrido de las fiestas solsticiales bajo sociedades de clase, lo que vemos es una tensión que se multiplica en las épocas de decadencia. Por un lado lo innombrable e inaceptable: la posibilidad de una sociedad abundante y sin clases, cuya existencia real en el pasado niega a las clases dirigentes como verdaderas creadoras de riqueza y protectoras del conjunto social. Por otro, la insoportabilidad de las propias condiciones de explotación, la necesidad de superar las condiciones sociales, de disfrutar siquiera puntualmente de la sensación de abundancia y fraternidad.
La tensión se resuelve del único modo satisfactorio para las clases dominantes… y las otras clases explotadoras que esperan llegar a serlo: como una broma, como un exceso permitido temporalmente, en el que las clases explotadas pueden representar sus aspiraciones solo bajo una forma bufa… sin dejar de dudar de sí mismas un solo instante, debiendoles incluso ese momento de liberación a sus explotadores.
Aun quedaban unos siglos antes de que la burguesía convirtiera la Navidad en el símbolo de la mercantilización de todo, la revolución abominara del día 25 y la contrarrevolución stalinista opusiera la estrella de la Navidad a la roja del internacionalismo… pero la Navidad ya era un campo de batalla.