Cómo me convertí en marxista - Nadia Krúpskaia
artículo de Esteban Zúñiga
Recopilaciones stalinline.ru. - traducción de Néstor Guadaño
publicado en marzo de 2021 en la web de la Asociación de Amistad Hispano Soviética (AAHS)
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“(…) Sería una gran equivocación limitarse a aprender el comunismo simplemente de lo que dicen ahora los libros. Nuestros discursos y artículos de ahora no son simple repetición de lo que antes se ha dicho sobre el comunismo, porque están ligados a nuestro trabajo cotidiano en todos los terrenos. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento libresco del comunismo, adquirido en folletos y obras comunistas, no tiene absolutamente ningún valor, porque no haría más que continuar el antiguo divorcio que existía entre la teoría y la práctica, ese mismo divorcio que era el más repugnante rasgo de la vieja sociedad burguesa. Para saber ligar la teoría con la práctica, con el trabajo diario y múltiple de utilidad común, es preciso estudiar mucho por cuenta propia. En la labor práctica surgen constantemente numerosos problemas que únicamente se pueden resolver cuando se poseen los conocimientos correspondientes. Hay que saber adquirirlos por cuenta propia, para lo cual es imprescindible tener un mínimo de instrucción y de hábitos.”
Nadezhda Krúpskaya. “Acerca de la autocapacitación”. Artículo aparecido en la revista “Yuni kommunist” “Joven comunista”, nº 4, año 1935.
El 26 (13 en el calendario juliano imperante en aquel momento en Rusia) de febrero de 1869 nacería en San Petersburgo, Nadezhda Konstantinova Krúpskaia, más conocida como NADIA KRÚPSKAIA, activa revolucionaria que desde muy joven, fue una afamada figura del Partido Comunista de la Unión Soviética, a cuyo Comité Central llegaría a pertenecer. Escritora, pedagoga, feminista y dirigente bolchevique, sería una de las principales responsables en la creación del sistema educativo soviético y pionera en el desarrollo de las bibliotecas del Estado obrero.
Su compañero, sería el principal líder revolucionario de los bolcheviques Vladimir Ilich Uliánov, LENIN. Lo cierto que Nadezhda sería mucho más que una “compañera” al uso: sería una revolucionaria bolchevique y una política por propio derecho. Destacando de su compañero, diciendo que:
“(…) Lenin estudiaba cuidadosamente a las masas, conocía sus condiciones de trabajo, de vida y los problemas concretos que les inquietaban. Al hablar a las masas , procuraba encontrar un lenguaje común con ellas. En sus conferencias y charlas tenía en cuenta lo que en aquel momento preocupaba más el auditorio, lo que no entendía y lo que le parecía más importante. Por el grado de atención de los oyentes, por sus preguntas y contestaciones, Lenin sabía captar el estado de ánimo del público, hablar de lo que le interesaba, explicar lo que no veía claro y hacerse con él.”
Nadezhda Krúpskaia. De un artículo aparecido en la revista “Propagandist y aguitator RKKA” (“Propagandista y agitador de EROC”). Nº 1, año 1939.
Nacida en el seno de una familia noble venida a menos, y de ideas liberales, su padre sería un oficial del Ejército juzgado y expulsado de la administración pública por su ideas en contra de la aristocracia rusa, y su madre trabajaba como institutriz.
"Eso fue hace mucho tiempo, hace treinta y un años. Tenía entonces 22 años y anhelaba tener una cosmovisión completa. Desde pequeña escuché en mi familia diversas críticas al orden existente y especialmente a las acciones del gobierno zarista. A finales de los setenta y principios de los ochenta nos visitaron algunos miembros de "Narodnaya Volya" (Voluntad del Pueblo). Recuerdo el primero de marzo. Entonces estaba esperando algo extraordinario, no dormí en toda la noche de la emoción. También recuerdo el tres de abril, el día de la preparación del Primero de Marzo. Luego se prolongaron los difíciles años de la reacción. El padre murió, el ambiente del hogar cambió. Nada me consolaba, no escuchaba una palabra mitigadora, en los libros de esa época, no pude encontrar respuesta a las preguntas que me preocupaban, y se estancaban sin respuesta. No sabía qué leer: igual leía un libro sobre la historia de la aeronáutica, luego la "Revolución holandesa" de Motley, luego Reclus. Leía todo lo que tenía a mano, y lo que aprendía no estaba conectado, de ninguna manera entre sí, no estaba interconectado con la vida".
"Tenía un amigo cercano de una familia muy radical, y a menudo hablábamos sobre temas políticos y sociales, mirábamos la vida con ojos agudos, pero no podíamos salir a la carretera con nuestros propios esfuerzos y no había nadie que nos ayudara. A veces, conocidos de ambos nos reuníamos con la familia de mi amigo, todos nosotros buscábamos las raíces de los problemas, entre ellos estaba "el viejo de Narodnaya Volya", que había experimentado mucho en la vida. Los miraba con curiosidad y reverencia, escuchaba sus discursos, pero en estos discursos solo pude escuchar cansancio. Cantaban "Dubinushka", "Komarika", "De país a país".
