Lenin y el movimiento sindical
A. Losovsky - año 1925
texto extraído de Labor Herald Librery nº 14
publicado en enero de 2018 por El Salariado
—4 mensajes—
I.
Al leer las obras de Lenin, al examinar los frutos de sus treinta años de actividad, se consigue ver que lo que Vladimir Ilich ha hecho representa un todo integral, y que solo condicionalmente se puede extraer de allí una cuestión particular y verla en sus secciones horizontales. Para entender claramente la actitud de Lenin hacia el movimiento sindical, su enfoque hacia sus diversos asuntos y tareas, debemos considerar principalmente las condiciones del momento en que Lenin apareció como figura política. Entró en la escena en los años noventa, cuando en Rusia el movimiento sindical apenas comenzaba a surgir y los líderes del movimiento obrero ruso se enfrentaban sobre todo con la cuestión de cómo poner en movimiento a las masas trabajadoras, las únicas que tenían el poder de destruir el mal principal, la autocracia.
La postura inicial de Lenin sobre las cuestiones relacionadas con el movimiento sindical debe verse principalmente desde el ángulo de la condición histórica del movimiento obrero de Rusia a principios de los noventa. Nos equivocaríamos al pensar que las opiniones de Lenin sobre las cuestiones sindicales no sufrieron cambios durante los 25-30 años de su actividad. Esto querría decir que Lenin aprendió muy poco de una lucha de clases en constante crecimiento. Lenin no solo enseñó, sino que también estudió. Vio aquellos procesos del movimiento obrero que permanecían oscuros para las bases y hasta para muchos de sus líderes. Al mismo tiempo que hacía un pronóstico determinado y con frecuencia anticipaba acontecimientos, aprendía de estos acontecimientos. Un análisis correcto de los acontecimientos, la capacidad de extraer lecciones de ellos y de encontrar una base para la acción de clase, fueron las peculiaridades más características del genio político de Lenin.
Con el crecimiento de la lucha económica espontánea, los círculos ampliamente dispersos de marxistas revolucionarios se enfrentaron cada vez más agudamente, a finales de los noventa, con la cuestión de cuál debe ser su actitud hacia esta lucha espontánea y cómo había que infundir a esta lucha un plan y un propósito consciente. Los primeros intentos de crear un partido, un conjunto organizado, a partir de los dispersos grupos marxistas socialdemócratas, los primeros intentos de unir a los diversos marxistas diseminados por toda Rusia que luchaban contra los antiguos grupos populistas, culminaron en el Primer Congreso del Partido Socialdemócrata ruso, que tuvo lugar en Minsk, en 1898. Este congreso sentó las bases para el partido del que más tarde surgió el Partido Comunista Ruso. Estos intentos iniciales de reunir a los grupos dispersos de socialdemócratas a escala nacional, de toda Rusia, para unirlos sobre la base de un programa definido, para sacar conclusiones concretas del trabajo que habían llevado a cabo los círculos separados; estos intentos encontraron una serie de dificultades que constituyeron la base de los desarrollos futuros dentro del Partido Obrero Socialdemócrata ruso, la formación de varias tendencias dentro de él y la cristalización de esa tendencia que se dio a conocer bajo el nombre de bolchevismo.
¿Cuáles fueron los problemas de la lucha de finales de los noventa y de los primeros años del siglo XX, después del primer congreso? ¿Qué cuestiones inquietaban a los revolucionarios que pusieron la piedra angular del partido ilegal revolucionario? Se trataba de las cuestiones de la actitud de los círculos socialdemócratas hacia el movimiento huelguístico, cómo utilizar este movimiento, cómo utilizar los fondos ilegales de prestaciones por enfermedad, qué formas debía tomar el trabajo ilegal. Solo después de que se creara formalmente el Partido Social Demócrata Ruso, comenzaron a desarrollarse y tomar forma dentro de su matriz diversas tendencias, que finalmente se constituyeron en un ala oportunista del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, por un lado, y una ala revolucionaria por el otro.
II.
