Sobre las contradicciones en la sociedad socialista
Alfred Uçi (Partido del Trabajo de Albania)
publicado en Albania Today en 1977 - traducción del blog Tiempos Rojos
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“La dialéctica es la doctrina de cómo los contrarios pueden ser y cómo suelen ser (cómo devienen) idénticos, – en qué condiciones suelen ser idénticos, convirtiéndose el uno en el otro, – porque el entendimiento humano no debe considerar estos contrarios como muertos, petrificados, sino como vivos, condicionales, móviles y que se convierten el uno en el otro.” - Lenin, Cuadernos filosóficos (1915)
Como siempre, en su 7mo Congreso el PTA dedicó gran atención a la argumentación teórica de su línea y actividad práctica, de su programa, estrategia y táctica de luchas. El informe del camarada Enver Hoxha a este congreso es excepcional por su profundo análisis dialéctico, en un espíritu de clase, de todos los problemas fundamentales de la construcción socialista y la situación internacional.
A fin de orientarse correctamente en los procesos complicados y las situaciones de la vida social en la cual innumerable cantidad de diferentes factores se relacionan, a fin de entender correctamente tanto la situación actual como las perspectivas futuras, a fin de evaluar correctamente la proporción de fuerzas y su naturaleza, el Partido confía en un arma irremplazable, la dialéctica materialista del marxismo, y sobre todo en la teoría de las contradicciones, que Lenin ha llamado la esencia del método dialéctico. La teoría dialéctica de contradicciones es penetrada por un espíritu profundamente revolucionario, porque argumenta la necesidad objetiva del derrocamiento del pedido burgués a través de la revolución proletaria y el triunfo inevitable del comunismo. La teoría dialéctica de las contradicciones está impregnada de un profundo espíritu revolucionario, porque argumenta la necesidad objetiva del derrocamiento del orden burgués a través de la revolución proletaria y el triunfo inevitable del comunismo. A causa de esto, en su lucha contra el marxismo-leninismo, los ideólogos burgueses y los oportunistas de toda clase nunca se olvidan de apuntar sus flechas a la teoría dialéctica de las contradicciones. “La dialéctica”, escribió Marx en su tiempo, “a los ojos de la burguesía y de sus profesores, no es más que escándalo y horror, porque, al lado de la comprensión positiva de lo que existe, ella engloba, a la vez, la comprensión de la negación y de la ruina necesaria del estado de cosas existente. La dialéctica concibe cada forma en el flujo del movimiento, es decir, en su aspecto transitorio. Ella no se inclina ante nada y es, por esencia, crítica y revolucionaria“.
La historia de la internacional comunista y del movimiento obrero muestra que el problema de las contradicciones, de su naturaleza y su papel en el proceso del desarrollo de la vida social, siempre ha sido el centro histórico de las diferencias de principio entre el marxismo-leninismo y los adversarios ideológicos de la clase obrera. A fin de justificar su desviación del marxismo, Bernstein y los otros jefes del oportunista de la Segunda International lanzaron el célebre lema, “¡Volvamos a Kant!” que era una llamada para renunciar y abandonar la dialéctica materialista de contradicciones y saltos cualitativos, y sustituirla por el evolucionismo vulgar. Su revisión de la teoría dialéctica de las contradicciones preparó el terreno para qué los partidos socialdemócratas de la Segunda Internacional se transformasen por completo, de partidos de la revolución social, a partidos de conciliación de clases, reformistas. Resumiendo la nueva experiencia histórica de la época del imperialismo, Lenin reveló las contradicciones fundamentales de esta época y la ley objetiva de su inevitable agudización y aportó pruebas de las nuevas perspectivas del movimiento revolucionario de la clase obrera, que fueron coronados con el triunfo de la Revolución de Octubre.
El problema de las contradicciones ocupó también un lugar muy importante en las grandes polémicas del movimiento comunista con el trotskismo y el bujarinismo. Por una lado, J.V. Stalin criticó las opiniones enmascaradas con fraseología “de izquierda” de los trotskistas que admitían sólo las contradicciones antagónicas en la sociedad socialista, que consideraban que las contradicciones antagónicas internas eran completamente irresolubles en las condiciones del cerco capitalista, y que de ello deducían que la degeneración burguesa del partido socialista y la restauración de capitalismo formaban parte de un proceso inevitable. Por otro lado, Stalin emprendió una lucha irreconciliable, también, contra las opiniones derechistas de los bujarinistas, que admitían sólo las contradicciones no-antagonistas, que, con su célebre teoría “del equilibrio”, negaban la lucha de clases y apoyaban la idea de la “integración” espontánea de los elementos capitalistas en el socialismo. Sólo mediante la ruptura de las opiniones metafísicas de derecha y “de izquierda” sobre las contradicciones en el socialismo, el Partido Bolchevique liderado por Stalin fue capaz de defender y poner en práctica el programa Leninista de la construcción socialista en las condiciones del cerco capitalista.