Y cuando le pregunté en una noche así, al "viejo Narodnaya Volya" qué hacer, comenzó a desarrollar la teoría de las "pequeñas acciones" para mí. “No necesitas perseguir lo imposible, no necesitas esforzarte para poner todo patas arriba; esto es imposible, no debes perseguir lo inalcanzable, sino hacer lo que tienes a mano: enseñar bien, ayudar a las personas."
Tal sermón de la boca del "viejo Narodnaya Volya", en el contexto de una reacción feroz, cuando todo había sido estrangulado, en la boca de un hombre que pasó muchos años en prisión, por luchar contra la autocracia, actuó de manera edificante. El anhelo que emanaba de sus consejos, ponía a todas estas personas anteriores, como eran, buenos seres pero con el alma arrancada. Yo era una adolescente, pero lo veía perfectamente. No podía aceptar el tolstoyismo en general, con su no resistencia al mal, con su perspectiva religiosa.
No, no podía seguir el camino de acción directa. No salió nada del terror y los propios ex terroristas ya no creían en ella. ¿Qué hacer? Una vez me encontré en un círculo agrupado alrededor de V. V. Vodovozov. Comentaban las relaciones agrarias en Italia y el destino de Irlanda. No me perdía una sola palabra y ahora todavía recuerdo quién dijo cada palabra, pero nunca fui a este círculo: porque la conexión entre la cuestión agraria en Italia, y la pregunta "¿qué hacer?" entonces no existía para mí. Otra vez, estaba en un círculo literario, al que asistía Mijaílovsky. Pero solo tertuliaban acerca del "Macbeth" de Shakespeare, y no volví a este círculo. Cuando terminé la escuela secundaria, me encontré con el volumen 13 de L. Tolstoy, el volumen en el que L. Tolstoy sometió el sistema existente a severas críticas. Su artículo "Sobre el trabajo y el lujo" me causó una impresión particularmente fuerte. Quizás, en los artículos de L. Tolstoy no leía exactamente lo que él quería decir".
"Pensé ¿Y si seguimos el camino indicado por L. Tolstoi, rechazamos cualquier uso del trabajo de otras personas, y enteramente comenzamos por reeducarnos a nosotros mismos? ¿Quizás así es como se puede alcanzar la meta, por el bien de las personas, y no por el terror?".
"Comencé a hacer arreglos para mudarme al pueblo, pero esto se retrasó. No hubo ningún cambio radical en la vida. En ese momento, los tolstoyanos se estaban entrevistando con miembros de otras organizaciones más radicales al sistema, en las instalaciones del "Mediador". Estuve allí dos veces y me fui decepcionando. No podía aceptar el tolstoyismo en general, con su no resistencia al mal, con su perspectiva religiosa.
En el otoño de 1889, se abrieron los cursos superiores para mujeres en Petrogrado. Entré en ellos, esperando encontrar allí lo que necesitaba. Conocí a las alumnas que venían de provincias. Ni siquiera tuvieron esa experiencia negativa que fue tan intensa para mí. La mayoría de ellos simplemente estaban ansiosos por aprender. También comencé a enseñar. Me sumergí en las matemáticas y, al mismo tiempo, asistía a conferencias en la Facultad de Filología. Pero solamente allí, escuché a Platonov en historia y a Vvedensky en psicología. Por supuesto, todo esto lo compaginaba con el trabajo para ganar dinero, que consumía bastante tiempo, y para Navidad ya estaba firmemente resuelta a dejar los cursos.
En ese momento, mi amigo del gimnasio conoció a un círculo de tecnólogos y los jóvenes comenzaron a reunirse en su departamento. Inmediatamente, desde el primer día, me cautivaron nuevos intereses. Todos estaban despiertos, y con la misma intensidad, buscaban respuestas a las mismas preguntas que yo. Después de una reunión general (a la que asistieron 40 personas) decidieron dividirse en círculos. Entré (esto ya fue a principios de 1890) en un círculo de ética. De hecho, hubo poca conversación sobre ética en el círculo, hablaron sobre cuestiones generales de la cosmovisión. En relación con mis estudios en el círculo, tuve que leer un libro de Mirtov (Lavrov) "Cartas históricas". Sin parar, con tremenda emoción, leí este libro. Fue el primer libro que me introducía a los temas que me perseguían, hablaba directamente sobre las cosas que tanto quería saber. Dejé los cursos y me entregué a éstas nuevas impresiones".
A pesar de las penurias económicas, tras la muerte de su padre en 1883 por tuberculosis, que padeció su familia, conseguiría terminar su educación en un prestigioso gimnasio femenino, tras lo cual, ejercería de profesora en la misma institución hasta 1891.