Para obtener una concepción clara de los puntos de vista de Lenin sobre el movimiento obrero de aquel período, cuando el movimiento político y económico estaba evolucionando gradualmente a partir de él, debemos volvernos a su obra principal de esa época, escrita entre finales de 1901 y principios de 1902, el libro titulado “¿Qué hacer?”. En la primera parte del siglo XX, teníamos dentro del Partido Social Demócrata dos tendencias básicas: una, los economicistas, y otra que en pocas palabras podría llamarse política. Los economicistas de esa época plantearon la siguiente concepción: en el proceso de la lucha económica, el movimiento obrero produce una vanguardia consciente de la clase cuya tarea consiste en mantenerse siempre al mismo ritmo que el movimiento económico de masas que se desarrolla espontáneamente, y en marchar gradual y lentamente con este movimiento, esto es, limitar el movimiento obrero a las tareas que el nuevo movimiento espontáneo de las masas tiene ante sí. Por otro lado, la tendencia política que tenía como núcleo principal el “Grupo para la Emancipación del Trabajo”, junto con la nueva y segunda generación de socialdemócratas rusos, y más tarde el periódico “Iskra” (La chispa), dirigido por Plejánov, Lenin, Mártov, Deutch, Vera Zasulich y Potrésov (la asociación de estos nombres suena bastante extraña hoy), libró una lucha decidida e implacable contra los economicistas, contra la degradación de la lucha revolucionaria a su aspecto espontáneo, para usar la expresión de Lenin. En la polémica con los economicistas, en el combate contra la degradación de la lucha, en los intentos de definir el papel y las tareas de los pocos grupos socialdemócratas que representaban núcleos conscientes de clase, se formó y soldó esa tendencia que dio lugar al partido bolchevique. En su libro, “¿Qué hacer?”, Lenin plantea la cuestión de la relación entre el elemento consciente y la espontaneidad en el movimiento obrero.
¿Qué supusieron en general las tremendas huelgas, las huelgas de la última parte de los años noventa y principios del siglo XX que sacudieron la autocracia hasta sus cimientos? Comenzaron con disturbios, con acciones espontáneas que se ajustaron gradualmente a las demandas diarias de los trabajadores, involucrando a un número cada vez mayor de trabajadores. Por lo tanto, el movimiento espontáneo de las masas trabajadoras se convirtió en una lucha contra los patronos y más tarde contra la autocracia. Todas estas acciones espontáneas encajaban con la línea política que se estaba desarrollando tanto dentro de las masas trabajadoras como en aquellas organizaciones de la intelligentsia revolucionaria que trabajaban una al lado de la otra, y gradualmente se alineaban y soldaban con este movimiento espontáneo. Lenin, al luchar contra los economicistas, se manifestó en contra de la noción de sindicalismo predicado por ellos. Para Lenin, el sindicalismo era un movimiento limitado por el marco presente, un movimiento que no va más allá de las necesidades cotidianas de los trabajadores, un movimiento artesanal, un movimiento estrecho de sectores profesionales que no persigue ningún objetivo político de clase general. Ésta decidida oposición al sindicalismo puro y simple, a la sobreestimación de la espontaneidad, a la subestimación de la acción revolucionaria consciente, se extiende por todo el panfleto “¿Qué hacer?”, que fue escrito durante el período de intensa lucha entre los economicistas y la sección revolucionaria de la socialdemocracia de aquella época.
Con el fin de enfatizar fuertemente, como siempre lo hizo, la necesidad de crear un aparato revolucionario partidista, de consolidar los grupos socialdemócratas organizados, Lenin planteó de manera aguda en ese momento, cuando era extremadamente difícil crear una organización de masas, la cuestión del entrenamiento de sindicalistas revolucionarios. Lenin fue acusado de querer entrenar a un grupo de sindicalistas sin que estos estuviesen en contacto con la clase trabajadora; sin embargo, con su característica determinación, continuó en aquella época, cuando era necesario construir las filas básicas del partido, siguiendo su curso y, gracias a la determinación con la que planteó la cuestión, que no era tanto una cuestión organizativa como un asunto político, gracias al persistente énfasis que puso en creación de un núcleo básico del partido, logramos aquellas células a partir de las cuales el partido se desarrolló finalmente.
III.