Tras la muerte de Stalin, la Unión Soviética se desvió de la senda socialista gracias a la traición de los revisionistas jruschovistas, que revivieron las viejas teorías anti-dialécticas y las pusieron al servicio de su política contrarrevolucionaria. Los revisionistas modernos mostraron un especial celo en negar tanto la base objetiva de clase como las leyes de la agudización de las contradicciones antagónicas entre el socialismo y el capitalismo, entre el proletariado y la burguesía, entre la revolución y la contrarrevolución, entre los pueblos oprimidos y el imperialismo y de otras contradicciones de nuestro tiempo. Una posición oportunista frente a las contradicciones fue la que asistió a los revisionistas modernos a la hora de preparar y llevar a cabo la inversión contrarrevolucionaria del curso que venían desarrollando la Unión Soviética y el resto de los antiguos países socialistas, hacia la restauración del capitalismo.
La experiencia internacional de los partidos comunistas y obreros llevó al PTA a dar una gran importancia a la defensa de la teoría marxista-leninista de las contradicciones frente a las distorsiones de los revisionistas modernos, y a que la implemente en el análisis de cualquier problema, por pequeño que sea, presente en el desarrollo de la sociedad socialista. Nuestro Partido considera a las contradicciones objetivas como la fuente y la fuerza motriz del desarrollo del mundo en general, y de la vida social, en particular. La sociedad socialista, también, se mueve y se desarrolla a través de diferentes contradicciones.
Con el fin de comprender los problemas fundamentales del desarrollo de la sociedad en el período de la transición del capitalismo al comunismo correctamente, es de gran importancia no sólo admitir las contradicciones en general, sino también distinguir los diferentes tipos de contradicciones, sus rasgos específicos. El camarada Enver Hoxha ha subrayado que la clave para realizar un análisis profundo de la evolución en este período es el reconocimiento de dos tipos de contradicciones: las antagónicas y las no-antagónicas, que desempeñan un papel decisivo en todo el proceso de la construcción de la nueva sociedad socialista. Esta tesis está en completa oposición a las opiniones de los revisionistas modernos, que afirman que el movimiento de la sociedad socialista se produce sólo a través de contradicciones no-antagónicas.
En el período de transición del capitalismo al comunismo, junto con las contradicciones no-antagónicas, también hay muchas contradicciones antagónicas, que describimos también como contradicciones entre nosotros y el enemigo. Las contradicciones antagónicas son contradicciones entre las fuerzas de las clases sociales con intereses económicos y políticos fundamentales diametralmente opuestos, que surgen de las relaciones de dominación de una fuerza sobre la otra. En el período de transición, existen contradicciones antagónicas de este tipo no sólo como contradicciones externas (entre cualquier país que está construyendo el socialismo y el frente externo de las fuerzas contrarrevolucionarias – el imperialismo, el socialimperialismo, la reacción mundial), sino también contradicciones internas (entre la clase obrera a la cabeza y las clases explotadoras y todos los enemigos del socialismo).
Existen contradicciones antagónicas, incluso después de que las clases explotadoras han sido liquidadas y después de que la base económica del socialismo se ha construido.
El socialismo se construye cuando los antagonismos entre las clases sociales no han sido eliminados de la sociedad. Esto está relacionado con la existencia de restos de las clases explotadoras, de enemigos surgen desde las filas de la clase obrera, de la influencia de la ideología burguesa y revisionista y con otros factores. Estos son factores con un largo alcance y periodo de actividad, que deben ser tenidos en cuenta durante la totalidad del período de transición y no deben, de ninguna manera, ser subestimados, tanto más cuanto que actúan en coordinación con las fuerzas enemigas externas.
La posición marxista-leninista se diferencia de la posición revisionista, no sólo en que admite dos tipos de contradicciones, sino también en la evaluación del papel de las contradicciones antagónicas en el período de la transición del capitalismo al comunismo.
El contenido principal de la lucha de clases en este período se relaciona con la lucha entre los dos caminos, el camino capitalista y el camino socialista de desarrollo. De ahí que, además de las contradicciones no-antagónicas, las contradicciones antagónicas se presentan como contradicciones fundamentales, primarias, en el período de transición, y no como contradicciones temporales y esporádicas. Esta evaluación del papel de las contradicciones antagónicas de este período está en concordancia con las enseñanzas de V.I. Lenin, quien en su trabajo “La economía y la política de la dictadura del proletariado”, escribe: “Teóricamente, no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo existe cierto período de transición. Este período no puede dejar de reunir los rasgos o las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede dejar de ser un período de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente; o en otras palabras: entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún.”
La experiencia histórica ha confirmado totalmente estas enseñanzas de Lenin. Ella demuestra que si las contradicciones antagónicas son desatendidas y su papel es subestimado, la vigilancia revolucionaria de las masas trabajadoras se relaja y el capitalismo puede ser restaurado, incluso hasta después de que hayan sido liquidadas las clases explotadoras, como ocurrió en la Unión Soviética y en los otros países revisionistas. La revelación hecha por nuestro Partido y el pueblo de la actividad conspirativa y de sabotaje en los últimos años muestra claramente qué proporciones peligrosas puede alcanzar esta actividad y qué importante es la solución de las contradicciones antagónicas internas, que se combinan con las contradicciones externas, para el destino de la dictadura del proletariado y el socialismo.