En el otoño de 1889, en San Petersburgo, entra en contacto, cuando los jóvenes estudiantes se reunieron, se reanudaron las actividades del círculo. Se organizó la llamada "comunidad de toda Rusia", con unos 300 miembros en San Petersburgo. Cada círculo envió un representante a la organización central. Esta organización central hablaba exclusivamente de las formas de organización estudiantil, bibliotecas estudiantiles, etc. El Instituto Tecnológico fue un semillero de marxismo. Había dos marxistas ya plenamente desarrollados: los estudiantes de último año Brusnev y Tsyvinsky. Dirigieron la lectura de los estudiantes del Instituto de Tecnología hacia la teoría marxista, dirigiendo su atención al movimiento obrero.
El llamado "marxismo legal" floreció en la universidad, no tanto interesado en el movimiento obrero como en las formas de desarrollo económico, que le parecía de alguna manera autosuficiente. Las formas económicas se desarrollan en una determinada dirección, con total independencia de la voluntad y participación de las personas. El capitalismo estaba condenado a la ruina, en una determinada etapa de su desarrollo, esta ruina era inevitable, pero para ello no era preciso disponer de ninguna revolución, los trabajadores no necesitan interferir en este proceso objetivo de desarrollo.
"Por primera vez escuché la palabra "Internacional" en un círculo, aprendí que hay una serie de ciencias que se ocupan de cuestiones de la vida social, aprendí que había economía política, escuché por primera vez los nombres de Karl Marx y Friedrich Engels, escuché que se sabía algo de cómo vivían las personas primitivas, y que en general existía algún tipo de sociedad primitiva más colectiva.
En la primavera enterramos a Shelgunov. En la primavera fui a ver a S. N. Yuzhakov, que estaba con la familia de mi amigo, y le pedí que me diera el primer volumen de "El Capital" de Marx y otros libros que me serían útiles. En ese momento, ni siquiera encontraba a Marx en la Biblioteca Pública, y era muy difícil conseguirlo. Además de "El Capital", Yuzhakov también me dio los "Ensayos sobre cultura primitiva" de Ziber, "El desarrollo del capitalismo en Rusia" de V. V. Vorontsov, y el "Estudio del norte" de Efimenko.
A principios de la primavera, mi madre y yo alquilamos una cabaña en el pueblo y me llevé los libros que me dio Yuzhakov. Todo el verano trabajé diligentemente con los propietarios, campesinos locales que no tenían suficientes manos. Lavé a los chicos, trabajé en el jardín, esparcí heno. Los intereses del pueblo me capturaron. A veces me despertaba por la noche y pensaba como en un sueño: "Los caballos no irán a la avena". Y me ponía a leer "El Capital", con la misma diligencia. Los dos primeros capítulos fueron muy difíciles, pero a partir del tercer capítulo las cosas empezaron a mejorar. Definitivamente empecé a beber agua viva. El camino debería buscarse no por el terror de la individuos solitarios, no en la superación personal de Tolstoi. Porque un poderoso movimiento obrero era la salida.
Empezaba a oscurecer, me senté con el libro, en los escalones del porche, leyendo: "El capitalismo señala la hora de su muerte: los expropiadores serán expropiados". El corazón latía con fuerza, lo podía oir. Miré al frente y entendí, que de ninguna manera estaba balbuceando una niñera adolescente, que se había encaramado en el porche allí mismo, una educadora con un niño en brazos. “En nuestra opinión, vemos sopa de repollo, en mi opinión sopa como sustento, en nuestra opinión una canoa, en mi opinión un bote para avanzar, en nuestra opinión un remo, y así entender como pensaba...." Trataba de entender, sin quedarme en mis antiguos silencios. ¿Pensé entonces, cómo sería vivir esa vida, cómo llegar a ver la "expropiación de los expropiadores"?
Entonces tras estas preguntas, todo me interesó. El objetivo estaba claro, el camino diáfano. Y luego, me encontraba allí, cada vez que estallaba una ola del movimiento obrero, en 1896 durante una huelga de los trabajadores textiles de Petersburgo, el 9 de enero de 1905, en 1912 durante los eventos de Lena, en 1917, cada vez pensaba en la hora mortal del capitalismo, que este objetivo se estaba acercando, daba un paso más. También pensé en esta hora de la muerte del capitalismo en el IIº Congreso de los Soviets, cuando la tierra y todos los instrumentos de producción fueron declarados propiedad del pueblo.
¿Cuántos pasos quedan para alcanzar la meta? ¿Veré el último paso? ¡Quién sabe! ¡Pero ello no es lo más importante! Porque, de todos modos, ahora "el sueño se ha hecho posible y cercano". Se volvió tangible. La irrevocabilidad e inevitabilidad de su implementación es obvia para todos. La agonía del capitalismo ya ha comenzado. El marxismo me dio la mayor felicidad que una persona puede desear: saber adónde ir, una serena confianza en el desenlace final del tiempo, con el que estaba conectada a la auténtica vida".