En este libro, Lenin también enfatizó la necesidad de que los sindicatos adopten una actitud neutral hacia el partido. Solo más tarde explicó por qué creía en la neutralidad de los sindicatos. En ese período en que el partido aún no había asumido una forma organizada, cuando solo tenía círculos espontáneos, grupos desconectados, comités de huelga, etc., todas esas débiles organizaciones surgidas de la lucha económica podrían haber llegado a ser, en opinión de Lenin, un inconveniente para el partido mismo, podrían haberlo influido demasiado, cuando el papel del partido era dirigir este movimiento espontáneo. En ese momento el partido era demasiado pequeño, sus círculos todavía eran muy débiles, y para salvaguardarlo hasta cierto punto contra la presión espontánea de los grupos económicos cuyo estándar de organización y conciencia de clase aún era bajo, Lenin abogó en ese período por la idea de neutralidad. Ustedes saben, por supuesto, que en años posteriores Lenin se opuso a la neutralidad de los sindicatos. Sin embargo, en los albores del movimiento obrero ruso, cuando por primera vez se pronunció sobre esta cuestión, asumió, como se puede ver, una posición diferente. Más tarde, cuando el movimiento obrero creció, con la tremenda ola de huelgas de 1904, junto a la guerra ruso-japonesa y el movimiento de masas de 1905, cuando toda Rusia estaba en medio de una conflagración revolucionaria, que culminó en la primera revolución, y cuando este rápido desarrollo del proceso revolucionario trajo cambios al movimiento obrero mismo, provocando una rápida intensificación de los conflictos revolucionarios, el partido se vio obligado a asumir una nueva posición sobre la cuestión sindical.
Cabe señalar que, en 1905, la actitud que debía asumir el partido respecto a las diversas cuestiones del movimiento sindical no estaba clara. Recuerdo personalmente que en 1905, mientras participaba en la conferencia bolchevique de las provincias del Volga en Samara, defendí la afiliación de los sindicatos al partido. En ese momento, el problema del movimiento sindical no era más que una teoría para nosotros, pero a medida que el movimiento obrero crecía, a medida que los sindicatos se multiplicaban y los primeros fondos y sociedades de ayuda mutua comenzaron a convertirse en todo tipo de sindicatos informes, con diferentes constituciones, diferentes formas de organización, etc., se hizo necesario dar una respuesta más concreta a la pregunta: ¿Cuál debe ser la actitud del Partido Social Demócrata (como nuestro partido se llamaba entonces) hacia el movimiento sindical? Aquí vemos que en 1907, en su prefacio al libro “Doce años”, Lenin escribió que sus oponentes, incluido Plejánov, habían intentado durante mucho tiempo fundamentar sus diferencias con él sobre la cuestión de lo espontáneo y lo consciente, pero “la crítica de Plejánov “, dice Lenin, “tiene claramente un carácter capcioso y se basa en frases desconectadas y oraciones separadas que no están formuladas con mucha precisión”. Así, aunque no había una formulación precisa sobre la cuestión de las relaciones entre lo espontáneo y lo consciente, Lenin admitió que en la cuestión de la neutralidad realmente había mantenido una opinión errónea. En el mismo prefacio, Lenin escribe: “Abogaba en ese momento, cuando escribí ‘¿Qué hacer?’, por la neutralidad de los sindicatos. Desde entonces no he rechazado esta idea, en contra de lo que afirman mis oponentes, ni en panfletos ni en artículos periodísticos. Solo el Congreso de Londres del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y el Congreso Socialista Internacional de Stuttgart me obligaron a concluir que la neutralidad de los sindicatos no puede ser defendida en principio (enfatizado por Lenin)”. Así vemos que con el crecimiento del movimiento obrero, con la formación y consolidación de la socialdemocracia, Lenin comenzó a ver la cuestión de la neutralidad sindical con mayor claridad, lo cual admitió él mismo.
IV.
Para considerar la evolución de las opiniones de P.O.S.D.R. en general, y de su sección bolchevique en particular, sobre las cuestiones sindicales, las resoluciones de los congresos de Estocolmo y Londres son extremadamente características y significativas. En el Congreso del Partido de Estocolmo, los mencheviques obtuvieron la mayoría y, por consiguiente, la formulación que dio el congreso a la actitud del partido hacia los sindicatos lleva la marca de la ideología menchevique. El punto cuatro de la resolución del congreso de Estocolmo establece que “la lucha económica traerá consigo un mejoramiento permanente de la condición de las masas trabajadoras y la cristalización de una genuina organización de clase solo si está debidamente coordinada con la lucha política del proletariado”. Por lo tanto, se trata simplemente de coordinar la lucha. El congreso también instó, por otro lado, a que “el partido debería apoyar a los trabajadores en su tendencia a organizarse en sindicatos y hacer todo lo posible para la formación de sindicatos neutrales”. La propia formulación de este punto nos hizo pensar, a nosotros los bolcheviques, porque nosotros no nos referimos a sindicatos neutrales. Hablamos de sindicatos sin filiación, y entre no tener filiación y ser neutral hay una diferencia.