El camarada Enver Hoxha ha indicado que admitir la existencia de contradicciones antagónicas en el período de transición del capitalismo al comunismo no es suficiente, sino que también hay que manejar estas contradicciones correctamente, hay que resolverlas de aquellos modos y por aquellos métodos que corresponden a su naturaleza. Las contradicciones antagónicas son contradicciones entre, por un lado, las fuerzas sociales que quieren la restauración del sistema de opresión y de explotación del hombre por hombre y, por otro lado, fuerzas sociales que se esfuerzan por eliminar cualquier fuente de degeneración revisionista-burguesa, por construir la sociedad comunista sin clases, es decir, sin contradicciones entre fuerzas sociales que se excluyen mutuamente. La lucha entre ellas es una lucha de vida o muerte, puesto que directamente afecta a sus intereses más vitales. Por lo tanto, las contradicciones antagónicas sólo pueden ser resueltas a través de una severa lucha de clases entre estas fuerzas. Dentro del orden socialista, la clase obrera, conducida por su partido marxista-leninista y en alianza con el campesinado trabajador, está en condiciones de resolver las contradicciones antagónicas internas. La posibilidad de la construcción completa del socialismo en las condiciones de cerco capitalista depende, en primer lugar, de esto. “Mientras la lucha de clases continúe,” dice el camarada Enver Hoxha, “y ésta no está siendo incitada artificialmente, sino que existe objetivamente como una lucha entre dos caminos de desarrollo, el socialista y el capitalista, no hay lugar para un espíritu de relajación, autosatisfacción y liberalismo, porque hemos suprimido según se afirma todos los males y nos hemos escapado de cualquier peligro. Por el contrario, el borde de la lucha de clases siempre debe mantenerse afilado, porque es nuestra arma más poderosa que nos defiende de los enemigos, que nos limpia de los males, que nos moldea como revolucionarios proletarios. Debemos emprender esta lucha, consecuentemente, siempre dejando claro el carácter antagónico o no-antagónico de las contradicciones y basándonos firmemente en las masas.“ El fortalecimiento del orden socialista en el proceso de esta lucha es una condición previa para ésta y, a la vez, su objetivo. En esta lucha por resolver las contradicciones antagónicas de la dictadura del proletariado se utiliza el método de la violencia, de la coacción, de la compulsión hacia los enemigos que tratan de privar a la clase obrera de su poder estatal a través de la contrarrevolución.
Los oportunistas de diverso tipo distorsionan la naturaleza de las contradicciones antagónicas, oscurecen sus características, con el fin de negar la necesidad absoluta de la utilización de la violencia contra los enemigos. Ellos predican que la dictadura del proletariado debe ser generosa con los enemigos del socialismo, lograr algún tipo de “coexistencia pacífica” con ellos, e incluso llevar a cabo algún tipo de “diálogo constructivo” con ellos. Este es un tratamiento liberal, oportunista de las contradicciones antagónicas, que niega la esencia de clase y la propia necesidad de la existencia de la dictadura del proletariado, que, aun siendo la más amplia y verdadera democracia para las masas trabajadoras, no puede dejar de ejercer la violencia revolucionaria contra los enemigos del socialismo. Siempre dejando claro el carácter de las contradicciones antagónicas, combatiendo el manejo oportunista-liberal de ellas, nuestro Partido nunca las ha confundido con las contradicciones no-antagónicas. Confundirlas significa invitar al lobo al redil, calentar la serpiente en el pecho, cesar la lucha contra el enemigo.
En el período de transición del capitalismo al comunismo también juegan un papel importante las contradicciones no-antagónicas, que describimos como contradicciones en las filas del pueblo. Son contradicciones entre fuerzas sociales que objetivamente tienen en común gran cantidad de intereses fundamentales, pero que, al mismo tiempo, también tienen intereses diferentes sobre temas de importancia secundaria. Tales son, por ejemplo, las contradicciones entre la clase obrera y la clase campesina trabajadora, entre los aspectos particulares de las relaciones de producción y las fuerzas productivas, entre las viejas formas de organización y gestión del trabajo y de la producción social y las nuevas exigencias del desarrollo de la fuerzas productivas, entre el nuevo nivel ideológico-político, cultural y técnico-profesional de los trabajadores y el nivel de producción, entre las formas administrativas y los métodos de gestión de la economía y la participación de las masas en esta gestión, etc.
En el proceso de la lucha por la solución de las contradicciones no-antagónicas, el método que corresponde a su naturaleza específica es el de la persuasión, de la educación, crítica y autocrítica. Estas contradicciones se resuelven ampliando continuamente la base de intereses comunes y estrechando gradualmente las diferencias que existen entre las fuerzas sociales portadoras de este tipo de contradicciones. El PTA ha acumulado una rica experiencia en la resolución de las contradicciones no-antagónicas en nuestra sociedad, que se manifiesta, entre otras cosas, en el refuerzo de la unidad del pueblo en torno al Partido, en el refuerzo de la alianza de la clase obrera con la clase campesina cooperativista, que constituye el más alto principio de la dictadura del proletariado.