A. Losovsky - año 1925
texto extraído de Labor Herald Librery nº 14
publicado en enero de 2018 por El Salariado
—4 mensajes—
I.
Al leer las obras de Lenin, al examinar los frutos de sus treinta años de actividad, se consigue ver que lo que Vladimir Ilich ha hecho representa un todo integral, y que solo condicionalmente se puede extraer de allí una cuestión particular y verla en sus secciones horizontales. Para entender claramente la actitud de Lenin hacia el movimiento sindical, su enfoque hacia sus diversos asuntos y tareas, debemos considerar principalmente las condiciones del momento en que Lenin apareció como figura política. Entró en la escena en los años noventa, cuando en Rusia el movimiento sindical apenas comenzaba a surgir y los líderes del movimiento obrero ruso se enfrentaban sobre todo con la cuestión de cómo poner en movimiento a las masas trabajadoras, las únicas que tenían el poder de destruir el mal principal, la autocracia.
La postura inicial de Lenin sobre las cuestiones relacionadas con el movimiento sindical debe verse principalmente desde el ángulo de la condición histórica del movimiento obrero de Rusia a principios de los noventa. Nos equivocaríamos al pensar que las opiniones de Lenin sobre las cuestiones sindicales no sufrieron cambios durante los 25-30 años de su actividad. Esto querría decir que Lenin aprendió muy poco de una lucha de clases en constante crecimiento. Lenin no solo enseñó, sino que también estudió. Vio aquellos procesos del movimiento obrero que permanecían oscuros para las bases y hasta para muchos de sus líderes. Al mismo tiempo que hacía un pronóstico determinado y con frecuencia anticipaba acontecimientos, aprendía de estos acontecimientos. Un análisis correcto de los acontecimientos, la capacidad de extraer lecciones de ellos y de encontrar una base para la acción de clase, fueron las peculiaridades más características del genio político de Lenin.
Con el crecimiento de la lucha económica espontánea, los círculos ampliamente dispersos de marxistas revolucionarios se enfrentaron cada vez más agudamente, a finales de los noventa, con la cuestión de cuál debe ser su actitud hacia esta lucha espontánea y cómo había que infundir a esta lucha un plan y un propósito consciente. Los primeros intentos de crear un partido, un conjunto organizado, a partir de los dispersos grupos marxistas socialdemócratas, los primeros intentos de unir a los diversos marxistas diseminados por toda Rusia que luchaban contra los antiguos grupos populistas, culminaron en el Primer Congreso del Partido Socialdemócrata ruso, que tuvo lugar en Minsk, en 1898. Este congreso sentó las bases para el partido del que más tarde surgió el Partido Comunista Ruso. Estos intentos iniciales de reunir a los grupos dispersos de socialdemócratas a escala nacional, de toda Rusia, para unirlos sobre la base de un programa definido, para sacar conclusiones concretas del trabajo que habían llevado a cabo los círculos separados; estos intentos encontraron una serie de dificultades que constituyeron la base de los desarrollos futuros dentro del Partido Obrero Socialdemócrata ruso, la formación de varias tendencias dentro de él y la cristalización de esa tendencia que se dio a conocer bajo el nombre de bolchevismo.
¿Cuáles fueron los problemas de la lucha de finales de los noventa y de los primeros años del siglo XX, después del primer congreso? ¿Qué cuestiones inquietaban a los revolucionarios que pusieron la piedra angular del partido ilegal revolucionario? Se trataba de las cuestiones de la actitud de los círculos socialdemócratas hacia el movimiento huelguístico, cómo utilizar este movimiento, cómo utilizar los fondos ilegales de prestaciones por enfermedad, qué formas debía tomar el trabajo ilegal. Solo después de que se creara formalmente el Partido Social Demócrata Ruso, comenzaron a desarrollarse y tomar forma dentro de su matriz diversas tendencias, que finalmente se constituyeron en un ala oportunista del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, por un lado, y una ala revolucionaria por el otro.
II.
Para obtener una concepción clara de los puntos de vista de Lenin sobre el movimiento obrero de aquel período, cuando el movimiento político y económico estaba evolucionando gradualmente a partir de él, debemos volvernos a su obra principal de esa época, escrita entre finales de 1901 y principios de 1902, el libro titulado “¿Qué hacer?”. En la primera parte del siglo XX, teníamos dentro del Partido Social Demócrata dos tendencias básicas: una, los economicistas, y otra que en pocas palabras podría llamarse política. Los economicistas de esa época plantearon la siguiente concepción: en el proceso de la lucha económica, el movimiento obrero produce una vanguardia consciente de la clase cuya tarea consiste en mantenerse siempre al mismo ritmo que el movimiento económico de masas que se desarrolla espontáneamente, y en marchar gradual y lentamente con este movimiento, esto es, limitar el movimiento obrero a las tareas que el nuevo movimiento espontáneo de las masas tiene ante sí. Por otro lado, la tendencia política que tenía como núcleo principal el “Grupo para la Emancipación del Trabajo”, junto con la nueva y segunda generación de socialdemócratas rusos, y más tarde el periódico “Iskra” (La chispa), dirigido por Plejánov, Lenin, Mártov, Deutch, Vera Zasulich y Potrésov (la asociación de estos nombres suena bastante extraña hoy), libró una lucha decidida e implacable contra los economicistas, contra la degradación de la lucha revolucionaria a su aspecto espontáneo, para usar la expresión de Lenin. En la polémica con los economicistas, en el combate contra la degradación de la lucha, en los intentos de definir el papel y las tareas de los pocos grupos socialdemócratas que representaban núcleos conscientes de clase, se formó y soldó esa tendencia que dio lugar al partido bolchevique. En su libro, “¿Qué hacer?”, Lenin plantea la cuestión de la relación entre el elemento consciente y la espontaneidad en el movimiento obrero.
¿Qué supusieron en general las tremendas huelgas, las huelgas de la última parte de los años noventa y principios del siglo XX que sacudieron la autocracia hasta sus cimientos? Comenzaron con disturbios, con acciones espontáneas que se ajustaron gradualmente a las demandas diarias de los trabajadores, involucrando a un número cada vez mayor de trabajadores. Por lo tanto, el movimiento espontáneo de las masas trabajadoras se convirtió en una lucha contra los patronos y más tarde contra la autocracia. Todas estas acciones espontáneas encajaban con la línea política que se estaba desarrollando tanto dentro de las masas trabajadoras como en aquellas organizaciones de la intelligentsia revolucionaria que trabajaban una al lado de la otra, y gradualmente se alineaban y soldaban con este movimiento espontáneo. Lenin, al luchar contra los economicistas, se manifestó en contra de la noción de sindicalismo predicado por ellos. Para Lenin, el sindicalismo era un movimiento limitado por el marco presente, un movimiento que no va más allá de las necesidades cotidianas de los trabajadores, un movimiento artesanal, un movimiento estrecho de sectores profesionales que no persigue ningún objetivo político de clase general. Ésta decidida oposición al sindicalismo puro y simple, a la sobreestimación de la espontaneidad, a la subestimación de la acción revolucionaria consciente, se extiende por todo el panfleto “¿Qué hacer?”, que fue escrito durante el período de intensa lucha entre los economicistas y la sección revolucionaria de la socialdemocracia de aquella época.
Con el fin de enfatizar fuertemente, como siempre lo hizo, la necesidad de crear un aparato revolucionario partidista, de consolidar los grupos socialdemócratas organizados, Lenin planteó de manera aguda en ese momento, cuando era extremadamente difícil crear una organización de masas, la cuestión del entrenamiento de sindicalistas revolucionarios. Lenin fue acusado de querer entrenar a un grupo de sindicalistas sin que estos estuviesen en contacto con la clase trabajadora; sin embargo, con su característica determinación, continuó en aquella época, cuando era necesario construir las filas básicas del partido, siguiendo su curso y, gracias a la determinación con la que planteó la cuestión, que no era tanto una cuestión organizativa como un asunto político, gracias al persistente énfasis que puso en creación de un núcleo básico del partido, logramos aquellas células a partir de las cuales el partido se desarrolló finalmente.
III.
En este libro, Lenin también enfatizó la necesidad de que los sindicatos adopten una actitud neutral hacia el partido. Solo más tarde explicó por qué creía en la neutralidad de los sindicatos. En ese período en que el partido aún no había asumido una forma organizada, cuando solo tenía círculos espontáneos, grupos desconectados, comités de huelga, etc., todas esas débiles organizaciones surgidas de la lucha económica podrían haber llegado a ser, en opinión de Lenin, un inconveniente para el partido mismo, podrían haberlo influido demasiado, cuando el papel del partido era dirigir este movimiento espontáneo. En ese momento el partido era demasiado pequeño, sus círculos todavía eran muy débiles, y para salvaguardarlo hasta cierto punto contra la presión espontánea de los grupos económicos cuyo estándar de organización y conciencia de clase aún era bajo, Lenin abogó en ese período por la idea de neutralidad. Ustedes saben, por supuesto, que en años posteriores Lenin se opuso a la neutralidad de los sindicatos. Sin embargo, en los albores del movimiento obrero ruso, cuando por primera vez se pronunció sobre esta cuestión, asumió, como se puede ver, una posición diferente. Más tarde, cuando el movimiento obrero creció, con la tremenda ola de huelgas de 1904, junto a la guerra ruso-japonesa y el movimiento de masas de 1905, cuando toda Rusia estaba en medio de una conflagración revolucionaria, que culminó en la primera revolución, y cuando este rápido desarrollo del proceso revolucionario trajo cambios al movimiento obrero mismo, provocando una rápida intensificación de los conflictos revolucionarios, el partido se vio obligado a asumir una nueva posición sobre la cuestión sindical.
Cabe señalar que, en 1905, la actitud que debía asumir el partido respecto a las diversas cuestiones del movimiento sindical no estaba clara. Recuerdo personalmente que en 1905, mientras participaba en la conferencia bolchevique de las provincias del Volga en Samara, defendí la afiliación de los sindicatos al partido. En ese momento, el problema del movimiento sindical no era más que una teoría para nosotros, pero a medida que el movimiento obrero crecía, a medida que los sindicatos se multiplicaban y los primeros fondos y sociedades de ayuda mutua comenzaron a convertirse en todo tipo de sindicatos informes, con diferentes constituciones, diferentes formas de organización, etc., se hizo necesario dar una respuesta más concreta a la pregunta: ¿Cuál debe ser la actitud del Partido Social Demócrata (como nuestro partido se llamaba entonces) hacia el movimiento sindical? Aquí vemos que en 1907, en su prefacio al libro “Doce años”, Lenin escribió que sus oponentes, incluido Plejánov, habían intentado durante mucho tiempo fundamentar sus diferencias con él sobre la cuestión de lo espontáneo y lo consciente, pero “la crítica de Plejánov “, dice Lenin, “tiene claramente un carácter capcioso y se basa en frases desconectadas y oraciones separadas que no están formuladas con mucha precisión”. Así, aunque no había una formulación precisa sobre la cuestión de las relaciones entre lo espontáneo y lo consciente, Lenin admitió que en la cuestión de la neutralidad realmente había mantenido una opinión errónea. En el mismo prefacio, Lenin escribe: “Abogaba en ese momento, cuando escribí ‘¿Qué hacer?’, por la neutralidad de los sindicatos. Desde entonces no he rechazado esta idea, en contra de lo que afirman mis oponentes, ni en panfletos ni en artículos periodísticos. Solo el Congreso de Londres del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y el Congreso Socialista Internacional de Stuttgart me obligaron a concluir que la neutralidad de los sindicatos no puede ser defendida en principio (enfatizado por Lenin)”. Así vemos que con el crecimiento del movimiento obrero, con la formación y consolidación de la socialdemocracia, Lenin comenzó a ver la cuestión de la neutralidad sindical con mayor claridad, lo cual admitió él mismo.
IV.
Para considerar la evolución de las opiniones de P.O.S.D.R. en general, y de su sección bolchevique en particular, sobre las cuestiones sindicales, las resoluciones de los congresos de Estocolmo y Londres son extremadamente características y significativas. En el Congreso del Partido de Estocolmo, los mencheviques obtuvieron la mayoría y, por consiguiente, la formulación que dio el congreso a la actitud del partido hacia los sindicatos lleva la marca de la ideología menchevique. El punto cuatro de la resolución del congreso de Estocolmo establece que “la lucha económica traerá consigo un mejoramiento permanente de la condición de las masas trabajadoras y la cristalización de una genuina organización de clase solo si está debidamente coordinada con la lucha política del proletariado”. Por lo tanto, se trata simplemente de coordinar la lucha. El congreso también instó, por otro lado, a que “el partido debería apoyar a los trabajadores en su tendencia a organizarse en sindicatos y hacer todo lo posible para la formación de sindicatos neutrales”. La propia formulación de este punto nos hizo pensar, a nosotros los bolcheviques, porque nosotros no nos referimos a sindicatos neutrales. Hablamos de sindicatos sin filiación, y entre no tener filiación y ser neutral hay una diferencia.
Última edición por lolagallego el Jue Dic 31, 2020 7:02 pm, editado 2 veces